Capítulo XXIII

XXIII - PASADO

Es nuestro último día en Sacramento y ya he oído decir a Kevin cinco veces que ha sido su concierto favorito.

De hecho, lo acaba de repetir en un ensayo, lo que no sé cómo ha acabado convirtiéndose en una pelea a tres bandos en la que solo se excluye Jared, que deja la guitarra a un lado y se va a arrasar con la comida del catering. Lo miro de reojo mientras Bruce y Cris intentan hacer que esos tres no se maten entre ellos. 

Suspiro y saco mi móvil, que ha empezado a sonar. Estoy a punto de responder sin mirar, pero menos mal que no lo hago. No es Lexi. Es un número desconocido. Me aparto un poco del foco de gritos y respondo.

—¿Sí?

—Hola, Brooke.

—¿Profesor Adams?

—Sí —casi puedo ver que está sonriendo—. ¿Cómo estás? Espero que estés teniendo unas buenas vacaciones.

Me quedo mirando un momento la pared. Estoy demasiado sorprendida de que me esté llamando. ¿Está eso bien? Es decir, ¿no es inapropiado o algo así?

—Eh... —vuelvo a la vida—. Sí, bueno... no está mal. ¿Puedo ayudarlo en algo?

—En realidad, sí.

Silencio. Lo escucho suspirando y frunzo el ceño, intrigada.

—¿Te acuerdas de la fotografía que presentaste como proyecto final?

Oh, no.

—Sí... —murmuro, en tensión.

—Bueno, enseñé algunas de las fotos que más me gustaron a la junta a cargo de la galería de arte de la que os hablé... y la tuya les ha llamado la atención.

Silencio.

Espera, ¿qué?

—De hecho, les ha encantado gran parte de tu trabajo —me dice alegremente—. ¿Estás cerca de la Universidad ahora mismo? Creo que deberíamos hablar de esto en persona.

—¿Eh? —vuelvo a tardar más de lo necesario en reaccionar—. No... yo... estoy en Sacramento.

—En Sacramento —repite, sorprendido—. Bueno, entonces no nos queda otra que hablarlo por aquí. Te mandaré todo por correo electrónico para que puedas leerlo con tranquilidad, pero la idea es que quieren usar tu proyecto y algunas otras fotos tuyas en la galería.

Entreabro los labios. Mi corazón late a toda velocidad. Esto no me está pasando a mí, ¿verdad? Nunca me pasan estas cosas.

—¿En serio? ¿Las mías?

—No suenes tan sorprendida, Brooke. Ya te dije que hacías bien tu trabajo.

—Pero...

—Mira, me encantaría seguir hablando esto contigo, pero tengo mil cosas por hacer y te lo he mandado todo por correo. Ten un buen verano en Sacramento. Estaré esperando tu respuesta.

Cuelga antes de que pueda reaccionar y me doy la vuelta. Jared sigue arrasando con la comida mientras los demás se insultan entre ellos. Estoy como flotando cuando me acerco a él. Me mira de reojo, pero se centra más cuando ve mi cara. Deja de comer al instante.

—¿Qué? —pregunta directamente, acercándose.

Veo que su ceño se frunce por la preocupación y me pregunto qué expresión de espanto debo tener ahora mismo.

—Una galería está interesada en mis fotos.

Él deja de parecer preocupado para levantar las cejas. ¿Por qué parece menos sorprendido que yo? Esboza una gran sonrisa y niega con la cabeza.

—Y tú preocupada por suspender.

—Pero... no lo entiendo. A mí no me pasan estas cosas.

—Pues te ha pasado.

—Pero... mi suerte es una basura.

—No necesitas suerte —me guiña un ojo—. Tienes talento de sobra.

Sigo medio en shock cuando se inclina hacia delante y me besa en los labios, felicitándome. Frunce un poco el ceño cuando ve que no reacciono.

—Un poco de alegría no estaría de más —añade, riendo.

—Es que... no me puedo creer que haya superado a los demás. Es decir, mis fotos no son tan buenas.

—Brooke, el día que te des cuenta lo valiosa que eres, te comerás el mundo.

Me pasa un brazo por encima de los hombros y hace un gesto a los demás para informarlos. De pronto, soy una masa de felicitaciones, abrazos y sonrisas y se les olvida todo el enfado anterior. Yo consigo relajarme y alegrarme también por lo que ha pasado, aunque sigo sin creérmelo del todo.

Al menos, tengo una sonrisa en los labios cuando envío un mensaje a Sam, Riley, Lexi y Liam informándolos. Ya estamos de camino al coche para volver. Jared va a mi lado, dando vueltas a la llave de la suite entre los dedos. Siempre me he preguntado cómo hace eso sin que le salga volando.

Es que él tiene algo que tú no tienes. Se llama agilidad.

—¿No sería mejor llamarlos? —pregunta, señalado mi móvil.

—Como llame a Lexi para decirle esto, me voy a quedar sorda del grito que soltará.

Sonríe, sacudiendo la cabeza.

—¿A quién has avisado?

—A los de siempre. Lexi, Liam, Sam, Riley...

—Entonces, supongo que dirás que sí.

—¡Claro que diré que sí, Jared! —le engancho un brazo con el mío—. ¿Sabes cuánto tiempo llevo esperando esto?

—No lo digo por eso —me dice, mirándome.

—¿Y por qué lo dices?

Él lo considera un momento y se detiene a mitad de camino del coche. Como vamos los últimos, los demás ni se enteran y siguen su camino. Sin embargo, yo me detengo con Jared y lo miro, confusa.

—¿Qué? —pregunto, muerta de curiosidad.

—Brooke, sé que no te va a gustar esto, pero...

—Ya no me está gustando.

—...creo que deberías avisar a tus padres.

Me quedo en silencio un momento. Suelto su brazo y niego con la cabeza. Ya no tengo ganas de sonreír.

—No.

—Brooke...

—No. Y no quiero seguir hablando de ello.

Hago un ademán de marcharme, pero me detiene por la muñeca.

—Es nuestro último día aquí.

—Lo sé perfectamente, y estoy encantada de irme.

—Mira, no sé lo que pasó entre vosotros, pero son tus padres. Se van a alegrar por ti.

—No lo creo...

—¿Cómo no van a alegrarse por ti?

—Jared, ellos no me quieren en su vida.

—Honestamente, se me hace imposible imaginarme a alguien no queriéndote en su vida.

Niego con la cabeza aunque el comentario ha hecho que me aletee el corazón.

—No es cuestión de que quiera ir o no —murmuro—. Ellos... simplemente no me hablan. No quieren saber nada de mí.

—¿Por qué?

Aparto la mirada, algo avergonzada. Veo que los demás suben al coche y Kevin nos hace un gesto para que los sigamos, pero Ally le chista para que se espere. Vuelvo a centrarme en Jared.

—Deberíamos irnos.

Pero no me muevo porque conozco esa mirada de sabes que estás haciendo algo mal. Suspiro pesadamente.

—¿Has intentado ponerte en contacto con ellos? —pregunta.

—¡No!

—¿Por qué no?

—Porque... no me responderían...

—No lo sabes. No lo has intentado.

—¡Pero lo supongo!

—Las suposiciones solo son eso, Brooke. Y yo no lo supongo, lo sé. Sé que te vas a arrepentir si no aprovechas esta última oportunidad de ir a verlos.

Me quedo en silencio y me miro los zapatos. Él da un paso hacia delante y me levanta la cabeza con una mano en mi nuca.

—Puedo ir contigo si quieres —añade.

—¿Ahora?

—¿Se te ocurre algo mejor?

—¿Algo mejor que ir a ver a mis padres con quienes no he hablado en un año junto a mi novio que está en un episodio hipomaníaco? Se me ocurren cosas mejores, sí.

Él empieza a reírse y me pasa un brazo por la cintura, acercándome. Yo le pongo una mueca.

—No van a querer...

—¿Quieres ir o no?

Suspiro y me encojo de hombros.

—Podemos intentarlo, pero no van a querer hablar conmigo.

—Si no quieren hablar contigo, es su problema, no el tuyo —él se gira hacia los demás y les hace un gesto para que se vayan—. Ven, le diré a Bruce que lleve a esos al hotel y luego nos acompañe.

Los demás no hacen preguntas cuando ven que no bajamos con ellos en el hotel. Hay tensión en el ambiente. Bueno, solo por mi parte, claro, porque Jared está tan tranquilo —es decir, todo lo que lo puede estar en un episodio— a mi lado, parloteando sobre canciones, cosas de la banda y acordes que no entiendo. Realmente, podría hablarme de cualquier cosa y yo escucharía embobada. Soy ridícula.

Finalmente, Bruce nos dice que ha llegado, deteniendo el coche. Bajamos los dos del vehículo y mi corazón se detiene cuando veo la calle en la que estamos. Casas de dos pisos de estilo victoriano, porches de madera blanca, jardines cuidados, niños jugando... todo un barrio residencial. Y pensar que viví aquí durante diecisiete años...

Me quedo mirando la casa que tengo delante. Admito que me asusto un poco. Es como si hiciera una eternidad desde que me fui corriendo con Nick. El coche de papá está junto a la puerta del garaje. Están en casa. Respiro hondo cuando veo la ventana de mi habitación.

—¿Estás bien?

Miro a Jared. Él está de pie a mi lado, mirándome con cautela. Asiento con la cabeza, pero la verdad es que me tiemblan las manos.

—Podemos volver en cualquier momento —añade, señalando a Bruce con la cabeza.

Él espera fumándose un cigarrillo, apoyado en el coche. Me sonríe para darme ánimos aunque no sabe del todo por qué y Jared se apoya en la verja blanca. Se me hace raro verlo ahí. Yo misma me siento rara estando ahí. Como si no fuera mi lugar. Trago saliva con dificultad.

—No van a querer hablar conmigo —murmuro.

—Brooke, no hay nada en el mundo que...

—No sabes lo que les hice.

Miro la ventana de mi habitación otra vez y se me forma un nudo en la garganta.

—No voy a pedirte que me lo cuentes si no quieres hablar de ello —me dice él.

Dudo un momento, mirándome los zapatos otra vez. De pronto, me siento como si fuera vestida de forma inapropiada. Vuelvo a llevar la camiseta de la banda de Jared, unos pantalones cortos y las converse altas. ¿Por qué me siento como una cualquiera? ¿Por qué me sigo sintiendo tan fuera de lugar? Miro a Bruce. Quizá deberíamos irnos.

Pero... ¿cuándo voy a volver aquí? ¿Cuándo tendré el dinero para hacerlo? Si es que llego a tenerlo alguna vez. Por no hablar de las ganas, otro factor importante. Quizá no vuelva a tener la oportunidad de hacer esto. Vuelvo a mirar a la puerta.

Y, antes de saber qué estoy haciendo, abro la verja de la valla y miro a Jared, que se coloca a mi lado al instante. Me siento mejor con él caminando conmigo pese a que, al mismo tiempo, no quiero que oiga nada de esto.

¿Y si me deja? Oh, no, por favor. Aunque no podría culparlo. Bueno, quizá no se entera. Quizá, solo su coche está aquí y ellos no. Quizá, llamo al timbre y no pasa nada.

Subo los escalones del porche y me detengo delante de la puerta. Antes tenía unas llaves de aquí. Cambiaron la cerradura en cuanto me fui. Trago saliva y apoyo la mano junto al timbre. Jared se mantiene a mi lado, pero no dice nada. Casi lo agradezco. Cierro los ojos un momento y, sin atreverme a mirar, llamo al timbre.

Durante unos preciosos segundos, no se oye nada. Quizá no estén en casa. Estoy a punto de dar media vuelta y salir corriendo, pero me detengo cuando escucho pasos acercándose. Conozco demasiado ese sonido. Me recorre un escalofrío por todo el cuerpo cuando la puerta principal se abre, dando paso a mi madre.

Dios, hace un año que no la he visto. No sabía que un año pudiera sentirse como una eternidad. 

Seguimos teniendo la misma altura, los mismos ojos claros, el mismo pelo castaño... lo único que no heredé de ella fueron los labios y los kilitos de más. Soy más bien delgaducha, como mi padre.

Nos quedamos mirando la una a la otra durante un momento y veo que sus ojos se abren de par en par, repasándome de arriba abajo. Su inspección se detiene un momento para mirar a Jared. Sus ojos se abren todavía más y vuelve a mi cara. Abre los labios para decir algo, pero no encuentra las palabras y se queda en silencio.

—Hola —murmuro en una voz que no parece la mía.

Ella sigue en silencio. De hecho, las dos seguimos así. Intento decir algo más, pero no sé qué se supone que tengo que decir.

—¿Quién es? —pregunta la voz de mi padre desde el interior de la casa.

Mi corazón se acelera y veo que se acerca por el pasillo al no oír a mi madre respondiendo. Él se detiene a su lado y veo el momento exacto en que me reconoce. Hace exactamente lo mismo que mamá, solo que cuando termina la inspección, en lugar de quedarse en silencio, emite un ruido de sorpresa.

—¿Brooke? —pregunta, pasmado.

—Hola, papá.

Él mira de nuevo a Jared, que se mantiene impasible a un lado, dejándonos nuestro espacio. Lo repasa con los ojos antes de volver a mí y fruncir el ceño. 

—¿Se puede saber qué has venido a hacer aquí? —pregunta, enfadado—. ¿No tuviste suficiente la última vez?

Oh, no.

Lo sabía. Lo sabía. Sabía que esto sería así. Y aún así, he venido. Soy una idiota.

Niego con la cabeza. Mamá sigue completamente paralizada.

—Yo no... —intento decir.

—No queremos saber nada de ti —me dice papá directamente—. ¿Quién es ese? ¿Tu guardaespaldas?

—Papá, solo quiero...

—No necesito saber qué quieres. Solo quiero saber por qué demonios te tengo a ti con un desconocido en el porche de mi casa.

Miro a Jared de reojo. Él me devuelve la mirada antes de que vuelva a centrarme en papá. Agarro de la mano a Jared y lo atraigo a mi lado.

—No es un desconocido. Es mi novio.

Puedo ver los ojos de papá repasando todos y cada uno de los tatuajes de Jared sin que le guste el resultado en lo más mínimo. Por un momento, me da miedo que pueda hacer que Jared se sienta mal, pero veo que él no da señales de que le importe en lo más mínimo.

—Tu novio —repite papá mirando mi camiseta—. Pues claro que lo es. ¿Qué demonios se podía esperar de ti?

—Papá, escucha...

—¿Qué has venido a buscar?

—¿Qué?

—¿Qué has venido a buscar? —repite—. ¿Dinero? ¿Te dejaste algo?

—Yo... no necesito nada... solo...

—¿Y dónde está el sinvergüenza de Nick? —me corta—. ¿Te aburriste de él y lo sustituiste por un delincuente cualquiera?

De nuevo, a Jared no parece importarle en lo más mínimo su opinión.

—No es un delincuente —le digo, ofendida—. Es mi novio. Es...

—No me importa. Solo quiero saber qué haces aquí para que puedas irte cuanto antes.

Entreabro los labios y miro a mamá. Ella aparta la mirada al instante. No sé qué decir. Casi no puedo hablar.

—Quería daros una buena noticia —murmuro.

—¿Estás preñada? —papá mira con desprecio a Jared—. ¿De este?

—No estoy embarazada.

—¿Y qué demonios quieres?

—Yo... voy a tener unas fotos expuestas en una galería y...

—Fotos —repite él bruscamente, casi escupiendo la palabra—. ¿Sigues con esa tontería?

—Es la carrera que estudio, papá, no es...

—Es una tontería. ¿Sabes lo que nos gastamos en esa estúpida cámara que seguro que sigues paseando por el mundo? No has comprado nada en tu vida con tu propio trabajo, ¿verdad?

—Estoy trabajando —le digo, ofendida.

—¿Cómo? Limpiando mesas, seguro.

—¿Y qué tiene eso de malo?

—Si hubieras aspirado a algo más realista en la vida que hacer fotos, ahora tendrías dinero. Y si te merecieras unos padres que te quisieran, ahora tendrías familia.

Me quedo mirándolo un momento. Se me retuerce el estómago con las ganas de llorar. Niego con la cabeza y vuelvo a mirar a Jared.

—Esto no ha sido buena idea —le digo en voz baja.

No me despido de ellos. No tiene sentido hacerlo. Me doy la vuelta y bajo el porche, pero me detengo al no escuchar pasos siguiéndome. Miro por encima del hombro y me quedo un poco parada al ver que Jared no se ha movido de su lugar. De hecho, mira a mis padres con el ceño fruncido.

—Jared... —empiezo, intentando que venga conmigo, pero me ignora.

—¿Y tú qué quieres? —le pregunta bruscamente papá—. ¿Propina?

—Vuestra hija ha venido hasta aquí solo para daros una buena noticia. Lo mínimo que deberíais hacer es escucharla.

—Jared, no...

—¡Escucharla! —repite papá, riendo irónicamente—. Oh, sí, seguro que se merece esa oportunidad.

—Se la merece —le dice Jared enarcando una ceja—. Y no se la estás dando. Quizá es por eso que ella no se atreve ni a mirarla.

Veo que mamá da un respingo y mira sus pies de nuevo, negando con la cabeza. Papá la aparta para acercarse un paso a Jared, que no retrocede. Oh, no.

—Ten cuidado con lo que dices, chico —le dice papá en voz baja—. Estás en mi casa, pisando mi porche. Quiero que te vayas. Ahora.

—No me iré —Jared ni siquiera parece asustado—. Ni Brooke tampoco.

—Ella está deseando irse. Hazte un favor y síguela.

Me adelanto para agarrarlo de la muñeca, pero él ignora mi tirón y se mantiene clavado en su lugar. De hecho, se suelta de mi agarre para dar un paso hacia papá.

—Es tu hija —le repite—. Tu única hija, por lo que sé.

—Y doy gracias a Dios cada día por no haber tenido a otro como ella.

Veo que mamá pone una mueca y yo niego con la cabeza. Quiero irme. Vuelvo a intentar tirar de Jared, pero sigue ignorándome. Voy a llorar. Solo quiero irme.

—Justo cuando creía que no podía conocer a un padre peor que el mío... —murmura él—, vas y apareces tú.

Papá suelta una risa áspera y niega con la cabeza.

—¿Se puede saber qué te ha dado para que la defiendas así? ¿Te ha prometido parte de lo que gane aquí?

Jared parece un poco desconcertado por un momento y yo contengo la respiración. Papá lo nota enseguida.

—Ya veo que no te lo ha contado.

—Jared, vámonos.

—¿Contarme el qué?

—¿Te ha contado por qué se marchó?

Miro a Bruce, que está a punto de entrar por la puerta de la valla, pero no se atreve a hacerlo sin que Jared le haga un gesto. Y él está ocupado encarando a mi padre.

—Claro que no te lo ha contado —le dice papá—. Le da demasiada vergüenza. ¿Verdad, Brooke? ¿Te da vergüenza contarle a tu nuevo novio lo que hiciste con el antiguo?

—No creo que esto sea necesario —le dice mamá.

—El chico merece saber la verdad antes de comprometerse con la niña, ¿no?

—Me da igual lo que hiciera —replica Jared, ladeando la cabeza.

—¿Te da igual que nos robara todo el dinero que teníamos?

Doy un paso atrás, con el corazón martilleándome el pecho. Jared ni siquiera da señales de haberlo oído, pero ya lo conozco demasiado bien como para obviar que está confuso. Papá sonríe con amargura.

—Sí, eso hizo tu querida novia —replica él—. Entró aquí, robó todo lo que encontró de valor, e intentó escaparse con su novio. La encontramos de camino a la puerta, en este mismo pasillo que tengo detrás, y cuando su madre intentó detenerla le dio un empujón antes de desaparecer.

Hace una pausa.

—Eso hizo tu querida novia —escupe papá.

Hay un momento de horrible silencio. Yo estoy a punto de llorar cuando veo que mamá se limpia una lágrima de debajo de los ojos. Papá se aleja de Jared para pasarle un brazo por encima de los hombros a mamá, reconfortándola. Luego, vuelve a mirarme. 

—No te atrevas a decirme que tienes buenas noticias para nosotros. No te atrevas. Lo único que podría alegrarme es saber que te has mudado a otro país y no volveré a tener que verte. Ahora, marchaos antes de que llame a la policía.

No vuelve a mirar atrás cuando guía a mamá al interior de la casa, cerrando la puerta a sus espaldas. Jared se queda mirándola un momento antes de girarse hacia mí.

No, no puedo con esto. Doy media vuelta y voy directa al coche sin atreverme a mirar la casa que dejo atrás. Jared no tarda en sentarse a mi lado en completo silencio. Bruce hace lo mismo delante de nosotros, echándonos una ojeada. Veo por el rabillo del ojo que Jared le hace un gesto y, al instante, la pequeña ventanilla sube, separándonos de la zona del conductor y dejándonos solos. Y el silencio sigue.

—Sabía que no debíamos venir —murmuro.

Tengo los ojos clavados en la ventanilla, pero puedo notar la mirada de Jared en mi perfil.

—Al menos, lo has intentado.

—Intentarlo no sirve de nada —le digo de mala gana, mirándolo—. Esto no es una película. No van a perdonarme cualquier cosa solo... solo por ser mis padres.

—Pues deberían.

—No, no deberían —niego con la cabeza, apartando la mirada a mis manos—. No me lo merezco. Lo... lo que te ha dicho es verdad.

Él se queda en silencio. Veo que repiquetea un dedo en la ventanilla y me gustaría ver su expresión, pero no me atrevo a levantar la cabeza.

—¿No vas a decir nada? —me impaciento.

—No sé la historia completa.

—Mi padre te ha hecho un resumen bastante eficiente.

—Cuando era pequeño, mi madre siempre me decía que me reservara la opinión hasta que escuchara las dos versiones de una historia —murmura tranquilamente—. Y tú no me has dicho nada.

Suspiro pesadamente. No me gusta hablar de esto. Es vergonzoso. Trago saliva y sigo mirando mis manos. No quiero ver su expresión

—Yo... cuando tenía dieciséis años, conocí a Nick —empiezo—. Y... mhm... bueno, en ese momento creía que había sido amor a primera vista. Ahora no lo calificaría así, pero eso no importa. La cosa es que, cuando lo conocí, yo era la chica... sin amigos. Es decir, tenía a Lexi, Sam y Riley, pero eso era todo.

Lo miro de reojo. Él sigue observándome con expresión impasible. Cómo odio no saber lo que piensa solo por su cara. Me pone todavía más nerviosa.

—No empezamos a salir hasta unos meses más tarde. Durante esos meses, empezó a invitarme a las fiestas, a presentarme a gente, a ayudarme a ponerme en forma... bueno, la verdad es que en esa época sí fue bastante bueno conmigo. Y yo me pillé cada vez más. Hasta que no pude evitarlo y le hice la gran pregunta, él me dijo que sí, y... bueno, de pronto éramos una pareja.

»Nick cambió bastante cuando empezamos a salir. No es que me tratara mal, pero él siempre ha sido de esas personas que están más pendientes de lo que les falta que de lo que tienen. Siempre había algo que no le contentaba. Nada era perfecto. Nunca. Y yo formaba parte de ese algo. Si era yo misma, era demasiado aburrida. Si intentaba salir de mi zona de confort, intentaba ser quien no era. Y yo era tonta e intentaba cambiar para gustarle más, pero no funcionaba.

»La cosa es que durante esa época... empecé a alejarme de mis amigos y ni siquiera me di cuenta. Especialmente de Lexi. Ella y Nick nunca se han llevado bien. Lexi siempre me decía que me alejara de él y a Nick eso no le gustaba... como ya podrás imaginarte. Así que nunca podía pasar tiempo con ambos, tenía que ver a uno o a otro por separado. Y, al final del día, casi siempre estaba con Nick.

Hago una pausa para aclararme la garganta, incómoda. Ya entramos en la parte que no me gusta. Y él sigue escuchando atentamente sin ningún tipo de expresión.

—A mis padres tampoco le gustaba que hubiera cambiado —añado en voz un poco más baja—. Mis notas habían bajado, nos peleábamos, no los ayudaba en casa, me encerraba en mi habitación... bueno, creo que les reprochaba a ellos todo lo que no le reprochaba a Nick. Y nuestra relación fue enfriándose. Y yo... bueno, yo empecé a tener la idea de irme de casa. Ya llevaba un año y medio con Nick y estaba a punto de terminar el instituto.

»Me daba un poco de miedo contárselo a Nick porque mi idea, realmente, era irme a vivir con él. No quería agobiarlo o que se asustara y me dejara. Es... complicado. Pero no me quedó otra que contárselo. Así que una noche lo hice y... estaba encantado con la idea. Fue como volver a los primeros meses de nuestra relación. Hablábamos continuamente de nuestra futura casa, de nuestros futuros trabajos, de... bueno, de todo. Así que alquilamos un piso lejos de mis padres y de este pueblo. Nos íbamos a mudar en una semana y yo tenía todos mis ahorros conmigo. Me despedí de mis padres, claro, pero no fue muy emotivo. De hecho, creo que querían que me fuera.

»Las primeras semanas de convivencia fueron geniales. Los padres de Nick siempre han tenido dinero, así que le dieron algo para poder pagar los tres primeros meses. El buscó trabajo mientras yo buscaba un lugar donde estudiar. Todo iba de maravilla. Pero... Nick empezó a quejarse de que yo no pagaba nada. Continuamente. Llegó a hacerse insostenible.

»Así que tomé una de las peores decisiones de mi vida; gasté parte de mis ahorros en un billete a Sacramento, me colé en casa de mis padres con la llave que sabía que tenían escondida detrás, busqué como una loca y me metí en la mochila todo lo que encontré de valor. Todo. Pensé que todo estaría bien, pero cuando estaba a punto de irme, aparecieron. Y yo entré en pánico cuando mi padre empezó a gritarme. Yo también empecé a gritarle. Fue... muy caótico. Mamá lloraba. Creo que yo también. Y ella me gritaba cosas... horribles. Entonces, intentó quitarme la mochila y yo, por impulso, la empujé contra la pared. Mi padre se adelantó al instante y me dio una bofetada. Nunca me había golpeado. Y nos quedamos los tres en silencio. Entonces, salí de casa sin decir nada más y dejé la mochila en el jardín. 

»Volví con Nick sabiendo que ellos no querrían volver a hablar conmigo jamás. Admito que me agarré a Nick como si fuera mi salvavidas. Me sentía como si fuera lo único que me quedaba en el mundo. Pero, a la vez, lo culpaba por lo que había pasado. Así que dejé de... de querer hacer nada sexual con él. Durante casi un mes. Y él empezó a hacerlo con otras chicas. Yo lo sabía, pero no había nada que pudiera hacer. No tenía dinero, ni casa, ni nada. Y la situación con Nick era insostenible. Nos pasábamos el día gritando. Cuando intentaba irme, me decía que sin él no era nada. No podía irme, pero tampoco quedarme.

»Y entonces Lexi apareció como de la nada y me habló de una carrera de fotografía en la Universidad a la que ella quería ir. Hasta ese momento, hacer fotos era solo un hobby. No me había planteado hacerlo... mi trabajo. Pero lo hice. Pedí una beca gracias a las notas que, por suerte, no habían bajado demasiado. Me la concedieron, me metí en la residencia, conseguí el trabajo de camarera... y ya conoces el resto.

Trago saliva. Tengo la boca seca. Hacía mucho tiempo que no pensaba en nada de esto. Es como si lo hubiera guardado en una parte de mi memoria a la que no quiero acceder ni por casualidad.

Y sé lo que estará pensando Jared. Puedo imaginarlo. Lo que piensan mis padres y todos los de este pueblo. Y lo que piensa Nick. Pero no puedo culparlo, me lo merezco.

—Entonces... —habla por fin, mirándome—, no llegaste a robar nada.

—Tenía la intención de hacerlo.

—Pero no lo hiciste. Pudiste irte con esa mochila. Tus padres no iban a detenerte y lo sabes. Y, aún así, la dejaste en su jardín y te marchaste sabiendo lo que te esperaba con Nick.

Niego con la cabeza.

—Lo que hice no fue culpa de Nick. Lo decidí yo misma.

Él parece pensativo cuando se pasa una mano por la mandíbula, mirando por la ventanilla. Yo ya no puedo soportarlo más.

—¿Quieres que me vaya?

Se detiene y se gira hacia mí, confuso.

—¿Qué?

—¿Lo quieres o no?

Entreabre los labios, sorprendido.

—¿Por qué demonios te crees que quiero que te vayas?

—Jared, te acabo de contar...

—Si no recuerdo mal, yo te conté hace un tiempo que tengo un expediente criminal, una enfermedad incurable y un carácter de mierda. Y no he visto que te fueras corriendo.

Me quedo en silencio un momento, sin comprenderlo.

—P-pero...

—Todos cometemos errores, Brooke. Forma parte de nuestra naturaleza.

—Pero... ¡no así! ¡Empujé a mi madre!

—No vas a conseguir que te odie. Lo sabes, ¿no?

—Yo... yo no... ¡no quiero que me odies!

—Yo creo que sí.

—¿Y por qué querría eso?

—Porque crees que te lo mereces. Pero no es así.

Aparto la mirada. No sé por qué, pero estoy irritada. Me cruzo de brazos.

—Pues vale.

—No me puedo creer que te hayas enfadado porque yo no esté enfadado —empieza a reírse.

—Cállate. Y deja de reírte.

—Es que me hace gracia —sonríe ampliamente.

—Es que estás de subidón —ironizo.

—También es eso, sí.

Se desliza por el asiento más cerca de mí, pasando el brazo por encima de mi respaldo. Noto su mano en mi mejilla cuando me la gira para que lo mire.

—¿No me lo has contado porque creías que iba a irme corriendo? —pregunta, dejando de sonreír.

Me encojo de hombros como una niña pequeña. Él suspira.

—Deberías confiar un poco más en mí.

—Confío en ti.

—No lo suficiente como para contármelo.

—Bueno, es mi único secreto importante, ¿vale? Tenía derecho a hacerme la interesante con él por un tiempo.

Él sonríe ampliamente, negando con la cabeza.

—¿Seguro que es tu único secreto oscuro?

—¿Tengo cara de tener muchos secretos oscuros, Jared?

—No lo sé. Dicen que las que parecen más inocentes son las peores.

—¿Y yo te parezco inocente? —me ofendo.

—Mírate. Eres la definición perfecta de chica buena.

—¡No es verdad!

—Sí lo es.

—¡No lo es! —lo aparto, irritada, mientras se ríe de mí—. Soy... he hecho cosas malas.

—Oh, sí. Todavía me acuerdo de cuando me llamabas estúpido. Eso sí era estar por encima de la ley.

—¿Y qué te hace pensar que ya no lo hago, estúpido?

Él se detiene un momento, sorprendido, antes de sonreír con malicia y engancharme con un brazo. Intento resistirme un rato, divertida, pero en menos de un minuto el forcejeo se convierte en un beso.

Y... a pesar de todo, sigue sin gustarme que siga teniendo los ojos oscuros.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top