III. Daemon Targayen

Meeren
Daenerys Targayen

A su lado, Daario Naharis dormía con la placidez. Besó su hombro desnudo, Khal Drogo había sido su sol y estrellas, pero llevaba
muerto tanto tiempo... Daario y ella eran amantes desde que Dany volvió a Meeren... Era prácticamente el padre de sus hijos, Daenys y Rhaegon.

Daario apartó las sábanas de golpe y se sentó, la miró con una sonrisa.

—Hoy viene Yara Greyjoy. Tienes que prepararte. —Dany se levantó para buscar su vestido negro en algún sitio del piso—. No la molestes, es la única aliada ponienti que tenemos.

—Por favor, ella y su hermano son patéticos, a Theon Greyjoy lo castraron y es el perro faldero del Rey Robb Stark. Y Yara se ha dejado ordenar de tu prima Rhaenys por unos diecisiete años.

Daario se vistió rápidamente y Dany salió a la terraza desde donde contempló la ciudad como había hecho un millar de veces desde que volvió de la muerte.

—Meeren nunca será mi ciudad. Nunca será mi hogar ni el de mis hijos. Tengo que volver a Poniente. —Se dijo a sí misma.

Ambos entraron al comedor donde debían estar los príncipes. Rhaegon comía un trozo enorme de carne y pan caliente, odiaba las verduras por lo que no había ni una en su plato. Dany besó la frente de su hijo y él sonrió con amor, en esa sonrisa vió por un momento a Jon Nieve y Daenerys perdió la felicidad.

Se sentó junto a Daario Naharis.

—Buenas noticias, ¿Recuerdas la Rebelión Dorniense? Pues Ellaria Arena quiere colocar al príncipe Daemon en el Trono de hierro, podrías casarlo con Daenys y así tendrías a los dornienses de nuestro lado.

«Lanza del Sol permaneció
fiel a mi padre cuando el Usurpador le arrebató su trono —Aún así Daenerys no quería casar a Daenys a la fuerza, no era una yegua, no iba a venderla—. No, no lo haré. El hijo de Yara Greyjoy puede hacerse amigo de Rhaegon y su escudero... Daenys se casará con quién quiera».

Lo que la llevó a preguntarse dónde estaba Daenys.

—Ella está montando a Rhaell. —Le explicó su hijo al ver la duda. Dany asintió, su hija hace unos pocos años había escogido montar al dragón de color color verde y bronce similar a Rhaegal.

Los príncipes; Daenys apareció corriendo, Daario y ella bajaron a la sala una hora después. Lady Kirvana permanecía siempre a su lado y habló, solemne:

—Arrodillaos todos ante Daenerys de la Tormenta, La que no Arde, reina de Meereen, reina de los ándalos, los rhoynar y los primeros hombres, khaleesi del Gran Mar de Hierba, Rompedora de Cadenas y Madre de Dragones.

Dos figuras se arrodillaron. Reconoció a Yara; pero no al joven que le acompañaba, vestía un jubón negro con un kraken de oro. Tenía la nariz afilada y rostro delgado, era atractivo y llevaba el cabello negro-marrón corto.

—Lady Greyjoy, es un placer verla de nuevo. ¿Él es...?

—Soy Dalton Greyjoy, Majestad.  Le entregaré Desembarco del Rey, soy capitán de mi propio barco. —Presumió.

«Claro, no es humilde, Theon Greyjoy también era vanidoso y arrogante». Los Greyjoy remontan su linaje al Rey Gris de la Edad de los Héroes, que gobernó el propio mar y tuvo como esposa a una sirena. Los hombres de las Islas del Hierro fueron feroces conquistadores, llegando a dominar todas las costas de Poniente, si bien fueron perdiendo territorios. Cuando Aegon I Targaryen conquistó Poniente, Harren el Negro dominaba los territorios de los ríos y acababa de construir la fortaleza de Harrenhal, donde él y sus hijos fueron destruidos por Aegon. Éste volvió a confinar a este pueblo a las Islas del Hierro y actualmente Rhaenys Targayen despreciaba profundamente a los kraken.

«Todavía así su esposo se mantiene cerca de Theon, son amigos supuestamente... ».

—Ellos son mis hijos, el príncipe de Rocadragón; Rhaegon Targayen —Lo señaló—, y su gemela Daenys La Delicia de Meeren.

—Después de nuestro encuentro, Reina Dragón, ordene construir armas y barcoluengos, y entrenar soldados. —Yara se levantó al igual que su hijo—. Están todos listos y vuestros dragones también. Lo mejor sería atacar cuando se realice el torneo en honor a la hija de Rhaenys; Elia, estarán todos los nobles de Poniente.

—Deberiamos atacar el Norte —Habló Dalton con una sonrisa deslumbrante—, al igual que lo hizo mi madre. Tomar Invernalia, luego aliarnos con los Tyrell o los Hightower, ambos están en contra de Rhaenys Targayen.

«Tiene razón» Pensó Daenerys y les sonrió ampliamente.

—¿Dónde está tu hermano, Yara? —Daario a su lado preguntó.

—Theon fue a Desembarco del Rey, él irá primero y Dalton lo acompañará, yo me quedaré en las Islas del hierro hasta que sea el momento de atacar. He oído que estás intentando debilitar Poniente, a los Velaryon y a Rhaenys.

—Fue idea de Rhaegon y de Daario —Confesó ella—. Pronto estaremos en Desembarco del Rey y Rhaenys va a aullar.

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Desembarco del Rey
Rhaenys Lannister Targayen

Estaba en ese estúpido Consejo Privado. Miró a su tío Tyrion e hizo una mueca de aburrimiento a lo que ser Jaime Lannister y el enano se largaron a reír al igual que su hijo pelirrojo.

Todos los miraron y ellos se quedaron quietos. En el rostro de El Pequeño Robb se asomó una sonrisa pero fueron a penas unos segundos, una mirada de la aún temible y mutilada Catelyn Tully Stark arruinó la diversión de su hijo. Sabía que con esfuerzo Robb se había contenido de apoyar a su madre en el regaño del príncipe heredero.

«Son duros con él. Lo hacen levantarse demasiado temprano, tiene miles de lecciones en el día y siempre debe venir al consejo» Pensó deseando poder darle a su hijo la libertad que quisiera. «A veces entiendo a Cersei, era una buena madre, excepto con Joffrey».

—Esto es serio, Majestad. Están muriendo personas, un príncipe de Myr alimenta a cangrejos con marineros de Poniente.

El Gran Maestre Samwell Tarly tenía un desagrado profundo hacia ella desde que despreció a Jon Nieve al saber que era su hermano, y Rhaenys sospechaba que él sabía que Renly era bastardo hijo de su mejor amigo. Seguía más obeso que siempre y tenía más descaro con cada año que pasaba.

«Sé que alguien en las Ciudades Libres quiere que Poniente se debilite... Si Daenerys no hubiera muerto diría que es ella con ayuda de los Greyjoy» Pensó.

—Eso parece, maestre Samwell, están muriendo personas —replicó Aurane Mares con tono cortante—. Tengo entendido que separar la cabeza del tronco suele ser mortal.

Rhaenys le dedicó una sonrisa suave; le gustaba cierta dosis de sarcasmo, siempre que el objetivo no fuera ella. Aurane era el medio hermano mayor de Lord Monterys Velaryon, Señor de las Mareas y Amo de Marcaderiva desde los siete años.

Era bastante atractivo, el Bastardo de Marcaderiva. No era la primera vez que la Reina se fijaba en Mares, un hombre esbelto de ojos verde grisáceo y larga cabellera entre dorada y plateada. La primera vez que lo vio pensó durante un instante que Rhaegar Targaryen había resurgido de sus cenizas.

«Es por el pelo —se dijo—. No es ni la mitad de guapo de lo que era Rhaegar, o eso dicen. Tiene la cara demasiado afilada, y ese hoyuelo en la mandíbula, como Harry.»
Pero los Velaryon procedían del antiguo tronco valyrio, y algunos tenían el mismo cabello platino que los reyes dragón de antaño.

«Sé que si esas rutas marítimas caen los Velaryon estarían incapacitados haciéndonos débiles, no podré hacer nada contra la flota Greyjoy». Habló con la voz de hierro:

—Iré a las Ciudades Libres, soy jinete de dragón... Será una muestra de poder y fuerza...

—Envía alguien, eres la Reina. —Pidió lady Catelyn interrumpiendo—. Debes estar aquí para el cumpleaños de Elia.

—Iré yo, o podría ir Renly, mamá. Incluso los dos... —Se apresuró a hablar su hijo.

—Envie a lord Connington. —Soltó lord Varys, permanecía allí fiel... Supuestamente. No confiaba en él pero al final había traicionado a Daenerys, su estúpida prima con dragones y eso... Que la quiso matar estando embarazada. Rodó los ojos y miró a Tyrion intentando encontrar algún consejo—. Es leal al príncipe Aegon y nos ayudará a resolver esto.

—Sí, lo enviaré. —Dijo rápidamente al ver que Tyrion asintió, Connington no le agradaba y era mejor que se fuera lejos.

—¿Lord Jon Connington? —Preguntó Sam, no estaba de acuerdo.

«Sería mejor que Bran fuera el Gran Maestre, pero no me puedo deshacer del hermanito de Dickon Tarly. Demasiados norteños y ribereños en la corte... Muchos Lannister... A nadie le gusta eso» Pensó, frustrada. Empezó a dar vueltas a su anillo de león de oro... No podía estar tranquila allí, prefería mil veces estar en Aguasdulces en plena guerra.

—¿Podemos tratar el otro tema de la reunión? —Preguntó el Consejero de Edictos, a Rhae siempre le había agrado el viejo lord Tytos Blackwood. «Recuerdo bien que es un amigo de los Stark y su nieto es escudero del Pequeño Robb; Lucas, así se llama»—. La  conjunción de dos grandes casas de Valyria proyectaria unidad en todo el reino y también más allá.

Rhaenys suspiró, no tenía argumentos para no casar a Elia.

—Siempre habéis sido sabio, lord Tytos. —Asintió Catelyn y Rhaenys no puedo evitar pensar si se habían puesto de acuerdo.

La Lannister Targaryen miró a su esposo y él no protesto. En cambio su hijo mayor si lo hizo.

—A Elia no le agradará esto.

—El príncipe tiene razón. —El Consejero de la Moneda habló, era un norteño, Wyman Manderly. Al que llamaban Lord demasiado gordo para montar a caballo—. Pero por el bien del Reino debe casarse.

«Siempre está de acuerdo a lo que digan Robb y El Pequeño Robb... es incondicionalmente leal a la casa Stark».

—¿Por qué no se casa usted lord Manderly? —Elia abrió las puertas de golpe y tras ella entró su caballero blanco. Giró hacia Aurane—. Tengo entendido que su hermano, lord Mares, tiene una hija.

—Así es, princesa. —Asintió él, conocía a Elia desde bebé.

Después de haber peleado por Stannis, Aurane se ganó el favor de su tía Cersei Lannister. Cersei le concedió el puesto de Gran Almirante en el Consejo Privado de Tommen. Construyó una pequeña flota de dromones en la que huiria cuando arrestaron a Cersei.

«Y luego lo perdone ya que los  Velaryon descienden de las antiguas familias valyrias que escaparon de la Maldición de Valyria, también porque su familia proporcionaba la mayor parte de la Flota Real» Recordó. Jaime Lannister había protestado enérgicamente e incluso Robb lo había apoyado.

—Paxter Redwyne sería una opción mejor. Tiene a sus órdenes la mayor flota de Poniente. Aurane Mares podría capitanear un esquife, siempre que se lo compres tú.

—Eres un crío, Jaime. —Se burló con una sonrisa hace muchos años—. Redwyne es banderizo de Tyrell, además de sobrino de su abuela, lady Olenna. No quiero a nadie relacionado con los Tyrell en mi consejo.

Quería a Loras pero despreciaba a Margaery y su abuela. Suspiró.

—Te casarás después del Torneo, Elia. Antes de que pase una semana dirás si te casarás con Aethan o con alguna de tus otras opciones. Debes elegir también a tus doncellas y no tenemos comandante de la guardia de Desembarco..., Jaime, acompañala —Miró a la princesa y se encogió de hombros—. Elige a quien quieras, Elia.

Su hija apretó los labios. Sabía que estaba furiosa. Se quedó quieta pero sus ojos violetas echaban chispas.

—Mi hermano debería casarse, con esa Tyrell, Rose. O con la hermana menor de Leyton, Bethany.

—¡Elia! —Gritó El Pequeño Robb, no quería casarse.

—Tu hermano no se casará con la Tyrell. Margaery quería ser la próxima Reina Regente, igual que Cersei, no voy a permitir que los Tyrell hereden los Siete Reinos —Todos se quedaron en silencio sabiendo que se molestaría—. Voy a darle a los Tyrell el Dominio.

—Rhaenys, Sansa te considera como si hermana, te quiere mucho y...

—Lo sé, lady Catelyn. Yo tambien quiero a Sansa, y su hijo; Hoster, se casará con Rose Tyrell. Punto.

Luego salió de la habitación sin decir una palabra. Pronto llegaría Aegon, quería ver a su hermano.

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Elia Stark Targayen

Avanzó por el desierto pasillo junto a su tío ser Jaime Lannister. No era su Lannister favorito, podía ser muy guapo (tanto que muchas pidieron a la reina poder casarse con él) pero no era tan inteligente como el enano de Roca Casterly, Tyrion.

«Lástima que fue a atender los preparativos del Torneo».

—¿Hay algún candidato qué te agrade, tío?

—¿Para comandante de la Guardia de la Ciudad de Desembarco del Rey? —El Matarreyes bufó—. No hay nadie en quien confié, hay un Braken que es hijo de los vasallos del Rey Robb pero...

—Pero después de la muerte del padre en la Boda Roja, lord Jonos Braken se rindió. Los Bracken lucharon contra la Casa Blackwood, quienes seguían siendo leales a la Casa Stark. No, su hijo no será Comandante, madre debería haber quemado a Jonos vivo.

Jaime se echó a reír.

—Tu madre quiso quemarlo al igual que a Theon Greyjoy y a la Mujer Roja pero lady Corazón de Piedra se negó, ella quiere que sean sus aliados.

A Elia no le asustaba su abuela que estaba consumida por el deseo de venganza contra cualquiera que ella crea ser un traidor. «No importa, nos protege, protege a la casa Stark».

—Los Lannister tendrán orgullo, pero los Tully tenemos sentido común. —Le había dicho Catelyn Tully Stark hace años.

Susurró en dirección a Jaime Lannister.

—¿Querrán que una Braken sea mi doncella?

—Seguro, su hija menor se llama Alysanne. Quizá podrías elegir a una Blackwood, a la hermana de Leyton, y otras.

Leyton, Jaime y ella llegaron al patio donde estaban los candidatos. Ella se asomó por el barandal. Le sonrió de lado a Brienne de Tarth que esperaba con los candidatos.

La reina Rhaenys la había hecho Capa Blanca, fue la única forma de que lady Catelyn le perdonará la vida a ella y al Matarreyes. Ambos eran Guardias Reales, o bueno, como todos los llamaban “Guardias de la Reina“.

A Elia no le agradó ninguno de los candidatos con solo ver quiénes eran, había dos que venían del Valle de Arryn, tres de las Tierras de los Ríos, cuatro del Norte y uno de las Tierras del Oeste. Ninguno de Dorne.

«Mi madre no confía en los dornienses desde la rebelión, excepto en la tía Nym. Ella no hubiera aprobado que me tuviera que casar».

—¡Elia! ¿No bajarás a saludarme? —Tan guapo como siempre Daemon se deslizó por uno de los arco, entrando al patio. Hablaba valyrio por lo que nadie sabía que decía a la princesa.

Él tenía esa expresión de estúpido en el rostro. Ella lo miró fijamente con indiferencia antes de contestar en valyrio al igual que él.

Soy hija de la Reina, ven tú, Daemon.

Soy el hijo del hijo de Rhaegar Targayen. —Espetó él pero de todas formas subió hasta donde Elia estaba. Se apoyó en el balcón disfrutando ver a todos desde arriba—. Yo sería mejor comandante que cualquiera de ellos.

Elia le sonrió con ironía como lo habría hecho su madre.

—Perfecto, tú serás el comandante de la guardia, Daemon.

—Alteza, su madre quizá...

—Cierra la boca —Daemon empujó a ser Leyton contra la pared—, ¿Quién eres? ¿Otro bastardo Velaryon?

—Soy quién lo vencerá en el torneo y coronará a la princesa Elia como Reina del Amor y la Belleza.

Elia se sonrojó, muchas veces el ganador del torneo escogía a la mujer de la que estaba enamorado o de la que espera ganar su favor. Si Leyton la coronaba... «Rhaegar Targayen nombró a Lyanna Stark en Harrenhal causando la Guerra del Usurpador» Recordó violentamente.

—No, no lo creo. Como futuro esposo de Elia yo debo coronarle como Reina del Amor y la Belleza... No tú, bastardo.

El ambiente se volvió frío y Jaime y Brienne intercambiaron miradas tensas, ambos sabían que Daemon debía casarse con Minisa Stark pero al parecer él no lo sabia.

—Creo que madre dijo “Elige a quien quieras”, Leyton. Quiero a Daemon. —Murmuró Elia antes que el Príncipe Canalla siguiera hablando y le colocó la mano en el hombro mientras le daba una sonrisa al capa blanca.

Siempre escogería a Leyton ante todos... Todos excepto Daemon. No podía superarlo nadie, nunca, Daemon era DAEMON. Podía hacer lo que fuera y todavía así todos lo querían.

Tus hermanos van a enloquecer cuando lo sepan. —Se carcajeó el príncipe Targaryen, Elia no contesto.

Iba a irse pero él la tomó por el brazo rápidamente. Daemon la pegó a su pecho, quedaron tan cerca que respiraban el mismo aire.

—¿No me extrañaste, Elia? —Susurró seductoramente en valyrio. Aún así el Matarreyes frunció el ceño.

La princesa entrecerró los ojos intentando no caer ante los encantos de Daemon. No era la primera vez que Daemon le decía algo en valyrio; solo él y ella lo hablaban tan bien como sus padres, ya que a Robb, Renly y Deria les costaba.

«Daemon me ha dicho todo tipo de cosas en valyrio, que si mis hermanos supieran que dice lo matarian». Resopló.

—Tengo que ir con El Pequeño Robb, prometí que lo acompañaria a...

—Siempre te has divertido más conmigo. —Espetó—. ¿O no recuerdas cuando te presenté a Ahegor?

Elia lo recordaba perfectamente, se sonrojo. A penas tendría unos cinco años, fue la visita donde por primera vez vió al increíble Daemon Targayen.

—¡Mi turnooooooo! —Había gritado él llegando al jardín donde Elia estaba con sus hermanos que luchaban con espadas de madera bajo la supervisión de Jaime y Tyrion Lannister.

Renly giró hacia donde estaba él y El Pequeño Robb lo desarmó. El mayor miró a Daemon como si le hubiera salido otra cabeza.

—¿Perdón?

—Perdonado. Me toca pasar tiempo con tu hermana, ustedes han estado aquí luchando todo el día y yo solo la ví en el desayuno, no es justo.

—Solo fue la mañana. —Le corrigió Renly viéndolo con infinita desconfianza.

—Da igual, te guste o no es mi prima, tengo derecho a pasar tiempo con Elia. Punto. —Y sin más tomó la pequeña mano de Elia llevándosela de los jardines—. Te divertirás, hoy verás a mi dragón, Ahegor. Iremos a Pozo Dragón.

—¿Por qué no sonríes? —Preguntó, había veces donde Daemon tenía esa sonrisa de que no rompía un plato.

—Lo haré. —Respondió y luego le dió una sonrisa perfecta.

«Tan divinoooooooo» Había pensado con una sonrisa y las mejillas rojas... También lo había dicho hace años, Daemon la escucho perfectamente.

—Lo sé, soy hermoso y divino. —Admitió disfrutando tener la total atención de Elia.


Se separó del príncipe recordando que seguía molesta ya que él no le contesto la última carta (y sabía que le había llegado pues  el mensajero lo confirmo).

—Lady Brienne por favor, ayudad a Daemon para que pueda tomar su sitio como comandante rápido.

Y salió corriendo de allí con Leyton pisándole los talones. Se detuvo violentamente a ver a su madre hablando con su tío Aegon y la familia de este: Randa Royce y Deria.

«¡No quiero ir a saludar!» Pensó, escándalosa. Recordaba la advertencia de su madre sobre la esposa del príncipe Aegon.

—Más tarde o más temprano tendrás que conocer a Myranda Royce. Cuando llegue el momento, ten cuidado. Le gusta hacerse pasar por una locuela, pero en realidad es más astuta que su padre. Vigila tus palabras
cuando estés con ella.

Sonrió falsamente y bajó hacia donde estaba su familia.

—Deria, me gusta tu vestido.

—Y a mi me gusta tu peinado. —Su prima era rubia y tenía ojos oscuros como lady Myranda Royce pero era más discreta que su madre.

Elia giró hacia la esposa de su tío que analizaba todo y a todos.

—Y vos debéis de ser la hija de la Reina Rhaenys, la sobrina de Aegon —añadió mientras veía de reojo a Leyton—. Me habían dicho que erais hermosa. Ya veo que es cierto.

Elia hizo un ademán.

—Mi señora es muy bondadosa.

—¿Bondadosa? —La joven se echó a reír—. Eso sería de lo más aburrido. Aspiro a ser malévola. Por el camino me tenéis que contar todos vuestros secretos. ¿Puedo llamaros Elia?

—Como queráis, mi señora.

«Pero no me sacaréis ningún secreto.»

—Soy mi señora en las Puertas, pero aquí me puedes llamar Randa, tu eres la princesa Targayen.

Su madre estaba hablando cómodamente con su tío Aegon. Hablaban sobre alguna cosa del torneo.

—No vas a participar.

—No, no lo haré. Eso lo hara Daemon. Hola, sobrina —Su tío besó su frente con cariño—. Pensé que disfrutarías de la compañía de Daemon.

Elia iba a excusarse pero Aegon VI Targayen adivinó que pasaba.

—No quiso decírmelo pero Deria se enteró que no le contestaste la última carta que te envío. ¿Te hizo algo malo? —Él sonrió—. Recuerdo que El Pequeño Robb lo amenazó con matarlo en el Bosque Real si te hacía daño.

—Tío Aegon.

—Sé que Jon Connington no te agrada al igual que a Rhaenys pero es como un padre para mí, dice que yo debo ser el Rey y que...

—Daemon debe ser el Rey, lo sé, escuchó eso desde que tengo orejas y sé que no nos harías daño.

—Tu madre es mi familia.

«Pero los dornienses también lo son» Pensó Elia.

—Yo... Yo... —Balbuceó, vió de reojo que su madre seguía entretenida—, está bien. Sí, no respondió mi última carta, yo sí le escribí y él no...

—Creo que es una confusión, Elia. Sé que él te escribió. ¿Confías en mí?

Elia asintió.

—Iré a buscar a Daeron.

Se dirigió al Torreón del Sol dónde estaban las habitaciones listas para cuando la familia real viniera de visita. Había tres... Myranda Royce, la esposa de su tío dormiría en una habitación separada mientras que los invitados dornienses se quedarían en la torre albarrana de cara a la ciudad, lejos.

—¿Qué haces, Elia? —Habló Tyrion que bebía vivo, parecía preocupado. Estaba sentado en el Salón de Baile de la Reina.

—Buscó a Daemon.

—En su habitación.

—¿Qué te pasó? —Se detuvo antes de entrar al pasillo.

—Los dornienses. Otra vez debí recibirlos, era más fácil cuando Oberyn Martell estaba vivo. Ellaria Arena trajo con ella a sus hijas bastardas y eso será un problema. Los dornienses nos odian.

Daemon estaba en el balcón de sus aposentos, el viento mecía sus cabellos plateados. Elia recordaba cuando eran pequeños y lo convenció de dejarle trenzar el largo cabello plateado.

—Tú padre me dijo que sí me escribiste. Lo siento mucho, no sabía....

—Lo sé, está bien. —Daemon giró violentamente hacia ella y la abrazó con profundo afecto.

Se separaron unos centímetros y se miraron con intensidad. Daemon acarició sus mejillas y con la mano libre la tomó por la cintura, él presionó sus labios contra los de Elia con rapidez. Ella se estremeció, el beso era dulce, adoraba a Daemon.

Elia siempre (al igual que la mitad del reino) estaba enamorada de Daemon. Quizá si él se negaba a casarse con Minisa ambos tendrían un futuro juntos.

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En el próximo capítulo veremos cómo Daemon averigua qué paso con la carta.

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