CAPITULO 30: Razón y Sensatez

—¡¿Te has vuelto loca?! —exclamó pasmado. Como si lo que acababa de confesarle hubiera sido la cosa más terrible—Ileana es como tú, ¡Dios! solo... es amiga.

Fruncí mi entrecejo, estaba al borde de sonreír. Pero sería descabellado hacerlo cuando Héctor está a punto de darse cuenta que se engañaba.

—Disculpa, pero no creo que ese accidente, sea...

—No. —me calló. Estaba pensando. Se levantó de mi cama y caminó de un lugar a otro, mientras se mordía el pulgar y me miraba, cada tres segundos, al borde de una pregunta que no concluía. —...¿Por qué...?...¿Cómo...?...¿Yo no...?... ¿Eso es ilógico?

No pude más y me reí. Solté con fuerza una gran carcajada, que amortigüe con mis manos antes de levantar a medio vecindario. Héctor parecía ofendido de mi reacción.

—Estas siendo exagerado. —le susurré. —No tiene nada de malo que te...

—He estado enamorado de Jade por muchos años. ¡Años!—enfatizó—Sabes muy bien eso, es imposible que me termine gustando Ileana, ella no es mi clase de chica. —confesó—Bueno... no es que antes de Jade tuviera un tipo, pero ella es el único tipo de chica que me ha gustado, claro después de ti.

Me quedé atónita con lo último que dijo, y no parecía notar lo que me había dicho, no se había inmutado con tal declaración. ¿Así, nada más?

—¿Yo te gustaba? —pregunté sin poder creerlo.

—Sí, ¿Lo sabías, no? —dijo, pero aún estaba perdido en sus pensamientos sobre Ileana y Jade, caminando y mordiendo su pulgar.

—¿Por qué crees que es imposible? Ileana es muy dulce. —comenté, intentando omitir el otro tema pendiente.

—Ileana no es Jade.—volvió a sentarse a mi lado. —Y Jade siempre me ha gustado, creí que sería así para siempre.

—Héctor, los sentimientos cambian.—le informé—anda enterándote de eso.

—¡Lo sé! ¿Crees que no? Pero Ileana..., ella no debería gustarme. ¿Ahora como se supone que actúe frente a ella, cuando acabo de darme cuenta de esto? Se supone que los amigos no deben gustarse, eso lo daña y tengo una relación de amistad con ella a la par contigo, que no me gustaría terminar.

—¿Por qué crees que lo dañaría? Ella también gusta de ti. Es correspondido y ahí no hay nada de fracaso, sólo arriesgarse y ya. Ustedes son idénticos en todo, incluso ella soporta tus malos chistes a ratos muy largos. —bromeé.

—Pero estoy con Jade, ella me gusta de todas formas. Aunque ya no sé en qué magnitud esté lo que siento por ella, y no sé si se deba por esta tonta confusión.—metió sus dedos en su rizado cabello negro, estaba muy frustrado.

Toqué su hombro para consolarlo. No sé si deba hacerlo o no pero, parecía al borde de las lágrimas, era una opción.

—Lo sabrás.

—¿Y tú? —soltó. Pestañeé confundida. —¿Tú y Gael? —me miraba fijamente, sus malditos ojos negros me escarbaban.

—Te iba a...

—No me molesta, Ly. —puso los ojos en blanco y sonrió. Luego se acostó con su torso mitad en la cama y los pies en el suelo, tiró de mi mano hacia él y me acomodé igual. Mirábamos el techo, el uno a lado del otro—Llegué a pensar que nunca te enamorarías, que morirías vieja con cien gatos y veinte perros.

Nos reímos. Por un momento lo pensé, no era un mal plan, él llegaría con fundas de comida para animales y me ayudaría a alimentarlos mientras voy por la casa a paso lento, llevándole galletas de chocolate a sus nietos que me acogieron como su tía abuela.

—¿Una solterona? —reí, poniendo mis manos en mi estómago.

—No sé, no creía que Leah, la que visitaba a su mamá, dejaría tiempo para alguien más que solo ellas dos.—confesó—Pero mírate, tu corazón si ha sido grande.

Golpeé una de sus costillas con mi codo. —Claro que me he enamorado. —confesé—giré mi rostro hacia él y lo descubrí viéndome . Sus pecas y cejas siempre me habían encantado, en especial sus ojos. —También me gustabas.

No dije más, y el no dijo nada. Nos miramos por un minuto, sin la mínima incomodidad. No hacía falta preguntarnos qué pensábamos. Lo sabíamos bien. Sabíamos que lo nuestro jamás funcionaría Aunque lo intentáramos, sólo nos gustábamos porque vivíamos el uno a lado del otro, por eso me dejó de gustar, por eso él terminó enamorado de Jade. Solo estábamos pasando esa etapa de ver quien sentía más por él otro y los dos ganábamos, porque nos queremos tanto, así. Solo como amigos.

—Tenerte como mi mejor amiga, es lo mejor de mi vida. —soltó. Sonrió.

—Opino igual. No imaginaria una vida sin ti a mi lado.—admití. sonreí arrugando mi nariz y enarcando las cejas—Sería una vida aburrida.

Al despertar en la mañana, Héctor ya no estaba. Al parecer había hecho lo de costumbre, salir antes de que amanezca para su casa. Le ha de ver costado, porque ahora ya no vivimos a dos cuadras, sino a una hora.
Estiré el cuerpo en mi cama y luego fui a hacer lo mío; cepillarme los dientes, peinar mi cabello y vestirme para el colegio. Bajé a desayunar a las seis y media, papá estaba en la mesa con un libro de finanzas y mi hermana en la cocina.

—Buenos días. —saludé, sentándome frente a papá y viendo a mi hermana traer unas tostadas con mantequilla y chocolate para mí.

—¿Te llevo a clases? —preguntó papá bajo los lentes de lectura.

—Sí tienes tiempo.—respondí—No quiero molestar. —le di un mordisco a mi tostada.

—No hay problema, voy por mi saco. —agregó, caminó hacia su habitación.

—Está de buen humor. —susurró mi hermana divertida.

—Lo sé, se parece a ti cuando lo está. Quieren siempre hacer sentir bien al resto y contagiarles su humor. —negué sonriendo. Mi hermana alzó sus hombros y sonrió.

Tres minutos después, papá y yo estábamos en su auto rumbo a la escuela. Había encendido la radio y yo dibujaba líneas en mi cuaderno. Escribí Gael, sin siquiera fijarme, entonces sonreí. Era extraño todo esto que pasaba, hace unos meses lo conocí, y ahora había tomado mi vida como suya, lo quería. Me empezaba a descubrir enamorada, un constante dolor en la barriga, como te lo explican todos o lo vez en las películas, pero real y lo sentía yo. Sentía todo esto por primera vez.

—¿Te pasó algo bueno esta mañana? —soltó mi padre, tomándome desprevenida. —Sonríes... este..., lo pregunto por eso.

—No lo sé, yo... Creo que están pasando cosas buenas en mi vida. —me encogí tímida.

—¿Estás enamorada?—preguntó—Sé que yo no debería, pero... ¿Es por Héctor?

—No. —sonreí—Pero el siempre ha sido una de las razones por las que sonrió.

👣👣👣

Ya debía marcharme, pero mi hermana se había empecinado a esto. Diez vestidos se había probado desde que pisamos este local y ninguno le parecía el indicado. Comenzaba a aburrirme estar aquí, soy un poco impaciente y también porque había quedado en recoger algunas cosas del abuelo en su casa para la fiesta. Sí, la fiesta. Dina oficialmente se comprometería con Jason, nos habíamos esforzado mucho en organizar todo, Mirella había ayudado. Papá hizo que cambiara muchas de mis pensamientos cuando me enteré de algo qué tal vez no debía. No era algo que debiera oír, pero lo hice:

—Por mí ustedes tienen el completo consentimiento. Sé que Nancy querría esto y no debería opinar lo contrario. Además, —dijo papá—Jason. Tú eres mucho más de lo que yo haya podido pedir para mí hija, quien se lo merece todo.

Todas sus palabras sonaban anhelantes, parecían frágil y emotivas, sabía a que se debía todo, sabía que esto era el final de un nuevo comienzo, para ella y Jason. Y parecía notar que se perdió muchos momentos con ella. Me quedé frente al televisor encuchando la conversación importante de aquella noche especial.

—Papá, yo quiero tener el consentimiento de todos, sin faltar tú. A pesar de muchas cosas siempre te he respetado y he deseado lo que tenemos ahora, aún sin mamá aquí, que me hace mucha falta, demasiada, es mi deseo saber que estás feliz por esto. Y quiero darte las gracias por todo lo que has hecho por mí, sobre todo lo que nunca me dijiste que hacías por nosotras, esas cosas que ahora sé muy bien.

Papá lució perplejo y miró dudoso a Jason quien con su seriedad acostumbrada dejó que continuara mi hermana y yo prestaba más atención que nunca a lo que vendría, sabía que me enteraría de algo que jamás pensaba sucedía, pero esto era algo que no podría haber imaginado.

—Sé que siempre fuiste tú quien me ayudó en la escuela, con mis mensualidades y mi vestido de graduación. También ayudaste a mamá sin que nos enteremos, con los gastos del hospital. Y siempre supe que ibas sin que nadie lo supiera. Y sé sobre todo que amabas a mamá, de tu forma, esa que nunca comprenderé.—sonrió Dina—Fuiste tú todo el tiempo, y es por eso que nunca estuve en contra de vivir contigo, de aceptarte y dejarte entrar nuevamente en nuestras vidas, con Leah y yo.

—Nena yo... —sonaba quebrado.

¿Pero qué me ocultaban?

—No papá, en serio tengo mucho que agradecerte, solo espero que esto sea suficiente porque es lo poco que puedo darte. De corazón.

Estaba confundida ahora ¿papá nos ayudó? ¿Cómo? ¿Cuando? En los ojos de mi hermana surgía sinceridad y agradecimiento.

Desde aquel momento no he sabido cómo mirar a papá a los ojos. Todo este tiempo he creído que desapareció sin más. Y lo he tratado con tal desprecio que habían creado los secretos.

Mi hermana se enteró de todo por medio de Jason, quienes sus padres le confesaron que toda su ayuda era por parte de papá, ellos solo eran mediadores. Se conocían, pero fingían por nosotras. Cuatro meses antes de desconectar a mamá. Es ahí su repentino cambio por considerarlo en nuestras vidas nuevamente.

—¿Este? —frunció su frente—¿Qué te parece, cariño?

Dina me devolvió a la realidad cuando salió del mostrador con un vestido beige con cola de sirena. Giró para mí y en su espalda llevaba una malla que delineaba su espalda con un estampado transparente de flores. Estaba hermosa. Quiero decir que todos los que se había puesto eran geniales, pero con este sí podía imaginarla caminar hacia Jason y jurarse amor eterno.

—Simplemente bella. —respondió Mirella.

—¿En serio lo crees?—preguntó dudosa. —¿Es un poco... demasiado?

—Es perfecto para lo que harás, casarte con Jason.—dije—Perfecto para un sueño realizado.—guiñé mi ojo.

Al final era el indicado. La vendedora tomó sus medidas para hacer el ajuste indicado para que el vestido fuera Perfecto para el día. Solo tenía que retirarlo en unos días. Perfecto para la fecha de su boda.

Salimos de ahí, ella debía encontrarse con la mamá de Jason en una cafetería y yo no quería tomar café con leche en plena tarde de este sábado, así que mi hermana dejó que me retirara. Busque mi tarjeta del metro y luego subí rumbo a la casa del abuelo, quien luego se marchó con papá para retirar algunas cosas finales para la fiesta de mañana y yo solo tenía un deber, ir por su traje que se pondría, y una caja roja que me especificó no abrir.

Cuando llegué, entré con las llaves que el abuelo había dejado bajo la maceta de flores naranja que ya se habían marchitado. La casa no parecía haber sufrido algún daño vandálico, eso me aliviaba. Subí por las cosas. La habitación del abuelo estaba completamente ordenada, tal como Dina la había dejado antes de marcharnos, parecía que las noches que el abuelo pasó aquí durmió en la sala.

La caja roja de madera fue la primera cosa que encontré, estaba en el closed, bajo unas dos blancas de aspecto viejas. No era más grande que mis manos. Luego busqué el traje del abuelo, este era de un azul medianoche y una corbata del mismo color. Recogí todo en una bolsa de su habitación y comencé a bajar las escaleras. Pero antes de descender completamente un ruido me paró.

Con mi valentía inventada retrocedí y me di cuenta que la puerta de mi habitación estaba entreabierta. Mi mirada se dirigió a aquella lámpara de la bella durmiente que mamá me había dado por mi cumpleaños hace mucho. Entré, dejando el bolso en la puerta antes. Las dos camas estaban ahí, como siempre. Fui a por ella sin tocarla, me senté frente a la lámpara. En la cama pequeña. A su lado una caja de vidrio donde mi hermana guardaba los aretes la acompañaba. Ese fue el regalo de mamá también para mi hermanita.
<<Por poco te olvido mamá.>>pensé.
Sí. Era verdad. Creo que todo esto ha hecho que los pensamientos que me impulsan a ella se desvanezcan a veces. Todo lo nuevo que está pasando en mi vida. Y siento que estoy siendo mala por eso.

Un sonido me hace levantarme como reflejo. Giré mi rostro haciendo que la punta de mis cabellos golpeen mis mejillas. Asustada por quien fuera, mi corazón se acelera. Entonces algo tras la puerta se asoma.

Me ha sorprendido.

Gael sonríe y me mira desde los tres metros que nos separa.

—¿Te sorprendí? —sonrió divertido.

—¿Cuando llegaste?—pregunté caminado hacia él. Sonriendo también.

A esto me refiero cuando la olvido. Gael aparece y solo puedo pensar en una sola cosa a la vez. A veces ni siquiera consigo pensar, incluso mi alrededor se torna otro mundo.

—Dijiste que te recoja luego de que terminen mis prácticas. —sostuvo.

Sí. Él había ido a la escuela hoy, yo no. Me di libre por primera vez, jamás he faltado, pero mi hermana era una prioridad hoy y además había dejado el fútbol, hace una semana que lo había hecho ¿Por qué? Me había dando cuenta que jugar no era lo que realmente me hacía feliz, más bien era que hiciera cosas nuevas y hacer una sola cosa robaba toda mi vida.

Ahora estoy en el curso de teatro junto a Ileana y es fantástico. Cuando me gradué espero estudiar turismo. Sí, ya se lo que quiero. Por fin.

Envolví mis manos en su cuello. Olía a jabón y perfume. Llevaba puesto el uniforme de la escuela diaria. El mismo con el que lo vi por primera vez.

—¿Me extrañaste?—parecía intentar ser sexy.

—Demasiado.—contesté para su sorpresa.

Sonríe para mí y luego me planta un beso lleno de energía que alimentó cada pedacito de mi alma por segundos. Sus manos rodaron por mi cintura, enlazándolas en mi espalda para apretarme más hacia él.

—A veces me sorprende que seas tierna. —dijo con sus labios en los míos. Teníamos los ojos cerrados.

—Pues ya somos dos. —admití.

—Hablando de gestos tiernos. —soltó. Lo alejé un poco, pero no me solté de su cuello. Solo lo suficiente para verlo directamente a los ojos. —¿Qué harás mañana?

—¿Por qué? —hice un gesto de curiosidad—Después de lo de mi hermana, solo tengo pensado dormir hasta el siguiente día y esperar a que mi novio llame para darme las buenas noches.

—Qué pegadizo es ese tipo ¿A caso no puede dormir sin oír tu voz?

—Lo sé, pero yo tampoco puedo dormir sin que su voz sea lo último que oiga. —admití enarcando las cejas—Aunque últimamente ese tipo pasa más tiempo con una pelota que conmigo. —bromeé.

—Que idiota es ese tipo.

Entonces me besó. Nos sentamos en mi cama antigua de sábanas rosadas y nos besábamos. Suspiramos y nos besamos. Sus labios competían con los míos ¿Quien se deseaba más? ¿Desesperadamente? No lo sé, porque me perdí en la manera en que su lengua se perdía con la mía.

Hice algo que me sorprendió tanto como a él. Tomé su camisa de botones y comencé a desabotonarlos uno por uno.

—¿Ly...? —su rostro me tomó por sorpresa. Debía saber que quería más. Si me estaba equivocando, ahora no me importaba, antes tampoco. Lo había pensado mucho. Quería esto. —¿Estás... segura de esto?

Asentí. No lo hice dudando, afirmé con determinación terminando por fin con el último botón. Sentí como bajo mis manos el comenzaba a temblar ¿Estaba nervioso? Sí, seguramente. Porque yo, aunque determinada también temblaba junto a él.

Sus manos tiraron por encima mi vestido de seda rojo con flores negras, por mi cabeza, dejándome en un short y un sostén negro que no combinaba para nada con mis pantaletas. Yo quité su camisa y después fui por el cinturón.

—Sí no quieres... —lo callé con un beso. Podría hacer que me detuviera a pensarlo y a lamento de él, no podía hacerlo. Él hace que pierda todo rastro de sensatez.

Sus pantalones por fin cedieron y cayeron. Me tiré a la cama con él encima, respirando a la misma velocidad que nos permitía la excitación que compartíamos por el momento. Sus manos, con destreza dejaron a su merced mis senos descubiertos, y él se quitó su bóxer...

—Te quiero, Gael.

—Y yo...—tembló—como no tienes idea, Leah.

........

"Cuando las cosas parecen resultar bien cuídate." Decía mi abuela.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top