Capítulo XXXI
Perdón por haber tardado tanto en subir D:
XXXI - CINCO AÑOS
—Oye, Jared.
Él no deja de tocar la guitarra, pero me mira de reojo, sentado con la espalda en el cabecero de la cama. Yo estoy tumbada a su lado, con los pies apoyados en la pared, mirando el techo.
—Dime, cariño —sonríe de lado.
—Deja de burlarte de mí por eso. Fue un lapsus.
—Ya podrías tener más lapsus de esos.
Dejo mis apuntes a un lado. Total, ya hace un rato que no los miro. He estado pendiente de sus manos en la guitarra por más tiempo del que me gustaría admitir.
Pues como siempre.
Cuando ve que respiro hondo, pensándolo un momento, parece más interesado.
—Esa cara me preocupa.
—Solo estoy pensativa.
—Por eso.
Le pongo mala cara.
—¿Y esta te gusta?
—Brooke, dudo que puedas poner una cara que no me guste. He dicho que me preocupaba, no que no me gustara.
Me vuelvo a dejar caer de espaldas en la cama y juego inconscientemente con el borde de su camiseta, la que me ha dejado a modo de pijama improvisado.
—¿Dónde te ves a ti mismo dentro de cinco años? —pregunto finalmente.
Él deja de tocar la guitarra por un breve instante y sé que lo he pillado por sorpresa. Pero no me atrevo a mirarlo, así que mantengo los ojos clavados en el techo de su habitación. ¿Por qué me pone tan nerviosa una simple pregunta?
—Pues... no lo sé, Rocky. Nunca lo he pensado.
—¿Nunca has pensado en cómo quieres que sea tu futuro? —pregunto, incrédula, incorporándome hasta quedar sentada.
—No.
—Venga ya. Eso es imposible.
—No lo es —dice, divertido—. No es algo que me preocupe mucho.
—¿Cómo no va a preocuparte? ¡Es tu futuro!
—Me gusta mi presente. Prefiero centrarme en él.
Su sonrisa de lado vacila un poco cuando ve mi expresión.
—¿A qué ha venido la pregunta?
—A nada en concreto.
Enarca una ceja.
—Brooke...
¿Por qué tiene una forma tan sexy de decir mi nombre?
Yo también quiero ese poder.
—Es que... —suspiro—, mi madre solía decir que puedes conocer muchas cosas de una persona solo con esa pregunta.
—Ah, ¿sí? —parece curioso—. ¿Y cómo te ves tú? ¿Inaugurando galerías de arte?
Su media sonrisa desaparece un poco cuando ve que yo tuerzo el gesto.
—¿No? —pregunta, sorprendido.
—No me malinterpretes, me encanta la fotografía. Pero... no sé si lo de la galería terminó de convencerme.
—¿No me dijiste que te había gustado?
—Y me gustó, sí, como experiencia. Estuvo bien. Pero... ¿como modo de vida? Me da la sensación de que no encajo en ese ambiente de gente con dinero vestida de etiqueta valorando mis fotos.
Me mira durante unos segundos, pensativo.
—¿Y cómo te ves dentro de cinco años? —pregunta.
—Pues... entre otras cosas... —carraspeo, algo incómoda— con una familia.
Lo miro de reojo para no perderme un solo detalle de su reacción y veo que no hay ninguna. Solo mantiene una expresión totalmente neutral. Hace un tiempo, habría creído que no le importaba en absoluto. Ahora, conociéndolo mejor, sé que es precisamente porque le importa demasiado y se está esforzando en no mostrármelo.
Mhm... curioso.
—¿Te refieres a tener hijos? —pregunta, finalmente.
—Pues claro que me refiero a eso.
Aparta la mirada y me da la sensación de que se le han tensado un poco los hombros.
—O quizá solo estoy melancólica porque se acerca Navidad —concluyo, intentando quitar incomodidad al silencio que se ha formado.
—Faltan quince días —replica, divertido.
—¡Eso es muy poco tiempo! ¿Ya tienes pensado algún plan?
Esta vez me mira, divertido.
—Pensé que mi plan eras tú.
Me pongo roja hasta la raíz del pelo —por la forma en que lo ha dicho, especialmente— y él empieza a reírse suavemente. Decido hablar antes de enrojecer todavía más.
—Pensé que querrías irte con tu familia.
—Brooke, tú eres mi familia.
Lo miro un momento y hay tanta sinceridad en sus ojos que, por un momento, me deja completamente descolocada.
—¿Y Cassie y tu madre?
—Nunca voy con ellas en Navidad.
Levanto las cejas, sorprendida.
—¿Nunca?
—Nunca —murmura, y sé que estoy tocando un tema peligroso.
Dudo un momento entre seguir preguntando o darlo por zanjado. Y llego rápidamente a la conclusión de que mi curiosidad es considerablemente mayor que mi sentido común.
—¿Por qué no?
Él esboza media sonrisa, como si supiera el corto debate interno que acabo de tener.
—Mi madre tiene pareja. Y él tiene ya dos hijos mayores. Se llevan genial con Cassie, pero yo nunca he hablado con ellos. En Navidad, siempre están con la familia de él.
—¿Y no crees que deberías ir?
—Ya paso con ellas Acción de gracias.
Hace poco me di cuenta de que los días especiales no significan mucho para Jared. Navidad, Acción de Gracias, San Valentín... para él solo son un día más del año en que tiene que cumplir su obligación de estar con su familia, pero nada más. Pongo una mueca.
—Pero... ¡la Navidad es para pasarla en familia, Jared! Hacerte regalos con tus seres queridos, beber chocolate caliente, beber champán, aguantar parientes borrachos berreando lo mucho que has crecido...
—Suena como una gran experiencia.
—A ver, dicho así suena horrible. Pero es verdad. Y es mejor de lo que parece. Mientras lo vives, sabes que es una mierda. Pero, después, cuando miras atrás... es bonito. Después de todo, estabas con tu familia.
Él se queda en silencio un momento. No me había dado cuenta de que hace rato que no toca la guitarra, mirándome.
—¿Qué? —pregunto, al ver que no dice nada.
—¿Tú pasabas así la Navidad? —pregunta, ladeando la cabeza.
—Sí. Bueno, a veces era todavía peor. ¿Tú no?
Niega con la cabeza.
—Nunca he pasado un día así con familia.
Se queda en silencio un momento sin mirarme y luego se aclara la garganta, restándole importancia.
—Tampoco es que deseara hacerlo —añade, destilando honestidad.
—Qué raro —pongo los ojos en blanco—. Jared no queriendo estar con gente. Nunca lo habría pensado.
Él sonríe, divertido, enarcando una ceja.
—¿Es eso ironía, Rocky?
—¡Es que nunca me has hablado de nadie como si realmente te importara!
—Tú me importas. Cassie me importa. Mi madre me importa —se encoge de hombros como si nada.
—No me refiero a eso. Me refiero a... no lo sé, nunca hablas como si realmente necesitaras a alguien en tu vida.
Se queda pensándolo un momento.
—Soy bastante independiente —me dice, al final.
—Emocionalmente, sobre todo.
—¿Ahora me estás psicoanalizando? —parece bastante divertido.
—Te aseguro que eres un reto para Freud, Jared.
—Pues veo que tú me conoces bastante.
—Pues claro que te conozco, llevamos ya unos cuantos meses saliendo.
Se detiene un momento.
—¿Cuántos?
Mi cara debe ser de una indignación absoluta, porque pone una mueca casi al instante.
—¿Qué? —pregunta, a la defensiva.
—¡Jared! ¡Deberías saberlo!
—¿Por qué? No los he ido contando.
Suspiro, mirándolo con mala cara.
—¿Contando el mes de pausa cuando terminó el verano? —pregunto.
—Pretendamos que eso no pasó.
—Entonces, ocho meses.
—Ocho meses —murmura, asintiendo con la cabeza—. He tenido una relación más duradera contigo que con mi psicólogo.
—Qué romántico eres siempre. Me dejas completamente desarmada.
Sonríe ampliamente cuando hago un ademán de lanzarle la almohada.
—De todos modos, no soy tan complicado. Tú lo piensas todo demasiado.
Bueno, en lo último tiene razón.
En lo primero no.
Me ve removerme inquieta en la cama y deja la guitarra a un lado para poder centrarse completamente en mí.
—¿Algo que añadir? —inquiere.
—No es nada.
—Sabes que acabarás diciéndolo —pone los ojos en blanco—. Si no, explotarías.
—Vale, vale... yo...
Lo pienso un momento, mirándome las manos.
—Es que... siempre me ha dado la sensación de que, si llegara a pasar... no lo sé, algo... algo que hiciera que ya no estuviéramos juntos... yo tardaría años en olvidarme de ti, suponiendo que lo hiciera, y tú... bueno...
Dejo la frase al aire y veo que su ceño se frunce ligeramente.
—¿Por qué iba a pasar algo? —pregunta finalmente, confuso.
—No digo que vaya a pasar, solo que... podría pasar.
Para mi sorpresa, esboza una sonrisa divertida y se acerca a mí. En menos de unos pocos segundos, estoy tumbada de espaldas otra vez con una sonrisita mientras él está sobre mí, sujetándome las muñecas por encima de la cabeza. Enarca una ceja.
—Dudo mucho que vaya a pasar.
—Bueno, peeeero si pasara...
—Brooke, te aseguro que no podría olvidarme de ti ni aunque quisiera hacerlo.
Admito que eso ha hecho que mi corazón se derritiera un poquito, pero finjo que no y pongo los ojos en blanco descaradamente, haciéndolo sonreír.
—Sí, ya. ¿Cuántas veces has dicho eso?
—¿Tengo cara de decir a la gente lo que quiere oír?
—No mucho, la verdad.
—Pues ya tienes tu respuesta.
Entorno los ojos hacia él.
—Todavía no has respondido a lo importante —le recuerdo.
—¿A qué? —él ya me mira de arriba abajo, más centrado en otras cosas.
—A lo que te he preguntado antes, lo de los cinco años.
Me ignora y me estremezco notablemente cuando se inclina hacia delante y me muerde suavemente el lóbulo de la oreja. Me está intentando distraer. Capullo.
—Te estoy preguntando algo —le recuerdo.
—Ya te he oído —murmura conta la piel de mi mandíbula.
—¿Y no...?
Mierda, odio que se me corte la respiración cada vez me besa el cuello. Pierdo credibilidad. Y él lo sabe, porque noto perfectamente como está sonriendo contra mi piel.
—¿No me vas a responder? —pregunto finalmente con un hilo de voz.
—Lo estoy pensando —se separa para repasarme la cara de arriba abajo—. Aunque se me ocurren unas cuantas ideas.
—¡Estoy hablando en serio!
—¿Y por qué te crees que yo no?
—Yo he sido sincera —enarco una ceja—. ¿Y tú?
Suspira y se separa, soltándome las muñecas y apoyándose en sus codos, todavía encima de mí. Su ceño se frunce un poco de nuevo e, inconscientemente, le paso el pulgar por la arruga que se ha formado ahí. Parece divertido cuando me mira.
—Decía la verdad cuando te he dicho que nunca lo había pensado. Ni siquiera he pensado jamás que pudiera tener una relación con alguien.
—Pues enhorabuena. Objetivo cumplido.
—Más que cumplido.
—Pero sigues sin haber respondido.
Él se encoge de hombros.
—¿Sinceramente? En un lugar pequeño, gastándome mis ahorros en una casa cualquiera y pasándome el resto de mi vida sin tener que preocuparme de fans, paparazzis o conciertos.
Vale, no era la respuesta que esperaba. Y se me ha notado, porque veo que empieza a reírse.
—¿Esto tampoco te vale? —pregunta.
—No... es que... no ha sido lo que me esperaba.
—¿Y qué te esperabas que te dijera? ¿Que quiero ser una estrella del rock?
—Pues... supongo que sí.
—No —murmura—. Es divertido ahora, pero es muy absorbente. Y no me gustaría que absorbiera algunas partes de mi vida.
Mientras habla, le recorro el tatuaje del hombro con la yema del dedo distraídamente.
—¿Por qué un lugar pequeño?
—Para que no me conociera nadie.
Sonrío.
—Y yo que pensé que cuando venías a mi residencia y te paraban mis compañeras para hacerse fotos contigo lo disfrutabas...
Enarca una ceja y lo miro de reojo.
—Realmente no te gusta que los desconocidos te hablen por la calle, ¿no?
—Lo odio —me asegura.
—Pues no lo odiaste tanto cuando la desconocida era Lexi.
—Si Lexi no te hubiera arrastrado a nuestro concierto, ahora mismo no nos conoceríamos. Le debo una.
—Pues yo ni siquiera sabía quienes erais —le recuerdo.
—Y eso fue, precisamente, lo primero que me gustó de ti.
Paro de recorrerle el tatuaje y lo miro, sorprendida.
—¿Cómo?
—Ya me has oído.
—Es decir... que estabas rodeado de chicas que babeaban porque te conocían... y lo único que te gustó de mí fue que no te conociera. En absoluto.
—He dicho que fue lo primero, no lo único. Todavía me acuerdo de los pantalones que llevaban. El culo te quedaba perfecto en ellos.
Irremediablemente, me vuelvo a poner roja.
—Cállate.
—¿No querías que fuera sincero?
—¡No tanto!
—Pues mejor no te digo lo que pensé cuando viniste al siguiente concierto con ese top ajustado.
Lo peor es que recuerdo que me lo puse, precisamente, por eso. Pero que lo diga tan abiertamente hace que mi cara siga roja como un tomate.
—Creo que eres la primera persona que conozco que no acepta un autógrafo de Kevin —añade, divertido.
—Eso es francamente sorprendente.
Lo considero un momento antes de fruncirle el ceño.
—¿Y tú cuántos ahorros tienes? —le pregunto casi en tono acusatorio.
—¿Yo? —parece sorprendido por el cambio de tema.
—Sí. ¿Qué te crees que vale una casa? No es tan barata.
Esta vez, empieza a reírse a carcajadas, dejándome muda de la impresión. No es algo que pueda ver a menudo. Hay que disfrutarlo como se merece.
—Puedo permitírmelo —me asegura.
—¿Tanto dinero da tocar la guitarrita?
—Tocar la guitarrita, los conciertos, los derechos de imagen, los álbumes... sí, dan bastante dinero. Más del que necesito.
Me acabo de dar cuenta de que nunca le he preguntado cuánto dinero tiene. En realidad, nunca me lo he planteado.
—¿En qué piensas tanto? —quiere saber, curioso.
—Nunca me he preguntado cuánto dinero tienes —admito, un poco avergonzada.
Él parece divertido.
—Lo sé —me dice con cierta calidez en los ojos.
—¿No te da miedo que esté yendo tras tu fortuna?
—La verdad es que no.
—Pues mucha gente podría hacerlo.
—Tú no eres mucha gente, Brooke.
—Sigo pudiendo hacerlo. Esta noche, mientras duermas. Rebuscaré en tus cajones y me iré corriendo con tu fortuna.
Se encoge de hombros.
—Si cogieras mi fortuna y te fueras corriendo, el dinero sería la última de mis preocupaciones.
No me da tiempo ni a procesarlo, porque vuelve a engancharme las muñecas.
—¿Hemos terminado ya de hablar de dinero, casas, pueblos y cinco años?
—Por ahora.
—Bien —sonríe y se inclina hacia mí—. Porque se me ocurren unas cuantas cosas mejores por hacer.
***
Parpadeo hacia Jared, que murmura algo en sueños y se acomoda un poco más. Después, me llevo una mano a la cabeza y me pregunto por qué me he despertado tan repentinamente.
Ah, sí, el timbre.
Pienso en despertarle, pero está claro que ahora mismo es bastante feliz durmiendo, así que miro a mi alrededor y alcanzo mis bragas con una mueca tras quitarme su brazo de alrededor. Como anoche usaba su camiseta, no me queda otra que usarla otra vez y me la pongo por el camino. El timbre vuelve a sonar justo antes de que abra la puerta.
Por un momento, tardo unos segundos en asumir que Kevin está delante de mí. Y que yo voy en bragas. Él se detiene un momento antes de mirarme de arriba abajo con las cejas enarcadas.
—Vaya, buenos días —me sonríe ampliamente—. Ya podrías abrirme tú así cada vez que vengo. Me alegrarías un poco el día.
—¿Yo...? ¿Qué...? —mierda, ya estoy roja. Otra vez, para variar—. Jared está durmiendo.
—¿Lo cansaste anoche? —pregunta, sonriendo ampliamente.
—Kevin...
—Bueno, yo lo despertaría si fuera tú, la verdad.
—¿Por qué?
—Porque en una hora van a estar aquí los demás —me dice, pasando por mi lado tan tranquilo.
Yo cierro la puerta, sorprendida.
—¿Los demás?
—Hunter, Ally, Cris... ya sabes, los de siempre. Menos Bruce. Está de vacaciones. Igual deberíamos darle vacaciones también a Cris, lo que tiene que aguantar esa mujer es digno de...
—Voy a despertar a Jared —le digo cuando veo que va a empezar a soltarme el discurso.
—Vale —sonríe y va felizmente a la nevera—. ¿Tenéis algo para desayunar?
—Eh... no lo sé. Sírvete.
Vuelvo a la habitación y veo que Jared sigue durmiendo como un angelito, ahora con el brazo estirado en la parte de la cama que he dejado vacía. Me quedo de rodillas a su lado e intento zarandearle suavemente el hombro para despertarlo.
—¿Jared? Despierta, Kevin está aquí.
Él gruñe y se da la vuelta, dándome la espalda.
Genial.
—Sé que estás despierto —me cruzo de brazos.
—No lo estoy —masculla contra la almohada.
—Kevin está aquí.
—Pues no le abras la puerta.
—Ya he abierto. Está asaltando tu nevera.
Suspira pesadamente y se da la vuelta, quedando boca arriba. Se pasa las manos por la cara antes de mirarme. Tiene mal despertar.
—¿Y te ha dicho qué demonios hace aquí a las ocho de la mañana? ¿O solo ha venido a desayunar gratis?
—No lo sé, pero dice que toda la banda estará aquí en una hora.
Resopla ruidosamente y se pone un brazo encima de los ojos.
—Pues qué ilusión.
—¿No sabías que iban a venir?
—Te lo hubiera dicho. Para que no les abrieras la puerta.
Sonrío, divertida, y le aparto el brazo de la cara.
—Venga, ve a ducharte.
—¿Vas a venir conmigo?
—¿Con Kevin en el salón escuchándolo todo? Sí, claro. Para que se lleve un buen recuerdo.
—No estoy en el salón, pero estoy a favor del buen recuerdo.
Casi me da un infarto cuando me doy la vuelta y veo que Kevin está apoyado en el marco de la puerta, comiendo como si nada. Me llevo una mano al corazón.
—¿Cuánto hace que estás ahí? —le pregunta Jared, irritado, apoyándose en los codos.
—El suficiente como para saber que vernos no te entusiasma tanto como una ducha en compañía de nuestra querida Brookie —le da un buen mordisco a su comida y sonríe como un angelito.
Jared le enarca una ceja.
—Fuera.
—¿Yo? ¿Por qué?
—Porque no me gusta que haya gente en mi habitación.
—No pareces tener un problema con Brooke.
—¿Tengo que explicarte por qué?
—Si quieres... no omitas los detalles.
Yo, por mi parte, pongo los ojos en blanco y bajo de la cama.
—Como sea, voy a darme yo una ducha.
Creo que ni se han enterado, porque están irritándose el uno al otro. Voy al cuarto de baño y me encierro en él pasándome una mano por la cara.
Un rato más tarde, los encuentro en el salón. Kevin ya se ha terminado su desayuno y Jared tiene el pelo húmedo, por lo que supongo que ha usado el otro cuarto de baño. Sabia decisión.
Apenas he puesto un pie en el salón cuando el timbre vuelve a sonar. Al menos, esta vez voy vestida al abrir la puerta. Ally, Hunter y Cris no parecen muy alarmados de verme ahí cuando van a sentarse con esos dos. Yo, por un momento, no sé muy bien qué se supone que tengo que hacer. Me quedo de pie como una idiota hasta que Jared me alcanza la mano y me sienta a su lado, apartando a Kevin de malas maneras.
—Bueno —Ally suspira—, ¿alguien puede explicarme por qué me habéis despertado un jueves a las ocho de la mañana? Debería estar durmiendo hasta las doce.
—Dijo la mujer responsable —murmura Kevin.
—No eres el más adecuado para hablar de responsabilidad, querido.
—¿Tenéis comida? —pregunta Hunter, ignorándolo.
—Sí, pero suele estar en la cocina —Jared le enarca una ceja.
—Buena observación.
Hunter se pone de pie y va a invadir su nevera seguido de Kevin. Cris suspira al verlos peleándose por algo que han encontrado.
—El título de monitora de guardería me sería más útil que el que tengo.
Por suerte, vuelven enseguida y empiezan a comer —Kevin por segunda vez— mientras Jared y Ally los juzgan con la mirada.
—Bueno, ahora que todos estamos aquí...
—¿Me das un poco de eso? —Ally sonríe ampliamente a Hunter.
—No. Cómprate tú.
—¡No lo has comprado, se lo has robado a Jed!
—Eso es verdad —coincide el aludido.
Kevin se ríe disimuladamente porque nadie le ha pedido nada. Miro a Cris, que niega con la cabeza.
—Deberíais subirme el sueldo —masculla.
—Bueno, ¿qué pasa? —Hunter la mira—. ¿Jed se ha vuelto a meter en un lío? ¿O esta vez ha sido Kevin?
—Qué gracioso eres —le dice Kev.
—No es nada de eso —les asegura Cris—. En realidad, es una buena noticia.
—Qué poco acostumbrada estoy a escuchar eso —murmura Ally.
—¿Brookie vuelve a la banda? —pregunta Kevin, mirándome.
—No es eso —Cris suspira—. ¿Podéis dejarme hablar?
—Es que no hablas —protesta Hunter.
—¡Porque no me dejáis! A ver —se relaja—, ayer por la noche recibí una llamada importante.
Hay un momento de silencio. Todos la miran con cierto aburrimiento.
—Vale —Hunter asiente con la cabeza—. Gracias por informarnos. No sé qué habría sido de nuestras vidas sin esa información tan valiosa.
—Me habría perdido en la agonía de mi existencia —murmura Ally.
—¿Que te...? ¿Qué? —Kevin le pone una mueca.
Jared, a mi lado, pone los ojos en blanco. Cris debe haber perdido toda la paciencia, porque cuando habla lo hace en un tono mucho menos tranquilo.
—Estoy intentando deciros que la llamada era de Baker Wilson.
Miro a mi alrededor, confusa, cuando veo que todos se han detenido de golpe. Incluso Hunter ha dejado de comer.
—¿Qué? —pregunta Ally con un hilo de voz.
—Ya me habéis oído —Cris asiente con la cabeza.
Yo miro a Jared en busca de ayuda, pero veo que él solo tiene los labios entreabiertos, sorprendido. Incluso sorprendido es arrebatadoramente guapo, el muy asqueroso.
—¿Quién es ese? —pregunto, intentando enterarme.
—No es un hombre. Es una discográfica —aclara Ally.
—Una muy importante —añade Cris sonriendo.
—Oh —me pongo roja porque sigo sin entenderlo del todo—. Y eso quiere decir...
—...que quieren trabajar con vosotros para vuestro próximo disco.
Hay un momento de silencio. Miro de nuevo a Jared. Nunca lo había visto tan sorprendido, así que la sensación de que esto es muy importante se multiplica por diez.
—¿Qué? —dice Ally por fin, entusiasmada—. ¡¿En serio?!
—Sí, en serio —Cris asiente con la cabeza—. Y les he comentado que lo tenemos casi listo. Un poco de práctica, un poco de retoque... y podremos enseñárselo.
Kevin es el primero en aplaudir felizmente mientras Ally y Hunter no dejan de decir que no pueden creérselo. Jared, a mi lado, simplemente se queda en silencio, frunciendo un poco el ceño. Le pongo una mano en el brazo y parece reaccionar.
—Enhorabuena —le digo, dándole un beso en la mejilla.
Parpadea varias veces antes de fruncirle el ceño a Cris. No es la reacción que esperaba. Me descoloca un poco, la verdad. Pero él sigue sin decir nada.
—No os emocionéis, todavía tenemos que impresionarlos —dice Cris—. Hemos quedado en un mes. Así que vamos a volver a los ensayos diarios.
Eso me deshincha un poquito porque va a querer decir que veré menos a Jared. Pero, a la vez, me da igual porque me imagino que esto será muy importante.
La pregunta es... ¿por qué no lo está celebrando con los demás? De hecho, parece tenso. Mientras los demás siguen celebrándolo, yo lo miro y me doy cuenta de que parece todavía más tenso. Le pongo una mano en la rodilla, pero es como si no se hubiera dado cuenta.
—¿Qué pasa? —le pregunto en voz baja.
Él me mira y parece que va a decir algo, pero Cris lo interrumpe.
—¿A que ya no os molesta haberos despertado temprano?
—¡En absoluto! —Ally se está riendo—. ¡Deberíamos abrir una botella de vino para celebrarlo! ¿Dónde lo tienes, Jed?
—No tengo alcohol —le dice él secamente.
Ese tono hace que la felicidad momentánea desaparezca por un momento. Ally lo mira, indignada.
—¿Se puede saber por qué no das saltos de alegría?
—Sí, se supone que era una buena noticia —aclara Hunter.
Él los ignora completamente y mira a Cris.
—¿En un mes tenemos que enseñarles el nuevo álbum?
—Sí —dice ella, un poco confusa.
—Y, si aceptan, ¿qué?
—Pues... vais a tener un contrato con una de las mejores discográficas de este país. Jed, ¿se puede saber qué te...?
—¿Tendríamos que mudarnos a Los Ángeles? —pregunta directamente.
Me detengo, sorprendida, y miro a Cris. Ella abre la boca para decir algo, pero decide tomarse unos segundos para pensarlo.
—Bueno, supongo que sí —dice, finalmente—. Pero...
—Y van a querer ponernos su propio representante —le dice Jared en voz baja.
—Chicos, no...
—Espera, ¿qué? —Kevin se gira, confuso—. ¿Ya no vas a ser nuestra manager?
—Yo no puedo mudarme a Los Ángeles —protesta Hunter—. Mi novia y yo ya estamos lo suficientemente distanciados como para que ahora me mude.
Yo sigo medio paralizada. ¿Mudarse? ¿A Los Ángeles? Miro a Jared, que se pasa una mano por la cara.
—Pues no era tan buena noticia —comenta Kevin.
—Chicos, es una oportunidad única —dice Cris—. No la echéis a perder por una tontería, por el amor de Dios.
—Mi novia no es ninguna tontería —le dice Hunter con el ceño fruncido, dejando toda la comida a un lado.
—Mudarse no lo es —murmura Ally—. Y no quiero cambiar de representante.
Ella parece complacida, pero a la vez irritada.
—Mirad... es una decisión importante, pero no hay tiempo para pensarlo ahora. Tenemos que presentar el álbum como sea.
—¿Y si nos dicen que no? —pregunta Kevin.
—Entonces, un problema menos —murmura Hunter.
—Y si nos dicen que sí... —Cris se encoge de hombros—, entonces, ya tomaremos una decisión.
Hay un momento de silencio a mi alrededor cuando lo consideran. Finalmente, es Ally quien dice algo.
—Pues tendremos que volver a los ensayos diarios.
—Qué remedio —murmura Kevin.
—Empezamos mañana —dice Cris—. Os quiero a todos ahí. Y lo digo por ti, Kevin. Nada de escabullirte.
Él sonríe como un angelito mientras los demás se ponen de pie, cada uno pensando en sus cosas. Cris me mira.
—¿Te dejamos en la residencia, Brooke? Vamos a pasar por delante.
—No... en realidad, debería irme a clase.
—Yo la llevo —la corta Jared.
Cris nos echa una ojeada antes de encogerse de hombros y marcharse con los demás. Jared desaparece un momento en el pasillo y vuelve con las llaves. Debió dejárselas en los pantalones de anoche. Lo sigo hasta el garaje colgándome el bolso del hombro y sin saber muy bien qué pensar.
Cuando empieza a conducir, no puedo más y me giro hacia él.
—No te preocupes ahora de eso —le recomiendo.
—No estoy preocupado —murmura.
—Sí, ya.
Sonríe de lado.
—Estoy intentando no pensar en ello.
—¿No deberías alegrarte? Después de todo, no todos los días se interesa por ti una discográfica así.
—¿Ya se te ha olvidado lo que te dije anoche?
Suspira y sacude la cabeza.
—No importa. No hablemos de eso. Pon la canción que quieras.
Alcanzo su móvil y empiezo a rebuscar entre sus canciones. Él estira el brazo y me pone una mano en la rodilla distraídamente. Yo frunzo el ceño mirando la pantallita.
—¿Cómo puedes tener tantas canciones?
—Me gustan todas.
—Venga ya. No puedes saberlas todas.
—Elige una cualquiera —me reta—. Ponme a prueba.
Con una sonrisita de idiota, me pongo a rebuscar un poco más hasta que encuentro la elegida. En cuanto las primeras notas empiezan a sonar, veo que su gesto se tuerce.
—Eso te aseguro que no está en mi biblioteca —replica.
—No, pero lo he buscado —empiezo a canturrear—. I never wanna hear you say...
—Por favor, para.
—...I want it that waaay...
Como veo que se le crispa un poco una ceja, decido quitarle la pequeña tortura y elijo otra que me gusta y, además, está en su biblioteca. Él me mira de reojo.
—¿Creep? —pregunta.
—Me la enseñaste tú —le recuerdo.
—Con la guitarrita —replica, burlón—. ¿Te gusta?
—Claro que me gusta.
—No pareces el tipo de persona que escucha Radiohead.
—Y tú no pareces el tipo de persona que hasta hace unos segundos tenía a los Backstreet Boys sonando a todo volumen en su coche.
Él aparca el coche junto a mi facultad y parece divertido cuando se gira hacia mí.
—No puedo rebatir esa lógica.
—Bueno, debería irme o llegaré tarde, como siempre —me inclino hacia delante y le doy un beso en los labios—. ¿Nos vemos esta noche?
—Tengo que ir a ver al de la condicional.
—¿Y maña...? —me detengo cuando pone mala cara—. El ensayo. Sí.
Ya empezamos a estar como hace unos meses.
—Puedo escabullirme por una noche —me dice al ver mi expresión.
—No, gracias. Prefiero que Ally no te mate.
Esta vez es él quien se inclina hacia delante y me besa en los labios. Noto sus dedos apretando ligeramente la parte interior de mi muslo y un escalofrío me recorre la espina dorsal. Él responde inclinándose un poco más y atrapando mi labio inferior entre los suyos mientras me sujeta la cabeza con la otra mano. Cuando se separa, yo ya tengo la respiración acelerada.
—¿Y si no voy a las primeras horas? —sugiero.
Él esboza una sonrisa divertida.
—Eres una verdadera mala influencia, Rocky.
Suspira y se separa de mí, haciendo que las zonas donde tenía las manos ahora se sientan frías y vacías.
—Venga, a clase antes de que cambie de opinión —me hace un gesto con la cabeza.
—Bueno, igual, si llego una hora tarde a la primera...
—Brooke —me mira—, ve a clase.
—Siempre eres tan asquerosamente responsable... —mascullo, saliendo del coche.
De todos modos, veo que está sonriendo cuando cierro la puerta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top