CAP. 20: EL CONFLICTO DORADO Y ¿QUIÉN ES EL GANADOR?



*+* Aioros*+*

Pronto llegaremos al sexto punto. Delante de nosotros van algunos Generales Marina, entre ellos, Isaac de Kraken. Parece que Camus lo conoce porque parece mirarlo con frecuencia... el calor es terrible y casi no queda agua. Sólo espero que Shura esté bien y no desespere. Aphrodite es un chico muy especial que, en ocasiones, habla tanto que uno desea estallarse los tímpanos. No me cae mal el chico, sólo que debería ser más sencillo de trato. Observo a mi alrededor y noto que las mejillas de Camus se asemejan a una manzana.

—Hace mucho calor, ¿No lo crees, Camus? —le pregunto sonriendo.

—Sí. Se supone que debiera acostumbrarme a este clima estando algún tiempo aquí, pero, definitivamente, prefiero el frío de Moscú... —contesta al secar el sudor con su pañuelo de seda. Lo comprendo. Debe ser más soportable para él, ya que ha vivido en países más fríos como Francia o Rusia.

—Sí, debe ser por el calentamiento global el que nos estemos asando, ¿No lo crees?

—Sí, pobres osos polares... —contesta casi riendo. Yo me uno al chiste y, de pronto, un empujón me hace voltear a ver al causante y... ¿Mu? Pero si él nunca es agresivo...

—Disculpa... —me dice mientras me rebasa y noto que su mirada cae al piso constantemente. Veo que también Saga va detrás de él preocupado, como si quisiera alcanzarlo, pero el tibetano pareciera huir lo más posible de nosotros. Tanto Camus como yo nos quedamos sorprendidos de la rara actitud de Mu. Es como si le hubiese pasado algo malo. Pero no creo, todos lo queremos, ¿O no?

—Oye, Aioros, ¿Qué crees que le pase a Mu? —pregunta Camus extrañado. Justo cuando iba a abrir la boca para contestarle, otro empujón más violento me desplaza al otro lado del camino. Vuelvo a voltear y noto que Death Mask fue el que me empujó. Me percato que Shaka está molesto y los saludo tratando de cortar la tensión que ellos han creado:

— Hola, chicos, ¿Cómo les está yendo?

—Lo siento, Aioros, pero ahora no estoy para tus discursos y terapias de relajación. —me dice secamente Death Mask sin mirarme. Camus frunce el ceño y les dice:

— ¿Qué ocurre? ¿Hay algún problema en el concurso que podamos ayudarles?

— ¿Saben una cosa? —nos dice Shaka furioso. — ¡El único que tiene la culpa de que Mu esté así es Aioria! —se voltea hacia mí gritando. — ¡Sí, tu hermano es un estúpido!

Y tras esa chispa de cólera, se retira como si tratara de alcanzar a la pareja anterior. No lo entiendo. Se supone que Aioria ya se llevaba bien con Shaka y... ¿Ahora? Definitivamente, esto no va bien y lo más importante, ¿Qué hizo Aioria para que Shaka esté así? Cuando lo vea, se lo preguntaré... ¡Oh, Shura! ¡Cómo me haces falta!

—No te preocupes, Aioros. Sabes que Shaka siempre ha sido así con tu hermano y a veces exagera.

—Lo sé, pero no me gusta cómo va todo esto. Tal vez... —pero Aioria no es un maldito. No podría, le conozco lo suficiente. No lo es, ¿O sí? Shura, estoy confundido. Es una lástima que estés escuchando a alguien más que no sea yo.

— ¡Ouch! — me tropiezo con una piedra. Camus se agacha y yo no puedo evitar que las lágrimas se queden en mis párpados. El francés ya se empieza a preocupar. Soy un tonto por sugestionarme y ser tan débil.

—Aioros, levántate. La vida sigue... —me levanta Camus. Me tiende su pañuelo y sonríe. —Toma, sé que está un poco sucio, pero te servirá...

—Gracias, Camus... lo siento... tenemos un concurso qué ganar...

Sí, debo ser lo más optimista que pueda, si no, me abatiré en malos pensamientos. Sí, así debe ser. Ésa es la parte que más le gusta a Shura de mí. No debo defraudarlo. No... En cuanto me levanto, una voz de emoción contenida grita el nombre de Camus. El francés se voltea y, a continuación, una cabellera azul rey se ve en donde antes estaba su rostro. Sonrío feliz y al girar, casi choco con Aioria... ¡Aioria! Está al borde del llanto.

— ¿Qué pasa, hermano? Te ves triste. —le digo al abrazarlo y despeinar su cabecita. Pero él no responde. Sólo permanece en mi pecho, como si fuese un inocente niño.

—Está así porque hizo enfadar a Shaka... —me dice Milo serio. Pregunto:

— ¿Por qué?

—Pues... —Milo se rasca la nuca abrazando a Camus. —Estaba platicando con Mu y le dijo que ya no estuviera molestando. Shaka lo escuchó y se enojó tomándoselo a pecho...

—Ya veo. —dijo Camus preocupado.

—Ahora entiendo la actitud de Mu. Se veía triste. —me llevo una mano a la barbilla pensando. Aioria levanta la cabeza y de sus ojos noto lágrimas:

— ¡Aioros, no me regañes!

—No tengo por qué, Aioria... —le sonrío tranquilizándolo. —Todo esto tiene solución, ¿No? Sólo pídele perdón a Mu y ya...

—Pero, Aioros, creo que Mu me odia ahora, ¿No lo crees?

—Bueno, —le digo rascándome la barbilla. —No lo creo así. Ha de estar sentido contigo, pero de todos modos no dejes de pedirle perdón...

Aioria parece recapacitar y siento que se llena de una energía positiva. Se seca las lágrimas y me sonríe abrazándome más. Sé que mi hermano es muy noble, pero a veces hace las cosas sin pensarlas mucho. Bueno, ¿Qué les puedo decir? Tenemos diferentes personalidades, ¿No lo creen? Se aleja de mí y toma a Milo de la mano alejándolo de Camus. Milo se siente algo abrumado al sentirse jalado por su amigo, pero Aioria nos sonríe a todos diciéndome:

—Shaka y Mu tendrán que perdonarme. ¡VAMOS, MILO!

—Oye, Aioria, espera...

Me gusta mucho la sonrisa que pone Aioria cuando está feliz. Es sincera y amable... pero, ¿Estará bien? Digo, ese tipo de disculpas deben hacerse con mucho tacto y... ¡Ouch! Alguien me volvió a empujar y noto que es... ¿Shura? ¿Qué se supone que hace de la mano de Aphrodite? No es que me ponga celoso, pero Shura nunca hace eso, ¿O sí? Parece que le dice algo al suizo:

— ¡Más rápido, Aphrodite! ¡Si Death se entera que estamos en último lugar, me cortará la yugular con su cuchillo filoso!

— ¡Creo que podría hacer eso y más!

¿Qué fue eso? Rápidamente le digo a Camus:

—Tenemos que seguir. Creo que somos los últimos y así no podremos ganar...

—Tienes razón, Aioros... vamos...

Sigo preocupado por Shura. Su cara se veía aterrada, ¿Por qué? Quizá haya algo malo en el camino o Aphrodite lo hizo enojar, pero sus manos estaban entrelazadas... algo no me está gustando y será mejor alcanzarlo para pedirle amablemente una explicación... ya les dije que no soy celoso, pero... ¿Por qué sus manos estaban juntas? Se supone que yo debo estar tomando su mano en vez de Dite... ¿Por qué, Atenea? ¿Por qué cada vez que clamo al cielo el nombre Shura, éste aparece con otra persona? Eso es algo que no puedo soportar. Cálmate, Aioros, no es nada... nada... es una imaginación tuya... nada más...

El Sol se empieza a ocultar dando paso al ocaso hasta convertirse en noche. Mi angustia se hace más grande. En cierta forma no puedo soportar que Shura se quede con Aphrodite una noche más. Camus saca su linterna y camina delante de mí con paso precavido. Parece comprender lo que siento. Sin dejar de caminar, me dice tranquilizándome:

—No te preocupes, Aioros. Pronto llegaremos al séptimo punto y acamparemos. —se voltea sonriéndome. —Espero que los muchachos estén ahí...

—Sí, yo también lo espero...

Seguimos caminando en silencio mientras busco entre mis pertenencias mi linterna. Sólo espero que esté Shura entre ellos. Me gustaría abrazarlo y tenerlo a mi lado. Sí, lo sé, soy un sensible sin remedio a mis veintisiete años. Seguramente por eso soy un poco egoísta... Camus de pronto exclama emocionado:

— ¡Mira, Aioros! ¡El séptimo punto!

Volteo alumbrando al frente y noto que algunos muchachos están, entre ellos Shura alrededor de una fogata controlada con piedras. Corro todo lo que puedo hasta llegar a él y lo envuelvo con mis brazos. Noto que no se lo esperaba, pero me corresponde abrazándome. En cuanto nos separamos, Camus me dice con ese tono afrancesado, típico de él:

—Debemos pasar lista, Aioros...

—Tienes razón, debemos asegurar nuestra victoria.

Creo que no puedo evitar mi felicidad al estar al lado de la persona más importante para mí e, inexplicablemente, toda duda se disipa. Tomo mi tarjeta y la paso por el lector. Camus hace lo mismo y volvemos al grupo. Me siento alrededor de la fogata y veo que están Aphrodite del brazo de Death Mask, Aioria y Milo riendo, Camus hablando con Shaka. Los que no veo es a Mu y Saga. Creo que se adelantaron un poco más. No sé si Aioria se habrá disculpado con él, pero si no lo ha hecho, espero que lo perdone. Los chicos parecen muy animados y supongo que debe ser por la posición en el marcador:

— ¿Quién será el primer lugar de nosotros? —nos pregunta Milo animado.

—Pues tenemos dos opciones: Mu y Saga o Alde y Kanon, no hay más. —dice Camus sonriendo. En eso Shaka exclama fuerte. Creo que todavía está enojado porque está mirando intensamente a mi hermano:

—Eso si Mu no se siente mal por las palabras de un idiota que no piensa lo que dice...

—Pero ya te dije que lo siento, Shaka. —le explica Aioria un poco triste.

—Pero no a Mu. Es más ni siquiera pudiste alcanzarlo, ¿Ves qué idiota eres? —le reprende enojado y yo me levanto para ir hasta donde Shaka está tomándolo de su hombro:

—Shaka, quiero hablar contigo un momento.

—Claro, Aioros. Contigo si se puede hablar.

Se levanta del tronco y vamos hasta el lector de tarjetas para comentarle:

—Mira, Shaka, yo sé que te cae mal Aioria, pero debes entender que hay cosas en que no puedes participar... Aioria le pedirá disculpas a Mu y asunto arreglado...

— ¿Estás diciendo que no me meta en los problemas de Aioria? —inquiere Shaka entrecerrando los ojos.

—No. Quiero que no insultes a mi hermano. —Shaka se me queda viendo fijamente. —Afortunadamente, Aioria tiene la edad suficiente para decidir lo que quiere y tú deberías hacer lo mismo...

—Oye, yo no soy el idiota que hizo sentir mal a Mu, así que no me digas lo que es mejor para mí comparándome con tu estúpido hermano... —lo que más me desconcierta es que insulten a mi hermano menor. Lo siento, ya no puedo contenerme más:

— ¿Sabes una cosa, Shaka? Diciendo cosas como esas te hacen ver más incapaz de lo que crees. Aioria te ha soportado muchas cosas porque no sabes la nobleza que tiene en su corazón, pero yo sí tengo un límite y déjame decirte que si le vuelves a tratar mal, te las verás conmigo...

Me doy la media vuelta para dejarlo ahí con la boca abierta. Sé que soy un mezquino por decirle eso, pero necesitaba hacerle comprender que con los Kamaranlís no se juega. Sé que no debo meterme en los asuntos de mi hermano y viceversa, pero si nos insultan y tratan mal, defenderé a cualquier costa nuestra unión sanguínea. Eso ni dudarlo...

*+*Mu*+*

El aire se ha tornado más frío, al igual que la Luna llena. No he querido preocupar a Saga, pero... pero todo parece indicar lo contrario. El gemelo me busca con la mirada y yo, egoístamente, la esquivo sin comentar nada. Y la verdad es que Aioria me odia. No sé con qué motivo, pero lo hace. ¿Habré hecho algo mal? ¿Deberé disculparme? Y sobre todo, ¿Podré contarle a Saga de esto? Ya no me siento tan seguro como antes...

Desde que tocamos en quinto punto, hemos caminado tanto hasta el octavo lector. Ya hemos pasado nuestras tarjetas e indicaron que estamos en segundo lugar. Me alegra un poco al ver que no decepcionaré a mi familia y amigos. Pero, no puedo estar tan contento. No sé por qué me siento tan solo. ¿Tal vez requiera ser necesitado por los otros? El vacío que mi estómago aloja no se quita por más que lo deseo... ¿Será depresión?

—Mu, ¿Te sientes bien?

¡Es cierto! Saga está a mi lado frente a la fogata improvisada que hizo. Con una pequeña sonrisa asiento, pero en su rostro refleja preocupación. Lo siento, Saga, no puedo decírtelo. Te preocuparías más, pero, ¿Es esto lo que quiero?

—Bueno, si en realidad te sientes bien, no deberías tener esa cara de tristeza...

— ¿Eh?

—Sí. —suspira. —Lo que quiero decir es que deberías tener más confianza en los que te rodean...

—Gracias por tus consejos, Saga, pero yo...

—No es un consejo, Mu. Es una petición que te hace un amigo...

No puedo responderle. Si lo hago, romperé a llorar y no quiero eso. ¿Cómo podría hacerlo? En realidad confío en todos los que me rodean... hasta cierto punto... Saga se acerca más a mí y toma mi barbilla para mirarme a los ojos directamente. Por más que lo intento, trato de controlar mis lágrimas, pero es imposible con esa mirada tan profunda... y triste. ¿Por qué estás tan triste, Saga?

—Mu... a veces los hombre no conocen sus propias facetas y no me gustaría que fueses uno de ellos... —me dice lentamente y yo por fin dejo de contener mi llanto... callado, tranquilo, triste como yo.

—Lo siento, Saga. No sé por qué estoy llorando... yo... debería ser más fuerte... yo... lo lamento...

Cubro mi cara con ambas manos ocultando la vergüenza, pero unos brazos me rodean y siento que una barbilla se recarga en mi cabeza. Tal vez necesito que alguien me consuele, pero, ¿Estaré siendo egoísta por eso?

— ¿Sabes algo, Mu? Hay veces en que las que nos ocupamos por los demás que no nos damos cuenta de nosotros mismos... ni siquiera de nuestro dolor... Mu, no te encierres en ti mismo y te vuelvas de los demás... Mu es amable y comprensivo, pero también es caprichoso y no siempre tan fuerte... y todo eso es parte de un complemento: tú.

Las palabras de Saga poco a poco me reaniman. Ahora entiendo por qué está en Las Doce Casas, es un buen Psiquiatra... pero, ¿Qué es lo que siento? Es una rara sensación de alivio que se intensifica más en el estómago. ¿Una mezcla de felicidad con incertidumbre? Puedo sentir su respiración a través de mi cuerpo, algo realmente relajante que me tranquiliza.

Volteo a su rostro y noto que me sonríe, supongo que para darme confianza... o algo parecido. Ya no siento tan mal, sólo me preocupa esa inquietante sensación en mi cuerpo: mi respiración entrecortada, el corazón al mil, mi cara incendiarse y, encima de todo, las manos sudorosas. Todo esto al sentir el débil vaho de Saga. Otra sensación que desconozco...

—Muchas gracias, Saga. Realmente me haces sentir mejor. —le digo al alejarme un poco de sus contacto... pero sigue sonriéndome pleno. ¿Por qué lo hará?

—No te preocupes tanto, Mu. Tú mismo me diste ese consejo, ¿Recuerdas?

—Claro que sí. Aunque debo admitir que no es tan fácil...

Volvemos a quedar en silencio. Me gusta éste en especial. Parece como si pudiera vivir mil años con sólo recordar el toque de mi barbilla con su mano... ¡Oh, no! Siento que mi cara arde y el corazón bombea rápidamente. ¡Cielos! ¿Qué me está pasando? ¿Estaré enfermo o...? ¿Le preguntaré a Saga? Puede que la caída me haya afectado o tal vez el clima tan variado. Pero no puedo dejar de pensar en la sonrisa de Saga. ¿Será eso normal si lo tengo a mi lado? Mejor pensaré en otra cosa antes de confundirme más...

—Mu, ¿Puedo hacerte una pregunta? —me dice Saga rompiendo el silencio y mis nervios. Trato de contestar lo más calmado que puedo.

—Dime, Saga...

— ¿Por qué te pusiste triste? Tengo entendido que siempre nos aconsejas en todo y creo que es mi turno, ¿No lo crees? —parece que veo en él unas manchitas rojas, pero creo que es el reflejo de la fogata. Saga siempre me ha dado confianza. Desde que cruzamos la mirada por primera vez en el autobús sentí como si me arrastrara a un mundo nuevo, misterioso, sus ojos son tan profundos que, por un minuto, creí perderme entre ellos. ¡Cielos! ¿Qué estoy pensando? Me dejé llevar por las sensaciones otra vez. Mejor respondo la pregunta de Saga. Bajaré la cabeza. Es un asunto serio:

—Pues... estaba hablando con Aioria. Lo vi muy decaído y traté de aconsejarlo, pero me dijo que me fuera de su vida. No sé por qué me dijo eso, pero me sentí mal y por eso te pedí que nos fuéramos...

—Ya veo. —también baja la cabeza. Creo que está pensando algo. —Bueno, realmente Aioria es más infantil que Kanon y Milo, lo cual se explica lo que te dijo. No creo que dijera eso en serio, ya que casi nunca lo hace...

— ¿Cómo puedes estar tan seguro de ello?

—Bueno, soy el responsable de la salud mental de mis compañeros en Las Doce Casas y puedo decirte que la personalidad de Aioria es muy noble y represora de sus sentimientos. Cuando ya no puede controlar el momento, explota como un globo lleno de aire, ¿Comprendes?

—Ya veo. Ahora entiendo su actitud... pero hay algo que no cuadra, ¿Cómo es la personalidad de Shaka?

—Te podrás dar cuenta que es muy arrogante. Tiene una personalidad un tanto ansiosa, ya que tiende al perfeccionismo y no le gusta el desorden. En pocas palabras, es un genio excéntrico, como uno de su especie...

—Creo entender por qué trata tan mal a Aioria. —Saga se me queda viendo extrañado.

— ¿Sabes que Aioria está enamorado de Shaka?

Ok, esa noticia me ha caído como un balde de agua. No, no lo sabía. Creí que Aioria molestaba a Shaka por esa actitud infantil, pero no me percaté que eso ocurriese. Se supone que soy más observador, pero veo que no soy perfecto. Es una sensación un tanto extraña, ¿A qué se deberá?

Un gallo canta a lo lejos. Miro el reloj y son las cinco de la mañana. ¡Es cierto! Tenemos que ganar el concurso. Se me ocurre una idea:

—Oye, Saga, ¿Y si nos vamos adelantando para ganar esta primera prueba?

—Sí. Levantemos todo. —me responde mientras enrolla su bolsa de dormir. Yo también acomodo mis cosas para partir pronto, pero oigo pasos y siento que alguien nos espía. No lo sé, tal vez sea mi imaginación... ¿O no?

Vamos preparando nuestras cosas mientras apagamos el fuego que ocasionamos y nos dirigimos a la meta con lámpara en mano. La madrugada hace que el frío nos arrope haciéndonos la carne de gallina. Trato de juntarme más con Saga, pero éste parece correr hacia el último punto. Volteo hacia atrás y comprendo su urgencia: los espectros nos siguen. Un chico de corto cabello rubio y uno más bajito que el primero parecido a una rana. Tratan de rebasarnos y yo aprieto más el paso para no perder en esta competencia. Volteo a ver a Saga y éste me sonríe tomándome de la mano...

... la estruja fuerte y siento que me quemo, me incendio, ¿Por qué? No lo entiendo. Mi corazón late al mil por ciento, pero eso debe ser por la larga carrera del último lugar, ¿No? Bueno, lo analizaré después. Está oscuro, muy oscuro, tanto que apenas la luna nos alumbra tenue. Pero en fin, corremos lo más rápido posible, pero nos intentan pisar los talones. ¡Ay, no! Si nos ganan, estaré defraudando a mis amigos, no lo permitiré. La maleza hace todo esto más difícil y complejo. Espero que no haya un accidente de por medio...

Saga sigue corriendo y parece como si un demonio lo persiguiera... bueno, si nos ponemos supersticiosos, efectivamente, un demonio nos persigue, pero eso no importa ahora. Afortunadamente, ya tenemos lista nuestras tarjetas electrónicas y vamos llegando a un lugar con mucha luz, creo que de una fogata... mi papá luego tiene cada idea descabellada, pero no lo critico. Es feliz con su puesto de Rector y creo que se lo ha ganado a pulso. En fin, vamos llegando al lugar iluminado, pero alguien me jala de la mochila. Volteo a ver al causante por un segundo y después ya no veo nada. Alguien me echó tierra en los ojos...

Saga me sigue tomando de la mano y me conduce al último punto. Creo que vamos llegando porque oigo mucho ruido. Oigo a Saga poner su tarjeta, todo el mundo grita. Me tiene confundido todo el alboroto que no sé dónde estoy. La mano del gemelo me toma del hombro y me sacude preguntándome:

—Mu, ¿Qué te pasa?

—No lo sé, Saga. Alguien me lanzó tierra en los ojos y no puedo ver...

—Entiendo. Dame tu mano.

Siento que su mano me conduce a una estructura dura, supongo que es el lector. Hace que ponga mi tarjeta y todos gritan de nuevo. Después de eso, los aplausos se incrementan y siento que alguien me abraza con fuerza. Huelo un característico perfume que reconozco como el de mi papá. Quiero abrir los ojos, pero me arde demasiado. Estoy algo asustado, pero no deseo preocupar a los demás. Por fin mi papá se deshace del abrazo y me dice:

— ¡Muchas felicidades, Mu! ¡Por ustedes vamos ganando! —queda un momento en silencio y después me dice. — ¿Mu? ¿Estás bien?

—Creo que no, Shion. —es Saga. —Dice que no puede ver. Alguien le echó tierra en los ojos. Tenemos que ver a un especialista lo más pronto posible...

—Pero, ¿Cómo pasó? — ¡Oh, no! Papá y Saga están preocupados. Trato de tranquilizarlos sonriendo:

—No se preocupen. No es nada grave.

— ¿Qué no es nada grave? ¡Mu, por todos los dioses! Es una forma de sabotear al equipo de Atenas con ese tipo de acciones. Investigaré y haré que lo amonesten por ello. —No sabía que esto podía ir tan lejos. Siento tanto el tener que provocar problemas. A lo lejos, oigo a la animadora comentando algo sobre el problema:

—...Parece que el competidor Mu de Aries está lesionado. Los médicos del concurso ya se hacen cargo de la situación. Espero que no sean tan graves sus heridas...

Dos personas me tocan del hombro y me ayudan a caminar. De verdad que no quiero abrir los ojos ahora. Si lo hago, pueden infectarse y eso acarrearía más problemas. Una voz me inquieta, una que me pone nervioso y no por su tono de preocupación, sino por alguna causa desconocida, Saga:

—No te preocupes, Mu. Todo va a salir bien. Voy a estar contigo...

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