Capítulo 1
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Capítulo 1
[Muffin]
—Ey, Sean, sostén esto.
Jaden colocó sobre mi mano una pelota de béisbol un poco sucia.
—Ahora, corre.
Cuando terminó de decir eso, él junto con sus amigos salieron corriendo por el pasillo vacío mientras reían.
Me quedé observando la pelota sobre mi mano, yo ni siquiera sé jugar.
—Joven, Miller.
Lo que me faltaba.
—Venga conmigo.— el director Crats, con cara de enojado, me hizo una seña con su dedo para que me le acercara.
Empezó a caminar dándome la espalda y lo seguí hasta su oficina.
—Toma asiento.
Me hizo un ademán con su mano y le hice caso después de que él hiciera lo mismo.
—Yo no hice nada, la pelota me la dieron Jayden y los...— no me dejó terminar lo que tenía por decir.
—Eso ya lo sé, ellos son los únicos que se meten en problema por aquí.— sacó una carpeta, de uno de los cajones del escritorio, y lo colocó sobre éste— Por lo que te llamé es para comentarte sobre un exámen.
—¿Hay algún problema con alguno de ellos?
Lo que menos quería ahora era un exámen reprobado, debo mantener mi promedio si quiero conservar mi beca.
—No, de hecho obtuviste puntuación perfecta en todos.
Eso me entusiasmaba, me esforcé mucho.
—Hay un examen para aplicar a una universidad.— me acomodé mejor en el asiento— es para Cornex U. Este año darán solo 20 becas completas, una de ellas puede ser para ti, ¿te interesa?
—Pero por supuesto que me interesa.
—Sabía que dirías eso. Estos son los temas que vendrán en el exámen.— me entregó unas hojas que sacó de la carpeta— Ven a verme el lunes a primera hora.
—Gracias por la oportunidad.— el director me sonrió, me levanté de la silla y salí de la oficina.
Caminaba por la escuela vacía con los papeles en la mano.
Esta sería una gran oportunidad para mí, tener la beca completa ayudaría mucho. Bastante tengo con pagar mi apartamento y la mitad de mi colegiatura.
[]
Me hayaba caminando entre las calles de la ciudad, mis manos sujetaban mi mochila por las asas de ésta.
Pasaba justo frente a una panadería, el olor parecía llamarme pues solo lo seguí y entré mirando el probador.
Desde pequeños muffins hasta tartas grandes miraba por la vitrina, todos parecían decirme "cómeme" pero solo me alcanzaba para el panque más pequeño del lugar.
—¿Qué va a llevar, amigo?
Una chica, no mayor que yo, salió de una puerta y me preguntó amable con una sonrisa que me dejaba ver su hoyuelos izquierdo.
—El panque más barato que tenga— la chica rió por lo bajo y sacó un panque, en papelito blanco, de la vitrina.
Quizá, sonó muy feo eso, pero no iba a mentir y tampoco es como si me avergonzara de mi situación económica.
—Aquí tiene— me entregó una bolsa, con el logo de la panadería, que contenía mi panquecito.— Vuelva pronto.
[]
Salí de la tienda mordiendo mi pan, guardé las monedas que la chica castaña me dio de cambio y las metí en el bolsillo de mi pantalón.
El viento corría un poco fuerte, golpeaba mi rostro causando que unos cuantos de mis rulos golpearan mi cara, y el cielo empezaba a nublarse.
Apresuré mi paso para llegar lo más pronto posible a mi departamento, no quería que empezara a llover conmigo bajo las nubes grises.
La calle se veía vacía por lo que me hizo más fácil mi camino sin la torpeza de chocar con alguien.
Cuando llegué a la puerta de mi edificio, entré por la puerta giratoria y saludando al recepcionista subí las escaleras.
Sí subí algo de peso con el panque ahora lo bajaría con las escaleras.
Llegué hasta mi apartamento, 13B, y me adentré en éste.
No era muy tarde pero sí lo suficiente como para que ya no entrara luz por la ventana, oprimí el interruptor junto a la puerta y las luces de la sala se encendieron.
Dejé mi mochila en el sillón y después me acerqué a la cocina y justo en el bote de basura plateado eché el papelito y la bolsa en el que venía mi panque.
Abrí el refrigerador y saqué una botella de agua.
Hace un par de años que vivo solo, desde que salí del orfanato tuve que buscar un lugar donde vivir, una escuela y un trabajo; he salido adelante todo este tiempo pero el dinero, a veces, no me es suficiente.
Guardé la botella de agua en el refrigerador, dejándola exactamente en el mismo lugar del que la tomé.
No es que fuera perfeccionista pero si encontraba algo en un lugar y luego lo tomaba debía dejarlo justo de donde lo hice.
Me senté en el sillón, hice mi cabeza hacia atrás y comencé a relajarme, era el único día en el que podía hacerlo.
Ya era viernes, por suerte no dejaron tarea pero mañana debo de ir a la florería de la señora Margot para trabajar, y el domingo empezaré a leer los temas de estudio para el exámen de la universidad.
Se escuchaban las gotas de agua golpear contra el vidrio de la ventana, ahora me alegro de llegar a tiempo a casa, lo que menos quiero en estos momentos es enfermarme.
De pronto, se escuchó un fuerte trueno caer muy cerca, y con el, la luz se fue.
Maldije por lo bajo y levantándome del sillón me acerqué a la puerta para presionar el interruptor varias veces sin éxito alguno.
Caminé a la cocina y de unos de los cajones saqué unas velas y las encendí, no tenía dónde colocarlas así que improvisé, las puse sobre un plato y con un poco de cera las pegué sobre éste.
De vuelta a la sala, con ambos platos en las manos, las coloqué sobre la mesita de centro y volví a sentarme.
La verdad es que prefiero estar a oscuras, siento que es más relajante.
Empezaba a quedarme dormido en el sofá cuando oigo que golpean la puerta.
Gruñí. Si no era esto, era lo otro pero no podía estar cómodamente en el sillón.
No paraban de tocar la puerta.
—Ya voy.
Otro trueno se escuchó al mismo momento que abrí la puerta.
Una chica, para ser más específicos, mi vecina, se aventó a mis brazos.
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