En el débil vano de mi cabeza

Somos tres alrededor de la mesa, cuando deberíamos ser cuatro. Somos tres mirándonos fijamente. Pero, ¿por qué falta él? ¿Dónde está?

Busco por los alrededores y no está; y Camila comienza a reirse por lo bajo. Sinceramente es molesto, y más que venga de ella.

Se miran con la celadora de manera cómplice y siguen su diversión silenciosa.

Trato de calmarme respirando hondo y cerrando los ojos para ver si así desaparecen. Cuento hasta diez, los abro y aún siguen allí

–¿Qué tanto les causa risa?–les grito explotando en mi histeria.

–Nos morimos de la risa porque lo buscás al nene desesperadamente y eso nos divierte. Nos encanta tu sufrimiento y tu locura— escupe ácida la gruesa celadora.

–¡Ay! ¡Me das tanta lástima cariño! Creo que tendré un poquito de consideración contigo  y te diré: Joseph no va a venir... él ya se fue—dijo estallando en carcajadas ahogadas la estúpida de Camila.

Ella me da más lástima y me causa más gracia: sigue siendo horrible, aún putrefacta.

Y la otra mujer, cada vez más amoratada e hinchada que ni la nariz ni los ojos se le ven, sin contar que todo el aire que ocupaba su cráneo quebrado ya se le escapó por el cráter que le quedó.

Sin embargo, me pregunto: ¿por qué ellas aparecen en mi delirio y él hasta en mi desvarío continua ausente?

Estos lapsus me están cansando; hasta Fara ha dejado de venir a verme y manda en su lugar a una réplica barata de ella.

De vez en cuando puedo esconderme en aquel cuarto blanco y lloro mi suerte sin ser vista; soy una mancha áurea más.

Quisiera dormir y despertar a su lado, mientras el sol invade toda la habitación que fue nuestra y en la que fuimos, por instantes ínfimos, felices, afortunados y condenados.

Y vuelvo a repensar todo y sostengo la pregunta: ¿fuimos felices? ¿O solo lo fui yo?

Y en el momento en que la psicosis me quiere dejar, me encuentro parada en un lugar que reconozco, donde el límite es la nada misma y ausente.

Y es ahí donde descubro que esto ya no tiene salida e intento volver sobre mis pasos... y no quiero... no quiero. Deseo con toda mi alma correr hacia ese hueco negro que devora y pierde; tengo la vaga sensación de que mi Joe está allí... esperándome.

Mi vida entera he sido cobarde para tomar decisiones importantes que lleven paz a mi alma... Siempre  dí la vuelta y volví a "la comodidad de lo incómodo", a la nefasta manera de matar mis intentos de ser libre o de ser yo.

En estos momentos evalúo esa posibilidad y ya le doy la espalda al abismo para continuar muriendo patéticamente en este mundo sin límites.

–¿Evelyn?–escucho desde esa oscuridad.

Levanto mi rostro abatido y veo como el precipicio desaparece y cambia a un bello camino de pedregullos suaves y redondos... del otro lado me espera Joseph extendiéndome la mano.

Avanzo hacia él... me sonríe... y se aleja repentinamente... En realidad, me alejan violentamente de él.

–¡Ev! ¡Por favor, no! ¡Detente! ¡Quédate conmigo amiga!–grita una Fara angustiada que trata de arrastrarme a la realidad.

El tema es, ¿qué hago: camino hacia el hombre que amo o elijo a mi mejor amiga?


HOLIS! PALPITANDO EL FINAL!
FALTAN TAN SOLO DOS CAPITULITOS!
BESOS! LOS AMO!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top