CAP. 13: EL CORAZÓN DEL TORO Y EL INICIO DEL CONCURSO



*+*Aldebarán*+*

Camino directo al gimnasio de la Universidad. Por más que me esfuerzo, no logro comprender la cultura japonesa. Debo preguntarle a alguien que venga de ese país o no podré hacerlos ganar en el concurso. Llego, pido un locker y me cambio para hacer mi rutina de atletismo. Pero al entrar a la pista, veo a Midori entrenar karate, me parece.

En cuanto me ve, sonríe y me hace señas con la mano saludándome. Voy directo hacia ella con paso presuroso y la saludo. Creo que me estoy poniendo rojo de la pena:

-Hola, Midori, ¿Qué haces a estas horas de la mañana?

-Konnichiwa, Aldebarán... entreno antes de irme al primer campus. El ejercicio hace que la mente se despeje... -¿Qué hará en el primer campus si es domingo? A pesar de mi creciente duda, sonrío feliz mientras le doy un beso en la mejilla. Puedo notar a simple vista que sus ojos son rasgados y pronuncia en un acento muy extraño. Me quedo mirando su rostro: el cabello negro y rizado, ojos aceitunados que le dan apariencia de ser un gato; nariz pequeña, labios delgados y chicos. Siento que mi corazón late cuando se queda callada y me observa con media sonrisa asomándose. ¿Yo, un ser enorme, siendo avergonzado por una chica de pequeña estatura? Puede ser posible.

-Y... ¿Qué has estado haciendo últimamente, Alde? –me pregunta Midori de improviso. Mis mejillas las siento arder y me llevo una mano a la nuca para responder:

-Pues... he estado estudiando para el concurso interuniversitario, Midori, ¿Tú qué has hecho últimamente? –la chica se lleva una mano a la barbilla para pensar antes de contestarme. Se ve muy linda en verdad:

-He estado estudiando, pero en general no he hecho nada interesante... creo...

-¿Y tu familia no te llama? –pregunto alegre. Midori no responde inmediatamente. Baja la cabeza un poco y siento que está algo triste. Tal vez no debí preguntar eso. Levanta la vista, apagada, derrotada y en un instante más, su rostro brilla alegre.

-No, no me llaman, pero sé que todos están bien con mis hermanos, ¿Y tú, Alde?

-Pues sí. Mi madre me llama a las Doce Casas en la noche y me cuenta de nuestra pequeña finca. –respondo alegre, pero algo me preocupa y es su deje de tristeza. Hay algo que no le permite ser feliz. ¿El culpable será su familia? Puede que eso sea. Miro un momento el reloj de mi muñeca y ¡Cielos, las ocho! ¿Tan tarde ya es? ¡Tengo que regresar a Las Doce Casas a estudiar la mitología japonesa y...!

-¿Ocurre algo, Alde? –me pregunta Midori al verme tan nervioso. Una duda invade mi mente y sin contestarle, inquiero:

-Oye, ¿De qué país vienes, Midori?

-Pues de Japón, ¿No se nota por mis ojos? –esboza una sonrisa. ¡Lo que me faltaba! ¡Es un milagro! ¡Ella me puede asesorar muy bien!

-Bueno –me coloco una mano en la nuca. Esa ya es mi costumbre. –, es que no puedo comprender la mitología japonesa y... verás... -mis mejillas vuelven a agarrar ese tono escarlata otra vez, pero ella me sonríe feliz. Es como si esperara el momento de brindar su ayuda. Creo que soy así también.

-Ajá y quieres que te ayude a repasar, ¿No es así? –asiento mirando al piso. No sé qué deba hacer con esa debilidad que tengo pero... No puedo decirle que no, ¿Verdad? No a esa dulce carita que me recuerda a un gato a punto de saltar a su presa. No lo puedo evitar, ¿Tal vez me guste ella? ¿Yo le gustaré? Una angustia brota de las orillas de mi inconsciente al igual que las gotas de sudor por mis manos. Embarro el líquido corporal por mi pantalón. Pero Midori me levanta la barbilla como una pequeña de cinco años. ¡Cielos! Mi estatura no ayuda mucho, aunque creo que mi color de piel sí...

-Alde... ¿Qué tienes? Actúas muy raro... -me pregunta la japonesa. No sé qué decirle. ¿Qué se supone que hago ahora? ¿Llevarla a un campo de flores como en las películas románticas? Es muy fácil hacerlo pero... ¡AL GRANO!

-No me sucede nada, sólo estoy adormilado...

-Bien, porque espero que no te sientas culpable al faltar, aunque sea alguna vez en tu vida, al desayuno. –mira pícara y apenas si puedo balbucear algo cuando ya me está jalando de la mano... blanca... suave... delicada... ¿Qué pasa si la aprieto un poco? Seguramente la lastimaría, ¿Es esto lo que quiero? No. Simplemente, me dejo llevar por el momento que ella me brinda...

Me lleva a las bancas y se sienta con una pierna cruzada. La acompaño y la sigo sentándome a su lado. Es entonces que me mira y pregunta:

-A ver, ¿Qué quieres saber?

-Pues... -vuelvo a rascar mi nuca. –Creo que todo...

-¿Qué te parece si te cuento las historias de mi país? ¿Te parece bien?

-Está bien...

-Bueno... ¿Por cuál empezaré? –permanece distraída pensando. Creo que será más fácil concentrarme si estoy en Las Doce Casas... ¡Eso es!

-Ven... -Ahora es mi turno de jalarla, pero no muy fuerte. Ella me sigue hasta que llegamos al pasillo y me pregunta:

-¿A dónde vamos, Alde?

-Vamos a Las Doce Casas. Ahí estudiaremos bien y me servirá para tomar apuntes. Te espero a que te cambies.

-Bien.

Se retira a los vestidores de mujeres con su tranquilo caminar. Opté mejor por llevarla a un campo de flores, como en las películas románticas. Creo que así sabré si le intereso o... mejor dejaré de pensar en eso. Me volveré loco si no lo hago. Camino a los vestidores de hombres para darme un buen baño. La caminata hacia el gimnasio me ha hecho sudar y supongo que eso no le gustará a Midori... y creo que a ninguna chica tampoco.

Cuando termino de vestirme, le dejo la llave al encargado, quien me sonríe pleno. Debió haberlo hecho porque me conoce y siempre lo trato amablemente, no como Aphrodite. Aún no sé por qué le caigo mal. No lo trato descortés y en vez de devolverme el gesto, se me queda mirando de forma despectiva. Seguro sólo se interesa por "El Señor de los Huesos" y a los demás ni los pela... un momento, creo que le hace caso a la gente hermosa... lo que significa que...

-¡Ya estoy lista! ¿Nos vamos? –la voz de Midori me saca de mis pensamientos. Sonrío para ella y la observo detenidamente. Siempre la he visto con su traje de entrenamiento y no con otra ropa puesta. Pero ahora lleva un vestido verde que le llega debajo de la rodilla y mangas cortas blancas. Se ve como una muñequita así. Le tiendo el brazo para tomar su maleta y no dejar que la cargue. Midori acepta y me la da, para enroscar su mano en mi brazo. Creo que me estoy poniendo rojo de la pena.

-¿Y ahí estará Mu, Aldebarán? –pregunta la japonesa. Ahora recuerdo. Seguro le interesa más el buen Mu que yo. Con una sonrisa fingida y algo de celos, le contesto:

-Creo que sí, Midori, ¿Por qué lo preguntas?

-Pues... últimamente no lo he visto y quisiera saludarlo...

-Él está muy bien en Las Doce Casas. –intento hacer una plática, pero mis celos quieren salir. –Es un chico muy sociable...

-Lo sé. Es mi mejor amigo.

-¿En serio? –cada vez más me sorprende.

-Sí, nos conocemos por nuestras familias y eso porque Dohko Sama ha contribuido con mi familia en diversos proyectos de Historia. –suspiro profundamente. Pensé que era la novia de Mu. Más animado, sigo con la conversación:

-Así que conoces a su hermano pequeño, Kiki...

-No sólo a Kiki, sino al hijo de Dohko, Shiryu, a su novia y sus amigos... -se toma de la cabeza con una mano como si tratara de recordar algo. -¡Ah, sí! Y a la ex esposa de Dohko Sama, Maki...

-¡Wow! Debe ser interesante vivir en Japón, ¿No lo crees, Midori?

-Pues no realmente. Es muy estresante estudiar. Todos te exigen lo mejor de ti, incluso cuando lo has dado todo... -baja la mirada poniéndose triste. No me gusta verla así. Se ve más bonita cuando sonríe. –A lo mejor por eso mi padre no me toma en cuenta como a mis dos hermanos...

-A lo mejor tu padre no te ha valorado tanto como tus amigos, ¿No crees? –levanta la cabeza con una mirada sorprendida. Sonríe para mí y asiente.

-Gracias por reconfortarme, Alde...

-No hay de qué, Midori. –respondo poniéndome rojo. Cielos, parece que ella me hacer sacar mi lado tierno cuando estoy a su lado. Por fin llegamos a Las Doce Casas y abro la puerta para dejarla entrar primero. Cuando cierro la puerta, el asombro de Marco sale a flote en cuanto nos ve entrar:

-¡Pensé que estaría en el gimnasio, joven Aldebarán!

-Vengo de ahí y me encontré a Midori. Me ayudará a repasar las lecciones para el concurso, Marco. –el mayordomo se voltea a verla y se inclina para decirle:

-Gracias por su ayuda, señorita. Si gusta acompañar a los demás integrantes. Están desayunando.

-Agradezco su invitación. –responde la japonesa inclinándose a Marco. Éste nos indica el camino al comedor. En cuanto abre las puertas, puedo ver que todos están ahí sentados. Voltean a vernos y las caras de sorpresa se forman. Giro mi vista a Mu y veo que está feliz de ver a Midori. Ella saluda a todos inclinando su cuerpo con las dos manos enfrente:

-¡Ohayou Gozai Masu Minna San!

-Buenos días, Midori-Chan, -saluda Mu inclinando su cabeza. Creo que es un saludo de Japón. Inmediatamente, Marco trae una silla y cuando todos estamos sentados, Mu pregunta:

-¿Y bien, Midori? ¿Cuál es el motivo de tu visita?

-Ayudo a Alde con la mitología japonesa...

-¡¿En serio sabes de ello?! –pregunta Milo casi gritando. Camus le reprende con la mirada y la chica asiente apenada. Observo que Shaka está de mal humor otra vez, ¿Qué no se le había pasado ya? Intuyo que es por la presencia de Midori aunque no lo entiendo completamente.

-Y cuéntanos, ¿Por qué sabes tanto de ello? –dice Saga del otro lado de la mesa.

-Pues por la simple razón de que soy japonesa...

-Eso lo explica todo. –opina Aioros al terminar su bocado de pan tostado. Kanon se levanta de la silla y pone un pie en ella para levantar sus manos y exclamar:

-¡Estamos salvados! ¡Ahora ella nos explicará sus costumbres y mitos!

-Kanon, siéntate. Estás en la mesa, ¿Cuántas veces tengo que decírtelo para que entiendas? –le regaña su gemelo. Kanon voltea a verlo extrañado sentándose en la silla para terminar de comer, pero su mirada se dirige a Midori, quien ríe bajito y la oigo susurrar:

-¡Qué chistosos son aquí!

El desayuno transcurre lento y cuando ya acabamos, me levanto, pero Midori me comenta divertida:

-¿Dónde podemos estudiar?

-Pues... -me pongo rojo de nuevo. Tengo que hacer algo con mi pena. –En la biblioteca estará bien... -se levanta de la silla diciendo que la comida estuvo sabrosa y cuando se dirige hacia mí, Milo levanta una mano señalándonos, la chica permanece de pie prestándole atención al "Bicho":

-¡Un momento, Alde! No puedes secuestrar a Midori así. Ella nos va a enseñar a todos, ¿No es así, Midori? –le pregunta. La chica asiente de nueva cuenta y nos sonríe con más confianza.

-Tienen tres minutos para ir por sus cuadernos o sino sólo daré las lecciones a quien esté...

Kanon, Milo y Aioria casi corren para subir a sus habitaciones. Camus, Saga y Aioros giran sus ojos al techo dirigiéndose con Aphrodite y Death Mask a la biblioteca. Shaka sale al jardín, como si no le importara lo que iba a decir, y Mu nos acompaña sin útiles; seguramente sabrá algunas leyendas por vivir en un país desconocido y enigmático. Shura sigue de cerca a su novio Aioros sin dejar de sonreír. Me siento algo perturbado porque pensé que la tendría para mí... y además quería llevarla por nuestros jardines para regalarle algo lindo y...

-¡Ya llegamos! –Milo interrumpe mis pensamientos en cuanto entra a la biblioteca con prisa. Midori se coloca enfrente de nosotros y Tulio hace el favor de traer una pizarra blanca con su respectivo plumón, cosa que ella agradece. Carraspea un poco y nos comienza a explicar el inicio de las islas en Japón y todo lo relacionado con los mitos. Afortunadamente, va anotando nombres, pues estos son muy complicados de pronunciar. La pequeña Midori parece estar fascinada con las preguntas curiosas de Milo, Kanon y Aioria.

¿Qué haré con este sentimiento que me oprime el pecho? ¿Es acaso amor o...? Deshecho los pensamientos negando con la cabeza y volteo a ver sus ojos aceitunados... están mirando a otro lado... ¡Rayos! ¿Por qué no me miras a mí? ¡Por favor, mírame! Pero, ¿Cómo me comportaré si ella me mira? Me tiemblan las manos y hacen que se me caiga la pluma y ruede al suelo. Nervioso, recojo la pluma y me centro más en lo que explica. Sonríe plena, como si no le temiera al mundo, ¿Cómo puede tener valor?

-... Y entonces el Tengu es el Dios de las Artes Marciales, ¿Entendieron todos?

-Sí. –exclamamos todos al unísono. Tulio le acerca un vaso con agua que toma con avidez. Agradece el acto y continúa. La tarde va cayendo hermosamente y ya con todos los apuntes, Midori finaliza:

-Y eso es todo lo que me acuerdo, chicos. Espero que les haya servido de algo.

-Claro que sí, Midori Chan. –opina Mu algo cansado y todos asentimos. Midori se sienta y Marco anuncia que la comida está servida. Nos levantamos de la biblioteca para ir al comedor. Por supuesto que voy a invitarla:

-Nos complacería que estuvieras con nosotros, Midori.

-Muchas gracias, Alde... con mucho gusto los acompañaré a la mesa...

Una vez que comimos, Midori se retira de la mesa y me informa que se retira. Pero suena su celular y lo saca de su bolsa para contestar:

-¿Moshi, Moshi? ¡Ah! Gracias por recogerme, Psique... estoy en Las Doce Casas... sí, vine a dar una pequeña clase aquí... Arigato Gozai Masu... -cuelga y me sonríe. –Mi amiga vendrá a recogerme.

-Está bien, ¿Qué tal si esperamos afuera?

-Me parece buena idea, Alde...

Salimos a la entrada de Las Doce Casas y ella suspira profundamente al ver el cielo estrellado y la vía Láctea. La naturaleza se aprecia más si ella está ahí. Pregunto por el suspiro y sonriendo me contesta:

-Es que, con tanto acordarme de los mitos, recordé uno muy romántico en especial...

-¿Puedes contarme?

-Claro. ¿Ves la vía Láctea? –me señala con el dedo y asiento. –Pues ahí están dos enamorados que fueron separados por ese inmenso río y sólo en la noche del Tanabata, una parvada de cuervos vuelan formando un puente para que ellos puedan verse y abrazarse... ¡Es tan romántico!

-Sí que lo es. –respondo sinceramente.

-Recuerdo que ya se aproxima el Tanabata, el día de los enamorados...

-¿Y qué se hace ese día? –quise saber. Midori sólo cierra sus ojos y me responde contenta:

-Se cuelgan deseos escritos en papel en una rama de bambú y se admira el cielo. Es como parte de un ritual. Incluso, cuenta la leyenda que en ese día, si encuentras a la persona que te complementa, la pareja en el cielo te bendecirá con la mejor de las suertes...

-¡Es muy bonito!

-¿Verdad que sí? –me sonríe, pero una luz de un auto deportivo nos alumbra y pita el claxon. Midori corta una pequeña florecita del jardín y me la da con ambas manos. –toma, la pasé increíble contigo. –Agarro la delicada flor y me llevo una mano a la nuca, apenado. Corre al auto y en cuanto se sube, me despide con la mano. Regreso al recinto sin que nadie me descubra, pero Kanon está en la entrada, ¡Rayos! Ahora me va a hacer burla. Sé cómo es y no creo soportarlo... rápidamente subo a mi habitación y entro para buscar un florero. En cuanto lo encuentro, voy al baño y del lavabo, lleno el jarrón para poner la florecita. La coloco en mi buró y permanezco mirándola largo rato hasta que el sueño me vence...

*+*Aioros*+*

¡Hoy es el día tan esperado para todos! El famoso Concurso Interuniversitario que se dará inicio a las doce de la mañana. Toco la puerta de Aioria, pero parece que aún no se ha despertado. Abro cuidadosamente y encuentro la habitación a oscuras. Las cortinas no han sido corridas por lo que las abro dando paso a la natural luz del día. Aioria se hace un ovillo entre las sábanas y se tapa la cara. Me recuerda cuando cada mañana lo tenía que despertar... pero ahora no se levanta. Lo muevo un poco y se queja diciendo palabras inteligibles.

-Aioria, ya es tarde. Todos ya están listos para desayunar. Sólo faltas tú. –le digo mientras nuevamente lo muevo.

-Dame sólo cinco minutos... -responde adormilado. Me da ternura. No cabe duda que siempre será mi pequeño hermano.

-Ya te di cinco minutos. Levántate ya... -sigue adormilado. Le llamo más autoritario. –Aioria...

-Ya voy, ya voy...

Salgo de la habitación, contento y camino a la puerta de Shura. Toco para asegurarme que Shura ya se levantó. Pero, a comparación de Aioria, Shura me responde:

-En un minuto estoy listo. Deja mi ropa lista en la cama por favor, Marco...

-Vaya. Así que ya casi estás listo. –le digo entrando a su habitación con la risa en mi boca. Shura se voltea a la puerta y en cuanto me ve, se acerca y me da un tierno beso en los labios.

-Perdona, Aioros. Pensé que eras Marco.

-Alístate. Te espero abajo.

Camino a la salida, pero los brazos de Shura detienen mi paso. Aún puedo sentir la humedad de su cuerpo, pero debo apurarme o si no, no podré desayunar. Acaricio sus manos y las beso para cerrar la puerta. Me dirijo al comedor bajando las escaleras y encuentro a Tulio. Me acerco a él con mi sonrisa en el rostro.

-Buenos días, Tulio.

-Buen día, joven Aioros.

-Tengo un favor que pedirte. –el mayordomo asiente juntando sus manos. –Quiero que alistes a Aioria. Acabo de despertarlo, pero temo que se nos vaya a hacer tarde por su imprudencia.

-Claro que sí, joven Aioros. Esté tranquilo.

-Gracias.

Voy directo al comedor y me siento en la silla que me corresponde, la de Sagitario junto a la de Capricornio. Por algún extraño motivo, todas nuestras sillas tienen en el respaldo nuestros signos zodiacales, excepto la de Libra. Creo que las Doce casas aún tienen misterios en su interior. Enseguida observo a mí alrededor: Camus platica con Milo y Saga regaña a Kanon sin dejar de mirar a Mu, quien charla con Aldebarán; Death Mask parece que está enfadado y creo suponer que Aphrodite todavía no está listo; Shaka espera a que todos estemos sentados para desayunar.

Por fin baja Aioria con Shura y Aphrodite y en cuanto se sientan comienzo a hablar:

-Bien, hoy es el día esperado por todos. Quiero que den su mayor esfuerzo para poder ganar...

-Disculpe, joven Aioros... -es Tulio, quien ha entrado repentinamente. Asiento y el mayordomo me entrega un sobre blanco. –Han dejado esto en el buzón. Como verá, no tiene remitente y me gustaría que se lo entregara a la persona correspondiente...

-Gracias, Tulio.

El mayordomo me entrega el sobre y lo abro cuidadosamente. Puedo ver que se trata de una fotografía y... ¿Qué es esto? ¿Milo y una chica recostados? ¿Qué significa esto? Me volteo a los demás con la fotografía entre mis dedos. Intento hablar, pero las palabras no me salen. Saga empieza a desesperarse, por lo que pregunta:

­-¿Qué pasa, Aioros? ¿Qué tiene ese sobre?

-Yo... -Balbuceo, pero Shura me la arrebata de las manos para verla y... se queda en el mismo estado que yo. El gemelo mayor se levanta del asiento junto con Camus y... los ojos casi se salen de sus órbitas. Camus observa la fotografía y se la avienta a Milo totalmente furioso.

-¡¿Se puede saber qué estás haciendo ahí, Milo?!

-No sé de qué me hablas, Camy... -el pobre Milo no sabe de qué está hablando, por lo que observa la foto y vuelve a mirar a Camus. –No sé quién pudo haber hecho esto, Camy...

-¡¿Cómo que no sabes, Milo?! –grita exasperado el francés golpeando la mesa con las palmas de sus manos. El ambiente se ha vuelto tenso. Realmente no creo que Milo engañe a Camus, pero con el humor fúrico de su novio no podría hacer nada. Intento decir algo, pero Mu se adelanta:

-Calma, Camus. No creo que esa foto signifique algo... -toma el acetato y en cuanto lo ve, lo vuelve a dejar en la mesa para recargarse en su respaldo y cruzar los brazos. –Milo, creo que debes explicarnos esto...

-¡Ya les dije que no sé cómo sacaron esa foto!

-¿Así que no sabes cómo salió, eh? Pues espero que no estés involucrado con esa mujer... -Camus se lleva una mano a la cara, como si recordara algo. – ¡Oh, ya entiendo! –señala a Milo intensamente. – ¡Ella te habló y estuviste en su casa! Ahora dime, ¿Qué estuviste haciendo con ella?

-Pues... yo estuve en su casa porque ella me invitó y pues... hablamos y...

-Y una cosa lleva a la otra, ¿No? –Dite, no es prudente que hables de ello. El color carmesí se le sube al rostro de Camus y se voltea enfadado.

-Pues ya puedes olvidarte de nuestro noviazgo desde hoy, Milo...

-Camus... no te pongas así... yo no tuve nada que ver en esto... créeme, por favor. –Milo se arrodilla, pero Camus sale del comedor y cierra la puerta azotándola. No me creo lo que está pasando. Volteo a ver a Milo, pero parece que se ha quedado sin alma. Kanon, al notar el ambiente, se levanta y nos dice a todos:

-Esa fotografía debe ser falsa. Milo no pudo haber engañado a Camus...

-Sí. Él no haría una cosa así. –Lo defiende Aioria serio. Yo también lo creo así, pero esa foto parece muy realista. Vuelvo a intentar decir algo, pero Shura me toma del hombro y niega con la cabeza. Aldebarán permanece en su lugar y Shaka por fin habla:

-Pues una imagen dice más que mil palabras, chicos, ¿O no, Milo?

-¡Eso no es cierto, Shaka! –Salta Aioria enojado. Shaka levanta sus hombros sin hacer caso de lo que mi hermano dice.

-Ya déjenlo. Vamos a desayunar. –comenta Milo sin ganas sentándose en su silla. Resignados y algunos confundidos no dijimos nada, ¿Para qué? Es una situación difícil para nuestro compañero y, personalmente, no me atrevo a decir algo sobre el tema. El desayuno transcurre en silencio. Shaka no comenta nada y me alegro por un segundo de ello. Nos levantamos de la mesa y nos dirigimos al autobús que espera en la entrada.

Kanon y Aioria se sientan atrás con Milo y durante el camino no se comenta nada. Esta situación no me está gustando y temo que vaya a ser un impedimento que ganemos el concurso. Presiento que algo siniestro ocurra... Shura me toma del hombro y yo lo tranquilizo sonriéndole. Pero parece estar preocupado por mí. Rápidamente el autobús llega al sitio de la ceremonia y bajamos con cuidado. El auditorio ya está casi lleno y nos sentamos en la primera fila descubriendo que Camus está presente. Recorro con la mirada a los invitados y estudiantado, pero la detengo en una persona... la mujer que aparece en la fotografía... debe estar tramando algo, si no, no habría mandado la imagen.

-¡Buenos días a todos! Me complace su enorme visita a nuestro recinto... -la voz del Rector me saca de mi inspección y obliga a enderézame. –Quiero felicitar a los concursantes que hacen posible este encuentro y para ello, me permito presentarles a los jueces del Concurso Interuniversitario... -Shion hace una seña con la mano y cuatro personas salen en el escenario. –Cada juez representa su Universidad, pero esto no quiere decir que hayan favoritismos. Ahora necesito que pasen los representantes de cada equipo al estrado.

Es mi turno el levantarme. El público nos ovaciona y cuando estamos junto al rector, éste nos dice en voz muy baja:

-Preséntense y digan de qué universidad provienen...

Asiento y dejo que uno de los chicos hable. Se para frente a la tarima y bajo la amplificación del micrófono menciona:

-Mi nombre es Sorrento de Sirena, represento al grupo de los Generales Marina de Poseidón y pertenezco a la Universidad de Cabo Sunión... -los aplausos del público no se hacen esperar. Deja a otro chico presentarse y éste expresa:

-Soy Siegfried de Doble Alfa representando a los Dioses Guerreros de Odín y pertenezco a la Real Universidad de Asgard... -permite el paso a otro, pero no sé cómo debo nombrarme. Así que le pregunto a Shion, por lo que contesta sonriendo:

-Ustedes son los santos de oro de Atenea. Y como tal, eres Aioros de Sagitario. Sólo usa tu signo zodiacal.

-Gracias, Shion. –contesto más calmado. El chico que falta se presenta:

-Soy Radhamantys de Wyrven de los Espectro de Hades y represento la Universidad Nacional Alemana. –llega mi turno, me coloco en el estrado y tomo toda la seguridad que tengo:

-Mi nombre es Aioros de Sagitario, Santo de Oro de la Orden de Atenea y represento a la Universidad de Atenas. –bajo de la tarima algo nervioso y me coloco junto a los demás representantes. Todos mis compañeros me observan extrañados y Shion continúa con su discurso:

-Gracias, chicos... ahora explicaré el torneo. El Consejo Interuniversitario ha decidido que por el número de participantes, se les dará ventaja a los representantes de Odín y Poseidón. Después a Hades y por último a Atenea. La primera etapa consiste en la prueba de supervivencia que se efectuará en las ruinas griegas. El primer equipo que llegue completo a la meta se le dará cuatro puntos y bajará conforme el orden de llegada de los restantes. Esta prueba dará inicio dentro de cinco días. Les deseo suerte a todos...

Todos aplaudimos al ver al Rector salir del estrado. Poco a poco el público en general se levanta de sus asientos y bajo del escenario para sentarme junto a Milo. Éste parece ver a alguien y se levanta. Le detengo con el brazo preguntándole:

-¿Qué ocurre, Milo?

-Voy a hablar con Psique. No pudo haberme hecho esto. –responde serio. Me sorprende su mirada fría. Es como si quisiera matar a todo el que se cruza por su camino. Le suelto y camina a dónde está la chica llamada Psique. Creo que esto se va a complicar más de lo esperado...


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