Capítulo VI
Últimamente estoy on fire escribiendo capítulos, ¿eh? *se ríe sola*
(Ya entenderéis la broma cuando terminéis los dos capítulos)
Mini-maratón 1/2
VI - ANSIA
No quiero admitir que la semana se me ha hecho larga.
Porque NO se me ha hecho larga, ¿vale?
Ni siquiera he notado que hace seis días —seis malditos días, sí— que alguien que no voy a mencionar pasa de mí.
Porque me da igual.
Estúpido Jared.
Justo al día siguiente de su concierto, me di cuenta de que no tenía su número de teléfono. De hecho, ni siquiera sé su maldito nombre completo. Solo sé que se llama Jared y que forma parte de una banda llamaba Brainstorm. Solo eso.
Pero... no sé si me gustaría tener su número. O que él tuviera el mío. Estaría pendiente de que me llamara todo el día —lo sé yo, lo sabes tú, lo sabemos todos— y eso no puede ser.
Quizá es mejor así.
Pero... ¡él sabe dónde trabajo! ¡Sabe hasta dónde vivo! Si quisiera contactar conmigo, podría hacerlo. Simplemente, no quiere.
Y me DA IGUAL.
Estúpido Jared.
Doy un respingo cuando Liam me da en el culo con un trapo, devolviéndome a la realidad donde sigo en el bar, perdida en mis pensamientos.
—Tú sí que sabes cortejar a una dama —ríe Keira, yendo a su zona.
Liam me mira, colgándose el trapo del hombro.
—¿En qué pensabas tanto, Brookie?
—Odio tanto que me llaméis Brookie, Brookie-tookie o cualquier cosa así... —suspiro.
—¿Brookie-tookie? No lo conocía. Gracias por el nuevo apodo.
Pongo los ojos en blanco. Él sonríe.
—¿Qué tal te fue en ese concierto, por cierto? —pregunta—. Creo que no llegué a preguntártelo. Y ya es el segundo al que vas. ¿Va a haber un tercero?
Por la manera en que lo pregunta —levantando y bajando las cejas— me imagino que no se refiere, precisamente, a si me gustó la música.
Dudo un momento. ¿Cómo me fue? Si no recuerdo mal, al principio iba bien, pero... entre que Lexi se emborrachó y que tuve que darme una ducha fría...
Ugh.
Estúpido Jared.
Ese va a ser mi mantra a partir de ahora.
—Vale —me da en la nariz con un dedo—. No hace falta que lo digas. Ya te veo la cara.
—Pues eso —suspiro.
—¿Qué fue mal? ¿El chico?
—El chico es estúpido.
Él esboza una sonrisa divertida.
—¿Por qué? ¿Te hizo algo?
El problema es que no hizo nada.
—No... más bien fue Lexi. Se emborrachó y la fiesta terminó bastante rápido para mí.
—Vamos, que te quedaste con las ganas.
—No —miento descaradamente.
—Eres una buena amiga —me sonríe.
—Gracias, Liam —le digo sinceramente, y decido cambiar de tema—. ¿Vendrás a la fiesta del sábado?
—Pues claro —sonríe tan deslumbrante como siempre—. Voy a ir a por ti.
—Sí, y yo a por ti —niego con la cabeza—. Para hacerlo en el baño de tíos.
—Ese es el espíritu.
Si el jueves y el viernes son largos, el sábado es eterno. He estado todo el día tan agobiada buscando algo que fotografiar para el proyecto que no me he acordado de la fiesta hasta hace diez minutos. Y no tengo mucho tiempo para arreglarme.
Lexi ya está en mi cama con gesto impaciente mientras yo voy de un lado a otro buscando mis botas de cordón favoritas.
—Vamos a llegar tarde por tu culpa —protesta Lexi.
—No se puede llegar tarde a una fiesta universitaria —murmuro, subiéndome los pantalones a toda velocidad.
—Manga corta en invierno. Eres la reina de la moda.
—¿Te has levantado de mal humor? —pregunto, jadeando por las prisas—. Voy bien. Es casi primavera. Déjame en paz.
Me paso la máscara de pestañas a toda velocidad. No me pintaré los labios. Me giro hacia Lexi mientras me pongo mis pequeños aros en las orejas.
—Lista.
Pero no se mueve.
—¿Qué? —pregunto, mirándome a mí misma—. ¿Qué he hecho ahora?
—Nada —está mirando su móvil, pero lo esconde rápidamente—. Vamos.
—No —la detengo por el hombro—, ¿qué pasa?
—¡Ya te he dicho que nada!
—¡Lexi!
Empezamos a forcejear mientras yo intento quitarle el móvil. Al final, terminamos empujándonos la una a otra hasta que consigo el móvil. Ni siquiera lo había bloqueado. Lo miro, intrigada.
Las de su clase le han pasado una foto de una revista. Concretamente, de una entrevista de dos páginas. Al grupo de Jared. Mhm...
Me voy directamente a la parte que ha sido marcada por la persona que me la ha enviado. Es una parte de Kevin.
Entrevistador: ¿Y tenéis tiempo en vuestra vida para el amor o la amistad?
Kevin: Oh, siempre para amistad. No tanto para amor. Da muchos dolores de cabeza. Hace que te apartes de lo que necesitas para trabajar de esto, que es ensayar sin parar.
Entrevistador: ¿Quién dirías que es menos y más capaz de encontrar el amor del grupo?
Kevin: A ver... yo diría que Ally es la que más. Después de todo, es la que ha tenido una relación más larga de aquí. Hunter no creo... él nunca ha tenido novia. Y el que menos, definitivamente, es Jed. Ese tío se las carga todas, ¿sabes? Es un don natural. Ficha a una chica y no hay nada que lo pare hasta que consigue lo que quiere.
Dejo de leer. Hay más, pero no quiero verlo. Lexi me mira con expresión cautelosa.
—¿Estás bien?
No. No estoy bien. Me siento una idiota.
Estúpido Jared.
Y pensar que, por un momento, me he preguntado por qué no ha vuelto a intentar contactar conmigo.
A saber lo que ha estado haciendo.
Maldito idiota. E idiota yo por molestarme en pensar en él.
Le devuelvo el móvil de mala gana.
—Sí —mascullo—. Estoy bien.
—Si no lo estás, no pasa nada.
—Lo conocí hace dos semanas, Lexi. Estoy bien. Ni me acordaba de su estúpida existencia.
Hago una pausa, tragando saliva. Ella no parece muy convencida.
—Venga, vámonos.
El taxi nos deja justo delante de la hermandad. No estoy segura nunca de quién organiza la fiesta, pero me da igual. Todo el mundo se pasea como si la casa fuera suya. Lexi saluda enérgicamente a un grupo de chicos que conoce de su clase mientras yo me meto entre la gente para llegar a la cocina. Necesito emborracharme. Urgentemente. Quizá así no me sienta tan mal conmigo misma.
Es-tú-pi-do Ja-red.
He encontrado una botella de ginebra mientras charlaba con unas amigas de clase. Las dejo solas no mucho después para servirme un buen vaso de ginebra con el primer refresco que encuentro. Me lo bebo un poco más rápido de lo que debería y me lleno otro vaso, dispuesta a ir a ver qué pasa en la fiesta.
Veo algunas caras conocidas de otras fiestas. Pero la mejor es la de Keira. Ella me manda un beso con la mano. Baila con el novio con el que se suponía que estaba peleada. A juzgar por el beso succiona-almas que acaban de darse, supongo se habrán reconciliado.
Y yo no tengo a nadie con quien besarme.
Estúpido Jared.
A unos metros, veo a Liam acercándose a mí con una enorme sonrisa. Se le borra un poco cuando me ve.
—¿Qué te pasa, Brookie-tookie?
—Necesito uno de tus abrazos de oso.
No necesito pedirlo dos veces. Me rodea con los brazos y me apretuja, levantándome del suelo. Sonrío sinceramente por primera vez desde que he leído la maldita entrevista. Después, me deja en el suelo suavemente.
—Es ese chico —le digo antes de que pregunte—. El de la banda.
—¿Quieres que vayamos a por él? —bromea, amenazador.
—No —pongo los ojos en blanco—. Es que... estoy harta de idiotas.
Aparto la mirada.
—Siempre me dejo enredar por los peores.
—Por este no te dejaste enredar del todo, ¿no?
—No —admito.
—Oh, Brookie-tookie —suspira, pasándome un brazo por encima del hombro—. No pasa nada. No se acaba el mundo. Si tuviera que acabarse cada vez que un idiota rechaza a una chica genial, no habría humanidad.
Le sonrío, agradecida.
—¿De verdad crees que soy genial? —necesito oírlo.
—Pues claro. Eres Brookie-tookie. ¿Quieres que encontremos a tu próximo Romeo por aquí?
Sonrío. Liam es el mejor.
—No —digo, divertida—. Prefiero bailar.
—Me parece genial —levanta su cerveza—. ¡A mover el esqueleto!
Lexi no tarda en aparecer y Keira se une a nosotros mientras bailamos tranquilamente en medio de la pista improvisada. Liam es el que parece que se lo pasa mejor. Está dándolo todo. Lexi, por otra parte, parece que quiere controlarse un poco más con el tema de beber. Debe acordarse de lo que pasó la última vez.
Keira y yo, al contrario que ella, no tardamos en ir a por más bebidas.
—He visto esta mañana lo de tu chico —me dice con una mueca cuando llegamos a la cocina.
—¿Todo el mundo sabía que tenía algo con él? —frunzo en ceño, no sé cuántos vasos llevo cuando me lleno otro. Esta noche, estoy poniendo a prueba mis límites—. Es decir, no tenía nada con él, pero...
—Cómo jode sentirse mal por algo que se supone que no era nada, ¿eh?
Pongo una mueca, rellenándome el vaso.
—Sí, jode mucho.
—Hay muchos peces en el mar, Brooke.
—Mi mar está contaminado. Todos los peces son tóxicos. Prefiero hacerme vegetariana.
—No digas eso, cariño —choca su cadera con la mía, divertido—. Si quieres, Liam y yo podemos buscarte a alguien para que te olvides de ese idiota.
¿Por qué todo el mundo cree que se me olvidará lo estúpida que soy por besarme con otro chico?
—Yo soy una idiota, no él —mascullo.
—No digas eso, Brookie.
—Es verdad. Cada vez que lo pienso... estaba demasiado seguro de lo que hacía. ¿Qué me dice que no lo ha hecho mil veces más?
Ella suspira.
—¿Has hablado con él?
—¿Cómo? Si no tengo ni su número.
—Bueno... es famoso, ¿no? No querrá ir dando su número por el mundo.
Me encojo de hombros, poco convencida.
—Creo que, si hablaras con él...
—Si hablo con él, Keira, me va a volver a enredar —le aseguro en voz baja tras darle un trago a mi bebida.
Y lo peor es que sé que es verdad.
Estúpido Jared.
—Eres más fuerte que eso.
—No con ese chico —niego con la cabeza, mirándola—. Es... no sé lo que es, pero no puedo evitarlo.
Ella suspira, pensativa.
—En ese caso... —me sonríe—, lo mejor será que vayamos a bailar para que te olvides de él.
Me parece un buen plan.
Vale. Estoy borracha. Lo sé en el momento en que me pongo a bailar como una idiota. Lexi, Keira y Liam se lo están pasando en grande a mi costa. De hecho, Lexi parece animarse un poco después de su fracaso amoroso de la otra noche y se pone a charlar con un chico. No tarda en volver. Supongo que es difícil superar al baboso de Kevin.
No, ya no me cae bien. Y, el idiota de su amiguito Jared, menos.
Debemos llevar —entre parón para fumar, beber e ir al servicio— más de tres horas ahí dentro. Estoy agotada, exhausta y feliz. No me puedo creer que me lo haya pasado tan bien. Estoy a punto de decir que me marcho a tomarme un momento cuando... lo oigo.
Mi mirada se gira hacia Lexi inmediatamente.
¡Nuestra canción!
—Fiiirst... when there's nothing —empieza ella, señalándome.
—But a slow glowing dream! —chillo yo aunque la canción esté en su parte tranquila.
Hacemos separadas esa parte y nos juntamos estratégicamente cuando se acerca el subidón. Keira y Liam se ríen de nosotras, pero no importa. Realmente, no puedo ni oír mi propia voz por el sonido de la música, así que puedo gritar a todo pulmón sin problemas.
—WHAT A FEELING —chilla Lexi por encima de la música, aunque su voz apenas se oye por el ruido de la música—. BEIN'S BELIEVING. I CAN HAVE IT ALL, NOW I'M DANCING FOOOOR MY LIFEEEE.
Movemos los hombros a la vez al ritmo de la música. Me duele el estómago de tanto reír. Me señala cuando es mi turno.
—Take your pasion —señalo a Liam, que se lleva una mano al corazón—. AND MAKE IT HAPPEN. Pictures come alive, YOU CAN DANCE BY THROW YOUR LIIIIIIFEEEEE.
Me empiezo a reír cuando Liam me agarra y me levanta en el aire con uno de sus abrazos de oso. Keira y Lexi empiezan a bromear con que nos besemos y él me deja en el suelo. Siempre se siente bien estar con ellos.
—Vale —la canción no ha terminado, pero ya no puedo más. Me estoy muriendo de calor—. Es mi turno e ir a respirar aire puro.
—¡Venga ya! —protesta Lexi.
—Deja que vaya o morirá —Keira se ríe.
Desaparezco entre la gente, acalorada. Y Lexi se quejaba de que me había puesto manga corta... Me abanico con la mano mientras entro en la cocina. Qué calor hace.
Y lo noto. Esa sensación que ya se me está empezando a hacer familiar. Puedo estar tan enfadada como quiera, pero no puedo evitarlo. La atracción es horrible. Me doy la vuelta sin querer y lo encuentro justo detrás de mí, mirándome fijamente. Jared.
Tiene una cerveza en la mano. Ya está por la mitad. ¿Cuánto hace que está aquí?
¿Por qué está aquí, mejor dicho? ¿Qué demonios...?
—Brooke —me dice lentamente.
Su tono es bajo, como siempre. Y, también como siempre, me llega a lugares donde no debería llegar.
No quiero estar con él. No quiero sentirme atraída hacia él. Odio esto. Solo quiero irme lejos de su magnetismo.
—Jed —mascullo.
Él enarca un poco una ceja cuando escucha su apodo en lugar de su nombre, pero no dice nada al respecto. Espero que haya dolido. Es lo que se merece.
Estúpido Jared.
Y, vale, sí, sigo muy borracha.
—No he querido interrumpir antes —me dice, ignorando mi tono y esbozando media sonrisa—. Parecías pasártelo bien.
No digo nada. O eso intento por unos segundos.
—Me lo pasaba bien. Hasta ahora —suelto de malas maneras.
Paso por su lado, dejándolo plantado en la cocina.
Sé que me seguirá y odio ilusionarme por ello. Salgo al patio trasero por la puerta de la cocina y el contraste del calor que hace dentro con el frío que hace fuera hace que me tambalee un poco. O quizá es porque tengo más alcohol que sangre en el organismo. Me apoyo torpemente en la barandilla del porche.
Al menos, fuera no hay nadie. Puedo lamentarme de mi existencia en la paz de la soledad.
Bueno, ahora está él. Y no parece muy contento conmigo.
¿Por qué hace que mi estómago revolotee que me esté mirando con el ceño fruncido? Estoy enferma.
—¿Qué te pasa? —pregunta directamente.
—Nada —mascullo.
Muy maduro por tu parte.
Suspira, negando con la cabeza.
—Esto será más fácil si me dices qué te pasa.
—¿Qué te pasa a ti? —acerco mi vaso peligrosamente a su camiseta para señalarlo.
—Oh —ladea la cabeza—. Estás borracha.
—No estoy borracha —le digo, borracha.
—Brooke...
Oh, no va a conseguirlo diciendo mi nombre. Me he preparado mentalmente por ese momento...
Ojalá hubiera servido para algo, porque mi estómago se retuerce igual.
—¿Qué? —me cruzo de brazos.
—¿Por qué has bebido? —pregunta suavemente, quitándome el vaso de la mano y dejándolo en la barandilla.
Me encojo de hombros. No puedo evitar ser una cría. Y no puedo evitar sentir la necesidad de tocarlo. Ni estando borracha dejo de sentirme así con él.
—¿Quieres que te lleve a la residencia? —me pregunta, inclinando la cabeza hacia mí.
—No quiero ir contigo a ningún lado —frunzo el ceño.
Levanta las cejas, sorprendido.
—¿Por qué estás enfadada conmigo? —pregunta, y parece sinceramente confuso.
Al ver que no digo nada, da otro paso hacia mí.
—¿Por qué, Brooke?
—Deberías saberlo sin que te lo dijera —me aparto—. Me imagino que todo esto... —lo señalo— te funcionará con todas las chicas que has conseguido hasta ahora, pero... yo no soy un número más de tu lista, ¿vale?
Él se queda quieto, mirándome. No entiendo su expresión, así que sigo hablando.
—Ya he visto el artículo de la revista. ¿Siempre te tomas tantas molestias con las chicas con las que quieres acostarte? Lo del concierto, lo del bar, lo de invitarme a cenar tantas veces... bueno, tengo que decir que te lo has currado. Pero... ha sido para nada.
—El artículo —se ha quedado con eso. Ahora frunce un poco el ceño.
—Sí, el artículo. Veo que te acuerdas.
—En esa parte hablaba Kevin, no yo.
—¡Pero hablaba de ti!
Su ceño se frunce un poco más.
—¿Y te lo crees?
—¿Y por qué no debería creérmelo? No te conozco de nada. No sé nada de ti. Solo... que estás en esa estúpida banda. Y que tienes un amigo baboso y bocazas.
—Kevin es mi compañero de banda, no mi amigo —recalca.
—¡Me da igual, Jed! ¡Deja de intentar pasar del tema!
Él se queda mirándome un momento. Se le ha tensado un músculo de la mandíbula.
—Kevin dijo todo eso —repite—. No yo.
—¡Hablaba de ti! —repito yo, a mi vez.
—Oh, sí, y hablaba de Ally y de Hunter, también. Incluso creo que dijo que Hunter nunca había tenido pareja estable y hace casi dos años que sale con su novia.
Estoy a punto de clavarle el dedo en el pecho, pero me detengo al instante, confusa.
—¿Eh?
—Y que Ally es la más propensa a tener pareja cuando es la persona más desapegada emocionalmente que he conocido en mi vida —pone los ojos en blanco—. Y prefiero no entrar en lo que dijo de mí.
Parpadeo varias veces cuando me mira, un poco decepcionado.
—Podrías habérmelo preguntado antes de saltar a conclusiones.
—¿Que te lo preguntara? —me pongo a la defensiva—. ¿Y cómo querías que lo hiciera? ¿Telepáticamente? Ni siquiera sé tu apellido.
—Yo tengo tu número.
—¿Eh? —eso me descoloca.
—Lexi me lo dio después de que habláramos en la cafetería.
Tardo unos segundos en responder.
—Pues... no lo has estado usando mucho —sigo a la defensiva.
—No —su mirada se suaviza cuando me dedica una de sus pequeñas sonrisas abrasadoras—. No pensé que fuera a gustarte mucho que te llamara sin más.
Dudo un momento. ¿Me habría gustado? Yo creo que me habría dado un ataque de felicidad.
—Si querías mi número, solo tenías que pedirlo —añade suavemente.
Mi mirada sigue siendo desconfiada cuando lo miro de reojo.
—¿No haces lo del concierto y todo lo demás con todas las chicas?
—¿Tenemos que volver a eso, Brooke?
Lo observo detenidamente. Ojalá fuera más sencillo leer lo que piensa, pero es jodidamente imposible.
Decido llevarlo un paso más allá. Es mi oportunidad. Cuando esté sobria, no me atreveré ni a mirarlo.
—¿Por qué te estás tomando tantas molestias conmigo?
Él hace una pausa, sonriendo de lado, pero parece pensativo.
—No lo sé —admite en voz baja.
Jared estira la mano y me coloca el mismo mechón de pelo que el otro día tras la oreja. Mi cuerpo entero se estremece cuando deja la mano sobre mi hombro.
—Eres como un soplo de aire fresco, Brooke.
No sé qué decirle. No recuerdo la última vez que me dijeron algo bueno. Porque eso es bueno, ¿no? Estoy demasiado borracha para analizarlo.
Aunque, la verdad... si me hubiera insultado con ese mismo tono de voz, me lo hubiera tomado como algo bueno.
Y, entonces, siento la bilis subiéndome por la garganta. Oh, no.
No ahora.
Me tapo la boca al instante y me separo de él de un salto. Voy corriendo al cuarto de baño que está a unos metros y no me molesto en cerrar la puerta. No me da tiempo. Me dejo caer de rodillas en el suelo y lo echo todo. Asqueroso.
Estoy tan ocupada vomitando que no noto que sigue conmigo y me sujeta el pelo.
—Bueno, no era la respuesta que esperaba —murmura Jared.
Voy a decir algo, pero me viene otra arcada y vuelvo a inclinarme sobre el inodoro.
Han pasado diez minutos. Estoy fatal. He bebido demasiado. Jared no se ha movido de mi lado. Estoy tan agradecida y tan avergonzada a la vez... Me limpio la boca con el papel higiénico y vuelvo a tirar de la cadena. Él está apoyado en la encimera a mi lado, mirándome.
—Deja de mirarme —mascullo—. Estoy horrible.
—Reconozco que no es tu mejor momento, Brooke, pero dudo que alguna vez estés horrible.
Ojalá me hubiera soltado ese cumplido en un momento en que pudiera creérmelo. Me pongo lentamente de pie con su ayuda.
—Ojalá pudiera lavarme los dientes —mascullo.
—¿Quieres que te lleve a tu residencia?
Dudo, tambaleándome un poco. Él me está sujetando de un brazo, pero me rodea la cintura cuando ve que no me sostengo en pie. Mi cuerpo entero reacciona y mi corazón se dispara al instante.
Ni siquiera mientras estoy agonizando dejo de sentirme atraída hacia él. Esto es ridículo.
—Vamos, te llevaré —dice, arrastrándome con él.
—Siempre te arruino las fiestas —protesto, yendo a su lado—. O Lexi o yo.
—No me arruinas nada, deja de decir tonterías. Avísame si vuelves a marearte.
No digo nada. Hemos entrado en la fiesta de nuevo y el ruido es horrible. Me tapo los oídos con las manos y Jared me guía pacientemente por el salón. Antes de darme cuenta, estamos junto a su coche. Huele bien. Huele a él. Tengo que esforzarme para no decirlo en voz alta.
Me ayuda a sentarme y me pone el cinturón. Yo parpadeo cuando veo que hace todo lo posible por no tocarme. Después, da la vuelta al coche y se sienta a mi lado.
Bajo la ventanilla cuando arranca. Tengo la cara completamente roja y no es por el alcohol. Él me mira de reojo, pero no dice nada. Dejo que el aire frío me acaricie la cara mientras él conduce en silencio.
Es un silencio sorprendentemente agradable. Mi madre solía decir que sabías que estabas con alguien apropiado cuando podías quedarte en silencio con él sin sentirte incómoda.
Cuando pienso en mamá, me invade la culpa y vuelvo a mi asiento un poco decaída.
—¿Era tu canción favorita? —me pregunta.
Lo miro sin entender. Es tan guapo...
—La que cantabas a todo pulmón —aclara, divertido.
Y tan sexy...
—Parecía gustarte mucho.
Y su voz es tan... ugh... podría pasarme horas escuchándolo.
—¿Brooke? —parece preocupado cuando me echa una ojeada.
—No es mi favorita —reacciono—. Es la canción que comparto con Lexi. Cuando estábamos en el último año de instituto, quisimos hacer un karaoke con la clase. Nos tocó esa. Nos hicimos inseparables. A día de hoy, sigue siendo nuestro temazo.
Sonríe un poco, mirando la carretera. No puedo evitar mirar sus brazos y sus manos. Quiero tocarlo. Mi cuerpo entero quiere tirarse sobre él.
—¿Tienes una canción favorita? —me pregunta.
—Mhm... me gustan demasiadas canciones como para tener una favorita.
—Ah, ¿sí?
—¿Tienes tú alguna?
—No —sonríe de lado—. Lo que escucho depende de cómo me siento.
Lo observo un momento, curiosa.
—¿Nunca cantas?
—No —me dice, negando con la cabeza.
—¿No puedes o no quieres?
Él se ríe suavemente y me siento ridículamente orgullosa de mí misma. Me gusta hacer que se ría.
—No me gusta —aclara antes de mirarme—. Primera parada, señorita.
Miro a mi alrededor. ¿Ya hemos llegado? ¿Tan rápido? Pongo una mueca.
Me sorprende ver cómo viene directamente a mi lado del coche para ayudarme a bajar. Acepto su mano encantada de la vida. Él se asegura de que me mantengo en pie, pero no dura mucho. Tropiezo con mis propios pies y él me sujeta a tiempo para que no ruede por el suelo. Genial.
—Ugh... —murmuro, mareada.
—Ven aquí.
Y, antes de que pueda reaccionar, me está cargando como en una película romántica.
Si quieres desmayarte, este es tu momento.
Mi mente se queda en blanco cuando noto su mano debajo mis rodillas, sujetándome. Por no hablar de la otra, que me sujeta en las costillas. Me he quedado sin respiración. Mi pulso se ha acelerado. Me está tocando la pierna.
Me. Está. Tocando. La. Pierna.
Eres. Una. Exagerada.
Sube las escaleras sin siquiera inmutarse y mi fantasía termina cuando me deja en el suelo delante de mi habitación. Busco torpemente la llave en mi bolsillo, pero termina siendo él quien abre por mí.
Me arrastro por la habitación soltándome el pelo. Noto su mirada en mí. Me recorre entera, pero yo solo veo una cosa: mi querido cepillo de dientes.
Me los lavo con poca energía mientras veo, a través del espejo, que él está en mi habitación mirando a su alrededor con curiosidad.
Estoy tan cansada... cuando termino, vuelvo con él, que me dedica una sonrisa ardiente, como siempre. Vuelve a hacerme sentir como si estuviera desnuda y virg...
Vale, olvídate de lo último.
Me siento en la cama cuando la señala y no entiendo nada cuando se arrodilla delante de mí.
—¿Vas a pedirme matrimonio tan pronto? —bromeo—. Invítame a ver Rocky antes.
—No descartaré posibilidades, pero mejor empezamos por quitarte esto —murmura, divertido, sujetándome el tobillo.
Veo que deshace el nudo de los cordones de la bota con suma habilidad. Siento un escalofrío cuando me la quita lentamente. Repite el mismo proceso con la otra bota, aunque esta vez me está mirando.
De esa forma.
Joder, me siento como si me estuviera quitando las bragas en lugar de las botas.
Esto es ridículo. ¿Por qué me afecta tanto?
De nuevo, se ha creado esa atmósfera a nuestro alrededor. Esta vez me roza el tobillo cuando me quita le bota con la misma lentitud agonizante. Después, las deja a un lado y se me queda mirando. Creo que todavía no soy muy consciente de que está aquí, en mi habitación.
—Quédate —las palabras salen antes de que pueda contenerlas.
Mañana te arrepentirás de haber dicho eso.
Él me observa por unos momentos. Su mirada vuelve a recorrerme entera y se me eriza el vello.
—No puedo quedarme, Brooke —me dice suavemente.
—¿No puedes o no quieres?
Sonríe.
—No quiero. No así.
No puedo evitar la cara de decepción. Él me empuja ligeramente hacia atrás hasta que tengo la cabeza en la almohada. Después, me cubre con el edredón. A pesar de mi descontento porque no haya querido quedarse, no puedo evitar que se me cierren los ojos. Estoy agotada. Él me dedica una sonrisa de lado al verlo.
—Buenas noches, Brooke.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top