Capítulo 9. Danae Lesley Black
Estaba corriendo sin descanso. Las ramas de los árboles me arañaban los brazos y las piernas, según avanzaba por el bosque, más cortes tenía. Paré en medio del camino, exhausta por la carrera, y cogí el aire que me faltaba. Parecía que había despistado al Obscurial, así que empezé a caminar despacio hacia la cabaña Ilvermorny. Pasaron diez minutos y no había señales de la Criatura, así que paré a coger una manzana que vi en el camino, tenía un aspecto muy apetitoso, de un color rojo intenso. Le di un mordisco, y comprobé que estaba buenísima. Di otro mordisco, pero esta vez la manzana sabía asquerosa, es más, parecía estar podrida. La observé y vi que se había tornado negra. De pronto, volví a oír el grave zumbido del Obscurial, y eché a correr. De lejos, divisé la cabaña Ilvermorny y corrí más rápido hacia ella. Cuando ya casi había llegado a ella, el Obscurial se me echó encima y comenzó a darme fuertes golpes...
—¡Danae! —gritó Ada en sueños.
Adelaida se despertó sudando por la pesadilla. Se levantó de la cama y fué hacia el tocador, donde había una jarra de agua. Cogió el vaso que había a su lado, y se hechó una razonable cantidad de agua fresca que se bebió de un trago. De pronto oyó un gran estruendo, y fué a la ventana a ver que pasaba. De lejos, divisó las luces del pueblo, todo parecía en orden, pero de pronto vió un rayo que salía de él. Ada se sobresaltó y se frotó los ojos convencida de que seguía soñando. Como no volvió a ver más rayos, confirmó su teoría y volvió a su cama y se tumbó, intentado volver a dormirse. Se volvió a despertar más o menos a las cuatro de la mañana, tenía un hambre horrible. Salió de la habitación sigilosamente en dirección a la cocina. De camino pasó por la habitación de Charles que estaba al lado de la suya. Por simple curiosidad miró adentro, porque tenía la puerta abierta. Cuál fue su asombro al comprobar que la cama estaba vacía. En un primer momento, Adelaida dió un paso atrás, temiéndose lo peor, pero después pensó que tal vez tambíen habría ido a comer como ella, así que bajo las escaleras y llegó a la cocina. Encendió una vela ya que la cabaña carecía de luz eléctrica. No había ni un alma en la cocina. Ada pensó que tal vez habría ido a dar un paseo, intentando convencerse a si misma de que no le había pasado nada malo. Entró en la despensa de la cocina, situada en el interior de ésta, y al verla repleta de comida, cogió un plato y puso en él todo lo que pudo caberle. Después regresó a su habitación y comenzó a disfrutar de su pequeño banquete. Mientras tanto miraba al exterior desde su enorme ventanal mágico. Pasó una hora y decidió ir a ver si Charles había vuelto ya, así que salió de su cuarto y recorrió el mismo camino de antes. La habitación de Charles seguía igual de vacía. Adelaida se quedó pensativa en el umbral de la puerta, pero al final decidió regresar a su dormitorio. Al llegar observó los restos del banquete mientras se tumbaba en la cama. Antes de tumbarse del todo, dirigió una mirada al ventanal por si veía aparecer a Charles, pero solo vio los árboles envueltos en la oscuridad de la noche.
—Ya lo averiguaré mañana —se dijo a sí misma.
Se tumbó, y no tardó mucho en dormirse.
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