Capítulo XXXVII

Feliz 2020 :D


XXXVII - AÑO NUEVO

—¿No es demasiado corto? —protesto.

Escucho a Lexi resoplar detrás de mí mientras sigo intentando subirme el escote y bajar la falda del vestido. Es una misión un imposible, aunque sigo intentándolo porque soy una cabezota.

—Un vestido nunca es demasiado corto —aclara Lexi.

—Este, definitivamente, lo es. No me siento cómoda enseñando el alma a todo el mundo.

Riley aparece a mi lado y me revisa con los ojos antes de poner un mohín.

—Si no te sientes cómoda, ponte el otro.

—El otro es taaaan aburrido —masculla Lexi.

—Es mejor —protesto—. ¡Mira esto! Parece que me he puesto una falda larga y me la he subido solo para cubrirme las tetas.

—¿Y qué tiene eso de malo?

Riley le da un codazo, divertida.

—Vamos, no seas así.

—Definitivamente, es un no —mascullo.

El vestidito rojo oscuro que Lexi me ha prestado es, literalmente, un tubo de tela que se aprieta contra tu piel sin dejarte respirar. Cuando se lo he dicho, se ha quejado que de que solo me molesta porque tengo más pecho que ella. Aunque dudo que sea solo por eso. Es porque ella está acostumbrada a ponerse vestidos así y yo no.

Lo dejo caer en el suelo del vestidor de Jared y me inclino sobre el armario para buscar el otro, el que me compré yo hace una semana con Sam. Sí, he estado viéndolo por separado para no causar molestias a Riley. Ellos siguen sin hablarse. Y la verdad es que, de alguna forma, parece que se han quitado ambos un peso de encima. Incluso Sam parece más aliviado.

Pero ahora no quiero centrarme en eso. ¡Tengo un vestido que elegir!

Riley y Lexi están sentadas en el pequeño sofá que hay en el vestidor, mirándome. Ellas ya van vestidas, claro. Solo falto yo. Como de costumbre.

—Es un detalle por parte de Jed que nos haya dejado venir a prepararnos aquí —comenta Riley.

—Cuando le he dicho que me daba miedo meter tanta ropa en mi habitación, me ha dejado una llave —murmuro, enfundándome a mí misma en el vestido negro.

—¿Puedo robarle unos calcetines y venderlos por Ebay? —pregunta Lexi, revisando el vestidor con los ojos.

—Ni se te ocurra —le digo sin mirarla—. ¿Qué tal este?

El vestido es más sencillo. Y no me siento como si fuera una salchicha humana en él. Es un alivio.

Me llega a medio camino entre las rodillas y las caderas y tiene una pequeña cinta oscura en la cintura, dejando la parte de arriba suelta en forma de v y con las mangas hasta los codos. Oh, y me deja la espalda descubierta. Siempre he tenido debilidad por los vestidos que dejan la espalda descubierta.

—Estás preciosa, Brooke —me asegura Riley felizmente.

—Es muy aburrido —protesta Lexi—. Aunque, bueno, tampoco es que tengas que ligar.

—¿No puedo arreglarme solo para sentirme bien? —protesto.

Ella suelta un resoplido.

—No seas ridícula.

Riley niega con la cabeza, divertida, antes de mirarme.

—Si te gusta ese, ponte ese. Te queda muy bien.

Lo reviso un momento más en el espejo antes de asentir con la cabeza. Menos mal que ya me he maquillado o no terminaríamos hoy. Me coloco mejor la coleta que me he hecho y ladeo la cabeza en busca de cualquier imperfección.

—¿Podemos irnos ya? —protesta Lexi—. Quiero emborracharme.

—Liam debe estar abajo —comenta Riley.

Me giro hacia ella justo antes de salir del vestidor.

—¿Estás bien con que venga Sam?

—Sí —me asegura enseguida, sonriendo—. Voy a tener que verlo en algún momento, ¿sabes? Atrasarlo es solo... inútil.

—Oh, cómo desearía ser tan madura como tú en algunos aspectos...

Parece divertida mientras vamos hacia Lexi, que espera impacientemente junto a la puerta principal. Le paso un brazo por encima a Riley.

Efectivamente, el coche de Liam está abajo. Noto que Riley se tensa un poco cuando ve a Sam sentado en el asiento del copiloto, pero ninguno de los dos dice nada cuando subimos al coche. Por una vez, me alegro de que Liam y Lexi no paren de parlotear entre ellos para llenar el incómodo silencio.

La fiesta de fin de año es en un local privado, así que no sé muy bien qué esperarme. Solo sé que no he entrado en él en toda mi vida. Espero ir vestida adecuadamente, aunque sospecho que pasaré bastante desapercibida con las dos chicas que tengo al lado. Como siempre.

Liam deja el coche en un aparcamiento sorprendentemente lleno antes de que todos bajemos de él. Riley se mueve estratégicamente junto a Lexi, que empieza a ovacionar sobre fiestas, sexo y alcohol, y yo me quedo con Liam y Sam un poco más atrás. Veo que Sam recorre a Riley con la mirada, pero no dice nada y se limita a seguir andando.

El local tiene una enorme puerta de cristal y dos personas de seguridad. Estoy a punto de ponerme a buscar mi entrada cuando uno de los de seguridad me mira mejor y se aparta para dejarnos pasar. Murmura algo sobre Jared cuando le pregunto por qué no me ha pedido la entrada.

En serio, ¿algún día voy a acostumbrarme a que me reconozcan por culpa de mi novio?

Estúpido Jared.

Mira, el último mantra del año.

La noche es joven.

La puerta de entrada conduce a unas escaleras hacia el piso superior. Las seguimos y llegamos a una gran sala de fiesta con una pista de baile bastante grande, muchas mesas alrededor y una barra gigante al fondo. Veo la cabina de un DJ al otro lado de la sala y, junto a él, a un montón de gente bailando. Y todavía falta una hora para que sean las doce. 

—Me encanta que tu novio sea famoso, Brooke —canturrea Lexi felizmente.

—Yo no voy a negar que también me gusta bastante —confirma Liam, mirando a su alrededor.

Sí, Jared nos ha invitado. Bueno, me invitó a mí y me dijo que le pidiera tantas entradas como quisiera. Como vi que mis amigos parecían más que dispuestos  y me gustaba la idea de pasar el fin de año con todos, aquí estamos. Bueno, todavía faltan los de la banda.

Hoy él y los demás miembros del grupo tienen que recibir la noticia de si los aceptan o no en esa discográfica importante. Él no parecía nervioso esta mañana cuando me ha dado las llaves. De hecho, no lo ha parecido en toda esta última semana, mientras que yo he sido un manojo de tensión. Quiero que lo acepten y, a la vez, me aterra que lo hagan. 

Bueno, ahora mismo solo quiero saber lo que le han dicho.

Como veo que la cosa va para largo, me acerco a la barra y me pido mi primera copa. Veo que los demás hacen lo mismo. Le doy unos cuantos sorbos mientras Lexi y Liam me arrastran a la pista para bailar un poco. Riley y Sam se han quedado enfrascados en un silencio un poco incómodo que veo que rompen enseguida hablando de algo en voz baja. Mejor dejarles intimidad.

Empiezo a preocuparme cuando son las once y media y Jared sigue sin aparecer. Me acerco a la barra y dejo el bolso sobre ella para rebuscar mi móvil. Acabo de encontrarlo cuando noto que alguien carraspea a mi lado. Me giro con una gran sonrisa pensando que es Liam, pero no es él. De hecho, no sé quién es.

—Hola —me saluda jovialmente un chico un poco mayor que yo—, ¿puedo invitarte a otra?

Tardo unos segundos en deducir que se refiere a mi copa.

No me lo creo. La primera vez que ligo en un bar —sin contar a Jared— y es teniendo novio. Qué deprimente.

—Estoy bien, gracias —le digo con una sonrisa educada.

—Es que te he visto muy sola. No me importaría quedarme un rato, si no te molesta.

—Eres muy amable, pero estoy bien —repito.

—¿Estás segura?

—Lo está.

Doy un respingo cuando la voz de Jared sale de la nada. Bueno, no de la nada. Sale de mi izquierda, donde se ha plantado con una mano en mi hombro y una ceja enarcada hacia el pobre chico, que enrojece hasta la médula.

—Oh, no había visto que... mhm... bueno, un placer.

Se va rápidamente y yo me giro hacia Jared, que lo sigue con la mirada hasta que desaparece entre la gente.

—Te dejo un rato sola y te empiezan a llover los pretendientes —protesta, mirándome.

—Oh, sí, tengo que quitármelos a patadas.

—Si empiezas a darles patadas no supondrá un problema para mí.

Sonrío, divertida.

—Si te consuela, es la segunda vez en mi vida que alguien intenta ligar conmigo en un bar —confieso.

Me sorprende ver su cara de absoluta confusión cuando se gira hacia mí.

—¿Cómo?

—Lo digo en serio —sonrío, divertida—. Suelen ir a por Lexi.

—Lo siento, no me lo creo.

—Pues créetelo. Fuiste el primer pervertido que intentó ligar conmigo en un bar.

Esboza una sonrisita orgullosa antes de recorrer mi vestido con la mirada. Se detiene un poco de más en el escote antes de que su sonrisa aumente.

—Interesante elección de ropa, Rocky. Muy interesante.

—Deja de mirarme el escote, pervertido.

Divertido, se inclina hacia mí y apoya una mano en la barra para arrinconarme y darme un beso en los labios. Un beso tan intenso que tengo que sujetarme a su chaqueta y apoyarme en la barra para no caerme de culo al suelo. Madre mía.

—Yo también me alegro de verte —murmuro con voz aguda—. Menos mal que me he puesto el pintalabios a prueba de novios.

—Estás preciosa.

Últimamente soy demasiado consciente que cualquier tontería dicha por él hace que me entren ganas de apoyarme dramáticamente en alguna superficie con una mano en el corazón.

Qué peliculera eres.

Lo recorro con la mirada. Lleva puesta una camisa blanca y una americana negra con los pantalones a juego y los zapatos oscuros. Le queda tan bien que se me seca la boca. Nunca lo había visto vestido así.

—Por favor, vístete así cada día del año —mascullo.

Empieza a reírse antes de sacudir la cabeza.

—Ni de coña. Esto es lo más incómodo que me he puesto en mi vida.

—Pues te queda genial. Voy a tener que estar viendo como medio local te come con la mirada toda la noche.

—Puedes estar tranquila, Brooke —Hunter aparece a nuestro lado y hace una seña a Jared—. Él ya te ha comido con la mirada diez veces. Estáis en paz.

Sonrío, divertida, y Jared se aparta para que pueda darle un pequeño abrazo a Hunter. Parece que hace una eternidad que no lo veo.

—¿Cómo estás? —le pregunto.

—Dispuesto a emborracharme y a preguntar si tienen aperitivos.

—Como siempre —Ally aparece en la barra con un vestido dorado despampanante—. Hola, Brooke. Dios, estás preciosa.

—Lo mismo te digo —le aseguro. Madre mía, yo también quiero que un vestido me quede así de bien.

Kevin da una vuelta dramáticamente y se señala.

—Yo también voy genial. No necesito que me lo digáis.

Ally le pone los ojos en blanco antes de que Hunter nos haga un gesto. No me había dado cuenta de que había pedido bebidas para todos. A mí me ha pedido lo mismo que tenía, así que me lo termino de un trago antes de ir a por la siguiente. Jared solo toma cerveza, cosa que me tranquiliza bastante.

—Bueno —los miro uno a uno, especialmente a Jared—, ¿no me vais a decir nada? ¿Cómo ha ido? ¿Os han aceptado?

Veo que hay un momento de silencio colectivo. Oh, no.

Estoy a punto de decir que lo siento mucho y que ya tendrán otra oportunidad mejor cuando Ally empieza a dar saltitos de alegría.

—¡Ya tenemos discográfica!

Hunter y Kevin también empiezan a parlotear alegremente cuando Ally me abraza con fuerza. Yo se lo devuelvo, claro, pero mi mirada se clava en Jared por encima de su hombro. Él tiene una sonrisa pequeña en los labios, pero no parece muy entusiasmado con la situación.

Aunque tampoco es que esperara que diera saltos de alegría, la verdad.

—Enhorabuena —digo, riendo al ver la alegría de los demás—. Os lo merecéis. Muchísimo.

—Gracias, Brookie —Kevin me pasa un brazo por encima del hombro—. Ya podrías entusiasmarte un poco más y darme un besito de campeón.

—Kevin, no quiero empezar el año rompiendo un brazo —Jared enarca una ceja.

Él se aparta, riendo.

—Vale, vale —levanta las manos en señal de rendición y casi le vuela la copa hacia atrás—. En ese caso, voy a buscar a una morena que he visto junto a la entrada.

—Por su bien, espero que haya salido corriendo —murmura Hunter.

Es en ese momento que me doy cuenta de que Hunter está solo. Busco con la mirada, pero no veo a su novia por ningún lado.

—¿No está...? —empiezo a preguntar.

—Cortamos hace unos días —me dice.

Me quedo mirándolo un momento sin poder ocultar mi sorpresa. No solo por la ruptura en sí, sino porque tampoco parece muy afectado. Con lo unidos que parecían, esperaba que se montara un drama digno de telenovela si alguna vez les pasaba algo.

Pero... no. Su mayor preocupación parece ser que el camarero tenga aperitivos.

—Vaya... lo siento, Hunter.

—No pasa nada. Sigo teniendo cerveza.

—Siempre se hace el duro —Ally pone los ojos en blanco.

—¿Y qué quieres que haga? Desde que le dije lo de Los Ángeles, hemos estado peleando. Está harta de tener una relación a distancia. No puedo culparla. Al final, lo mejor que pudo hacer fue dejarme y buscar a alguien más estable con quien estar.

Hace una pausa, cruzándose de brazos. Su mirada se clava en un grupo de chicas que nos miran desde el otro lado de la discoteca, claramente con ganas de acercarse pero sin atreverse a hacerlo. Hunter sonríe de lado.

—Además, encontrar alguna otra chica no será un problema.

Y, sin más, agarra su copa y va directo hacia ellas. Ally suspira y lo sigue. 

Sus palabras siguen rebotando en mi cabeza "encontrar alguna otra chica no será un problema". Me remuevo, incómoda porque tiene razón. Ellos no tendrían problemas en encontrar a alguien con quien pasar el rato en caso de no tener pareja. Especialmente Jared. Si nos pasara algo, ¿eso sería lo primero que pensaría?

Intento que eso no me invada la cabeza. No ahora, al menos. En su lugar, me giro hacia él y veo que está apoyado con la cadera en la barra, mirando con aire pensativo a Hunter y Ally, que hablan con las chicas.

—Es casi gracioso ver cómo finge que le da igual lo de su novia —murmura.

—Quizá sí que le da igual —me encojo de hombros.

Jared sonríe ligeramente, negando con la cabeza.

—Tú no estabas con él cuando cortaron.

—¿Tú sí? —madre mía, eso sí que debió ser incómodo—. ¿Ni siquiera esperó a tener un poco de intimidad?

—No hizo falta. Le mandó un mensaje.

Estoy a punto de dar un sorbito a mi bebida, pero me detengo y lo miro, pasmada.

—¿Cortó con él por mensaje? Eso es horrible.

—Sí —Jared suspira—. Y no le dio muchas explicaciones. Aunque no creo que Hunter las necesitara. Era obvio que las cosas no les iban bien. Y a él le afectó, aunque ahora disimula fingiendo ser Kevin. O intentándolo.

Efectivamente, solo lo está intentando. Porque Ally lo engancha del brazo y lo lleva de nuevo a la barra poniendo los ojos en blanco. Hunter protesta un poco, pero en cuanto consigue sus dichosos aperitivos se conforma con quedarse ahí sentado felizmente.

No tardan en aparecer Lexi y Liam. Lexi no deja de echar ojeadas a su alrededor. Y sé a quién está buscando. Al idiota de Kevin.

Y Jared también debe saberlo, porque señala la entrada con la cabeza.

—Se ha propuesto ligar con una chica —le explica sin muchos rodeos.

Lexi entrecierra los ojos.

—¿Y qué tal le va?

—Si la chica es lista, le irá mal.

Lexi lo considera un momento antes de soltar un pues muy bien, terminarse su copa de un trago e ir muy decidida hacia la zona por donde ha desaparecido Kevin. Liam apuesta que volverán intentando matarse el uno al otro. Yo digo que lo harán besándose. A ver quién gana.

Riley y Sam no tardan en unirse a nosotros y no sé por qué me alegra ver que no vienen de la mano. Los quiero mucho a los dos, pero... sinceramente, están mejor separados. Riley se desliza entre Liam y yo después de saludar a todo el mundo y Sam se queda a un lado, un poco incómodo al ver a Jared. 

Cuando solo faltan cinco minutos para que sea media noche, la gente empieza a reunirse alrededor de la pista de baile, especialmente junto a la cabina del DJ. Todo el mundo habla tan alto que apenas puedo oír mis propios pensamientos. Menos mal que Jared tira de mi mano para guiarme con los demás, porque sino habría terminado abandonada en medio de la masa de desconocidos.

Me sorprende un poco que, en lugar de quedarse ahí, suba unas escaleras que no había visto hasta ahora. Uno de los de seguridad nos abre unas puertas de cristal y salimos a una terraza bastante amplia con una barra, música, luces y unas vistas preciosas. Qué bonito es tener dinero.

Oh, así que aquí había estado escondida Lexi hasta ahora. La veo sentada en uno de los sillones del fondo besando a Kevin como si no pudiera seguir respirando al dejar de hacerlo. Liam, que nos ha seguido, pone mala cara pero me da mis merecidos cinco dólares.

La gente, obviamente, quiere acercarse a la barandilla de la terraza para ver los fuegos artificiales. Igual que yo. Y estoy a punto de darle un codazo a un tipo que me aparta de malas maneras para hacerse lugar, pero Jared decide solucionarlo tirando de su chaqueta hacia atrás y apartándolo sin mucho cuidado. Muy diplomático.

Pone ambas manos en la barandilla, una a cada lado de mi cuerpo, para hacerme de escudo humano.

—¿Mejor? —enarca una ceja.

—Bastante —admito.

—Nunca entenderé por qué la gente quiere ver estas cosas —murmura—. Solo son fuegos artificiales. Los ponen cada año. No es para tanto.

—Es que no todo el mundo puede ser tan romántico como tú, cariño.

—Te recuerdo que estoy soportando empujones por ti.

Y él no soporta a la gente. Sonrío, divertida, cuando alguien le da en el hombro sin querer y él suspira pesadamente.

—Vamos, Jared, es fin de año. ¡Sonríe un poco!

—Si fuera por mí, estaríamos los dos en mi casa haciendo cosas más interesantes. Y no aquí esperando a ver lucecitas.

—Si os consuela —Ally aparece de la nada a nuestro lado—, a mí no me gustan los fuegos artificiales. Contaminan mucho.

—Oh, cállate —Hunter pone los ojos en blanco descaradamente.

—¡Es verdad!

—Sí, pero nadie quiere saberlo.

—¡Y a los animales les dan miedo! —añadió ella.

Mientras discuten entre ellos y veo que los demás se apoyan en la barandilla donde pueden, escucho que la gente a mi alrededor empieza a hacer la cuenta atrás desde diez. Jared no, claro. Él se limita a terminarse su cerveza y a negar con la cabeza mientras yo llego al uno, entusiasmada.

Parece considerablemente más interesado al girarme en redondo para besarlo cuando todo el mundo empieza a aplaudir por el año nuevo.

Y, después de eso... bueno, lo último que recuerdo es que me he emborrachado.

Tengo recuerdos borrosos de haber bailado con casi todos y haber bebido mucho. O quizá no he bebido tanto y el problema es que no estoy acostumbrada a hacerlo. Pero sí, estoy borracha. No quiero empezar el año mintiendo.

Parpadeo cuando siento un brazo rodeándome la cintura. No hace falta que levante la mirada para saber quién es, pero lo hago igual. Jared parece divertido.

—¿Me estás escuchando? —pregunta.

—¿Me... me estás hablando?

—Vale, Rocky, creo que es hora de volver a casa.

—¿Ya? —pongo una mueca—. ¡Si es muy temprano!

—Son las cinco —remarca.

—Oooh... —parpadeo unas cuantas veces y me doy cuenta de que ya no estoy en la discoteca, sino en la salida—. ¿Cuándo hemos salido? ¿Y los demás?

—Hunter, Ally y Riley se han ido los primeros. A Sam no he vuelto a verlo. Y los demás siguen ahí dentro. Tengo la esperanza de que no quieras quedarte con ellos.

—No —suspiro pesadamente—. Estoy harta de estos tacones.

Sonríe cuando me apoyo torpemente en su brazo —o más bien él me sujeta— para poder quitármelos sin mucho cuidado. 

—Creo que mis tobillos han vuelto a la vida —murmuro.

—Eres una exagerada. ¿Podemos ir ya al coche?

—Espera, ¡llévame en brazos como si fuera una princesa!

—¿Eh...?

Antes de darle tiempo de reacción, le rodeo el cuello con los brazos y doy un saltito hacia arriba. Menos mal que me sujeta al instante. Si no lo hubiera hecho, habría sido la primera caída estúpida del año.

—Ya podemos ir al coche —le sonrío ampliamente.

Él sacude la cabeza, pero me lleva así de todas formas. Y yo estoy encantada, claro. Disfruto cada segundo de ello.

Creo que me he quedado dormida en el coche, porque no recuerdo nada del trayecto. Lo último que recuerdo después de eso es la puerta de casa de Jared cerrándose. Prácticamente se me cierran los ojos solos cuando me acomodo mejor sobre él y apoyo la mejilla en su hombro para seguir durmiendo mientras me lleva en brazos a la habitación.

***

Oh, Dios mío. Creo que me va a estallar la cabeza.

Gruño contra la almohada y meto la cabeza bajo la sábana perezosamente. Me palpitan las sienes y tengo la boca más seca que nunca. Estúpido alcohol.

Me obligo a mí misma a asomarme al cabo de unos segundos para comprobar que estoy sola en la habitación de Jared. Tardo unos segundos más en incorporarme y pasarme una mano por la cara. Tengo el pelo hecho un desastre. Miro abajo y veo que anoche me puso una camiseta suya y unos pantalones de pijama que había dejado por su casa. Tengo que darle las gracias por quitarme ese vestido del demonio.

Efectivamente, Jared no está en casa. Normal, es muy tarde. Y él tenía que hacer no sé qué del grupo. Voy directa a la nevera y sonrío como una estúpida cuando veo que me ha dejado el desayuno preparado.

Aunque la perspectiva de quedarme en ese apartamento gigante —para mí sola— durante todo el día es tentadora, lo cierto es que tengo un proyecto bastante importante que terminar. Y voy a tardar mucho en hacerlo. Así que, tras desayunar como si no hubiera comido en años, vestirme y dejárselo todo limpio, vuelvo a la residencia.

Mi intención es estudiar y hacer el proyecto, pero... lo cierto es que termino tirada en mi cama y durmiendo unas cuantas horas más.

Así que no me queda otra que hacerlo durante los dos siguientes días. Por consiguiente, apenas veo a mis amigos o a Jared. Necesito terminar esto ya. ¿Por qué demonios tengo que dejarlo todo siempre para el último momento? Soy una idiota.

Cuando al tercer día, finalmente, tengo el trabajo terminado —y bastante correcto, siendo sincera—, lo primero que hago es ir a casa de Jared. Me merezco una recompensa. Una de sus recompensas. Ya me entendéis.

Como sigo teniendo una llave del día de fin de año, el portero no pone muchas pegas a que suba. Y no estoy segura de si estoy invadiendo su privacidad. De hecho, el pensamiento no me asalta hasta que hace un rato que estoy tirada en su sofá de lujo mirando un programa malo en la televisión.

Estoy a punto de arrepentirme de todo e irme corriendo —y fingir que jamás he estado aquí—, cuando escucho la puerta principal abriéndose y cerrándose. Me asomo por encima del sofá, temerosa, y veo que Jared se queda de pie en la entrada, algo sorprendido.

—Hola —murmuro, repentinamente avergonzada.

—Hola —parece un poco perdido—. ¿Cómo has entrado?

—He usado las llaves que me diste el otro día —sonrío inocentemente.

Creo que me pondrá mala cara o se asustará, pero en su lugar se limita a reírse y sacudir la cabeza.

—Bueno, podría acostumbrarme sin problemas a encontrarte aquí al volver.

Lo dice como si nada mientras mi cuerpo entero entra en colapso absoluto de emociones.

Jared deja la guitarra apoyada en la pared, se quita la chaqueta y se acerca al sofá. Me sorprende un poco que se deje caer con la cabeza en mis piernas. Normalmente, soy yo la que hace esas cosas.

—Veo que los ensayos son la gran pasión de tu vida —bromeo, acariciándole la cara.

Suspira y cierra los ojos.

—Si algún día desaparezco... estaré en la cárcel por haber matado a Kevin, ¿vale?

—Vale.

—¿No quieres saber por qué? —esboza media sonrisa.

—Es Kevin. Sobran los motivos.

Empieza a reírse y se acomoda mejor sobre mí, mirándome.

—¿Cuándo empiezas las clases?

—El lunes.

—¿Y tienes que estudiar o algo así?

—No —entrecierro los ojos—, ¿por qué?

—Podrías quedarte aquí hasta el lunes.

—Jared, eso es casi una semana.

—Por eso.

—Y tú tienes ensayo.

—Estoy harto de ensayos. Puedo faltar unos días.

—Vale, ¿quieres que Ally te golpee? ¿Es eso?

—Ally siempre quiere golpear a todo el mundo. Al menos, esta vez el motivo habrá valido la pena.

Niego con la cabeza, divertida.

—Voy a tener que ir a por más ropa a la residencia.

—¿Qué te hace pensar que vas a necesitar ropa?

—¡Jared!

Se levanta tan rápido como si le hubiera alcanzado un rayo. Y, de paso, me levanta a mí con una sonrisita.

—Vamos a darnos un baño para celebrar que te quedas.

—Yo no he dicho que...

—Cocinaré para ti cada día.

—Vale, me quedo.

***

Creo que ya llevo tres días metida en casa de Jared. Y estoy más que conforme con la situación.

Él ha cumplido con su palabra y ha faltado a sus ensayos —y ha cocinado para mí, también—, así que prácticamente hemos estado pegados el uno al otro durante tres días seguidos. 

No voy a mentir, podría acostumbrarme.

La primera sorpresa fue hace dos días, cuando le dije que le había dejado la llave que me había prestado en la encimera y él me dijo que me la quedara. Esperaba que fuera consciente del gran error que había cometido, porque yo pensaba utilizarla. Especialmente, cada vez que mi diminuta e insuficiente cama de la residencia se me hiciera insoportable o quisiera asaltar su nevera. Pero parecía muy dispuesto a dármela, así que sigo teniéndola.

Por otro lado, ayer tuve que insistir en ir a por unas cuantas cosas a la residencia y, no sé cómo, volví con medio armario. 

Y hoy... bueno, no he hecho absolutamente nada. Nada que no fuera estar con él, quiero decir. Acabo de salir de la ducha y me pongo un pijama —un poco inútilmente, porque no sé cuánto tiempo lo voy a necesitar— antes de volver al salón, donde lo encuentro con la guitarra. Aunque no tenga ensayos, es incapaz de pasar más de un día sin tocarla. No sé por qué, pero me gusta ese detalle de él.

De todos modos, la deja a un lado en cuanto me ve aparecer y tira de mí para sentarme en su regazo.

—Oye, Jared —casi me arrepiento de tener que arruinar el buen humor que nos rodea, pero lo he estado reflexionando en la ducha y tengo que hacerlo—, tenemos que hablar.

Estaba sonriendo hasta hace un momento. Ahora solo levanta las cejas, sorprendido.

—Bueno, eso suena serio.

—No es... —me aclaro la garganta, incómoda—. Todavía no hemos hablado de... lo de la discográfica. De irte a Los Ángeles.

Efectivamente, todo su buen humor se evapora al instante. Pero necesito hablar de esto.

—He intentado no pensar en eso —dice finalmente, mirándome.

—Yo también —admito.

—En caso de que vaya, no es como si no fuéramos a vernos nunca más —suspira—. Es decir, nos veríamos menos, pero... vendría cada vez que pudiera. Aunque fuera cada fin de semana.

—Vas a arruinarte si haces eso, Jared.

—Creo que puedo permitírmelo —me asegura.

Estoy a punto de bromear, pero me detengo al darme cuenta de un detalle.

—¿En caso de que vayas? —frunzo el ceño—. ¿No es seguro?

—Bueno, la discográfica ha dicho que sí, pero nosotros también tenemos que hacerlo.

Tardo unos segundos en responder.

—¿Los demás han dado su opinión?

—Sí.

—¿Y qué han dicho?

Él no dice nada, pero sé que han dicho que sí. Es obvio. Solo necesito mirarlo para saberlo.

—No digas que no, Jared —murmuro.

No me gusta la mirada que me echa. No me gusta nada, porque sé que está a punto de decir una tontería.

—Jared, sé que no quieres pasarte el resto de tu vida tocando la guitarra con ellos —recalco—, pero no puedes decir que no a una oportunidad así. Solo... inténtalo. Aunque sea por un tiempo. Y, si no funciona... entonces, ya lo pensarás mejor.

Me observa por unos segundos, pensativo.

—Probablemente habría dicho que no si solo me perjudicara a mí —admite en voz baja—. Pero no... no sé si puedo joder el sueño a los demás solo porque yo quiera quedarme, Brooke.

Es casi una disculpa. Y se me parte el corazón con que sienta que tiene que dármela. Le rodeo el cuello con los brazos y me inclino hacia delante para besarlo en la comisura de los labios.

—Solo espero que no tenga que preocuparme por fans acosadoras —murmuro.

Él sonríe, negando con la cabeza.

—Desviaré su atención hacia Kevin.

—Bien —accedo—. Supongo que vuelve a estar peleado con Lexi, así que vale.

—¿Sabes? Puedes quedarte con la llave cuando no esté —murmura, colocándome mejor en su regazo—. Por si quieres venir a dormir o algo así.

—¿Sin ti? —¿por qué eso ha sonado tan lastimero?

—Siéntete como en casa —se encoge de hombros.

Y, dando por terminada la conversación, me gira para poder unir sus labios a los míos. Siento que todos los problemas se me olvidan al instante en que me pregunta por qué demonios me he puesto ropa y empieza a quitármela.

Sí, está siendo un buen comienzo de año.

Ya es el último día antes de empezar las clases cuando estoy tumbada en la cama junto a él. Jared está leyendo un libro mientras yo frunzo el ceño a mi móvil. Si hay algo peor que Lexi y Liam hablando a la vez, es Lexi y Liam hablando a la vez por un grupo del móvil. Envían mensajes tan rápido que apenas puedo leerlos antes de que cambien de tema. Es frustrante.

Estoy a punto de optar por ignorarlos —y rodar sobre Jared para darle una indirecta de otras actividades que me interesan más— cuando veo que los dos empiezan a mandarme mensajes como locos.

Lexi: BROOOOOOKEEEEEE. ¿Nos estás leyendo o qué?

Liam: Tenemos dos posibilidades ante nosotros. Lo ha leído y se ha desmayado o no lo ha leído.

Lexi: Esperemos que sea la segunda.

Liam: Pero la primera implica más drama.

—¿Qué demonios...? —murmuro.

Jared me mira de reojo.

—¿Todo bien?

—Sí. Creo. Es que Liam y Lexi están diciéndome que lea algo y no sé q...

Casi me ahogo en mis propias palabras.

Veo que me han pasado cuatro veces el mismo artículo, insistiendo fervientemente en que lo lea. Y solo con la portada ya se me hunde el pecho. 

Pero no puedo evitar pulsarlo y que se expanda. Leo el titular casi en cámara lenta, pero soy incapaz de entenderlo. Solo puedo ver las fotos.

En la primera foto salgo yo dándome un abrazo con Liam en la puerta de mi residencia con una gran sonrisa. En la segunda, abrazando a Sam casi al anochecer en el mismo lugar, solo que esta foto está acompañada de otra en la que se ve que él sale a la mañana siguiente con la misma ropa y con cara de sueño.

Y la última... una foto en la entrada de la cafetería hablando con Brent. Yo doy la espalda a la cámara, así que solo se ve a él inclinándose hacia delante con una sonrisa, demasiado cerca de mí.

Mierda.

Sigo sin leer el titular. O más bien sin querer entenderlo. Es como si me diera miedo.

Solo puedo leer sin querer la palabra infidelidad. Y lo peor es que lo parece. Parece exactamente eso.

Si antes me encontraba mal, no es nada comparado a lo que siento cuando escucho el móvil de Jared vibra. Él lo recoge con gesto aburrido y lo desbloquea.

Entonces, veo que las fotos aparecen en su pantalla.

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