CAP. 14: LAS DUDAS DE MILO Y LA FAMILIA DE MU


*+*Milo*+*

-¡Oye, Psique!

La morena se voltea a verme. Parece feliz de que la busco. Pero yo hago lo contrario. Si la vengo a buscar es para aclarar toda duda que tengo. Súbitamente la tomó del brazo y la saco del auditorio. Cuando ya estamos afuera, la aviento bruscamente a la pared y le enseño la fotografía. Sé que soy un maleducado, pero si no hago esto no podré resolver los problemas con Camus. Su cabeza choca con la pared rebotando y sonríe.

-Vaya, no esperaba tu trato tan sádico, creía que por lo menos me harías alguna caricia...

-¡Déjate de bromas y dime de una vez qué planeas!

-¿Planear? –se burla y una carcajada brota de sus labios. Me estoy cansando de esto. –Te lo diré. Sólo quería mostrarle a tu querido Camus qué haces en mi casa...

-¡Eso no tiene que saberlo él!

-Pues ya lo sabe, ¿O no, Camus?

Me volteo a ver a quién demonios puede estar viendo y... Camus. Se cruza de brazos y oculta su cara en el cabello aguamarina. Suelto a Psique tratando de explicarle, pero cuando lo intento se aleja y comienza a susurrar:

-Así que sí la conoces, ¿Verdad?

-Pero... -intento decir, mas sonríe lastimoso.

-Ya entiendo. No creí que fueras tan poco hombre como para no decirme de tu relación con ella.

-No, Camy... es que yo...

-¡No me hables así! Esto no te lo voy a perdonar nunca...

Corre lejos de nosotros y cuando yo intento seguir, Psique me abraza. Siento que mi corazón se parte en mil pedazos y caigo al piso, derrotado. Psique me abraza con más fuerza, como si tratara de consolarme... pero creo que ya todo está acabado para mí. Lo único que logro es dejar de contener el llanto que inunda mis ojos y gritar su nombre. La voz de la traición en persona me susurra al oído:

-Él no confía en ti, Milo. Si confiara, te hubiera perdonado... le has entregado tu corazón a alguien que no lo merece.

Es entonces cuando reacciono y me aparto de ella, furioso y enojado conmigo mismo. Intenta abrazarme, pero la alejo de mí y levantándome corro lejos de ella. Un grito se apodera de mis tímpanos:

-Él no te merece, Milo...

Corro lo más rápido que puedo. No lo soporto. No soporto estar un día sin él. Mi amor es tan grande que alguna vez creí que se desbordaría... trato de enjugarme las lágrimas y trasladar el intenso dolor a mi cuerpo. No tengo idea a dónde voy, pero quiero huir de ahí lo más lejos posible... quiero morir, ¡Por favor, quiero que alguien me mate! ¡Qué no me deje con vida! ¡Qué...!

Tropiezo y caigo al suelo. Pero oigo un quejido proveniente de alguien al lado de mí. Tengo toda la culpa que mi Camus sufra. No merezco estar con una persona tan angelical como él. No...

-Oye, ¿Estás bien?

Levanto la vista y noto que el chico que empujé me habla sobándose la cabeza. Retiro mis lágrimas de mis ojos y observo que el chico está vestido con playera azul y pantalones negros; sus ojos azules se tornan preocupados al ver mi estado tan deplorable y me tiende la mano para que me levante. Pero no quiero. Deseo desaparecer, estar tirado hasta que muera...

-Oye, levántate. No es bueno que estés en ese estado. –me dice el chico aún con la mano tendida. La tomo y me levanto sin poder detener mis lágrimas. El chico sonríe y se rasca la nuca impaciente. Para darme ánimos, que no creo encontrar ahora, me dice su nombre:

-Soy Hyoga Fujikawa. No te preguntaré por qué lloras, pero al menos, ¿Podrías decirme tu nombre?

-Milo... Milo Antares... -respondo triste.

-Estoy buscando el Auditorio de la Universidad, ¿Sabes dónde queda?

-Está derecho si sigues por este camino. –contesto abatido. Pero él sigue sonriendo. ¿Acaso pretende darme confianza? No me importa ahora...

-Tienes mal aspecto, ¿Quieres que te lleve a algún sitio en el que podrías estar más tranquilo?

-No creo que encuentre ese lugar en este mundo sino está él... -bajo la cabeza para evitar que vea salir nuevas lágrimas. Asiente y se retira, pero antes, me da dos palmadas en la espalda y me consuela:

-No te preocupes. Si ese alguien tiene la suficiente confianza, te perdonará... debo irme. Me he quedado dormido y necesito ver a mis amigos... Ja nna...

El tal Hyoga camina al auditorio mientras yo me quedo parado pensando en lo que dijo. ¿Será posible que Camus no me tenga confianza? No creo que me perdone, pero, no he hecho nada malo, ¿O sí? Tal vez debí contarle todo a Camus, sin embargo ya es demasiado tarde... ¡Y todo por la culpa de Psique! ¿Qué voy a hacer ahora? El concurso ya no me importa y no pienso estudiar. Me desconcentraría bastante. ¡Cielos! Ya no tengo fuerza en mis piernas, ni siquiera para moverme y no dar pena a los transeúntes. ¿Qué voy a hacer?

-¡MILO! –ahora, ¿Quién pronuncia mi nombre? Por las innumerables lágrimas no puedo ver quién me llama tan desesperado. Lo peor es que no dejo de llorar. Mi corazón se ha partido en mil pedazos y ya no quiero seguir...

-¡Milo! ¿Estás bien? –es Kanon. Reconozco su preocupada voz. Siento su cuerpo abrazándome y recargo la cabeza en su hombro humedeciéndolo. –Vamos a casa, Milo. Aquí está Aioria también. Ven. –me obliga a caminar haciendo que me apoye a su brazo y del otro lado, Aioria hace lo mismo. Siento que me arrastran hacia la acera y se detienen. Noto que alguien está parado frente a nosotros, pero no lo distingo por la acuosidad de mis ojos. Oigo que ese alguien abre una puerta del auto y me ayudan a subir.

-¿Cómo está Milo, Kanon? –pregunta la voz de Saga. Kanon se introduce a mi lado respondiendo:

-Mal, Saga. Está destrozado. Seguramente le pegó lo de Camus...

-Milo, vas a estar bien. –me trata de reconfortar Aioria ya subido en el auto de Saga. Lo único que puedo lograr en mi estado es cerrar los ojos para detener las lágrimas.

En el camino se transcurre con silencio. Ese silencio aplastante que hace a uno querer morir. Seguramente si llegamos a las Doce Casas, Camus estará ahí. No creo poder explicarle lo que sucede, pero no quiero pensar en eso ahora. Para tratar de cortar el silencio, intento hablar de otra cosa, menos del tema:

-Y tú, Saga, ¿Aun planeas estar así con Mu o vas a conquistarlo?

-No sé de qué me hablas, Milo. –menciona el gemelo vacilante.

-No te hagas el inocente, Saga. Sabes a lo que me refiero. –por algún motivo extraño, mis lágrimas dejan de salir. Enfoco mi vista a Saga, que conduce con cuidado. Puedo observar desde el espejo retrovisor que me evade la mirada. Suspira profundo y al fin contesta:

-Mu es un buen amigo. Creo que él piensa lo mismo, así que no tengo oportunidad contra Shaka, que parece agradarle demasiado...

-Hermano, fíjate en lo que dices. Aioria está haciendo su lucha, ¿No es cierto? –opina Kanon mirando al gatito, quien se entristece. Saga no parece darse cuenta de lo que dijo y se asombra al saberlo:

-¿Es verdad, Aioria? ¿Te gusta Shaka?

-No sabes el sufrimiento por el que me hace pasar cuando me desdeña y no sé cómo acercármele...

-Bueno, pienso que en ese aspecto, Shaka aún no conoce el amor... -opina Saga conduciendo. –Y cuando él sepa lo que en verdad sientes por él, se dará cuenta, Aioria...

-¿Lo ves, hermano? Tú mismo dijiste la solución con Mu. Si en verdad aprecias al tibetano, no le ocultes lo que sientes...

-Sí, Saga, díselo. –le digo más animado. Saga frunce el ceño y se detiene para voltearse y vernos directo a la cara.

-Lo que haga o no con Mu es de mi incumbencia y lo que planeo hacer es conocerlo mejor. Si quiere que esté conmigo, lo sabré a su debido tiempo, ¿Entendieron, Kanon?

-Sí, hermano...

-¿Aioria?

-Sí...

-¿Milo?

-Sí, pero estate preparado si te rechaza o terminarás tirado en la acera o algo peor...

Saga se mantuvo en silencio. Creo que no debí meterme con mi estado. Triste, se voltea al volante y acelera para llegar a las Doce Casas. Todavía no sé si quiero tirarme de uno de los acantilados al mar o enfrentar a Camus, pero de lo que sí estoy seguro es que no quiero que todos se pongan tristes por mi culpa.

En cuanto Saga se detiene frente al estacionamiento, saca las llaves y me abre la puerta para decirme:

-Escucha, Milo. Si no quieres ver a Camus, está bien, pero tienes que hacer un esfuerzo por ganar en el concurso. Piensa en todos lo que habitamos ahí y, créeme, hemos estudiado hasta más no poder. Deja la tristeza a un lado y actúa como un verdadero Santo de Oro de la Orden de Atenea, ¿Sí? –me le quedo mirando sin pestañear. Para tranquilizarlo, asiento y todos salimos del auto entrando a Las Doce Casas.

Cuando llegamos a la sala principal, noto que Mu está con su amiga Midori y otras personas. Checo rápidamente con la vista y distingo al chico que minutos atrás me ayudó a levantarme. Sin pensar, lo señalo con sorpresa, balbuceando:

-¡Hyoga... Fujimori! –el chico hace lo mismo:

-¡Eres el chico de hace un rato!

-¿Se conocen? –pregunta Mu, confundido por nuestras reacciones.

*+*Mu*+*

¡Vaya! Así que Hyoga y Milo se conocen. Parece que ha llorado. No es para menos, Camus se ha enojado con él por esa absurda fotografía. El ruso se tranquiliza después de esa impresión y nos explica:

―Lo siento, no nos conocemos, Mu, pero me lo encontré cuando iba a alcanzarlos al auditorio.

―Ya veo. ―digo con una sonrisa. Volteo a ver a Milo y noto que se encuentra en pésimo estado. Entiendo el porqué de su ánimo, Camus llegó hace rato llorando y me explicó que Milo lo había engañado con la chica de la foto. No creo que eso haya sucedido, Milo está muy enamorado de Camus y por eso está así. Supongo que todo esto es un mal entendido, pero hasta que los dos no reaccionen, no se arreglará nada.

Saga voltea a ver a los amigos de mi hermano y me mira de forma seria, ¡Se me olvidaba! Aún no los he presentado. Carraspeo y les digo:

―Lo siento, chicos, ellos son mis amigos de Japón... la novia de Shiryu, Shun Rei, Hyoga, Shun, su hermano Ikki, y, por último, mi hermano Shiryu...

―Mucho gusto, chicos... bienvenidos a Las Doce Casas... ―saluda Saga con una reverencia. Los chicos hacen lo mismo, cosa que parece extrañar a todos los extranjeros. Con una risita, les explico lo que no pueden entender tan fácil:

―Lo siento mucho, pero ésa es la forma correcta de saludar a un japonés. No se alarmen tanto, chicos.

―Créeme que hacía falta una explicación así, Mu. ―me dice Kanon rascándose la nuca con extrañeza. Milo baja la cabeza ocultando sus ojos tras el flequillo y nos dice triste:

―Siento tanto el no poder acompañarlos pero no me siento bien...

― ¿Qué pasa, Milo? ¿Te duele el estómago? ―pregunta Midori algo preocupada, pero Milo sólo niega con la cabeza y sube las escaleras. Creo que más adelante hablaré con él. Por ahora Camus no quiere decir nada, pero he logrado que no le odie... espero que todo sea como antes.

―Y dinos, Mu, ¿Nos podrías mostrar las Doce Casas? ―Shiryu me saca de mis pensamientos y yo distraído asiento para caminar a la biblioteca.

―Por aquí, chicos... ―indico la puerta de la biblioteca. Shiryu hace pasar primero a Shun Rei y detrás de él, le siguen Shun y los demás. Al entrar, noto que Shaka está estudiando un libro sumamente antiguo, por lo que no nota nuestra presencia. Carraspeo un poco y el hindú voltea su cabeza con los ojos cerrados. Con una sonrisa casi imperceptible en el rostro, cierra el libro y se apoya en él con su brazo.

― ¿Qué te trae por aquí, Mu? ¿Viniste a estudiar o...? ―sus ojos se abren lentos y noto la sorpresa de mis amigos. ―Creo que será en otra ocasión...

―Chicos, él es mi amigo Shaka. ―los presento y puedo darme cuenta que le está mirando intensamente a Midori. No entiendo por qué se pone así con ella. ―Shaka, ellos son mis amigos de Japón y mi hermano Shiryu... ¡Ah! Y sin olvidarme de ella, Midori, a quien ya conoces...

―Lo sé, no hace falta que lo dijeras así, Mu. ―responde Shaka de mala gana. ―Los dejo, necesito estudiar a los druidas para el concurso...

― ¡Qué te vaya bien! ― le despido con la mano y éste parece sonrojarse al salir de la habitación. Me dirijo a todos y les comento. ―Bueno, como pueden ver, es la biblioteca y en aquellas puertas se encuentra el jardín. Es hermoso, ¿Quieren ir a verlo?

― ¡Sí! ―exclaman todos y me siguen.

Al salir de la biblioteca, vemos a Aldebarán realizando sus ejercicios de rutina. Como siempre, nos saluda a todos con su gran mano y vuelve a lo mismo. Midori parece sonrojarse un poco, pero seguimos nuestro camino hacia los jardines principales de las Doce Casas. Un largo pasillo se abre dejando ver las hermosas flores de mil colores a nuestro alrededor. Shiryu parece estar disfrutando junto a Shun Rei de la vista natural. Shun camina conversando con Hyoga sobre su natal Japón y la fiesta de los cerezos e Ikki nos sigue en silencio. Midori me habla sobre sus últimos trabajos en la universidad y la escucho atento...

― ¡Joven Mu! ¡El señor Rector desea verlo! ―Marco me alcanza y casi jadeando, se detiene frente a mí. Mi padre quiere verme. Supongo que es por las reglas de la primera prueba. Le agradezco al mayordomo y me disculpo con los chicos:

―Siento tanto no acompañarlos, pero mi papá va a hacer una junta.

―No te preocupes, Mu. ―responde comprensivo Shiryu. ―Ya sabes que Shion y mi papá siempre han tomado en cuenta su trabajo muy en serio. Esperaremos aquí y le daremos una sorpresa...

―Bien, entonces organícense. ―finalizo con una sonrisa y sigo a Marco por los pasillos del jardín. Me abre la puerta a las Doce Casas y llego al comedor, que parece ser una sala de juntas. Voy observando los lugares ocupados por mis compañeros, pero me doy cuenta que Milo no está presente. ¡Cielos! Tal vez se siente mal...

―Bueno, chicos, el día de hoy estamos reunidos... ―comienza Dohko en cuanto me siento junto a Aldebarán y Aphrodite, pero mi papá con su túnica blanca le interrumpe:

― ¿Dónde está Milo?

―Debido a su mal estado emocional tuvo que ausentarse, Shion. ―excusa Aioros con una leve mueca de tristeza. Shion asiente y le concede la palabra a Dohko, quien carraspea antes de continuar:

―Como les decía, el Patriarca de la Universidad y su servidor venimos a explicarle las reglas y procedimientos de primer reto.

― ¿De qué se trata, Dohko? ―pregunta Aioria con suma impaciencia. Dohko sonríe:

―Como les habíamos dicho al principio, la primera prueba es de supervivencia. Se efectuará en las antiguas ruinas de Atenas y durará dos días. Para que sepamos qué equipo va adelante, se les darán una tarjeta que leerá un equipo láser. También les proporcionaremos sus equipajes de campamento e irán en parejas. El primer equipo que llegue completo a la meta se le darán cuatro puntos, así que esfuércense para ganar, ¿Está bien?

― ¡Sí! ― exclamamos al unísono, pero Kanon levanta la mano entre Saga y Death Mask. Mi papá se percata de ello y asiente:

― ¿Qué ocurre, Kanon? ¿Tienes alguna duda con respecto al concurso?

―Sí. Quisiera saber si nosotros escogeremos a nuestra pareja o ustedes...

―Buena pregunta, Kanon de Géminis. ―responde Shion. ―Para no hacer favoritismos, decidimos que nosotros haremos la selección y, ―sonríe. ―ya tenemos la lista...

Los dos se levantan del asiento y empiezan a nombrar:

―Por prioridad de signos zodiacales, Mu y Saga. ―todos se nos quedan viendo raros. ―Aldebarán y Kanon. ―Aldebarán se ruboriza un poco y Kanon sonríe. ―Death Mask y Shaka. ―a Death no le parece demasiado bien la idea. Shaka permanece impasible. ―Aioria y Milo. ―Aioria hace una buena seña con la mano. ―Aioros y Camus y, por último, Shura y Aphrodite...

―También acordamos con sus profesores que antes y durante la prueba del concurso, sólo se dedicarán a estudiar, ¿Quedó claro?

―Sí. ―exclamamos con alegría. Ya me estaba preocupando por sacar adelante mis lecciones, pero Dohko nos ha resuelto ese problema.

Aphrodite pone su usual cara de disgusto y Camus no dice nada. Sigue como en trance y no presta atención de lo que están diciendo. Sé cómo se siente, pero debe superar eso y perdonar a Milo, si es que hizo algo malo para su relación. No me gustaría que no se llevaran bien y...

―Bueno, chicos, nosotros nos retiramos. ―dice Shion caminando a la puerta quitándose la túnica, pero lo detengo junto con Dohko y les sonrío diciéndoles:

―Shion, Dohko, me gustaría hablar con ustedes un momento, ¿Vamos al jardín?

― ¡Claro que sí, hijo! ¡Vamos!

Los dejo pasar primero y vamos al jardín. El rostro de Dohko muestra curiosidad por lo que les revelaré. A lo mejor piensan que tengo un buen método para estudiar, o algo parecido... pero lo cierto es que no se esperan lo que voy a mostrarles. Cuando abro la puerta, les hago la plática:

―Sí y me dijeron que estaba muy bien, pero de pronto uno de mis compañeros de la carrera se opuso para caerse... ¡Hubieras visto, papá! Fue muy gracioso y...

―Oye, Mu, ¿De qué querías hablarme?

― ¿Extrañas a Shiryu, papá?

― ¡Claro que sí! Extraño su presencia... sin él, no somos una familia completa, ¿Verdad, Dohko?

―Es cierto. Shiryu seguirá siendo mi pequeño hijo aun cuando tenga hijos y nietos.

Ese cariño me enternece. Supongo que mi papá opinará lo mismo de mí y Kiki cuando hagamos nuestras vidas como adultos. En Japón, sigo siendo menor de edad y creo que aquí en Grecia también. Creo que papá está pasando la etapa del nido vacío y eso es precisamente porque estoy fuera de casa. Espero que pasen algunos años para ver si no se pone triste con Kiki... y creo que eso lo superaría más rápido...

Vamos llegando al lugar donde los dejé y de pronto, sale Midori de los arbustos con cara de sorpresa. Tanto Dohko como Shion se estremecen al verla, y ella sonríe para mirar al suelo, como si buscara algo:

― ¡Hola, Rector y Dohko! ¿Por qué están aquí?

―Hola, ―responde mi papa con cierta confusión. ―Venimos hasta aquí para hablar con Mu y... ―detiene su conversación al ver que Midori voltea al piso insistentemente. ― ¿Sucede algo, Midori?

―Pues... es que perdí mi arete y lo estoy buscando... ―con una sonrisa, los voltea a ver a la cara. ― ¿Me ayudarían a encontrarlo? Se me cayó por estos matorrales y no lo veo...

―Déjame ayudarte. ―le contesta Dohko y comienza a mirar las plantas. Se inclina a ver y rodea con cuidado, introduciéndose en el interior del jardín buscando el inexistente arete. Lo sé, Midori nunca se pone aretes, dice que es muy incómodo para los entrenamientos... Pero ellos no lo saben... muy buena estrategia...

En cuanto Dohko se inclina, salen los otros y Shiryu con la sonrisa en el rostro. Dohko se queda impactado y lo abraza despertando de su anhelo. Shiryu está feliz de verlo y corresponde sin poder contener pequeñas lágrimas de sus verdes orbes. Incluso Shun Rei se inclina un poco junto a Midori para rodearla con el brazo y llorar. Shun le sonríe a Hyoga e Ikki cruza los brazos. Mi papá sonríe animado junto a mí mientras me abraza y ve la enternecedora escena.

― ¡Qué bueno que viniste, hijo! ―le dice Dohko cuando por fin suelta a mi hermano. ―Pero, ¿Cuándo llegaron a Atenas?

―Ayer en la tarde, pero le pedí a mi mamá que no te dijera nada y nos acompañó porque, como somos menores de edad, no nos dejaban venir solos.

― ¿Y dónde está tu madre, Shiryu? ―Dohko voltea a los lados para ver si también está escondida Maki, pero Shiryu le sonríe divertido:

―Regresó a Japón, pero mandó saludos para todos e, incluso envió algunos dulces para Kiki...

―Esa Maki... ―susurra alegre mi papá. Con una reverencia, les indica a todos. ―Bueno, ya que están aquí, me permito, como rector de la Universidad, darles la más cordial bienvenida a uno de los recintos más importantes como institución: ―Señala la residencia con orgullo. ― ¡Las Doce Casas!

― ¿Aquí estudiaste, papá? ―pregunta curioso Shiryu. Dohko asiente y añade:

―Sí. En este sitio vivíamos Shion, yo y otros miembros honorables mientras estudiábamos... es un lugar en el que todos los universitarios desean estar... ―voltea a verme. ―Y del que Mu se ganó a creces, ¿No es cierto, Mu?

―Pues... sí... ―enrojezco porcompleto y Midori me guiña un ojo. Sé que somos los mejores de Atenas, pero aúnno sé cuál fue la manera en que nos eligieron. Supongo que ése es el secretoque esconden las paredes de Las Doce Casas y esta universidad... pero, sea cualsea la selección, me siento feliz de estar aquí... 


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