Capítulo XI
Hola :D
Estoy avisando en todas mis historias de que Wattpad me está dando problemillas con las notifiaciones de las actualizaciones. Si tenéis problemas respecto a eso, en mi Instragam (joanamarcusx), ya que ahí voy avisando de cuándo actualizo y todo lo relacionado con las historias.
Ah, y recordaros que escuchar las canciones que escucha Brooke os ayudará a meteros mejor en la historia. Estoy pensando en hacer una lista con todas las canciones que usaré.
Sin más, os dejo con Brookie-Tookie y nuestro estúpido Jared. Ah, y un regalito ;)
Mini-maratón 1/2
XI - ACORDES
La verdad es que no espero que venga esta noche por mucho que dijera que lo haría.
Honestamente, ¿cuándo lo he visto más de dos días seguidos? Por estadística, ahora desaparecerá una semana entera.
Estoy mordisqueando una barrita de chocolate de la máquina del pasillo a modo de cena mientras repaso unos pocos apuntes de Iconografía.
Admito que he mirado mi móvil unas cuantas veces con el ceño fruncido, pero solo hay mensajes de Liam hablándome de cada detalle de su sexo salvaje con su cita de anoche. Lexi también ha ligado esta mañana y ahora está ocupada en su habitación con el chico. Si abro la puerta, podré escucharlo perfectamente desde el pasillo. Keira había vuelto a discutir con su novio, pero han empezado a salir otra vez hace dos horas y lo están celebrando. ¡Seguro que incluso Sam y Riley lo están haciendo!
¿Por qué todo el mundo tiene una vida sexual plena menos yo?
Estúpido Jared.
Sí, sigue siendo mi mantra.
Suspiro y cierro la tapa del portátil. Estoy hecha un desastre. Hoy solo he tenido clase por la mañana y me he pasado la tarde repasando para un examen del viernes. Me pongo de pie y me miro en el espejo. Mi aspecto lamentable. Unos pantalones de algodón, una camiseta de tirantes gigante, un moño mal hecho y migas de la barrita alrededor de la cara. Me la limpio con el dorso de la mano —a lo bruto, sí— y me acerco a la puerta cuando llaman. Como sea alguien quejándose del ruido que está haciendo Lexi...
Abro sin molestarme en arreglarme y me congelo con la boca llena de barrita de chocolate cuando veo a Jared de pie ahí. Me mira de arriba abajo y veo que contiene una sonrisa divertida.
—¿No serás tú la nueva Donatella Versace? —pregunta.
—¿Eh? —tengo la boca llena. Trago la barrita y estoy a punto de morir ahogada, pero me contengo. No es buen momento para morir—. ¿Qué...?
Me quedo a medio camino de la pregunta.
—Te dije que vendría, ¿ya se te había olvidado?
Joder si me acuerdo. Demasiado bien.
—No, pero... eh... no creí que fueras a venir realmente.
Lo miro mejor. Tiene la funda de la guitarra colgada en la espalda. Ha venido directo desde el ensayo. Eso hace que, por algún estúpido motivo, mi estómago revolotee.
—Puedo irme si estás ocupada —añade.
Ni se te ocurra.
—No estoy... eh... no, pasa.
Él se acerca a la puerta, pero se detiene al oír el golpeteo de la cama de Lexi contra la pared de su habitación. Me mira con las cejas levantadas, divertido.
—Tienes una amiga muy ocupada.
—Sí, siempre lo está —murmuro, cerrando la puerta cuando ya la ha cruzado.
Él deja la guitarra apoyada en la mesa y se quita la chaqueta. Me da un poco de lástima que lleve una sudadera y no pueda verle los brazos. Tendremos que conformarnos.
O quitársela.
—¿Vienes de un ensayo? —pregunto.
Mientras estaba girado, he aprovechado para terminarme la barrita energética de un bocado y tirar el plástico a la papelera. Además de limpiarme la boca con el dorso de la mano a toda velocidad y engancharme los mechones de pelo suelto tras las orejas.
—Mhm... —asiente con la cabeza, sentándose en mi cama y mirándome con una pequeña sonrisa malvada—. ¿Ese es tu pijama?
—No... bueno... eh... a veces.
¿Por qué siempre hablo como si fuera idiota cuando está a mi alrededor? De verdad, qué vergüenza doy a veces.
—¿Tienes muchos ensayos? —no quiero hablar de mí misma, y menos si tengo estas pintas.
—Todos los días.
—Whoa —me olvido del pequeño momento de pánico que me ha entrado al acordarme de que no llevo sujetador. ¿Ensaya todos los días? Qué agotador.
—Sí, whoa.
—¿No te... no te cansas?
—Hay cosas peores —se encoge de hombros. Entonces, se le ilumina la mirada al mirarme—. Podrías venir a verme alguna vez.
—¿Yo? ¿A un ensayo?
—No estaría mal, ¿no? —sonríe ampliamente.
—Pero... ¿a los demás les parecerá bien?
—No se lo estoy preguntando a los demás. Te lo estoy preguntando a ti.
Miro su guitarra y trago saliva con fuerza. ¿Por qué es capaz de hacer que mi cuerpo entero se tense solo con dos frases?
Yo también quiero tener ese poder.
—Sí, me gustaría —murmuro.
—Puedes venir mañana.
—¿Mañana? ¿Ya?
¡No me dará tiempo a prepararme mentalmente para no hacer el ridículo!
—O cuando quieras —ladea la cabeza, pero su sonrisita me indica que prefiere que sea mañana.
—No, mañana está bien.
Eso es. Hazte la ocupada.
—Podrías enseñarme también tu casa —bromeo, sonriendo.
Mi sonrisa se borra cuando veo que me está mirando fijamente.
—¿Quieres verla?
—¿Tienes casa? —pregunto, sorprendida.
—No, Brooke, vivo en la calle, bajo un puente —enarca una ceja.
—Bueno, no sé... ¿las estrellas del rock no viven en caravanas para ir de gira y todo eso de las películas?
Hay un momento de silencio antes de que empiece a reírse.
—¿"Estrellas del rock"? ¿Crees que soy una estrella del rock?
—Eh... no... —me ha dejado medio idiotizada con la risa tan perfecta que tiene, como siempre—. Bueno, tienes más de un millón de seguidores.
—¿Me has estado mirando el Instagram? —pregunta con cierta malicia en los ojos.
—¿Yo? —mi voz suena aguda—. ¡No! Fue Lexi, que le gusta... eh... mirar perfiles ajenos. La cosa es —volví al tema—, que eres como... famoso.
—Como... famoso —repite, divertido.
—A ver, si vendiera tus calcetines en Ebay, alguien los compraría por una cantidad absurda de dinero. Solo por ser tuyos. Eso te hace famoso.
Vuelve a reírse y juro que es música para mis oídos.
—¿Tengo que preocuparme de haberte invitado a mi casa? —preguntó, sonriendo.
—No lo sé. No me enseñes donde tienes los calcetines.
Él se me quedó mirando, divertido, y estiró la mano para atrapar la mía. Me dio la sensación de que iba a besarme, pero mi cuerpo entero se congeló cuando, simplemente, me colocó de pie delante de él y me sujetó una pierna por detrás de la rodilla.
Mierda. Pantalones cortos. Su mano en mi rodilla.
Piel + piel = Brooke hiperventilando.
—¿Vas a venir, entonces? —me pregunta, volviendo a su tono asquerosamente bajo y perfecto.
Asiento con la cabeza. Creo que no me acuerdo de cómo se habla.
Se me seca la boca cuando sube un poco la mano y tira de mí hasta que me tiene pegada a él. Soy demasiado consciente de que solo llevo una camiseta de tirantes. Esa es la única barrera que hay entre él y yo.
—Creo que me gusta este pijama —murmura, volviendo a mirarme de arriba abajo.
Entreabro los labios cuando se inclina hacia delante y su nariz roza la piel que hay entre mis pechos por encima de la camiseta. Oh, mierda. No me esperaba esto. Mi corazón se acelera al instante por la anticipación, palpitando con fuerza. Sus dedos se aprietan en mi muslo cuando no nota. Creo que se me ha erizado la piel. No soy consciente ni de eso.
Me quedo un poco confusa cuando veo que se tensa y cierra los ojos un momento. Entonces, escucho algo vibrando y veo que saca su móvil del bolsillo. El nombre Cassie está en la pantalla. Se queda mirándolo un momento.
—¿No deberías responder? —pregunto.
—Debería —cuelga y me mira. Parece frustrado—. No te enfades, pero...
—Tienes que irte —adivino.
Él suspira cuando su móvil empieza a sonar otra vez. Parece pensarlo un momento antes de ponerse de pie y colocarme las manos en la cintura. Se me queda mirando un momento, tan tranquilo, mientras mi cuerpo entero ha entrado en estado de emergencia porque me esté tocando con ambas manos.
—Te mandaré un mensaje con la dirección del ensayo —me dice en voz baja.
No puedo responder. Se inclina hacia delante y me clava un beso que casi hace que me caiga de culo. No me da ni tiempo a corresponderlo.
Entonces, se gira, se pone su chaqueta y se cuelga la guitarra en la espalda. Mientras va hacia la puerta, veo que Cassie vuelve a llamarlo y él vuelve a colgar, poniendo los ojos en blanco.
—¿Jared? —murmuro.
Él se detiene en la puerta, mirándome.
—¿Por qué siempre tienes que irte? —pregunto en voz baja.
Jared se queda mirándome un momento. Parece estar pensando algo, pero no dice nada. Simplemente, me sonríe de lado.
—Nos vemos mañana, Brooke.
Y, sin más, se marcha, cerrando la puerta.
Entrecierro los ojos. ¿Qué ocultará? ¿Y por qué incluye a su hermana pequeña? ¿Quizá ella tiene algún problema y tiene que ir a ayudarla...? No lo sé. Pero tengo demasiada curiosidad. Y esta curiosidad aumenta cada vez que evita mis preguntas.
Me dejo caer en la cama. Todavía siento sus manos en mi cintura y en mi muslo. Y sus labios sobre los míos. Me quedo mirando el techo un momento y luego busco el móvil. Me pongo música. Y suena una canción que me hace pensar en él. Pero... no me atrevo a pasarle esa. Es demasiado... no sé. No me atrevo. Me decanto por otra mientras busco su nombre en mis contactos.
Brooke: Fireside, Brett Brixby.
Discreta, corta... es perfecta. Me la pongo yo también. Es muy metafórica, pero estoy segura de que lo entenderá. Cierro los ojos y muevo los labios con la letra de la canción.
We can figure out the details when we're closer...
Sí, los detalles son importantes.
Warm me by your fireside.
Sí, warm me de una maldita vez, estúpido Jared.
Me quedo mirando el techo cuando la canción termina. Si tenía algo que hacer, seguramente tardará un poco en responder. Me quedo mirando el móvil y no puedo evitar una sonrisita cuando veo un mensaje suyo.
Jared: ¿Tienes algo más para mí?
Oh, sé lo que quiere decir. Si tengo algo más directo. Y ya puedo visualizar su sonrisa, lo que hace que la mía se ensanche. Parezco idiota sonriéndole a un móvil. Creo que no le he sonreído a un móvil desde que empecé a salir con Nick a los quince años.
Repaso mi lista con los ojos y me pongo la que estoy a punto de recomendarle.
Brooke: Waterfall, Petit Biscuit.
¿Por qué me emociona pensar que esté escuchando lo mismo que yo?
I feel it all around.
I know you're seeing it too.
Sí. No puede ser que yo sea la única idiota que siente algo cada vez que lo ve. Él también tiene que sentir algo. Estoy segura.
I wanna work this out
The words you say don't fit right now
Suspiro. Quiero que él me recomiende algo.
Jump in the water.
Jump in the waterfall...
Vale, eso ha sido directo, ¿no?
La respuesta viene sola cuando mi móvil vibra.
Jared: Creo que puedes hacerlo mejor que eso.
Oh, seguro que está sonriendo. ¿No quería algo directo? Esto es directo, ¿no?
Bueno... él no ha dicho que quisiera algo directo en ese sentido. Miro la canción que quería recomendarle al principio. Me da miedo que se asuste.
Pero... a la mierda.
Esa es mi chica.
Brooke: Electricity, James Veck-Gilodi.
Uf. Ya está. Enviado. Y no he entrado en modo desesperación. Eso está bien. Me muerdo las uñas mientras sé que él lo está escuchando a la vez que yo y la letra me parece tener el triple de significado esta vez.
Falling into you, baby.
Even electricity can't compare to what I feel...
When I'm with you.
Mierda, ¿siempre ha sido tan directa? Vale, me estoy arrepintiendo. Se va a asustar y... eh... ni siquiera me siento así de verdad. Solo me gusta el ritmo de la canción.
No puedo escuchar el resto de la canción porque, básicamente, me he quitado los auriculares y estoy sentada en la cama con la cara roja cubierta por mis manos. Mierda. Es demasiado... romántica. Yo no siento nada romántico por él. No debería habérselo enviado. ¿Y si ha sido muy rápido? ¿Y si no me contesta? ¿Y si no...?
Me quedo helada cuando mi móvil vibra sobre la cama. Casi me da miedo girarme. Pero... no puedo evitarlo. Me giro lentamente y agarro el móvil, mirando la pantalla entre mis dedos.
Jared: You and me, Lifehouse.
Si es una canción enviándome a la mierda, será la forma más original con la que me han rechazado.
La pongo tan rápido como puedo y cierro los ojos, dispuesta a escuchar cada palabra. No debería estar tan nerviosa por una canción.
What day is it? And in what monty?
This clock never seemed so alive.
Vale, me gusta el ritmo. Y, por ahora, la letra no ha hecho que me pusiera a llorar. Eso está bien. Sigo escuchando con el corazón en un puño.
'Cause it's you and me and all of the people with nothing to do,
Nothing to lose.
And it's you and me and all of the people,
And I don't know why, I can't keep my eyes off of you.
Abro los ojos y miro al techo. Mi corazón late con fuerza. Ni siquiera puedo pensar en el significado de la letra. Solo quiero seguir escuchando atentamente.
All of the things that I want to say just aren't coming out right...
I'm tripping on words.
You've got my head spinning,
I don't know where to go from here.
¿Esto es... en serio? No quiero emocionarme antes de tiempo. De hecho, no quiero emocionarme, en general. Cuando me emociono, suelo llevarme las peores bofetadas de realidad.
There's something about you now,
I can't quite figure out.
No sé por qué, pero me entran ganas de llorar. ¿Esto es normal? ¿Me estoy volviendo loca? Me incorporo un poco, escuchando el resto de la letra.
And it's you and me and all of the people...
And I don't know why, I can't keep my eyes off of you.
Cuando la canción termina, hay un momento de silencio absoluto en mi cabeza. Creo que nunca había sentido la letra de una canción tan... personal. Estoy tan abrumada que no puedo evitar pasarme una mano por la cara para reaccionar.
No debería emocionarme tanto por esto, lo sé. Una parte de mí me grita que no me emocione con Jared, que esto va a terminar mal, pero... no puedo evitarlo.
Jared: ¿Te ha gustado?
Me quedo mirando el mensaje un momento. En serio, no quiero emocionarme, pero no puedo evitarlo. Esbozo una pequeña sonrisa.
Brooke: Me gustaría oírla en tu guitarra algún día.
Me quedo mirando la pantalla, expectante. No tardo en recibir una respuesta.
Jared: Algún día podría enseñarte a tocarla a ti.
Niego con la cabeza a punto de escribir, divertida, pero él se me adelanta.
Jared: Es tarde. Ve a dormir.
¿En serio? ¿Otra vez?
Brooke: ¿Ya empezamos?
Jared: Ve a dormir, Brooke. Es tarde.
Brooke: Ya tengo un padre, ¿sabes? No necesito otro.
Jared: Créeme, el rol de padre no es el que quiero cubrir en tu vida.
Me quedo mirando fijamente la pantalla. Mi corazón aporrea mi pecho. ¿Cómo no voy a emocionarme cuando me dice estas cosas?
Jared: A dormir.
Al final, le pongo mala cara al móvil y decido no responder más. Me pongo de nuevo su canción y me tumbo, abrazándome a una de mis almohadas.
***
Estoy un poco nerviosa cuando llego al edificio que me ha indicado Jared en un mensaje. Es un gimnasio. Parece bastante nuevo. Lo primero que veo es que, en la entrada, Bruce se fuma un cigarrillo. Sonríe al verme llegar.
—Hola, Brooke —me sorprende que se acuerde de mí.
—Bruce —sonrío.
—Espero que tengas paciencia. Han estado discutiendo durante más de veinte minutos. Se oye desde aquí.
—¿Y siguen discutiendo? —pregunto, sorprendida.
—Y lo que les queda —se ríe—. Pasa, pasa. Jed se alegrará de verte.
Paso por su lado y empiezo a escuchar las notas musicales fluyendo por al aire. Además de alguien hablando bastante... agresivamente. El gimnasio es pequeño, pero supongo que será por la acústica. El suelo es de madera y las paredes son altas, con varias ventanas. En el centro, están todos los instrumentos. No muy lejos de ellos, están dos mesas largas con bebidas en hielo y comida. Todavía no la han tocado.
Cris está de pie en la entrada, mirándolos con los brazos cruzados. Sonríe al verme llegar.
—Brooke —otra que se acuerda de mí—. Jed me dijo que vendrías.
—Hola, Cris —miro al grupo.
Están discutiendo. Bueno, discuten todos menos Jared, que se mantiene al margen, sentado en el altavoz y mirando a los demás con cierta inexpresión mientras mueve los dedos en su guitarra Esa es la música que estaba oyendo. La tiene conectada al altavoz en el que está sentado.
Kevin, por otra parte gesticula violentamente contra Hunter, que parece que va a tirarle una baqueta a la cara. Ally se mete en medio y empieza a gesticular también. Ni siquiera puedo entenderlos. No dejan de gritar.
—¿Qué pasa? —pregunto, confusa.
—Seguro que ni ellos lo saben —ella pone los ojos en blanco—. Kevin ha llegado tarde, Ally se ha empezado a quejar, Hunter no llegaba bien a una nota... solo espero que no metan a Jed de por medio o esto terminará mal.
¿Esto terminará mal? ¿Qué quiere decir?
Ha bastado que lo dijera para que Kevin se gire en redondo hacia Jared. Él estaba tranquilo, pero su expresión cambia a una más defensiva cuando lo ve acercarse. La música desaparece cuando detiene de golpe las cuerdas de la guitarra con la palma de la mano.
—Y tú —lo señala Kevin—, ¿tanto te cuesta acertar el puto acorde?
Jared ladea la cabeza y se pone de pie lentamente, dejando la guitarra colgando en su espalda por la correa.
—Chicos —me sorprende ver a Ally un poco preocupada al acercarse.
Ella se coloca entre ambos y veo que mira a Jared con cierto nerviosismo. ¿Qué le pasa? Tampoco es que vaya a lanzarse sobre Kevin.
—Quizá no tendríamos un problema si tú dieras bien la nota —le dice Jared en voz baja.
—¿Yo? ¡Yo soy el menor de los problemas de la maldita canción!
—Él ha dado bien la nota —le dice Hunter a Kevin. Él también parece tenso—. Tú no.
—Exacto —coincide Ally.
—Sí, claro, siempre soy yo. ¿A nadie se le ha ocurrido quejarse de que Jed invite gratis a su novia a nuestros conciertos?
Oh, eso no le ha gustado.
Se acerca a él con una expresión que, de haber sido yo Kevin, me habría hecho salir corriendo por mi vida.
—Ten cuidado —le advierte en voz baja.
Kevin ha retrocedido. Ally parece tensa.
—Venga, Jared, vuelve con la guitarra y...
Cris, a mi lado, también parece un poco tensa cuando da dos palmadas para interrumpirlos.
—Chicos, ¿podríais comportaros? —les dedica una mirada significativa que no entiendo al señalarme con la cabeza—. Tenemos visita.
Los cuatro se giran hacia mí al instante y me siento pequeñita en mi lugar. Jared se aparta de Kevin y me sorprende ver que esboza una sonrisa. Madre mía, qué cambios de humor más rápidos tiene este hombre.
—Si ya hemos terminado —Ally suspira—. Tengo hambre. Vamos a arrasar con esto.
—Por fin estamos de acuerdo en algo —murmura Hunter.
Y Kevin los sigue rápidamente evitando pasar cerca de Jared. ¿Por qué, repentinamente, le tiene tanto miedo? No lo entiendo. Es verdad que intimida, pero tampoco lo he visto agresivo nunca. Y, honestamente, no me lo imagino dando un puñetazo a nadie. Es demasiado tranquilo.
Cris niega con la cabeza como si ya no pudiera aguantarlos. Le sonrío divertida y me acerco a Jared, que sigue cada movimiento con los ojos. Me quedo mirándolos un momento, confusa. ¿Es cosa mía u hoy no hay rastro del azul? De hecho, me da la sensación de que solo hay un verde un poco más oscuro que de costumbre. Puede ser la luz. De todos modos, me interesa más que lleve puesta una camiseta sin mangas que me deje ver los tatuajes.
—¿Mañana dura? —pregunto al acercarme.
No me responde. me agarra de la nuca y me clava un beso que casi me deja mirando las estrellas. Cuando se separa, se queda tan tranquilo mientras yo intento recuperar mis pulmones, que se han ido de vacaciones a Cancún.
—Creí que no vendrías nunca —me dice, apoyándose de nuevo en el enorme altavoz y tirando de mi brazo hacia él.
Me sorprenden tantas muestras de cariño. No lo hace ni en privado. ¿Qué le pasa? Miro a mi alrededor y veo que Kevin come como un loco. Hunter nos mira de reojo. Ally y Cris hablan en voz baja y creo que también nos miran. Quizá, ellos tampoco están acostumbrados.
Y... Jared no se da ni se da cuenta. Vive en su propio mundo.
—¿Quieres probar? —me pregunta.
—¿Eh?
No espera mi respuesta. Me agarra de la cintura y me sienta en el altavoz. Mis pies quedan colgando, pero ahora tenemos la cara a la misma altura. Abro los ojos como platos cuando se quita la guitarra y me pone la correa a mí. En cuanto tengo el instrumento en las manos, me quedo parada, sin saber ni por dónde empezar. Casi me da miedo moverme. Nunca he tocado un instrumento.
—¿Qué hago? —pregunto, confusa.
—Música —sonríe ampliamente.
—Qué gracioso, Jared.
Él se coloca a mi lado y me pone ambas manos en sus lugares correspondientes. Cubre la que está en la parte delgada de la guitarra con la suya, curvándome un poco los dedos.
—¿No se usa algo para rasgar... esto? —pregunto, mirando la otra mano.
—Lo usaba al principio —sonríe de lado—. Pero me he acostumbrado a no hacerlo.
Él coloca mi mano en su posición original. Ni siquiera me había dado cuenta de que la había movido. Entonces, mueve mis dedos bajo los suyos, apretando tres de las cuerdecitas, y me mira, expectante. Uso la mano de la parte ancha para rasgarlas y pongo una mueca al instante.
—Está más duro de lo que parece —murmuro, mirándome los dedos ahora rojos.
—Eso tiene muchas lecturas y ninguna es inocente, Brooke.
Lo empujo por el hombro, avergonzada. Él vuelve a reírse. No me acostumbro a su risa. Es demasiado perfecta.
—Déjame ayudarte.
Se coloca un poco más atrás y me pasa una mano alrededor para llegar a ambos lados de la guitarra. Me quedo entre los dos. Él vuelve a mover los dedos sobre los míos, colocándolos, y rasga él mismo las cuerdas. Esta vez, el sonido es bastante más alto y nítido a través del altavoz.
—¿Te sabes alguna canción famosa? —pregunto.
Lo considera un momento y empieza a moverme los dedos. Su mano libre es mucho más rápida que la que tiene sobre la mía.
Sonrío cuando la reconozco.
—Creep, de Radiohead —le digo, mirándolo por encima del hombro.
—Parece que tenemos a una chica lista entre nosotros —murmura, haciéndome reír.
Siempre que me hace reír, se me queda mirando un momento. Como me gustaría saber en qué está pensando...
—¿Te sabes una más tranquila?
Lo considera un momento, observándome. Después, empiezan a sonar las notas. Frunzo el ceño. La conozco. Veo cómo sus dedos guían los míos.
—¿Hallellujah?
—Muy bien —sonríe de lado—. ¿Suficientemente tranquila?
—La conozco por Shrek —sonrío ampliamente.
—Dijo la chica de cultura.
—¿Una última?
—Prefiero reservarla para más tarde —sonríe misteriosamente.
Me quita la guitarra para dejarla en el suelo. Me duelen un poco los dedos y solo he "tocado" durante dos minutos. No me extraña que tenga la piel de los suyos tan endurecida.
—¿Quieres ir a comer? —pregunta, ayudándome a bajar.
—¿Qué quieres comer?
—No lo sé. Podrías ser mi plato principal.
Me pongo roja como un tomate cuando veo que Cris se pasea no muy lejos de nosotros. Creo que no se ha dado cuenta. Jared parece divertido.
Y... ¡¿qué demonios?! ¿Desde cuándo hace esas bromas tan directas? ¡No estaba psicológicamente preparada!
—¿Dónde quieres ir? —ladea la cabeza.
Vale, tengo que centrarme. Tengo la boca seca.
—Mhm... me apetece comer algo italiano.
—¿Te he dicho alguna vez que tengo una abuela italiana?
¿Qué le pasa hoy? Está de muy buen humor. Cuando lo empujo suavemente por el pecho, se ríe descaradamente de mí. Cris nos mira negando con la cabeza, divertida, pero me da la sensación de que tiene los labios un poco apretados.
—A un italiano —anuncia Jared, y me arrastra consigo antes de poder negarme.
De verdad, está de muy buen humor. Incluso ha sonreído a la camarera, que se ha puesto roja y se ha quedado embobada un momento. Es un consuelo ver que no soy la única que actúa así a su alrededor. Me tomo mi rissotto felizmente mientras él parlotea sobre algo de una canción con una guitarra. Sinceramente, habla como si fuera el dueño del mundo y me alegro por él, porque creo que nunca lo había visto tan subido.
Me gusta verlo hablar. Es relajante. Me gusta mirar su boca mientras come. Su cuello mientras bebe. Su mano mientras agarra el tenedor. Me gusta todo. Estoy enferma, lo sé. Está tan concentrado en contarme no sé qué de unos acordes —a veces, es difícil seguirlo cuando salta de un tema a otro hablando tan rápidamente— que ni siquiera se da cuenta de que no le estoy prestando atención y solo miro las partes de su anatomía que más me gustan. Es decir, todas.
—¿A qué hora tienes que ir a trabajar? —me pregunta de repente.
Yo estoy terminándome el plato. Es difícil seguirle el ritmo.
—A las siete —lo miro—. ¿Por qué?
—Quiero enseñarte mi casa.
Me quedo mirándolo un momento. ¿Está seguro de eso? Casi parece que lee la pregunta en mis ojos, porque esboza media sonrisa.
—Estoy seguro —enarca una ceja—. No creo que me robes nada, la verdad.
—Lo vendería en Ebay —le recuerdo—. Los calcetines del gran Jed.
Él niega con la cabeza, sonriendo.
—Quiero el cincuenta por ciento de los beneficios.
—No. La idea ha sido mía. Ochenta para mí y veinte para ti.
—Sesenta cuarenta.
—Mhm... hecho.
Sonrío, divertida, mientras veo que saca la cartera y me frunce el ceño con desaprobación cuando hago una ademán de pagar algo. Poco después, vuelve a arrastrarme a su coche.
Su apartamento está cerca del centro comercial, en el centro de la ciudad. Es una zona de gente con dinero. Puedes decirlo solo con mirar a tu alrededor. Entra en el aparcamiento privado. Solo hay cinco plazas. Y eso que el edificio es muy grande. Deben ser apartamentos gigantes. Deja el coche en su plaza y baja de un salto, esperándome. Entramos en el vestíbulo y su portero nos saluda amablemente. Jared le dedica una de sus miradas cordiales pero frías y nos metemos en el ascensor. Se me hace raro pensar que esto es... su hogar. Y que me permite entrar en él.
Se detiene en cuarto piso. El último. El pasillo es blanco con el suelo grisáceo. Hay un enorme ventanal al final. Solo hay dos puertas. Jared abre la de la derecha y la mantiene abierta para mí.
Lo primero que veo es un enorme salón con un sofá de tres plazas y varios sillones a su alrededor. Hay una televisión gigante, una alfombra gris y una lámpara de techo que ilumina la sala. Tiene varias estanterías, pósters y decoración de pared. Al lado, una cocina abierta igual de larga. Delante de mí, tengo un pasillo con tres puertas. Supongo que una de ellas será su habitación.
Su habitación. Solo de pensar que puedo ver su habitación se me hace un nudo el estómago.
—¿Te gusta? —me pregunta Jared.
Asiento con la cabeza y entro en el salón. Él me sigue de cerca. Me quito la chaqueta y la dejo en el sofá. La casa huele a él. Y me encanta. Podría quedarme a vivir aquí solo por su olor.
—¿Todo esto es tuyo? —me giro, sorprendida.
Él casi parece avergonzado ahí de pie, con las manos en los bolsillos, mirándome.
—Sí... es lo único que me he comprado con el dinero de la banda.
—¿Lo único? ¿Y el coche?
—Casi lo único —corrige, ladeando la cabeza.
Paso la mano por el sofá. Es suave. Muy suave. Noto que me sigue cuando voy hacia la cocina. Me quedo mirándola un momento.
—¿Sabes cocinar?
—Sí —se apoya en la encimera—. Pero la mayoría de veces como de lo que traen a los ensayos... ¿quieres ver la terraza?
Asiento con la cabeza. Hay ventanales por todas partes. Le gusta la luz natural. Lo sigo por el ancho pasillo y casi me siento sucia por pisar su alfombra perfecta alfombra con mis botas viejas. Se detiene en la última puerta y la abre para mí. Eso quiere decir que una de las otras es su habitación. Mhm...
La terraza es pequeña, pero bonita. Tiene dos sofás contrapuestos, una mesa de cristal y una planta en medio. Las vistas dan directamente a la ciudad. Vaya. Esto es más grande de lo que creía.
—Pero... ¿tú cuánto ganas? —pregunto, perpleja—. Yo también quiero ser estrella del rock y tener un apartamento entero para mí sola.
Me dedica una sonrisa enigmática.
—¿Te gusta?
No deja de preguntármelo. Vuelvo a asentir con la cabeza.
—Sería difícil que no me gustara. Tienes buen gusto.
—He de decir que casi todo lo eligió mi hermana.
Lo miro de reojo cuando la menciona. Me pregunto si será igual que él. Tengo curiosidad.
Pero... hay otro tema con el que tengo aún más curiosidad.
—¿Y tu habitación?
Levanta las cejas, divertido.
—Bueno, veo que prefieres ir a lo importante.
—No... eh... —me pongo nerviosa.
—Tengo una habitación de invitados —sonríe, dejándome pasar por su lado.
La habitación de invitados es más grande que la mía. Y tiene su propio cuarto de baño. Qué triste es no tener dinero.
Y su habitación... es sorprendentemente normal.
No sé qué me esperaba. Si la guarida de Gargamel o qué, pero es normal.
Paredes blancas y suelo del mismo color, una cama gigante con sábanas grises, blancas y negras, un rincón con un sofá pequeño y dos sillones, estanterías, una gran ventana con las cortinas abiertas, un rincón con dos guitarras... y dos puertas.
—Siéntete libre —me dice al ver que le pregunto con la mirada.
Se sienta en la cama y observa como me acerco a una puerta. Es un vestidor. Uno bastante grande. Tiene una ventana y un espejo de cuerpo entero. Me veo en él y me siento un poco insignificante ahí dentro. Cierro la puerta de nuevo y me asomo a la otra. Es un cuarto de baño bastante completo. No me atrevo a asomarme por mucho tiempo. Me siento un poco abrumada.
—¿Y todo esto es para ti? —pregunto. Sigue sentado en su cama, mirándome.
—Esa es la idea.
—¿No te sientes... solo?
Sonríe, divertido.
—Cuando me siento solo, me voy a la habitación de una estudiante de fotografía que conozco.
Yo creo que, teniendo esa casa, no me molestaría en salir de ella. Sería como un dueño de castillo europeo. Tendría sirvientes y les daría órdenes en bata, con una copa de vino caro en la mano y unas gafas de sol puestas.
Vale, me estoy pasando.
—¿Por qué me has traído? —pregunto cuando ya estamos en el salón. Jared me trae la cerveza que le he pedido y se sienta a mi lado en el sofá. Él tiene un vaso de agua. Estoy descalza con las piernas estiradas. Aún así, tengo sofá de sobra. Esto es increíble. ¿Por qué no puedo tener yo una casa así?
—Porque quería —me dice, extrañado—. Principalmente.
—¿Has traído a mucha gente aquí?
Él no me mira mientras me abre la cerveza y me la pasa. En ese momento ya sé que eso es todo lo que dirá del tema. Suspiro.
Jared pasa a estar callado y pensativo de nuevo, así que decido pedirle que ponga una película y vemos una de acción que parece demasiado real por el ridículo tamaño del televisor. Apenas nos hemos tocado desde que hemos llegado. Me he fijado en que él no ha hecho el ademán, pero lo he pillado mirándome de arriba a abajo varias veces.
Y, de pronto, son casi las siete. Pongo una mueca. No quiero ir a trabajar. Quiero quedarme con él. Debe verlo, porque me sonríe un poco.
—Vamos, te llevaré.
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