Capítulo XII
Mini-maratón 2/2
XII - DESEO
Sostengo las dos blusas delante de Liam y Lexi, que están sentados en mi cama.
—¿Y bien? —pregunto.
—Izquierda —dice Liam.
—¿Izquierda? —Lexi lo mira con mala cara—. Derecha, claramente.
—¿Estás ciega?
Los dejo discutiendo mientras yo me pruebo las dos.
Jared me ha enviado un mensaje esta mañana invitándome a ir con él a un bar con los de la banda y, por supuesto, he dicho que sí. Estoy un poco demasiado emocionada por esto.
La que le gusta a Liam es la negra transparente. La de Lexi es la azul que tiene el escote más pronunciado. Me pruebo la de ella y me quedo mirándome. Me ha dado tiempo a ponerme una falda y descartarla mientras siguen discutiendo entre ellos. Al final, me pongo unos pantalones negros y los miro.
—¿Y bien? —pregunto.
—Píntate los labios —me recomienda Liam.
—Sí —está Lexi de acuerdo—. Y acuérdate de dejar caer tu copa encima de Kevin si se besa con alguien.
—Vale —empiezo a reírme, yendo al cuarto de baño.
Me maquillo en tiempo récord y decido dejarme el pelo suelto. Estoy recogiendo mi chaqueta cuando mi móvil vibra. Lexi es más rápida que yo y responde con una sonrisita maliciosa.
—Ha llamado usted al móvil de la señorita Brookie-pookie —anuncia—. Si quiere echar un polvo, pulse el uno.
—¡Lexi! —me pongo roja como un tomate mientras Liam se ríe a carcajadas.
—Ya está lista, Jed —dice ella al móvil, sonriente—. Sí. En su habitación. ¿Diez minutos? Genial. Sí, sí. Hasta ahora.
Cuelga y me sonríe angelicalmente.
—Alguien va a echar un polvo esta noche —y empieza a chocar su mano con Liam, que me sonríe, divertido.
—¿Qué? ¿Te ha dicho eso? —se me agudiza la voz.
—Claro que no —pone los ojos en blanco—. Simplemente... se nota.
No llega a tardar diez minutos. En cinco ya oigo que llaman a mi puerta. Me apresuro a ir hacia ella antes de que los dos idiotas lo consigan. Jared me mira con una pequeña sonrisa de arriba abajo, pero se distrae cuando mis dos angelitos de la guarda se asoman por encima de mis hombros.
—Hola —sonríe Lexi ampliamente.
—Sí, hola —Liam también se hace el inocente.
—Puedes ignorarlos —le digo a Jared, saliendo de la habitación y agarrándole la mano.
Él se deja arrastrar dos pasos antes de volver a detenerse. Veo que es porque Lexi lo señala con los ojos entrecerrados.
—Más te vale llevarla a su habitación cuando terminéis —le advierte.
—Y a una hora decente —añade Liam.
—Y sana y salva.
—Y vestida.
—Callaos ya, pesados —vuelvo a tirar de su mano mientras Jared me sonríe, divertido.
—¡Pasadlo bien! —canturrea Lexi cuando los miro, abochornada.
Cuando bajamos le suelto la mano porque necesito quitarme el pelo del cuello. Estoy acalorada por la vergüenza.
—Lo siento, son... un poco intensos cuando quieren —murmuro, avergonzada.
—Son divertidos —me dice, sujetando la puerta principal con la mano cuando ve que estoy a punto de abrirla—. Ven aquí.
Sigo sin acostumbrarme a que me dé estos besos que me dejen completamente desorientada justo antes de agarrarme y seguir con su vida como si nada hubiera pasado. Como sigamos así por mucho tiempo, voy a terminar desmayándome.
Veo la limusina esperándonos. Ya puedo escuchar a Kevin hablando en voz demasiado alta. Jared se detiene antes de entrar para mirarme.
—No voy a quejarme de la elección de vestuario —matiza, mirándome el escote de la blusa.
Me pongo roja otra vez —va a terminar pareciendo mi color natural— y sonríe, abriéndome la puerta. Idiota.
Bueno, al menos vuelve a estar de buen humor. De un extraño buen humor en él.
En cuanto nos sentamos, identifico a los demás miembros de la banda y a Cris, que niega con la cabeza mientras Kevin canta —por algún motivo que desconozco— un villancico. Tiene a una morena a su lado que parece encantada viéndolo cantar. Ally también está mirándolo, pero como si fuera estúpido. Hunter está junto a una chica rubia bajita y con curvas que me sonríe amablemente. Supongo que será su novia.
—¡Brooke! —exclama Kevin al verme—. ¡Ya te echaba de menos!
—Por fin ha dejado de cantar —resopla Ally, mirándome. Gesticula un gracias y me hace reír.
—Mira, esta es Brooke —me presenta Hunter con la boca llena de comida, como siempre—. Brooke, esta es mi novia, Ellie.
—Ellie y Ally —canturrea Kevin—. Nos falta una Illy.
—¿Qué tal? —le pregunto a Ellie, ignorándolo.
Ella parece sinceramente aliviada al ver a alguien que no forme parte de la banda y no sea uno de los rollos pasajeros de Kevin.
La limusina avanza cuando Jared se inclina hacia delante y agarra una copa de champán. Levanto las cejas cuando me la ofrece.
—Estamos de celebración —sonríe ampliamente.
—Sí, somos disco de platino —anuncia Hunter con orgullo.
—¿En serio? —miro a Jared sin saber qué decir—. Whoa, eh... enhorabuena, yo...
—Es la cuarta vez, ya no es tan emocionante —dice él, encogiéndose de hombros.
—Él siempre es así de entusiasta —Ally pone los ojos en blanco.
—¿Tú no bebes? —le pregunto a Jared.
Él sonríe, negando con la cabeza. Acepto la copa y me pasa un brazo por encima de los hombros, mirándome. Creo que no importa la cantidad de veces que me toque, siempre me hará estremecerme.
Me llevo la copa a los labios distraídamente, pero dejo de beber cuando noto que aprieta los dedos en mi hombro. Frunzo el ceño cuando me aparta la copa de la cara y casi me muero cuando me besa en los labios delante de todos.
Estoy tan confusa cuando me clava una mano en la nuca para profundizar el beso que no sé ni cómo reaccionar. Mi estómago revolotea y mis labios vibran mientras sigue comiéndome la boca. En serio, ¿dónde ha aprendido a besar así?
Cuando se separa, solo lo hace unos pocos centímetros.
—¿Qué canción me dedicarías ahora? —me pregunta en voz baja.
Sonrío inocentemente —aunque mi mente sea de todo menos inocente—, encogiéndome de hombros. Su mirada —vuelve a ser demasiado azul, por cierto— siempre se oscurece cuando le sonrío así.
—La gracia de decírtelo sería que la escucharas.
—Me conformaré con que me lo digas.
—Yo no —sonrío inocentemente y le doy un trago a la copa.
Parece divertido cuando niega con la cabeza.
—Eso es jugar sucio.
—He tenido un buen maestro.
Y el buen maestro de jugar sucio mueve el brazo hasta sujetarme la nuca y baja un dedo lentamente por la curva de mi cuello, mirándome fijamente.
—¿Sigues pensando en la elección de ropa? —bromeo, nerviosa.
—Estaba pensando en qué pasaría si te la quitara.
Oh, mierda.
Mi corazón empieza a bombear sangre a toda velocidad cuando su mirada se oscurece y vuelve a recorrer mi cuello con un dedo.
—Jared... —escucho que le dice Ally.
Me giro hacia ella cuando veo que él lo hace. Cris y ella lo miran fijamente. Frunzo el ceño cuando Jared parpadea varias veces, como si volviera a la realidad. Entonces, quita el brazo de mi alrededor y yo me quedo sola y fría. Incluso se mueve un poco para no estar tocándome con la pierna. No entiendo nada. Él gira la cabeza hacia la ventana y veo que mueve la rodilla de arriba abajo, nervioso. Ally y Cris intercambian una mirada.
Vale, tengo que preguntar sobre esto en algún momento.
El resto del viaje se opaca por los chillidos —intentos de notas— de Kevin, que no se detienen hasta que la limusina nos deja en un pub que no conozco. Sigo a Jared y a Ally, que encabezan la marcha, hacia su interior. Jared no ha vuelto a mirarme. No entiendo nada, de verdad.
De todos modos, no puedo mirar mucho a mi alrededor, porque suben unas escaleras hasta llegar a una sala igual de grande que la inferior con una barra, muchas mesas y... un escenario.
Un karaoke.
Esto va a ser interesante.
Ellos dos se quedan con la única mesa en la que cabemos todos y me apresuro a sentarme junto a Jared. A mi otro lado, Cris suspira al dejarse caer en su silla.
—Pienso emborracharme —me asegura en voz baja, haciéndome reír.
Esta vez dejo que pidan una cerveza para mí porque es lo que quiere casi todo el mundo. Veo que Jared no la pide. De hecho, le dan una botella de agua. Cris lo mira de reojo mientras le da un sorbo. Kevin se pone de pie, entusiasmado, y se va a elegir canción. En menos de un minuto, está subido al escenario y empieza a cantar a todo pulmón I want you back, de los Jackson 5.
Ally niega con la cabeza, como si le diera vergüenza conocerlo. La chica que ha venido con él le aplaude entusiasmada. Hunter y Ellie están centrados en una conversación que envuelve sonrisitas y besos. Cris ya ha ido a reponer su cerveza. Cuando vuelve, mira fijamente el camarero, un tipo de unos treinta y poco años, forzudo.
—¿Qué os parece? —nos pregunta a Jared, Ally y a mí en voz baja.
—¿Para mí? —Ally enarca una ceja.
—Para mí, mujer.
—Antes, te miraba —le digo.
Cris no parece haberlo dudado un solo momento. Se desabrocha un botón de la blusa y le hace ojitos mientras yo niego con la cabeza, divertida. Aprovecho el momento en que Hunter y Ellie suben al escenario para cantar una canción romántica y me acerco un poco a Jared.
Cuando nota que me deslizo a su lado, se tensa un poco. Clava la mirada en el escenario.
—¿Estás bien? —pregunto en voz baja.
Él cierra los ojos un momento antes de mirarme. Con esta luz, casi parecen negros. Asiente con la cabeza.
—Es que... —no sé cómo decirlo—, en el coche, no sé...
Hay una pequeña pausa cuando Ally y Cris van a la barra a por bebidas. Él las sigue con la mirada antes de girarse hacia mí.
—Estoy bien —sonríe cuando pasa un brazo por encima del respaldo de mi silla, arrastrándola hasta que la tiene pegada a la suya—. El rojo en los labios te sienta muy bien, Rocky.
Gracias, Liam. Te debo una.
Se inclina hace delante hasta que casi me besa. Me aparto y él levanta una ceja, divertido.
—Me ha costado mucho que me quedara bien, así que ten cuidado —advierto, aunque lo cierto es que me tiemblan las manos solo porque esté tan cerca de mí.
—Sería una pena que alguien lo arruinara —bromea, esbozando media sonrisa malvada—. Por tercera vez en la noche.
—¿Qué? ¡¿Está arruinado?!
Sonríe al ver mi mini-momento-pánico.
—No.
—Uf, menos mal.
—Todavía —añade, acercándose un poco más—. Todavía no te he besado de verdad.
¿Todavía no? ¿Y lo de antes qué era? Madre mía, uno de sus besos de verdad van a dejarme embarazada.
Enarco una ceja cuando se inclina hacia delante y roza la comisura de mis labios con los suyos. Mi cuerpo se funde bajo su tacto.
—Jared, para.
—No estoy haciendo nada —pero me está acariciando la nuca con la punta de los dedos.
—Como me arruines el...
No me deja terminar. Cierra la distancia entre nosotros.
Vale, ya sé lo que es un beso de verdad.
Me agarra el pelo con el puño y me besa con intensidad, abriendo mi boca bajo la suya. Tiene que sujetarme por el pelo y la cintura para que mi silla no se mueva cuando se inclina más sobre mí. Mueve la mano de la cintura hacia mi pierna y me sujeta justo en la mitad del camino entre la rodilla y la cadera. Pongo mi mano sobre la suya impulsivamente y aprieta los dedos, besándome todavía más duro. No sé cuánto dura, pero mis labios palpitan por la intensidad.
Bueno, creo que ahora mismo todo mi cuerpo está palpitando.
Cuando se separa, mi cerebro está derretido. Me muero de calor. Y de otras cosas. Sin embargo, no puedo evitar reírme al ver que tiene los labios manchados de labial.
—¿Qué? —pregunta, enarcando una ceja.
Estiro la mano y le limpio los labios con el pulgar. Su mirada se oscurece a cada movimiento que doy. Le sonrío, divertida. Cuando termino, hace un ademán de volver a besarme. No ha quitado su mano de mi muslo. Y la sube un poco más, acariciándome con el pulgar. Esa caricia llega a sitios donde no debería llegar.
Y, justo en ese momento, me pongo de pie porque Ally me ha dado un tirón en el brazo. La miro, sorprendida.
—Ven conmigo a poner una canción —me dice rápidamente.
¿Qué? ¿Ahora? ¡No quiero cantar!
—¿En serio? —le pregunta Jared en voz baja.
Oh, oh. Se ha enfadado. Clava unos ojos furiosos en Ally, que le dedica una mirada de reprimenda antes de sonreírme.
En serio, ¿algún día entenderé algo?
—Venga, ven, Brooke.
Esperamos junto al escenario cuando Hunter y su novia bajan. Ella nos da ánimos cuando nos subimos. Ally parece contenta por tener una compañera en todo eso. Las primeras notas empiezan a sonar y siento que vuelvo a animarme.
—Just a small town girl —empieza ella—. Living in a lonely woooorld. She took the midnight train going anywheeeere.
—Just a city boy. Born and raised in soooouth Detroooit. He took the midnight train going anywheeeere.
La verdad es que me lo paso bien mientras cantamos la canción. Ally lo da todo y a mí me daría más vergüenza si no fuera por el champán y la cerveza que me he tomado. Los de nuestra mesa parecen divertidos. Incluso Jared sonríe, negando con la cabeza. Se le ha pasado en enfado. O eso creo, porque le pone mala cara a Cris cuando hace un ademán de hablar con él.
—Don't stop belieeeeeving!
—Hold on to that feeeeeeeling!
—Street light!
—Peooopleeee-uouohhhh!
Me duele el estómago de reír cuando bajamos del escenario y nos acercamos a la mesa de nuevo. Me vuelvo a mi lugar y me giro, sorprendida, hacia la silla vacía de Jared.
—¡Esas son mis chicas! —exclama Kevin, señalándonos entusiasmado.
Ally y yo chocamos las manos, divertidas.
—¿Dónde está...? —empiezo, pero me detengo cuando empiezo a escuchar unos acordes ya muy conocidos. Cris me sonríe divertida cuando me giro de golpe hacia el escenario.
Jared parece haber hecho esto toda su vida cuando se inclina hacia delante y agarra el micrófono con una mano tatuada. Las chicas de la primera babean cuando levanta la mirada y me dedica una sonrisa divertida.
—Hey, little girl is your daddy home? Did he go and leave you all alone? I've got a bad desire.
No me lo puedo creer.
No me puedo creer que, encima de ser el chico más atractivo que conozco, tocar bien la guitarra y ser tan estúpidamente perfecto... también cante bien.
En cuanto termina la primera frase, toda la mesa aplaude para él, que sonríe y sigue la canción, mirándome. Juro que era mirada me llega directamente a la espina dorsal.
—Mhm... i'm on fire.
Mierda. Creo que ese mhm ha sonado en sitios de mi cuerpo que deberían estar dormidos. Se me encienden las mejillas al instante y su sonrisa se acentúa como si lo supiera perfectamente. Me pierdo la mitad de lo que dice.
—...can he do to you the things that i do? Oh, no... I can take you higher —hace una pausa, divertido—. I'm on fire.
Honestamente, el resto de la canción se pasa como un sueño en el que simplemente floto, mirándolo. Y estoy muy acalorada. Demasiado. Intento respirar hondo cuando termina y todo el mundo empieza a aplaudirle. Esboza media sonrisa y baja del escenario de un salto, acercándose a la mesa. Se sienta a mi lado como si no hubiera pasado nada y le da un trago a su botella de agua, terminándosela.
El resto de la noche se me pasa volando y me lo paso honestamente bien. Casi no me doy cuenta de que son las tres de la mañana cuando volvemos al aparcamiento. Jared tira de mi mano cuando ve que me voy con los demás.
—Yo conduzco —me dice, señalando con la cabeza su coche.
—¿Cómo es que siempre tienes el coche por todas partes? —pregunto, ya dentro.
—Bruce me lo trae. Es su trabajo —se encoge de hombros.
La música de fondo me deja pensativa en lo que queda de camino. Lo miro de reojo varias veces, examinando su perfil y el primer tatuaje que puedo ver asomando por su camiseta. Me gustaría verlos todos. Me gustaría saber el significado de todos.
No es hasta que detiene el coche que me doy cuenta de que estamos en su casa y no en mi residencia.
Oh, Dios. Eso solo puede significar una cosa.
Me mira de reojo cuando ve que me he quedado parada en el coche.
—¿Quieres que te lleve a casa? —pero no suena como si quisiera hacerlo. Por no hablar de lo poco que me apetece a mí que me lleve a casa.
—No. Está bien.
Me dedica una de sus miradas antes de bajar del coche.
Agarra mi mano y va directo al ascensor. En cuanto las puertas se cierran, me agarra de la nuca con la otra mano y empieza a besarme como lo ha hecho en el restaurante. Me sujeto como puedo de sus hombros. Solo puedo oír el sonido de mi respiración agitada y de los besos que me está dando. Cuando agacha la cabeza para besarme la mandíbula, me veo a mí misma en el espejo. Estoy roja como un tomate y tengo los labios hinchados.
Cuando las puertas del ascensor se abren, me agarra de la mano de nuevo y tira de mí hacia la puerta. La abre en tiempo récord y me deja pasar primero. Escucho que la cierra y me doy la vuelta para decir algo, pero me interrumpe besándome con urgencia otra vez.
Vale, quiere ir al grano. Yo también.
Hunde una mano en mi pelo y la otra en la parte baja de mi espalda sin dejar de besarme. Hay cierta urgencia en ese beso, especialmente cuando baja la mano hacia mi culo y yo suelto un jadeo involuntario. Al instante en que lo oye, baja la otra mano y me levanta del suelo justo por debajo del trasero, haciendo que envuelva las piernas en su cintura. Le rodeo el cuello con los brazos por puro instinto cuando noto que empieza a moverse y no se detiene hasta llegar a su habitación.
Esto es demasiado perfecto como para estar pasando de verdad, ¿no?
Me da igual, solo quiero disfrutarlo.
Contengo la respiración cuando apoya mi espalda en la pared, dejándome entre esta y su cuerpo. Se me queda mirando un momento. Él también tiene los labios hinchados. Sus ojos me recorren de arriba abajo y vuelven a los míos.
Esta vez soy yo quien lo interrumpe cuando va a hablar. Le sujeto la cara con las manos y le doy un beso en los labios. Es ridículo en comparación a los que me da él, pero se aprieta contra mi cuerpo de todas formas, dejándome aplastada contra la pared mientras sigue sujetándome los muslos con ambas manos. Aprieto las piernas a su alrededor cuando vuelve a tomar el control del beso.
Entonces, se separa y, por un momento, creo que me va a hacer lo de siempre y dejarme a medias. Pero... no.
Me doy cuenta de que ya no tengo la pared detrás y caigo de espaldas en algo mullido. El colchón de su cama. Miro hacia abajo y se me acelera la respiración cuando veo que él sigue de pie delante de mí, mirándome fijamente con esos ojos... joder.
—Quítate la blusa —me dice en voz baja.
Soy todo sensaciones. No puedo pensar. Y la sensación que me dan sus palabras es de calor absoluto. Mis manos tiemblan cuando él las sigue con la mirada. Tiro de mi blusa hacia arriba. Menos mal que me he puesto el sujetador de encaje. Me arde la piel cuando dejo la camiseta a un lado y él mira fijamente mi sujetador.
Si antes creía que tenía calor, no era nada comparado con lo que siento cuando Jared también se quita la camiseta de un tirón, tirándola al otro lado de la cama. Tiene el abdomen libre de tatuajes, pero no el pecho y los hombros. Se me seca la boca y me cosquillean las manos con ganas de tocarlo.
Mi corazón se acelera aún más cuando él se inclina hacia delante, clavando una rodilla entre las mías y las manos junto a mi cabeza. Mi piel arde en deseos de ser tocada. Creo que nunca había estado tan... expectante por esto. Por sexo. Pero, joder, lo necesito. Necesito acabar ya con esta tensión.
Me dedica una última mirada antes de inclinarse hacia delante e ir directamente a por la piel de mi estómago que he dejado descubierta. Creo que ya ni respiro cuando me besa justo encima del ombligo, desabrochando lentamente el botón de mis pantalones. Mi estómago se contrae cuando los baja lentamente, quitándome también las botas. Ahora solo llevo la ropa interior. Él roza mi pierna con la nariz cuando vuelve a subir, deteniéndose por encima del borde de mis bragas.
Oh, ya sé lo que hará.
Mi respiración se acelera notoriamente cuando sus labios rozan mi tatuaje de la cadera. Es un poco largo y solo pensar que va a tener que bajar las bragas para poder besarlo entero hace que se me erice el vello de todo el cuerpo. Trago saliva cuando recorre el trozo visible con la punta de la nariz. Después, repite el proceso con los labios.
Muevo mi mano hacia él y me mira cuando le acaricio la mejilla. Sonríe y gira la cabeza para besarme la palma de la mano.
Es entonces cuando, de pronto, veo que su lenguaje corporal cambia drásticamente.
Frunzo un poco el ceño cuando se detiene de golpe. Noto sus manos tensándose en mis caderas y no lo entiendo. ¿Qué le pasa? Aparta la mirada de la mía y parpadea varias veces, como si quisiera recobrar la razón. Vuelve a mirarme. Esta vez, parece tenso. Se incorpora y sale de la cama, haciendo que yo me siente también, confusa.
Él se da la vuelta y veo que los músculos tatuados de su espalda se tensan cuando se pasa las manos por la cara.
—Mierda —escucho que masculla en voz baja.
—¿Qué pasa? —pregunto.
Él no responde, pero tampoco se da la vuelta. Se queda mirando la ventana y sigue sin dejar de estar tenso.
Como no sé qué hacer, me pongo de pie y me acerco a él. Se tensa todavía más cuando le pongo una mano en la parte baja de la espalda, así que la quito al instante. Su piel ardía todavía más que la mía.
—Jared... —empiezo.
—Ahora vuelvo —murmura, separándose de mí y yendo directo al cuarto de baño.
Me quedo mirándolo fijamente, confusa. Cierra la puerta.
¿Qué...?
No sé ni qué preguntar a estas alturas.
Me quedo sentada en la cama, confusa. Es como si hubiéramos estado hinchando un globo y se hubiera pinchado de repente, haciendo que todas las sensaciones anteriores desaparecieran. Me quedo mirando la puerta del cuarto de baño, pero me da la sensación de que no va a salir en un rato. Escucho el ruido de la ducha, confirmándolo.
—¿En serio? —me pregunto a mí misma en voz baja.
No sé si debería irme. No entiendo nada. Hace cinco minutos, estábamos a punto de... eso. Y ahora ha pasado de mí. Como siempre. ¿Es por mi culpa? Me miro a mí misma. Nick solía quejarse de que tenía poco pecho. ¿Es eso? ¿He engordado o algo así?
No me deja mucho tiempo para pensarlo. Sale del cuarto de baño con el pelo húmedo. Se ha duchado. Y se ha puesto unos pantalones largos de algodón. Se acerca a mí, que lo miro con confusión. Parece un poco tenso cuando agarra su camiseta y me la ofrece.
—¿Qué te pasa? —pregunto.
—Solo... póntela.
Suspiro y la agarro, pasándomela por la cabeza. Él me mira un momento antes de volver a apartar los ojos.
—¿Quieres que me vaya? —pregunto.
Vuelve a mirarme al instante con el ceño fruncido.
—¿Qué? No —niega con la cabeza—. Quiero que te quedes a dormir.
—¿A dormir?
Entiende la pregunta. ¿Solo a dormir? No hace falta que la formule mejor. Me mira un momento antes de apretar los labios.
—Sí, a dormir.
¿Esto es una broma? Yo también aprieto los labios.
—¿Tienes algún problema conmigo? —pregunto directamente.
Parece sorprendido.
—No, claro que no.
—¿Y por qué no...? —ni me atrevo a preguntarlo, señalándome.
Él me mira la camiseta y las piernas y veo que aprieta los dientes.
—No puedo hacer esto —me dice en voz baja—. Todavía.
—¿Por qué no?
—Quédate a dormir conmigo.
Me mira, esperando una respuesta. No sé qué decir. No sé ni qué pensar. Al final, me encojo de hombros y parece inmensamente aliviado.
Da la vuelta a la cama hacia el lado de la cama que he dejado libre y se mete bajó el edredón. Yo hago lo mismo, sintiéndome un poco rara por la emoción de estar durmiendo con él, la confusión por su actitud y la irritación porque siempre me deje a medias. Y yo me deje.
Estira un brazo hacia mí y me arrastra por la cama hasta que me tiene pegada a su cuerpo. Me coloca una pierna encima de él y me rodea los hombros con un brazo, apoyando mi cabeza en la curva de su cuello. Cómo huele a él. Cierro los ojos cuando él apaga la luz, acariciándome la rodilla con los dedos.
—Buenas noches, Brooke.
¿Buenas noches? Suspiro.
Nunca voy a entenderlo.
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