CAPITULO 28: Te quiero para siempre.
Ileana no dijo nada cuando Héctor se sentó junto a mí. Ella sonreía como gesto de saludo, parecía intentarlo con todas sus fuerzas, ocultar todo lo que sentía, lo que siente por el idiota de mí mejor amigo, pero lamentablemente ahí no habría solución. Héctor ama a Jade desde siempre y por fin lograba obtener esa atención que tanto pedía, aunque como estaban las cosas con Ileana podía pensar que lo lamentaba en cierta parte eso.
Héctor trajo donas de vainilla. Le sonreía de oreja a oreja y las repartía para las dos.
—¿No había de chocolate? Sabes que son nuestras favoritas —pregunté para hacer del ambiente menos tenso. Héctor saca de su bolsa dos más de chocolate.
—A veces olvido lo exigente que te pones con el chocolate. —contestó rodando sus ojos muy divertido.
—Gracias.... yo...Tengo que ir a la biblioteca. —dijo Ileana de un momento a otro. —Le dije a Pamela que la ayudaría a montar unos libros en la bodega. sabes Leah que no puedo quedar mal con ella porque quiero lograr ayudar en la ceremonia de graduación cuando termine todo, yo... ya sabes que es algo que quiero desde que empezamos las clases.
Pamela era una de las chicas del club de lectura, teatro y presidenta de la junta escolar. Una de sus buenas amigas, hace poco. Ileana había pasado casi dos semanas dentro de la biblioteca junto a ella, estaba todo el tiempo "ocupada", intentando no toparse con Héctor, logrando insistentemente permanecer con Pamela. Pero era complicado, yo era la complicación, soy amiga de ambos y eso era toparse, aunque ella no quisiera.
Ileana se alejó sin más. Sin esperar a que le preguntara por el libro que le había pedido.
—Me encontré con Jade. —dijo Gael mientras miraba a Ileana pasar por su lado saludándolo y marcharse, Jade venía con él, se sentaba junto a Héctor ignorando la escena de Ileana. Parecía tan feliz.
Gael Me miró gesticulando un <<¿Qué sucedió?>>, Solo alcé los hombros como respuesta ¿Qué podía hacer? Solo podía ver lo que pasaba, no podía cambiar el chip a Héctor y hacer que sienta algo por ella (aunque, dentro de mí, si pudiera lo hiciera).
Jade no notó lo que sucedía y me saludó emocionada. Preguntó por qué Ileana se había marchado. Le dije lo de Pamela y la biblioteca, no preguntó más. Héctor actuaba como si no notara, pero en realidad, como solo yo lo conozco, estaba fingiendo. Miraba el libro con un interés sobreactuado que podía notar.
—Las vacaciones se acercan. —comenzó a decir Jade. Gael se sentó junto a mí. —Tengo una casa en la playa y papá me dejó invitar amigos luego de la graduación—miró a Héctor quien leía con determinación un nuevo libro de portada azul. Me asombró el hecho de que no leyera a Potter. Jade lo codeó para que le prestara atención —¿Quieres ayudarme con esto?
Héctor me miró divertido. —Jade quiere hacer un viaje. Los cuatro. —enfatizó a las dos ultimas palabras. —No quiere creerme cuando le digo que no podríamos viajar lejos de la ciudad sin que mamá nos mate.
—Conocí a Manuela. —dijo despreocupada, recogiendo una mecha cerca de su oreja tras ella. Me asombre a cómo se refería a la señora Manuela. Miré a Gael perpleja, él sonrió. —No creo que se niegue si le digo que irá mi hermano mayor ¿Tú que opinas, Leah? —dijo viéndome, esperando una aprobación.
Miré a Héctor, luego a Gael.
—No sé. —dije. Tengo planes que no he concretado con Ileana, pensé. —La señora Manuela tal vez no le guste de todas formas.
—Podría pedirle a Mirella que fuera. —dijo como si fuera una buena idea. —Aunque mi hermano es un poco anticuado, le caería bien una dosis de tu hermana. —concluyó viendo a Héctor.
—No sé, deberíamos hablar directamente con la mujer que me engendró. —dijo Héctor cerrando el libro. —. Mamá es un hueso duro de roer ¿Verdad Gael?
Gael se asombró al ser nombrado por Héctor. No entendí el porqué, sin embargo me propuse a oír cada palabra de Jade al hablar. Ella es buena, dulce, simpática. Es tan transparente como Héctor.
—A Ileana le gustará ir, me había dicho hace dos semanas que pensaba ir con su primo, pero no había oportunidad, él trabaja y estudia todo el tiempo. —dije viendo a Gael tomar de mi refresco de fresa.
—Sí, Ileana sería la primera en subir al bus e irse con nosotros. —dijo Gael al terminarse mi refresco.
—Pero es solo en parejas. —dijo Jade. Se refirió a mi directamente. —Quiero decir, Mirella y Mi hermano irían solo para cuidarnos, pero Ileana no tiene con quien ir.
—Entonces yo tampoco tengo con quien ir. —le aseguré. Es verdad. A pesar de que pase ahora tanto tiempo con Gael, él y yo no somos nada ¿Verdad?Él está en lo suyo y yo en lo mío. Solo cuando es hora de marcharse a casa el está ahí, esperándome. En silencio.
—¿Pero tú y Gael no salen? —preguntó Jade con la mirada penetrante y el entrecejo fruncido. —Salen desde el inicio de clases ¿Verdad?
—Ileana sí tiene con quien ir. —interrumpió Gael quitándole importancia a lo que decía Jade... o yo. Héctor parecía prestar más atención a su primo. —Diego podría unirse, ellos dos se ven más seguido fuera de clases.
Eso era verdad, Ileana no lo comentaba, pero hablaban. Diego parecía decidió a acercarse a ella.
—Diego no querrá. —agregó rápidamente Jade. —Él... creo que me dijo que se iría a su casa de campo con sus padres.
—Es posible. —dije. —En las vacaciones, a veces Dina viajaba con ellos, mi abuelo le exigía que fuera cuando ella se rehusaba a ir. —recordé. —Por mamá.
—Al final terminaremos yendo los cuatro. —dijo emocionada. —. Y jugaremos volleyball en la arena. Sería un gran recuerdo.
Nadie dijo que iría, pero Jade parecía decidida a que así fuera. Eso parecía algo discordante con mi amistad con Ileana porque, aunque ella y Héctor no son novios, era un desafío para mí.
Al final de clases, como todos los días desde mi último beso con Gael, él me llevaba a casa. Los dos, porque Ileana se ocupa de la biblioteca y Héctor acompaña a Jade hasta su casa. Y como todas sus compañías, a veces hablaba y a veces no, como hoy. Parecía estar pensando, y cuando pensaba me gustaba ver; sus pómulos, su clavícula, sus labios, sus ojos. Cada milímetro lo veía tan meticulosamente para no olvidar por las noches cualquier diámetro en mi imaginación.
—¿Quieres ir a alguna parte? —preguntó tomándome por sorpresa. Creí que me había sorprendido viéndolo, pero el miraba fijamente la carretera.
—¿Dónde podríamos ir con uniforme? —dije alisando un poco mi falda. —Sabes que está prohibido ir por ahí con el uniforme.
—A las montañas. Como la anterior vez. —dijo viéndome, luego frenó estacionándose de sopetón.
Me miró. Lo miré. Parecía desesperado y algo serio. Como si necesitase decirme algo y era algo complicado descifrar qué sería, porque con Gael nada es fácil de comprender.
—De acuerdo. —dije luego de diez segundos. Arrancó.
Esta vez no nos lanzamos al suelo lleno de pasto, él había traído una manta amarilla que colocó en el suelo para que nos sentáramos. Me divirtió aquel gesto, al parecer había advertido que vendría aquí si me lo pedía. Que yo dijera que sí antes de que pasara.
Apenas eran las cuatro de la tarde, el sol estaba muy intenso, pero los árboles nos ocultaban del resplandor, bajo su sombra. Gael aún permanecía callado, miraba al frente como si esperara que pasara algo.
—¿Por qué hemos venido hasta aquí?
—Porque lo necesitaba.
—Hum. —dije. Él Sonrió. Parecía divertido y sus mejillas divisaban una sonrisa—¿Qué es tan gracioso?
—Que estés aquí conmigo. —admitió—. Pero no es gracioso. Es increíble.
No dije nada más. Me quede ahí, junto a él con mis ojos cerrados. Oíamos la respiración de cada uno, oíamos a los árboles cuando el viento los tocaba, hacía que las hojas se soltaran de sus ramas y soltaran un sonido refrescante. Y si me concentraba un poco más, podía oír su corazón. A todo Gael.
Lo tenía de nuevo conmigo, como un sueño, un sueño que se ha tenido una vez desde mucho y que ves hacerce realidad. Tener a Gael era eso, un sueño hecho realidad. Porque me gusta, en serio me gusta. Tiene esa reacción de alivio junto a él, porque si es verdad que puede molestarte lo silencioso que es, cuando no habla y quisieras que lo hiciera, pero eso también es valioso, porque si lo deseo podría descifrar esos silencios complicados y sin sentido que te hacen quererlo porque ¿Cómo no hacerlo?
Gael, te quiero.
—¿Qué dices?—preguntó
Lo he dicho en alto. Pensé. Sonreí.
Espera...
¡¿Queeeeee?! ¡¿Lo he dicho en alto?!
Abrí los ojos y Gael me miraba admirado, él no sonreía. Pestañeé intentando que así se esfumara ese corto momento, y lo torpe que fui al aceptar que lo quiero en voz alta. Estaba asustada ¿Por qué? Tal vez por aceptar que era cierto. Que tenía sentimientos por él. Sencillos y grandes sentimientos por alguien que no dice nada para...
—También te quiero. —confesó muy serio. En mi corazón sentí una punzada inmensa que podría hacerme explotar cuando lo oí. —Te quiero tanto que me duele el alma.
¿Por qué? Quería preguntarle ¿Por qué te duele el alma quererme? Y sobre todo ¿Por qué pareces triste? Sin embargo, a pesar de que tenía la gran intención de hacerlo, no pude.
Sus manos frías rosaron mis mejillas. Me miraba con necesidad, miedo tal vez... no sé. Pero ahí, entre sus manos, me sentía débil y protegida también, y no recordaba nada antes de ese contacto. Con su dedo pulgar acarició mi labio inferior. ¡Y sonrió! Y me perdí. Entre besos me perdía y me gustaba cada vez más esa sensación. Su aliento era cálido y lo extrañaba, aún mientras lo tenía ahí, frente a mí. Enlacé mis manos en su cuello y lo besé más fuerte, como nunca, como siempre, como quería. Y con nuestros labios hacíamos magia.
—Te quiero—susurré entre sus labios—. Creo que para siempre.
—Te quiero—susurró entre mis labios—. Creo que eternamente.
Besó mi cuello y yo temblé. Sentía una corriente interna por toda mi sistema, sus manos entraron bajo mi camisa y se mantuvieron en mi abdomen, sin subirlas ni bajarlas, tan solo frotando su pulgar cerca de mi ombligo, regalándome una sensación que jamás había tenido.
—Sobre lo que le dijiste a Jade. —agregó entre nuestros labios, agitado —Tú y yo somos tantas cosas ahora, Leah. Y me encantaría ponerle nombre si tú quieres.
—Quiero. —respondí con la voz temblando. Lamí mi labio inferior de forma inconsciente.
Él sonrió. Me besó de nuevo en los labios con más ternura, dando cabida a su lengua y sintiendo su sabor a menta. Era perfecto, sus manos, sus labios. Todo parecía perfecto...
Quería que esto durara un poco más que el para siempre, deseaba tenerlo casi completamente, sentía la necesidad muy grande de que esté conmigo, que me abrase, me complemente. Y ahora me estaba dando cuenta que también le temía a eso, porque simplemente no quiero que termine perdida en alguien que podría marcharse muy lejos de mí.
Su celular sonó y nos sobresaltamos. Nuestras respiraciones sonaban agitadas. Nos reímos.
Gael contestó la llamada.
—¿Hola?...Tía
—¿Dónde estas... preguntando por ella... la quiere en casa? —oía lo poco que decía la mamá de Héctor por teléfono.
—Fuimos a caminar y se nos hizo tarde. —contestó. La señora Manuela se quejaba desde el otro celular. —Sí..., tía. La llevaré ahora...Bien... —sonrió.
Peiné mi cabello con mis dedos, nerviosa.
—Debemos irnos.
—¿Mi hermana preguntando por mí? —pregunté extrañada. A esta hora ella no estaba en casa.
—No, tu abuelo a llegado. —dijo levantándose y brindándome su mano para que me ayudase a levantar.
¡Vaya! ¡El abuelo ha regresado! Y no podía caber más mi felicidad por dentro, así que me levanté sola, me hice una coleta con mi moño y caminé deprisa. Al ver que no sentía a Gael junto a mí giré.
—¿Qué esperas? Date prisa. —dije dando saltos para llegar al auto. Gael sonrió.
—Pareces una niña de cinco años. —dijo divertido.
—Con el abuelo de regreso yo... No quiero que se de cuenta que tiene algo pendiente a última hora y quiera irse de nuevo. —le confesé mi temor y trepé a su auto.
........
¡Holaaaaaaaa!
Espero que se encuentren completamente bien y que les haya gustado este nuevo capítulo, por favor no olviden regalarme
sus votaciones.
L. Q. ❤️❤️❤️❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top