Capítulo dos

Ccllam se concentró en aquellos datos que eran descargados en su mente; nombres, direcciones, rutinas, fotos y una variedad de exámenes médicos. Los observó con cuidado, fijándose con atención en cada minúsculo detalle.

- ¿La descarga ha sido exitosa?

Aquella pregunta hizo que elevara los ojos hacia el frente. Tutiro lo miraba con una expresión de ligera curiosidad. O mejor dicho aparentaba ser eso.

-Lo ha sido-respondió-Tengo todo lo que necesito.

Su superior asintió con un gesto vago.

-Bien. Excelente. Entonces es hora de que comience tu prueba. Te deseo lo mejor y es lo que espero. Tu creación obtuvo un 100/100 eso es prometedor. Podrías llegar a ser uno de los mejores.

Cclamm musitó un sí que se perdió entre los sonidos electrónicos e industriales de esa zona de El Taller.

Sus pasos resonaron en las placas de aluminio. El reflejo de su recién fabricada anatomía lo acompañó en la refracción de aquellas sólidas paredes. El pasillo era largo y silencioso; si no se tenían en cuenta los gemidos quedos que llegaban desde los pisos inferiores.

Aquellos ruegos no le causaban nada. No sentía nada, solo obedecía órdenes.

Después de unos largos minutos llegó a la puerta. Los escàneres arriba y a los lados de la entrada resonaron con pitidos agudos y constantes. Luego el aire de la calle llenó sus pulmones.

Cuando dio un paso hacia el exterior pensó en que sucedería si los habitantes de la tierra lo pudieran ver allí de pie, a la luz de un nuevo día. Se horrorizarían y se sorprenderían a partes iguales. Buscarían ayuda.

Pero nadie podía ver a Ccllam, ni tampoco a sus compañeros, ni a los talleres que se erigían en cada gran ciudad humana.

Sin querer perder más tiempo del necesario Ccllam pulsó el botón azul en la pulsera adherida a su muñeca; desmaterialización: azul, materialización verde. Activado con su cuerpo y luego con su mente.

Ella era muy joven y se reía mucho. Su risa hizo que sonriera y ese simple gesto alertó al sistema. Ccllam ni siquiera supo porque reacciono así, solo lo hizo.

-Agente de búsqueda 2002. Preséntese al sector cinco de el Taller al terminar su jornada de trabajo.

Si fuera humano insultaría al operador y también a sus jefes. Los residuos que flotaban en su mente le mostraban eso. Seguramente eran los responsables de aquella sonrisa que haría que tuvieran que calibrarlo. 100/100 y necesita recalibraje.

-Me presentaré al concluir. Agradezco el aviso.

En realidad Ccllam no sentía gratitud, esas palabras no significaban nada pero por alguna razón estaban dentro de su programación. Tan vacías como el " te deseo lo mejor" de Tituro. Ellos no deseaban.

Su mirada volvió hacia la joven que caminaba despreocupadamente por la acera mientras hablaba por su teléfono celular con alguien. Ccllam hizo una breve inspección: era una amiga de la escuela.

Con paso decidido cruzó la calle en su dirección.

La chica de cabello rubio se llama Meg y sería la primera pieza. El contenido de su programa mental acentuaba la importancia y relevancia de la pieza inicial; después de ella todo cuadraría a la perfección. Pero para eso la extracción debía ser óptima.

Solo sería un empujón. Así lo había decidido. Según Ccllam una muerte imprevista y rápida era la mejor forma de obtener materia prima no adulterada por el miedo y la comprensión. Ella quizás lo vería por una fracción de segundo ( en su última exhalación); su gran cuerpo de tres metros cubierto por una túnica larga, sus ojos mecánicos y completamente faltos de la chispa de la vida, su decisión, y luego todo acabaría; un final que engendraría un principio.

Los autos surcaban la avenida a alta velocidad, era la hora pico. Ccllam rodeó a Meg con una lentitud programada. Cuando el semáforo se pusiera en rojo y los autos se dispararan hacia el frente con la confianza vana que dan las reglas de sociedad, sería su momento de actuar.

Tres, dos, uno...

Sus manos apresaron los hombros de la joven; el impulso decisivo estaba en acción, las milésimas vibraban en el aire con una resonancia parecida a una canción, una marcha fúnebre.

- ¡No!

El grito brotó del interior de Ccllam. La perfecta sucesión de actos fue interrumpida y Meg solo tropezó con el cordón y deslizándose con rapidez hacia atrás, en un impulso de supervivencia, salvó su vida.

- Agente de búsqueda 2002. Preséntese al sector cinco de El Taller....

Estaba en un gran lío. Y ni siquiera podía sentir preocupación ni pena. Aunque sí se hacia una pregunta.

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