CAP. 11: LA OPINIÓN DE MU Y EL VEREDICTO FINAL
*+* Kanon*+*
Estoy en la sala tratando de leer uno de los libros que Dohko me dejó como referencia al concurso. Pero no paso de comprender su significado. No pude dormir y en la mañana no quise desayunar para no ver los rostros tristes de los demás. Me siento distante del mundo que me rodea y no sé qué hacer con ese sentimiento que me oprime cada vez más. Sobre todo porque Sorrento está en la Universidad...
—Kanon...
A la llegada de Sorrento y el grupo de Cabo Sunión, mi mente ha estado concentrada en todos los recuerdos que viví en la Universidad. Sorrento siempre me gustó y por eso me alejé de él. La primera vez que lo vi, me hipnotizó con el sonido tan dulce que producía su flauta, como una sirena que acerca a los marinos con su voz. Desde ese momento, comencé a hablarle y nos hicimos buenos amigos, a pesar de que ambos estudiábamos. Y fue una tarde, al llegar a mi departamento que descubrí que me gustaba mucho y ya no lo podía contener. No sé si él sienta lo mismo por mí, pero no me quedé a averiguarlo. Simplemente no quise saber la respuesta. Si me rechazaba, seguramente no podría soportarlo y si la contestación era positiva... no sabría qué hacer...
—Kanon...
Pienso que toda mi vida estaba yendo de maravilla antes de encontrarme con Sorrento de nuevo. Cuando llegué a las Doce Casas, me sorprendí de mi propia inteligencia y de lo que podía lograr: ser el coordinador de los laboratorios de la Universidad gracias a que era un santo de Oro. Estar junto a mi hermano fue increíble después de tantos años. Bueno, no fueron muchos, pero yo, en lo personal, estaba más tranquilo. Poco tiempo después llegaron Milo y Aioria, de menos edad que yo y formamos una alianza casi irrompible. Pero ahora me sorprende la nueva actitud de Saga. Se ve más relajada. Es la primera vez que lo veo así, ¡Pero, claro! Mu debió ser buena influencia para él. Lo que no entiendo es cómo cambió... es más...
— ¡KANON! — ¿Ahora quién me llama? ¡Ah, pero si es Milo parado enfrente de mí! ¿Cómo no me di cuenta? Seguramente estaba tan absorto en mis pensamientos...
— ¿Qué quieres, bichito? –lo saludo. Milo se queda extrañado.
—Te he estado llamando desde hace un buen rato, ¿Estás bien?
—Sí, sólo pensaba en... —mi respuesta se quedó en el aire, ¿Qué hago? ¿Le digo a Milo lo que siento por Sorrento o...? Milo me da una palmada en la espalda y me sonríe, como si quisiera alentarme:
— ¿Sabes lo que necesitas? Relajarte y hablar con Mu. Él me ayudó en mi reconciliación con Camus y no es mal tipo... Verás que te ayudará para esclarecer tus dudas...
—Está bien. Iré a hablar con Mu ahora mismo.
Camino desganado por el pasillo hasta llegar a la biblioteca. Pero, ¿Qué le digo? ¿Cómo lo abordo? Sin más miramientos abro la puerta delicadamente y lo veo sentado leyendo. Carraspeo un poco y voltea asombrado. Una sonrisa aparece en sus labios y cierra el libro para volverse completamente a mí. Creo que sabe que quiero hablar con él y camina a la puerta que da al jardín. Después me hace una seña con la mano invitándome a pasar. Cuando los dos estamos afuera en una de las bancas sentados, me pregunta:
— ¿Y bien? Suelta todo, Kanon...
—Vengo a pedirte consejo por lo que estoy pasando, ¿Me escucharás?
-Soy todo oídos, amigo...
—Bueno –comienzo a ponerme nervioso. -, una persona ha vuelto a mi vida y todo se ha convertido en un desastre por su culpa...
— ¿Esa persona es muy importante para ti, Kanon? –me pregunta volteando a mí. Creo que tiene curiosidad por saber quién es.
—Sí, es de Cabo Sunión y uno de nuestros enemigos a derrotar. — ¡Ya, al grano! Si tengo que aclarar todo lo que me pasa debo ser directo. –Me alejé de él por miedo al rechazo y entré aquí para ver de lo era capaz, pero ahora es probable que vuelva con ellos y encarar la verdad. Creo que tengo miedo, Mu. Dime qué tengo que hacer...
—Veamos... —se pone en actitud pensativa, pero me contesta. –tienes miedo de que te rechace y huiste de él... estás dudando de lo que quieres porque las dos cosas son importantes para ti: estar en Las Doce Casas o con él... bueno, pienso que deberías hablar con él antes de tomar una decisión. Si dejas que los demás decidan por ti, no estarás contento con eso y probablemente te arrepientas. Piensa qué es lo que quieres con cuidado y sabrás la respuesta...
Me ha dejado helado. Hablar con Mu sí que es bueno. Aprovecharé para que me dé su opinión en cuanto a la decisión de Las Doce Casas:
—Hay algo más, Mu. En realidad no me quiero ir de Las Doce Casas, ¿Seré egoísta con eso?
—No, porque cada quien decide lo que es adecuado según sus intereses. Mira, el concurso sólo durará unas semanas y tú aquí llevas años. Tómalo como un reto para ti. Si piensas eso, no te será tan difícil tomar una decisión... Y despreocúpate de ello. Los rectores aún no han decidido el veredicto final y hasta que den su visto bueno, tienes que disfrutar lo que quede de tiempo con tus amigos y con todos...
—Pero, ¿Qué pasará si me quedo en el equipo de Cabo Sunión? –tengo que pensar en todo, ¿No? Mu me sonríe como él sabe hacerlo y me pone una mano en el hombro:
—Entonces, cuando todo esto termine, te estaremos esperando con los brazos abiertos...
—Gracias, Mu. Quería desahogarme con alguien y me alegro que lo haya hecho contigo. ¿Sabes? Deberías ser psicólogo en vez de pedagogo... —Mu se ríe y me uno a la acción. Él dice más animado:
—Lo tomaré en cuenta para mi próxima carrera a estudiar...
—En serio. Te ayudará más ya que lo estás ejerciendo. Ahora comprendo la nueva actitud de Saga. Lo has cambiado... —Mu se pone rojo y exclama:
— ¡Cómo crees eso! Saga es un tipo muy serio. Sólo le faltaba relajarse un poco.
— ¿Entonces le puedes decir que me deje competir en la mesa con Milo y Aioria? –vuelve a reír débilmente.
—No te prometo nada, pero no te extrañes que te consienta un poco...
—Bueno, ¿Qué dices? ¿Vamos a comer? –le invito levantándome y hace lo mismo sonriendo:
—Sí, debes tener mucha hambre ya que has recuperado tu habitual humor...
—Sí. –me sobo mi estómago y recuerdo algo más que debo decirle a Mu. –Siento tanto haberlos preocupado. No quería hacerlo, de verdad...
—Es comprensible, Kanon. Estabas mal y nosotros debíamos esperar a que te sintieras mejor...
—Gracias por todo, Mu.
Él asiente con la cabeza y los dos nos dirigimos al comedor donde todos nos esperan. Me siento como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Y es que en verdad me lo quité contándole todo a Mu. Es cierto lo que dije, debería ser psicólogo. Sólo que le quitaría pacientes a Saga. Ja, ja, espero que no cambie demasiado y se vuelva más maniático que sus pacientes.
En cuanto entramos al comedor, ya están todos sentados y reina el silencio en cuanto me ven. Parece que estaban platicando y en cuanto me vieron se callaron. Sonrío sentándome al lado de mi hermano y les digo animadamente:
-—Qué es todo esto? ¿Un velorio? Parece como si me hubiera muerto o algo por el estilo...
— ¿Estás bien, Kanon? –me pregunta Saga. Volteo a verlo y le digo:
— ¡Claro! Es como si hubiera despertado de una pesadilla.
— ¿En serio estás bien? –ahora es Aioria quien me pregunta. Pobre gatito, debió estar triste sin mi presencia.
—Pues... sólo tengo hambre, pero nada más... —vuelvo a ver la cara de todos y me levanto serio, me subo a la silla y pongo un pié en la mesa para exclamar. –Ja, ja, ja, ¡Pobres mortales! ¡Sin MI no pueden hacer nada! Sólo me pongo mal dos días y miren en lo que terminaron... —muevo la cabeza cerrando los ojos con las manos en la cintura. –No cabe la menor duda de que les hago falta por aquí, sino se MUEREN del aburrimiento...
—Me alegra tenerte de vuelta y no a tu fantasma, pero, ¿Piensas comer en esa pose o te vas a sentar como la gente decente? –Saga es un sujeto raro, pero me alegra que se anime. Todos los demás comienzan a reír y Milo me despeina sonriente la cabeza cuando me siento:
—Ya extrañaba toda esa pantomima, pero no te esfuerces demasiado.
—Está bien, —los sirvientes nos traen la comida y les pregunto a Aioria y Milo: — ¿Concurso de comida?
— ¡Sí! –exclaman con los cubiertos en cada mano. ¡Cielos! Ya extrañaba eso. Saga carraspea un poco y todas las miradas van hacia él. Sólo espero que no arruine nuestro concurso.
—Sólo por esta ocasión te voy a dejar hacer lo que quieres, ¿No, Camus, Aioros?
—Sólo esta vez, Aioria... —le dice Aioros mirando al gatito. Camus asiente con Milo y le dice:
—No se confíen. Sólo lo permitiremos por Kanon, ¿Eh, Milo? –comienzo a reír y les digo mi humilde opinión:
—Entonces, creo que mi nueva actitud depresiva la efectuaré más seguido...
Todo volvió a ser silencioso. ¿Qué dije ahora? Shaka se cubre la cara con su mano y Aphrodite roda su vista al techo. Death Mask pone una cara de enojado y Alde ríe nervioso mirando a los demás. Saga me mira fijamente como si quisiera matarme y sonríe. Un escalofrío recorre mi cuerpo. No me gusta para nada su sonrisa. Es como si me fuera a cortar en cachitos. Levanta un dedo y me señala con él:
—Si tú haces eso, ten por seguro que te atiborraré de pastillas antidepresivas para que recuperes tu humor, ¿Estamos?
—Está bien, está bien. Todo sea porque no enloquezcas, Saga.
Todo vuelve a la normalidad y a cada bocado, mis energías vuelven otra vez a mi cuerpo. Definitivamente haré lo que me dijo Mu, tomaré la mejor decisión en la que me sienta feliz. Más tarde hablaré con Sorrento y espero que todo salga bien. Mu y Saga me han dado la suficiente fuerza para cambiar mi propio destino...
*+*Shion*+*
Son las doce en punto y estamos esperando al Rector de la Universidad Nacional Alemana, mejor conocido como Hades. A mi lado está Dohko y mis colegas sentados en la sala de juntas. La noticia de Kanon ya se esparció por toda la universidad y están deseosos de saber el veredicto final. He estado leyendo con cuidado todos los registros de los miembros de las Doce Casas para esclarecer el asunto lo más pronto posible. También he pasado noches sin dormir estudiando las nuevas leyes y normas de las instalaciones para no romper alguna regla. Mu me ha pedido que haga todo lo posible para que Kanon siga con nosotros...
-¿Estás bien, Shion? Te noto muy preocupado. –Dohko me saca de mis pensamientos y le sonrío. No quiero angustiarlo. Suficiente intranquilidad tiene con Shiryu como para que le diga más. Suspiro profundamente y le contesto:
-Sí, sólo pensaba en Mu, es todo.
-Últimamente no has dormido, así que no te esfuerces demasiado, Shion...
-No lo haré.
Unos toquidos se oyen en la puerta y, a continuación pasa mi secretaria con los folders que le encargué para distribuir a todos las reglas del pasado concurso. Ella le da un folder a cada uno y me comunica:
-Rector Shion, el miembro de las Doce Casas y el Rector Hades ya llegaron, ¿Los hago pasar?
-Sí, por favor...
La joven se retira de la sala de juntas y al poco rato vuelve con Kanon y Hades. Nos levantamos en cuanto entran y le pido a Kanon que tome asiento. Hades hace lo propio y me doy cuenta de que trae con él a una chica de tez pálida y mirada lila. Su cabello es negro cayéndole en la espalda al igual que su vestido. En cuanto Hades se sienta, me levanto y comienzo la sesión:
-Buenas noches a todos. Los he citado en este sitio para discutir sobre el asunto que nos incumbe antes de empezar el concurso...
-Gracias, Shion, -me dice Hades desde su lugar. Parece que quiere tomar la palabra, así que le hago una seña con la mano y me siento para escucharlo. –Como acabo de llegar, quiero que de una vez quede en esta junta de emergencia conocer a los jueces del concurso interuniversitario... -carraspea y continúa. –Todos deben estar informados que cada universidad tendrá que elegir un juez y, a su vez, éstos deben ser imparciales con los miembros concursantes... bien, en esta ocasión, debo presentarles a mi juez: Pandora Heinstein...
La chica que habíamos visto anteriormente hace una inclinación con la cabeza desde su lugar y Hades se dirige a mí:
-Shion, ¿Cuál es tu juez en esta ocasión? –nos vemos de reojo y sonreímos cómplices. Tengo que hablar bien de mi docente estrella. No por nuestra linda carita, los mecenas de Atenas nos invitaron a estar en Grecia para encargarnos de la Universidad:
-Es Dohko Mei, profesor actual del cuarto campus y antiguo concursante del concurso. –se levanta Hilda y llama a una chica rubia de cabello esponjado y de una mirada tierna.
-Ella es mi juez en el concurso. Se llama Freya de Polaris... ¿Y cuál juez es tuyo, Julián? –el joven rector se levanta y hace pasar a una señorita de cabello rubio pero más largo que la antes citada Freya de Polaris. Una vez que está al lado de Julián, nos informa:
-Es Tetis Papadoupulus... es una sirena de Poseidón...
-Bueno, -continúo mi argumentación. –La situación por la que esperábamos a Hades...
-Díganme Arón, soy Arón Heinstein... -interrumpe Hades por fin revelando su nombre, ¿Será muy reservado Hades? ¿O será una coincidencia que Pandora tenga el mismo apellido que Hades? No lo creo... Carraspeo explicando la situación. Sólo espero que no me interrumpan más:
-Continúo... la razón por la que estamos reunidos es el puesto a concursar de Kanon Yannakos. El ser Marina de Poseidón o Santo de Atena... Ustedes decidirán a qué equipo pertenecerá...
-Bueno, a mí me gustaría saber los antecedentes del problema a discutir. –dijo Arón seriamente. Una vez que le explicamos que Kanon fue primero a la Universidad de Cabo Sunión y ahora está estudiando una diplomado aquí, suspiró fuertemente dando su veredicto. El gemelo ha permanecido en silencio con un rostro de angustia mirando a los demás. Creo que él es quien debería decidir. Eso debería ser lo mejor. Si tiene dos caminos, ¿Quién más que el protagonista principal para construir su propio destino?:
-Según las reglas del concurso, todos los participantes deberán concursar desde la universidad en la que están, ¿Estamos de acuerdo con eso? –todos asentimos y él continúa. –Y como el concursante está estudiando en la Universidad de Atenas, deberá ser un Santo de Atena... Además existe una cláusula: Cuando doce Santos de Oro de la Orden de Atenea se congreguen en este campus, se iniciará el Concurso Interuniversitario entre las Universidades de Cabo Sunión, La Nacional Alemana y La Real de Asgard... Kanon Yannakos es el doceavo Santo de Oro y como tal, debe permanecer en el equipo de Atenea...
Todos asentimos sabiendo que eso debe ser lo correcto, pero Julián parece que no está conforme con la situación. Y creo que su juez tampoco. Espero que no haya sanciones por favoritismo dentro del concurso. Julián se levanta de su asiento y exclama molesto:
-¡Eso no es justo, señores! ¡Kanon Yannakos debe estar en el equipo de Poseidón!
-Haz favor de sentarte, Julián... -ordena Hilda y le espeta. –todos conocemos las reglas, ¿No es así? Entonces, hay que quedar conformes con la decisión tomada unánime de este consejo, ¿Entendemos, Julián? –el rector de Cabo Sunión se sienta y cruza los brazos enojado. Pero la Juez Tetis objeta algo:
-Creo que debemos reconsiderar la decisión tomada. Sabemos que debe ser unánime y en esta ocasión no lo es...
-¿Por qué no sometemos la decisión por medio de una votación? Creo eso sería más imparcial. Además, estamos en Grecia, cuna de la democracia. –opina Freya tratando de apaciguar los ánimos. Dohko contribuye a la opción:
-Claro. Así no habrá favoritismos de por medio. El que decida que Kanon esté en Atenas, deberá poner en el papelito la palabra "Santo" y él decida que participe bajo el nombre de Poseidón, "Marina", ¿Están todos de acuerdo?
Todos asentimos y, a continuación le pido a mi secretaria que traiga un jarrón y diversos papeles cortados. Una vez que todo está listo, escribimos el dictamen. Yo, por supuesto, escribo la palabra "Santo" en mi papel y lo echo en el jarrón. Observo a Kanon y su rostro está más preocupado que antes. ¡Pobre chico! Parece que ha perdido todo color y ánimos. Espero que se cumpla la voluntad de los dioses al decidir de esta manera.
Ya cuando todos echaron sus papelitos, le pido a mi secretaria que cuente el número de votos, por lo que toma la vasija y mete su mano para sacar uno de ellos. Lo extiende y dice claramente:
-"Santo"... "Marina"... "Santo"... "Santo"... "Santo"... "Marina"... "Santo"... "Marina"... al final, ha resultado bajo cinco votos para Santo y tres de Marina que Kanon Yannakos sea uno de Doce Santos de Oro de la Orden de Atenea...
Todos aplaudimos ante el veredicto final. Le hago una seña al gemelo para que se acerque y le animo que todo estará bien. Simplemente, Kanon no se lo puede creer. No ha cambiado la expresión de su rostro a pesar de la decisión estipulada. Creo que está en shock, así que lo sacudo y lo abrazo fuertemente:
-¡Kanon, te quedas en Las Doce Casas! ¿No estás contento? ¡Kanon! –le intento animar, pero parece no reaccionar. Creo que la impresión lo dejó así y por eso no responde. Dohko se acerca y le toma del hombro. Es así como lo hace reaccionar. Después de la junta, lo llevo a Las Doce Casas. Y al llegar, descubro que las luces están prendidas.
Entramos al recibidor y Tulio nos recibe los abrigos. Nos dirigimos a la sala y al entrar, todos los Santos se callan inmediatamente. Mu se levanta y corre a mí, preocupado:
-¿Qué ocurrió, Otosan? ¿Kanon va a pertenecer al equipo de Poseidón?
Inesperadamente, Kanon empieza a temblar, levanta su cara, alza sus brazos y grita con una emoción contenida lanzándose a sus compañeros:
-¡Me quedo! ¡No cambiaría nada por Las Doce Casas!
Todos los chicos exclaman en un solo grito el nombre del gemelo quedándome pasmado, ¿Qué ha pasado con su seriedad? ¿Ha desaparecido? ¿Qué está...? Dohko me toma el hombro y sonríe para mí. Es inevitable no hacerlo y le correspondo abrazándolo. Es entonces que me dice:
-¿Para qué te preocupaste tanto, Shion? Si el consejo hubiera decidido que Kanon se fuera con el equipo de Julián, yo hubiera dicho que le preguntaran a Kanon al respecto...
-Dohko... -lo miro intensamente y sonrío más. –Gracias por todo...
-Pero ahora ya no somos más colegas, ¿Recuerdas? He sido aprobado como juez. Lamentablemente, ya no podré ayudar a Kanon con su tutela.
-No creo que eso importe ahora, ¿O sí? Ahora tiene a once amigos que le ayudarán con su preparación.
Me dirijo a todos, quienes se han abalanzado al gemelo y carraspeo un poco.
-Bueno, mi tarea termina aquí. Es hora de que ustedes le echen ganas al concurso para llevarnos el título...
-Una pregunta, Shion. –es Saga el que habla. Yo asiento y continúa. – ¿Quién ha ganado el último título en el concurso pasado?
Dohko y yo nos volteamos a ver y sonreímos al sentir esa agradable miel de victoria. Lentamente echo mi cabello hacia atrás, como hacía antes cuando era un estudiante y que Dohko ha de recordar muy bien, y les digo:
-La Orden de los Santos de Atenea...
-¿O sea, quién? –pregunta Milo confundido.
-Nosotros... en especial, Dohko y yo. –todos se quedan sorprendidos y Mu me pregunta emocionado:
-¿Tú? Pero, Otosan... eso pasó hace...
-Hace mucho tiempo en la antigua "Guerra Santa", hijo...
-No lo sabía...
-La vida da muchas sorpresas, Mu... así que todos tienen que esforzarse para traerle a Atenea una vez más la victoria...
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