Capítulo uno
Se apoyó en un árbol mientras jadeaba con fuerza. Encima de que estaba cansada, había tenido que correr por casi todo el bosque.
Dejó caer su cabeza contra el tronco y cerró los ojos un segundo. En cualquier momento iba a anochecer y ella aún no encontraba un lugar en el cuál refugiarse y pasar la fría noche.
Cuando entró al pueblo, lo primero que hizo fue comprar algo para comer con los pocos ahorros que tenía y luego se internó en el bosque en busca de alguna cueva, tubería o lo que sea pero que le sirviera para dormir.
Hasta ahora, todas las cuevas que había encontrado estaban siendo ocupadas por coyotes. Intentó pelear con ellos pero eran salvajes a más no poder. Y uno la correteó por casi 5km.
Malditos y asquerosos coyotes.
Si seguía así, tendría que dormir en los árboles y lo odiaba. Era muy incómodo. Y buscar ayuda o algún departamento en el centro no era una opción ya que debía mantener un perfíl bajo, tampoco quería gastar la poca plata que había logrado conseguir gracias a algunos trabajos que hizo en los otros pueblos.
Pero aún así se negaba a darse por vencida.
Ella encontraría un lugar donde dormir y al próximo coyote rabioso que se le aparezca con ganas de defender su territorio iba a matarlo.
Necesitaba con urgencia dormir luego de pasar días sin hacerlo.
Así fue como entonces siguió caminando con su única mochila al hombro y su misma ropa de días, algo sucia ya.
Caminó y caminó con sus zapatillas gastadas. En el bosque no se escuchaba más que el cantar de algunos pájaros, ardillas trepando árboles y aullidos horribles de coyotes...
¿Ya mencionó que odia a los coyotes?
Sus pasos hacían crujir las ramas y hojas secas mientras que sus ojos cansados miraban para todos lados buscando una posible guarida...
Fue entonces cuando la vió.
Tan imponente.
Tan oscura.
Tan terrorífica.
Los restos de lo que parecía haber sido una hermosa mansión en el pasado se posó frente a sus ojos. Ahí. En el bosque. En medio de un claro, se alzaba esa gran mansión que se notaba a leguas que estaba abandonada y tenía partes destruídas.
La observó con cuidado y luego agudizó su oído para intentar saber si había alguien ahí dentro o no. Nadie. Ni un solo ruido. Ni un solo latido.
Se acercó a pasos lentos, mirando para todos lados y sin dejar de mirar los vidrios rotos de las ventanas que tenía al frente. Toda la casa provocaba un escalofrío en la columna vertebral de la chica pero eso no detuvo sus pasos.
Subió los escalones del porche que crujieron contra su peso pero no se rompieron. Estando cerca se veía aún más oscura...
Sin poder evitarlo, estiró una de sus manos hacia la pared y pasó sus dedos por ella. Rápidamente sus dedos se impregnaron de eso negro que cubría la casa.
Ella lo olfateó.
Olía a... quemado.
Con eso ya podía asegurar que algo malo había pasado en esa casa... algo muy malo.
Su curiosidad y sus ganas de encontrar un refugio la hicieron abrir la puerta principal. Esta chirrió de una manera tan tenebrosa que asustaría a cualquiera, ella entró y lo primero que vió fue una gran escalera que sin dudas en el pasado había sido majestuosa.
Comenzó a observar todo a su alrededor. Todas las paredes estaban cubiertas de eso negro.
Toda la casa olía a viejo, quemado y tierra.
El piso estaba lleno de suciedad.
El polvillo volaba por todos lados haciéndole estornudar.
Había partes de la casa que no tenían techo como la parte de la cocina-comedor y el living.
Miró el piso con curiosidad... muchas pisadas estaban marcadas gracias a toda la tierra que había, lo cuál le hizo saber que no era la primera en visitar este lugar en estas condiciones.
Luego subió las escaleras y se encontró con más destrozos, partes en las que no había piso y varias habitaciones de las cuales solo una parecía estar en buenas condiciones para ser ocupada ahora mismo porque era la única que tenía la cama limpia.
Eso no solo confirmó su teoría de que no era la primera en entrar a ese lugar sino que había alguien hospedándose allí...
Pero ella no percibió el olor de nadie... así que lo más probable era que la persona ya no vivía más ahí.
Lo cual era una ventaja para la joven quien con solo ver la cama en condiciones soltó un suspiro, tiró su mochila al suelo sin importarle la tierra y se dejó caer sobre el colchón.
La cama era tan cómoda... ¿O era su cansancio quién le hacía pensar eso?
No lo sabía pero sí sabía una cosa:
Se quedaría en esa casa.
Estaba decidido.
Y nada ni nadie la iba a sacar de ahí.
Después de todo... prefería lidiar con fantasmas antes que con coyotes salvajes.
Con esos últimos pensamientos en su cabeza, cerró sus ojos y se durmió profundamente.
(......)
Un grito desgarrador la despertó en medio de la noche.
Sobresaltada se sentó en la cama y el grito volvió a repetirse... Parecía venir de todos lados... Del bosque, del centro... Y hasta de la misma casa.
Se estremeció entera.
¿Serían los fantasmas de la casa? ¿De verdad no iban a dejarla dormir?
Se levantó con sumo cuidado y abrió la puerta de la habitación para ver hacia el pasillo. Nada... Abajo tampoco se sentía ninguna presencia pero lo mejor sería averiguarlo por cuenta propia...
Justo cuando iba a poner un pie fuera de su habitación, escuchó el crujido de varias hojas y ramas quebrarse y pasos acelerados provenientes del bosque que se acercaban cada vez más.
Entró apurada a la habitación otra vez y corrió hacia la ventana donde se agachó y se asomó solo un poco para poder observar... Entonces tres sombras se proyectaron siendo cada vez más claras gracias a la luz de la luna. Una chica y dos chicos...
Y se dirigían a la casa.
- ¿Ella vino aquí? - habló uno de los chicos, el que caminaba adelante - ¿Estás seguro?
La joven se tensó. ¿Hablaban de ella? ¿cómo sabían? ¿Cómo la conocían si quiera? No podía ser. ¿Ya la habían encontrado tan rápido?
Se estaba desesperando y eso no era bueno.
- Si, su aroma llega hasta aquí. - contestó el otro chico que caminaba atrás con la chica.
Mierda. Otro hombre lobo.
Inmediatamente ella puso en control sus latidos para que el chico no la detectara.
- De acuerdo. - el primer chico se detuvo y se giró para mirarlos - Pero, ¿Lydia conoce este lugar?
¿Lydia?
¿No estaban aquí por ella entonces?
¿Eso era un alivio? Uno pequeño.
- No por mí. - murmuró la chica y luego de un silencio prolongado, continuaron caminando hacia la casa tensando completamente a la joven que se encontraba dentro- Tal vez vino por instinto, a buscar a Derek.
- Más bien... Buscando a un alfa... - contestó el chico que iba a su lado mientras seguían avanzando hacia la casa.
La loba dentro de la casa frunció el ceño.
- Los lobos necesitan una manada ¿No? - volvió a preguntar la chica.
- No todos.
- ¿Pero se sentiría atraída hacia un alfa? -se detuvieron otra vez- ¿Es instinto buscar una manada?
- Si, somos más fuertes juntos. - era una conversación solo de ellos dos ya que el chico que iba adelante caminaba muy concentrado.
- Superioridad numérica. - asintió la chica.
- No, somos mucho más fuertes, rápidos y mejores haciendo todo.
- ¿Lo mismo es con un alfa?
- Si, con Derek pasaría igual.
- Oigan, miren esto. - el primer chico volvió a hablar mientras se agachaba y tocaba algo - ¿Lo ven? - la chica se agachó a su lado a examinar lo que sea que fuera - Creo que es una trampa.
Entonces el chico tiró de ella y el otro que se había quedado atrás fue levantado de imprevisto quedando colgado de cabeza.
La loba abrió los ojos. Ella no sabía de la existencia de esa trampa. Iba tan cansada que la pasó por alto.
- ¿Stiles? - lo llamó el chico que ahora estaba colgado.
- ¿Si, amigo? Ouh... - dijo cuando volteó a verlo
- Cuando vuelvas a ver una trampa... - estiró los brazos y negó - No la actives.
- Si, claro.
La chica que estaba con ellos rió y hasta la loba esbozó una sonrisa de burla.
Qué idiotas.
Los chicos intentaron acercarse al que estaba colgado pero él los detuvo alarmado.
- ¡Esperen, esperen! Alguien viene..., Escondanse... - la loba también se puso alerta - ¡Ya! - entonces los dos corrieron dejándolo a él solo colgado.
En eso, un grupo de al menos cinco hombres aparecieron y uno -el que parecía ser el líder- se agachó frente al chico colgado.
La loba observó las armas y la vestimenta de los hombres.
Eran cazadores...
Mierda. El chico estaba jodido.
- Scott... - pronunció el cazador en saludo.
- Señor Argent.
A la loba se le fue todo el aire y toda el alma al escuchar ese apellido y miró mejor por la ventana.
No podía ser...
No, no era él...
Pero tenía el mismo apellido.
Mierda...
El chico definitivamente estaba jodido.
- ¿Cómo estás? - le preguntó el hombre.
- Bien... Aquí... Pasando el rato. - contestó con despreocupación - ¿Es de las suyas? Muy buena... Buen diseño, muy efectiva. - la loba no lo podía creer.
¿Estaba hablando como si nada con un Argent?
- ¿Que haces aquí, Scott?
- Busco a mi amiga.
- Ah... Claro... Lydia es de tu grupo ahora ¿Cierto? ¿Parte del equipo? ¿así es cómo le dicen? O le dicen de otra manera... ¿parte de la manada?
Okey, ella no entendía mucho pero todo parecía tener que ver con esa chica.
Y el hecho de que estuviera a tan solo metros de un Argent la hacía apretar sus puños. La impotencia la recorría.
No podía matarlo... No así... No ahora.
- De hecho, grupo suena muy bien.
- Eso espero porque sé que es amiga de Allison y hay una circunstancia especial contigo. Puedo soportar una, no dos.
- No...
- Scott ¿Sabes lo que es una hemicorporectomía? - la loba volvió a tensarse.
Ella sabía muy bien lo que era eso...
Sentía que se estaba ahogando y la necesidad de salir y asesinar a ese maldito loco y ayudar al chico incrementaban... Pero no debía ser estúpida.
- Creo que preferiría no saberlo...
- El término médico para amputar a alguien por la cintura... cortarlos a la mitad. Se necesita mucha fuerza para cortar el tejido y el hueso de esa forma... - el cazador señaló el abdomen del chico - Espero que nunca sea necesario demostrártelo.
La joven dentro de la casa tragó saliva y se ocultó detrás de la pared cuando vió al cazador mirar en dirección a la casa.
Luego de eso, el cazador se levantó y se alejó con su grupo dejando al chico muy asustado, pero vivo.
¿Por qué no lo mató?
Los otros dos chicos volvieron a aparecer cuando ya no hubo rastro de los cazadores.
- ¿Estás bien? - le preguntó la chica.
- Si... Solo es otra conversación con tu papá en la que me amenaza.
¿Qué?
¿Ella también era una Argent?
Sin dudas no parecía una.
Pero ¿qué hacía una Argent con un hombre lobo?
Cada vez entendía menos...
- Stiles... Ayúdame. - la chica corrió hacia un árbol junto con el chico que parecía llamarse Stiles para poder desarmar la trampa.
Hasta eso... El que parecía llamarse Scott, el hombre lobo, sacó sus garras, cortó las tiras que lo ataban y cayó de pie en el suelo.
Los otros dos lo miraron sorprendidos.
- Gracias... Yo puedo solo.
- Claaaro... - murmuró con sarcasmo Stiles y la chica rió.
El tal Scott comenzó a caminar hacia la casa otra vez.
- ¿Vienen?
Los tres avanzaron más pasos hacia la casa y eso ya no le gustó a la loba. No podían verla. No quería que la vean. Pero tampoco sabía cómo hacer para que se vayan.
Se debatía entre sus opciones... ¿hablar con ellos? Definitiva no. ¿Matarlos? Podría... Pero parecían inofensivos y solo buscaban a su amiga. ¿Asustarlos? ¿pero cómo?... ¿esconderse? No, ella no era una cobarde.
Entonces el mismo grito que la despertó se escuchó de nuevo en todo el bosque. Todos se erizaron, la loba puede afirmar que los chicos también.
- Viene del sur... - murmuró el lobo. Se miraron entre ellos y comenzaron a correr en esa dirección.
La loba se relajó.
Al menos se estaban alejando de la casa.
Aunque no podía negar que había quedado intrigada con esos chicos tan extraños... Un Argent que no era el Argent al que ella estaba acostumbrada a ver y una pequeña Argent amiga de lobos... Eso sin sumar los gritos desgarradores de esa chica que al parecer era la tal Lydia...
Era todo tan irreal.
En ninguno de los pueblos que había estado presenció situaciones tan... Raras.
La loba no pudo dormir más en toda la noche.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top