Capítulo XXII || Hermanos de Armas
ANDREAS
La reina volvió a llamar a Andreas. El joven entró al mausoleo de los Kreuz, Gálica miraba hacia el cielo, una gran luna plateada iluminaba la cabellera castaña de la mujer, la luz de los ventanales se proyectaba en la loza del piso y la sombra de los copos de nieve podía apreciarse en el piso. Gálica miraba hacia las montañas, más allá de la ciudad de Könn. Andreas caminó hacia la reina y se mantuvo tras ella por un momento.
—Acércate Andreas, La luna se ve muy hermosa hoy. —Dijo Gálica con su tono solemne, sin quitar la vista al invernal escenario frente a ella, Andreas caminó junto a la reina y se quedó viendo el escenario invernal, las montañas azules de Stahland, yacían cubiertas por un velo blanco de nieve, las casas y sus tejados también, los árboles y los ríos también. Un cielo semi-nublado con una enorme luna de plata. Tan diferente de la luna que había en Esterreich. Tal vez porque estaban más alto en las montañas.
—En efecto alteza, se ve preciosa la luna esta noche. —Respondió Andreas. —Ahri siempre ha sido hermosa.
—¿Ahri?, ¿Qué es Ahri? —Preguntó la reina Gálica.
—Ahri es...bueno, ella es la doncella de la luna. —Respondió Andreas. —Es la diosa a la que le rezo. —Respondió Andreas.
—¿Tu diosa?
—¿Qué es lo que pides en tus rezos? —Preguntó la reina.
—Paz. —Respondió Andreas. —Pido por paz alteza.
—Pensé que rezarías por regresar a casa, o algo parecido, entiendo que Könn no es el tipo de ciudad a la que estás acostumbrado a vivir Andreas.
—Esterreich está muy lejos. —Respondió Andreas.
—Te refieres al otro lado del mar de Jurgamundgander.
—Así es como ustedes lo llaman...
—Lamento decirte Andreas que no habrá paz aquí con mi hermano y mi esposo atrincherados en el norte, en Blauenberg, y el condado de Rottenbaum apoyándolos mis esperanzas de que mi hermano recapacitara se han esfumado. Y yo no habría problema de enfrentarlo en primavera, sino fuese porque Karlo ha decidido renegar de Aeger y decidir adorar a Jurgamungander.
—¿Jurgamundgander?
—Es un demonio primigenio, antes de que el hombre reinara la tierra, Demonios como Jurgamungander vivían en la tierra, pero Aeger y el Semental de fuego vencieron a Jurgamundgander y lo aventaron al mar. Desde ese entonces vive ahí, es una enorme serpiente peluda con un hocico lleno de dientes como una sanguijuela, capaz de corromper el pensamiento de los hombres. Un día Jurgamungander acabará con todos nosotros. Y mi hermano piensa celebrar sacrificios para este demonio. Llevaré a cientos de hombres y mujeres a la muerte Andreas, solo para evitar que miles de inocentes sean sacrificados si mi hermano gana la guerra. Todos piensan que es una locura iniciar una campaña en pleno invierno, pero como podría dormir sabiendo que la mitad de mi pueblo morirá en sacrificios a un demonio que vive en el mar.
—Si puedo hablar con franqueza alteza, sí es una locura, hacer una campaña en pleno invierno, pero sí es posible, y el factor sorpresa puede ser decisivo en la batalla. Creo que es posible hacerlo.
A la mañana siguiente Andreas se reunió con Gregor. El hombre tenía una espesa barba y su cabello crecía salvajemente, Gregor siempre se había dejado el cabello corto, pero Andreas suponía que ahora era cuestión de supervivencia. Que se lo dejará crecer, fácilmente podría pasar por un Stahlander. Apenas Gregor vio a Andreas, el hombre se levantó de golpe y fue al encuentro. El resto de los esclavos ni siquiera le prestaron atención.
—¡Andreas, en buena hora que has llegado! —Respondió el hombre. Andreas entonces metió la mano en la bolsa de cuero y sacó un pedazo de hogaza de pan, Gregor lo tomó entre las manos y se lo devoró. —Oh Andreas, este debe ser el mejor pan que he probado en toda mi vida.
—Has sido reducido a un esclavo, cualquier comida que no esté mohosa, pensarás que es lo mejor en el mundo. —Gregor se recargó en la pared.
—El Rey Enrico se encuentra en Blauenberg. Tiene su ejército atrincherado para atacar en primavera. —Respondió Andreas. —Y la reina Gálica tiene pensado movilizar un ejército antes de que acabe el invierno.
—Piensan usar el factor sorpresa. —Respondió Gregor. —No hay de otra, tenemos que huir al norte, si logramos avisar al príncipe Enrico, tal vez podamos cumplir con nuestro contrato después de todo.
—Gregor...no creo que dos hombres hagan la diferencia, has visto como pelean los Stahlander, no hay forma de acabar con ellos. no en campo abierto.
—Estarán cansados por el viaje Andreas, además, ellos mataron a nuestros hermanos, ¿Qué no quieres regresar a casa?
"A casa, a la orden de Ahri, a ser un mercenario que pelease por el siguiente contendiente al trono, condenados al fracaso, con la expansión de la fe del dios romalio por todo Esterreich."
—Sí. —Respondió Andreas. —Aún quiero regresar a casa.
—Bien, bien. —Respondió Gregor. —Sé que no eres un gran guerrero, pero somos los únicos que quedamos de la orden, debemos estar juntos hermano, solo juntos podremos llegar hasta Blauenberg y vengar a nuestros hermanos caídos.
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