Capítulo 7
Esa mañana, Kakashi estaba destrozado. Apenas si había podido conciliar el sueño luego de la cena por su apuesta supuestamente perdida.
La expresión en el rostro de Sakura cuando le acariciara la piel interna de la muñeca en un intento de lección de masturbación, lo maltrató durante toda la madrugada. Fue imposible quitar de sus pensamientos la imagen de esos labios hinchados, de la placentera sorpresa en esa mirada vidriosa resaltada dulcemente por las mejillas encendidas.
La locura que se desató en su interior al percatarse de la alta sensibilidad que la joven ostentaba inocentemente, ese grado de ingenuidad ante su sexualidad y la curiosidad que él tan hábilmente había logrado despertar en ella, simplemente lo atormentaron manteniéndolo despierto buscando la manera de calmar su excitado cuerpo.
Apenas si había logrado contener la erección con la que se despidió de ella, disimulando la prisa por ocultarla detrás de la necesidad de dejarla sola para su autoexploración. Y lo peor de todo era que nunca se había dado tantos solitarios luego de sus diecisiete, edad en la cual descubrió el efecto que tenía sobre las mujeres, y lo fácil que le resultaba obtener lo que quisiera de ellas.
Aún no entendía porque demonios había sucumbido al impulso de explorarla de esa forma tan sexual. ¿Y qué había logrado con ello? ¿Acercarse? ¿O que mierda?
Nada, sólo disfrutarla en esos efímeros momentos para luego torturarse con la dolorosa verdad de saber que ella estaba vedada para su vida, porque así se lo había jurado.
«Quien te manda a meterte en esto...»
Y era él mismo. Él y ese cosquilleo que ella le causaba cada vez que pululaba a su alrededor. Y la culpa que sentía por no haberse concentrado en su momento en ser un verdadero sensei para la muchacha.
Tal vez esa intención de ayudarla a realizarse como mujer funcionaría como una forma de expiación. Se lo repetía una y otra vez, intentando convencerse de la virtud de su método. Pero... ¡a quien engañaba!
Disfrazar ese desinteresado ofrecimiento de su experiencia en el plano sexual como lecciones, podían estar funcionando en ella. Pero en él estaba haciendo estragos, porque era consciente de que una parte de sí mismo simplemente la deseaba con locura. Una parte a la que encerraba bajo siete llaves para contenerla, porque sabía que por mucho que pudiera ofrecerle, nunca sería capaz de darle la vida que una mujer como ella se merecía.
Suspiró ruidosamente, ofuscado por sus cavilaciones, apretando entre sus dedos la página del documento que había releído por cuarta vez, intentando entender algo de las cifras que allí se expresaban.
— ¡Mierda! ¿Quién carajos me manda a meterme-
—Lo mismo quería preguntarle, hokage.
Kakashi dio un respingo en su silla soltando los papeles para ponerse en guardia, aunque sólo le tomara un segundo reconocer esa voz que se oía apagada detrás de la máscara de perro.
— ¡Seiyi! ¡Hijo de puta! ¡Cómo me vas-
— ¡Epa! ¿No me sentiste llegar? Raro. — El ANBU se sonrió aunque no pudiera verlo.
Kakashi ni siquiera volteó, disimulando el disgusto que le causaba esa certera afirmación tras la molestia por las pilas de papeles sobre su escritorio.
— ¿Distraído hokage? — arremetió hincando en la molestia, mientras se posicionaba sigilosamente al lado de hombre — Eso sí que es raro en ti, amigo.
Kakashi giró en su silla con el ceño contraído.
—Estaba concentrado, no distraído.
—Mmmm... nunca antes pasó desapercibida mi presencia, y eso que esta vez ni siquiera intenté ocultar mi chakra. — Y levantó la máscara, una vez que constató que estaban seguros, para que el peliplata pudiera apreciar la sonrisa de socarrona victoria que adornaba su rostro.
—Ya... Es en vano explicarte algo cuando crees que ganaste.
— ¿Cuándo lo creo? — Se carcajeó. — Corrección. No puedes justificar nada porque te gané esta vez.
El hokage rodó los ojos antes de apoyarse en el respaldar de su cómodo sillón, aflojando la cabeza en la mano que descansaba en el ancho posa brazos.
—Como digas, no voy a discutir contigo y punto.
—Señal de que me conoces. Y no te conviene lidiar conmigo si estás así de cansado, te ganaría otra vez. — Su sonrisa se tiñó de picardía antes de que se acercara al ninja bajando el tono de voz como si intentara confesar un secreto. — Es intensa la dulzura pelirrosa, ¿no?
— ¿Que dices?
—Lo obvio.
Kakashi endureció la mirada, disimulando la incomodidad que esas palabras le causaron.
—A caso.... ¿me seguiste?
—No lo niegas.
—Tu tampoco.
Seiyi se carcajeó. No podía estar disfrutando más del momento embarazoso que le estaba haciendo vivir a su amigo.
Siempre Kakashi fue muy celoso y reservado con respecto a Sakura. Demasiado para el gusto de Seiyi, tildándolo de exagerado en más de una ocasión. Y si bien le comprendía, nadie más que él podía entender a un hombre profundamente enamorado, no compartía en absoluto las razones que el peliplata le brindaba excusando la distancia que mantenía con su ex alumna.
Aunque poco le importara, más de una vez se preguntó que veía en esa niña delgada, sin formas, algo caprichosa y débil que lo tenía tan enloquecido. No lo juzgaba, allá él con sus preferencias, pero no por eso no le resultaba un enigma la muchacha y todos los efectos que causaba en su amigo.
Y así fue durante años, hasta que Kakashi ya en sus funciones como hokage, le pidiera que la observara por él.
Fue durante ese tiempo, que desde las sombras debiera dedicarle a la kunoichi, que pudo descubrir al fin los encantos delicados y extremadamente sensuales de la joven, tan ocultos bajo esa piel de porcelana y esa mirada jade. Y allí entendió todo, llegando hasta molestarle cuando el peliplata prescindiera de sus servicios como vigilante.
—Anoche tuve que cubrir al ANBU que le correspondía vigilar al hokage.
Kakashi asintió seriamente, apretando los labios.
Debía reconocer que por un lado le aliviaba que fuera Seiyi quien lo viera entrar al departamento de Sakura. Realmente quería mantener lo más reservada posible esa parte de su vida, sobre todo por ella.
Pero por otro, por alguna razón sentía que lo quería lejos de Sakura, sin entender bien el porqué de ese pálpito. Y esperaba que no hubiera sido testigo de absolutamente nada de lo que sucedió puertas adentro. Seiyi era tan o más dominante que él, teniendo una precisa habilidad para reconocer a las mejores sumisas en potencia. Y sabía que la vería con los mismos ojos que él. Aun así, si como consuelo pudiera funcionarle, el ANBU tenía códigos. Nunca robaba las sumisas que ya habían sido reclamadas por otro amo. Sólo si la mujer así lo prefería, claro.
—Y, debo admitir, que ahora entiendo porque no me enviaste más a vigilarla... Digo, a cuidarla.
Seiyi le sonrió con malicia cuando su amigo lo miró furioso al confirmar las sospechas de su corazonada.
—Ten cuidado con lo que dices. Sabes con quien estás hablando.
— Hey, amigo... ¿por qué tanta agresividad? — Encogió los hombros esbozando una fingida inocencia que no hacía más que provocarlo. —Me refería a que ahora te encargas tú mismo, y en persona, de esa tarea.
Kakashi le fijó la mirada por unos segundos. Y Seiyi hizo lo mismo, midiéndolo. Segundos tensos en los que parecían dos machos demarcando un territorio, definiendo intenciones no dichas.
— Me imagino que si estás aquí es porque tienes algo más importante que sólo molestarme.
— ¿Le estaba molestando, hokage? Mis dis-
—Córtala.
Seiyi sonrió y se acomodó a su lado adoptando la seriedad y postura de respeto que le merecía su superior.
Carraspeó aliñando la voz, antes de sacar de su cintura un pequeño rollo de papel, el cual desenrolló sobre el escritorio frente al hokage.
—Así es, hokage-sama. Acabo de recibir información de los espías que envié a las aldeas en las que se dieron los disturbios que nos ocupan.
—Te escucho— y giró hacia el escritorio, centrando toda su atención en lo que el ANBU iba indicándole, no sin aún sentir el picor que la mención de Sakura por parte su camarada le provocara.
—Puedo al fin confirmar que toda la información brindada por Sasuke es cierta y precisa. Aunque había un detalle que me tenía inquieto desde que él lo mencionara. Así que me tomé la libertad de profundizar. Te garantizo la discreción adoptada en la misión.
—Descarto eso de ti.
Luego del fallecimiento de Danzo, Seiyi había ocupado temporalmente y a sugerencia de Kakashi, el mando de las fuerzas Raiz, hasta que se nombrara al sucesor.
Seiyi no quería ese puesto para sí mismo. Y aunque Kakashi no estuviera de acuerdo con la decisión, respetó la elección de su camarada y amigo. Pero no por eso se abstuvo de encargarle a él, en completa discreción y confianza, las misiones más reservadas y complejas. Al fin y al cabo, sus funciones como hokage se lo permitían sin tener que rendir cuentas ni darle explicaciones a nadie, ni siquiera al consejo. Y así lo prefería.
Realmente confiaba en el ninja, y lo conocía lo suficiente como para descansar su tranquilidad en la infabilidad de las habilidades del ANBU.
—Las facciones activas, que se adjudican ser seguidoras de las ideas de Orochimaru, están muy dispersas y son pequeñas. De Orochimaru sólo usan el nombre, como una forma de producir temor, pero nada más. Pudimos confirmar que no tienen fuerza más que para generar cierto revuelo y algunos daños materiales, llevando nuestros ninjas de un lado a otro.
—Entiendo. ¿Me quieres decir que...?
—Son un distractor, Kakashi.
El hokage cerró el puño apoyado en la mesa, exhalando por la nariz al intentar aflojar algo de tensión. Su experiencia lo había puesto en alerta con esos altercados, sospechaba que había algo más detrás pero no contaba con la información, que ahora Seiyi le brindara, para confirmarlo.
—La verdadera actividad está por debajo de la Aldea de la Niebla. — Señaló sobre el mapa una zona marcada con un punto rojo, que se encontraba ubicada detrás de la entrada a dicha región.— Otra vez volvieron a utilizar una aldea de difícil acceso como base de ocultamiento. No es una idea nueva, pero sí efectiva.
—¿De cuántos estamos hablando?
—Miles. No los suficientes para iniciar una nueva guerra, pero están ganando adeptos rápidamente.
Kakashi asintió con el ceño contraído.
—¿Cuál es su objetivo?
—Mis espías siguen en esa tarea. Pero me atrevería a decir que esta vez quieren limpiar todo lo que tenga que ver con el manejo del chakra. La gente quedó admirada pero asustada luego de lo que demostrara Madara y son influenciables por estas ideas.
—¿Crees o lo sabes?
—Lo sospecho. Aunque estoy bastante seguro, aún necesito profundizar en las investigaciones para confirmarlo completamente.
Kakashi relajó su cuerpo en el respaldar del sillón apoyando también la cabeza y perdiendo la mirada en el techo. No le gustaba en absoluto la información que acababa de llegar a sus manos.
Si Seiyi sospechaba del motivo de esa revuelta, al contárselo sólo lo estaba confirmando. Él no era una persona de lanzar una idea sino estaba muy seguro de que iba por el camino correcto.
Y si se corroboraba, entendía que estaban descubriendo un peligro mayor que el que Madara representara. Nadie quien contara con el manejo de chakra o lo hubiera heredado por genética, estaría a salvo. En muchas personas era evidente esa destreza, en otros apenas latente, y los demás la ignoraban teniendo que pasar por un arduo entrenamiento para desarrollarla. Y estarían en peligro, todos. Esto se convertiría en una caza de brujas teniendo a más de la mitad de la población como blanco.
Estaban al frente de un genocidio en potencia.
—Sigue con tus averiguaciones, Seiyi. Con la mayor celeridad posible sin levantar sospechas. La anticipación va a ser nuestra mejor arma.
—Estoy en eso.
— Nuevos comandos saldrán esta semana a aldeas en las que se avistaron estos pequeños grupos insurgentes. Sólo como una medida para llevar tranquilidad. Quiero que elijas a tus mejores agentes ANBU, preferentemente los entrenados por ti, y los envíes respaldando estos equipos para que busquen indicios bajo la superficie.
—Vamos a tener oposición de tus ninjas.
—No te preocupes por eso.
Seiyi asintió antes de elevar la mirada hacia la puerta. Bajó la máscara ocultando su identidad, cuando presintió a alguien acercándose, mientras Kakashi enrollaba y ocultaba bajo la túnica el mapa con los descubrimientos del ANBU al sentir lo mismo.
El golpeteo en la puerta no se hizo esperar y les obligó a guardar las formas. Seiyi se alejó de Kakashi, adoptando la postura típica de sumisión guardada por los agentes de su rango, cuando el hokage le dio permiso a una Shizune terriblemente alterada que rápidamente se adentró a la oficina.
—Hokage sama, buenos días. — Giró su mirada hacia el ANBU — Agente.
Seiyi asintió en respuesta al saludo.
—Perdone la interrupción hokage sama, pero hace más de diez minutos que el concejo lo espera para la reunión semanal. — Hablaba a toda velocidad.
—No lo olvido, Shizune.
—Necesito que-
—Estoy en algo más urgente. Por favor, ofréceles mis disculpas y té, del bueno.
—Ya lo hice. Y me pid-
—Entonces alcánzales estos... — se estiró tomando la pila de hojas que yacían en un extremo del escritorio — ...documentos. Que los vayan leyendo. Gáname quince minutos.
—Pero-
—Quince minutos, Shizune. — Su voz no daba lugar a réplica.
—Hai. — y tomó los papeles retirándose con la misma prisa con la que había entrado, cerrando la puerta tras de sí con algo de violencia, demostrando la molestia que le habían causado las palabras de su superior.
—¡Qué carácter!
—¡Ni que me lo digas! Pero es en extremo eficiente. Todo no se puede pedir, ¿no?
—Le haría falta un-
—Por favor, Seiyi.—le interrumpió apretándose el puente de la nariz con dos dedos.
—Iba a decir un descanso. ¿Qué te imaginaste?
—Lo que realmente ibas a decir.
—Es linda. Ummm...tiene un buen trasero. — Se encogió de hombros —No me molestaría ofrecerle mis servicios de ... "masajista".
Kakashi ni le respondió, sólo se limitó a preparar los permisos necesarios para que Seiyi entregara a los equipos de ninjas cuando asignara al ANBU que debería acompañarlos. Por lo general, ninjas y agentes especiales no trabajaban juntos, la naturaleza de sus labores y los métodos utilizados por cada bando no se lo permitían. Pero esta vez había razones muy específicas para saltarse esas nimiedades.
—¿Vas esta noche?
—¿Al club?
—¿Dónde más? Somos criaturas de costumbres, Kakashi.
El pleiplata asintió sonriendo sin levantar la mirada de su tarea.
—¿Hay performance? — preguntó con desgano.
—Nah...lo de siempre. Pero me gustaría revisar unos temas de números contigo. Necesito de tus nuevas habilidades de "gerenciamiento". — La palabra sonó provocativa con el tono que utilizó, pero lo dejó pasar. En realidad, se le daban bien esas cuestiones aunque las odiara.
—Ok. —Kakashi suspiró resignado. —Haré lo posible. Si no me deja quemado el concejo.
—Va a venir Zulima. — Y le codeó en el hombro, que era lo que tenía al alcance — Y preguntó por tiiii~iii...
El ninja se carcajeó por lo bajo al recordar a la rusa de cabellos de oro. Una voluptuosa mujer, de grandes pechos, cintura pequeña y trasero firme digno de sus ciento veinte centímetros de cadera; una Ama switch con todas las letras que lo deslumbrara en un momento de su vida y que consiguiera llevárselo a la cama en más de una oportunidad. Una de las pocas que lo habían logrado.
—Veo que la recuerdas aún...
—No es una mujer precisamente olvidable — le extendió los permisos que el ANBU resguardó en el bolsillo frontal del escudo que lo protegía. — Pero te la dejo para ti, disfrútala amigo.
—Sabes que ella elige, ¿no?
—Sí, pero no estoy en el catálogo esta vez. Y en nivel de calidad sigues tú. Así que no va a ser difícil anticipar lo que va a terminar haciendo. Sabes lo que busca cada vez que viene a la Aldea de la Hoja.
—Hey... en esa escala de la que tanto te afanas, estoy primero yo.
—No para ella. Le gustan más los castigos que las humillaciones de un conde.
—¿Entonces tendré que parecerme a ti para que me deje profanar esos redondos pechos?
Kakashi dejó escapar una carcajada. —Sólo sé tú mismo, usa tu magia — le dijo con burla — Yo paso esta vez.
—Ummm... estás dejando pasar muchas últimamente.
—Bueno, quizás me esté poniendo ¿viejo?
Seiyi sonrió aunque quedara opacado por la máscara. Y no era una sonrisa de burla, era una de compresión. Porque realmente entendía por lo que estaba pasando el ninja, aunque le criticara más de una vez el mantenerse tan al margen.
—No es vejez eso — susurró sin que Kakashi lo oyera.
Suspiró entendiendo que no podría replicarle nada, el peliplata tenía sus razones para elegir lo que hacía. Tomó el rollo con el mapa guardándolo en su uniforme y se dirigió a la ventana para retirarse al fin.
—Kakashi.
El nombrado volteó para verlo.
—Por lo de anoche, entiendes que de mí no sale, ¿verdad?
—No tenías que ni aclararlo.
—Sí, lo sé...— respiró hondo — Sólo que quería decirte...Me alegro que al fin dieras el paso con Sakura.
Kakashi suspiró.
—Bueno... no hay nada con Sakura. — y volteó para continuar con lo suyo, una pesada reunión aguardaba por su presencia.
Seiyi le sonrió. — Claro.
Y subió de un salto a la ventana entendiendo que nada de lo que dijera haría reaccionar al cabeza dura de su amigo. Cuando ese hombre tomaba una postura, la mantenía a muerte y normalmente no tenía problemas con eso, pero esta vez no entendía porque le enervaba tanto.
Chasqueó la lengua con molestia.
—Es una preciosura la pelirosa, ¿sabes?
Kakashi alzó la vista repentinamente ante esas palabras, clavándola en la nuca de su amigo.
— Sakura es... es una joya. Una real y verdadera joya. Al fin aprecio lo que tú veías. — Giró el rostro para enfrentarlo — Y no te das una idea de cómo te entiendo, Kakashi.
—Seiyi...— replicó entre dientes. No le gustaba en absoluto lo que escuchaba.
—¿Y sabes qué? La tienes, idiota. Es toda tuya, aunque no te des cuenta.
El peli plata endureció la mirada, transformándola en una de advertencia imposible de negar. Todo su cuerpo se tensó en ese momento, hinchando cada músculo al prepararlo para marcar ese territorio que no cedería por nada del mundo, aunque él mismo no lo tomara.
— Por primera vez te envidio. — Y le sonrió perversamente, enderezando la espalda y elevando el mentón al fijar su postura en una de desafío. — Así que, ¿quieres un consejo?
Kakashi ni se inmutó, pero sus ojos se oscurecieron con furia.
—Tsk... no, no lo quieres. — Respiró profundo. Se lo daría de todas formas. — Reclámala y rápido.
—No es tan fác-
—¡Ya! ¡Otra vez con eso! Lo es. Lo es para ti, pedazo de idiota. — Le regañó entre dientes sosteniendo la mirada retadora por unos segundos, antes de voltear nuevamente para fijar el punto en el que aterrizaría al lanzarse por la ventana.
No se sentía del todo bien con lo que haría, pero él era un hombre de códigos y no dejaría pasar más tiempo. Kakashi debía saber lo que le pasaba. Esa jovenzuela era una delicia en potencia, una que no había visto en toda su vida y lo tenía deslumbrado. Ansiaba probarla aunque conociera los sentimientos de su amigo. Pero si el muy idiota se negaba a ella, no dudaría ni un segundo. Nunca lo hizo y no era momento para empezar a ser compasivo.
—Mira, decídete. Lo haces tú... — respiró hondo — O te corres de una vez y lo hago yo.
—¿Qué?
— No digas después que no te lo advertí.
Kakashi tomó aire poniéndose de pie para enfrentarlo, pero Seiyi fue más rápido esfumándose por la abertura antes de que el peliplata lograra aunque sea acercarse. Y sabía que no iba a poder seguirlo, había advertido que Shizune estaba por entrar nuevamente a la oficina para reclamar su presencia, ya que los quinces minutos habían expirado.
Maldijo entre dientes.
De todas las mujeres que los rodeaban y las que Seiyi fácilmente podía tener, tuvo que elegir a la única que en la que no debía fijarse. Y le entendía, Sakura era una joya, tal como lo dijo. Pero era suya, pura y exclusivamente suya.
La mañana se fue como llegó, en medio de papeles, reuniones y decisiones en base a incertidumbres. Sin mencionar lo preocupado que le dejaran las novedades que el ANBU le informara.
La tarde no fue mejor, y hacia las seis Kakashi sintió que por el día ya había sido demasiado.
Las palabras de Seiyi sobre Sakura aún resonaban en su cabeza y le molestaba la inseguridad que le habían provocado. Que su amigo estuviera advirtiéndole sobre una mujer, no era nada bueno.
El Hyuga era un tipo frontal y de códigos, más hacia él. Entendía que parte de su obrar fueron meras provocaciones para forzarlo a un decisión que se vedaba tomar. Pero que lo previniera acerca de sus intenciones sólo denotaba que iba enserio, y se maldijo del momento en que consideró una buena idea pedirle que la cuidara por él.
Así que decantó por dar terminada la jornada, emitiendo sus últimas demandas y delegando el resto. Lo que quedara del día se lo tomaría en su santuario. Necesitaba despejar sus pensamientos y calmarse, bajar la furia que le causaba estar en ese estado entre celoso y preocupado, al que el idiota de su camarada lo había empujado.
Y si bien su desesperación por verla era mayor a cualquier otro día, entendía que no podría pasar por el hospital y simplemente arrancarla de sus funciones antes de tiempo. Como hokage estaba habilitado para hacerlo, pero era Sakura de quien estaba hablando y allí la cosa se complicaría. La jovencita amaba su trabajo y el sentido de responsabilidad primaría.
Así que simplemente se retiró a su santuario, él con su Icha Icha a solas, como en los viejos tiempos para bajar la ansiedad, acomodar los pensamientos. El día le había arrojado de todo, pero la simple mención de alguien, sobre todo Seiyi, entrando a la vida de su niña rosa lo había desestabilizado por completo. Y no era bueno enfrentarse a ella sin poder mantener ningún escudo a raya.
Sentado bajo la sombra del árbol más viejo, sumido en la lectura, sonrió cuando la dulce energía de su chakra llegó a él. Sakura estaba cerca y avanzando rápidamente hacia su ubicación.
Ella se esforzaba por ocultarse, lo que no podía más que divertirle al percibir el sobre esfuerzo en vano que hacía. Jamás pasaría desapercibida para él. Eso era imposible, la conocía a la perfección. Cada vibración en su chakra, cada aroma, cada temblor en su piel.
Y todo su cuerpo comenzaba a reaccionar en anticipación a esa dulce energía que lo embriagara desde el primer instante en que la conoció.
—Buenas tardes, hokage-sama.
—Hey... — alzó la vista rápidamente desde el libro para observarla, intentando no devorarla con la mirada. —Hola Sakura.
—Perdón hokage, ¿le asusté? — y una risita juguetona escapó de esos rosados labios, una que le supo a gloria.
—Bueno...Primero, no me llames así.
—Cierto. Aquí no guardamos las formas... Kakashi-sensei.
—Ex sensei. —Acotó con desgano resaltando la palabra ex. — ¿Y acaso luzco asustado para ti?
—Emm... nope... — un mohín de puchero se dibujó en sus labios, esos pequeños y rosados labios. — ¿Me oíste? Porque yo quería hacerte una broma...
— ¿Ah, sí?
—Sí, pero no me salió — torció la boca.— Siempre me descubres todo. ¡Contigo no puedo hacer nada!
Él se carcajeó por lo bajo provocando un sonrojo en ella. Había frustración en esa dulce voz y un dejo de nerviosismo, del que provocan los placeres no resueltos. Él podía leerlo y le era imposible no disfrutarla de esa forma.
Definitivamente, unos minutos frente a esa joven y todo el malestar de su día desaparecía.
— Yo no diría eso, Sakura. Se pueden hacer más cosas de las que crees conmigo.
Ese delicado rostro se enrojeció por completo en ese instante, entendiendo perfectamente a qué se refería su ex sensei.
— ¡No seas tan degenerado! No me refería a... eso.
— ¿Qué...? No me digas que creíste que yo... ¡Sakura! ¿Creías que te hablaba de sexo?
— ¡Kakashi! ¡Ya! — Las mejillas se inflaron de enojo y él no pudo más que reír. —Eres malo conmigo...
Sí, definitivamente ella era su mejor medicina.
—Perdona... — carraspeó acomodando la voz mientras la observaba quitándose el calzado y buscando algo en su enorme bolso— Me la dejaste muy fácil y no pude contenerme...
—Sí, claro. Siempre te la dejo fácil, que conveniente.
Él se mordió el labio inferior sin poder evitarlo.
—No te das una idea de lo que me enc...— cortó la frase en seco advirtiendo que estaba diciendo demasiado en un contexto en el cual no podría justificarse luego — Digo, me diviertes y... mira, sólo sentí tu chakra... soy bueno en eso... y resulta que...
—No puedes haber sentido mi chakra. Estás mintiendo.
Él negó sonriendo divertido al ver como ese rostro se contraía más en enojo.
—Kakashi, usé el jutsu de ocultamiento de chakra, el que tú me enseñaras.
—No te sale conmigo.
—Imposible. Mientes. Me quieres hacer enojar de nuevo.
Kakashi negaba riendo, intentando contener las carcajadas.
—¡Es el mismo que usé en el examen! ¡Me aprobaste porque no viste venir mi ataque!
—Eso no fue lo que pasó en el examen para jounin. — rió.
—Sí, claro. Como no. Ahora modificas la historia para tu conveniencia. Solo estás molestándome... y no voy a caer otra vez. Ya demasiado tuve anoche por horas con... — su sonrojo aumentó — ¡Nada!
Y volteó para desplegar la alfombra de meditación que Kakashi le regalara, extendiéndola en el suelo a escaso medio metro en frente al peliplata.
Estaba tan hermosa. Tenía un aura diferente esa tarde. Era obvia su frustración, pero también había algo más. Un anhelo, ese picor de curiosidad. La sentía ansiosa, del ansia que resulta movida por el afán del deseo. Y él no podía más que codiciar tenerla... Definitivamente, debía calmarse sino quería cometer un error.
Carraspeó.
—¿De verdad crees que no te sentí durante el examen?
—No lo creo. Sé que no me sentiste en el examen, Kakashi. Sólo buscas...provocarme. — Estiró uno de los extremos que había quedado con un pliegue, antes de sentarse buscando la mejor posición.
—Mmmm... fuiste veloz, no voy a mentirte, pero supe todo el tiempo el preciso lugar en donde estabas.
—Sí, seguro.
—¿No me crees?
—No sería la primera vez que me mientes.
—Bueno... mujer de poca fe. Dime ahora si miento...— respiró hondo — Primero buscaste por la derecha, utilizando como distractor a Sasuke. Luego te elevaste, dejando un clon al frente para despistarme mientras concentrabas todo el chakra en el puño derecho. Pero no atacaste en seguida. Esperaste a que esquivara a Naruto y perdiera el foco en ti por unos segundos. Ahí aprovechaste para absorber su chakra residual y diste el golpe. No querías asestarme, ya que cayó dos centímetros a la izquierda de mi pie derecho. — Y le sonrió.
Ella se detuvo mirándolo sorprendida.
—Ah... y me sonreíste guiñando un ojo cuando salté para esquivar los escombros.
—Yo... No puedes... oculté mi chakra y... No dijiste eso en el resultado y... ¿Cómo...?
—¿Pasaste? — Asintió —Pues, la estrategia fue implacable, la ejecución excelente. Y tú trabajo en equipo aún mejor.
—Oh... — Se miró los pies suspirando con decepción. — Yo creí que utilizaba bien el jutsu. Nadie antes me sint-
—Nadie es yo, Sakura. — Le interrumpió con su voz más grave. Su mirada se había vuelto dura de repente, de esas que a ella le robaban el aire sin entender la razón.
Y apenas si se atrevió a levantar la vista, sólo unos breves segundos, cohibiéndose ante lo que encontrara.
—Y yo no te pierdo de vista. Nunca.
Sakura se sonrojó ante la confesión y tuvo que bajar la mirada por la pena que le causaban los ojos de Kakashi sobre ella. Sentía que le saboreaba cada centímetro de piel cada vez que la recorría, y la respiración se aceleraba en respuesta sin poder evitar el calor que anidaba en su centro segundos después.
Y le encantaba. No podía evitarlo.
Él merecía su respeto, pero le provocaba tanto que a veces simplemente necesitaba dejarse llevar por todas esas sensaciones.
—Entonces... — balbuceó — Al menos espero no haberte interrumpido en tu...meditación.
Kakashi respiró hondo disimulando la agitación. Su naturaleza jalaba y ella reaccionaba tan perfectamente, que era imposible no caer en la tentación. Pero debía tranquilizarse.
—La verdad... — Suspiró sonando casual —Ya estaba preguntándome por ti. No te vi esta mañana.
—Ah... sí, perdón por eso. Habíamos quedado en desayunar.... Pero me retrasé porque la noche fue... — él contrajo el ceño, era la segunda vez que ella mencionaba su noche y sumado a ese nerviosismo, no quería ni imaginárselo si esperaba mantenerse tranquilo. —Bueno, todo arrancó algo... digamos como que alocada la mañana. Como que no empecé mi día con el pie derecho.
—Entiendo.
Y él realmente agradecía que no se presentara esa mañana. Si ese desayuno se hubiera dado, Seiyi la habría visto, y estaba odiando hasta la simple acción de que él pronunciara el nombre de su niña rosa, que ahora la viera ya rayaba lo insoportable.
—¿Me esperaste mucho tiempo, Kakashi?
—Eh... no, no. En realidad yo también tuve un inicio accidentado, por decirlo de alguna forma.
Ella movió la cabeza asintiendo cruzando por escasos segundos las miradas. No entendía porque se sentía tan cohibida por la presencia de su ex sensei en ese momento. Había estado todo el día pensando en él y lo que le hiciera sentir durante la noche, anhelando verlo una vez más y a la vez nerviosa por ese encuentro.
Y ahora lo tenía frente a ella. Con su ajustada camiseta de ninja sin mangas que tan bien le lucía, en esa pose tan relajada y casual característica de él, apoyado en el árbol. Pero lo que más llamaba su atención ese día, era la forma en que sostenía el libro con una mano, y como sus largos dedos se enredaban entre las páginas. Esos dedos que con tal maestría obraron maravillas en la piel de su muñeca, dejándola palpitante y mojada, llenándola de ansias por sentirlos escabullirse entre los pliegues delicados de su centro. Y eso la hacía sentirse sucia, pero condenadamente excitada.
Tuvo que suspirar cuando él alzó nuevamente la mirada hacia ella, agachando la cabeza en un vano intento por ocultar el sonrojo que le cubría hasta las orejas.
—Yo...voy a ... — y se acomodó rápidamente adoptando la posición de medio loto que él le enseñara.
Enderezando su espalda, tomó una gran bocanada de aire reteniéndola por unos segundos antes soltarla lentamente, cerrando los ojos mientras preparaba todos sus músculos para la relajación.
—Dios, sí...— las palabras sonaron como un dulce gemido para Kakashi — Como necesitaba esto.
La observó con la mirada hambrienta, abofeteándose mentalmente al instante para recobrar la cordura antes de que cometiera un suicido con su compostura.
—Veo que vas por el tradicional esta vez.
—¿Cómo? — abrió los ojos de repente.
—Que vas a meditar por el método tradicional. ¿No preferirías...? — y alzó el libro que se encontraba leyendo.
—¡No! No, no, no... Ese no me funcionó, ¿recuerdas?
—Ehhh...no opino lo mismo. Pero sí, recuerdo perfecto tus reacciones. — Le sonrió. Sus ojos estirados sobre la máscara lo evidenciaban. —Si necesitas que te guíe mí experiencia... — y sus dedos se movieron entre las páginas, como si las acariciara. O eso le había parecido a la encendida mente de Sakura. —Me avisas.
Ella quiso responderle, pero cuando abrió la boca para replicarle él ya se encontraba sumido otra vez en su libro.
Se mordió los labios, indecisa de lo que haría a continuación. Lo único que tenía claro es que necesitaba despejarse. Todo el día había estado por demás distraída e intranquila. Las sensaciones que Kakashi le provocara la noche pasada estaban tan vívidas en ella que aún podía percibir el calor de esas ásperas yemas sobre la piel de su brazo...
Sentía que todo en su interior bullía como una electricidad que le contraía el bajo vientre de tan sólo recordarlo. Y ahora que lo tenía sentado frente a ella, no le resolvía absolutamente nada.
Encima, para empeorar su cuadro, la jornada en el hospital había sido del demonio. Entre las citas de agenda con sus pacientes, el pediatra al que había tenido que cubrir y los contratiempos en la obra por unos materiales que no habían llegado, no hicieron más que contribuir a ese estado de incipiente histeria que la maltrataba.
Ni hablar de la frustración que sentía por ese intento fallido de autosatisfacción. Desde que el peliplata prácticamente huyera de la cena, estuvo masturbándose por más de una hora, respetando cada uno de los toques que él le demostrara, sin lograr más que irritarse y sentir un cosquilleo que no sabía cómo interpretar. Era más fuerte que lo que experimentara con Sasuke alguna vez pero no lo entendía. Porque no se sentía ni la mitad de bien al calor que los dedos de Kakashi le transmitieron en su muñeca. ¡Y ella estaba jugando con su clítoris!
Era insoportable. Tenía tantas dudas, sentía una opresión abajo que la humedecía y no hacía más que estremecerla, cada vez que el hombre sentado frente a ella hacía un ínfimo sonido. Le excitaba hasta el mero hecho de que respirara.
Sin mencionar cuando la miraba de esa forma que parecía comerla. O era que lo interpretaba así, tal vez él simplemente la mirara y ella deseaba algo diferente. No lo sabía pero parecía que todo en ella se detenía cuando esos ojos se fijaban en su cuerpo.
Estaba tan confundida...Y tan enojada. Ya ni sabía que palabras definían mejor su estado.
Necesitaba desesperadamente relajarse y para eso estaba en el santuario, en ese oasis de tranquilidad. Y consideraba que esa vez era mejor prescindir de la ayuda de Kakashi. Sentir su voz profunda guiarla la pondría más nerviosa aún.
Así que cerró sus ojos nuevamente, respiró profundo repitiendo los ejercicios que el peliplata le enseñara tiempo atrás y dejó fluir sus pensamientos, invitándolos a retirarse lentamente desde su consciente.
Una inhalación y no sucedió nada. Dos inhalaciones y la calma parecía querer asomar. Tres inhalaciones y comenzó a creer que esto podía funcionar.
«Sí... al fin... »
El suspiro apenas audible de Kakashi al girar una página le llamó la atención y abrió sus ojos de repente echándole una mirada de frustración.
—¿Eh? ¿Por qué me miras así? Oh...Te desconcentré...
—Sí.
—Bueno... Perdón.
—Está bien. Intenta no suspirar.
—Entendido.
Y regresaron cada uno a lo suyo.
Sakura cerró los ojos invocando a las inhalaciones profundas. Pero poco le duraría la calma.
—¡Kakashi! —llamó su atención entre dientes.
Él apenas alzó la vista de su libro.
—¿Puedes respirar sin hacer tanto ruido?
—¿Eh?
—¡Que respiras!
Él se rascó la mejilla intentando entenderle.
—Pues...claro que sí. Resulta que lo necesito para, digamos, vivir, ¿no? — Sonrió.
—¡Pero no con ruido! ¡Deja de hacer tanto ruido!
Apoyó el libro sobre su regazo mientras una sonrisa divertida se le dibujaba en los labios debajo de la máscara.
Ella parecía acribillarlo con la mirada.
—Mmm... estamos algo irritables hoy, ¿no?
—No.
—¿Quieres hablar de ello?
—¿Parece que necesito hablar?
—No sé si lo necesitas, pero sí parece que tuvieras algo que te molesta.
—Pues resulta que no. — Sacudió la cabeza arrogante, quitándose el cabello que había caído sobre los hombros. —Regresa a lo tuyo. Pero intenta ser más silencioso. ¿Sí?
Él se carcajeó por lo bajo.
—Está bien. — Y bajó la mirada a su libro, no sin antes girar la página para continuar leyendo.
El crujir de la hoja al doblarse puso los nervios de punta en Sakura.
—¡Ya!
—¿Qué?
—¡El ruido! ¡Haces ruido!
Él ya no pudo más y soltó una carcajada. Una incontenible y profunda carcajada que estremeció cada fibra en la piel de la muchacha.
—No. Esto no está funcionando... — refunfuñó poniéndose de pie de repente.
—¿Te vas?
—Así parece, ¿no? No hay que ser muy listo para advertirlo, Kakashi-sensei.
—¡Pero que agresividad! Sino fuera porque anoche te di lecciones para masturbarte, creería que te hace falta una buena descarga.
—Cállate, ¿quieres?
—¿Descargaste?
—No voy a volver a hablar de ese tema contigo. — y se agachó a tomar la manta.
—¿Tan malo fue?
Rápidamente, la tomó del antebrazo antes de que lo retirara, envolviendo la muñeca con sus dedos para rozar apenas la zona que tanto la sensibilizara la noche anterior.
Ella dio un leve respingo ante el toque, clavando sus ojos en la atenta mirada que el peliplata le brindaba estudiando la reacción a esa medida caricia, una reacción que no le decepcionó en absoluto.
—No es algo que te interese.
—Pues resulta que sí. Tu bienestar me interesa.
Ella suspiró.
—Puedo estar bien sin...eso.
—¿Segura?
Quería irse. Debía irse en ese preciso momento sino deseaba quedar atrapada entre esa curiosidad que la carcomía, y la necesidad de más placer que sabía que él podría enseñarle a alcanzar. Era demasiada la tentación. Unido a que Kakashi se veía cada vez mejor mientras se le sumaban años, y se estaba comportando con ella de una forma que le hacía sentir tan especial, querida.
La respiración se le agitó en ese instante y miró por unos segundos la mano que la envolvía, y supo que aunque se resistiera ya estaba completamente rendida a él.
Se desplomó de repente a su lado, gimiendo desdichada.
—No logré nada anoche.
—Me lo imaginé.
—Aggg... ¡Soy un desastre, Kakashi! Ni siquiera me sale...ahí... yo... ¡tocarme! — suspiró consternada, y más que aire era un lamento el que se diluía entre sus labios. — ¿Tan mojigata soy?
El rió.
—No. No lo eres. Simplemente en tu vida tuviste otros intereses. La sexualidad es algo en lo que también hay que entrenarse.
— No intentes consolarme.
— No lo hago.
Con súplica en sus ojos lo miró y él le sonrió tiernamente soltándola y dejando el libro a su lado, para centrarse en ella, y sólo en ella. Cruzó sus piernas al estilo indio y se inclinó hacia delante poniéndose a su nivel, más cerca.
—Soy todo oído.
—Es que...no sé qué hice mal. Yo...repetí cada movimiento como me enseñaste, cada roce. ¡Y nada!
—¿Nada? No aprestaste demasiado, ¿no? Es una zona muy sensible y delicada en la mujer y-
—¡Claro que no! No conoceré mucho de...sexo, pero siento si me hago daño.
—Seguro. No dudé de ti. Pero resulta que ese toque debe estar bien focalizado, cuidando de no correr el capuchón de piel, porque eres demasiado sensible y puedes-
— ¡No puedes saber todo eso! ¡Tienes polla!
—Sí. Pero me gusta hacer disfrutar a las mujeres que están conmigo.— Y la sonrisa en su rostro apretó los ojos hasta dos finas líneas. No era burla, no era divertido, era sólo comprensión.
Sakura se sonrojó hasta el cuello en ese momento, más de coraje que de pena al imaginarlo desnudo, acariciando con esos dedos la intimidad de otra mujer; devorándole el cuello sin su máscara mientras le susurraba sucias palabras al oído con esa voz tan profunda y calma, que le hiciera vibrar cada vez que la utilizara en ella.
Y si se jactaba de ser tan diestro con una cualquiera... ¿Por qué no con ella que la conocía de prácticamente toda su vida? ¿Por qué no?
No pudo evitar la punzada de celos que la atravesó, para segundos después, al mirarlo a los ojos, morir de vergüenza al hacerle tal desplante mental al hombre que merecía su respeto y al que no debería desear de esa forma. Y no pudo más que abofetearse en sus pensamientos al tan sólo considerar que pudiera estarlo deseando. Ella no era una mujer de esos apetitos. Era más simple, más fría como le decía Sasuke.
—Yo... — carraspeó agachando la mirada — Tuve en cuenta eso que dices.
—Entonces es un problema de horas de vuelo.
— ¿Qué?
—Que debes seguir practicando.
—No sé Kakashi... Comienzo a creer que no estoy hecha para esto... Simplemente eso.
— ¿Cómo?
—Que hay mujeres que son anorgásmicas. O que no experimentan placer de... esa forma tan sexual. Tal vez yo sea así. Fría.— Y se encogió de hombros, con una mirada resignada.
Él negó. —Para nada.
—Soy médico. No es un invento lo que digo. Voy a hacerme unas pru-
—No lo necesitas. Lo que tienes es mucha ansiedad. Y malas primeras experiencias. Eso es todo.
—¡No fue malo con Sasuke! ¿Por qué piensas eso?
—Bueno...No digo que haya sido malo, así como...malo. Pero lo conozco y él es...ummm, algo distante.
No quiso decir que dudaba de que llegara a ser un buen amante con la poca empatía que demostraba por los demás. Pero no quería herirla. Había notado el cierto tono defensivo que adoptó al mencionarlo y no quería presionarla.
—Eso...Sí...Tienes razón. —agachó la cabeza observando sus dedos jugar con una ramita de pasto.
—Hey, debes tranquilizarte y seguir intentándolo.
Sakura asintió repetidas veces aceptando el concejo, pero Kakashi estaba seguro que sólo lo hacía por simple complacencia para cortarle el tema.
—Al final, viniste aquí para despejarte y terminaste peor. ¡Qué mal! — Sonrió — Me siento algo culpable por eso... Mira, hagamos algo. Ven, acércate. Ponte cómoda que yo te ayudo a relajarte, ¿quieres?
Ella alzó la mirada a él de repente. Entre asustada y algo emocionada, abriendo grandes los ojos como si lo que su ex sensei le propusiera fuera algo indebido.
Y Kakashi lo notó. Él había sido desinteresado en su ofrecimiento y no buscaba más que relajarla, pero percibía que ella interpretó, o mal interpretó, sus palabras, ansiando algo más específico. ¿Acaso buscaba seguir experimentando con él? No pudo más que enloquecerle la idea y, cuando ese leve sonrojo se dibujó en las mejillas de la pelirosa, no hizo más que confirmarlo.
—Digo, te guío para que hagas una meditación más profunda. Ya que el icha no te funcionó...
—Ah...eso.
La mirada de Sakura se opacó con decepción.
Y el corazón de Kakashi se desbocó ante lo que ese simple gesto significara.
Debía detenerse si quería serle fiel a sus principios. Pero realmente deseaba mandarlos al demonio. Seiyi tenía razón cuando le dijera que ella era suya. Lo era. Acababa de confirmarlo.
Y estaba esperándolo...
Cientos de alarmas se encendieron en sus pensamientos en ese momento, advirtiéndole que no fuera por el camino que se abría frente a él, que no era correcto. Pero ¡qué mierda! Ella era todo y más de lo que esperara de una mujer. Era preciosa. Fue suya desde el primer día que esa pequeña boquita mencionara su nombre.
—¿No quieres meditar?
—No, sí... sí quiero. — intentó sonreírle enderezando la espalda.
—No quieres.
—S-sí, quiero. En serio. — acomodó las piernas en un medio loto y quedó mirándolo cuando él no la seguía.
—Dímelo.
—¿Qué? — él alzó una ceja incrédulo — Kakashi, en serio. No pasa nada. ¿Por qué insistes con eso?
Él la observó por unos segundos fijándose en sus ojos.
— Ummm... porque algo te pasa...
Sakura rehuyó a esa indagación bajando la mirada, pero sin evitar el sonrojo que la delataba, y no pudo más que dar un respingo cuando Kakashi de repente respiró hondo chasqueando la lengua.
—Bueno, me habrá parecido entonces.
—¿Parecido? ¿Qué...?
—Que esperabas otra cosa.
—¿Otra...cosa?
Él apenas si sonrió victorioso, encogiéndose de hombros sin responderle, restándole importancia al tema.
—Kakashi, que cosa.
—Déjalo. Está bien.— Acomodó sus piernas adoptando la misma posición que la joven. — Meditemos.
—Kakashi. Qué. Cosa.
Le sonrió alzando apenas la mirada, y carraspeó para acomodar la voz a una más oscura, justo como a ella siempre le provocara.
—Que querías utilizar otro método para relajarte.
—No quiero seguir leyendo.
—Sabes a lo que me refiero, Sakura — la mirada se le oscureció — Y sabes que puedo ayudarte con eso.
Ella abrió grandes los ojos, acalorándose más. El vaivén de ese delicado pecho se aceleró.
Iba por el camino correcto.
— ¿Me dices que...?
— ¿Quieres que sea específico?
—¿Mhm? — No dudó ni un segundo al responderle, pero esa palabra apenas si colgó de un hilo de voz.
—Que puedo enseñarte a cómo masturbarte.
Sakura tragó grueso en ese instante, sin disimulo. Lo miró agitada, quedando tiesa en su lugar. Sólo su alocada respiración evidenciaba el agite en los pensamientos.
—Y... ¿Cómo lo...harías?
No se estaba negado. Y Kakashi simplemente enloqueció.
—Voy a guiarte.
Ella levantó la mirada. Ya ni se preocupaba por ocultar la respiración entrecortada.
Él sí se esforzaba por disimular lo excitado que se encontraba.
— ¿Mientras yo...?
—Sí.
Lo pensó por unos segundos, parpadeando rápidamente cuando lo miró a los ojos una vez más.
—Yo... yo...No podría si...me ves...
—No te miraría. — Moría por observarla tocándose. — Sólo me irías contando lo que sientes mientras haces cada cosa que te digo.
Quedaron fijos el uno en el otro por segundos, midiéndose. La agitación en ella era imposible de ocultar. Él la estaba devorando sin medirlo.
— Vas a tener que obedecerme en todo, Sakura. — Le hablaba lento y profundamente, y ella se estremecía a cada sílaba. — ¿Estás bien con eso?
Esa jade mirada se tornó oscura. Él simplemente debía contener...todo. Deseaba que ella reaccionara así, pero no pensó que se daría de esa forma, y por dios que estaba volviéndose loco a cada segundo.
— No me respondiste.
Ella dio un respingo y asintió.
— ¿Es un sí eso?
—Sí...— respiró pesado — Creo que...podría intentarlo.
Kakashi le sonrió. No fue dulce, no fue comprensivo. Y no podía entender como había permitido que llegaran a ese punto, pero le fascinaba.
— ¿Tu casa o la mía?
—Ahora desliza suavemente, en círculos. Suave...
Ella suspiró.
Él cerró los ojos agachando la cabeza y entrelazando los dedos al frente para mantenerlos quietos en ese lugar. Le picaban las yemas, le picaban las palmas. La boca se le había secado.
Sentirla respirar acelerado detrás de él, recostada en el sillón de dos cuerpos del departamento de Sakura; saberla con la remera por encima del ombligo, los delgados pantalones de verano abiertos y esas delicadas manos hundidas entre la suave piel de su centro, lo estaba volviendo loco.
—Eso hago y...— suspiró — no siento... que cambie mucho. ¿Qué-
—¿Usas la presión que te demostré anoche?
—Si...espera — Se removió para acomodar los brazos y hundirlos más, rozando accidentalmente el omóplato de Kakashi.
Tuvo que contener un jadeo por ese leve roce.
Sentado en el suelo, de espaldas al sillón en el que ella se encontraba, utilizando como apoyo el cuerpo del mueble, comenzaba a considerar que la propuesta ya no estaba siendo del todo una buena idea. La cercanía con ella, aun siendo en una distancia prudente, no era suficiente para mantener a raya a todos sus demonios y a lo que reclamaban.
Le esperaba una noche atroz por delante, sin mencionar el hecho de que Zulima se le insinuaría y la frustración sexual que sentía y que se acumulaba a cada segundo, no sería buena concejera. Y para colmo, sabía que quedaría aún más hambriento si cedía a la rusa. Hambriento y arrepentido.
— ¿Qué haces?
—Sigo tus concejos...
– ¿Segura?
—Sí...— jadeó y él tuvo que apretarse el puente de la nariz con los dedos pulgares para calmarse— Creo que ahí...lo...tengo. Y...
—Ummm...
– ¡Que sí!
—Bueno... cuéntame que es lo que vas sintiendo...
—Como que hay calor y...
— ¿Sólo calor? Abre más los labios con los dedos de la otra mano, intenta llegar más directo al clítoris.
— ¡Eso estoy haciendo! Y... ¡N-no funciona! ¡No me funciona! — las palabras sonaron quebradas tras ese quejido de pura frustración.
Kakashi apretó los labios cerrando los puños para contenerse. No podía ser que ella no pudiera, le había dado las mejores técnicas, las que funcionaron en todas las mujeres con las que había estado. Y ella, siendo tan sensible, ya tendría que haber llegado al orgasmo o estar a punto de hacerlo.
—Kakashi...
Esa queja fue el detonante que su vehemencia necesitara para que la razón no pudiera impedirle reaccionar.
— ¡No puede ser! — Frustrado se levantó del suelo para sentarse a su lado en el sofá, teniendo una visual completa y espectacular de su niña rosa brindándose placer.
La imagen lo avasalló y tuvo que contener un jadeo para no delatarse.
–Muéstrame.
–¿¡Que...!? ¡No! ¡Kakashi! ¿¡Qué demonios haces aq-
Y quiso retirar sus manos de los pantalones desprendidos para cubrirse. Pero el fuerte agarre de la gran mano de su ex senesei sobre las suyas por encima de la tela, se lo impidió.
—No voy a observarte. — Aunque moría por hacerlo. —Mírame, mis ojos están cerrados. ¿Ves?
Ella alzó la mirada hacia el rostro de Kakashi, constatando efectivamente lo que le decía.
Asintió en respuesta.
—No te estoy viendo. Me vendría bien que me lo dijeras.
—Sí.
–Bien. Ahora voy a dejar mi mano aquí para sentir tus dedos, cómo los mueves. ¿Estás bien con eso?
—Creo que... que sí. Yo no sé...
—Voy a tomar eso como un sí. — Porque no le daría oportunidad de arrepentirse. Necesitaba obtener algo, por poco que fuera, pero algo de su calor debía llevarse en la memoria de la piel de las palmas al terminar lo que demonios fuera lo que estaban haciendo. — Ok... empieza.
Ella le obedeció inmediatamente, comenzando a mover sus dedos torpemente bajo el peso de esa gran mano que la oprimía suavemente, con la tensión justa para percibir cada uno de sus roces.
—Así...vas bien. Lento... firme. Bien... ¿Lo sientes?
Y ahora Sakura, como arte de magia, sentía todo.
—Sí... — suspiró casi inaudiblemente.
Hacía lo mismo que segundos atrás, no había cambiado nada. Pero la cercanía del cuerpo de Kakashi, quien ahora se acercaba recostándose apenas a su lado; el calor de esa mano justo allí, por más que sus propias manos funcionaran de barrera, la habían encendido de una forma que no quería reconocer pero no podía evitar.
Y se sentía maravilloso.
–Bien...presiona solo un poco más... Más... así ¿lo sientes?
Ella jadeó indecisa. Las sensaciones eran fuertes, pero intuía que él se refería a algo más que a ese cosquilleo que comenzaba a aumentar, pero que no se encontraba ni cerca de las reacciones en las protagonistas de los libros eróticos que leyera junto a su ex sensei.
— Eh...no lo sé...Se siente bien...
—Deberías sentir una presión en tu bajo vientre. ¿No necesitas mover más rápido los dedos?
—¿Debería...?
—Muévelos más rápido.
—No...n-no lo sé. Pero se-
—Haz más círculos. — Le interrumpió demandante, con frustración en su voz. No entendía por qué esa mujercita no estaba gozando como correspondía. ¿Qué demonios estaba haciendo mal?
—Los hago.
—No.
—¡Sí!
—No. No los haces. Te estoy sintiendo, Sakura.
—¡Te digo que sí!
—No es así. Inten-
—¡No entiendo lo que quieres! Cómo...¿cómo lo hago?
—Así. — Tomó esos delgados dedos entre los suyos y comenzó a guiarlos, a moverlos él mismo como si esas delicadas extremidades no fueran más que un títere. Dibujó círculos en su clítoris, círculos apretados que alternaba con caricias cortas y profundas que hundían las yemas en medio de los pliegues recorriendo la pequeña raja.
Tal maestría le demostró en ese toque que ella no pudo evitar jadear ruidosamente.
Y él no pudo evitar abrir los ojos para observarla.
—Sigue... — Le susurró Sakura con la voz húmeda de placer.
Y él lo tomó como el permiso que necesitaba para desatar sus ansias.
Y siguió intensificando todo. Absolutamente todo.
Lentamente el cuerpo de Sakura comenzaba a contraerse. La cabeza se retiraba hacia atrás dejando el cuello cada vez más descubierto. Esos jades ojos ya no podían permanecer abiertos mientras la espalda se arqueaba instintivamente guiando los dedos de Kakashi más profundo, con más recorrido, tentándolo en la entrada.
Y él seguía. Exploraba. Medía cada reacción en ese rostro, porque se había permitido abrir los ojos y observarla, detallar esos labios entreabiertos, el leve vaivén en la garganta en cada trago pesado de saliva, el temblor en ese cuerpo. Nada quedaba fuera de su mirada, como si estuviera grabando el guion de lo que a ella, su niña rosa, le funcionara para gozar. Porque quería hacerla gozar, más que a nadie que haya estado con él en el pasado.
Y ella lentamente fue rindiendo su mando. Las pequeñas manos poco a poco se relejaron retirándose, quitando esa gruesa barrera que separaba los dedos de Kakashi de su centro.
Ahora sólo la delgada tela del pantalón de verano que vistiera y las diminutas bragas de algodón separaban la tierna y húmeda piel de su sexo de esos dedos fuertes y calientes, que tan hábilmente se movían en ella robándole suspiros y algún que otro gemido.
—Dios, e-esto es...grandioso... no pares...
Y ahora, una de esas pequeñas manos, se aferraba a la muñeca de Kakashi, impidiéndole moverse de ese lugar mientras abría más las piernas para habilitarle más espacio.
—Mmmm...sí...sí...
Y él no pudo más que deleitarse con la imagen que se desplegaba ante sí. Deslumbrado por esa frágil belleza, anonadado por esos rasgos cargados de una lujuria virgen que desfiguraban la beldad casta de ese joven rostro. Nunca un acto de tan pura sexualidad lo había excitado de esa forma. Él era conocedor de placeres que iban más allá de los límites de lo socialmente seguro, el sexo vainilla no era lo suyo, pero el despertar tímido y casto a la lujuria de su primer y única alumna mujer lo tenían extasiado de una forma que hasta le asustaba, porque comenzaba a condicionar su libertad y a truncar sus anhelos reduciéndolos solo a ella.
—¡Dios! Esto... ¡sí! ¡Sí!
Gimió gritando, anunciando el orgasmo, su primer orgasmo, que la golpeó estremeciendo cada músculo.
Esos dulces dedos se cerraron sobre la muñeca de la mano que le brindaba placer, clavando sus uñas durante la liberación.
Un gruñido brotó de la garganta de Kakashi acompañando esos gemidos, un gruñido que intentaban aliviar la dolorosa erección que apretaba contra sus pantalones, y de la que Sakura era completamente ignorante sumida en su propio goce.
Pero estaba lejos de querer parar. Siguió moviéndose, prolongando en el tiempo los espasmos que aún la hacían temblar. Robándole cortos gemidos que comenzaban a suplicar por un descanso. Un ruego que le alivianaba la saliva, que llenaba sus labios de desesperación por recorrerla, lamerla.
Ella lentamente abrió los ojos y se encontró con la oscura mirada de su ex sensei, muy cerca de su rostro.
Y le sonrió.
Él no pudo hacer más que lo mismo, respirando agitado, preso de su propia excitación.
—Gracias...— Le susurró.
—Sakura... nunca me des las gracias por esto.
Y pesadamente retiró de a poco la mano de esa pequeña entrepierna, recorriéndole el cuerpo lentamente para grabar en su tacto cada una de esas sutiles formas. Todo sin perder contacto con esos ojos que lo miraban extasiados.
Kakashi respiró hondo, tratando de manejar sus propios anhelos, sumamente satisfecho con lo que había causado en ella. Al fin había cumplido con su promesa de placer.
— ¿Y si quiero dártelas?
Le sonrió.
—Entonces... — Con el pulgar le rosó el labio inferior muriendo por morderlo. — No voy a negártelo. Pero no por eso me las debes.
— ¿No? ¿Esto es gratis?
¡Mierda! ¡Claro que no!
La piel de su pene erecto parecía quererse rajar de lo duro que estaba.
—Bueno... respecto a eso... ¿me permites unos cinco minutos a solas en tu baño?
Ella abrió los ojos grandes con sorpresa, echándose a reír en el instante en que entendió a qué se refería con ese pedido, mientras Kakashi intentaba sentarse sin hacerse daño.
—Mira para otro lado, ¿quieres? No seas cochina.
—Kakashi... ¡no puede ser! — él resopló — ¡No! ¿Estás...? ¿Estás todo...duro?
— ¿Y tú que crees?— la miró por sobre su hombro con una sonrisa seductora que se reflejaba en sus oscuros ojos.
— ¿En serio? — Había fascinación en esa dulce mirada. — Yo... ¿yo te causé eso?
—Hazte la tonta ahora. — Le arrojó un almohadón tapándole la cara y las carcajadas, antes de ponerse de pie acomodando rápidamente su erección.
La miró una vez más, estirada en ese sillón, con las ropas revueltas, antes de comenzar a caminar torpemente hacia el baño. Porque si se quedaba un segundo más, soportando esa imagen y esa mirada vidriosa sobre él, le sería imposible ya contenerse.
Nunca había estado así de excitado. Nunca.
En ese simple acto la sintió tan suya, que hasta sus más perversos demonios se sorprendieron al gozar de algo tan sutil. Y no le sería gratis. Esos desgraciados demandarían más de todo.
Pero no le importaba. Aunque no durmiera. Aunque debiera pajearse días enteros para saciarse, la sonrisa en su rostro por ser él el responsable de brindarle el primer orgasmo a su niña rosa, no se la quitaría nadie.
Nadie.
.
.
Buenas y santas. Hoy es jueves ¿y que pasa los jueves? ¡Toca actualización de LuL! ¡Wiiiii!
Así que aquí estamos, con un nuevo capítulo algo más largo que los anteriores. Espero que les haya gustado, sino me van a dedicar alguno que otro comentario no tan bonito. je!
La verdad, tuve que retocar algunas partecitas antes de publicarlo y como que lo extendí, pero creo (creo!) que quedó bien. Sino me dicen y me las aguanto jajajaja
Y antes de irme y agradecerles por seguir eligiendo este fic, quiero dejar un enoooorme saludo a @MilleHatake porque sin ella este fic no sería posible, y a @Nilsa-Lightwood que sin ella estaría perdida en ciertas escenitas (las que van a ver más adelante, pero para que vayan sabiendo). Un beso enorme a las dos e invito que pasen a ver sus trabajos porque son grandiosos. ¡Perdón chicas por no mencionarlas de nuevo hasta ahora!
Dicho todo, gracias.
Y nos vemos el jueves que viene. Besos!
P/D: Cambio de imagen para el capítulo. Ayyyyy... gracias al grupo Kakasaku Spanish de face. Ayyyyyy... que buena imagen. *Spoiler* Esta también aplica no taaaaaaan directamente, pero también aplica para el capítulo que viene *guiño* *guiño* jijijijiiji
P/D: Bueno, Wattpad me llamó la atención por la imagen que puse por infringir las normas del sitio, así que tuve que sacarla... ;(... Al que la vio y le gustó, y la quiere, me manda un MP y vemos como lo resolvemos. Al que no... basta con decirles que era MUY, PERO MUY representativa de lo que pasa en el capítulo jajajajaja. Es lo que hay. Besos!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top