Capítulo XXIV
XXIV - TORMENTA
Ya hace dos semanas más que estoy con ellos y parece que solo hace dos días.
La verdad es que me estoy empezando a acostumbrar a la forma de ser de todos los miembros de nuestro pequeño grupo. Es decir, me fijo en cosas en las que antes no me fijaba. Un buen ejemplo es que Hunter desaparece cada noche después de cenar porque se encierra en su habitación y habla con su novia por teléfono —o quiero pensar que eso es todo lo que hacen—. Por otro lado, Ally liga más que Kevin y más de una vez he tenido la visión interesante de un chico en ropa interior rebuscando en la nevera de la suite.
No he aprendido nada de Kevin. Lo siento, no es que sea un gran misterio.
Otra cosa que no he descubierto hasta hace poco es que Cris realmente se preocupa por la banda. Y no me refiero a que lleguen a los ensayos o a los conciertos, sino más... casi como una madre. En el aeropuerto de Sacramento dos fans empezaron a tironear de Kevin para hacerse una foto y ella estuvo ahí en cuestión de segundos para llevárselo. Bruce también se preocupa por ellos, pero es distinto. No habla mucho. Pero siempre nos lleva donde queremos o me pregunta cómo estoy. Es un detalle.
Y luego está Jared. Eso sí que es un misterio digno de Indiana Jones.
He estado aprovechando sus ensayos para investigar un poco más sobre lo que le pasa y me he llevado la agradable —nótese el sarcasmo— sorpresa de que los episodios pueden llegar a durar meses. Genial. Él sigue con los ojos oscuros, claro. Y ni siquiera ha mirado la medicación. También he leído que es muy malo no tomársela o dejarla a medias —justo lo que ha hecho—. He intentado hablar con él del tema, pero en cuanto lo hago me distrae con... bueno... ejem... ya sabéis cómo.
Pero también me he dado cuenta de otras cosas. Por ejemplo, me he dado cuenta de que no le gusta expresarse en voz alta. Se tensa y termina frunciendo el ceño y negando con la cabeza, como si no quisiera seguir hablando. Normalmente, con solo una mirada ya sé lo que quiere decirme sin encontrar las palabras. Tiene unos ojos muy expresivos. Incluso cuando están oscuros. Y cuando no puede usar los ojos, me pone alguna canción. Juro que tengo una lista solo con las canciones que me ha puesto a lo largo de este tiempo y no me canso de escucharla.
Hay otros aspectos en los que no me había fijado hasta ahora. Cuando llegamos a una habitación nueva, siempre se asegura de que yo tengo mis cosas bien antes de fijarse en las suyas. O cuando comemos. O cuando vamos a cualquier sitio donde hay que sentarse. Y siempre me toca. Siempre. Aunque sea con una mano en mi espalda, un brazo en mi hombro o mi cabeza en el suyo... siempre busca algún tipo de contacto. Yo nunca había sido una persona a la que le gustara el contacto constante, pero con Jared... es como si no pudiera evitarlo.
Y luego están los detalles picantes —esos que sé que os interesan más, eh—. Como, por ejemplo, que es un chico de mañanas. Ya me entendéis. Yo solía odiar las mañanas, pero te aseguro que me las alegra de sobra. Por otro lado, y eso no sé si me encanta o lo odio, le gusta tomarse las cosas con calma en la cama. Quitarme la ropa poco a poco, tocarme lentamente, mirarme, besarme... en fin. Hasta que me empiezo a poner de los nervios y yo mismo tomo el control de la situación. A veces, me pregunto si lo hace precisamente para que pase eso.
Sea como sea, desde que está oscuro eso varía un poco. Hay días en los que está insoportable. Y lo digo en serio. Se pone las gafas de sol y los auriculares y pobre del que ose perturbar su silencio sepulcral. Ni siquiera a mí me dedica sonrisas, pero al menos deja que me acerque. Otros días está todo lo contrario; sonriente y feliz, hablando tan rápido que apenas vocaliza y teniendo mil ideas. Esos días me pone eufórica incluso a mí. Por lo que he leído en Internet, eso es relativamente normal en un episodio así.
Pero... tengo que admitir que es agotador.
Ahora mismo acabamos de dejar las maletas en nuestra nueva suite. Esta es la ciudad en la que pasaremos menos tiempo. Y también la ciudad en la que Lexi está con su familia, por lo que estará conmigo en el concierto conmigo. Eso me pone muy contenta. La echo de menos.
Según Cris, serán solo tres días. Hoy para ensayar, mañana para el concierto y pasado mañana para coger el vuelo por la noche. Seguro que serán tres días intensos.
Estamos los miembros de la banda, Cris y yo en la cocina de la suite. Bueno, Cris está a un lado hablando por teléfono, como siempre. Y Jared está solo presente físicamente, porque su mente está centrada en toda la comida que está engullendo. Lo miro, negando con la cabeza. Él se da cuenta y se detiene un momento, confuso.
—¿Qué?
—¿Alguna vez has dejado de tener hambre?
Él me mira sin decir nada. Entonces, esboza media sonrisita.
—¿De qué, exactamente?
Lo empujo por el hombro y me da un beso en la sien antes de seguir comiendo. Ally, Kevin y Hunter están enfrascados en una disputa que prefiero no entender, pero se detienen para saludar a Bruce cuando llega, suspirando.
—¿Tienes hambre? —le pregunto, señalando el manjar que tengo delante.
—No lo sé, ¿tu novio dejará algo para el resto de la humanidad?
Sonrío, divertida, cuando se sienta a mi otro lado. Sin embargo, no puedo evitar fijarme en que los otros tres han dejado de hablar, mirándolo. Yo también lo hago, confusa.
—¿Qué pasa? —pregunta Ally.
Vale, es verdad que Bruce parece un poco tenso. Se aclara la garganta, cruzándose de brazos.
—Vuestros mejores amigos tienen un concierto aquí al lado pasado mañana.
Yo no entiendo nada, pero veo que todo el mundo se tensa al instante. Jared deja de comer y lo mira con el ceño fruncido.
—¿Aquí? —repite Ally con una mueca—. Bueno... al menos, no es el mismo día.
—¿Y eso es bueno? —masculla Kevin.
—No entiendo de qué habláis —murmuro, un poco perdida.
—No sé si los conoces —empieza Hunter—, pero hay un grupo llamado Serpientes que...
—Oh, esos... —murmuro, incómoda—. Sí, sé quienes son.
Miro a Jared de reojo. Él ha vuelto a clavar los ojos en su plato, aunque ahora no parece tener mucha hambre. No sé si es el mejor momento para que se cruce con Brent. Y menos después de lo que pasó la última vez.
—Pues no nos llevamos muy bien —sigue Ally.
—Es decir, nos llevamos como el culo —aclara Hunter.
—Gracias por esa aclaración.
—Soy tu correcto, tranquila.
Ella suspira.
—La cosa es que siempre ha habido competitividad entre las dos bandas. Ellos... bueno, es una larga historia.
—No tan larga —Hunter me mira—. Son unos capullos y no nos caen bien. Y ellos piensan lo mismo de nosotros. No hay mucho más.
—Y lo de la hermana de Jed, ¿no? —añade Kevin con la boca llena.
Miro a Jared de reojo y veo que él actúa como si no lo hubiera oído, pero aprieta un poco más de la cuenta el tenedor.
—Bueno —Cris se ha acercado a escuchar—, ya sería mala suerte cruzarnos con ellos. Solo estaremos aquí dos días.
Espero que tenga razón
El resto del día los chicos ensayan en la parte reservada del hotel mientras yo edito y elijo las fotos con Cris en la suite. La verdad es que sí han salido algunas bastante buenas. Especialmente las de conciertos, con el público de fondo. Incluso Kevin parece natural.
La mañana siguiente también sigue sin incidentes. De hecho, va todo tan bien que aprovecho para ir con Ally a dar una vuelta hacia una tienda de maquillaje que hay aquí al lado porque ella necesita no sé qué. La verdad es que Ally me cae genial. Seguro que Liam y Lexi la adorarían si la conocieran. Tengo que presentarlos en algún momento.
—Bueno, ¿y cómo te lo estás pasando? —me pregunta cuando volvemos al hotel.
—¿Yo?
—Sí, con todo esto de la gira. No debes estar acostumbrada a ir de un lado a otro de forma tan seguida.
—Oh, bueno, no está mal. Es divertido.
—Ojalá la novia de Hunter pensara como tú —me sonríe un poco tristemente.
—¿A qué te refieres? —pregunto, confusa.
—Ella y Hunter no están pasando por un muy buen momento, ¿sabes?
—¿Se han peleado?
—No exactamente. Es más... cuestión de tiempo. Hunter no puede verla casi nunca porque está ocupado con la gira. Y cuando no está con la gira está ensayando.
—Sí, conozco el sentimiento —murmuro, acordándome de que Jared tenía que escabullirse por las noches para poder verme. Y una vez a la semana. Con suerte.
—No es fácil llevar una relación así, ¿sabes? —ella pone una mueca—. Jed y tú habéis sido listos. Podéis compaginar las dos cosas.
Estoy a punto de decir algo, pero me detengo en seco cuando algo me da directamente en el estómago, dejándome sin respiración un segundo. Ally también se detiene, sorprendida. Yo me tapo la cara con un brazo por instinto cuando vuelve a venir algo volando a mi cabeza, explotando y dejándome la ropa pringosa. ¿Qué...?
Miro hacia abajo. Es pintura verde. Pero, ¿qué demonios...?
Levanto la cabeza cuando Ally me agarra del brazo y empieza a arrastrarme a toda velocidad hacia el hotel, que está al otro lado de la calle. Yo sigo sin entender nada, pero al darme la vuelta, me doy cuenta de que son un grupo de gente no demasiado mayor con camisetas del grupo de Jared. Y todos me miran con odio en los ojos.
Ally los ignora completamente, pero a mí me vuela otro globo de pintura a la espalda. Estaba esquivando otro y no he podido verlo. Escucho gritos, demasiados insultos y otras barbaridades que prefiero no entender cuando conseguimos meternos en el hotel y los de seguridad los detienen en el vestíbulo. Todo el mundo me mira. Voy cubierta de pintura. Genial.
—¿Qué demonios era eso? —pregunta Ally, pulsando el botón del ascensor—. ¿Estás bien?
—Sí —murmuro en voz baja, mirándome.
¿Por qué han hecho eso? Toco mi camiseta. Está empapada en pintura. Y dudo mucho que pueda quitarse. Era una de mis camisetas favoritas. Por no hablar de la piel. O el pelo. Oh, mierda, el pelo...
Y eso que no quiero ni pensar en lo que decían.
—¿Has hecho algo que no me hayas contado? —pregunta, confusa, cuando nos metemos las dos en el ascensor.
—No —murmuro, tragando saliva con fuerza—. O... no lo sé. Ahora mismo, no lo creo.
—Bueno, no te preocupes —me pone una mano en el hombro—. Si hay problemas, vamos a salir por la puerta de atrás y...
Y se pone a hablar de seguridad, pero a mí eso no me importa. Me importan más sus caras de odio hacia mí. ¿Por qué me odian tanto? ¿Siguen creyendo que le fui infiel a Jared? Lexi también me dijo que una revista hablaba de que solo estaba con él por el dinero. ¿Es eso? ¿Se creen que solo lo utilizo?
Llegamos al pasillo y yo casi tengo ganas de llorar. Voy hecha un desastre. Solo espero que Jared no esté en la habitación, porque lo último que necesito ahora mismo para aumentar la humillación es que se entere de esto o me vea así.
Pero la suerte no está de mi favor, porque cuando entramos lo primero que veo es que están todos en los sofás de la suite. Él nos da la espalda, mirando su móvil. Cris es la primera en levantar la cabeza junto a Bruce. Ambos se quedan boquiabiertos. Por no hablar de las caras de Hunter y Kevin.
—¿Hay una fiesta y me la he perdido? —pregunta Kevin enseguida.
—Hemos tenido un pequeño problema —dice Ally.
Jared deja el móvil a un lado y se da la vuelta con el ceño fruncido. Sin embargo, su expresión cambia drásticamente cuando me ve ahí de pie llena de pintura. Se le entreabren los labios cuando me echa una ojeada de arriba abajo.
—¿Qué demonios os ha pasado? —Cris se acerca enseguida y me levanta la cara por las mejillas—. ¿Estás bien, cielo?
—Sí, yo... —no sé qué decir.
—Por el amor de Dios —ella suspira cuando me levanta un brazo y ve un moretón formándose por el impacto del globo—. ¿Quién os ha hecho esto?
Yo miro por encima de su hombro a Jared, que se ha puesto de pie y tiene los ojos clavados en mi brazo, en el golpe. Y no me gusta nada la manera en que se le aprieta la mandíbula.
—Unos locos de ahí abajo —Ally señala la ventana—. Estaban gritando insultos. No sé qué demonios les pasaba.
—Creo que yo tengo una idea de lo que pasaba —comenta Kevin con una risita nerviosa.
Todos nos giramos hacia él al instante.
—¡No he hecho nada! —dice enseguida.
—Habla ya, pesado —le dice Hunter.
Kevin lee su móvil tras aclararase la garganta.
—El idiota de Brent, el de las Serpientes, ha dicho a todo el mundo dónde os alojabais. Y, bueno... no es que quisieran mucho a Brooke. Sin ofender, ¿eh? Solo digo la verdad.
Hay silencio por un momento. Jared ha apretado los puños y Cris se gira hacia él al darse cuenta.
—Cuenta hasta diez —le advierte.
—¿Dónde se aloja? —le pregunta Jared, ignorándola.
—Jed, cálmate —le dice Ally—. Lo que tienes que hacer es contar hasta diez...
—¡No quiero contar hasta diez! ¡Dime de una puta vez dónde se aloja!
—Jared —sueno más convencida de lo que me siento—, ¿no ves que esto es lo que quiere? Quiere sacarte de quicio.
—Pues te aseguro que lo ha conseguido.
—No, no lo ha conseguido. Solo es pintura. Estoy bien. Relájate.
Él me mira por un momento y tiene los ojos más oscuros que nunca. Casi me da miedo. Casi, porque enseguida baja la vista a sus pies y respira hondo. Le tiemblan los puños.
—Voy a encargarme que los de abajo se marchen de aquí —dice Cris, dándome un pequeño apretón en el hombro y desapareciendo.
Bruce no tarda en seguirla y se forma un incómodo silencio a nuestro alrededor. Veo que Hunter y Ally intercambian una mirada. El silencio sigue. Hasta que se oye el ruido de una lata abriéndose y todos nos giramos hacia Kevin, que bebe de su cerveza tan tranquilo. Parece sorprendido cuando nos ve a todos mirándole con mala cara.
—¿Qué? —pregunta, confuso.
—Nada —Ally mira de reojo a Jared—. Creo que lo mejor será que nos centremos en el concierto de esta noche.
—Exacto —dice Hunter, llenándose la boca de chocolatina—. Después de todo, es nuestro trabajo. Y tenemos que cumplir en unas horas.
—Sí, yo... eh... voy a ducharme. Será lo mejor —murmuro.
Noto la mirada de Jared clavada en mi espalda cuando me meto en nuestra habitación y apostaría mi pequeña fortuna a que se han puesto a hablar en voz baja en cuanto los he dejado solos, pero tengo que centrarme en quitarme toda esta pintura de encima en menos de tres horas. Parece mucho tiempo, pero me da la sensación de que será un trabajo bastante tedioso.
Me paso casi media hora solo con el cuerpo. Y el pelo es una maldita Odisea. Por mucho que me lo frote, el agua y el jabón siguen pareciendo de colores extraños. Al final, consigo parecer medio decente aunque sigo teniendo pequeños toques de verde apagado en algunos mechones de pelo. Me miro en el espejo del cuarto de baño y me pongo una toalla alrededor. Pongo una mueca cuando me froto el pelo con otra y esta se queda manchada.
Cuando levanto la mirada, veo que Jared está en la puerta, mirándome a través del espejo. ¿Es cosa mía o sus ojos están más oscuros que antes? No me gusta esto.
—¿Estás bien? —le pregunto.
Él parpadea, como si volviera a la realidad. Por un momento, no dice nada, solo frunce un poco el ceño.
—No es a mí a quien han tirado pintura —dice, finalmente.
—Solo es pintura, Jared, no me voy a morir por esto —intento quitarle importancia—. ¿Te crees que soy tan debilucha?
Pero sus labios no se curvan hacia arriba, que era lo que esperaba. Sino que se mantienen en una dura línea recta. Me giro hacia él.
—¿Estás bien? —repito y esta vez no puedo evitar sonar preocupada.
Él me sostiene la mirada un momento antes de asentir una vez con la cabeza, darse la vuelta, y marcharse al ensayo con los demás. Me quedo mirando la puerta que acaba de cerrar y aprieto la toalla entre mis dedos. Tengo un muy mal presentimiento con todo esto.
***
Mi corazón late a toda velocidad cuando me pongo de puntillas entre la gente, buscando una melena conocida con la mirada. En cuanto veo a Lexi abriéndose paso a empujones entre la gente, no puedo evitarlo y sonrío ampliamente. Ella no me ha visto a mí, pero me aseguro de que así sea cuando me acerco prácticamente corriendo entre la gente. Sus ojos se clavan en mí y suelta un chillido, haciendo que los que tiene alrededor den un respingo, apartándose.
—¡BROOKIE-TOOKIE! —exclama, apretujándome en un enorme abrazo que le devuelvo al instante.
—Te he echado de menos —le aseguro, separándome.
—Pues claro que me has echado de menos —me guiña un ojo, divertida—. ¿Quién te aconsejaría como yo?
—No lo sé. ¿Liam?
—Haré como si no hubieras dicho eso para que nuestra amistad se mantenga tan bonita como de costumbre —engancha su brazo con el mío—. Tengo taaaaantas cosas que preguntarte. Y no creo que me respondas ni a la mitad.
—Cálmate, tenemos toda la noche —digo, divertida.
—¡Y pienso emborracharme en cuanto lleguemos a la fiesta que hay después de esto!
Empiezo a reírme mientras vamos a la parte lateral del escenario, donde los técnicos van de un lado a otro, nerviosos por el concierto. Lexi parece confundida.
—¿No nos sentaremos entre el público?
—A Cris no le hace mucha gracia que esté entre el público ahora mismo —murmuro.
—Ah, claro, claro... ¿y quién es Cris?
—La manager de la banda —tiro de su brazo y nos apoyamos en una de las barandillas laterales del escenario. Desde aquí, se puede ver perfectamente.
—Un momento... Kevin no pasará por aquí, ¿no?
—Tranquila, la banda usa el otro lado —le sonrío—. Si quieres verlo, tendrás que dar la vuelta.
—¡No quiero verlo! —dice enseguida.
—Ya, claro.
Suspira y se apoya en la barandilla, conmigo.
—A quien quiero ver es a tu querido Jed —me asegura—. Tengo que advertirle que recibirá una paliza como se porte mal contigo.
—¿Quieres decir... a mi querido novio Jed? —la corrijo con una sonrisita.
Ella suelta un chillido emocionado al instante.
—¿Ya es oficial? —pregunta, entusiasmada—. ¿Desde cuándo?
—No lo sé. No me lo pidió directamente. Ni yo a él. Es como... no ha hecho falta. Simplemente, ambos empezamos a llamarnos así.
—Qué romántico —se lleva una mano al corazón—. Y qué sola estoy.
Entonces, le pega un pequeño ataque de felicidad y vuelve a abrazarme.
—¡No me puedo creer que por fin volvamos a estar juntas!
—Esto se siente raro. Estaba acostumbrada a verte cada día.
—Y yo a ti —pone una mueca—. Por cierto, ¿no tienes una exposición o algo así?
—¿La de la galería de arte? Es en dos semanas.
—¡Dos semanas! —suspira—. Falta una eternidad. ¿Y cómo vas a hacerlo para ir?
—Ya lo he hablado con Cris. Usaré parte de lo que he ganado este mes para ir y volver. Podrán sobrevivir unos días sin mí.
—Y sabes que Liam, el pesado de Sam, Riley y yo estaremos ahí, ¿no? —sonríe ampliamente.
—Claro que lo sé —intento decir algo más, pero me veo interrumpida por los gritos de las fans cuando Kevin sale dando saltitos al escenario. Lexi, a mi lado, pone una mueca al verlo.
La presentación no dista mucho de las demás. Los gritos femeninos aumentan cuando sale Jared, como de costumbre. Lexi les grita que tiene novia, pero dudo que la hayan oído. Y solo ha conseguido que yo me pusiera roja y los técnicos nos miraran, confusos.
La cosa va bastante bien. Llega un punto en que has visto tantos conciertos suyos que te los sabes de memoria. Y como yo solo miro las manos de Jared, casi sé dónde pone los dedos en cada canción. De hecho, estoy centrada en ello cuando se oye una nota que no me resulta muy familiar.
La cabeza de Ally se gira enseguida hacia Jared, que cierra los ojos un momento y sigue tocando como si nada. El público no se ha dado cuenta. ¿Se ha... equivocado? ¿Alguna vez lo había hecho? Miro a Lexi. Ella tampoco se ha dado cuenta.
Intento olvidarme de ello, pero no puedo cuando, dos canciones después, vuelve a equivocarse de nota. Veo que aprieta un poco los labios, intentando centrarse otra vez. Esta vez, sí se ha notado. Y mucho. Kevin estaba paseando por el escenario y lo ha mirado, extrañado. Veo que Jared sacude la cabeza y la agacha, intentando concentrarse. Pero vuelve a fallar una nota. ¿Qué le está pasando?
—¿Es cosa mía o el ritmo de la canción ha cambiado? —pregunta Lexi.
—No es eso —murmuro, confusa y preocupada por partes iguales—. Es Jared.
—Sí, no parece muy centrado, la verdad.
Y tiene razón. Veo que su mirada se pierde continuamente y trata de volver a centrarse, pero se equivoca un puñado de veces más y el público intercambia miradas. Él frunce el ceño y yo me tenso cuando se acerca la última canción. La que tiene su solo. Por favor, que haga eso bien. Solo pido eso. Tengo los ojos clavados en sus manos cuando llega esa parte. Estoy más tensa de lo que me gustaría. Veo que él cierra los suyos y frunce aún más el ceño.
Y, menos mal, consigue hacerlo perfecto.
El público aplaude y veo que Kevin dedica una mirada furiosa a Jared mientras abandonan el escenario, caminando más rápido para alcanzarlo. Oh, oh.
—Mierda —murmuro, separándome de la barandilla.
Lexi se apresura a seguirme cuando doy la vuelta casi corriendo al escenario, yendo a la zona de los camerinos. Estoy jadeando cuando llego y veo a Jared metiendo la guitarra en su funda. Tiene los hombros más tensos que nunca cuando Kevin lo alcanza. Ally, Hunter y Cris se apresuran a seguirlos.
—¿Se puede saber qué te pasa? —le espeta Kevin directamente.
Él lo ignora categóricamente. Ni siquiera da señales de escucharlo.
—¿Ahora estás sordo? ¿Es eso? ¿Te has vuelto sordo de repente y por eso no has acertado ni una maldita nota?
Jared aprieta los labios y se mete en el camerino, cerrando la puerta a su espalda. Esta vez, no puedo evitarlo y me acerco, empujando a Kevin por el pecho. Le frunzo el ceño.
—Se ha equivocado. Es humano. El concierto ha seguido y ha hecho bien su solo, ¿quieres dejarlo en paz?
—No, no quiero, Brooke —me espeta—. Quiero que me dejes hablar con mi maldito guitarrista.
—¿Tu guitarrista? —repite Hunter—. La banda no es tuya, es de todos.
—Oh, vamos, la mayoría de la gente solo viene por mí. Asumidlo de una vez.
—¿Por ti? ¿Perdona? —Ally niega con la cabeza—. Vienen por todos. No eres el centro del universo, Kevin. Asúmelo tú de una vez.
—Di lo que quieras, pero al menos se acertar una maldita nota. ¡Hemos hecho el ridículo!
—El único ridículo lo estás haciendo tú ahora —mascullo.
—Y tú cállate, Brooke. Todo esto es por tu culpa.
—¿Mía? —repito, incrédula—. No es culpa de nadie, es...
—Oh, vamos. Jed está jodidamente ido desde el momento en que decidimos que era buena idea meterte en nuestro equipo.
—Kevin... —empieza a advertir Cris.
—¡No, sabéis que tengo razón! ¿O alguien va a negarlo? —se gira y yo siento que me hundo un poco cuando nadie dice nada—. ¿Lo veis? ¿Jed estaría como está si no fuera por lo que ha pasado esta mañana con Brooke?
—¿Te crees que lo ha elegido ella? —salta Lexi a mi lado—. Le ha gustado tan poco como a ti.
Kevin pone los ojos en blanco al verla.
—La que faltaba.
—Tiene razón —señala Ally—. Brooke no ha elegido nada de lo de esta mañana. Sabes cómo son los fans.
—Y tú sabes cómo es Jed. Y nunca lo había visto tan alterado como cuando Brooke está a su alrededor. Ahora mismo, es una maldita bomba de relojería. Y parece que nadie quiere hacer nada al respecto.
—No es tan sencillo —le recuerda Cris.
—¡Sí lo es! —Kevin frunce el ceño y me señala sin siquiera mirarme—. ¡Tiene que irse! En cuanto se vaya, todo volverá a la normalidad y...
Se calla y no entiendo por qué hasta que me doy la vuelta y veo que Jared acaba de salir del camerino. Parece completamente ido. Y confuso al vernos. Vale, no ha escuchado eso último. No creo que estuviera tan tranquilo de haberlo hecho. Enarca una ceja y Hunter se apresura a arreglar las cosas.
—Vamos a la fiesta —dice—. Necesito emborracharme. Y creo que no soy el único.
En el coche, el aire está cargado de tensión. Solo se oye a Cris hablar en voz baja por teléfono. Jared está a mi lado mirando por la ventanilla. Ni siquiera me está rozando. Estoy a punto de acercarme a él, pero al final opto por apoyar la cabeza en el hombro de Lexi —está a mi otro lado—, que me dedica una sonrisa reconfortante.
La fiesta es en una discoteca pequeña a la que he ido mil veces con Lexi. Se me hace raro estar aquí con Jared y los demás. Kevin lidera la marcha y no parece que nadie esté de humor para firmar autógrafos, porque ninguno se detiene a hacerlo. Yo llevo la camiseta de la banda, como los demás, pero me siento muy fuera de lugar. Especialmente porque Jared ni siquiera me ha mirado desde el concierto y no sé cómo sentirme al respecto.
Estoy a punto de perderlo de vista cuando va directo a la barra, abriéndose paso entre la gente. Miro a Lexi con una disculpa en los ojos, pero ella me hace un gesto para que lo siga. Así que lo hago. Lo alcanzo cuando se está terminando de un trago su copa de alcohol. Sé perfectamente que es consciente de que estoy a su lado, pero no me mira.
—No estoy segura de que debas beber —le digo.
Él vuelve a dejar el vaso en la mesa y hace un gesto al camarero para que se lo llene otra vez. Frunzo el ceño.
—¿No me has oído?
—Te he oído perfectamente —murmura.
Me impaciento, mirándolo, y le sujeto la cara con una mano para obligarlo a mirarme de vuelta. Él se aparta al instante para clavar los ojos en su bebida, pero yo ya los he visto. Nunca los había visto tan oscuros. No me gusta esto. No me gusta nada.
—Jared, deja de beber.
—¿Qué eres ahora, mi madre?
—No, soy tu novia —le quito el vaso de delante y lo dejo lo más lejos que puedo estirando el brazo—. ¿Se puede saber qué te pasa?
Él sonríe sin muchas ganas y apoya los codos en la barra, pasándose las manos por la cara.
—Nada —dice, finalmente, sacudiendo la cabeza.
—Sé que te pasa algo.
—Siempre me pasa algo —murmura, mirándome—. ¿No deberías saberlo siendo mi novia?
—Oh, ¿ahora te vas a portar como un imbécil conmigo?
—Soy un imbécil, ¿todavía no te has dado cuenta?
—No, no lo eres. Pero definitivamente te estás comportando como uno.
Pone los ojos en blanco y se separa de la barra. Lo sujeto del brazo al instante en que hace un ademán de marcharse, deteniéndolo.
—¿Dónde vas?
—No quiero discutir contigo —me dice, dejando que lo retenga.
—No estamos discutiendo —frunzo el ceño.
—Brooke, ahora mismo solo quiero emborracharme. No quiero una charla.
—Me da igual, eso no te da derecho a marcharte cuando estoy hablando contigo.
Suspira y se zafa de mi agarre, pero se queda delante de mí, mirándome para instarme a terminar lo que sea que tengo que decirle. Nunca se ha portado así conmigo. Y me duele saber que no es por él, sino por la misma causa por la que tiene los malditos ojos casi negros.
—Jared, tienes que tomarte tu medicación —le digo en voz baja.
Él me sostiene la mirada un momento antes de soltar una risa áspera, negando con la cabeza.
—¿Ahora vas a empezar con eso?
—No voy a empezar con nada. Te estoy diciendo la verdad. Aunque seas un cabezota y no quieras oírla. ¿No te das cuenta de que la necesitas?
—¿Y cómo sabes que la necesito, Brooke? Nunca me has visto medicado.
—¡Me da igual! ¡No puede ser peor que... esto!
—¿Esto?
—Sí, esto, Jared. Estás... completamente ido. Es como si tuvieras la cabeza en otro planeta. Y solo volvieras para cabrearte con el mundo. ¿De verdad quieres ser esta persona?
Aprieta un poco los labios, pero el tono ligeramente irónico no cambia en absoluto.
—¿Y todo esto viene porque me he equivocado con un puñado de notas en un concierto?
—¡No, claro que no! —me impaciento—. Pero... ¿cómo puedes estar tan ciego? ¿No ves que te estás destrozando tú solo? Me da igual que la medicación te haga sentir mal. La necesitas. La necesitas ya.
—Estoy bien.
—¡No estás bien, Jared! ¡No lo has estado desde que empezó este viaje!
—Todos tenemos malos momentos.
—¡Esto no es un mal momento, es un episodio, y no deberías tener que pasar por ello!
Él abre la boca para decir algo, pero se detiene en seco y su mirada se clava encima de mi hombro. Me doy la vuelta con el ceño fruncido, pero dejo de hacerlo al instante en que veo a Brent y el resto del grupo de las malditas serpientes detrás de mí. Brent y Danny sonríen ampliamente.
—¿Interrumpimos una discusión matrimonial? —pregunta Brent, acercándose.
Veo que Danny y el otro se quedan al margen y me giro hacia Jared. Nunca lo había visto tan tenso. Tiene los ojos clavados en Brent y... no me gustaría nada ser el objetivo de esa mirada. Da miedo.
—Podemos venir en otro momento —añade Brent, sonriendo, antes de mirarme—. ¿Cómo estás, Brooke? Hacía mucho que no te veía.
—Estoy bien —le digo secamente. Pero no consigo que su sonrisa se borre.
—No pareces estar bien. ¿Te estaba haciendo enfadar ese idiota? ¿O solo estás de mal humor por el pequeño incidente con fans que has tenido esta mañana?
No, no voy a caer en esto. Busco a Cris o a alguien que pueda ayudarme con la mirada, pero nadie parece estar cerca. Pues estoy sola. Y con un Jared acelerado mirando furioso a Brent. No quiero que esto termine como creo que terminará. Y como le ponga una mano encima a Brent... sigo acordándome de su maldita condicional.
Así que estiro el brazo y engancho la mano de Jared con la mía. Me sorprende notar que se deja guiar.
—Nos vemos, Brent —mascullo sin mirarlo.
Me abro paso entre la gente a tanta velocidad como puedo y casi puedo sentir la rabia irradiar de cada poro del cuerpo de Jared. Pero conseguimos salir de la discoteca. El aire es un poco frío para ser verano, pero no se me eriza el vello por eso, sino porque veo que Brent y los suyos nos siguen a la salida. Mierda. Quiero irme de aquí con Jared. Ahora mismo.
Busco con cierta desesperación a Bruce con la mirada, pero solo veo la limusina. Me acerco a ella y el mundo se detiene cuando intento abrirla... pero está cerrada. No, por favor. Ahora no. Me giro para seguir buscando a Bruce, pero solo veo a Brent, que está justo delante de Jared, sonriente.
—¿Dónde vais con tanta prisa, tortolitos? —pregunta, divertido.
Jared tira de su brazo para librarse de mi agarre y yo me tenso aún más. Miro la puerta de la discoteca con la esperanza de que salga alguien. No sé qué se supone que tengo que hacer. ¿Un taxi? No es mala idea. Me giro para ir a por uno, pero Danny se mete en mi camino y me detengo en seco. Jared sigue mirando fijamente a Brent y me encuentro a mí misma acercándome a él, un poco más asustada de lo que me gustaría admitir.
—¿Ahora os habéis quedado mudos? —pregunta Brent, acercándose un poco más a nosotros—. He oído que ha habido ciertos problemas con el guitarrista esta noche. No habrás sido tú, ¿no? Si nunca te equivocas.
—Todo el mundo se equivoca —le dice Jared en voz baja.
—¡Pero tú no! ¡El gran Jed! ¡Distraído! —le da una palmadita amistosa en el hombro y admito que me he calmado un poco al ver que Jared no hace un gesto de apartarlo de malas maneras. De hecho, no se mueve en absoluto—. ¿En qué pensabas, Jed?
Él no dice nada. Brent entrecierra los ojos y sonríe al clavarlos en mí.
—¿Te ha contado Brooke que ya nos conocemos? Bueno, nos viste hablando esa misma noche, pero no te quedaste a tomar algo con nosotros.
—¿Por qué no volvéis a la fiesta? —sugiero, fingiendo cansancio cuando realmente estoy aterrada—. Queremos volver al hotel.
—Oh, ¿queréis volver al hotel? —repite Brent como si le diera lástima—. ¿Tan pronto? Ni siquiera son las dos de la mañana.
—Estoy cansada —le digo secamente.
—Seguro que podemos arreglar eso con un poco de alcohol, ¿no crees?
—No tengo sed.
—Si no quieres beber, hay otros modos de pasarlo bien —replica él suavemente.
Jared aprieta los puños y yo le pongo una mano en la muñeca. Por favor, que no pase de esto. Que se vayan y nos dejen en paz.
—Estoy bien —le espeto—. Hay muchas chicas en la fiesta que seguro que están esperando una firma vuestra, ¿por qué no vais a complacerlas?
—Oh, la firma... —Brent se ríe suavemente y da un paso hacia mí—. ¿Te acuerdas de cuando te firmé yo a ti, Brooke?
Estoy a punto de dar un paso atrás, pero no quiero demostrarle que estoy tensa, así que no me muevo. Me mantengo pegada a Jared, que lo mira fijamente. Bren me sonríe y se inclina hacia delante.
—¿Se te ha olvidado? No me extrañaría. Estabas muy borracha.
—He preferido borrarlo de mi memoria —mascullo.
—¿Sí? ¿Quieres que te la refresque? Mira, estaba justo aq...
En el momento en que acerca la mano para tocarme el cuello, doy un respingo. De pronto, Brent ya no está delante de mí, sino pegado al vehículo, con la cara roja. Y veo una de las manos de Jared alrededor de su garganta. Contengo la respiración.
—No la toques —le advierte en voz baja.
—Solo era una demostración —Brent levanta las manos en señal de rendición, sonriendo como puede.
—Jared, vamos —agarro su camiseta y tiro ligeramente de ella.
—Tienes que controlar esos ataques de ira —le dice Brent con su maldita sonrisa intacta.
Miro a mi alrededor y mi mundo interior se ilumina cuando veo que un taxi se ha detenido cerca de la entrada de la discoteca. Rodeo el brazo de Jared con ambas manos y tiro de él, consiguiendo que suelte a Brent. Puede que este último esté sonriendo, pero tiene una marca roja en la garganta.
Pero eso ahora no importa. Tiro del brazo de Jared y empujo a Danny con el codo para apartarlo. Tengo un objetivo fijo. El maldito taxi. Miro de reojo a Jared. Al menos, viene conmigo.
—Dile hola a tu hermana de mi parte cuando la veas —le grita Brent a mis espaldas.
Oh, no.
Jared se detiene en seco y, por mucho que tiro de su brazo, no se mueve. Veo que cierra los ojos un momento y me giro, un poco asustada al ver que Brent vuelve a acercarse. Oh, no, no, no...
—Supongo que se acuerda de mí, ¿no? —insiste él—. Soy difícil de olvidar.
—Cállate ya, imbécil —le espeto, enfadada y tensa.
—Cuidado con esa boquita, Brooke —me advierte, perdiendo un poco la sonrisa.
—Ten cuidado tú con lo que dices. Y vuelve a la maldita discoteca de una vez.
Él se detiene, un poco sorprendido. Entonces, su sonrisa se ensancha.
—Deberías aprender modales, querida —me dice lentamente—, ¿o quieres que te los enseñe yo como se los enseñé a la buena de Cassie? Te aseguro que lo disfrutaría mucho.
Y eso es suficiente. Noto que el brazo de Jared desaparece de entre mis manos y me doy la vuelta justo a tiempo para ver que Brent da un traspié hacia atrás, chocando con la espalda en la limusina. Me acerco rápidamente, pero me detengo cuando Jared echa el brazo hacia atrás y le da un puñetazo en la nariz. El sonido de crujido hace que se me erice todo el vello del cuerpo.
Entonces, todo se vuelve un caos. Veo que Brent intenta decir algo, pero Jared lo detiene sujetándolo del cuello de la camiseta y volviendo a darle. La sangre salpica y vuela incluso hacia mí. Doy un paso atrás, paralizada.
Y veo que la gente se acerca desde la discoteca. Los amigos de Brent intentan quitar a Jared, que ahora está sentado encima de él y gracias a Dios no puedo ver lo que le está haciendo a su cara. Los de seguridad se acercan e intentan apartarlos, pero una horda de fans empieza a empujarme por todos lados, haciendo que me tambalee. Y solo puedo escuchar gritos y voces por todas partes. Intento acercarme a Jared, pero no puedo ver nada y termino siendo empujada con cierta fuerza contra la limusina. Contengo la respiración cuando mi estómago choca con ella e intento separarme, pero vuelven a empujarme y pongo una mueca.
Esta vez, tengo que apartar de malas maneras a alguien para que no vuelvan a aplastarme contra la limusina. Intento ver algo, pero solo puedo escuchar gritos y ver caras de desconocidos. Consigo abrirme paso un poco más y veo, como si de una aparición angelical se tratara, a Cris hablando a toda velocidad con alguien. Intento abrirme paso hacia ella, pero es como si, a cada dos pasos que doy, retrocediera cinco.
Y es entonces cuando lo oigo. El ruido de sirenas de policía.
Mi cuerpo entero se queda helado por un momento y empiezo a empujar con más ganas, aterrada, consiguiendo llegar al centro de la gente. Noto una mano tirando de mí y casi me entran ganas de llorar cuando veo que es Lexi, que consigue sacarme del gentío. Pero mis ojos no dejan de buscar algo que tenga sentido. Solo encuentro a tres agentes de policía empujando a la gente para apartarla. Justo cuando veo que se detienen, sé que ahí está Jared y no puedo evitar separarme de Lexi para ir corriendo hacia él.
Llego en el momento justo en que lo ponen de pie y lo pegan contra la limusina. El pecho de Jared sube y baja a toda velocidad. Me quedo lívida cuando veo sus nudillos ensangrentados. Me entran ganas de vomitar cuando bajo un poco más la mirada y veo, solo de reojo, el aspecto de Brent. Sangre no, por favor. Ahora no. O voy a desmayarme.
Todo eso se queda eclipsado cuando escucho gritos de protesta por todas partes. Uno de los policías habla con Cris, que parece desesperada, pero los otros dos sujetan a Jared. Se me hunde el corazón cuando veo que lo están esposando. Y él no se mueve. Tiene los ojos clavados en la limusina.
Esto no está pasando, ¿verdad? No puede estar pasando.
Veo, como si fuera en cámara lenta, que el policía libre aparta a la gente bruscamente y el otro conduce a Jared, que tiene las manos esposadas en la espalda. Cris sigue hablando a toda velocidad con el policía, que le hace gestos para que se calle. Me abro paso como puedo hasta que por fin me libro de la gente y consigo acercarme a ellos.
Jared mira a su alrededor y sé que me está buscando sin necesidad de preguntarlo. Pero ya está junto al coche de policía. Cuando doy otro paso, el policía que hablaba con Cris me detiene estirando el brazo.
—Quédese ahí, señorita —me advierte.
—P-pero... ¡no pueden detenerlo! ¡Él n-no... no pueden...!
Ni siquiera sé qué decir. Estoy a punto de llorar. El alboroto ha hecho que Jared se gire hacia mí justo cuando lo meten en el coche. Solo puedo ver sus labios apretados antes de que cierren la puerta y el cristal tintado me impida verlo más. Vuelvo la vista al policía, desesperada.
—Por favor, él solo se estaba defendiendo. El otro chico estaba metiéndose c-con nosotros... y... y solo quería...
—Eso va a tener que contárselo al juez de guardia —me interrumpe él bruscamente.
—¿Juez? —repito en voz baja, helada.
—Si quieren verlo, tendrán que esperar en comisaría —nos dice él a Cris y a mí, asintiendo una vez con la cabeza.
Las dos nos quedamos quietas en nuestro lugar cuando él se da la vuelta y va al coche con sus compañeros. Clavo los ojos donde sé que Jared está y juro que puedo sentir su mirada sobre mí, pero no soy capaz de moverme. Creo que no puedo ni respirar.
Y, entonces, el coche de policía arranca y desaparece calle abajo, dejándome paralizada en mi lugar.
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