Presente
Una pila de cuerpo yace bajo los pies de Jonathan. En un arranque de furia a asesinado con sus propias manos a los últimos 5 subordinados que llegaron con malas noticias. Se tomo el tiempo para tortúrales, entre gritos espeluznantes desmembró sus cuerpos hasta que la vida se les termino escapando.
El rostro de piel blanca esta salpicado de sangre. Cuando se sienta en su majestuoso trono parece el Dios de la muerte. La punta de la espada escurre el líquido espeso y oscuro, sus ropas también están teñidas de rojo, parece no importarle mancharlas más, cuando limpia su espada con la camisa de seda que viste.
Es cuando toma una decisión, más llevado por un impulso que por un verdadero plan. Ha de conseguir las malditas llaves, el costo no importa. Si había de negociar lo haría en grande. Tomaría ese colegio que tanto aman los hijos de Merlín, tomaría a sus niños y negociaría con sus vidas.
Una sonrisa sádica ilumino sus facciones de manera escalofriante. Sus ojos negros seguían siendo profundos y malignos como el agujero más oscuro.
Con el olor a muerte inundando la habitación, utilizando incluso la sangre fresca de sus victimas convoco un portal por el cual ingresaron una centena de demonios.
-Pronto este será nuestro reino Madre. -Exclama al demonio principal, aquel que diera su sangre cuando aun estaba en el vientre de Jocelyn.
Los demonios se agitaron conformes, con la sed de sangre estaban mas que dispuestos a colaborar. Esperaban por un banquete de niños inocente.
Sentándose de nuevo en su lugar observo a su alrededor con satisfacción enfermiza a los demonios que aguardan por sus órdenes.
De repente la sonrisa se borra de sus labios cuando recuerda a Clary. El tiempo le ha otorgado un aire mas maduro. Todo mundo siempre dijo que la pelirroja era una versión mas pequeña que su madre, el no podía estar menos de acuerdo. Clary no se parecía a Jocelyn. Sus cabellos rojos eran de una tonalidad distinta, incluso su piel blanca salpicada de pecas es mas clara, tanto que hace resaltar mas sus ojos verdes.
Fue un instante en que sus ojos se conectaron con los verdes de su hermana, la emoción que experimento le enfureció, pero al mismo tiempo le sobrecogió lo suficiente para anhelar su presencia.
El sentimiento de posesividad que emanaba de su pecho no podía ser aplacada. No hasta que la tuviera a su lado, hasta que fuera completamente suya. Debía matarla sabiendo que nunca cedería por voluntad a seguirle, pero sabia que una vez que la puerta del infierno fuera abierta el mundo que todos conoces desaparecería por completo para volverse un infierno en el que el sería el todo poderoso. Entonces no le daría opciones, sometería su voluntad, por que la amaba y no estaba dispuesto a perderla.
Ahora comprendía bien a su padre cuando decía que la única debilidad para un Morgenstern es una Fay. Valentine podía ser despiadado, destructivo y feroz, pero jamás pudo dañar a Jocely. En ese sentido Jonathan se sentía de la misma manera, cuando sus anteriores planes se vinieron abajo, incluso cuando se sintió defraudado por Jace y Clary, aun entonces en la colera que sintió y aunque clamo a los cielos que los mataría, su subconsciente se resistía a lastimar a Clary.
Clary nunca se consideró una Morgenstern, por esa razón llevaba el apellido de su madre. De la misma manera, en que Jonathan no consideraba a Jocely como su madre, el demonio Lilith ocupaba ese puesto.
Fue ver a la pelirroja en el templo de la Luna para que esos deseos posesivos volvieron a reavivarse como fuego en su interior. Un segundo antes de desaparecer, pareció incluso que el tiempo se detuvo cuando sus miradas se conectaron, contuvo el aliento. Admirando sus finas facciones en ese rostro de piel cetrina, con las pecas salpicando el puente de su nariz y la parte superior de sus mejillas de manera tan sutil como si fuera un simple rubor. Sus labios entreabiertos en una mueca de sorpresa eran tan tentadores como siempre.
Con el recuerdo de Clary danzando en su mente, Jonathan se puso de pie para convocar a todos sus aliados.
Cuando el salón estuvo lleno, parecía una escena salida de la mas terrible pesadilla. Una marea de negro, antiguos cazadores de sombras e hijos de Merlín con sus mascaras de plata y complementando ese ejercito letal, demonios esperando por una orden.
-En dos dias será el principio del fin! -Declara.
. . .
Hermione sube las escaleras con cuidado de no tropezar. Le parece curioso que apenas entro la escalera se plegó y la puerta se cerró en cuanto estuvo dentro. Imagino que posiblemente Harry considero que lo que debían tratar sobre los planes debían hacerlo en privado, al menos hasta ponerse de acuerdo sobre cualquier tema relacionado.
Trata de ocultar su nerviosismo, el objetivo del equipo siempre debe estar por encima de temas personales. Se repite mentalmente que no es momento para mostrarse tímida, pero a pesar de sus esfuerzos le es imposible aplacar por completo los latidos de su corazón y el ardor en sus mejillas que le hace saber que esta sonrojada.
El ático es amplio, los techos irregulares dejan a la vista las gruesas vigas de madera sobre su cabeza. Se puede notar a simple vista que acaban de limpiar el lugar. No puede evitar sonreír al pensar que se nota que Draco se acaba de adueñar de ese espacio. Los pocos muebles que fueron dejados ahí están organizados en una esquina cubiertos por sabanas completamente blancas, a excepción del sillón que a sido acomodado en un lugar estratégico frente a la ventana.
La personalidad metódica y pulcra de Malfoy salta a la vista con facilidad. De repente, le parece curioso lo mucho que a aprendido sobre la personalidad del rubio en poco tiempo, como para notar lo perfeccionista que puede llegar a ser.
Aun dentro del ministerio en aquella oficina en donde fue sepultado para purgar los crímenes de guerra de su familia, en lo mas profundo de la sala de profecías, seguía presente su fuerte presencia. Pudiera tener recursos limitados, tanto así que los muebles que ocupaba el pequeño apartado que utilizaba para trabajar parecían a punto de derrumbarse de viejos. Aun así, todo está limpio, organizado a detalle de manera tan minuciosa que, aunque lo que llegara a sus manos fueran profecías obsoletas y sin importancia, estaban mejor catalogadas que la sala principal de Profecías. Incluso el intenso olor a químicos y naftalina que le hacía estornudar parecía desaparecer en cuanto lograba traspasar los primeros estantes para llegar a su escritorio.
Siempre vestía formal con el color negro predominando en su atuendo bajo la túnica reglamentaria de los trabajadores del ministerio. Antes incluso de hablar por primera vez de la profecía que los había hecho embarcarse en esa aventura para salvar al mundo, con frecuencia se descubría observándolo.
Siendo curiosa por naturaleza, le resultaba atrayente el aura que siempre le rodeaba. Lo ecuánime de su semblante a pesar de los ataques constantes de otros magos y brujas, que no perdonaban, ni olvidaban su origen de mortifago.
Mantenía un bajo perfil, tratando de no sobresalir siempre que tenía que salir de su área, lo que parecía un tanto contradictorio en si mismo, tomando en cuenta que donde quiera que fuera saltaba a la vista su presencia. Alto como era, caminaba con garbo. Pasos firmes y elegantes. Su rostro siempre sin expresión clara, serio y sin emociones que salten a la vista, no hacia mas que darle un aire enigmático que provocaba que cualquiera con ojos pudiera reconocer su varonil atractivo.
Hermione casi se atraganta con sus propios pensamientos. Agita la cabeza como si esa acción le ayudara a alejar de su mente ese tipo de cosas para centrarse un poco.
Camina lento sin prisas para acercarse mas al sillón donde se encuentra Malfoy. Cuando esta a pocos pasos alcanza a ver que esta completamente recostado en el largo sillón, tiene los ojos cerrados y una expresión relajada.
Por un momento cree que duerme. Esta a punto de volver para dejarle descansar cuando su voz la sobresalta.
-Vienes por la respuesta. -No es una pregunta, sino una afirmación.
Hermione gira lo suficiente para comprobar que sigue con los parpados firmemente cerrados.
-¿Qué respuesta? -Pregunta a su vez sin comprender.
Draco salta de nuevo en el sillón para levantarse, alertado por la suave voz de Granger, de manera tan abrupta y con tal mal tino que termina resbalando y cayendo de culo al piso.
Cuando escucho pasos acercándose imagino que Potter volvía a seguiré incordiando con el tema de Hermione, lo que menos esperaba era que fuera precisamente la castaña quien estuviera en su lugar.
-¿Estas bien? -Preocupada rodeo el sillón para acercarse lo suficiente y revisar si estaba bien. -Lo siento no fue mi intensión asustarte.
Draco levanto la mano para tranquilizarla, mucho mas avergonzado por la repentina cercanía.
-Estoy bien. Pensé que eras Potter.
-Comprendo, ¿Pero estas seguro de estar bien?
-Lo único que está herido es mi orgullo. -Se burlo de sí mismo, haciendo a Hermione sonreír.
Draco no volvió a sentarse en el sillón, se limito a acomodarse mejor para seguir sentado en el suelo de madera con la espalda apoyada en el asiento del sillón. Siguiendo su ejemplo decidido sentarse junto a el para estar al mismo nivel.
-Harry me dijo que me buscabas. -Dijo después de un largo silencio.
A pesar de todo no resultaba incomodo estar juntos. Sus cuerpos no se rozaban, pero aun podía percibir el calor y la presencia del otro. La tranquilidad que fluía entre ellos era un calmante después de los últimos eventos.
"¡Maldito Potter!" -Pensó Malfoy, sin saber que decir.
-¿Sobre qué estrategias querías hablar?
Respirando con calma agradeció internamente saber por dónde seguir.
-No es nada importante, es decir, ya lo platiqué con Potter lo pensé mejor y creo que todo esta bien tal como está.
-¿Esta seguro? -Insistió, -No hay problema de reevaluar las estrategias si eso nos ayudara al final.
-Es una tontería, Potter solo quiere molestar.
Hermione comenzó a reír.
-¿Algún día ustedes dos dejaran de molestarse mutuamente?
-Dudo mucho que llegue ese día.
La castaña movió de la cabeza de manera negativa, aun sonriendo.
-Quizás algún día.
-Yo que tú, no mantendría demasiadas esperanzas al respecto. Creo que es suficiente con tolerarnos.
-Puedes mentirte todo lo que quieras, pero hace tiempo que han pasado esa barrera de enemistad. No puedo decir que sean mejores amigos, pero han llegado a un punto muy cercano a la amistad.
-¡Sigue soñando Granger! Se que te encanta tomar partido por las causas imposibles, pero lo que hay entre Potter y yo sale completamente de tus posibilidades para arreglar.
-Tu dame un poco de tiempo. -Soltó con falso enfado.
Relajados, ambos se permitieron un momento de calma. Una conversación trivial que apacigua en algo la revolución que vivían cada uno por su cuenta. El silencio se extiende poco después de manera tranquila, como si dos viejos amigos se vieran después de muchos años de ausencia.
Es reconfortante simplemente estar ahí, mirando por la ventana como la noche cae lentamente. La oscuridad los abraza a medias, solo la luz de la luna que se cuela por el cristal los ilumina en aquel ático solitario.
El corazón de Hermione se encuentra suspendido en una tranquila calma como si todas las preocupaciones que le rodean se hubieran quedado en pausa.
-¿Qué harás después de que pase todo?
Había muchas cosas atrás de esa pregunta. Con la mirada fija en el cielo estrellado, a pesar del miedo y la incertidumbre que se alojaba en su corazón, quería aferrarse a esa pequeña esperanza en la que tendría la posibilidad de un futuro.
Durante la guerra, era incluso un juego hablar del futuro, mas como una broma que pudiera alejar el miedo en esos momentos críticos. En aquel entonces solían hablar de comida deliciosa, lugares cálidos y cómodas camas. De si terminasen siendo Aurores en el ministerio o terminarían cambiando a una profesión mas tranquila.
-Siendo sincero no quiero hacer planes. Decidí que lo mejor es vivir un día a la vez, mantener expectativas que posiblemente no se cumplan no esta en mi carácter.
La respuesta por algún motivo, incomodo a Hermione, no sabia por que le molestaba lo que Draco acababa de decir. Cuando iba a replicar fue interrumpida.
-No tengo demasiadas expectativas Granger, soy un exmortifago. Aun faltan algunos años para terminar mi condena, cuando concluya no es como si dejaran de vigilarme y me permitirán hacer una vida normal. El simple hecho de estar aquí en este momento y no presentarme al ministerio, me hace acreedor a una sanción, posiblemente tenga que pasar un par de años mas en el basurero donde trabajo o incluso tenga que pasar tiempo tras las rejas. Hace mucho que mi destino no esta en mis manos, incluso dudo que en algún momento de mi vida lo estuviera.
La amargura en sus palabras encogió el corazón de Hermione. No pudo evita estirar la mano para ponerla sobre la de Draco, en un intento de consolarle.
Malfoy se sobresaltó, pero no la retiro. La calidez de ese sutil toque lo reconforto.
-Las cosas van a cambiar, te lo aseguro. Si logramos salvar al mundo tu nombre será recordado de una manera distinta. Ya no eres el hombre que fuiste. No tienes que conformarte con el camino que otros quieran trazar por ti.
Draco suspira sonriendo de lado. Tratando de creer que en verdad tendrá un futuro después de eso. En un movimiento premeditadamente lento gira su mano para ponerla palma con palma con la de Hermione.
Gira lo suficiente para ver sus manos juntas, entrelazando los dedos se deja envolver por esa calidez tan característica que le provoca la cercanía de Granger.
-Si hay un futuro después de esto me gustaría invitarse a salir. -Confiesa.
Las mejillas de Hermione enrojeces, agradece que el lugar esta lo suficientemente oscuro para no delatar el cándido color en su rostro. El corazón de nuevo late con fuerza renovada como si quisiera escapar de su pecho, pero esta vez se agita con un anhelo que es difícil de contener.
No entiende del todo sus sentimientos, su mente racional aun no asimila que Draco Malfoy se le a confesado. Si aun estuvieran en la escuela juraría que se trata de otro de sus muchos juegos para burlarse de ella, pero por alguna razón, sin importar el pasado que los unió. Cree completamente que sus sentimientos por ella son reales.
Nunca pensó en Malfoy de manera romántica, sin embargo, tampoco es ciega. Puede admitir sin vergüenza que es un hombre atractivo, siempre lo a sido, incluso cuando fue un bastardo narcisista y ególatra que hizo de sus días en el colegio un infierno.
El problema es que por primera vez son capaces de ver más allá de las fachadas. Están haciendo un camino juntos, que los llevo a conocerse con mas profundidad y sus descubrimientos le gustan.
Oculta el rostro, avergonzada por el camino que toman sus pensamientos.
Malfoy le gusta, quizás demasiado para su propio veneficio.
-¡Me gustaría! – Admite con sinceridad.
Puede mentir, pero no ve caso en hacerlo.
Desvía la mirada a sus manos unidas, dedos entrelazados. Su mano se siente pequeña en comparación a la masculina de Draco. Es agradable el calor que nace de esa unión y que le hace sentir mariposas en el estómago.
-¿En serio? -Pregunta con sorpresa.
Acercándose mas para tratar de ver su rostro para estar seguro de que es real y no un sueño. La luz de luna que se filtra por la ventana ilumina su rostro lo suficiente para ver el rubor en sus mejillas y a pesar de todo cuando se acerca le mira firme, sin titubeos. Respaldando las palabras dichas.
Están tan cerca que sus alientos se mezclan cálidos. Desea besarla con todas sus fuerzas, pero la duda le carcome de la misma manera que cuando le confeso sus sentimientos.
Sabe que no la merece, pero es tanta la tentación, demasiada la necesidad de probar sus labios.
"Al menos un beso" se dice. Un beso y pudiera morir tranquilo.
Quizás no tenga un futuro, es demasiado posible que no logre ver un nuevo mañana después de enfrentarse a sus enemigos.
Quizás sus horas estén contadas y ese sea el ultimo momento para despedirse.
Entonces lo hace. Los dedos de su mano diestra siguen enredados a la delicada mano de su amor. Se termina acercando lentamente en caso de que Hermione quiera alejarse, le da el tiempo de decidir si le permitirá seguir. La mano izquierda se enreda en los cabellos de su nuca buscando un soporte.
Hermione suspira por su cercanía, con los labios entreabiertos. Una invitación silenciosa.
Cuando sus labios se saludan primero tímidamente, el calor que les recorre les sorprende. Draco gime ronco y bajo, con el corazón intentando salir por su garganta.
Nunca ni en sus mejores sueños imagino poder probar sus labios.
El beso que inicio suave, lentamente se volvió voraz. Demasiados sentimientos contenidos en esos años explotaron para dejar a flor de piel todos sus sentidos despiertos.
Honda en su boca, paladeando el sabor de sus labios. Perdido en sus deseos no recuerda haber disfrutado de esa manera un beso con nadie. Sus lenguas danzan y el calor crece como un fuego que va calcinando cada parte de sus cuerpos.
Hermione se encuentra de la misma manera, nublada y perdida. Sintiendo todo con tal fuerza que se siente incluso mareada. La sensación que le inunda es agradable y tan nueva que no puede detener su propio ímpetu al exigir prolongar ese momento.
El aire les falta, pero ese parece ser el menor de sus problemas. No quieren separarse y a pesar de todo se ven en la necesidad de hacerlo.
Con las frentes juntas y los ojos cerrados, susurra con voz ronca. -Te amo. Por favor dime que no estoy soñando.
Hay tanto en esa confesión que las ultimas reservas de Hermione terminan cayendo.
-No es un sueño. -Contesta, haciendo que el cálido aliento al pronunciar esa frase erice la piel del rubio.
Esta vez es Granger quien, tomando la iniciativa, saquea sus labios. Impulsada por esos sentimientos recién descubiertos y por la realización de saber que, si no tienen un futuro, aprovechara cada segundo del presente.
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