Capítulo XLII || La Víspera de la Conquista


CALLUM


El conde Thorbald Dressler, bebía mucho vino, es más, cuando el hombre estuvo lo bastante ebrio se atrevió a sugerir un matrimonio entre Callum y su hija Brunilda, la cual decían había heredado la complexión del conde. De rostro amplio y cuadrado con barbilla fuerte de ojos pequeños y nariz gorda y bulbosa y de cabello hirsuto rubio. Es más, el Conde Thorbald había dicho que él y su familia estaban dispuestos a tomar el bautizo Romalio y adorar a Edum a partir de ese momento. El Padre Manetti fue el único interesado en aquella noticia.

     El conde llegó la mañana después de la batalla de Weinland para unirse con Callum y sus tropas, después de la desastrosa derrota del primo Ferdinand. Y por primera vez, Callum se sentía como un hombre muy alto, toda su vida había sido un bastardo, el hijo de una prostituta Rusalka que su padre el Rey Reinhard había concebido en una noche de farras. Pero por primera vez, los condes que habían desertado del lado de Hannes, ahora adulaban a Callum a más no poder. Ya lo llamaban el Rey Conquistador, a pesar de que solamente había ganado una sola batalla y que todavía no había conseguido la corona de Esterreich.

     Esa noche de fiesta Callum solo bebió agua, a pesar de que todos los lores y hasta el propio padre Manetti se emborrachó. Callum salió del pabellón de mando donde los hombres estaban celebrando y miró la ciudad. Las enormes urnas de aceite encendidas sobre los techos alumbraban la ciudad. Y Callum recordó la primera vez que vio Weisstadt. Había sido su hermana quien lo había mandado traer desde la frontera entre Walkure y Rusalka. Había sido un largo viaje desde un bastardo hasta convertirse en pretendiente al trono. Y su sueño estaba a punto de cumplirse, la capital de Esterreich estaba lista, solo tenía que estirar su mano y tomarla, tomar la corona y tomar el trono para él.

    Entonces vio a un jinete marchar en el campo nevado hacia el campamento de Callum, el jinete iba encapuchado y llevaba consigo un estandarte de un león dorado en un campo cerúleo. Callum dejó que el jinete entrará al campamento, el muchacho atendió a su visitante en la tienda de mando, ya que el pabellón estaba repleto de hombres borrachos.

     Apenas el jinete descendió del su caballo se retiró la capucha, revelando su cabello castaño recogido en una cofia, ese rostro insípido y esos ojos inquisitivos.

     —Elke... —Dijo Callum

     —Traidor. —Respondió la mujer. —O debería llamarlo Rey Traidor ahora.

     —Dime como quieras Elke, ¿A qué has venido?

     —Tu hermana Hannes, la legitima reina de Esterreich, me pidió que te diera está carta. —Respondió Elke y sacó del interior de su bolso de cuero una carta con el lacre cerúleo de la casa Blauenblud. Callum se acercó a la mucama y tomó la carta con sus manos. El joven pretendiente al trono comenzó a leerla. —Debes saber que pienso que eres un malagradecido, la Reina Hannes te fue a sacar de una granja perdida en el continente después de que su hermano murió, solo para alegrar a su padre después de la pérdida de su primogénito. Ella te ofreció su amor y un lugar en el palacio, Y de esta manera como respondes a su amabilidad, trayendo un ejército enemigo a las puertas de la capital.

     —Nunca le pedí a Hannes que me sacará de la granja. —Respondió Callum, el muchacho terminó de leer la carta.

     —Bueno, ya no importa, ¿Cierto? Tú ganas Callum, La reina Hannes está dispuesta a cederte la corona, solo pide algo a cambio...

     —¿Y que sería eso?

     —Ella pide que no saquees la ciudad ni masacres a sus habitantes. Y ella te envestirá personalmente con la espada de nuestro padre y pondrá sobre tu cabeza la corona del rey. —Respondió Elke.

     —Yo también estoy de acuerdo con estos términos. No quiero ver más sangre derramada, sobretodo en la ciudad que pienso gobernar. —Respondió Callum. 

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