La venganza de los hombres

NOTA: Esta historia es un premio para @ShrignoldVirska por haber ganado en la categoría de tragedia. He aquí tu historia y espero que la disfrutes. ¡Gracias por haber concursado en el Stony Canon Multiworld!


"El diablo es optimista si cree que puede hacer más malo al hombre." Karl Kraus.



La primera vez que Tony Stark vio al Capitán Rogers, fue durante un congreso de industriales en Shangai, específicamente cuando fue el buffet intermedio entre las magnas pero aburridísimas conferencias de los expositores. Ya todo mundo sabía quién vendía qué, pero les gustaba jugar a que eran buenos niños frente a la prensa merodeando cual buitres en busca de una noticia que reventara sus titulares. El Capitán entró dueño del espacio, saludando algunas personalidades de poca monta que sirvieran para que el resto notara que no era un completo extraño. Un viejo truco que le hizo pensar su procedencia, algún perro bien entrenado de SHIELD, sin embargo, notó que sus maneras no eran las típicas de los últimos agentes encubiertos cuyos cuerpos estaban perdidos en alguna parte de las Fosas Marianas por un trágico accidente aéreo.

Era una serpiente avanzando en territorio enemigo y Stark relamió sus labios en complacencia al imaginar todos los futuros escenarios en los que se encontraría con dicho sujeto, pues ya había notado por medio del reflejo en los vidrios de las copas circulando en manos de los meseros o los cristales finos que separaban cual biombos aquel enorme sitio de recepción. Un cantarín zumbido de las charlas acompañaba el tintineo de copas, los timbres de los celulares o los tacones de las hermosas damas alrededor. Rogers tardó en presentarse, mostrando con ello que no llevaba prisa y que también estaba midiendo su paciencia. Aquello le causó una enorme risa interior, pobre bastardo ingenuo proveniente de quien sabe qué nueva organización.

-¿Señor Stark? Permítame presentarle al Señor Steve Rogers.

-Mucho gusto, Señor Stark -sonrió aquél.

Tony le barrió con la mirada. Había usado su nombre verdadero si los datos de su IA eran correctos. Muy interesante, aunque arriesgado movimiento de su parte... o quizá se estaba creyendo muy seguro que no le importaba mostrarse tal cual era. Sonrió, levantando su copa sin corresponder a la mano que fue ofrecida por aquel fornido rubio de ojos azules.

-Quisiera decir lo mismo, Señor Rogers más tengo un asunto urgente que atender en estos precisos momentos. Ya saben cómo es esto de ser empresario. Caballeros, me disculpan.

Dejó atrás tanto al intermediario de poca monta como al Capitán mientras leía esos datos en su mente sobre aquel hombre. No tenía ningún antecedente de ninguna clase, entonces era un verdadero espía más no de la base de datos de SHIELD. Debía provenir de otro lugar que había ya puesto sus ojos en él, todos ansiaban su poder, pero más aún ese secreto del Extremis corriendo por su cuerpo, otorgándole el control de esa armadura líquida. Eso, más la conexión neuronal con todo el sistema controlando esas muestras "gratuitas" que los muy ingenuos habían descargado en sus celulares. Bueno... eso había sido la mentira con la que todos habían caído y sufrido las consecuencias.

-"Señor, tiene una llamada entrante."

-¿Quién es?

-"El Señor Rogers."

-Aquel idiota le dio mi número... -el millonario rodó sus ojos- No tengo tiempo, que deje su mensaje.

-"Sí, señor."

Como un buen cazador, el Capitán Rogers no insistió más, esperando por la oportunidad que le diera un avance más significativo, mismo que vio cuando estuvo de visita una vez más en Hell's Kitchen porque aquellos tontos no entendían por las buenas. Ahí apareció casualmente, sólo que esta vez no estaba en ese hermoso traje de corte de diseñador sino en un uniforme que le hizo detenerse por unos segundos, admirando esas formas de su cuerpo agraciadas por la tela como ese escudo de calavera con tentáculos en color rojo, como las bandas que corrían a lo largo de su pecho y bíceps, igual que en su escudo. Definitivamente no provenía de SHIELD. En franca curiosidad, Stark dejó que se acercara, aunque estaba listo para cualquier ataque, el virus estaba en su máxima capacidad, brillando a través de sus ojos.

-Ya no es más el Señor Rogers, me presumo.

-Puede decirme Capitán Rogers, Señor Stark... o Capitán HYDRA.

Tampoco fue que le extrañara que brotara una nueva organización ahora que había dejado en claro cuan poderoso era, lo muy inteligente que podía ser y hacer con una simple aplicación de teléfono. La codicia por sus secretos podía llamar a todo el ejército de los Kree de ser necesario. Tony sonrió ante la seguridad del rubio, encogiéndose de brazos antes de que pequeños robots atacaran al Capitán mientras él tranquilamente marchaba hacia los cielos. Si aquel hombre estaba pensando en alguna clase de alianza para beneficiarse o beneficiar a su organización, se toparía con pared. Él no compartía nada, no necesitaba a nadie. Jamás nunca un dios se ha rebajado a un mortal solamente porque se ve en apuros, lo cual tampoco era nada cierto.

Pero Rogers no era alguien que se diera por vencido y eso lo pudo ver semanas más adelante, cuando estaba en Medio Oriente investigando guaridas de Skrull que sirviesen a sus propósitos. Ahí estaba de nuevo el famoso Capitán Hydra con su escudo, ese uniforme entallado con su sonrisa torva pretendiendo ser el amo de la situación ignorando que estaba tratando de forma no muy convincente de capturar o agradar en el mejor de los casos a Superior Iron Man. Le dejó jugar sus cartas, estaba aburrido así que le venía muy bien algo de distracción a su mente además de poder mirar de cerca a semejante espécimen quien hizo gala de sus dotes igual que un macho salvaje queriendo cortejar a una hembra en tiempos de celo. Se hizo el sorprendido cuando el rubio le propuso una alianza, HYDRA podría darle los recursos faltantes para dominar al mundo y él podría mejorar a sus soldados.

-¿Tendría yo el poder absoluto de HYDRA?

-Compartido conmigo, Señor Stark.

-Ah, Capitán Rogers, iba tan bien. Yo no comparto nada.

Con una sonrisa despectiva, se marchó igual que siempre, igual que todas las siguientes ocasiones en que se vieron, con el Capitán Hydra siendo tan cortés como sangriento. Sus obsequios fueron elevando su nivel de crueldad conforme ellos coincidían o bien estaba siguiéndole a un paso casi desesperado, así se le antojó a Tony al inspeccionar los cuerpos desmembrados de la policía encubierta alfombrando el piso de aquella bodega junto al puerto de Rhode Island. Una operación más para tratar de arrebatarle sus secretos. Claro, la gente había probado el cielo y ahora no había ser humano sobre el planeta que no deseara volver a esa perfección que les había otorgado por un breve lapso. Hasta SHIELD se había convertido en un monstruo avaricioso.

Según tenía entendido, el Capitán Steve Rogers había terminado bien congelado en algún punto del Ártico y luego traído de vuelta a este mundo moderno por las manos de HYDRA, misma que lo había enviado a ese sueño helado. Cosas de la vida. Al igual que él, poseía en su sangre un suero que lo mantenía fuerte y joven, otorgándole habilidades sobre humanas. Pero había sido el entrenamiento militar el que le hiciera tan astuto como perseverante, asesinando a sus superiores hasta encumbrarse como el líder supremo de su organización. Luego entonces le había dado por ir conquistando partes no muy valiosas del mundo como prueba, de eso no le cabía duda, para así finalmente llegar a él, el premio mayor.

-Es probable que estos policías sean padres, madres, hijos, hijas, hermanos, hermanas.

-¿Eso le inquieta, Señor Stark?

-Sabían lo que hacían, sabían los riesgos.

-Entonces no queda más por decir.

-Salvo una cosa, Capitán.

-¿Qué es?

-Trabajo solo.

La siguiente ocasión que se vieron fue cuando cayó una torre del idiota de Hammer. Toneladas de acero se vinieron abajo en un maravilloso fuego que lo consumió todo igual que un dragón devorando un pueblo entero con todo y sus habitantes. Obsequio una vez más del rubio insistente para demostrarle hasta dónde era capaz de llegar para conseguir lo que deseaba. Stark se percató de que no solo estaba tratando de decirle que era tan fuerte como él, sino también que anhelaba algo más que solo su ingenio. Muy halagador proviniendo de un hombre que, así como podía tronar el cuello de una mujer indefensa ante su poder, también se complacía pensando en él de forma muy indecorosa, aunque excitante.

-Me queda una duda, Capitán.

-Posiblemente pueda aclararla.

-Que seguro de sí mismo.

-Diga su pregunta, Señor Stark.

-¿Destruyó el edificio porque Hammer hizo alianza con SHIELD o porque se me había insinuado?

-Ambas.

Tony rió divertido, colocándose sus lentes. -¿Celoso?

-No me gusta que toquen lo que es mío -masculló el rubio devorándole con la mirada.

-¿Y quién le ha asegurado tal cosa?

-Yo mismo.

Stark se carcajeó mientras los últimos escombros eran consumidos por el fuego y todo alrededor era un caos.

-Tanta seguridad le ciega, Capitán. Adiós.

Si el idiota iba a trabajar gratis por él, que lo hiciera. Había cientos de cosas por hacer, que aquel hombre de otros tiempos jugara al conquistador el tiempo que quisiera. Tampoco era que Superior Iron Man se lo tomara tan despreocupadamente su intervención. Le había investigado a fondo, buscando hasta el secreteo mejor escondido de Steve Rogers, cuyo sangriento currículum hubiera dejado pálido a Vlad El Empalador. Steve Rogers no estaba persiguiéndole y tratando de conquistarle solamente por un mero capricho de un militar obsesionado con lo que no pueda tener, también estaba ejecutado una venganza. Luego de despertar de aquel sueño frío, unirse a HYDRA y comenzar su carrera de ascenso al poder, había tenido un pelotón fiel cual perros falderos que Stark había eliminado por mero accidente más que por intención.

Ellos habían estado en medio de una curiosa algo atropellada balacera cuando sus armaduras le protegieron de una emboscada de SHIELD. Ya desde entonces el Capitán Hydra le había notado, aunque no tenía todavía el control completo para guiar todas sus fuerzas hacia él. Sus armaduras y probablemente él -no lo recordaba, no era importante- vaciaron balas y cañonazos sobre los pobres ingenuos. Los perros de Rogers también perecieron. Seguramente no le gustó encontrar los cuerpos llenos de agujeros y poco reconocibles cuando SHIELD se llevó los suyos. Desde entonces, tenía un claro historial de sus movimientos que lentamente se dirigieron hacia su persona, como el mejor depredador que espera el tiempo correcto para hacer su aparición.

Tony había jugado a ignorar este hecho, permitiendo que los galanteos y sangrientos presentes del rubio tuvieran el efecto que éste estaba esperando. Así que cuando se volvieron a encontrar, esta vez a solas en el Burj Al Arab en Dubai, pretendió que todos esos acercamientos ya habían sembrado en él la semilla de la debilidad que Rogers estaba esperando, fingiendo que aún tenía cierta resistencia combinada con curiosidad salpicada con un toque de tensión sexual necesitada de alivio por parte del Capitán. Aún se negó un poco más, en ese juego de ver hasta dónde podía llegar con tal de agradarle y ganarse su favor para que bajara la guardia. Con todo el aplomo del mundo le señaló su lustroso zapato de miles de dólares, esperando a que lo besara, arrodillado en el suelo dado que estaba sentado en un cómodo sillón con un vaso de whisky en mano y una sonrisa socarrona al notar su pasajera intención.

-Lámelo.

Pero el Capitán era decidido como aventurero, no le falló y el propio millonario sintió ese despertar en su entrepierna cuando el rubio se arrodilló mansamente frente a él, tomando ese pie como si fuese la obra de arte más frágil del mundo antes de besarla suavemente por la punta antes de asombrarle al lamer el fino cuero negro con una lascivia que le hizo terminar su bebida de un solo trago. Parecía que estaban de acuerdo, no había más que discutir para ir a la cama entre empujones y caricias posesivas por parte de las manos de Rogers, quien una vez que se aseguró de que ya no sería rechazado, no perdió tiempo en arrancarle las ropas. También hizo lo mismo, después de todo no iba a perder la oportunidad de disfrutar de semejante cuerpo, desviando su rostro cuando intentó besarle.

-Dejemos los besos para los enamorados, Capitán.

Era bueno, ahí le dio crédito, seguramente muchos soldados de HYDRA perecieron para darle esa maestría que le dejó satisfecho. Lo gozó, sí, ¿por qué no habría de tomar semejante tributo? Así como también esperó a que todo terminara para colocar su mano sobre el pecho de Rogers, acariciándolo con una sonrisa al verle estremecerse mientras su guantelete venía a él y disparaba antes de que el otro parpadeara y pudiera hacer algo. Sábanas húmedas que se salpicaron aún más con la sangre del Capitán, su cuerpo rebotando sobre la cama con los ojos bien abiertos en franca sorpresa. Ya sabía que iba a hacer, cortarle la cabeza con un cuchillo o su escudo, no estaba muy seguro del arma, pero le había intentado drogar al querer besarle y al no lograrlo, le había mordido en el cuello para hacer una clase de transfusión malograda que el Extremis eliminó.

-Supongo que es hora de la despedida, Capitán Hydra. Fue un placer.

El millonario tuvo que sincerarse consigo mismo semanas más tarde, extrañaba aquel rubio violento y desalmado rondando por las cercanías. Pero los dioses no necesitaban de los mortales sino al contrario. Así que continuó con sus planes, dejando pasar los días y las noches de monotonía entre peleas absurdas o discusiones a veces consigo mismo, otras veces con esos ingenuos héroes callejeros que llegaron a pensar que podían vencerle. Tal vez la venganza de Rogers consistió en demostrarle que en verdad tenía un igual en él, pues ahora que ya no estaba el hastío comenzaba a invadirle, descolorando los gustos antes placenteros, robando el sabor de la victoria a las mismas. Incluso el whisky era insípido como los gritos de sus víctimas o las súplicas de sus enemigos. Se maldijo por pensar de tal forma, pero fue imposible no hacerlo y dedicó todas las palabrotas que conociera en todos los idiomas a la memoria del rubio por robarle su diversión.

¿Qué tal si ahora probaba suerte en otros mundos? Después de todo, los Skrull eran un puente bastante eficiente para ello. Necesitaba sentir de nuevo esa adrenalina propia del desafío ante lo desconocido como adverso, e hizo los planes necesarios para ellos antes de que ese hastío ganara la batalla y no hubiera marcha atrás. También los dioses mueren al ser olvidados. Tony Stark se encontraba en la playa de Normandía, admirando los restos de lo que fue el Día D y pensando en cómo los intereses comunes habían conseguido derrotar al codicioso menor, claro, sacrificando sus corderos en una graciosa alegoría de ese dios de los israelitas que, así como salvaba a un anciano, asesinaba sin piedad una ciudad entera. Ya atardecía por lo que los colores del mar estaban reflejando los rojizos rayos del sol igual que las gruesas nubes blancas.

-La vista es espectacular, ¿cierto?

-Rogers...

Genuina sorpresa se asomó al rostro del millonario al girarse sobre sus talones con su armadura envolviéndole por completo en acto de autodefensa. Ahí estaba el Capitán Hydra, vivo y tal como lo recordaba salvo el ligero detalle de que su armadura ahora tenía partes metálicas que respondían de la misma forma que su propia armadura. Stark gruñó entrecerrando sus ojos mientras que el rubio solamente se carcajeó, dando una vuelta como si presumiera una jodida falda nueva a papi.

-¿Se ve bastante bien, cierto?

-¿Qué...?

-Creíste que te había mordido para inyectarte algo, fue al contrario.

-El Extremis. Te regeneró.

-Combinado con mi súper suero. Sí. No necesita de tu control o de la emisión de ondas que manejaste anteriormente, tampoco del sistema que has creado.

-Tu propia versión, Capitán. Le llaman piratería -Tony alzó su mentón, desafiante- Bien, terminemos con esto.

-¿Terminar qué? -Steve le sonrió, fingiendo inocencia el muy bastardo.

-Quieres vengarte.

-Oh, anhelo la venganza, pero me parece que mi querido dios viviente está confundiendo las cosas.

Stark picó el anzuelo. -¿Qué clase de venganza buscas?

-Sólo soy un soldado, Tony -comenzó el Capitán, acercándose con pasos tranquilos, cual serpiente. Sus ojos clavados en el millonario- No aspiro a la grandeza que nunca tendré porque no nací con tal don, pero he aprendido con el paso del tiempo que se puede llegar bastante cerca usando tales carencias. Claro que aspiro a la venganza, la venganza de los hombres. Simple, expedita, sin misericordia -terminó murmurando, a pocos centímetros del rostro de Stark- Una que un dios puede otorgar.

-Pide y se te concederá, Steve.

Una mano enguantada y protegida por metal subió hasta el pecho donde brillaba el reactor, delineándolo antes de rozar con la yema de sus dedos el mentón protegido, como pidiendo que se retirara el casco. Tony entrecerró sus ojos, pero lo hizo, permitiendo que ahora acariciara su mejilla ofreciendo a cambio una sonrisa maliciosa. El viento marino agitó esos cabellos rubios al tiempo que formuló su petición.

-Haz caer tu ira sobre mis enemigos.

-¿Y quiénes son tus enemigos, Steve?

El Capitán Hydra rió, una risa ronca, fría. -A estas alturas seguro que lo sabes, ¿o acaso no lo has sufrido lo suficiente?

-Ah...

-Sí. El caos es victoria, Tony. Tú eres su dios, yo tu heraldo.

-Te subestimé al creer que estimabas a tus perros.

-¿Acaso los hombres que ordenaron el desembarco en esta playa estimaban a sus soldados?

Tony sonrió, dejando que sus ojos brillaran por el Extremis. -Soy caprichoso.

-Y yo impaciente.




Es bien sabido que los dioses escuchan plegarias, y saben otorgar deseos cuando son sinceros, en especial cuando se trata de la venganza ciega que no conoce descanso sino únicamente víctimas.



F I N

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