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A finales de marzo

Otra noche que no se acaba.
Otra maldita noche.

Eran tan cortas cuando Laura dormía en mi cama.

Pero Laura se fue al infierno.

No puedo dejar de pensarla. De desear tocarla. Siento aún su cuerpo pequeño en mis manos, su aroma en mis sábanas. Su aliento en mi pecho.

Soy un maldito imbécil. Creí que se quedaría conmigo.

Debí parar hace tres vasos. No quiero dejarlo, no podré dormir de cualquier forma.

Imagino su voz diciendo mi nombre y algo me quema por dentro. Sé que puedo tener a cualquiera que desee, en este momento, cuando quiera. Excepto a la mujer a la que amo. Es una estúpida ironía, como todo en mi vida.

No debo dejar que el dolor me derrote. He estado a punto de eso. Ella es mi vida. Que se vaya a la India o al carajo, qué más da. Tendré que seguirla viendo en la universidad las semanas que nos quedan de la carrera. No tengo esperanzas vanas, rechazó el anillo, no voy a insistir.

No he hablado con nadie sobre eso, pero todo el mundo lo sabe. Había mucha gente en el restaurante viendo la escena.

No puedo llorar. Trato, no logro hacerlo. Quisiera odiarla. Quiero verla suplicándome, aceptando que comete un grave error al preferir ir a salvar extraños en vez de comenzar una vida juntos. Quisiera que sintiera el corazón desgarrado como yo. Quiero que sufra. Que sufra como yo.

No puedo jugar, no logro concentrarme. El fútbol me parece ahora tan estúpido. La universidad no tiene sentido. Nada lo tiene.

He tratado de hablar con papá. Como cuando me escuchaba, cuando parecía importarle. Que sepa lo destrozado que estoy en estos momentos. Dijo que volvería este semestre, lo juró en diciembre.

Él piensa que no lo escucho, que siempre hago mi voluntad, diga lo que diga. Se equivoca. Cómo puedo decirle que sin su presencia y sus palabras estaría perdido, si hoy no puede ni responder el teléfono. Apenas logra balbucir deprisa algo sobre su proyecto, de una alumna con leucemia y otra que insiste es muy importante antes de colgarme.

Trataré de dormir, ya he bebido bastante. Todo gira a mi alrededor. No sé si iré a clases en unas horas. Quizá por seguir viendo a Laura con desprecio. O por ignorarla, aunque ella pretenda seguir hablándome como si no hubiera hecho lo que hizo.

No la dejaré andar como si nada.

Si me destrozó el corazón, no puedo aceptar que no sienta algo del dolor que provocó.

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