Capítulo XXXI || El peso de una corona



HANNES


Cada casa, cada tienda y cada edificio importante colgaba un pendón negro que contrastaba con el níveo de la Weissplatz. Las campanas de las iglesias dedicadas a Edum el dios Romalio repicaban desde temprano y las habitaciones se encontraban cubiertas por un lúgubre ambiente. Hannes vestía con un discreto vestido negro y su cabellera se encontraba recogida en una cofia, y un velo mortuorio caía sobre su rostro. Sin embargo, Hannes no podía apartar la vista, el trono; la silla de oro con respaldo y cojines azul marino. Su ayudante Elke estaba parada junto el majestuoso y singular trono de Esterreich. Hannes dio una respiración pausada y luego caminó hacia el trono, el tacón de su botín hacía eco a través de los pisos de loza pulida del salón. La chica entonces se quitó el velo y la cofia y tomó la corona que yacía sobre el asiento del trono. Un aro de oro resplandeciente labrado con ornamentos florales y grandes zafiros incrustados en la corona. La chica se la puso y sintió el peso en la cabeza, era en efecto pesada, después se sentó en el trono. A pesar de imaginarse varias veces sentada en el trono cuando era niña, la verdad es que el trono resultaba ser algo incómodo.

     —Elke... —Dijo entonces Hannes. —Ya es hora, déjalos pasar.

     Entonces la sirvienta caminó hacia el portón del trono y abrió la puerta. Uno a uno comenzaron a entrar los capitanes y generales de Hannes. Un hombre de larga cabellera azabache con canas y barba cerrada cruzó el salón, su armadura era negra y estaba labrada con la imagen de una diosa y una luna creciente plateada en el peto. Engelbert Rossemeyer el gran maestre de la orden de Aihri. El hombre inspiraba temor y respeto ante los hombres. Y lo necesitaba si es que quería conservar el trono. A su lado estaba su primo Ferdinand Geldenblud, aunque su primo era más bien un muchacho engreído y burlón, se encontraba estoico, por lo que Hannes pudo deducir que al menos parte de él entendía la muy precaria situación en la que se encontraban. Además de ellos entró el conde Erik Glauberman y el conde Thorbald Dressler. Ambos de larga carrera militar y ambos lucharon durante la primera guerra contra Romalia, 30 años atrás, por lo que eran hombres veteranos y ya maduros en el combate romalio.

     —Todos saben por qué los reuní aquí conmigo. —Dijo Hannes. Todos se quedaron pensativos por un momento, cada uno de ellos sabía la razón, pero ninguno se atrevía a decir algo, Hannes todavía no había tenido su ceremonia oficial como la reina de Esterreich, y aun así ya tenía que pelear su primera guerra. Finalmente fue Ferdinand quien rompió el silencio.

     —Por supuesto, hay 9,000 romalios en Weinland, en el pueblo de Glaubelicum. Y tu hermano bastardo, Kohle es quien los comanda. Porque no pudiste matarlo cuando tuviste la oportunidad, o fue más bien porque tú lo sacaste de esa granja en medio de la nada para convertirlo en tu mascota, solo que ahora tiene dientes y garras —Respondió Ferdinand. Hannes no se inmutó, a pesar de la seria acusación, ella sabía que si se mostraba emocional perdería el apoyo del ejército y la dejarían a su suerte.

     —Mi hermano, ha tomado su decisión y yo he tomado la mía. Sin embargo, está guerra mis condes, es más que una disputa por la sucesión al trono. La verdad es que esta es una guerra por el corazón y el alma de cada Esterreichii. Callum se convirtió a la fe de Edum, la fe del dios Romalio, y el Santo Padre, le concedió una legión para su conquista del trono. Si Callum gana la guerra...

     —Cosa que no hará. —Interrumpió Ferdinand. —Mi hermana y yo estamos listos para pelear, y enfrentar a ese malnacido en el campo de batalla y...saciar la sed de mi espada con su sangre bastarda.

     "Bueno ahora que ya inferimos la bastardía de Callum tal vez podremos continuar con este asunto" pensó Hannes, a la joven princesa le parecía irónico que lo único que detestará Ferdinand de Callum era que le recordaba la imperfección de la familia real, y que, en cierta manera, el amor de Ferdinand por la familia, era su debilidad y la forma en la cual Hannes podía controlarlo.

     —Alteza. —Dijo entonces el maestre Englebert. —La orden de Aihri está lista para ser movilizada, 700 de nuestros caballeros marchan del norte hacia aquí. Le prometo ante el honor de vuestro difunto padre que venceremos a este contendiente al trono y su ejército invasor.

     —No esperaba menos de usted Gran Maestre, más allá de las alineaciones políticas del reino, la orden de Aihri, vela por la integridad de todo el reino. —Respondió Hannes. Los dos condes asintieron con la cabeza, Hannes sabía que, si tenía al Gran Maestre de su lado y la orden de Aihri, el prestigio de su sagrada orden obligaría a los condes a seguirles. —Sin embargo, un ejército no se puede mover solo, no sin su comandante. —Respondió Hannes y luego miró a Ferdinand. "Vamos, sabes que no tienes otra opción" Todos los ojos se posaron sobre el primo de Hannes.

     —Prima, el primer error de tú reinado fue haber dejado vivir a Kohle, y el reino sangrará por tu decisión, sin embargo, eres familia, prefiero verte sentada a ti en el trono que pasar el próximo año peleando contra Kohle, el usurpador. —Respondió Ferdinand. —Tienes mi espada Hannes.

     —¡Bien! —Exclamó Hannes. —Marcharemos al sur y enfrentaremos a Callum en Glaubericum antes de que salga de Weinland. Reduciremos las perdidas civiles lo más que podremos y...

     —Prima, admiro tu tenacidad. —Respondió Ferdinand. —Pero eres una mujer y la primera princesa de Esterreich. El campo de batalla no es lugar para ti Hannes.

     —¿Oh? Admiro tu preocupación por mí, primo. Sin embargo, debo recordar que Katrin, pelea al igual que tú en el campo de batalla. —Respondió Hannes.

     —Es diferente alteza, Katrin y yo venimos juntos al mundo. Somos dos partes de un mismo individuo, el fuego y la tenacidad que corre por sus venas es la mía. Somos gemelos después de todo. Incluso mi hermana entiende que su lugar no está en el campo de batalla, ella es la más lista de los dos, ella está en casa reuniendo un segundo ejército...por si lo peor ocurre.

     "¿Por si perdemos?, o ¿Para tomar el trono antes que Callum?" Pensó Hannes, ella sabía que no debía dudar de su familia, sobretodo de sus primos que habían crecido con ella, pero ahora ella era la soberana de Esterreich, y si su propio hermano que la idolatraba la había traicionado, que podía esperar del par de hermanos siguientes en la línea de sucesión.

     —Muy bien. —Respondió Hannes.

     —No se preocupe por nada alteza. —Respondió el Gran Maestre, no habrá necesidad de un segundo ejército. Su hermano será vencido antes de que salga de Weinland. 

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