Capítulo 11. Nicoletta Elizabeth Jennings
Adelaida y Nicoletta caminaban por un sendero del bosque. Letta llevaba su bufanda de Hufflepuff puesta.
—¿Tú fuiste a Hogwarts, verdad? —preguntó Ada sin parar de mirar la bufanda.
—Oh, si —recordó Letta—. Fui los primeros cuatro años. Después me fuí a terminar los estudios en Ilvermorny.
—¡Yo también fui a Ilvermorny y a Hogwarts!—exclamó Ada—. Menuda casualidad...
—¿Y por qué te fuiste de Ilvermorny?
—Tuve un accidente, no me gusta hablar de ello —murmuró Ada—. ¿Y tú?
—Nos mudamos a Norteamerica, mi padre era auror, y tenía que ir allí por razones de trabajo. A mí no me hizo mucha gracia, pero al final tuve que ir. ¿Y cómo es que nunca nos vimos? —quiso saber Letta.
—Tú fuiste los primeros cuatro años a Hogwarts, yo fui mis primeros cuatro años a Ilvermorny —suspiró Adelaida—. Nunca nos pudimos ver...
—Oh —suspiró Letta a su vez—. Seguramente te hubiese gustado conocer a mi hermana Aqua, me recuerda mucho a ti.
—Yo tengo una hermana pequeña, Danae —dijo Ada—. Hace mucho que no la veo.
—Yo igual, no veo a Aqua desde hace un año por lo menos...
Siguieron caminando entre la espesura del bosque y llegaron a un enorme árbol milenario, en donde se sentaron a descansar.
—¿A qué casa fuiste tú? —preguntó Letta.
—En Hogwarts fui a Slytherin y en Ilvermorny fui a Horned Serpent —respondió ella y volvió a observar su bufanda—. ¿Y tú a cuál fuiste en Ilvermorny?
—Elegí Thunderbird, la casa del alma.
Adelaida sonrió.
—¿De qué conoces a Stephan? —preguntó Ada llena de curiosidad.
—¿Esto es un interrogatorio? —respondió Letta riendo—. Es mi primo, por parte de padre. Está perdídamente enamorado de Stephanie desde que fueron a Hogwarts. Yo soy la menor del grupo. —Letta suspiró.
—Y yo pensando todo este tiempo que solo era tu amigo—. Ada pensó un instante, y después hizo una pregunta que ya le comía por dentro—. Oye Letta, ¿por qué tu pelo y tus ojos cambian constantemente?
Letta la miró, Ada siempre era muy directa, no se cortaba.
—Me viene de familia, específicamente de mi tío paterno. Lo heredé de él, pero mientras que él tiene el mismo aspecto siempre, yo cambio constantemente cuando me descontrolo.
Adelaida comenzó a dudar. En su cabeza se iba formando la idea de que su nueva amiga pudiera ser familiar de Grindelwald. Todo encajaba, solo le faltaba la confirmación.
—Será mejor que regresemos —dijo Letta mirando la puesta de sol—. Está anocheciendo, y no queremos preocupar a los demás.
Se levantaron y regresaron a la cabaña, dónde ya todos las esperaban para la cena.
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