Capítulo 15: El vestido rojo

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Capítulo 15: El vestido rojo

Eva Jenell

—Guao —expresé observando la deslumbrante vista de Dubai a través de la ventana de mi habitación, donde se veían los grandes edificios, autos y una impresionante vista de la ciudad en general.

Realmente estaba haciendo todo lo que ni siquiera me hubiera imaginado hacer y es que ahora descubría que había un mundo fuera de mi país, que habían más hombres fuera de mi ex novio y que tenía más familia que la sanguínea como lo era Aurora.

—Es hermoso —susurré volteándome nuevamente hacia donde estaba Aurora arreglando las cosas de la maleta—, todo Dubai, joder, jamás me imaginé aquí.

Ella se rió un poco.

—Es muy linda sí —afirmó.

Me imaginaba que para ella que había venido un montón de veces, ya había perdido el gusto o la maravilla de ver una ciudad tan hermosa.

—Oye —dije sentándome en la cama—. Esa hermana de Carmelo, ¿no es un poco...?

Busqué la palabra adecuada que la describiera, pero la palabra "zorra" no salía de mi cabeza como primera opción. Es decir, todo el viaje la veía pavonearse de un lugar a otro con su corto vestido grabando en su teléfono muchas cosas y coqueteando con TODOS; literalmente la veía primero coqueteando con el amigo de Eros; Martin, luego con Eros y después la noté haciéndolo ojos a Federico, que a pesar de estar sentado a mi lado en el viaje no dudó en irrespetarme la cara, es decir, no éramos novio de verdad, pero ella no lo sabía, hasta por un instante creí que estaba coqueteándole al hermano, desde ese momento supe que ella era así...

Así era su personalidad... ¿O estaba drogada? Tal vez estaba drogada.

—¿Qué? —dijo Aurora alzando una ceja— ¿Antipática o algo irritable?

—No, no lo sé —dije— la veo muy... coqueta.

Ella frunció el ceño.

—¿A qué te refieres?

—Es tan coqueta que por un instante... pensé que le estaba coqueteando a Carmelo.

Aurora contrajo la expresión.

—Es su hermano, no seas asquerosa.

—Solo te lo comento... —repliqué, sonaba mal, pero, esa mujer parecía una víbora, además de que ni siquiera pareció amable conmigo o con nadie que no fuera hombre.

—Así es ella —dijo restándole importancia—, no dejes que arruine el viaje ¿bien?

Tal vez era cierto, tal vez, estaba creandome ideas de ella solo por los celos que me dio de ver como Eros le miraba el culo.

—Bien. —me limité a decir y cambié el tema diciendo:— ¿Qué haremos hoy? ¿Hoy vamos al teatro?

—No, mañana es la función del teatro, el viernes es la reunión de mi compromiso —explicó—, hoy apenas es miércoles, vamos a un club muy lindo, es de una fiesta de los amigos de mi papá donde hacen sus reuniones de trabajo.

—Vale, pero, uhm, ¿qué me pongo? —abrí mi bolso y saqué la primera ropa que encontré para salir— Tengo esto.

Era una falda negra y una franela sencilla pero con algunos brillos, ella hizo una leve mueca.

—Yo te prestó ropa. —ofreció y entonces sacó de su maleta un vestido rojo con un hermoso escote en forma de corazón y un buen corte en la pierna que prometía acentuar cada curva del cuerpo.

Silvé entre dientes tomándolo en mis manos, se notaba que era costoso, elegante y nada parecido a la falda y camiseta de segunda mano que quería ponerme, ese vestido decía "sueldo-de-un-año" en todos lados.

—¿No es muy atrevido? —pregunté.

Sin embargo, la imagen de Eros mirándole el culo a Francia se me pasaba por la cabeza una y otra vez.

No quería que la viera, seguía hirviéndome la sangre.

—Querías ponerte una falda —replicó—, esto es elegante, para la ocasión de una fiesta en Dubai, ya sabrás como es, además cuando mi tío te vea con esto puesto de seguro que no quitara la mirada de ti.

Sonreí ante lo que me dijo algo nerviosa por la mención de cómo sería una fiesta en Dubai, además de que tenía que fingir estar con Federico, pero, sabiendo que la única persona que quería que realmente me viera con esto puesto era... Eros Dunkel.

Eros Dunkel

Tomé de mi whisky y afirmé con la cabeza como si pudiera verme cuando respondí en el teléfono:

—Sí, más tarde hablamos de los detalles.

Más tarde en la reunión social o más bien pequeña fiesta como a ellos les gustaba llamarlo, terminaríamos de cerrar tratos con Mustafa Kemal y su empresa, finalmente seríamos su única fuente de importación, algo muy importante para nuestro país.

—Excelente, nos vemos —dijo Mustafa y colgamos.

—Entonces —preguntó Martin algo impaciente—. ¿Qué dijo?

—Esperemos que sí parece tomarnos muy en serio —respondí—, esto es un negocio grande.

Después de la cagada que hizo Federico la última vez haciéndonos perder mas de medio millón de euros, por haber perdido mil cargas y diez clientes hace 5 años atrás por el simple hecho de haber confiado en estafadores que lo robaron todo, ahora me tocaba a mí cubrir todo este desastre para recuperar la economía del país.

—¿Dónde esta Federico? —preguntó Martin, ya estabamos por salir, y en estos negocios siempre él debía de estar porque así lo exigía mi bisabuelo, aunque realmente sería muy feliz si él simplemente dejaba de estorbar y me dejaba hacer todo el puto trabajo.

—Debe de andar viendo prostitutas. —dije terminando de tomar mi whisky, hablar de él siempre me dejaba un mal sabor en la boca.

—¿Seguro? —dijo Martin con algo de ironía— Lo vi muy pegado de Eva en el vuelo, de seguro que se encargara de Eva esta noche.

Sabía a lo que se refería con «encargar» y la imagen de Federico besando los carnosos labios de Eva, tocando sus redondas tetas, ella sonriendo y jadeando por él me hicieron sentir irracionalmente enojado.

—Es muy mayor para ella. —me limité a decir sin importarme que fuera un maldito hipócrita.

No quería verla con él.

—A los jóvenes les gustan los mayores con experiencia —dijo Martin—, ¿no nos recuerdas a nosotros?

Sabía que se refería al montón de mujeres mayores con las que salimos en la juventud.

Eva podía salir con quién quisiese, pero me enfadaba que fuera con la persona que más detestaba, cuando a mí me cerraba cualquier posibilidad en mis narices.

¿Acaso no le gustó? Evidentemente sí le gustó, ella temblaba por mí recordando esa noche al igual que yo, podía ver en sus ojos el deseo cada vez que estabamos cerca, solo... que me evitaba, se resistía, pero sabía que tarde o temprano volvería a caer...

No podía sacármela de la cabeza, eso empezaba a ser mi ligera caza personal, solo debía de tener algo de paciencia para demostrarle que no podía resistirse a mí al mismo tiempo que quería arrancarla de mi mente para demostrarle que no producía nada en mí e ignorarla.

Ya tenía que olvidarme de ella, simplemente buscar otro cuerpo para descargar mi tensión sexual.

—Hola, voy a colocarme un poco de perfume y vendré otra vez. —dijo Francia apareciendo cerca de nosotros sonriéndonos con coquetería y le colocó una mano en el hombro a Martin para seguidamente continuar su camino a los ascensores.

Martin la siguió con la mirada hasta que ella desapareció por el ascensor y él soltó un suspiro entre dientes.

La calienta pollas amenaza. —dijo Martin y me miró tomando de su whisky— Tal vez estés de suerte.

Fruncí el ceño y negué con la cabeza.

—Nada que me interese.

Cuando las mujeres eran tan fáciles y accesibles, perdían el deseo para mí, aunque ahora que andaba tan caliente, tal vez no sería tan mala opción.

—Ya te la follaste ¿cierto? —preguntó Martin.

No le respondí, solo recordé esa vez en un fiesta social en Belmia hace más de un año donde andaba algo pasado de tragos y ella se me ofreció en el baño; no perdoné, me la follé. No iba a mentir, Francia tenía un buen cuerpo y estaba bien para pasar el rato, pero luego de eso, no.

—¿A qué hora nos vamos? —indagó Martin dejando su vaso vacío en la encimera.

—Ya deben de estar por llegar. —murmuré mirando mi reloj, ya casi eran las 9 de la noche y Aurora era puntual.

De repente las puertas del ascensor se abrieron y mi mirada se quedó trabada cuando vi que se trataba de mi hija, pero a un lado de ella estaba Eva, el vestido rojo que llevaba se le acoplaba perfectamente a su cuerpo haciéndola resaltar, a la distancia reconocía ese buen escote que llamaba la atención a sus perfectas tetas redondas, su estrecha cintura y ese corte provocador del vestido a un lateral de la pierna.

Sentí que la polla se me tensó en el pantalón, joder, esta noche sería torturante. 

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