CAPÍTULO 23: El descenso.
Samy fruncía su ceño a la vez que sonreía, mostrando lo segura que se encontraba, me miraba como si fuera un objeto fácil de desechar. Como si estar frente a ella fuera absurdo y a la vez patética, subestimando mi existencia.
Sus ojos grises me parecían tan cruelmente insultantes. Furiosos.
—¿Y como se juega? —pregunté, sentándome en el lugar opuesto al que ella había designado para mí, junto a un Alex feliz por mí tonta decisión.
Gael tomó asiento junto a mí, del otro lado, su mano se posó en el respaldar de mi silla y sus dedos rozaron por una milésima de segundos mi espalda. No me atrevía a mirarlo por miedo a que me exigiera levantarme y llevarme a casa. Porque todo esto olía a que terminaría mal.
Roberto y Tao aparecieron con dos hieleras que abrieron en una de las mesas colocadas en medio de la ronda, formada por aquella chica de cabello blanco. Sacaron diez cervezas, varios vasos desechables y sirvieron las bebidas en el suelo.
—Déjame presentarte a mi chica. —inquiere Alex a mi lado, una chica asiática muy linda de cabello profundamente negro y lacio me sonreía. Él extendió un vaso de cerveza frente a mí, a la vez que sostenía a la chica por su cintura.
Tomé el vaso.
—Llámame Shin. —me pide la chica. Creí que acabaría haciendo el saludo asiático que estaba acostumbrada a ver en dramas, pero ella se acercó y me dio un abrazo—. Eres muy linda. —comentó con un sutil acento asiático.
La chica se parecía un poco a Tao, a excepción de que él usaba el cabello rojo.
Con un ardor en mis mejillas respondí a su alago: —Tú también lo eres, no... miento. Eres muy bella, Shin. —confieso con énfasis en su nombre y desalándole mi mejor sonrisa. Porque de verdad era hermosa.
—Lo sé, —intervino Alex—. Me he ganado el cielo con ella. —asegura apretándola de la barbilla, Shin se ruboriza y le plasma un tierno beso en los labios.
Todos tomaron sus asientos, haciendo más grande la ronda, aunque el resto de las personas en la casa también hacían lo suyo; bailando, jugando como estábamos a punto de hacer nosotros.
Gael junto a mí había adoptado una postura seria, a su lado lo acompañaba Moisés quien le hablaba cerca para que lo pudiera escuchar entre todo el ruido de la música, y el resto también lo hacía. Alex tenía a su novia Shin sobre sus piernas, y Tao se reía con una chica de cabello rojo, su cabello sí era natural al contrario que el de él.
—¡Que comience el juego! —grita Roberto mientras se frotaba las manos y sonreía emocionado.
—Venga, Ly. —suplicó Gael rápidamente—. No puedo llevarte ebria. —susurra en mi oído.
Gael tenía razón, pero no podía echarme para atrás sobre esto. Estaba en juego mi dignidad y valentía, y sobre todo mis agallas frente a estas personas que apenas conocía.
—Sí haces eso, tu hermana... —se quejó en mi oído Gael.
—Mi hermana no le importaría por una noche. —mentí. No era cierto, pero quería que se callara porque si seguía me retractaría, y no quiero ser una gallina frente a la ex de él.
No ahora que supuestamente soy su chica.
—Venga Gai. —dijo Samy imitándolo—. Ella ya está grandecita. —aseguró—. Y me portaré bien, lo prometo. —sonaba dulce y delicada. Podría engañarte como una gacela vigilando a su presa—. Por los viejos tiempos, amor. —sonrió.
Miré a Gael, quien no quitaba la mirada sobre Samy, ella feliz incapaz de dejar de sonreírle y coquetear. Estaba apunto de actuar como una novia celosa..., cogiendo desprevenido a Gael, enlazo nuestras manos, apretándolo con los dedos, girando hacia su rostro confundido y perplejo.
Sus manos eran como las recordaba, frías y ásperas. Varonil.
Samy y yo compartíamos miradas de guerra, sin embargo, no podía creer que estaba sujetando la mano del primo de mi mejor amigo frente a nueve personas que parecían evaluarme como un producto nuevo de empacadora.
—Déjame presentarte a estos muchachos. —comenta Alex rompiendo un poco con la tensión entre Samy y yo—. Ya conoces a la hermanita de Tao, la dulce Shin—dice. Ahora entendía el parecido, apartando que eran asiáticos.
Shin me sonrió, la imité.
Tao puso un vaso de cerveza frente a Gael y tocó su hombro. Parecía que pretendía hacer que se relaje, pero no estaba funcionando, porque el chico no dejaba de mover sus piernas, como si intentase hacer un hueco en la cerámica azul del suelo, mientras que yo trataba en todo lo posible ignorar su molestia.
—La peliroja Ariana, y Tao. —continuó Alex señalando a la pareja. Ariana hizo un saludo de militar—. Este es Erick, la Barby. —concluye señalando a un rubio muy guapo de ojos grandes y azules que estaba junto a Samy. Llevaba una chaqueta, toda su ropa era negra a excepción de su camisa roja. Levantó su ceja como saludo.
El chico había estado todo el tiempo penetrando con sus ojos a Gael desde que habíamos aparecido en la sala—y su mirada me daba un cierto interés de querer saber porqué—, lo miraba con profundo odio y superioridad que incomodaba.
—Ya conoces a Moisés, Roberto, Samy. —concluyó Gael quitándole el cigarrillo de los labios a Moisés y apagándolo. Moisés se quejó de aquel gesto—. Sean buenos con Leah.
—Eso hacemos.—murmura Alex, quien me guiña un ojo.
—Ya, —lo cierra, gira hacia Moisés—. No fumes, puta madre. No frente a ella.
Gira lo ojos.
—Había olvidado lo gilipollas que te portas, tío. —se burló Roberto. Todos rieron.
—A ella no le molesta, Gai.—insiste.
Me sorprendía ver este mundo, el mundo de Gael.
En donde me encontraba se sentía el inmenso cariño que le tenían—a excepción por Erick—, podría imaginar lo que hacían todo el tiempo, cómo se las pasaban juntos cuando el papá de Gael aún era libre de cierta forma, porque las drogas y el alcohol son cadenas invisibles difíciles de romper.
Imaginé a Gael besando y sonriéndole a Samy, como su historia los relataba en mi cabeza, porque ella es su pasado, uno que antes del caos lo hacía feliz. Aquello me hizo sentir invisible y pequeña... Llegando a pensar ¿Qué rayos pinto hoy aquí? Si podría fácilmente dejar que Samy se lance a sus brazos como parecía querer desde que lo vió.
—Ahora que ya conoces a todos debes de estar más relajada. —murmura Ariana para mí, mientras Tao le daba un beso en los labios llamando su atención, haciendo que riera.
Ariana parecía contenta entre el regazo de Tao.
—Debo admitir que soy pésima para las reuniones. —suelto intentando bromear y ocultar mis nervios—. Y las fiestas.
—Bien. —replica Samy emocionada. Me miró—. Te explicaré el juego, nena. —sonrió, juro que parecía apuñalarme con su amabilidad disfrazada—. No sé si hayas jugado esto, ya que hueles un poco a una buena niña rica.
—Vamos, Samantha. —intervino Alex—. Sé buena. Ella apenas nos conoce, no la asustes.
—Aprendo rápido. —aseguré. Pero no estaba segura.
Entonces Samy comienza explicando. El juego es un yo nunca, nunca, con la dificultad de beber no un vaso, más bien dos tragos de diferente alcohol; ron y whiskey.
—Cada uno tiene un turno de decir algo junto a un nunca-nunca.—concluye—. Es fácil.
Entendía de cómo iba el juego, lo había visto millones de veces en las películas y series que veo con Héctor. No soy una experta, pero estaba segura que no tomaría nada si comenzaban a decir algo que se refiera al contacto físico o sexual con otra persona. Podía estar a salvo si de eso se trataba.
—Tao, empiezas tú. —continúa Samy mostrando sus perfectos y lindos dientes en una sonrisa.
—Como mande... —Tao hizo una reverencia—. Eh... Yo nunca-nunca me he tirado un pedo frente a mis amigos.
La mayoría pusieron cara de asco. Moisés y Gael rieron entre ellos y tomaron de sus bazos de cerveza, parecía que Tao hacía muy seguido comentarios graciosos.
—Eres un asqueroso. —se quejó Shin mientras reía.
—No sean mojigatos, que su trasero no están parchados.—contesta Roberto—. Alguna vez debieron pedorrearse en silencio.
Todos rieron y bebieron, incluso Samy bebió de su vaso. Incluso yo bebí, pues frente a Héctor tenía esa confianza, recordé. El whiskey y el Ron revuelto junto a la cerveza tenía un sabor amargo que bajó con dificultad por mí garganta, haciendo que mi vacío estómago se retorcijera con su llegada.
Sacudí mi cabeza por el sabor y arrugué mi nariz. Si Héctor estuviera aquí juraría que él lo hubiera hecho antes de que Roberto dijera lo que dijo sobre los traseros parchados, pues beber era sus cosas de la lista antes de graduarnos para hacer.
—No todo. —me susurra Gael quitandome el vaso y regresandolo a la mesa. Lo miré de reojo esperando no tropezarme con sus ojos cafés. Su vaso iba a la mitad ¿Y yo no podía tomar lo que me placía? ¡Jah!
Una hora después de que interrogasen a Gael y a mí sobre dónde vivía ahora, qué hacía en casa de sus tíos, sobre la escuela que la pintaron de " niños ricos", nuestra falsa relación que él había inventado, para ponerme de nervios y divertirse con mis expresiones—evitando topar el tema de su padre para no molestarlo—, Ariana continuó entre tragos:
—Mi turno. —tosió—. Yo nunca-nunca he tenido sexo.
Todos bebieron un gran trago de sus vasos, ¡Incluso Gael! Alex y Tao miraban a Ariana y Shin como si buscaran su aprobación para responder a la cuestión advertida. Al final ellas bebieron y ellos las siguieron con otro trago.
¡¿Debía mentir?! No bebería ni aunque eso dependiera mi dignidad—porque no es malo ser virgen—, No toqué el vaso para aquella pregunta directa. Me quedé ahí esperando a que dijecen alguna otra cosa, pero ellos no la dejaron seguir.
—Esa pregunta es un cliché del juego. —se quejó Roberto.
—¿ERES VIRGEN? —quiso saber Shin sorprendida ignorando a Roberto, Alex la rodeaba por la cintura. Mis mejillas ardieron como respuestas—. ¿Cómo es que...? —parecía curiosa y divertida.
—Gael siempre las hace gemir en las habitaciones ¿Recuerdas...?—soltó Moisés, quien fue detenido por el codo de Ariana.
—Cierra la boca.—lo calló avergonzado.
Permanecí callada. Gael se removió en su asiento rosándome el brazo con el suyo. Aún manteníamos nuestras manos enredadas.
—Gael es un caballero, Shin. —intervino Samy apagando el corto silencio—. Cuando éramos novios demoramos mucho...
Samy solo intenta hacerme saber que ha sido suyo, pensé. Lo sé. No soy tonta. Pero ahora es mío...Bueno...Quiero decir de mentiras, ahora es mi novio de mentiras... ¡¿La cerveza ya está surgiendo efecto?! No lo sé, solo me sentía más ligerita. Más relajada, como nunca y me sentía con el ánimo de pararme y callarla, no quería saber nada de ella y Gael.
Cuando estaba apunto de beberme otro trago por puro enojo, Gael me quita el vaso. No refuté a su acto, estaba ocupada viendo a las cuatro cabeza de Samy que se difuminaban frente a mí.
Sí, parece que soy una pésima bebedora, porque con solo tres sorbos de aquel ácida bebida, me sentía mareada...un poquito.
Sentía frías mis piernas, como si me haya orinado encima... ¡Mierda!
Al notar qué era lo que producía aquella humedad me aparté al instante, soltándome de la comodidad de la mano de Gael. El vaso de Samy se había regado en la mesa yendo directamente hacia mí, mojando por completo mi regazo. Estaba completamente empapada.
—¡Oh! Cariño, lo siento. Se me ha virado el vaso. —Samy puso una mano en su pecho, actuando como si mojarme no fuera su idea desde hace rato.
La fulminé con la mirada.
Gael levantó el vaso para que no se siguiera regando, aunque este ya estaba completamente vacío, e intentaba secar mi regazo con su abrigo.
—Voy al baño. —lo corté levantándome, pensaba en exprimir mi vestido que poco a poco se aferraba a mi piel—. ¿Dónde hay uno?
Todo daba vueltas.
—Yo te acompaño. —me dice Gael dándome su abrigo, el que yo había traído puesto, poniéndolo adelante de mí como un mandil.
—¡No! —exclamó Samy. Dramática—. Deja que arregle mi desastre. —caminó hacia mí tomándome con delicadeza de mi muñeca.
Miré a Gael, quien parecía dudar si dejarme ir con ella o no. Él debía saber que era una muy mala idea.
Puso sus ojos en los míos y —Por muy asombrosamente raro que suene—llevó un mechón suelto de mi cabello hacia atrás de mi oreja, regalándome una pequeña y dulce sonrisa, para animarme a ir sin él.
Al final asintió dejandome marchar.
—Mi turno. —gritaba animada Ariana concluyendo con la incomodidad de momento mientras Samy y yo subíamos las escaleras—. Yo nunca-nunca...
Y no escuché más.
Samy me guiaba hacia las escaleras. Ella subía delante de mí con pasos elegantes y sofisticados, moviendo sus caderas de un lado a otro. Giramos en una esquina y entramos a una habitación de un color pastel y naranja, las sábanas eran blancas al igual que las cortinas, el lugar estaba impregnado en un aroma a flores.
—Es por aquí. —explica despreocupada en lo que se sentaba en la orilla de la cama y cruzaba las piernas—. El baño está por allí. —me señaló una puerta blanca.
Caminé hasta el baño, y cerré la puerta dejando a Samy en la habitación. Estaba segura que mi hermana no pretendía que llegara con olor a humo y alcohol, pero eso era a lo que olía ahora, y por primera vez me sentía despreocupada por algo como eso.
Me miré en el espejo por unos segundos, mi cabello se había alborotado un poco por el tiempo que había transcurrido en la sala. Me quité el vestido y me puse el abrigo de Gael, era lo único que podía ayudarme a cubrir mis pequeños senos en aquel lugar. Menos mal me había puesto el short rosa que Mirella me había regalado hace tiempo por debajo del vestido.
—Gracias. —balbuceé abriendo la puerta luego de diez minutos.
Sostenía mi vestido y llevaba mi bolso en el hombro.
Samy aún estaba en la cama, con una revista en su regazo. Me sonrió, pero no la clase de sonrisa que uno espera para empezar una amena conversación sin quitarnos los pelos de la cabeza o...
—Gael y yo siempre hemos sido unidos. —soltó. Me quedé parada frente a ella admirando lo bella que resultaba a la vista, y lo mucho que me daba miedo también, esperé a que continuara—. Todos saben que él y yo estaremos de nuevo juntos, porque estuvimos. Nos encantaba ir por todos lados y besarnos. No sé si entiendas lo que digo, pero... —se puso de pie, ella era un poco más alta que yo—. Lo que creas que tienes tú y él no durará por mucho, porque él ahora solo se siente vacío por culpa de su padre, y tal vez tú le recuerdes un poco a cómo era él antes de...—no termina, lo evita para decir—. Algo tonto e ingenuo.
¿Qué clase de discurso acabo de escuchar? Me dolía el pecho por sus cada juntos que salían de su boca, parecía que tenía el deber de recordármelo pero ¿Para qué? Si ya lo tenía claro, él y yo solo somos amigos...
—Lo que dices es absurdo. —dije, y apenas parecía un susurro. —él y yo...
—¿Él y tú son novios? —completó la frase con una leve sonrisa irónica, pretendiendo leerme—. No cariño, ahora tal vez él crea que eres lo único que puede sostenerlo, porque lo conozco te digo esto. —su ceño se frunció un poco—, no te ilusiones como boba por él.
<<No te ilusiones>> <<no te ilusiones>> Mi cabeza estaba llena por aquellas dos palabras. Claro que no estaba ilusionada. No me gusta, tuve que recordarme eso para no lanzarme encima de ella y gritarle lo tonta que es por tener celos. Y qué tampoco estaba celosa de ella, porque Gael no es nada mío, y porque a penas empezaba a llevarme bien con él, llevarme bien fue algo que sucedió en un abrir y cerrar de ojos, no porque él se sujetaba de mí.
Estaba a punto de contestarle y decirle que no tenía que preocuparse, que no intentase matarme en esa habitación pequeña y elegante, porque él y yo no somos nada, pero un fuerte estruendo se escuchó. Parecía que la tierra se partía en dos bajo nuestros pies.
—Mierda, ¡Erick! —exclamó corriendo fuera de la habitación. Corrí tras ella.
Bajamos lo más rápido que pudimos hasta la sala en donde todos miraban el gran espectáculo que dos chicos formaban en la sala. Uno de esos chicos era Gael, estaba bajo el rubio llamado Erick, él lo golpeaba.
Gael tomó ventaja cuando Erick se abalanza por su cara, se sube encima de él y comenzó a golpearlo sin cesar en el rostro, estaban sangrando.
—¡Erick, No!—Sammy estaba nerviosa.
—Vamos Gael, suéltalo. —gritaba Tao tirando de él por la cintura, luego lo apretó con fuerza hacia su pecho.
No entendía que pasaba. Parecía que estaba viendo un programa de televisión viejo. Todo se veía tan borroso y descolorido ¿O el trago seguía en mi sistema? Erick se abalanzó, entre los brazos de Alex hacia Gael. Parecía un oso en los brazos de aquel chico tatuado.
Corrí hacia Gael, pero Samy me había ganado, lo inspeccionaba con temor y delicadeza, sosteniéndolo entre sus manos, yo permanecí junto a ellos en silencio y con el corazón acelerado por la adrenalina y la sangre que rodaba por las cejas y los labios de Gael.
—¿Pero qué rayos les pasa? —gritó Samy viendo a Erick con una mirada en llamas—. Sabes que deberías ignorar sus tonterías, Gael. —susurra con ternura limpiando su labio, Gael gruñó de furia hacia Erick.
—Así como ignoraste el cadaver en tu casa. —cantó Erick liberándose de Alex—, ¡Así como ignoras que tu padre es un maldito hijo de perra! —le gritó.
Gael intentó saltar hacia Erick con el puño estirado.
—No, por favor. —le supliqué nerviosa. No quería que se vuelva a lastimar. Me miró como si a penas notara que yo estaba ahí, presenciando la paliza que habían intercambiado hace poco. Parecía avergonzado—. No te lastimes más. —le rogué.
No lo decía por los golpes, lo decía por sus emociones y sentimientos que se derrumbaban dentro de la intimidad de sus acuosos ojos a punto de estallar.
Gael sube su mano hasta su cabello y lo revuelve con furia.
—Recoge tus cosas. —me exige buscando mi mano. La agarra fuerte y tira de mí caminando hasta la salida—. Nos vamos.
Sus hombros estaban tensos. Su contacto era caliente. Creí que se tiraría encima de Erick a penas pasó por su lado, pero no lo hizo. Sabía que ponía total resistencia a eso. Por mí. Y eso me hizo sentir bien y mal.
Bien porque no terminaría con más golpes y moretones en su rostro, mal porque muy en el fondo de mí, sí quería que regresase y terminara de golpear a ese chico que había divulgado aquel tema tan sensible para él. Un tema que sabía, lo había hecho pensárselo muy bien antes de regresar a su antigua vida.
Mientras salíamos de aquella pequeña casa, Alex y Ariana nos habían seguido hasta el auto negro.
La intensión de Gael era subirnos al auto y marcharnos tan pronto como podíamos, o al menos es lo que suponía cuando abrió furioso la puerta para mí. Sus manos temblaban y tiritaba como un efecto de resistirse al impulso de regresar y terminar lo que había empezado, pero en ningún momentos lo solté. Tenía miedo de que si lo hacía, surgiera una tormenta difícil de calmar.
—Déjame llevarte a mi departamento. —le rogó por quinta vez Ariana, no parecía molestarle el hecho de que Gael la ignorase—. No puedes manejar así, Gael. Mírate cómo estás. Estas terrible. —insistió molesta.
Sin embargo, Gael parecía respetar mucho a Alex, porque al escucharlo decir que —no dejaría que manejara así, menos con ella en el auto—, lo pensó, y resistió a la idea de marcharnos a casa.
Aún sangraba su labio inferior y sus nudillos se veían irritados cuando dejó las llaves del auto a Alex para que conduciera por él.
Quería abrazarlo, y gritarle. Quería abrazarlo mientras le gritaba, pero no lo hice, porque no soy así, y sería muy raro hacerlo. Era pésima idea reprocharle algo que, muy en el fondo, estaba de acuerdo, aunque eso fuera algo terrible. No debía dejarse llevar por la furia. Pero ese tal Erick no debió lastimarlo así y recordarle lo que aún trata de asimilar.
Apreté su mano con la mía, acaricié sus nudillos rojos y raspados mientras él miraba por su ventana la oscuridad que nos invadía. Ahora ya no parecía molesto o enojado, estaba triste.
—Aquí vivo. —nos hace saber Ariana dejándonos entrar a su departamento. Depositó sus llaves en la mesa.
Era algo pequeño pero cómodo a la vista, se veía mejor que mi cuarto en casa del abuelo, donde vivía antes. Tenía dos sillas y una mesa pequeña justo en medio de su sala, habían dos sillones frente a un pequeño televisor, en la esquina una pequeña cocina improvisada pero decente llena de platos sucios.
—Está casa brilla como oro. —se burla Alex entrando después de nosotros.
Ariana chasquea su lengua en repuesta.
—Estoy ocupada con las clases. —respondió mirándolo furiosa—? Buscaré mi caja de primeros auxilios. —corrió hacia una puerta y regresó con una pequeña caja blanca que depositó en una silla pequeña. Se sentó en el sillón azul—. ¿Qué miras? Ven, siéntate aquí, a menos que quieras que te traiga de las orejas. —exigió seria —. Leah, puedes sentarte y ayudarme a limpiar el desastre. —señalaba a Gael.
Gael sonrió al escuchar lo molesta que estaba y caminó más relajado a sentarse junto a ella. Me senté a su lado y abrí la pequeña caja blanca, tenía jeringuillas, agua oxigenada, alcohol, algodón... Parecía que sabía muy bien lo que hacía.
—¿Estudias para ser enfermera? —pregunté mientras cogía un pedazo de algodón y lo bañaba en alcohol.
—Arde. —gruñó Gael al recibir el contacto del algodón en sus labios. Le gesticulé un lo siento mientras sin querer tropezaba mi mirada en sus labios rojos.
—¿Crees que tengo cara de enfermera? —contestó Ariana esbozando una sonrisa burlona que luego retiró para responderme—. Estudio medicina, quiero especializarme en neurología.
—¿Pueden atenderme y luego hablar de tu larga carrera agotadora? —insiste Gael con dolor, arrugando su frente, quitándole el vendaje que ella pretendía poner en su mano. —. Lo hago yo.
Ariana le dio un golpe en el hombro y fue a su habitación diciendo que iría a decirle a Tao donde estábamos para que no se preocupara. Alex también había salido porque la alarma del auto había sonado hace unos segundos.
Dos minutos después, de un silencio que nos encerraba como cúpula, en donde mantenía mi mano nerviosa limpiando sus labios carnosos y partidos por los puñetazos que le había plasmado y él vendándose con improvisación su mano.
Tenía miedo de que se notara el absurdo temblor en mi pulso por tenerlo tan cerca.
—Siento que la noche fuera un asco. —susurró. Arrugó su frente por el ardor que le causaba el alcohol. Limpie muy despacio el pequeño corte en su ceja derecha.
—No fue tan mala. —sonreí. Lo decía en serio. Había conocido a Ariana, a Shin, dos chicas que al parecer eran importantes en su vida, y no me había incomodado hasta que Samy dijo lo que dijo—. Incluso fue divertido ese juego. —agregué nerviosa concluyendo con mi trabajo de enfermera.
—Lo dominaste bastante bien. —bromeó. Peinó su cabello con sus dedos—. Y no estás ebria.
—¿Qué? Creí que Samy me comería viva. —bromeé. Pero también lo decía en serio.
—Bah, a ella también la dominaste. —me aseguró—. Ella y yo... bueno, ella estaba enamorada de mí y me gustaba, así que salimos un buen tiempo. —me contó.
—Creo que aún le gustas. —le informo—. Anota ese dato. —me burlo para mis adentros.
Fingí una sonrisa.
—Ella es solo el pasado, Leah. Me gustaba, ahora ya no. —aseguró sosteniendo mi barbilla con su mano no vendada. Esquive se contacto nerviosa—. Sí te soy sincero, creo que nunca la quise, solo estaba con ella porque a veces me hacía sonreír.
Miraba el techo.
—¿Por qué me cuentas eso? —pregunté fijándome en sus ojos cafés.
Me dolía que lo aceptase ¿Por qué? No lo sé, no sé qué me pasa con él, con su tacto, con sus ojos, con su voz y su carácter serio de ser. Su tonta manía de comportarse en un momento: tan distante e inalcanzable, y después tan cerca y asfixiante que asustaba. Como ahora.
—Porque...—susurró tocando mi mejilla izquierda. Su dedo pulgar roso mi lóbulo—. Sí te soy sincera con algo más, tú me haces feliz todo el tiempo.
—Creo... el golpe que te dieron te dejó mal. —bromeé alejándome.
Me taladró con sensualidad con sus ojos poniéndome mas nerviosa.
Intenté apartarme nuevamente de su cercanía pero esta vez no me lo permitió. Me ponía más y más nerviosa. Mi pulso se había alborotado.
—Hoy estuviste todo el tiempo callada ¿por qué no lo haces ahora mientras soy sincero contigo?
—Porque no estás siendo sincero, esto es como la otra vez. —le aseguré—. Parece que me buscas cuando estás mal.
Recordaba lo que había dicho Samy, sobre que era como un cojín que sostenía su cabeza para relajarlo y tranquilizarlo. Soy supuestamente "un sostén" para él por determinado tiempo.
—¿Pero qué dices? —sonrió divertido. Acariciaba mi labio inferior tan despacio que no me dejaba pensar. Quité su mano de mi cara esquinándolo.
—Como la otra vez que fuiste a casa porque estabas mal, como hace dos días cuando fuimos al mirador. Solo me buscas cuando estás...
Y ya no pude pronunciar más palabras. El corazón parecía bailar dentro de mi pecho con cada Boom Boom que disparaba. Mi cuerpo se volvió torpe y expuso la inexperiencia que tenía sobre esto. Sobre los besos. Sus besos. Dos segundos fue lo que me contuvo impedirle seguir con su jugada, dos segundos lo observé tan cerca de mí como nadie más, con sus ojos cerrados besando mis labios con dulzura y delicadeza. Y al final cedí, dejándolo continuar con sus intenciones y su experiencia. Me tomó por el cuello y me besó varias veces. De distintas formar. Pero igual de dulces.
Cuando se alejó de mí, nuestras respiraciones lucían agitadas pero nuestros cuerpos parecían imanes. Regresó y besó mi frente, mientras yo seguía agitada.
—Yo... se supone que estaba dejando mis motivos en claro. —susurré agitada y nerviosa.
—No eres un sostén —comenta divertido—, es la comparación más torpe que haya oído. —me miraba con intensidad—. Yo, te necesito. Es mi conclusión.
Temía creerle, pero se oía tan real.
Alex entró al segundo dejándonos en una posición incómoda con respecto a lo que había pasado. Sobre lo que habíamos hecho, sobre lo que él me había dicho. Porque si antes estaba completamente confundida en lo que pasaba dentro de mi sistema nervioso, no quería pensar lo que sucedería ahora.
<<Estaba bien ahora>><<no hacía falta>> los convenció, pero antes Ariana se aseguró de intercambiar mi número con ella, me dijo que si necesitaba algo podía contar con ella. Me pareció simpática, la clase de persona que necesitas en tu lista de amigos.
Nos dejaron marchar después mientras nos hacían prometerles que a pesar del inconveniente de la noche, no desapareceríamos como los tiene acostumbrados Gael. Alex insistió tanto en llevarnos a casa y regresar en taxi, pero Gael se negó. No quería agregarle más molestias a él y en especial porque había dejado a Shin en casa de Samy.
Tenía miedo de marcharme, aunque lo hacía sosteniendo la mano cálida de Gael, sentía pánico pensar que después de todo, cuando cruce el umbral de mi casa, el beso que nos dimos se quedaría en las cuatro paredes de ese pequeño departamento.
......
Hola a todos.
Sé que me demoré mucho por este capítulo
Así que Gracias por estar aquí (ಥ﹏ಥ)♥‿♥
LQ. ❤️❤️❤️
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