CAPITULO 27: Futuros inciertos
Hay cosas, junto a él que podría tachar de imposibles. Cómo darme cuenta que era absurdamente necesario verlo todo el tiempo. No me era suficiente en el colegio, tampoco lo era cuando me llevaba a casa después de clases o cuando escuchaba su voz por el teléfono mientras hablábamos de la tonta tarea de biología. De eso ya un tiempo.
A partir de ese día en su auto, las cosas cambiaron sobre nosotros. Darme cuenta por completo de mis sentimientos me hizo feliz como no recuerdo nunca. Sin embargo, era completo y vacío a la vez. No sé bien cómo explicarlo. Es algo como tenerlo pero no tocarlo a profundidad. Tal vez me estaba volviendo loca, porque podía darme cuenta que no éramos nada. Pero pasaban cosas entre los dos que me hacían pensar que somos más, aunque después del beso en la biblioteca, no ha sucedido nada más, solo su completa atención hacia mí.
—Se te calentará el cerebro de tanto pensar. —dijo Dina.
Ella y yo mirábamos una película, la única película que repite cuantas veces quiere, en donde Elizabeth no quiere aceptar que está totalmente perdida por el señor Darcy, un millonario. En cambio yo, ahora llevaba mucho tiempo sin prestar atención a lo que veíamos, por culpa de mis pensamientos, por culpa de Gael.
—Estoy viendo la película. —le aseguré nerviosa. Ella podía, tanto como yo a ella, notar cuando mentía.
—¿Es Gael? —preguntó mientras que apagaba el televisor. Era apenas las siete de la noche y habíamos terminado de cenar, papá había ido a bañarse después de cenar. Aún no bajaba, tenía miedo empezar una conversación íntima que podría ser interrumpida por él. Así que no sabía si responder.
—No es eso. —dije viendo mis uñas color verde que Ileana había pintado esta mañana. Era sábado.
—Ya no pasas mucho tiempo con Héctor, así que él no podría ser el problema. O...a lo mejor sí, tal vez son los dos. —dijo. Ella me miraba como si me leyera como un libro abierto frente a sus ojos—. Creería que es Héctor si lo viera por aquí de vez en cuando, pero no es el caso.
Miré las escaleras esperando que papá bajara para no continuar con sus preguntas de detective que a veces hace. Pero él no aparecía.
—Sabes que puedes preguntarme lo que quieras. —me aseguró. Y ahí iba de nuevo, diciéndome esa frase que hace que me abra como libro.
—Sí te dijera que me gusta alguien, que es a veces dos versiones de él mismo ¿Qué pensarías? —lo hice. Como un libro. Pufff.
Dina puso su codo en el respaldar del sofá y sostuvo su cabeza con la palma de su mano. Me miró directamente. Seria. Miré mis uñas por segunda vez. Ileana había pintado mi dedo índice de color rosa porque quería probarlo, ella estaba nerviosa por Héctor Y Jade, aunque lo disfrazaba muy bien con su sonrisa dulce.
—¿A qué te refieres con dos versiones? —frunció su entrecejo. —¿A caso te trata mal?
—¡No! No es eso, más bien... me trata bien siempre. —dije—. Me refiero a que a veces es abierto en todo y luego se cierra como si se tratara de una puerta con todos los seguros que existen en el mundo. —Respiró ondo.
Mantenía aún su mirada fija en mí.
—A veces es difícil ser completamente sincero, porque cuando estás dispuesto a amar, sacar todo de ti da miedo. Porque el temor de salir perdiendo es más fuerte que todo. Entiendo que Gael está ahora preocupado por su padre, tal vez sea eso. Estar pensado cuál terminara siendo su estado después de todo. Mirella me contó que aún están apelando..., la verdad no sé del todo el qué, no soy abogada. —sonrió. Puso su mano en la mía. —Parece un chico bueno, solo tiene mucho en qué pensar.
—¿Crees que no es el momento de tener una relación? Quiero decir, me refiero a que tampoco me gustaría salir perdiendo en todo esto. No quiero meterme a un estanque y salir llena de lodo.
—Mientras pasábamos por todo lo de mamá, me alentaba tener a Jason junto a mí. Era esa cuarta llanta que me dejaba funcionar y arrancar. Cuando me sentía sofocada estaba él, no hacía mucho según él solo quedarse a mi lado, pero eso era todo para mí. Era todo eso que me impulsaba para seguir y no estancarme o estancarme en un estanque como dices.
—Jason es lo mejor que nos pudo pasar. —sonreí. Ella asintió feliz.
👣👣👣👣
El lunes por la mañana, papá decidió llevarme al colegio. Dina salió muy temprano porque debía presentar su último proyecto. Antes de irse parecía nerviosa y feliz. Solo le faltaba poco para graduarse, creo que eso y lo que no me contaba (pero sabía) de su compromiso la mantendrían atareada un buen rato.
Y yo también estaba perdida por Esaú el tema pendiente. Tenía aún un bolígrafo en mis manos, mientras que papá manejaba en silencio. Mantenía una hoja en blanco que sostenía con un libro de lenguaje. Aún no sabía cómo comenzar, ni lo que podría escribir si empezaba.
—¿Qué ese Eso? —preguntó papá parando en un semáforo.
Hace un buen tiempo habíamos dejado de discutir por cualquier cosa, en especial porque no tendríamos mucho tiempo para vernos. Estaba ocupada con la escuela, el fútbol, Ileana...
—Tengo este trabajo desde el viernes, sobre lo que quiero hacer cuando me gradúe. —dije rascando mi cabeza. Estaba frustrada. El asintió pensativo.
No había pensado qué quería, qué haría para lograrlo... No pensaba que mi futuro estaría esperándome a la vuelta de la esquina. Héctor no tenía ese problema, ya había sido aceptado en una universidad, sabía lo que quería estudiar.
—¿Cuando supiste que estudiarías administración? —le pregunté luego de un minuto. Él sonrió.
—Cuando tenía doce años tu abuelo tenía una zapatería..., siempre iba a ayudarlo y lo veía anotar con seriedad y concentración en aquella libreta vieja. —giró luego de pasar un semáforo en verde. —. A veces se enfurecía cuando algo le faltaba o no cuadraba. Una vez, sin que se diera cuenta cogí aquella libreta. Tenía tantos números y letras...
—¿Lo ayudaste en ese momento? —pregunté asombrada con mi bolígrafo en los labios.
Rió—A penas entendía el título. —contestó mirándome por segundos, volvió la vista al frente—. Lo que me motivó fue verlo con esa libreta y la pluma en sus manos, solo eso. Sé que no tiene lógica que lo haya decidido de esa manera, pero papá era tan preocupado con las cuentas, para que todo encajara, que quería ser igual que él, incluso mejor.
Su forma de hablar del pasado parecía llenarlo de felicidad.
—¿Eso debes entregarlo pronto? —preguntó girando con agilidad el volante.
—En tres días debo entregarlo. —dije—. Yo... no he logrado escribir ni una sola línea de esta endemoniada tarea. —me quejé.
—Cuando eras pequeña querías ser bailarina y futbolista. —comentó. Su mirada parecía melancólica mientras lo decía.
—Tenía nueve años. —dije—. A esa edad quería ser la mujer maravilla. —bromeé.
Papá y yo nos reímos, por primera vez en serio, sin Dina a nuestro alrededor y sin una mecha de futura explosión mortal que nos lanzábamos cada vez que decía algo.
—Falta mucho para que te gradúes, tendrás tiempo de sobra para pensarlo. —comentó. —Sí aún no sabes qué quieres, escríbelo. Pero no lo dejes hasta el final.
—Sí, supongo que tienes razón. —dije resignándome a la tarea de pensar en lo que quería para mí futuro y guardando la tarea en mi maleta.
Llegamos al colegio, él se disponía a abrirme la puerta pero le insistí en que no lo hiciera. Al final terminó acompañándome hasta la puerta del colegio.
—Que tengas bonito día. —dijo jugando con las llaves en sus manos al despedirse.
—Tú igual. —Contesté.
👣👣👣
En la hora de almuerzo estaba con Ileana. Comíamos en el mismo lugar de siempre, las dos. Ella había pedido dos sándwiches de atún y dos refrescos de fresa, me había invitado esta vez, quería gastarse un poco de lo que había ahorrado mientras ayudaba a Santiago con la librería. Hablábamos del día y las clases. En especial de esa tarea que no he comenzado. Ella también tenía claro lo que quiere. Estudiar para ser locutora.
—¿Te imaginas?—sonrió. —Un saludó para Leah franco, esta música es para ti. —dijo poniendo voz seria y acentuando cada palabra para que sonara interesante, a la vez que sostenía el refresco como micrófono. —. Y luego sonaría esa música que escuchamos hace tiempo en mi habitación. —concluyó en suspiro. —sería genial.
Sonreí. Cada vez que habla de algo que le interesa tiene ese brillo que no significa nada más que lo anhela. Y yo la veo esperando que cada cosa que quiera se le cumpla, porque nadie más que ella lo merece tanto.
—¿Y tú? ¿Sabes qué estudiarás? —preguntó antes de morder el sándwich. Alce mis hombros como respuesta. Me miró pensativa. Indagándome en perfiles. —Te veo como una abogada o ingeniera. —afirmó—. Tienes esa carita seria que no dejaría que nadie gane más que tú. Y también la talla de ser jefa de alguna empresa. —concluyó.
Arrugué la nariz como respuesta. —Definitivamente, no quiero ninguna de esas opciones. —dije sonriendo. Ella alzó sus delicados hombros bronceados mientras sonreía con descuido. —Solo espero graduarme, es todo. —dije para mí. Ya era muy tarde, había hablado en voz alta.
—Bueno, pronto saldremos, tendrás tiempo para pensarlo. —agregó—. Pasar este semestre fue estupendo. Cuando regresemos ya estaré ocupada para actuar en la obra de último año, así que estas vacaciones debemos hacer muchas cosas juntas.
—Espero estar en esos planes. —dijo una voz familiar quien me tomaba por detrás, abrazándome fuerte. Era Héctor.
Podía notar lo rígida que se ponía Ileana frente a mí. Desde que Jade y Héctor salen, todo lo que había entre ellos, lo que Héctor llamaba una bonita amistad, había desaparecido cuando llegó a sus oídos que mi mejor amigo salía con aquella chica que al parecer quiere tanto.
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