Capítulo VII || El Santuario
GÁLICA
Andreas se encontraba en el marco de la entrada del santuario, mirando con sus dos ojos azules hacia Gálica. La joven reina sonrió y luego hizo un ademan con la mano para que el joven se acercará a ella.
—Ven que no muerdo. —Dijo Gálica. Andreas se apresuró a caminar, no quería exponerse a darle a la reina razones para acabar con él. —Me gusta este lugar porque aquí puedo encontrar paz. —Respondió la reina. —Este es el santuario donde toda mi familia descansa. Así que aquí es donde vengo a pedir consejo a mis ancestros. Aunque nunca me han podido responder. Ellos viven en la Aurora Boreal sobre nosotros Andreas, sin embargo, como espíritus pueden bajar del cielo y aconsejar a los que necesiten ayuda.
—Tiene mucha luz. —Dijo Andreas.
—Sí, también tiene mucha luz. —Respondió la reina.
—¿Cómo fue que sobreviviste al mar de Jurgemungander? ¿Cómo fue que el dragón marino no hundió tu embarcación? Y ¿Cómo sobreviviste a las mentiras que habla a tu oreja?
—No vimos ninguna serpiente marina u dragón en el mar, cayó un tifón mientras navegábamos. —Dijo Andreas. —Fue un mal pronóstico de nuestro capitán.
—¿Y a donde se dirigían? —Preguntó Gálica.
—Habíamos sido contratados por el rey Enrico Casteglio como apoyo militar en su campaña. —Respondió Andreas. —Eso es todo lo que se.
—Enrico es mi esposo. —Respondió Gálica. —O lo era hasta que decidió traicionarme y confabular con mi hermano Karlo para hacerse con la corona. Sin duda contratar mercenarios extranjeros son la clase de planes que hace mi esposo. He visto que los Romalios tienden a usar guerreros extranjeros en sus filas en vez de pelear ellos mismos. Tal vez si Enrico se hubiese dado cuenta que hay cosas que solo un guerrero puede hacer, tal vez su experiencia en Könn pudo haber sido más placentera.
Luego la reina tomó un baúl que estaba frente a la ventana y lo abrió. En el interior estaba lleno de libros. Eran los libros que había ordenado rescatar del barco encallado.
—¿Para que fue por lo que me llamó alteza? —Le preguntó Andreas a la reina.
—Por esto. —Respondió Gálica. Y luego le puso el libro en las manos de Andreas. —Enrico me dijo una vez que un libro vale más que mil monedas de oro. Que es más afilado que mil espadas y que es más fuerte que mil castillos. —dijo Gálica. —Pero nunca...nunca entendí ¿Por qué?
—Los libros dicen cosas, mensajes, información, investigaciones de hombres que murieron. Leer te enseña cosas nuevas. —Dijo Andreas. —Son como voces que solo puedes escuchar en la cabeza cuando posas los ojos en los escritos.
—¿Por qué traían libros con ustedes? —Preguntó Gálica. —¿Porque mi esposo necesitaba libros?
—No eran para él alteza, sino para nosotros. La Orden de Aihri necesita que sus miembros sepan cosas para poder dar un mejor consejo a nuestros empleadores.
—Entonces... ¿Tú sabes muchas cosas? —Preguntó Gálica.
—Se cosas de varios temas...supongo que si a eso se refiere. —Dijo Andreas. Entonces Gálica tomó los libros y hojeo las páginas, cada línea de texto seguía un patrón. Según Andreas debía decir algo.
—Enséñame. — Respondió Gálica. Y se fue a sentar frente a una mesa que tenía en un rincón de aquel mausoleo, la mujer luego apunto a la otra silla, dándole entender al sirviente donde debía sentarse. —¿Cómo se leen estas runas?
—No son runas. —Respondió Andreas. —Es un alfabeto Romalio. Y cada carácter es una letra que representa un sonido, la combinación de estos sonidos dice cosas. —Dijo Andreas, Luego tomó el carácter de la A. —Por ejemplo, esta letra significa A. —Luego el muchacho pasó mejor a tomar una hoja de pergamino que había en el interior del baúl y tomó un pedazo de madera quemada de los candiles. Y comenzó a escribir.
Gálica entonces comenzó a escuchar al muchacho mientras escribía y les daba un sonido a las letras. Gálica hubiese deseado que su esposo Enrico fuese quien le enseñase a leer, pero el hombre siempre había buscado escusas. Cuando Andreas terminó, Gálica tomó el pergamino.
—Eso es todo Andreas, gracias por tu ayuda. —Dijo Gálica. Andreas entonces dejó el santuario, posiblemente lo obligaran a trabajar nuevamente. Gálica sabía que tenía que cambiarle de trabajo con el tiempo, ya que Andreas podría tener más usos que siendo un vil sirviente. Y entendía que la mayoría de los sirvientes extranjeros que capturaban no vivían por mucho tiempo en el interior de los muros de Könn.
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