CAPITULO 9: Mi domingo.

Toda la mañana del domingo había estado intentando arreglar el bendito grifo de la cocina, ya no está el señor Rafael o el abuelo para estas cosas. No sabía a quién molestar, y mi padre se había ido con mi hermana hacer compras hace unas horas. Estaba empapada. Literalmente me estaba bañando en la cocina. La única forma de arreglar esto era llamar a un plomero pero no conocía a nadie. Mientras vivíamos en casa del abuelo, él se encargaba de eso, no hacía falta un profesional.

El timbre sonó. Me exprimí mi camisa. Corrí para abrir, esperando que fuera mi hermana y mi papá, o tal vez Héctor que me había dicho que pasaría por aquí unas horas. Pero me llevé una sorpresa cuando a la que ví fue a una chica de ojos verdes parada en el pórtico. Ileana llegaba puesto un quimono amarillo con una top blanca.

—¿Pasó un tsunami por aquí? —preguntó, su rostro parecía confundido. Yo también estaría confundida si viera a una chica por ahí, toda mojada, paseando por la sala de su casa.

Yo llevaba puesta una camisa negra y un pantalón grande de dormir. Es lo que acostumbro para los sábados. Nunca salgo, a menos que sea al hospital con mamá, pero eso ya no se puede. Nueva realidad, Leah.

—El grifo de la cocina. —expliqué, mientras exprimía mi camisa un poco.
Ella entró sin más. Comenzó a marcar en su celular, sonriéndome.

—Ayuda.—decía por celular. Alguien le contestaba por el otro lado—. Sí, él mismo problema de siempre. —hizo una pausa. Continuó—. Sí, te esperó.—colgó—. Llamé a Santiago. Él solía arreglar el grifo de esta casa, es algo con el tubo.—decía mientras se sentaba—. ¿Ya comiste?

—Algo. —respondí—. Hace unas horas desayuné.

—Es casi medio día. —dice asombrada—. Bueno... yo traje comida china.

No había notado que tenía una bolsa en sus manos hasta que comenzó a alzarlas emocionada por lo que pretendía ser una buena idea. El timbre volvió a sonar por segunda vez en el día. No tenía tiempo para descubrir que había traído para comer.

—¡Hey! Leah. —dice el chico al instante que abro la puerta—. Sabía que nos veríamos, pero... —me observó de pies a cabezas—. No mojada. —Alzó una ceja, luego sonriendo pasó dentro de la casa.

—Sí, bueno. —contesté nerviosa cerrando la puerta.

—No te preocupes, le dije a la dueña de la casa que debía cambiar el tubo, pero nunca le hacen caso a los jóvenes. —dijo yendo a la cocina. Me recogí el cabello en una coleta, Ileana estaba comiendo en la mesa de la sala.

—No te preocupes. —dijo con la boca casi llena de fideos—. Él sabe de esas cosas.

—No me queda de otra. –susurré para mí. No podía ponerse peor—. Iré a ponerme algo más seco.

Los dos asintieron.
Media hora después bajé con algo seco puesto. Resulta que el plan de Ileana era comer en mi casa y el acontecimiento de la mañana la ayudó en mucho. Santiago estaba con nosotras viendo la televisión, ellos dos se habían instalado, miraban un programa sobre competencia. Santiago admitió que la casa siempre le había interesado. Es muy antigua.

—Ileana me ha dicho que tu mamá falleció hace poco.—soltó Santiago luego de que terminó el programa—. ¿Cómo pasó?—preguntó con serenidad.

—Estuvo en coma por cinco años. —respondí viendo mis uñas y escarbando en ellas.

—Lo siento mucho, Leah. —dijo con una mirada de compasión.

—Gracias... supongo. —contesté. Mi celular sonó—. Discúlpenme. –dije levantándome del sofá. Gracias a Dios tenía una excusa para no seguir hablando de aquel tema. Era una video llamada de Héctor. Contesté en la cocina, la cual gracias a Santiago había dejado de estar inundándose por mi culpa.

—Hola, muglee. —Héctor agitaba una varita hacia la pantalla.

—Hola.—sonreí. Tenía el cabello desordenado—. Sabes que literalmente, tú también eres un simple mortal ¿Verdad?

Giró los ojos. Fingió estar ofendido.

—A veces eres una rompe sueños.  —soltó la varita y sostuvo el celular más cerca de su rostro, podía ver las pecas en su cara.

—¿Cómo es que no estas aquí? —Pregunté—. Ayer en la noche me dijiste que vendrías.

—Bueno. —suspiró—. Lo sé. Creí que Gael estaría hoy ayudando a papá, pero tuvo que ir a testificar. —se excusó. Su explicación logró tranquilizar mi enojo, no sabía que Gael era importante para el caso de su papá—. Pero Ileana debe estar ahí ahora ¿Por qué no me dijiste que vivía cerca? No gires los ojos. Bueno fue una buena idea, así se conocen más, hasta mejores amigas y todo eso. Le caes bien.

—No envíes reemplazo, si no vienes avísame. —refuté.

—No tenía opción. —alzó sus hombros—. No quería dejarte sola en esa casa con tu papá, por cierto ¿No está? ¿Y a dónde fue?—arrugó su frente.

—Salió con Dina en la mañana por compras.

—Bueno, al menos no pasarás el domingo viendo una película de comedia aburrida. —comentó mientras tiraba de algo que parecía una cadena de perro—. Al menos no sola.

—Claro que no, lo que veo es muy bueno.

—Lo que ves es muy malo. —aseguró lanzándome una mirada de a mí no me magañas. Cuando tiró más fuerte de alguna cosa que tenía cerca, esto ladró—. Quieto August.—le decía.

Era un perro. Un golden retriever específicamente.

—¿Tienes un perro? —dudé, Héctor jamás había tenido una mascota, él sufría de asma de pequeño, por eso jamás ha tenido una.

—Es de Gael, su tía lo trajo, dice que su marido es alérgico. ¿Quién puede botar a esta cosita? —dijo poniendo voz de bebé y acercándolo a la pantalla. El perro ladró y lamió su cara.

—¿Por qué el perro se llama August? —pregunté ingenuamente, pero sabía a qué iba todo.

—Bueno... eso está en discusión. Se llama Bumbo, pero tiene cara del director de Hogwarts. —lo acariciaba. Yo reí. Mi amigo y sus cosas. El perro lo lamía por toda la cara—. Chao, Ly. Tengo que llevarlo a pasear. Despídete de August, y pásala bien, por mí.

—Hasta luego, August Bumbo. –me despedí con voz de bebé.

Cuando Regresé a la sala habían apagado el televisor. Estaban limpiando los platos que utilizaron para la comida China.

—¿Era tu novio? —preguntó Santiago mientras regresaba al sofá.

—No, mi mejor amigo.

—Héctor, de quien te hablé. —comentó Ileana sentándose en el suelo.

—Ah, el chico que te gusta. —dijo Santiago a Ileana. Ileana se sonrojó, yo me asombré con el nuevo dato.

—No me gusta, dije que era alguien lindo, nada más. —Ileana golpeó con su puño el muslo izquierdo de Santiago, él saltó.

—Déjenme ver si comprendo. —se acomodó en el sofá—. ¿A ustedes dos le gusta el mismo chico? Si es así, su amistad desde ya empieza mal. —negó sonriendo.

Le divertía su invención de historia. Muy lejos de la verdad.

—Claro que no, a mi no me gusta. —chilló Ileana.

—A mí tampoco, es como mi hermano. —aseguré.

—Bueno, si es así. —dijo acercándose mucho—. ¿Irías conmigo al cine?

—¿Es en serio? —Ileana se burlaba—. ¿Así invitas a una chica a salir? Creí que eras más creativo. —ella estaba riéndose—. No sirve que chantajees. Como si ella deba probarte algo. Tonto.

—Arruinaste el momento, Anne. –dijo Santiago a Ileana.

—Sí, es incómodo ¿verdad? —parecía que se estaba desquitando—. Espera que diga que sí, para que asegure el punto.

—Bueno, ella no ha respondido.—dijo agachando la mirada—. La próxima lo haré con más credibilidad.—me guiñó.

Con estos dos, no sé cuando bromean o dicen algo en serio.

A la una y media de la tarde papá y Dina llegan con el almuerzo. Yo había comido con Ileana y Santiago, así que no tenía espacio para más en mi estómago. Comenzaron a conversar con mi padre sobre la casa y del problema de la tubería que tiene muy seguido la casa. Ileana y Santiago se fueron a las dos de la tarde. A las seis Dina preparaba la cena, yo la ayudaba con el bistec de carne, al terminar quise llamar al abuelo. No contestó.

A las Diez de la noche, luego de mi última llamada con Héctor, recibí un correo del abuelo.

De: Darío2018@outlook. Com
Para:[email protected]
Archivo adjunto:(una foto con mis viejos compañeros)
Querida nieta, Ly. Fíjate que hoy pude utilizar por fin el bendito ordenador. Mis amigos me enseñaron. Quería llamarte, en serio.
Pero eres una adolescente y como tal no debes estar mucho tiempo en casa, lo que es normal, y si no es así, pues...¡Deberías salir, niña!
Hoy fuimos a nadar, nos lanzamos al mar, rentamos una lancha. Fue divertido. Pero las extraño, en serio. En especial tu menú de bistec de carne con patatas. Puedo adivinar que es lo que hoy (domingo) hiciste.
Dale un beso enorme a la refunfuñona de Dina, que extraño tanto, sobre todo su completa vida ordenada. Esa niña, debería enseñarles eso a algunos por aquí.
Te adjunto una fotografía del maravilloso día.
Con amor,
tu abuelo que tanto las quiere.

Me encantó leer aquel correo, el abuelo era de pocas palabras al igual que yo. Él me comprendía, tanto como yo a él. Debía aceptar que mi abuelo ya está siendo feliz, tal y como deseamos que fuera. Estoy feliz, por él.

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Hola, sé que es un cap. Corto, pero subiré otro tan pronto como llegue a mil visitas esta historia.
No olviden darle su voto, me ayudan con eso.
L.Q. ❤️❤️❤️❤️
Le mando un saludo a Drackaria_Storms-111 💗💗💗
Denle su apoyo a esta historia.

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