El Principio del Fin

Había pasado bastante tiempo de los años oscuros, la guerra contra el innombrable era ya un amargo recuerdo en la historia mágica, uno que preferían tratar de olvidar, muy especialmente aquellos que lucharon en ella.

Dando vuelta a la página trataban de continuar con sus vidas, con toda la normalidad que podía, sin embargo, esa calma era solo aparente. Hermione Granger lo sabía, llevaba semanas temiendo que las cosas se precipitaran hacia una nueva oscuridad, el peligro los asechaba en las sombras como una bestia que espera ser liberada para lanzarse sobre su presa y destrozarla.

Las últimas noches no había podido conciliar el sueño, temiendo que las suposiciones y conjeturas que habían armando ese último mes se volvieran realidad; deseaba con todas sus fuerzas estar equivocada, que todo se tratara de sus paranoias, pero conforme pasaban los días todo parecía más claro para su desdicha, tanto que supo que ya no podía seguir posponiendo lo inevitable.

Se dejo caer con desgana contra el respaldo de su silla después de leer por encima vez los informes sobre su escritorio, cerrando sus ojos y apretando con la mano el puente de su nariz con cansancio, aspiro con fuerza llenando sus pulmones de aire, dejándolo escapar lentamente, tratando de apartar la pesadez que poco a poco se hacía más presente en su cuerpo.

Descolgó la bocina del teléfono, marcando de memoria un número. A penas sonó el timbre una vez al otro lado de la línea, cuando escucho el típico ruido al descolgar.

-El tiempo a llegado. -Fue todo lo que dijo apenas en un murmullo antes de colgar de nuevo.

Guardo en una carpeta de cuero todos los papeles, fotos, notas y mapas con cuidado, tomo su abrigo y la bolsa del perchero sin dejar de abrazar aquella carpeta que contenía en su interior la certeza de que todo estaba por cambiar, salió apresuradamente de su oficina.

Había mucho que arreglar antes de aquel encuentro. Hizo varias paradas antes de dirigirse a uno de los departamentos más inaccesibles dentro del ministerio, el Departamento de Misterios.

El Departamento de Misterios se encuentra por debajo de los niveles más bajos del Ministerio Magia, en el noveno nivel. Es accesible a través de los ascensores desde el atrio del Ministerio. Desde el ascensor, un pasillo llano conduce a una puerta negra, detrás de la cual es la cámara de entrada, que está diseñada para desorientar a todo el personal no autorizado que entre en ella. Es una habitación circular con un suelo muy pulido que se ve casi como el agua estancada y doce puertas sin tiradores. Cada vez que una puerta se cierra, las paredes giran, por lo que es imposible determinar cuál puerta es cual. Esta cámara va a responder a una solicitud verbal de una salida por la apertura de la puerta correcta.

Existen varias divisiones dentro del departamento: La sala de cerebros, la cámara de la Muerte, la Sala de profecías, la Cámara del Amor, del espacio y del tiempo.

Hermione se dirigía a una en especial, la Sala de Profecías. El solo hecho de encontrarse en ese lugar le traía demasiados malos recuerdos que le llenaban la boca de un sabor amargo, pero se encontraba de nuevo en ese lugar por buenas razones, por lo que intento ignorar el escalofrió que le erizaba los bellos del cuerpo.

La cámara era larga y fría, con techos muy altos, al igual que los elevados estantes iluminados por velas de llama azul que estaban repletos de esferas de cristal donde se guardaban las profecías. La última vez que había estado en ese lugar junto con parte de Ejército de Dumbledor utilizaron maldiciones reductoras para romper los estantes de las profecías con el fin de distraer a los mortifagos. Ese momento parecía tan lejano y al mismo tiempo lo tenía tan presente que prefirió apresurar el paso para salir de ahí lo antes posible.

En el extremo norte de la cámara se encontraba una puerta de madera que conducía a otro corredor. Era un lugar lúgubre, poco iluminado con un olor intenso a naftalina o algún producto químico que Escocia la nariz al ser respirado. Hermione tocio un par de veces antes de acostumbrarse al penetrante olor. No importaba cuantas veces estuviera en aquel apartado lugar, tardaba un par de minutos en acostumbrar su visión a la tenue luz del pasillo y a ese aroma que le provocaba alergia.

Los ascensores no llegaban a ese lugar, el último tramo para llegar a su destino lo hacía caminando por un largo corredor y bajando unas angostas escaleras en forma de caracol que parecía interminable y desembocaba en algo parecido a un amplio almacén de techos irregulares donde se acomodaban estanterías llenas de esferas de cristal con gruesas capas de polvo cubriéndolas.

Ese era un anexo relativamente reciente en la cámara de Profecías, destinado para aquellas esferas que debían ser evaluadas pues en su mayoría eran obsoletas o carentes de importancia, era algo así como un depósito de desperdicios, el lugar justo para sepultar a un indeseable ex mortífago.

Al fondo justo donde terminaba la última de las estanterías había un pequeño espacio abierto mejor iluminado con la luz que emitía un candelabro lleno de velas gruesas; con un viejo escritorio al centro que mostraba señas de haber tenido tiempos mejores, un par de sillas antiguas dispuestas frente a él.

Sobre un veterano mueble de madera oscura estaban dispuestas varias pilas de libros y cientos de pergaminos minuciosamente acomodados. Podía ser que todos los muebles fueran antiquísimos y que se sostuvieran en pie por milagro, pero sin duda todo estaba limpio y ordenado.

Draco Malfoy levanto la vista de los papeles que estudiaba en ese momento, al escuchar el ruido de unos tacones cuando ya se encontraba a solo unos pasos de distancia. Solo verla le provoco un estremecimiento que le recorrió todo el cuerpo desde la espina dorsal hasta la más ínfima terminación nerviosa, logrando que los vellos de la piel se le erizaban.

Aun no se acostumbraba a verla por su territorio a pesar de que supiera los motivos que la habían llevado ahí o quizás era que conocía bien las razones que la hacían bajar a su infierno personal las que le hacían sentir ese golpe de pánico.

En ese momento había estado revisando un mapa de las constelaciones corroborando la posición de una en particular para determinar una fecha probable que era de suma importancia para sus investigaciones.

A penas la vio bajo la luz amarilla que emitían las velas descubrió la palidez enfermiza de su rostro, además de oscuras ojeras bajo sus ojos que eran muestra de las noches en velas y el cansancio. No era de extrañarse que no hubiera podido dormir, el tampoco lo había logrado en mucho tiempo, al menos no una noche tranquila o completa que no se viera interrumpida por el comienzo de una pesadilla que le quitaba completamente las ganas de intentar seguir durmiendo.

Granger, con solo 21 años había vivido demasiados horrores para una vida y ahí estaba otra vez dispuesta a arriesgarse de nuevo, pues a pesar de su cansancio, la preocupación visible en la postura de su cuerpo y en la tensión de su rostro, se notaba la resolución, estaba dispuesta a pelear hasta el final.

Uno frente al otro se miraban en silencio sabiendo bien a que se estaban enfrentando, pero a diferencia de antes, ahora no eran enemigos, eran aliados.

-Hice la llamada. -Dijo al final exhalando lentamente el aire de sus pulmones y desviando su mirada a los documentos que descansaban sobre el escritorio, más que por curiosidad era una manera de distraer un poco su mente antes de abordar el delicado tema que la había hecho bajar a los dominios de Malfoy.

-¿Estás segura? -Pregunto resistiéndose a lo obvio, sabía que si se encontraba en aquel hoyo oscuro al que no iba nadie más que el, era porque el momento había llegado.

Hermione suspiro largamente. -Tenemos muy poco tiempo Malfoy, es momento de ir moviendo las piezas antes de que ellos nos tomen ventaja. Habíamos acordado que en cuanto se tuviera la confirmación llevaríamos a cabo lo planeado.

La miro directo a los ojos, encontrado determinación tatuada en sus pupilas, era inevitable darse cuenta que a pesar de la gravedad de la situación tenia la sangre fría suficiente para pensar con una claridad envidiable. -¿Hablaras con Potter?, -Pregunto desviado la mirada, para que no notara la admiración que comenzaba a sentir por ella. Le resultaba incomodo a esas alturas estar deslumbrado por alguien a quien en el pasado había detestado con toda su alma.

-Hablaremos con todos hoy por la tarde. -Aclaro, no estaba dispuesta a dejarlo fuera de eso. Entendía que tenía un pasado difícil y conociendo como conocía a sus amigos habría resistencia pero no era momento para anteponer sus rencillas sobre el bienestar de los demás.

-No creo que estén muy conformes con eso Granger. -Estaba completamente convencido de que en cuanto lo vieran entrar le lanzarían una maldición imperdonable, eso como poco.

-A estas alturas las enemistades pasan a un segundo término, además no estarás solo en la reunión, necesito que lleves a tus allegados de mayor confianza, solo aquellos en los que estarías dispuestos a confiar tu vida.

-Crees que sea necesario, es decir, con la gente de Magnus ¿No será suficiente?

-De no ser necesario no te lo pediría. He analizado la situación y necesitamos al menos 2 o 3 personas más para completar el plan ahora que confirmamos el contenido de la profecía no solo tenemos poco tiempo, si no que hay que sincronizarlos de manera perfecta, para obtener lo que buscamos tiene que ser a una hora precisa en días específicos, de otra manera no funcionara.

Era consciente de que era verdad, pero aun así tener que soportar al estúpido de Weasley y compañía no le hacía demasiada ilusión, eso sin mencionar lo difícil que sería convencer a sus amigos más cercanos de participar en un plan mortal en el que habían muy pocas las posibilidades de sobrevivir.

-Además cuentas con mi respaldo Malfoy, estamos en esto juntos.

Ambos sabían que su relación siempre seria áspera y más bien tirante, después de todo lo ocurrido en el colegio y durante la guerra. Pero ambos habían estado de acuerdo en que si llegaba realmente a ocurrir lo que suponían, ambos serian los primeros es unirse para luchar contra los nuevos peligros, después de todo gracias a su trabajo en conjunto tendrían un tiempo de gracia para prepárese y era más que posible que ese tiempo supondría salvar muchas vidas y tener al menos una oportunidad de ganarle a la oscuridad.

*o*O*o*

Cuando Magnus Bane colgó el teléfono su siempre relajado semblante mostró preocupación, era difícil que algo realmente lo afectara, pero por sorprendente que pareciera la situación lo ameritaba. Una simple frase se había convertido en un ultimátum.

-¿Quién era? -Escucho que le preguntaba una voz más que familiar.

-Una amiga. -Se limito a decir con la vista perdida en algún punto del techo, absorto en sus pensamientos no noto la tensión presente en aquella pregunta.

-¿Qué amiga? -Pregunto frunciendo el ceño haciendo que sus ojos azules brillaran con desconcierto, captando así la atención del brujo que seguía tendido en el sillón morado de dos plazas con las piernas cruzadas sobre un taburete.

-¿Acaso estas celoso?

-¡Estás loco! Yo no estoy celoso, es simple curiosidad. Que "amiga" puede decirte algo que te ponga así. - Le avergonzaba admitir la facilidad con la que podía alterarse debido a los estúpidos celos, pero por mas que quería le parecía imposible contener ese sentimiento que lo hacía parecer inseguro.

-Es mi amiga Inglesa. -Contesto con el amago de una sonrisa en los labios, la situación era tensa pero no dejaba de parecer gracioso que Alec lo celara de esa manera.

Al escuchar esas palabras Alec Lightwood se puso repentinamente pálido.

-¿Eso quiere decir...?

-Que es tiempo de hacer maletas.

-¿Te vas a Londres? -Pregunto con preocupación en un tono más chillante de lo que pretendía.

-Nos iremos todos Alec.

-¿Tan grave es?

-No tienes ni idea. -Contesto con una fría determinación. -Sera mejor que le llames a todos, dile que es de vital importancia que vengan aquí, que no tarde o me iré sin ellos y estoy seguro que lamentarían mucho perderse una oportunidad como esta -especialmente Jace- diles que tengan cuidado, será mejor que Luke, Jocelyn y tus padres no se enteren porque les impedirían marcharse, además de que entre menos se involucren será mejor.

Alec no pregunto mas, sabía que Magnus hablaba muy enserio. El último mes había estado demasiado absorto en una investigación que lo mantenía completamente concentrado, había preferido darle su espacio, pero no paso desapercibido el hecho de que había consultado libros de hechizos tan antiguos que estaba más que seguro que eran de magia oscura y otros tantos de runas y magia angelical igual o más antiguos del tiempo en el que surgió el primer cazador de sombras.

Era más que evidente que no parecía complacido con lo que iba descubriendo bastaba ver la manera en que fruncía el ceño y se tensaban sus hombros. Llevaba varias semanas durmiendo poco o pasando incluso días enteros sin descansar. Prácticamente se había enclaustrado en la biblioteca consultando cartas astrales, mapas, analizando libros que parecía que se desmoronarían de solo tocarse.

En varias ocasiones lo escucho hablar frente a las llamas azules de la chimenea y al acercarse pudo distinguir en las brazas ardientes el rostro de una joven que mantenía largas conversaciones sobre asuntos que no comprendía del todo, algunas veces también aparecía entre las llamas un segundo rostro, el de un muchacho de facciones finas y voz autoritaria.

Magnus le había contado algunas cosas, entre ellas que esos muchachos eran ingleses, una bruja y un mago, aunque aclaro que no era del mismo tipo de brujos como el o aquellos que conocían, eran de una clase distinta mucho más parecido a los mundanos (humanos) o muggle como ellos solían llamar a los humanos normales, a excepción de que tenían poderes mágicos que canalizaban con sus varitas.

De la misma manera también le dijo que habían solicitado su ayuda debido a una profecía que había terminado de manera inexplicable en su poder, que en ella su nombre había sido pronunciado, por ese motivo lo contactaron porque necesitaba su ayuda.

En ese momento Alec le pregunto las razones por las que lo necesitaba y el solo se limito a decirle que Jonathan Morgentern trataría de destruir el mundo haciendo que los demonios de otras dimensiones entraran a la suya y con ello pudieran apoderarse de todo, de eso trataba parte de la profecía aunque aun no sabía los métodos que emplearía estaban tratando de traducir viejos escritos que les ayudarían a esclarecer lo que faltaba.

-Cuando llegue el momento te contare todo, pues necesitare tu ayuda y la de los tuyos. -Había dicho con una seriedad que le causo espanto.

Ahora el momento había llegado, saco de su bolsillo su celular para llamar a su hermana, Isabelle.

. . . . .

Magnus Bane era el gran brujo de Brooklyn, un inmortal entre los de su clase, podría considerarse que era una variante de los magos y brujas que existen dispersos por todo el mundo y que a diferencia de estos, parte de sus poderes y habilidades se debían a que era hijo de un demonio. Sus muchos talentos le habían servido para ser un colaborador cercano de los cazadores de sombras, además de novio de uno de ellos.

Los cazadores de sombras son nefilis, mitad humanos, mitad ángeles, destinados desde su nacimiento a ser guerrero de élite encargados de proteger a la raza humana. Por sus venas corre sangre del ángel que se mezclo en la copa mortal con el fin de convertir a un simple mortal en alguien capaz de luchar contra los demonios que atentaban contra la humanidad, sembrando destrucción y muerte, mismos que habitaban en otras dimensiones pero que intentaban apoderarse del mundo humano.

Desde entonces están encargados de mantener el equilibrio en el mundo, haciendo que los subterráneos (Vampiros, Hombres Lobo, Brujos y Hadas) coexistan en armonía, sin embargo el frágil equilibrio se rompió cuando Valentine Morgenster, un cazador de sombras, intento hacerse del poder para aniquilar no solo a los demonios, sino también a los subterráneos que consideraba un cáncer que tenía que ser aniquilado.

Para lograr sus fines deseaba aumentar sus poderes pues secretamente envidiaba a los subterráneos, deseaba ser inmortal como los vampiros, sanar y ser tan rápidos como los licántropos, tener magia como los brujos o tan sabio y diestro como las hadas. No entendía por qué ellos habían sido dotados con mejores dones, que los cazadores de sombras que luchaban por el bien de la humanidad. Por ese motivo había comenzado a hacer experimentos sobre subterráneos que capturaba y torturaba, pero no conforme con eso aplicaba sobre si mismo sus descubrimientos buscando la manera de hacerse con los poderes de ellos, inyectándose sangre de demonios obteniendo asi mayor fuerza, sin embargo, los efectos no eran duraderos.

Al no obtener algo permanente fue más allá... usando sobre sus propios hijos (Jonathan y Clarissa Morgenstern) sangre de demonio y de ángel respectivamente, de esa manera marcándolos desde su nacimiento.

Desde entonces habían pasado muchos años y varios acontecimientos, en los cuales Valentine fue derrotado. El ya no estaba, pero ahora era su hijo Jonathan quien los asechaba pues teniendo en sus venas sangre de un demonio mayor tan antiguo y poderoso que lo hacía prácticamente invencible y que deseaba destruir el mundo para que los demonios que habitaban en otras dimensiones pudieran entrar al mundo de los humanos para aniquilarnos y crear así su propio imperio.

Ahora los peligros eran mayores y los cazadores de sobras necesitaría ayuda para salvaguardar el mundo de los humanos; Clary, Jace, Isabelle y Alec no podían hacerlo solos y aunque contaban con la ayuda del gran brujo Magnus, de sus amigos licántropos Maya y Jordan, además claro del mejor amigo de Clary, Simon Levis que era un vampiro Diurno, necesitaban de la ayuda extra de aquellos magos y brujas que no hacia tanto habían librado su propia guerra mágica contra la oscuridad en el viejo continente.

Estaban en un punto crucial, disponía de poco tiempo para armar el rompecabezas que los llevaría a encontrar un valioso y antiguo artefacto angelical, el único medio para ganar una apocalíptica guerra contra seres demoniacos. Además necesitaban de hacerse de la fuerza suficiente que les permitiera planear un contraataque, al menos para tener una esperanza de lograr proteger su mundo de las fuerzas malignas que estaban por converger.

Uno de los problemas a vencer era el tiempo, pero sin duda otro punto importante era encontrar a las personas idóneas para llevar a cabo un plan descabellado y mortal, donde las probabilidades de sobrevivir eran muy pocas.

*o*O*o*

En ese mismo momento Hermione hacia lo propio, lo cual no era para nada sencillo tomando en cuenta la historia de los presentes en aquella reunión.

-¡Basta! -Grito exasperada, con las mejillas rojas de rabia. -No estamos para perder el tiempo en tonterías.

-¿¡Tonterías!? -Exclamo entre indignado y ofendido Ron. -¿Cómo te atreves a traer a estas serpientes aquí? Esta demente o qué demonios tienes en la cabeza.

Weasley estaba temblando de rabia al ver sentados en la sala de reuniones a cuatro indiferentes jóvenes que odiaba con todo su ser y que lo ignoraban por completo manteniendo una actitud indolente y un tanto desafiante, con los mismos aires aristocráticos que siempre los habían distinguido.

-¡Es suficiente! No tengo por qué soportar a este energúmeno con falta de clase y modales. -Se levanto de la silla con toda la intensión de retirarse de esa bizarra reunión. Zabini se sacudió una pelusa inexistente del hombro, mirando con arrogancia al pelirrojo que casi echaba humo por las orejas.

-¡Tu, te sientas y te callas! -Golpeo con el puños cerrado la mesa, furiosa como pocas veces la habían visto, haciendo brincar a algunos de los presente. -Lo mismo va para ti Ronald Bilius Weasley -Señalo amenazante con un dedo. -Si no quieres que te hechice. -La mirada de la castaña no dejo lugar a replica en silencio ambos hombres se sentaron con toda la dignidad que podían dadas las circunstancias. -Estamos en un momento crítico y ustedes están con sus estúpidos problemas, ya es tiempo que lo superen o es mejor que se larguen de una buena vez, porque no tenemos tiempo para perderle con niñerías.

Draco observaba en silencio, ya se esperaba una reacción así del pelirrojo. Pero a pesar de todo se mostraba firme, sin demostrar ninguna emoción a pesar de las miradas desagradables que le dedica el pelirrojo, que se limito a cruzar los brazos.

-Se que entre nosotros existen muchas diferencias, que no somos amigos, pero esa situación está por encima de nuestros propios deseos. -Paso saliva con dificultad. -Un nuevo peligro se avecina y si no unimos fuerzas el mundo como lo conocemos dejara de existir, esta vez no solo corren riesgo los muggles, sino también los magos y cualquier ser vivo del planeta.

Cuando capto por completo su atención y se calmo la tempestad de la discusión lo suficiente, Hermione tomo aire antes de entrar en materia. Lo que tenía por decir no era fácil, ni sencillo de digerir, como tampoco era algo para lo que los demás estuvieran preparados.

Todos esperaban con calma a que se acomodara en su asiento para continuar, interesados e intrigados a partes iguales, quienes la conocía lo suficiente sabían que debía ser algo grave, aunque la mayoría no estaba ni cerca de imaginar que tan crítica seria la información que tenía por contarles.

En torno a la mesa estaban algunas de las personas que sobrevivieron a la guerra y que lo hubieran hecho no significaba que las heridas y cicatrices que cargaban no dolieran y siguieran escociendo; algunos habían sobrevivido de milagro, ya fuera por su determinación de salvar el pellejo o quizás solo un golpe de suerte, pero sin duda ahí estaban de nuevo siendo desarmados por un relato que les heló la sangre y los dejo sin palabras por un momento.

La sola mención de la palabra "profecía" hizo que Harry se tensara en su silla, que sus nudillos se tornaran blancos por apretar con demasiado fuerza los descansa brazos de la silla que ocupaba, que una sensación de vacío en la boca del estómago le provocara nauseas, haciendo que la bilis le subiera por la garganta con un sabor amargo y salado.

Ginny, Ron y Neville, miraron por inercia a Hermione y a Harry de manera alternada, como si no pudieran creer que de nuevo estuvieran debatiendo sobre una estúpida profecía que marcaría de nuevo sus vidas.

-Malfoy encontró una nueva profecía, una que involucra la destrucción del mundo, todos estamos en riesgo y no hablo solo del mundo mágico, sino también del muggle como les acabo de decir, -Empezó diciendo, logrando con ello que la mayoría contuvieran el aliento.

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