Capítulo 66
Seiyi respiró hondo, el cuerpo cansado, no había logrado dormir demasiado. La noche había sido larga, terminando a duras penas al despuntar el alba, aunque esquiva esta no se dejaba apreciar, el cielo había amanecido encapotado.
Los amplios ventanales de su habitación enmarcaban el espectáculo de las nubes retorciéndose previo a la lluvia. No molestaba la luz, era escasa y lo agradecía, no había cerrado las persianas al regresar con Sakura entre sus brazos, ni había reparado en ello al entrar, y ahora se hubiera odiado si aquel detalle la molestara.
Jamás luego de una sesión era su habitación quien lo albergaba como amo y sumisa. Ninguna mujer antes había pisado sus aposentos, y esa pequeña rosa prácticamente si se lo había adueñado aun sin proponérselo.
Sakura dormía en el hueco de su brazo derecho, una mano descansaba sobre el pecho, en contacto con él, tocándolo. Había sido así desde que volvieran.
La había aseado debajo de la tibia ducha, ella en sus brazos siempre, apoyada la cabeza en su pecho o en su hombro. Lentamente le había lavado la piel, con delicadeza en el toque, apenas rosando las zonas enrojecidas.
Fue duro como su amo, lo reconocía. Se había contenido aunque comenzara a considerar que apenas si lo había logrado. Y era que ella había recibido cada uno de sus toques, de sus castigos, con tal entrega, con tal goce; que le fue imposible no ir por más. Jamás una sumisa antes había soportado tanto, si era que ella lo soportaba, porque en aquellos jades no habitaba más que puro deseo cada que lo miraba. La lascivia de su placer, la sensibilidad de esa piel que se contraía en dolor desarmándose luego en el pecaminoso disfrute que le embellecía las facciones, eran irresistibles, superando a cualquier idea que se hubiera formado de ella como sumisa.
Fue perfecta, fue única. Fue más de lo que esperaba, fue tan intenso, tan singular, que ya si hasta comenzaba a dudar si alguna vez se sintió igual. No, nunca se había sentido así. Jamás.
Respiró hondo nuevamente. La mano libre frotó el rostro arrastrando algunos de sus largos cabellos.
Estaba perdido. Aquella sesión había sido reveladora y no sólo por Sakura, porque había derribado la última barrera para con ella. Ahora estaba por completo en su mundo, llenándolo, haciéndolo mejor, haciéndolo único, atándolo a ese bienestar al que se negaba asignarle su típica temporalidad de aburrimiento, porque no se cansaría, ya jamás. Habitaba en su pecho una nueva sensación que no podía describir, pero se sentía pleno, feliz, grandioso. Y le aterraba.
La entrega completa que le reclamó antes de iniciar, ahora le cobraba el precio a él, porque siempre estuvo al tanto de aquello que se le reveló mientras la tenía en el genjutsu, lo que ella sentía. Siempre lo supo, antes de comenzar siquiera su historia, y más. Entendía que se acercaba el momento que lo llevó a tomarla con prudencia, aunque al final ignorara su propia estrategia cuando ella le rogara que la enamorara. Lo supo siempre, ella, una dulce condena, una lección tal vez, pero lo mejor que le pasara en mucho tiempo.
Giró el rostro observándola. Sakura dormía de lado, las facciones tranquilas, la respiración lenta de un sueño profundo. Aquella boquita que se le antojaba suculenta contraída al frente, era hermosa.
Sonrió sin darse cuenta, tenerla así era sublime, y había algo que le abrumaba anidando en su garganta como nunca antes había sentido. La sesión había sido única, terminarla con ella en su cama, sublime, nunca se imaginó que algo tan simple se sentiría tan cálido. Le acarició con el dorso de los dedos de la mano libre, delineándole el rostro con cuidado de no molestar su sueño, y quiso más, pero la prudencia le ganó al deseo.
—Te amo —susurró y fue el pequeño golpe en la puerta de la habitación el que le contrajo el ceño.
Decidió ignorarlo aunque no pudiera por mucho. Un nuevo golpe, uno más discreto pero no menos insistente, le hizo soltar una maldición en los pensamientos. Sabía que quien llamaba era Watari, nadie más tenía permitido acceder a esa ala, más cuando él estaba con sus sumisas. Y si estaba allí molestándolo, era porque algo importante y urgente sucedía.
Con delicadeza deslizó el brazo que la rodeaba. La chica se quejó al ser apenas movida, pero luego recobró la tranquilidad cuando la cubriera mejor con las mantas que su propio cuerpo había calentado.
Se levantó suavemente buscando el pantalón de seda negro que yacía en una banqueta, vistiéndolos rápidamente. Se acomodó el pesado cabello hacia un costado mientras caminaba hacia la puerta.
—Señor —la voz de Watari le llamó suavemente cuando apenas abriera—. Disculpe la interrupción.
Él asintió, tenía el ceño contraído, la expresión en su rostro hubiera intimidado a cualquier otra persona, Watari sabía muy bien de que se trataba. Carraspeó antes de volver a hablar.
—Lo buscan en carácter de urgencia.
—¿Qué tema? Estoy ocupado.
—Oficiales —Seiyi contrajo más el ceño—. El hokage —le dijo casi en un susurro.
Seiyi asintió, luego respiró hondo tomándose unos segundos en los que la mirada se le endureció. Kakashi allí, justo luego de esa noche... no le gustaba.
—Señor —carraspeó Watari—, es realmente urgente.
—¿Está solo?
—Lo acompaña el señor Nara y la general Anbu.
«Mierda».
Era serio.
—Ok. Llévalos al estudio y ofréceles algo de beber. En unos minutos bajo.
—Perfecto, señor.
—Watari, cuida a Sakura cuando no esté aquí y, si la ves angustiada...
—Descuide, señor —le sonrió—. Déjelo en mis manos.
Seiyi asintió, había un dejo de congoja en la mirada, una que trataba en vano de ocultar a su hábil mayordomo.
—Gracias.
El hombre inclinó apenas la cabeza en saludo y se retiró.
Cerró la puerta tras de sí con suavidad para no provocar sonidos que la alteraran. La observó dormir al detenerse al lado de la cama. Ella estaba ajena a todo, ajena a él, ajena al hecho de que abajo estaba el hombre con el que había fantaseado parte de la noche. Le dolía, era tonto sentirlo más cuando durante la faena aquello hubiera sido gasolina al deseo y ahora...
Dios, se desconocía.
La noche había sido reveladora, demasiado reveladora.
—Caballeros —saludó al entrar a su despacho, diez minutos después de que Watari le informara de sus visitas—, señora, hokage.
Kakashi lo observó de pies a cabeza. La mirada pesada, ilegible. Estaba en su mejor modo mandatario, aunque aquel pequeño frunce en el ceño cuando reparara por completo en el semblante de su amigo, denunciaban otra realidad. Estaba buscando señales de ella, o de lo que hubiera sucedido con ella.
El Nara se puso de pie, igual que la general, quien inclinó la cabeza cuando este pasara a su lado. Le respetaba.
—Tomen asiento —les dijo antes de hacer él lo mismo en el sillón libre—. Disculpen la demora, entiendan que es temprano y-
—Son las nueve y treinta, Seiyi —interrumpió Kakashi.
—Es sábado, hokage sama.
Este no respondió, clavada la mirada en el Hyuga quien ahora le sonreía altivo.
«Sí, Sakura está durmiendo arriba, en mi cama», rezaba en sus pensamientos mientras el breve duelo de miradas se daba entre ambos.
Shikamaru carraspeó, atento a todo, entendía perfectamente lo que pasaba entre esos dos aun desconociendo los detalles. Sakura era el común denominador ante cada conflicto de egos, y poco le importaba la enemistad que aquello pudiera provocar, los asuntos que los convocaban, sobre todo a él, sacándolo de la cama en un día que no correspondía; otorgaban a la reunión la urgencia que no permitiría dilatar.
—Caballeros, creo que sería oportuno comenzar cuanto antes.
Kakashi ni se inmutó, fue Seiyi quien ahora lo miró.
—Comienza.
—Bien, permitiré que la general introduzca al tema.
La mujer asintió enderezando la espalda en su asiento. Conocía muy bien al Hyuga, casi que podía considerarlo familia, aunque la relación que los unía debiera quedar aun en las sombras.
—Gracias señor Nara —continuó—. Durante la semana, dos de mis agentes sitos en los límites con Iwa, alertaron de un descontento en algunos grupos radicales, respecto a la iniciativa del daimyo de La Hoja.
Seiyi entrecerró el ceño.
—La propuesta tuvo buena acogida en el sector empresarial y en el gobierno de dicha aldea. No entiendo...
—Así es, es correcta su afirmación. Los grupos descontentos son más bien religiosos.
—¿Y en qué sentido influirían?
—En ninguno —carraspeó—. En un principio no les prestamos demasiada atención, las consideramos meras protestas —. Seiyi asintió, el Nara se removió en su asiento—. Por eso no lo informamos al hokage. Pero todo cambió anoche. Se produjeron atentados en Iwa, Kusa y Jomae.
—Fueron menores —aportó Shikamaru—. No se trataron más que algunas explosiones que derribaron monumentos pequeños, algunos disturbios menores en los poblados. Tenemos detenidos. Pero todo se complicó cuando llegaron amenazas am hijo del daymio.
—¿Que clases de amenazas? —Cuestionó el Hyuga, el mencionado era quien debía iniciar proyectos con Sakura, y aquello ahora lo ponía intranquilo. Miró a Kakashi en ese instante, este estaba fijo en él.
—De muerte. Y aunque sabemos que es señor Kaneko hijo está acostumbrado a esto, la información que nos llegó después fue la que nos alertó —y ahora miraba a la general.
Seiyi hizo lo mismo.
—Un agente descubrió que los grupos radicales son pequeños, pero numerosos y están presentes en todas las aldeas. Sus principios los sitúan en honrar a nuestra herencia divina, así le llaman a la facultad de manipular el chacra, por lo que son acérrimos opositores a la medicina occidental. Entenderá el descontento con la intención de introducirla al continente. Su objetivo es impedirlo, a costa de todo.
Seiyi miró de reojo a Kakashi, este asintió ni bien hizo contacto.
—Ok. ¿Que más saben?
—Ya se le dio aviso al resto de los agentes para que intensifiquen la investigación. Identificaron algunos puntos de reunión —dijo la mujer.
—Aumentamos la vigilancia en las entradas a Konoha y las fronteras —aportó el Nara—. Y el monitoreo de los grupos religiosos en la propia aldea.
—Bien —continuó Seiyi— ¿qué tan peligrosos son?
—Por el momento son de baja monta —acotó Kakashi—. Pero no vamos a confiarnos. No descartamos que se asocien con grupos criminales.
—¿Pudiste averiguar algo? —los honoríficos ya estaban de más cuando esos dos hablaban.
—El señor Nara ya puso a agentes ninjas también en el trabajo.
—Van lento.
—Esto es reciente.
—La presentación es en una semana.
—Por eso estamos reunidos aquí —el semblante ni se inmutaba.
Seiyi respiró hondo.
—Ok —.Su mirada paseó de la general al Nara, volviendo a Kakashi luego. Era correcto como estaban tratando el tema, él hubiera hecho lo mismo—. Será mejor que demos aviso a las guardias personales de los empresarios más relevantes, tanto de la aldea como los que convocamos —.Kakashi asintió—. Me encargo de eso. Pero será necesario también proteger al resto.
—Dispondremos de equipos ninjas menores para que estén alertas. Pásanos una lista de los participantes.
—Ok.
—Y también de todo el personal que está organizando la fiesta. Decoradores, contratistas, servidumbre, cocineros. Todos.
—¿Van a investigarlos?
—Así es —aportó el Nara—. Ya estamos haciéndolo con la hotelería y transporte. Con discreción, claro, no queremos levantar revuelo hasta conocer el alcance y peligrosidad del grupo.
Seiyi asintió y luego miró a la general. Esta enderezó la espalda, aun lo respetaba como su superior al mando y sin serlo, si lo era en experiencia y por ello lo admiraba.
—Utiliza al ala oscura, no más de dos agentes. Que aceleren la investigación, énfasis en averiguar que tanto saben del proyecto que presentará Kaneko, exactamente con que ideas simpatizan y que nombres tienen —miró a Kakashi ahora, este entendía perfecto a que se refería— ¿Está de acuerdo, hokage?
—Procedan —.Dijo este, la general y el Nara asintieron— ¿Alguna sugerencia más?
—Por el momento, no.
—Entonces hemos terminado por hoy. El lunes a primer hora de la mañana nos reunimos nuevamente en mi oficina —.Los miró, Shikamaru y la general le asintieron confirmando la orden y luego se pusieron de pie.
Seiyi hizo lo mismo saludando respetuosamente después, excepto Kakashi. Él continuaba sentado observando al Hyuga.
—Vayan. Tengo unos temas más que tratar aquí.
La general no aportó nada más, retirándose luego de saludar al hokage. Shikamaru los observó dudoso por unos segundos, demorando su partida.
—¿Se te ofrece algo más? —Fue la voz irónica de Kakashi la que lo hizo caer en la cuenta de que ya sobraba.
Sonrió de lado y luego se inclinó en saludo ante su superior.
—Que tenga buenos días, señor Hyuga —.Dijo al fin, yendo hacia la puerta en donde Watari esperaba.
Seiyi buscó con la mirada a su mayordomo ese instante, preocupado. Watari negó.
—Está todo en orden, señor —dijo y luego cerró la puerta cuando el muchacho pasó.
El Hyuga ahora iba hacia la mesa de las bebidas, inclinándose hacia la pequeña heladera de la cual extrajo una botellita de agua. No bebería alcohol, no luego de la noche que tuvo, habiendo apenas si conciliado el sueño, y menos debiendo contener a Sakura.
—¿Todo en orden? —le dijo Kakashi replicando las palabras del mayor, había seguido cada uno de los pasos del Hyuga, y suponía que algo debía haber pasado con Sakura. El semblante de su amigo no ocultaba el cansancio y él sabía muy bien que una simple noche de sexo no causaba aquel estado.
Este le miró bebiendo.
—Sí —.Y ahora se acercaba tomando asiento en el sillón de enfrente—. ¿De que querías hablar conmigo? —La camisa que vestía se abrió en el cuello con el movimiento, dejando a la vista una pequeña marca rojiza que no pasó inadvertida ante los ojos del peliplata.
—Noche intensa, ¿no?
El Hyuga le miró con extrañeza, Kakashi le señaló el cuello con la mirada, motivando en aquel gesto a la mano que se acarició la zona. Ardió. Seiyi sonrió al percatarse de a qué se refería. Así que Sakura había osado a morderlo en algún momento, el simple hecho de no haberse percatado del movimiento cuando ella se lo hiciera, demostraba lo mucho que la disfrutó, y lo tenaz que era al marcarlo de esa forma.
—Noche única, Kakashi.
—No te diste cuenta cuando lo hizo.
El Hyuga carcajeó y luego bebió nuevamente desde su botella.
No hubo más palabras por unos instantes, el uno midiéndose al otro hasta que el anfitrión al fin reclamara.
—Entonces sabes que estoy ocupado, ¿no?
El otro no dijo nada, ni siquiera modificó su semblante. Fijo en su mirada, lo estudió unos segundos más.
—Voy a ser breve, no te preocupes.
—Habla.
—Quiero que saques al idiota que enviaste a seguirla, y lo reemplaces por un agente competente. De confianza .
Seiyi carcajeó. —De mí confianza —acotó.
—Me da igual. Discreto, letal y certero.
—Tengo un par en mente.
—Convócalos.
—El lunes, Kakashi —.Este respiró hondo, intranquilo ahora—. No saldrá de esta casa durante todo el fin de semana, quédate tranquilo, yo la cuido.
—Es mujer inquieta.
—No este fin de semana.
El peliplata contrajo el cejo. Seiyi sonrió de lado y en ese instante entendió todo.
—Ella no es una esclava.
—No, no lo es —.Bebió nuevamente tomándose el tiempo para dejar luego la botella vacía en la mesita al frente, y se fijó en sus ojos—. Es mí esclava —dijo al fin, el énfasis en la posesión.
Hubo una advertencia en la mirada del peliplata, una que le endureció los iris. La mano sobre el apoya brazos jaló por cerrarse.
—Cuan duro fuiste.
—Eso no te importa.
—Yo la inicié, sabes que sí me importa.
—La soltaste. Ya no es nada tuyo.
Lo midió por unos segundos más.
—No jodas con ella.
—Nadie va de bromas aquí.
—Te conozco, Seiyi.
El Hyuga sonrió.
—Se nota que no tanto.
—Estaba mal ayer, celosa, alterada por una mujer a la que estás viendo.
—¿Seguro que estaba alterada por mí? —arremetió.
—Sabes que tuve que consolarla, no pidas detalles.
En ese instante, cualquier sonrisa se borró desde el semblante de Seiyi, dando paso a la dureza que le envolvía las expresiones en un cerrado estoicismo. A caso si funcionaba bien con el peliplata, eran iguales.
—Tuviste que consolarla del daño que tú le estás causando.
Kakashi entrecerró el ceño, ahora las manos se cerraron, la intromisión de Zulima había hecho estragos, Sakura se lo reclamó, en aquello Seiyi tenía razón.
—Eres animal de costumbres, Seiyi. Ni se te ocurra joderla.
—No lo hago.
—Te lo advierto una única vez. Si estás con ella, estás solo con ella. Es la única, ¿entendiste?
Se miraron por unos segundos más, ahora el Hyuga sonreía de lado.
—¿Eso era todo lo que tenías que decirme?
El otro no respondió, sólo se puso de pie, acomodando luego el chaleco que el Nara le obligó vestir para portar algunas armas ninjas sin que nadie lo notara. Le echó una nueva mirada de advertencia antes de voltear para dirigirse hacia la puerta.
—Kakashi —dijo el morocho deteniéndolo—, tú la estás lastimando— este le miró por sobre el hombro—. Deja de confundirla.
—No lo hago.
—Sí, lo haces. Y lo sabes. Lo sabes muy bien —.Kakashi respiró hondo—. Como sabes bien lo que a ella le pasa —.La espalda se le tensó y esa fue toda la respuesta que el Hyuga necesitaba para seguir—. Si todavía no te convertiste en hombre, aléjate.
Tomó aire para replicarle, luego lo soltó apretando los labios y estiró la mano para al fin abrir la puerta.
—Cuídala —un nuevo suspiro intento aliviarle el dolor que punzó en su pecho, acababa de sentirla, tenue llegó esa dulce energía a él, llevaba buscándola desde que puso un pie en el predio—. Acaba de despertar.
Y dicho eso abrió para salir lo más rápido que podía de allí, sino no soportaría más las ganas que jalaban por subir por las escaleras que lo llevaran a la segunda planta. Fácilmente daría con ella, la encontraría siempre en donde fuera, ya si hasta su aroma comenzaba a notar en la casa.
Watari venía por los pasillos cuando Seiyi se asomó. Kakashi era guiado por el ama de llaves hacia la salida principal, rindiendo los honores que correspondían a su cargo ni bien le abriera la puerta.
Las miradas de Seiyi y Kakashi se encontraron una vez más, antes de que el mayordomo le llamara la atención. Era cierto, Sakura acababa de despertar, sola en aquella inmensa cama, en aquella habitación. El peliplata la había sentido, era un excelente ninja sensitivo, siempre fue mejor que él en ese aspecto. En su caso, la visión de su clan le daba la ventaja a la distancia, por lo que nunca debió cultivarse demasiado en aquellas dotes. Pero ese día, maldijo no poder sentirla tan fácilmente como lo hiciera su amigo.
Apenas que si podía percibirla al concentrarse, tenue llegaba la angustia, había algo en su débil energía, o quizás él la percibía así porque no se encontraba mejor. Nunca, desde sus veinte, cuando tuviera las primeras sesiones fuertes, se había sentido de la misma forma. Ella le había llevado a niveles que creía que ya no existían y ahora debía recomponerse.
Pero primero estaba ella.
Subió saltando de a dos escalones. La prisa lo arrastraba por los pasillos. Necesitaba verla, pero antes calmarse. Respiró hondo al abrir la puerta, el semblante encontró la forma de no transmitir más que tranquilidad, buscándola con la mirada en la penumbra. Afuera acaba de comenzar un chaparrón y ella, sentada en medio de la cama, aferrando las sábanas a su pecho, perdía la mirada en la enorme ventana mientras una lágrima rodaba por su mejilla.
—¿Seiyi?
— Preciosa —dijo, la voz oscura al avanzar luego de cerrar.
—No... no estabas y yo...
—Shhhh —se desprendió la camisa al detenerse al lado de la cama—... aquí estoy —ella asentía mientras lo observaba desnudarse.
Él sabía lo importante del contacto de las pieles para ese momento, y más que hacerlo por los beneficios, necesitaba desesperadamente sentirla. Se metió debajo de las sábanas rodeándole con los brazos cuando ella se recostó junto a él, acurrucándose en su pecho ni bien apreciara la caliente piel de su amante. La sintió aspirar el aroma de su pecho, esa mezcla de su propia esencia mezclada con el jabón de la ducha. Fue evidente que aquello le reconfortó, cerrando los ojos cuando él comenzó a acariciarla.
—Necesitaba esto —le susurró y él sonrió.
—Yo también, preciosa.
Ella elevó la cabeza lentamente buscándole los ojos.
—¿Si?
—Sí, y mucho.
—No vuelvas a irte, por favor.
—No lo haré.
Respiró hondo antes de meterse nuevamente en su pecho. Él sonreía al sentirla de esa forma, parecía un pequeño gatito buscando el calor para acurrucarse. La sintió refregar el rostro contra su piel, los dedos jugaron de repente con uno de los mechones de su largo cabello, y era aquella respiración apenas acelerada la que le decía que estaba inquieta.
—¿Quieres decirme algo?
Ella levantó la cabeza de repente.
—P-puedo... ¿señor?
Seiyi carcajeó buscándole el rostro. Se veía apuesto aunque unas incipientes ojeras se marcaran.
—Primero fui Seiyi ¿ahora soy señor?
—Bueno... no sé...se me escapó y...
—No estamos en juego.
—¿No?
—Ahora no.
Ella asintió y luego le miró.
—Nunca sé cuándo comienza contigo.
—¿Eso te incomoda?
Negó—. Sólo es que ... no controlo nada.
Seiyi volvió a carcajear, hubo ternura en el gesto con que la observó y luego la atrajo más hacia él para besarla.
—Esa es la idea, ¿no?
—Lo sé. Pero es... es nuevo para mí.
—Soy diferente.
—Sí...
—¿Pero? —Ahora le acariciaba el rostro. Ella dudaba.
—No dije nada.
—Con palabras, preciosa. Sé que en esa mentecilla tuya pasa de todo.
Sakura suspiró. Sí, pasaba de todo, pero no se sentía con las fuerzas ni para procesarlo. La noche había sido tan intensa, Seiyi, el dominante que él era, superó cualquiera de sus expectativas, siendo el amo exigente que observó aquella vez en el Lux, pero que con ella fuera implacable, y aun así, percibió que cada movimiento, cada castigo, cada palabra; estaba cuidadosamente medida, con precaución era aplicada, casi que si diseñado en exclusivo para ella; como si le leyera cada uno de sus deseos transformando esa ansiedad, este temor en placer puro, denso. Sintió que hasta la presencia de Kakashi, una que la inundó de culpas al iniciar, fue premeditada, fue prudentemente permitida para cubrir cada necesidad, incrementando el goce en niveles que no había experimentado antes, llenándola de una pasión por él, de ese nuevo amo perverso que se paseaba frente a ella, casi que si enfermándola de capricho por su persona y todo lo que podía brindarle.
Y ahora... ahora se sentía vacía si él no estaba cerca. Sabía que aquello era la mera resaca de una noche que llevó al extremo a sus neurotransmisores, agotando cada fibra de su ser. Sabía que pronto pasaría y todo sería más llevadero con las caricias que él le estaba brindando, con esa dulzura que ahora derramaba sobre ella casi como una antítesis de la perversión que lo embelleció horas atrás.
—Y yo —se humedeció los labios— ... ¿yo fui la sumisa que... que te gusta?
Él carcajeó, una carcajada tan oscura y masculina, tan deliciosa, que ni pudo evitar morderse el labio inferior. Y luego la atrajo otra vez para besarla.
—Sólo importa tu placer, preciosa.
—A mí me importa el tuyo.
La observó y luego sonrió acariciándola.
—Estuviste perfecta. Y eso que fui exigente.
—¿Sí?
—¿Dudas? —ella lo miraba, la besó—.Sí, mucho más que lo que he sido antes.
Le sonrió y luego le miró con reclamo.
—¿Mucho más que con tus últimas esclavas?
Él carcajeó.
—Sí, mucho más.
—¿Y a ellas las mimabas tanto?
—¿Por qué quieres saber eso?
—Porque eres mío ahora.
Una sonrisa de lado se estiró en los labios del varón.
—Ah... soy tuyo.
—Sí, mío.
Seiyi carcajeó y luego la rodeó con los brazos para girarla en la cama recostándose sobre ella en el mismo movimiento, teniéndola completamente a su alcance. Ella le miraba con los jades bien abiertos, había ojeras por el cansancio y los cabellos no se habían secado bien al dormir luego de lavarlos, pero estaba hermosa. Perfecta.
Le acarició el rostro con las yemas de los dedos, delineándolo, observando cada simple gesto que se le formaba bajo su toque y luego vino la dulce sonrisa que inadvertida se le estiró cuando esa pequeña boquita hiciera lo mismo.
—Preciosa —le susurró respirando hondo luego—, ¿qué voy a hacer contigo? —fue la pregunta que se disparó al aire cuando observarla ya no alcanzaba.
—Amarme —le respondió suavemente.
Él sonrió aunque el ceño se le contrajo.
—Eso ya lo hago.
—Más —volvió a susurrar y él carcajeó acercándose a sus labios.
—¿Más?
—Mucho más.
—¿Cuanto más?
—Mmm... todo el tiempo. Ahora, dentro de un rato, mañana, pasado y pasado y pasado... hasta que seamos viejitos.
Volvió a reír, ella ahora sonreía esperando por él, mientras le rodeaba el cuello con los brazos.
—¿Hasta viejitos?
—Ajá.
—O sea, toda la vida.
Asintió y luego le miró la boca. Deseaba esos labios con locura, y ahora le sonreía, esa sonrisa tan masculina y seductora. No podía soportarlo más.
—¿Tanto así?
—Mhm... tanto y más. Mucho más.
—Más...
—Soy exigente —respondió Sakura con una pequeña risilla—- Te quiero todo, todo para mí.
—Egoísta más que exigente.
—Lo que sea... me gustas, me encantas...
Seiyi respiró hondo, la mirada ahora era pesada, ella se derretía en sus brazos.
—Eres hermosa.
—Y tú —se mordió el labio inferior, el varón lucía tan apuesto en esa pose—... me matas, Sei.
Volvió a reír brindándole un corto beso, dejándola con ganas de más.
—Me tienes loco —y le mordió los labios huyendo del mordisco que ella quiso devolverle para tomarlo de una vez. Rieron, él se coló entre sus piernas en el movimiento y luego una mano le tomó el rostro aferrándola a su mirada
—Sei...
—¿Mhm?
—No tienes que irte de nuevo hoy, ¿no?
—No —se acercó, ella le buscó con la boca, esquivándola él para brindarle un suave beso en la comisura derecha—. No voy a soltarte —y ahora iba por la izquierda, ella esperaba con los labios separados— ...en todo el —un nuevo beso en el mentón—... fin de semana —.Sakura gimió cuando fue el turno de la quijada, estaba sensible—. ¿Oíste?
Asintió y ahora estiraba la cabeza hacia atrás para que hiciera lo mismo con su cuello, dejándolo recorrerla hasta que volviera a su rostro, fijando la mirada en esos hermosos jades que se abrieron al no sentirlo más.
Y se miraron, uno al otro, cada uno perdido en los iris del otro, los pensamientos arredrándose si era que alguno pensaba en algo más que sentirse. Hubo lágrimas que le inundaron los jades, hubo una suave sonrisa que definió la emoción de las pequeñas gotitas al rodar hacia la almohada, y ahora él suspiraba observándola, tal vez inundándose del mismo sentimiento, apreciándola más de lo que imaginaba.
—Sei —la voz salió temblorosa—, te... te necesito... me haces bien... me haces tan feliz.
—Preciosa —casi que si gruñó la palabra. La sonrisa cálida que lo adornaba ahora desaparecía, los ojos se fijaban en esa pequeña boca—... preciosa...pides que te ame y no te das una idea de cuanto lo hago ya —.Y la besó luego, complaciéndola, lentamente abriéndose paso en esos labios a fuerza de la caricia desde los propios.
Pronto sus sabores se mezclaron, ella no tardaría en entregarse a su toque. Había deseado esos labios todo el día, sus besos fueron retaceados durante la noche y ahora... ahora simplemente los devoraría, lo necesitaba. Necesitaba a ese hombre, su cercanía, sus palabras, su piel. Era grandioso todo lo que le hacía sentir, todo lo que le daba, le encantaba como la cuidaba, como la estaba conteniendo. Lo adoraba, ahora sabía que lo que sentía por él ya no era simple fascinación, hubo un momento en que lo dudara, y aunque Kakashi aún ocupaba un lugar en su corazón, en su vida, uno que quizás no abandonaría jamás; Seiyi también lo había ganado. Seiyi estaba ahora firme en su alma, había logrado entrar, ella le pidió todo y todo se lo dio, quiso ver dentro de él, su luz y su oscuridad, y él simplemente le entregó su mundo. Y sabía que si le pedía más, él también buscaría la forma de dárselo. Porque ahora al fin entendía lo que él siempre le dijera, quería todo con ella y todo era eso, eran ellos y la vida, lo bueno, lo malo, el aprender de un mundo nuevo con reglas diferentes, el de entregar y entregarse, el de ser uno y ser dos, y las ganas de compartirlo todo, a cada paso.
Sakura suspiró con la atención clavada en los textos, luego de revolver el café con la pequeña cuchara, derritiendo el dulce de la miel en el calor del negro líquido. La mano libre fue casi instintivamente al cuello, a acomodar un collar correa que ya no existiera. Sonrió al percatarse del hecho y luego levantó la mirada pasándola rápidamente entre las personas que conversaban o comían en las otras mesas del local, nadie había reparado en sus gestos, tampoco que eran obvios y escasamente alguien se daría cuenta.
Shizune estaba demorada, le pidió que almorzara pero que la esperara para el café. Y le obedeció, a medias, necesitaba esa infusión más luego de haber comido.
Se sentía exhausta. Su fin de semana no terminó en los arrumacos que la contuvieran el sábado por la mañana. Seiyi había sido muy dulce, mostrándole un lado tierno y juguetón que nunca antes le había visto. Pero luego de una siesta en la que descansaron abrazados, fue otra la situación. Seiyi volvía a ser el duro dominante que había pedido, el collar fue casi la única vestimenta que le permitió llevar durante el resto del fin de semana, y salir la de la habitación le fue negado. Lo único que pudo hacer fue estudiar, simular conversaciones de las jornadas en la semana venidera, y complacerlo, porque cuando no estaba comiendo o estudiando, la tenía temblando bajo sus manos, negándole orgasmos, o multiplicándoselos si cumplía con los objetivos. Siempre firme, siempre duro, siempre amándola pero solemne en su posición, y ella cumpliendo el rol que le fuera designado.
El lunes arrancó temprano. Seiyi ya era sólo Seiyi, y carcajeaba cada vez que ella se quejó del cansancio, durante el trayecto hacia el hospital. La dejó en las puertas, besándola lento y profundamente antes de prometerle cenar juntos esa noche.
Y ella respiró hondo observándolo partir antes de arrancar. Ya sabía que su agenda no sería menor y el almuerzo la encontraría con Shizune para repasar los temas. No le preocupaba aquello, todo lo que trabajó con el Hyuga la había dejado preparada más que suficiente. Pero recordar que luego, al atardecer, la misma cita se repetiría pero con Kakashi, era otra cosa.
La sensación de ese dulce nerviosismo por verlo, había desaparecido luego de la primer sesión. Quizá fue acertado que Seiyi le permitiera imaginarlo durante el genjutsu, robándole el placer de lo prohibido, las ganas irresolutas de un disfrute que conocía desde el otro; pero ahora plantaba otra inquietud, un nuevo problema. ¿Cómo verle a los ojos?
Torció la boca bebiendo el primer trago y luego suspiró. Ya lo resolvería, o confiaba en que lo haría.
—¡Te dije que me esperaras! —Sakura dio un respingo mirando hacia donde la voz le reclamaba—. ¡El café, Sakura, el café!
Carcajeó cuando le bajó el susto, y luego se puso de pie para recibirla, dándole un abrazo. La morocha se acomodó en frente y quiso llamar al mozo, pero Sakura fue más rápida.
—Tengo una sorpresa para ti —y le sonrió mientras la otra exageraba la expresión en su rostro.
Pronto una nueva taza de café se situaba en frente de la recién llegada, con un trozo de pastel de chocolate y crema agria.
—¡Mmmmm! —Exclamó al probar el primer bocado, mientras a la pelirrosa le traían una nueva taza de humeante café— ¿Más café? ¡Mujer! Que esta noche no vas a poder dormir.
—Muero de sueño, Shi.
—Se te nota —le dijo luego de observarla por unos segundos, sin dejar de atender su trozo de postre que rápidamente disminuía— ¿Seiyi te maltrató el fin de semana?
—¿Cómo? —reaccionó sonrojándose por completo, provocado más carcajadas en la otra, que debió cubrir con la mano su boca para nos escupir a su amiga.
—¡Tengo razón!—dijo luego de tragar, volviendo a carcajear más libre ahora.
—¡Estuve estudiando mucho! —Aclaró—. También.
—Claro, también —una nueva risilla coronó la frase—. En un rato vamos a ver qué tanto.
Sakura rodó los ojos, aunque el sonrojo no disminuía, y tomó desde el bolso un cuaderno en el cual había tomado nota de algunos puntos grises en política. Shizune terminó su postre, bebiendo del café, los ojos se le pusieron en blanco al degustar el amargo sabor, le encantaba y ese día, lo necesitaba.
—Veo que hiciste los deberes.
—¡Claro! —Sonrió—. Cuando me digas....
—Dispara.
Y comenzaron.
Las dudas de Sakura eran muy precisas, Shizune no pudo ocultar la admiración que le causó aquello, de la joven temerosa del viernes ya no quedaba nada, se notaba el paso de Seiyi en esa actitud renovada, conocía al morocho y lo exigente que era, de seguro le había tomado examen al exponer el tema. Sólo hubo un par de situaciones que ameritaba la presencia de Kakashi, no lo dijo de primera, siguieron avanzando. Y luego de resolver las anotaciones, pasaron a repasar el documento aunque el tiempo se les cumpliera antes de siquiera llegar a la mitad.
—¡Uy! Mira la hora —exclamó Shizune.
—¿Tienes que irte?
—Sí, esta tarde tengo dos reuniones del hokage en las cual debo participar —rodó los ojos—. Viene el consejo y Kakashi me pidió que esté presente, hoy no está de humor para aguantar quisquilloseadas.
—¿Kakashi de mal humor? —preguntó con ironía, aunque el corazón se le hubiera acelerando ante la simple mención de su cargo.
Shizune carcajeó guardando sus documentos en el bolso.
—Ya no aguanta al consejo.
—Nunca los aguantó , Shi.
—Sí, tienes razón. Pero antes no se le notaba ... tanto —.Carcajearon—. Aunque hoy está particularmente insufrible.
—¿Mal fin de semana?
—Aun no lo sé, no me contó.
—¿Te cuenta cosas? Eso sería nuevo.
Rieron.
—La verdad, no mucho. A veces se le escapa —.Cerró el bolso y se puso de pie—. ¡Ah! Por cierto... esta tarde va a estar bastante ocupado, por las dudas no lo esperes.
Sakura debió respirar hondo antes de hablar. Aquello le había tomado de sorpresa, la simple insinuación de un encuentro la puso nerviosa.
—¿Te... te dijo algo?
—Quería repasar todo esto contigo. Lo prometió, ¿no?
—S-sí, pero... pero le entiendo sino puede. Es el hokage al fin y al cabo.
—Sí, sí. Pero esos dos temas que no pude responderte... es mejor que los veas con él. ¿Los marcaste?
—Si pero...
—Sino es hoy, de seguro mañana sí. Le voy a decir que se haga un tiempo —.Miró la hora una vez más—. ¿Quieres que le diga algo?
—Eh... no, no. Si él hoy no puede... vemos mañana.
—Ok. Entonces, mañana a la misma hora de hoy, almorzamos. ¿Te parece?
—¡Claro! —Dijo Sakura, las mejillas ya las tenía coloreadas de tanto hablar del peliplata—. Tengo este horario apartado, así que no te preocupes.
—¡Fantástico! —Y se inclinó a darle un beso en la mejilla, antes de salir a toda velocidad para llegar a la torre.
Sakura suspiró. No podía negar que le aliviaba saber que el reencuentro luego de aquellos genjutsus no se daría ese día, pero por otra parte algo dentro de ella se había ilusionado con dicha reunión. Tenía ganas de verlo.
Sacudió la cabeza y tomó todos los documentos para también guardarlos de forma ordenada. Y luego llamó al mozo para abonar la cuenta, al fin y al cabo había invitado ella.
Kakashi suspiró, una exhalación medida, apenas que si oía él mismo el propio aire al ser expulsado por la nariz, no quería anunciarse, aquella fortuita clandestinidad le estaba gustando. Observarla sumida en sus tareas, concentrada, era un placer del que había tenido que prescindir luego de abandonarla y, esa tarde, caía en la cuenta de lo mucho que lo necesitaba, que la necesitaba.
Todo el fin de semana había estado pensando en ella, a cada instante, a cada minuto, le fue imposible quitársela de la cabeza, más que de la cuenta, era parte de su rutina tenerla así, en sus pensamientos. Era la única forma en que podía sentirla en exclusiva para él, por el momento. Y era soportable, debía serlo, hasta que confirmara lo que Seiyi le había hecho. Se sorprendió al advertirse que no hacía otra cosa que darle vueltas a las suposiciones de lo que hubiera sucedido en esa alcoba, desmenuzando una y otra vez incógnitas, suponiendo la selección de prácticas, como ella lo hubiera recibido, si acaso gozara, cuan extremo había sido su amigo. Seiyi no era amo de regirse por las mismas reglas que él, la intensidad de sus gustos se internaba sin prejuicios en la perversidad, sólo una sumisa masoquista estaba a su altura, y ella no era de esas, aunque hubiera apreciado en varias oportunidades que la chica tenía cierta tendencia al goce que nacía del dolor. Supuso que su entrenamiento ninja la insensibilizaba en cierta forma, estaba bien, su toque era doloroso, pero medido, más no era excitante ni divertido para él. Lo suyo siempre decantaba en un sometimiento más psicológico que físico, las humillaciones nacían más de reprimendas que desde la degradación, pero Seiyi era lo contrario, y desesperaba de pensar en que hubiera ocasionado en ella.
Y ahora, de pie frente la puerta entreabierta hacia el consultorio privado de Sakura, la hendija que se formó tal vez por un descuido, le permitía tener acceso completo a aquella hermosa imagen sin ser notado, el chacra oculto, la observaba a su antojo. Ella lucía bien, radiante, cansada pero completamente relajada, todo lo opuesto a lo que encontrara el viernes. Y aquello le tranquilizaba incomodándolo en partes iguales. Lo que su amigo le hiciera... a ella le había gustado y aquello quizás lo dejaba con otra desventaja.
Un nuevo suspiro y ahora la decisión de golpear suavemente el marco de la abertura fue tomada casi inconscientemente.
—¿Quién? —Ella alzó repentinamente la vista, carraspeando después para acomodar la voz—. ¿Sí? Quien...
—Yo —.Respondió él empujando la puerta apenas para asomarse después con aquella enorme sonrisa que le afinaba los ojos a dos líneas.
—¡Kakashi! —El rostro se le incendió en ese instante. No se había preparado para recibirlo luego de lo que Shizune le comentara durante el café, y aquello la tomaba desprevenida, más con todas esa sensaciones que el genjustu aplicado le había dejado como un delicioso residuo sobre la piel. Temía a ese momento, lo había pensado en todo el día aliviándose cuando supo que sucedería después, y ahora él estaba allí y su corazón enloquecía. Pero extrañamente, se sentía feliz, nerviosamente feliz.
—El mismo —dijo mirando la silla frente al escritorio—. ¿Puedo...?
—Ehhh... sí, sí, pasa por favor —.Se puso de pie señalándole el mismo lugar, su cuerpo buscó inconsciente querer salir para recibirlo, no entendió que carajos quería lograr con eso, pero rápidamente volvió a sentarse cuando él corrió su asiento para darse espacio. Sentía los dedos picarle, y tuvo que tomarse las manos al frente para tranquilizarlos.
—No te esperaba... no tengo nada para ofrecerte, pero si quieres...
—No te preocupes, yo tampoco sabía que iba a desocuparme a esta hora —.Y le sonrió, un sonrisa genuina, limpia, la máscara se movió con aquél gesto marcando perfectamente la línea de la mandíbula y los labios estirándose debajo.
Kakashi tenía unos buenos labios, unos hermosos, con perfiles bien marcados, carnosos pero no gruesos, masculinos, irresistibles cuando las comisuras se hundían en aquella mueca, casi afrodisíacos cuando el arco se hinchaba preludio a su orgasmo. Y ella no pudo más que quedarse prendada en aquello sutiles detalles, conociéndolos a la perfección, habiéndolos prácticamente que si devorados en el genjutsu en donde esa boca fuera el objeto de deseo más ambicionado.
Sus mejillas se encendieron nuevamente cuando cayó en la cuenta del silencio que había reinado luego de los saludos, preciosos segundos en los que sus ojos cayeran en aquella oculta boca, y en los que él se deleitara con ese incipiente deseo que tan bien leía en ella. Las orejas no quedaron fuera de la reacción y fue aquella pequeña risa masculina la que la llevó a pestañear rápidamente saliendo del bochornoso embrujo. Los dedos entrecruzado al frente se apretaron, luego se soltaron para dejar libre la mano que acomodó el cabello detrás de la oreja intentado disimularse.
—Pero... p-pudiste.
—Pude.
Se miraron. Él mantenía la sonrisa, ella ahora se quedaba en sus ojos.
—Que... ¡qué bueno!
—Así es.
Sakura asintió.
La sonrisa en él se estiró sólo un poco más y luego fue la mano que apoyó en el escritorio la que le llevara los jades hacia allí, hacia esos dedos que parecieron acariciar la madera con las yemas al deslizarse inconscientes de sus pensamientos. Una suave caricia, con esas yemas ásperas solo lo suficiente para hacerse notar sobre su piel, sobre sus caderas...
—Sakura —le miró de repente, el sonrojo volvía a extenderse por su rostro—... ¿estás bien?
—¿Yo?... Eh, sí. ¿Por?
—Estás toda colorada. ¿Tienes calor? —provocó. Él no sabía bien que le sucedía, pero su estado denunciaba una sensibilidad más intensa que de costumbre, una sensibilidad que bien conocía, una dulce, una deliciosa que él tan bien sabía aprovechar y que ahora cada uno de sus movimientos, aun sin tocarla, parecían encender algo en ese cuerpo.
—Eh... no, no. Es ... esto, bueno, es el... ¡el sol! Hoy estuve caminando bajo el sol... al medio día.. Sí, eso. El sol. Está fuerte ¿no?... este verano va a ser ¡uf! Intenso.
Él asintió. No se lo creyó ni un poco.
—Deberías usar protector. Tienes una piel blanca muy sensible.
—Sí —apoyó ambas palmas sobre sus mejillas, de verdad que ardían.
—Y hermosa.
Esos jades se fijaron en él.
—Mi piel.
—También.
Tragó con dificultad. Aquello...
—Eso que-
—Se nota que tuviste un fin de semana satisfactorio.
—¿C-Como? —Los ojos se abrieron inmensos. ¿Acaso él sabía algo? No podía ser.
—Digo, que estuviste estudiando —.Señaló los apuntes—. Shizune me dijo que-
—¡Ah! ¡Sí, estudiando! —Le interrumpió—. ¡Sí, muchísimo!
—Siempre te tranquilizó estudiar.
—Sí, eso sí... me conoces bien —Kakashi asintió, ella sonrió, desviando sus ojos de él, necesitaba calmarse. Así que buscó acomodar rápidamente los papeles frente a ella, dejando sólo aquellos que pudieran justificar la presencia del hokage, asumiendo que estaba allí solo por eso, aunque su corazón no pudiera evitar añorar aquellos momentos en los cuales ella era la única razón de las visitas.
El rostro lentamente se le enfriaba, volviendo a su rosado normal mientras él la observaba hacer. Tenerla en frente, tenerla a solas, era todo lo que deseó ese fin de semana, durante todo ese largo y pesado día. Y allí estaba, observándola, tan cerca y tan lejos...
Lucía bien, sí, muy bien. Lo que fuera que le hiciera Seiyi, le había asentado de maravillas, serena, segura, hermosa. Tan diferente a como la tuviera que contener el viernes... hubiera dado lo que fuera por ser él quien la calmara, quien la hiciera feliz. Y podría haber sido así, en un momento esa realidad era suya. Sólo que no pudo. Sus miedos eligieron por él.
Respiró hondo.
—¿Pudiste hablar con Seiyi? —Le dijo al fin.
Ella le miró. Él estaba serio aunque la mirada con la que la esperaba fuera dulce.
Y aquello, no pudo más que gratificarla. Podría haberla puesto nerviosa, tal vez fuera una falsa esperanza, pero a esa simple pregunta su corazón la interpretaba como el interés que la tuvo a ella y sólo a ella, presente en sus pensamientos todos esos días, todas esas noches, metida en medio de él y la que fuera que compartiera su cama.
Y en ese instante, justo en el preciso instante en que sus ojos quedaron prendados con la suficiente entereza para no moverse de allí, entendió lo mucho que le deseaba, lo mucho que esperó por ese exacto momento desde que lo abrazara: tenerlo con ella, a solas, sin nadie que juzgara o interrumpiera. Sólo él y ella, necesitaba volverlo a ver. Su cuerpo sintió nuevamente todo lo que aquel genjutsu le mostrara, y sus ganas florecieron intactas aunque había algo diferente. Ahora por una extraña razón, la culpa no existía entre ella y esa necesidad que crecía. Ente ella y ese hombre.
¡Dios, como le deseaba la boca! Cómo deseaba que esas manos la acariciaran, la apretaran a él. Tal como lo hiciera en aquella fantasía tan explícita, tal como lo hiciera tantas noches que compartieran en el pasado.
Asintió, estrechando los labios.
—Seguiste mi consejo.
—Sí —.Hubo una sonrisa, tímida primero, luego la lengua que asomó levemente humedeciéndolos le contó otra historia. El ceño se le contrajo un segundo, moría por conocer los detalles que aquellos pequeños gestos apenas evidenciaban.
—Él sabe escuchar.
—Tenías razón, sí, es un buen escuchador —.La respiración se le agitaba ahora, una mano buscó acomodar un mechón detrás de la oreja, siempre hacía eso cuando se ponía inquieta, esas preciosas pupilas no dejaban de fijarse en él, dulces, desafiantes, y ahora se encendían un poco más—. Tu también lo eres.
Le sonrió de lado. No sabía si interpretar aquello como un halago o un reclamo.
—¿Si? ¿Lo soy?
—Sí. Pero a veces no quieres.
Contrajo el ceño. Sí, estaba reclamando, provocándolo.
—¿Y cómo sería eso?
Ella encogió un hombro, sus hermosos ojos no se movieron de los de él.
—El viernes lo hiciste muy bien.
El viernes... aún sentía ese abrazo en su cuerpo, el dulce aroma brotando desde sus rosados cabellos en sus fosas, los celos mezclados. ¿Se refería a eso?
—El viernes te hiciste oír.
—¿Y antes no?
«Mierda». Iba a por más.
La mirada en el varón se oscureció, se hizo más dura. Ella no cedió, y algo dentro de él comenzó a relamerse.
Tal vez aquello era su oportunidad.
—Antes —respiró hondo—... hay que estar listo para oír.
—No lo estabas.
—Evidentemente, no. Dime tú.
—¿Y ahora lo estás?
La mano sobre el escritorio se abrió, acariciando levemente la madera, ella no pudo evitar observar esos dedos moverse.
—¿Qué tienes para decirme, Sakura?
Lo miró nuevamente.
—¿Ahora?
—Sí.
Sakura apretó los labios en ese instante. Lo que fuera, no quería soltarlo. El pecho aceleró apenas el vaivén de la respiración y las manos buscaron entrelazarse al frente nuevamente.
—Ahora —se encogió de un hombro— ... ahora nada.
Él sonrió. Lo provocaba.
—¿Nada?
—No.
—El viernes estabas más habladora.
—Estaba enojada el viernes.
—¿Enojada te haces oír?
—Enojada me escuchas.
Kakashi carcajeó. Ella podía jurar que aquella carcajada se sintió en cada centímetro de su piel. Su voz era deliciosa.
Podía seguir provocándola, quizás era el momento para avanzar más, la conocía lo suficiente como para saber que hacer o decir y tenerla en un instante en el estado justo para todo.
Pero prefirió avanzar desde otro ligar.
—Entonces, busquemos la forma de que no debas enojarte para hablarme.
—Y tú escucharme sin que me enoje.
La miró bien, le observó esos ojos fijos en él, esos labios que se entreabrían, inquietos, el vaivén en el pecho que se esforzaba por tranquilizar. Sí, él estaba moviendo algo dentro, mucho más que otras veces. Ese fin de semana, esa sesión... algo había pasado, y en ese instante comenzó a considerar que quizás no fue tan malo para él.
Le estiró la mano en ese momento. Ella se la miró.
—¿Trato? —La sorprendió el gesto, pero era esperable desde él.
Carcajeó haciendo ella lo mismo, firme llegó la mano que él pronto envolvió con la suya.
—¿Vas a cumplirlo?
—Claro.
—Júralo —una risilla juguetona se asomó después
—Se me va la vida en esto.
—¡Exageras!
—Nunca contigo.
Ella apretó el agarre, él hizo lo mismo conteniendo las ganas de jalarla para tenerla más cerca.
—Entonces... ¡hecho!
—Hecho —repitió soltándola despacio luego.
Solo sus miradas fueron las que quedaron en contacto mientras sus cuerpos se acomodaban en sendos asientos, con la distancia suficiente que les brindara ese margen de seguridad que tanto odiaban en ese momento.
—Bueno —dijo Kakashi al fin, moría por tocarla en ese instante, era mejor regresar a lo que los convocaba— ... Shizune me dijo que tenías unas dudas que sólo yo podía aclarar.
—Sí. Así es —no le soltaba los ojos, la vio suspirar luego, seguir con el trabajo era evidente que no era lo que deseaba—. Quieres ... ¿quieres que las veamos ahora?
Esa quizás era su entrada.
—¿La verdad?
Ella carcajeó sutilmente coqueta, sí esa era su entrada.
—Sí, la verdad. Siempre la verdad conmigo.
—Bueno... en realidad quisiera estar sentado en el parque con un té sencha entre mis manos.
—¿Uno del puesto ambulante ?
—Ese mismo. Dicen que son muy buenos.
—Son muy, muy buenos.
—No los probé, aún.
—¿No? Qué raro.
—Soy un hombre ocupado, Sakura.
Ella carcajeó nuevamente, ahora se tocaba la el rostro.
—En este instante no te veo tan ocupado... ¿qué esperas a probarlos?
—Bueno...a que me digas que sí.
Volvió a reír, ahora se mordía una uña juguetona. Él moría por besarla.
—¿A qué?
—No sé... tal vez no quiera probarlo solo.
—¿Esa es una invitación?
Él carcajeó. Luego se encogió de hombros.
—Tal vez.
—¡Ay! ¡No le des tantas vueltas!
Rieron los dos y luego él se puso de pie buscando la cartera de la fémina para alcanzársela.
—Vamos. Mañana me invitas a almorzar y tratamos todo lo que quieras.
—¿Después del té no?
—No. Esta tarde quiero estar sólo contigo.
Ella sonrió poniéndose de pie para luego tomar la cartera desde sus manos.
También quería estar sólo con él. En más de una forma. Se sentía natural su compañía esa noche, su presencia. Le deseaba y le alegraba tenerlo cerca, sabía que no era suyo y que quizás ese coqueteo, esos juegos, era lo único que podría tener de ahora en más, pero por alguna razón aquello ya no le importaba, porque esa complicidad que surgió en la breve conversación mantenida, esa mirada que se fijaba en ella, esas hermosas sonrisas aún cubiertas, le decían más. Le decían que él era de ella, que siempre lo sería. Y por primera vez desde que rompieran, no se sentía mal aquello. Por primera vez no dolía. Y no existían culpas.
—¡Nop! ¡No seas tramposa! —Dijo llevando las manos detrás de su espalda otra vez.
Ella carcajeó.
—¡Kakashi, no te hagas el misterioso!
—No me hago.
—¡Ay, dios! —Volvía a carcajear pero ahora cerraba los ojos, prendiéndose al juego—. ¡Te vi yendo al puesto de dulces! ¡Ya no es más una sorpresa!
—No viste nada. ¿Ya los cerraste?
—¿Qué? ¿Acaso no ves que cumplo? Tu eres él que tiene los ojos abiertos —.Intentó girar hacia donde sabía qué él estaba.
—¡Quieta!
Volvió a reír obedeciendo mientras se mordía los labios. El peliplata estaba extrañamente juguetón desde que llegaron al parque, cumpliendo su invitación al té, pero agasajándola con más detalles, como aquel asiento sobre la colina que se esforzó en conseguirle utilizando sus poderes de persuasión sobre la parejita que los ocupaba.
Le gustó aquello, le gustaba la situación y como se estaba dando todo entre ellos, tan natural, fluía como antaño, cuando eran sólo amigos, cuando quizás coqueteaban aunque ella no se diera cuenta.
—¿Lista? —Lo sintió frente a ella, su figura tapaba la luz del farol que acababa de encenderse.
Ella elevó el rostro, pero no abrió los ojos, respetando la regla que él le pusiera como condición.
—Bien. Ahora abre la boca.
—¿Qué?
—¡Chst!
—¡No abrí los ojos!
—Quisiste —.Reclamó—. Abre la boca, carajo.
Carcajeó con ganas luego obedeció.
Kakashi sonrió al observarla, estaba hermosa, estaba tan relajada, por primera vez la notaba así cuando estaban solos, y le gratificaba, porque sentía que una barrera acababa de romperse entre ellos.
Abrió el pequeño paquete lleno de bombones y extrajo uno, el más pequeño, de chocolate y nuez; depositándoselo luego en la boca, sobre la lengua.
—Cierra.
Ella lo hizo ni bien lo oyó, comenzando a masticar lo que fuera que le diera. Pronto los sabores le inundaron las papilas, abriéndole los ojos sorpresa.
—¡Es muy bueno! —Le decía masticando— ¿De dónde los sacaste?
—Ah... ah... no voy a decirte.
—¡Malo! Mmmm... ¡Muy rico! ¿Es del puesto...?
—Dije que no voy a decirte.
Kakashi carcajeó sentándose a su lado pero dejando ente ellos el suficiente espacio como para colocar el paquete abierto sobre la banca.
Sakura siguió con los ojos ese tesoro hasta que quedó perfecto, luciendo cada uno de los dulces. Eran muchos, todos pequeños y parecía que ninguno se repetía
—¿Puedo? —preguntó con sus dedos en pinza sobre el paquete.
—No.
—¡Ey!
—Primero me alcanzas mi té.
Le torció la boca y luego le sacó la lengua cuando este carcajeó, para al final cumplir con lo pedido, tenía ambas vasos descartables de su lado, el suyo comenzado, el de él aún con la tapa puesta. Había ido por esa dulce sorpresa ni bien le trajera los tés.
—¿Ahora sí?
—Todo tuyo —respondió mientras quitaba la tapita de su vaso.
El humeante líquido verde soltó sus vapores ni bien se rompió el hermetismo que mantenía el calor, el aroma era delicioso, sin dudas el nuevo puesto ambulante pertenecía a alguien que tenía mucha mano con estas preparaciones. Las ganas por saborearlo se superpusieron a la advertencia de la temperatura, y fue aquella queja que tuvo a Sakura reprendiéndolo luego.
—¡Kakashi! ¡Pero mira que eres despistado, hombre!
—Mmm... no pasa nada —respondió tocándose los labios, la máscara ahora pendía de dos dedos que buscaron subirla nuevamente.
—¡No, no! —Lo detuvo—. ¡Espérate un poco! Mira, tienes los labios enrojecidos. Pero... ¡qué hombre despistado! Déjame ver...
—Exageras.
—Deja que te revise, carajo.
—Sakura me van a...
—¡Ya quejica! Nadie te va a ver aquí arriba —le decía mientras evitaba que se cubriera, limpiándose el pegote de los dedos de su otra mano. Y ahora se ponía de pie interponiéndose entre él y todo el parque hacia abajo—. Y ahora menos te verán. Sólo a mi espalda.
Él se quejó, palabras inentendibles, dejándose elevar el rostro descubierto.
—Verán tu trasero.
—¿Qué? —Giró el rostro observando hacia abajo, la gente apenas si reparaba en ellos, no habían advertido que era el hokage quien estaba allí, y eso era bueno—. Verán mi lindo trasero —provocó y volvió a él observándole los labios.
—No me gusta eso —protestó.
—Shhh... No te quejes. Déjame verte bien —con el pulgar le rosó el labio inferior, el que estaba más enrojecido, ese suave, marcado y masculino labio.
Él entreabrió la boca para facilitarle el trabajo y aquél movimiento pareció despertar en ella el deseo que la tuvo prendada instantes atrás. El toque se volvió más cuidadoso, las pupilas se dilataron, aquello ya dejó de ser una revisación cuando se advirtió observándolo más allá de la intención médica, cuando sus dedos se movieron suavemente ya convirtiéndolo en una caricia, cuando él alzó la vista hacia ella, profunda, pesada, calma; una mirada que se posó en sus jades hablando sin palabras de un sentir que estaba ahí y que no podía ser mencionado. Sus manos se movieron solas ahora, abriéndose sobre ese rostro perfectamente afeitado, así era él, siempre la piel suave. Necesitaba tanto tocarlo... las yemas rozaron sus mejillas, el meñique se aventuró a esa marcada quijada, como sosteniendo algo que no debía ser sostenido porque quería estar ahí.
—Kakashi —susurró casi como en un quejido, la voz salía apenas, el deseo era otra cosa. El cuerpo se le erizó cuando la mano de él le tocó apenas la pierna siguiendo el camino que la llevó a posarse sobre una de las de ellas.
—¿Mhm?
—Te extraño...te extraño tanto —no supo de dónde salió eso pero se dijo, y fueron quizás esas palabras las que impulsaron a aquella mano a acariciarle ahora el rostro. Los párpados le temblaron, el contacto era sublime, era tan fácil dejarse llevar...
—No lo hagas...
—Te... te fuiste —y luego le miró, como pudo. Él seguía fijo en ella, en cada expresión y ahora lo veía ponerse de pie, el cuerpo le cubría por completo, su cuello se arqueaba para poder seguirle los ojos.
Las pequeñas manos se deslizaron abandonando el rostro, quizá se soltarían de él, pero no las dejó caer, las sostuvo sobre su pecho, mientras que con la otra ahora le elevaba el mentón.
—Ya no, aquí estoy —fue grave la voz que pronunció aquellas palabras, y más osadas las que le siguieron— ¿Me perdonarías lo que te hice?
Hubo un jadeo ante ese pedido, no se lo esperaba, golpeando algo dentro de su pecho, algo que comenzó a latir muy rápido reemplazando el deseo que nacía desde la lujuria, por esa calidez que llenaba el alma. Respiró hondo luego, los dedos se cerraron sobre su pecho, la mano que los sostenía los apretó más contra de él. Por dios que se veía tan bien...
—Ya... ya lo hice... hace mucho.
—¿Mucho?
Asintió varias veces. Él le sonrió por unos segundos hasta que sus ojos cayeran sobre esa pequeña boquita que ahora mordía el labio inferior al sentirlo acercarse.
—Eres única, Sakura —el agarre que la elevaba se intensificó, la mirada era pesada sobre ella —... Eres la única en mi vida, siempre lo fuiste, siempre...
El perfume varonil la golpeó en ese instante, las palmas de sus manos apreciaban ahora el golpeteo de ese fuerte corazón, y eran sus jades los que le deseaban nuevamente la boca. Aquello era una locura, sin genjustus de por medio, estaba sucediendo y lo anhelaba, lo anhelaba tanto...
Lo que sospechara tantas veces y tantas otras se lo negaba, era cierto y aquello le llenaba las células de una felicidad que no podía explicar. Él demostraba sentir algo verdadero por ella, sus palabras, la forma en que la buscaba; no era mera necesidad sexual, no era un juego, era real. Y ella no podía disfrutarlo más, el rostro de su ex sensei estaba cerca, muy cerca, ya su boca no soportaba más la tensión de la espera, le picaban las ganas. Y en ese instante aquella mirada perversa y encendida, aquella dura mirada perla que la observó follarse al hombre que ahora intentaba besarla, se aparecía en sus pensamientos, recordándole que lo real de aquello quizás no era lo correcto. Y que ese simple acto, en ese momento, la transformaba en la peor mujer.
«Mierda».
—Kakashi —susurró, huyendo levemente de la mano que le sostenía el rostro—...perdón, yo...
Él respiró hondo alejándose apenas.
—Perdóname a mí... no pude resistirme —.Ella le miró con un dejo de dolor, él le sonrió dulcemente en ese instante. La respiración denotaba que a aquello lo ansiaba tanto o más que ella, pero que comprendía, comprendía todo—. ¿Estás bien con esto?
—Yo... yo quería que me... me —ahora se sonrojaba ocultando el rostro en su pecho ni bien advirtiera sus mejillas arder—... ¡Ay,dios! ¡Por favor no pienses mal de mí!
Kakashi carcajeó.
¿Cómo hacerlo? Y ahora los brazos le rodeaban dulcemente ese pequeño cuerpo que hervía en vergüenza, apretándolo a él.
—Tranquila, tranquila —.Ella asintió sobre su pecho, moviéndose después solo lo suficiente para mirarlo entre aquel abrazo. Había una pequeña maraña de cabellos rosas y los jades se encendían con aquel sonrojo. Estaba preciosa—. Jamás voy a pensar mal de ti. Sé quién eres, la clase de persona que eres.
—Perdona.
—Shhh... Entiendo, tranquila. Sé lo que sientes, sé que él te espera.
Hubo una mueca de dolor que curvó sus cejas, él sonrió comprensivo y luego la vio asentir separándose apenas.
—No estoy lista...
—No hace falta que digas nada —le interrumpió—, hoy simplemente ...no es el día.
Hubo dolor en su rostro.
—Y... ¿y si no lo es ... nunca?
—¿Vas a dejarme?
—¡No!
—Entonces con tenerte así estará todo bien.
—Así... ¿cómo amigos?
—Así cómo amigos.
Ella asintió tomando aquella respuesta como la afirmación que cerraba un trato, pero el dolor no se disipó desde su mirada. Él sonreía calmo, ahora había un suspiro que le hinchaba el pecho y la soltaba al fin para cubrirse el rostro con la máscara.
—Bueno —dijo después, una mano le acarició la mejilla, ella permanecía de pie, con la misma expresión, observándolo— ...es tarde, Seiyi de seguro te espera.
—Él no...
—Sí, te está esperando.
Asintió nuevamente, no iba a contradecirlo.
Lo vio tomar la bolsita de dulces cerrándole un nudo antes de entregársela. Le siguieron el té a medio tomar y su bolso.
Ella solo recibía lo que le daba, imposible decirle algo. ¿Decir qué? ¿Que no quería irse? ¿Qué realmente deseaba ese beso pero que no podía dárselo?
—¿Vamos? —Y puso el brazo en jarra. Dudando ella se lo tomó dejándose llevar—. Mañana al medio día nos vemos.
—Sí...
—Lleva todas las dudas. ¿Las tienes anotadas?
—Obviamente.
—Uf... ¡Cómo voy a preguntar eso!
Sakura carcajeó. Él también. Y ahora le sostenía más fuerte al bajar por las amplias escalinatas, cuidando cada paso con esos tacones que vestía.
Podía sentirse nerviosa por lo sucedido, podía sentirse en falta como lo hizo tantas veces y por menos, pero extrañamente no sentía nada de eso. Parecía que todo entre ellos fluía, como si aquel genjustu que la dejara tan sensible le hubiera quitado un peso, unas ganas que la atormentaban, que la hacían dudar. Y ahora, ya no había dudas, no las tenía retumbando en su cabeza. Ya no. Sólo la certeza de que ese hombre que la tomaba del brazo, nunca sería un amigo más.
Levantó la vista cuando terminaron de descender y tomaron el sendero arbolado que los llevaba hacia la calle, aún faltaba trecho pero ya tenía esa necesidad de no querer soltarlo, de que aquello se extendiera solo un poco más. Le miró, él lucía calmo, le sonrió dulcemente cuando hizo contacto.
—Y quiero escuchar la misma exposición que le hiciste a Shizune, ¿crees que podrás? Ella volvió muy entusiasmada.
—Claro —la sonrisa la contagió—. Me encantaría.
—Genial.
Siguieron avanzando con las miradas enredadas. Más allá de los brazos que los unían, el roce casual de sus cuerpos al caminar era como una caricia, como aquella brisa que le arremolinó el cabello rosado llevándole su perfume. Ella olía bien, se veía bien, estaba hermosa.
Respiró hondo cuando la acera fue el último obstáculo y los detuviera. Sakura le miró.
—Bueno... entonces, será hasta mañana.
—Pero, ¿no vas a acompañarme aunque sean un par de cuadras más?
Él sonrió luego señaló con la cabeza hacia atrás.
—Te buscan.
—¿Quién? —giró repentinamente y allí lo vio, uno de los autos con chofer de la mansión se había estacionado a un par de metros de ellos, brindándoles privacidad pero lo suficientemente cerca como para hacerse notar.
—Le voy a decir que regreso caminando.
—No es necesario —dijo Kakashi, sabía que a aquel vehículo no lo conducía un chofer común, era un Anbu, uno de los más entrenados, que ahora descendía del auto y que lo saludaba con el esperado respeto de las jerarquías pero disimulando su condición dadas las circunstancias de la misión—. Ve con él.
—Ya le dije a Seiyi que no hiciera eso.
—Te está cuidando.
—Da igual, quiero caminar, voy a dec-
—Sakura —le interrumpió, la voz ya no era dulce deteniendo todo en ella—. Regresa en ese auto.
—¿Qué?
—Por favor —respiró hondo— , él sólo te está cuidando, déjale hacer eso.
—Pero...
—Pero nada —le sonrió ahora aflojando su expresión, y luego le acarició el rostro—. Seiyi está cuidando a la persona más importante de mi vida. Respétalo.
El sonrojo en la pelirrosa no tardó en llegar, luego estuvo esa calidez que la invadió y ahora miraba nuevamente esos labios cubiertos.
—Está bien.
—Genial —le soltó apretando en su otra mano el vaso descartable con té, ya se estaba enfriando— Nos vemos mañana.
—Sí, nos vemos mañana —respiró hondo—. No faltes.
—Nunca —.Una nueva sonrisa la contagió a ella también—. Ahora ve. Que tengas una buena noche.
—Tú también. Que descanses.
—Claro.
Y dicho aquello con los ojos la incitó a irse cuando le señalara nuevamente el auto, saludando luego al chofer, en clara señal de advertencia de que ahora la chica quedaba a su cuidado. El hombre respondió yendo luego hacia la puerta trasera para abrirle a su pasajera.
Sakura agitó la mano en el aire antes de cerrar, como aquel ultimo saludo que se la llevaría hasta el otro día. Que se la llevaría con él, con su amigo.
Suspiró cuando el vehículo arrancó calle arriba, siguiéndole con la mirada hasta verlo perderse al doblar en una esquina. Luego su atención regresó al vaso de té que reposaba en su mano derecha. Bebió un sorbo, ahora estaba a una temperatura justa y sonrió por lo que aquello significó, por lo que ese simple descuido le permitió comprobar.
Él aún causaba en ella lo mismo que antaño. Sólo aquel temor devenido de su propia irresponsabilidad, la detenía. El temor y Seiyi, él había conseguido llegar lejos con ella, meterse en su vida y corazón además de entre sus piernas. Era un desafío, sería difícil, pero lo que sintió esa tarde le devolvió las esperanzas que creyó haber perdido luego de descubrir que ya la había hecho suya en todo sentido.
Sería difícil, sí, pero lo lograría. Recuperaría a Sakura.
Sí, lo conseguiría, no podía ser de otra forma.
La semana pasó volando. Cada hora, cada minuto, los tuvo a todos ocupados, aprovechando cada momento, hasta corriendo contra el reloj.
Las noches ahora eran sólo para dormir. Sakura y Seiyi caían agotados, aunque él siempre la buscara para abrazarla y ella no demorara en arremolinarse entre sus brazos. Adoraba dormir así, en contacto con su piel, el calor de ese hombre, su aroma, la hacían sentir increíblemente en calma.
Las jornadas programadas debieron posponerse una semana más, el mal tiempo dificultó el transporte para algunas delegaciones que querían participar, aunque fueran solo de oyentes. Nadie quedaría excluido, el proyecto era ambicioso y el punta pie para lograr un enorme progreso, no solo para Konoha, sino para todos los países vecinos. Abrirse a otros continentes sería el paso siguiente, y no menos difícil por todos los desafíos que aquello implicaba, no sólo en cuestiones de seguridad, sino también en choques culturales. Había sectores aún demasiados ortodoxos que no veían con buenos ojos esta nueva apertura, aunque aún se mantuvieran al margen. Pero todos esperaban, sobre todo Kakashi y Seiyi, que pronto alzaran las voces.
Fue por ello que el clima les jugó a favor dilatando los tiempos, y brindándoles la oportunidad de reforzar la seguridad incluyendo agentes de otras naciones, y del sector privado de mayor confianza, que ahora se sumaban a la causa.
Fuera de ello, todo fluyó con meros contratiempos que eran solucionados rápidamente. Y así como estuvo la tregua que les facilitara la organización, la nueva semana pasó tan rápido como la primera.
Si bien la idea original fue abrir las jornadas de encuentros con una fiesta de presentación, por consenso general optaron que actos más formales y pequeños, con una cobertura más periodística que público en general, sería lo más adecuado. En la privacidad estaría la seguridad.
La fiesta sería un anuncio sorpresa que se usaría únicamente como cierre.
Aquello alivió a Sakura. Saber que iba a conocer a una personalidad a la que admiraba, con menos publico observando, la relajaba. Por lo menos para el contacto inicial en donde iba a centrar sus esfuerzos en estudiarlo políticamente, tal como le recomendara Kakashi.
El señor Kaneko resultó ser mucho más agradable de lo que ella sabía, conociéndolo solo por noticias tecnológicas y médicas, como un empresario implacable con un intelecto muy por encima de sus colegas y un nivel de exigencia que no toleraba fallos desde sus colaboradores. Aquello le intimidaba, aunque en persona esas afirmaciones le resultaron algo exageradas.
Conocía de exigencia, tanto Kakashi como Tsunade lo fueron, ganándole esta última ampliamente, en donde siempre era necesario esforzarse más para tener éxito. Estar a la altura no le quitaba el sueño, pero sí temía a alguna equivocación de índole político que complicara la empresa para Konoha.
Sus temores se disiparon rápidamente, cuando luego de las presentaciones formales tanto de los participantes como del proyecto, viniera el lunch que les permitiera conversar más amenamente, y conocerse ya como persona.
Resultó que Kaneko apenas era mayor a ella por tres años, lo que la impresionaba. Aun no daba en los treinta y ya tenía inmensos logros sobre sus hombros, sin mencionar que ostentaba de un carácter muy jovial y divertido, además de perspicaz.
Por supuesto, todo aquello pudo apreciarlo cuando a Kakashi se lo llevara el daymio para hablar de otros temas. El peliplata estuvo atento a ella en cada una de las jornadas en las que les tocara participar juntos. Atento era una forma de decir, ya que protector era la palabra más acertada, aunque con Kaneko cerca su carácter se tornaba más posesivo que otra cosa. No podía negar que aquello le causó gusto. Kakashi era una delicia celoso, tanto como Seiyi, aunque el Hyuga no había coincidido con ella en ninguna de las actividades hasta la fecha.
Los días pasaron, ciertas jornadas fueron corridas en el calendario un par de días más, puras estrategias de seguridad que la tomaron de sorpresa cuando debió repetir el acto en el que se anunciaba la universidad. Nada que desconociera en su profesión ninja, estaba al tanto de esas estrategias distractoras. Así que simplemente lo tomó como una oportunidad más para compartir con Kaneko, aprovechando que Kakashi no podría estar, aunque en su reemplazo fuera Seiyi. Realmente disfrutó teniendo a Seiyi pululando a su alrededor, posesivo a su estilo tan fastuoso, siempre demostrando que no era buena idea meterse con él y lo suyo. Y ella era evidentemente suya. Se aseguró de que todos lo supieran.
—Bueno, hermosa...a ver, date una vuelta —le dijo Bollieu con una mirada por demás severa sobre su propio diseño.
—¡Hermosa madame! —Una de sus modelos expresó en un español atravesado por el acento francés.
—Camina hacia mí —el mentón lo picaba el índice bordado en rojo carmesí sobre la uña, algo no le cuadraba—. Gira y ve. Camina más rápido... sí... espera.
Fue hasta ella arrodillándose para retocar el amplio tajo sobre su pierna derecha. Aflojó tres puntadas, profundizándola más y recién allí sonrió satisfecha.
—¡Ahora sí!
—¡Es precioso!—exclamó nuevamente la misma modelo.
—Magnifique, madame. Un vrai bijou —dijo otra en su lengua natal.
—Oui, ¿c'est vrai? —Le respondió esta—. Ve al espejo, mírate —le dijo y Sakura sonrió. Acababan de maquillarla, el peinado hacía más de una hora que estaba listo, restaba su vestido y zapatos. Esa era la última etapa de su preparación, Bollieu le dijo siempre que luciría espléndida esa noche, prometiéndole que Seiyi sufriría.
Y no se equivocaba. Iba a sufrir.
El vestido era una belleza de color perla. Colgaba de dos finas tiras que se cruzaban tras su cuello y espalda, sujetándose a los costados. El escote trasero llegaba al filo de sus caderas, suelto a los costados. Delante, el valle de sus senos quedaba apenas descubiertos, evidenciando el cruce de delicadas cadenas doradas del sutien de metal que formaban parte del vestido. Apenas ceñido a la cintura, caía hasta la media pierna cubriendo la izquierda para dejar la derecha al aire con el tajo que se abría desde poco más de debajo de la cadera. Su delgado y marcado cuerpo lucía de maravillas debajo de esa prenda, sugerente pero de buen gusto.
Un par de sandalias al tono le estilizaban, eran altas pero el diseño le resultaba cómodo al pie. Una pulsera de perlas trepaba por su brazo izquierdo, sin anillos, solo las uñas pintadas en un claro dorado.
Dos pequeñas perlas eran los aros, más no necesitaba. Un maquillaje sobrio que resaltaba la mirada jade y aquel peinado recogido de un solo lado, del lado del tajo. Simple pero elegante, sensual pero sobrio. La juventud le exudaba por los poros y su firme mirada le confería la seguridad de una mujer preparada.
—Wow... es...
—Despampanante —le dijo Bollieu tomándole por los hombros al sonreírle al espejo. Era una mujer alta, sobresalía de ella por una cabeza—. Ahora ponte esto —le alcanzó un perfume— .A ver, estira el mentón —y le roció ambos lados del cuello, un poco entre sus senos y luego en las muñecas—. Listo niña. ¡Ve a por ellos!
Sakura carcajeó y luego tomó el sobre que una de las modelos le alcanzó. El abrigo no era necesario, estaban preparándose en una de las habitaciones de aquel lujoso hotel situado a las afueras de Konoha. Seiyi le esperaba en uno de los despachos privados, reservado para reuniones formales y pequeñas.
Saludó a todas con un beso, se verían luego en la fiesta como representantes de otro de los proyectos internacionales, y salió. Afuera la esperaba un agente Anbu, designado a ser su escolta. No le agradaba mucho la idea pero Seiyi insistió y Kakashi lo abaló, situación que no le dejó más opciones que tolerarlo.
—Por aquí, señorita.
—Ou... ¿cambiaron de ubicación?
—Así es.
Ella asintió y aceleró el paso cuando el hombre la hizo girar en el siguiente pasillo. Era uno largo que daba a una zona apartada, aunque no menos concurrida. Estaba lleno de seguridad y de asistentes apurados ataviados en ropajes formales y elegantes. Todos corrían, saludando con respeto algunos, otros ni siquiera podían.
El hombre se detuvo frente a una puerta negra y golpeó dos veces esperando. Dentro le hicieron una pregunta, que él respondió con otra logrando que le abrieran.
— Pase señorita.
Ella sintió saludándolo antes de entrar.
—Buenas noches, Sakura —voz de Shikamaru fue quien la recibiera. Detrás dos ninjas, cerraban la puerta, quedándose al lado para custodiarla.
Sakura le sonrió saludándolo también, su mirada estaba inquieta buscándolo a Seiyi entre medio de los presentes.
Había una mujer, la reconoció, era la general Anbu. El jefe de policías estaba a su lado, y más allá un sujeto que no conocía pero que también vestía uniforme, seguramente era alguna nueva división ninja por las ropas. Más allá había una pareja corpulenta, los dos rubios, ella con una cicatriz en su rostro pero muy bonita, obviamente de seguridad también, y detrás de ellos estaba Seiyi con Kakashi, dando la espalda hacia donde ella había entrado, imposible verla excepto por el oportuno anuncio del Nara.
El primero en girar el rostro fue Kakashi, quien encogió el ceño ni bien reparara en ella. Estaba muy apuesto en ese traje oscuro, no acostumbraba verlo en esas ropas y realmente sobresalía con ese estilo elegante, el cabello plata relucía con un nuevo peinado, sentándole de maravillas, como el saco ceñido que ampliaba aún más las anchas espaldas. Le siguió Seiyi quien dejó de hablar ni bien la vio.
—Disculpen —dijo, y salió del grupo a su encuentro, bajo la atenta mirada del peliplata—. Preciosa... ¡estás, bellísima! —le sonrió aunque por sus iris perlas se colara otra emoción.
Sakura le devolvió el gesto apretando los labios. Tenía ganas de besarlo, el varón realmente lucía apuesto en esas ropas típicas de la casa Hyuga, pero con un corte moderno, altruista y elegantes, típico de su estilo; pero no lo haría, esa acción correría su perfecto maquillaje, y Seiyi lo sabía. Podía esperar un poco más.
—Voy a retirarle una serie de fondos a Bollieu cuando esto termine —le susurró inclinándose a su oído. Sakura carcajeó bajito.
—¿Por? ¡La mujer se merece un bono! Mira este vestido como me luce.
—Por eso mismo.
Volvió a reír.
—Estoy a tu altura ahora —arremetió Sakura en un susurro.
—Preciosa... estás más que a mi altura, créeme.
—Señor Hyuga —uno de los hombres le llamó—, si está de acuerdo con la última estrategia, procedemos. En media hora comenzarán a llegar los invitados.
—Disculpa —le dijo a la joven apretándole el brazo para detenerla en ese lugar, apartada del resto de los hombres, y se acercó al grupo—. Sí, si el hokage dio su visto bueno, estoy también de acuerdo.
—Procedan —dijo Kakashi—. Cada hora rinden informes a mi asistente aquí presente, el señor Nara —.Lo miró, este seriamente asintió—. Disfruten lo que puedan de la fiesta.
Todos confirmaron la orden y uno a uno fueron despidiéndose de ambos para retirarse luego, quedando en la habitación el hokage, quien ahora hablaba con Shikamaru dándole las ultimas indicaciones. Seiyi se acercaba nuevamente a Sakura mirándola con una sonrisa mientras la recorría de pies a cabeza.
—Ese atuendo te queda realmente muy bien.
—Gracias —dijo ella sonrojándose apenas, no de pena, la mirada el varón prometía otra cosa y ya llevaban varios días de forzada abstinencia con todos los acontecimientos que los ocupaban. Su dieta sexual era bastante opulenta y aquello ya la estaba casi que matando de hambre.
—Estimo que vistes ropa interior —le susurró.
—Una muy, muy pequeña —dijo ella juguetona, nadie podía oírles—. Pero si quiere, me la quito, señor.
Seiyi carcajeó, una grave carcajada.
—Más tarde. Ahora habrá más gente alrededor.
—Bien —escuchó a Kakashi decir mientras el Nara se retiraba de la habitación—, creo que ya estamos listos —.Miró a Seiyi, luego a Sakura, sonriéndole—. Buenas noches, Sakura. No había podido saludarte recién.
—Buenas noches, hokage.
—Ay dios —dijo y luego miró a Seiyi—. Es terca, ¿no?
—Ni que lo digas —aportó.
—Pero... ¿que dije?
—No son necesarios los honoríficos cuando estamos nosotros —le respondió.
—Pero no estamos solos —.Miró hacia la puerta. Un ninja la custodiaba.
—Izumi —le llamó Kakashi— ,puedes retirarte.
Este saludó y se fue de inmediato.
Sakura rodó los ojos cuando Kakashi volviera a mirarla reclamante, Seiyi se acercaba ahora con tres copas de champagne en la mano.
—¿Y esto? —preguntó Sakura, tomando la suya cuando el peliplata hizo lo mismo.
—Vamos a brindar —dijo Seiyi—. Hokage —alzó la suya hacia el hombre, este repitió el gesto—, por una excelente empresa. Hemos trabajado duro para esto.
—Coincido completamente.
—Brindo por usted y sus logros.
Kakashi carcajeó.
—Y yo brindo por su tenaz y atinada colaboración, señor Hyuga.
Ambos chocaron las copas y luego la miraron a Sakura quien los observaba atenta, con una suave sonrisa estirándole los labios. Verlos así, unidos, sin discusiones de por medio, sin esa rivalidad que siempre los tenía en pica, era grandioso. Eran realmente dos ninjas imponentes y apuestos, demasiado apuestos, tan diferentes y a la vez tan parecidos.
—Y por esta señorita —dijo Kakashi.
—Así es.
Ella levantó la copa sin saber que decir.
—Por tu empresa, Sakura —.Comenzó Seiyi—. Por esta oportunidad que se abre ante ti, prometedora y única.
—Por el enorme esfuerzo que siempre pusiste, sobreponiéndote a todo, Sakura —dijo Kakashi—. Eres una gran mujer —miró a Seiyi, este asintió—. Te mereces esto, y mucho más.
Los ojos de Sakura se llenaron de lágrimas, necesitó apretar los labios para contener la emoción al chocar las copas con ambos al mismo tiempo, luego con Kakashi articulando un gracias en sus labios, terminando con Seiyi a quien miró con ternura en los ojos.
—Ey, preciosa —dijo este—. No llores que arruinarás tu maquillaje.
—Sí, y estás hermosa —le dijo Kakashi.
Seiyi asintió.
—Es su... su culpa —replicó ella— ¿Cómo me van a decir esas cosas ahora?
Los dos carcajearon y luego Seiyi bebía desde su copa observando al peliplata. Este no le quitaba los ojos de encima a la joven y ella parecía ajena a esa situación, le hervía la sangre por eso, aunque lo entendía. Como entendió las horas que pasaba con ella durante la semana, supuestamente ayudándola a prepararse. En algún punto dudó de aquello, pero cuando vio a la chica en acción pudo notar la labia política que tenía y la seguridad con la que se movía en ese ámbito. Aquello era obra del peliplata, aunque la habilidad de negociación y el temple de acero que luego ostentó eran de su parte. No podía negar que ambos bregaban por el bien de la chica, aunque los dos quisieran llevarla a la cama.
Los golpes en la puerta los hizo mirar a ambos hacia la entrada principal. Eran hombres alertas, más en aquella situación. Sakura ignoraba las amenazas que existían sobre las jornadas, pero no por ello el instinto no afloró junto a ellos.
Fue Kakashi quien se acercó preguntando primero. La respuesta del otro lado le tranquilizó abriendo la puerta luego.
Sonrió al ver quien era y luego se hizo a un lado dejándola pasar.
—¡Pero mira que grata sorpresa! —Fue la frase y la carcajada que vino después la que la anunciaran. Sakura abrió enormes los ojos cuando vio a Seiyi ir a su encuentro abrazándola ni bien la tuvo a su alcance.
Era Zulima.
—¿Que hace aquí mi dama de hierro? —la mujer le empujó por el hombro juguetona, y luego le chantó un beso en la mejilla para terminar abrazándolo, separándose segundos después al reparar en Sakura.
—¡Buenas noches, Sakura!
—Buenas noches, Zulima —hubo algo dentro que se removió por unos instantes. No le gustaba que tocara a Seiyi, aunque supiera que lo que él sentía por ella era un cariño fraternal. No así Kakashi, de hermandad no existía nada en esa relación.
—No me respondes —reclamó Seiyi.
—Ay, pero ya deberías saberlo —se removió de su abrazo, para tomar el brazo del peliplata quien ahora llegaba a su lado—. Vengo a acompañar al hokage.
Seiyi carcajeó, Sakura movió el líquido en su copa. Kakashi la miró por unos segundos, esta tenía los mofletes levemente coloreados.
—Sabes que no necesito acompañante, Zulima —acotó Kakashi.
—Sí, lo sé. Pero quise y punto —y le sonrió.
Ahora Seiyi se acercaba con una copa de champagne para la mujer.
—¿Y esto?
—Estábamos brindando.
—¿Por?
—Por ella —dijo Kakashi mirando a la pelirrosa.
—¿Sakura?
—La señorita Haruno, a su corta edad, tiene en sus manos el proyecto de la universidad de medicina que presentó el señor Kaneko esta semana.
—¡¿En serio?! —se sorprendió gratamente, fue genuina la reacción— ¿Es así Sakura?
—Sí, es así —sonrió algo nerviosa.
—¡Oh, por dios! —La mujer soltó al peliplata dejando la copa en el escritorio más allá, para ir hacia Sakura tomándole de los hombros—. ¡Pequeña, te felicito! ¡De verdad! ¡Wow! ¡Tremendo proyecto tienes, mujer!
Los hombres sonreían mirando muy atentamente el obrar de la rubia. La conocían.
—G-gracias.
—¡Esta mujer debe ser un genio! —giró por unos segundos hacia los hombres volviendo a ella, para acariciarle el rostro con una mano—. Además de preciosa. Estás hermosa esta noche, Sakura. ¿Ya te lo dijeron estos dos?
—La mano, Zulima —fue la advertencia de Seiyi.
—Pero que —Kakashi fue más contundente al tomarla del brazo y alejarla de la pelirrosa—. ¡Ay, hombre! ¡Que exagerado eres!
—Sí, sí, seguro.
—¡Era un cumplido! —miró a Seiyi buscando un respaldo, este abrazaba a una Sakura que no entendía nada.
—Claro —le respondió el peliplata.
— Ay, dios, son tan exagerados —se soltó de Kakashi y luego le miró—... ¿Ya vieron a los hombres del Lev?
—Acabamos de reunirnos con la pareja albina —acotó Seiyi.
Kakashi asintió— Le enviamos nuestros agradecimientos al Lev, sabemos que no puede venir.
—¿Le enviaron un mensaje con los albinos?
—Sí, son sus representantes, ¿no?
—Pues, no. Ellos no le dirán nada.
Kakashi entrecerró el ceño.
—Entonces...
Zulima sonrió altruista — Entonces me dicen a mí.
—¿Eres la representante del Lev? —preguntó Seiyi.
—Del señor Romanov, dirás.
—¿Desde cuándo? —le increpó Kakashi.
—Desde hace una hora. Me envió la designación con el albino.
—Bien —.Respondió—. Me imagino que te encargó algo más, si te hizo su representante en ese evento.
—Así es —miró a Sakura ahora, los hombres entendieron.
—Ella es de confianza —dijeron casi al unísono.
La mujer se sorprendió observándolos por unos segundos. Eran dos perros de guerra cuando esa mujercita estaba cerca, se transformaban. Era hasta adorable verlos así, dos hombres tan fuertes, tan dominantes, doblegados por esa dulzura rosa que aún no se daba cuenta de lo que tenía ahí.
—Bueno, si ustedes lo dicen...en fin. Quiere saber todo lo que va a suceder, está interesado en las nuevas rutas internacionales que se abrirán y que se garantice la libre circulación. Le está saliendo caro transitar entre todos los países de esta zona del continente.
Seiyi respiró hondo. El aporte del Lev para la seguridad era clave, estaba manteniendo a raya a un par de grupos mafiosos que les trajeron grandes dolores de cabeza muchas veces, pero la gratitud siempre venía con un precio. Miró a Kakashi en ese instante, este le devolvió el gesto, entendiendo completamente lo que a su amigo le preocupaba.
—Dile al Lev-
—Al señor Romanov, dirás.
—Claro —continuó Kakashi— ... dile al señor Romanov, que garantizar las rutas es parte principal de mi agenda y la del señor Hyuga. Estamos en tratativas con los principales Kages de las aldeas involucradas, y están completamente convencidos de lo mismo que nosotros.
—Bien —la mujer ahora tomó la copa que había dejado sobre un escritorio y bebió un sorbo—. Delicioso. Quiero hablar con los kages. ¿Están al tanto del aporte monetario de Romanov?
—Sí —dijo Seiyi.
—¿Hasta dónde?
—Completo —acotó Kakashi—. Pero solo los kages.
—Quiero hablar con ellos. ¿Estarán esta noche?
Seiyi y Kakashi se miraron nuevamente, Zulima como mano derecha del Lev era hasta más dura que este.
Seiyi carraspeó llamando su atención.
—Zulima, discreción.
—Están o no están.
—Están. Pero no todos.
Ella sonrió satisfecha y ahora alzó la copa hacia Sakura, fijando sus azules ojos en su menudo cuerpo, como si lo recorriera.
—Felicidades, hermosa. No llegué a brindar contigo.
Sakura sonrió alzando nerviosa su copa al aire, aunque dudó en chocarla cuando la mujer se le acercó. Era alta, era imponente, y la miraba con ese hambre que había observado tantas veces en Seiyi y en Kakashi.
—Auguro grandes logros para ti.
—Gracias.
—Zulima —le llamó Seiyi—, ¿quieres la lista de los kages?
—Claro.
—Sígueme.
Sakura suspiró cuando al fin se alejó de ella, sonriendo al momento que el peliplata llegara a su lado.
—Que no te ponga nerviosa —le susurró.
—¿Cómo? ¿Ella?
—Sí.
—Bueno... a veces creo que me tiene ... ¿ganas?
Kakashi carcajeó.
—Te las tiene.
—¿En serio? —Este asintió riendo—. Ah bueno... yo... no sé qué decir.
—Tómalo como un cumplido —la observó—. No hizo más que reconocer la realidad. Estás hermosísima esta noche.
Las mejillas se le sonrojaron, hubo un aleteo inconsciente en sus pestañas y ahora esa hermosa sonrisa que asomaba coronando sus encendidos jades, le confería ese toque de ingenuidad que le encantaba.
—Gracias —suspiró—, tú también estás muy guapo —.Y lo estaba, Kakashi en traje era una delicia para la vista—. ¿Te recortaste el cabello?
—Te diste cuenta.
—¡Sí! Luce más ... ¿más peinado?
Kakashi carcajeó.
—¿Eso crees?
—Sip, pero no dejas de ser tú —.Nuevas carcajadas—. Como hiciste para...
—¿Esto? — Se señaló el cabello, ella asintió—. Bueno... digamos como que Shizune y Shikamaru fueron demasiado persuasivos.
Sakura estalló en risas en ese momento, debiendo taparse la boca cuando Zulima y Seiyi giraron por el alboroto. La mirada de advertencia del varón sobre Kakashi sólo sirvió para que este rodara los ojos.
—Sakura —le dijo hablando bajo—, en un rato esto se llenará de más gente. ¿Ya te dijo Seiyi que tienes un Anbu asignado?
—Sí, me dijo esta mañana. Pero no es necesario, Kakashi. Ya se lo dije a Sei, te lo digo a ti, puedo defenderme sola.
—No vienes como ninja aquí.
—Pero lo soy.
Kakashi sonrió, no su mirada.
—No está bajo discusión. Tienes un Anbu asignado —.La chica respiró hondo. Era imposible discutir con ese par. Los dos juntos se tornaban algo... intensos cuando se referían a ella—. Trata de no alejarte demasiado de los lugares concurridos.
—Pero que-
—Sakura —le interrumpió con dureza.
—Ok, ok. Está bien. No me alejaré de la gente ni de mi Anbu.
—Buena chica.
—Te pones pesado, ¿eh?
Le sonrió ampliamente.
—Bueno —Seiyi se acercaba—, ya estamos listos.
Ahora Zulima envolvía el brazo del hokage —Querido, vamos e introdúceme.
Este rodaba los ojos.
—Nos vemos en un rato —dijo despidiéndose para comenzar a caminar hacia la puerta. Zulima agitaba los dedos en el aire haciendo lo mismo.
—Suerte, pequeña —dijo antes de que se cerraran las puertas.
Miró a Seiyi ahora, este le acariciaba la mejilla.
—¿Lista?
—Muy.
—Estás hermosísima.
Ella sonrió.
—Tú también —se acercó apoyando las manos en su pecho—. No sabes las ganas que tengo de besarte.
—¿Solo de eso? —Le rodeó la cintura con las manos, amasando la piel, moría por tomarla en ese mismo instante.
—No. La verdad que... mmmmm... se me ocurren cosas más interesantes.
Seiyi carcajeó y no aguantó más, tomándole la boca en un beso que ella no impidió. Sabía que lo de su maquillaje sería solucionable, esas ganas irresolutas toda la noche se volverían insoportables.
El hotel era un lujo, la decoración del salón principal y del parque lejos de la sutileza, realzaban cada detalle de la arquitectura tradicional japonesa con la elegancia que impartía. La iluminación, con sus penumbras entre azuladas y cálidas, confería esa aura romántica e íntima a una celebración que agasajaba a más de doscientas personas, entre personal, empresarios, políticos y sus colaboradores, y familia.
El parque, exquisitamente iluminado, había quedado vedado poco más de iniciar los festejos, cuando un calmo chaparrón obligó a todos a refugiarse en las galerías y en el salón principal. Aun así, era digno a la vista, relajante y hermosa. Una vista que Sakura amaba y no había logrado disfrutar desde que entrara al salón del brazo de Seiyi, detrás de Kakashi y su acompañante, la imponente Zulima.
No le gustaba la mujer, pero no por ello le molestaba ya su presencia, aunque hubiera preferido que tuviera menos contacto con su sensei. No dejaba de tocarlo a cada que podía. Aun así, las miradas que cada dos por tres él le devolvía a la distancia, le recordaban que la complicidad que había entre ellos dos, era imposible que la lograra la mujer.
Ni un minuto había dejado de conversar con los que se acercaban a ellos. La mayoría a hablar con Seiyi, siendo ella presentada como la novia, ante los mayores, como la prometida, ningún otro título la validaría como una mujer de bien siendo que ya convivía con el Hyuga. Los que la identificaban de las charlas a las que participaron y ella brindara junto al señor Kaneko, no hacían más que felicitarla. Seiyi a su lado, orgulloso, la dejaba explayarse rescatándola cuando la conversación se tornaba pesada para la joven, ella era nueva en todo aquello y quería que disfrutara de la noche.
Siempre estuvo a su lado, y en los momentos en que alguna obligación lo arrastraba lejos, era Kakashi quien aparecía segundos después, como si se coordinaran en la tarea de no dejarla sola. No podía demostrar esa sospecha, si estaba hecho adrede o eran simples casualidades que se repetían una y otra vez, pero tampoco era necesario averiguarlo, igual lo disfrutaba, le había tomado el gusto a que la cuidaran tanto. Le encantaba tenerlos cerca, compartiendo con ella y con los demás, tornándose algo protectores cuando eran los hombres los que la rodeaban, aún más cuando Kiyoshi Kaneko se acercaba a conversarla.
En las dos oportunidades que habían tenido para compartir con el empresario durante la semana de exposiciones, habían llegado a entablar una amistad laboral bastante fluida, hablaban el mismo idioma y la pasión por la medicina y el conocimiento, los unía de forma natural cuando podían saltarse las formalidades y expresarse abiertamente. Los dos eran exigentes de distinta manera, con un carácter que no se doblegaría al otro rápidamente, por lo menos al compartir desafíos, el resto resultaba por el mutuo respeto y admiración que se tenían. Una admiración que tanto Kakashi como Seiyi no veían con ojos tranquilos, y era que cada vez que Kiyoshi estaba cerca de Sakura, no solo tenía uno a su lado sino que instantes después llegaba el otro, ingeniándoselas para uno alejar al hijo de daymio y el otro ocupar a Sakura con otro invitado.
No era que no lo notara, no por lo menos las primeras veces, ya la tercera le dio gracia, cuando llevaban la quinta que los separaban, como que comenzaba a notarse, y no solo para ella.
Sakura suspiró pesadamente cuando al fin logró salir a las galerías externas, utilizando una de las aberturas más amplias y alejadas de la muchedumbre. Alejada era una forma de decir, la zona era menos concurrida simplemente porque quedaba más lejos de las mesas de comidas. Y lo agradecía, llevaba más de tres horas hablando y compartiendo con gente que apenas si conocía, y ya le estaba abrumando. Así que aprovechó la única oportunidad que tuvo, cuando Mio junto a dos empresarios se llevaran a Seiyi para atender unos asuntos, y el Nara con uno de los integrantes del consejo, convocaran a Kakashi.
Prácticamente que si huyó a aquel lugar, para tener su merecido descanso y poder al fin contemplar los amplios jardines. Una lluvia fina y calma ahora, le otorgaba ese brillo extra y los sonidos que tanto la calmaran. Sí, aquello era un bálsamo.
—¿Encerraste a tus perros guardianes?
Sakura volteó sonriendo. Ya le conocía la voz, era Kiyoshi. Carcajeó.
—Están tras otro hueso.
El varón la acompañó en la carcajada que festejaba el chiste, entregándole una de las copas que cargaba en sus manos.
—Me tomé la libertad de traerte una copa de vino cuando te vi aquí. Es un rosé suave, riquísimo.
—¡Gracias! Realmente necesitaba un trago. Tengo la garganta a la miseria.
—Sí, te entiendo perfectamente —.Le dijo con una media sonrisa en los labios, bebió un sorbo—. Por momentos es agotador, ¿no?
—¡Ya lo creo! Y que me lo digas tú... ¡es un montón!
El chico carcajeó, su apariencia era dulce aunque la mirada tenaz y dura daba a entender que era persona hábil y de temer. Era un joven de estatura media, un poco menos que Naruto, complexión delgada, tez blanca y cabello castaño, levemente ondulado. No se parecía demasiado a su padre, excepto en la sonrisa y en la sagacidad de sus palabras. El resto, era evidente que lo había heredado de su difunta madre, hasta donde Sakura sabía, era extranjera.
—Debería estar acostumbrado, ¿no?
—Tu naciste en esto —.Carcajeó bebiendo un sorbo luego—. Mmmm... tenías razón, ¡es muy bueno!
El chico asintió, mirando ahora hacia el parque. Suspiró, un largo, pesado y profundo suspiro.
Sakura hizo lo mismo, arrojándose por unos segundos al disfrute del silencio de palabras, la música del salón llegaba atenuada a ellos, junto con las voces y carcajadas de las demás personas, se oían lejos, como murmullos, no molestaban. La lluvia, esa era otra cosa. Esa se oía, y era preciosa.
—Me encanta la lluvia —dijo el chico.
Ella sonrió.
—A mí también.
—Somos dos los locos ahora —.Carcajearon—. Y el parque está excelentemente decorado.
—Sí. Es bellísimo.
—Tiene muy buen ojo tu novio.
—Sí...Uno extremadamente exigente.
—Seee... no esperaba menos del señor Hyuga —.Sakura carcajeó por la forma que lo llamó—. Tiene un gusto finísimo. El hokage atinó bien en otorgarle la organización de este evento.
—Hombre sabio el hokage.
Bebió nuevamente y luego miró a Sakura, ella se apoyaba de lado en la columna que quedaba cerca.
—Sakura...
—¿Mh?
—Disculpa mi atrevimiento, pero realmente me intriga y mucho, y ya no aguanto.
Ella carcajeó— No te contengas entonces.
El chico sonrió, luego miró hacia el suelo. Fue bien enseñado, las cuestiones personales por alguna razón así eran, y no debía meterse, aunque su curiosidad le jugara siempre en contra. No era malicia, era siempre por el afán de saber más, de entender. Pero muchas veces le hizo ganar el título de chismoso.
—Seiyi te presentó como su novia. Y él...
—No tiene novias —completó la pelirrosa.
El chico asintió riendo— ¿Hace mucho que salen?
—Mmmm... En un par de meses, más o menos... se va a cumplir un año.
—¡¿Un año?!
—Así es —.La miró con extraña admiración en el semblante, en algún punto parecía incrédulo— ¿Qué? ¿No me crees? —le increpó en broma.
—No, no... No digo eso. Sólo que... sinceramente no sé cómo hiciste para atraparlo.
—¿Yo? —Carcajeó—. Más bien diría que él me atrapó a mí. ¡Y ahora no me suelta!
—¡Doy fe! —Rieron los dos—. ¿Y cómo hizo Hatake?
—¿C-cómo?
—Digo, se nota que es muy protector con su única alumna mujer. Ustedes tienen una relación muy cercana, ¿no?
—Ah.. Sí, sí. Nos hicimos muy... unidos, por las misiones que nos tocaron juntos, muy amigos —.Suspiró aliviada, por un instante dudó de si sabía algo—. Digamos como que... ¡se la tuvo que aguantar!
El chico estalló en carcajadas, ella le acompañó después y ahora se sobresaltaba cuando la voz detrás de ellos les llamó la atención.
—¿Quien se las tuvo que aguantar?
—¡Kakashi! —Giró Sakura, del arrebato casi se salpica con vino—. Perdón... hokage sama. Me asustó.
—Hablando de roma —le susurró Kiyoshi. Sakura tuvo que contener la risa, Kakashi miraba de muerte al chico—... Hokage sama, nuevamente es un honor verlo.
—Bueno... si tú lo dices.
—¿Me buscaba? —increpó Sakura, antes de que el peliplata se mandara una de las suyas, no venía con cara de buenas migas.
—No, solo pasaba por aquí y te vi conversando, casualmente, con el señor Kakeno —le sonrió con ironía. Claro que la buscaba.
—Justamente estábamos hablando de usted —aportó el joven.
—¿Sí? —Miró a Sakura después, esta se sonrojaba por completo viendo a Kiyoshi con algo de desesperación—. Estimo que sólo de cosas buenas.
—¡Oh, sí! ¡Muy buenas! De su relación con-
—Hablábamos de cuando eras mi sensei —.Interrumpió Sakura. Los honoríficos ya no existían, la había puesto nerviosa—. Sólo eso. Y justo llegaste.
Kiyoshi carcajeó.
— Así que usted podrá contar de primera mano que tan buena alumna era la señorita Haruno. Ella me dijo que fue la mejor.
Ahora Sakura sonreía mirando al chico con un frunce de ceño, este carcajeaba, era evidente que había dicho algo para provocarla, lo que demostraba cuan cercanos se habían convertido. El semblante de Kakashi no ocultaba lo mucho que le molestaba aquello.
—¡Yo no dije eso!
—Oh, sí, lo dijiste.
—¡Nada que ver! Kakashi, este sujeto está fabulando.
—Considerando desde el punto en que iniciaste, fuiste la mejor —aportó Kakashi, no le gustaba la forma en que el sujeto se estaba divirtiendo con su niña rosa. Sakura abrió los ojos.
—¡Entonces, no me mentiste! —Aportó Kaneko riendo, la chica tenía los mofletes colorados mascullando alguna contraofensiva, Kakashi no le quitaba los ojos de encima.
—Mira... cree lo que quieras.
El chico carcajeó, alzando la vista luego cuando oyó que desde la entrada lo llamaban. Era uno de sus colaboradores que reclamaba por su presencia.
—Disculpen, veo que mi descanso no podrá extenderse más —.Le hizo señas a la persona que esperaba—. Lo bueno dura poco —le guiñó un ojo a Sakura, luego volvió su atención al peliplata—. Hokage sama, si me disculpa...
—Dese por disculpado y vaya —lanzó, lo quería fuera de escena cuando antes. El joven saludó y se retiró rápidamente abotonando el saco en frente para otorgarse mayor formalismo.
—Veo que ya se conocieron mejor.
—¿Cómo?
Kakashi ahora se acercaba más a Sakura, quitándole desde su mano la copa de vino que estaba bebiendo.
—Digo, hay mucha confianza entre ustedes.
—Ah.. eso —miró la copa arrebatada—. Era mía...
—Ya bebiste mucho, Sakura.
—Es un trago suave.
—Es alcohol —le sonrió y luego probó el contenido. Era sólo vino.
Sakura encogió el ceño.
—Kakashi, ¿qué te pasa?
—¿A mí? —y ahora se terminaba el contenido de la copa de un único trago.
—¡Ey! ¡Es mía!
—Ya no —y le sonrió.
Sakura gruñó.
—Por fortuna para ti estamos en público y eres el hokage, sino te merecerías un puñetazo en ese apuesto rostro tuyo.
Él sonrió— ¿Crees que soy apuesto?
—¿Sólo eso escuchaste de todo lo que dije?
—¿Dijiste algo más?
—¡Kakashi!—Reclamó entre dientes disimulando lo que más podía, una pareja acababa de pasar caminando por la galería, y obviamente saludando al hokage.
Él volvió su atención a ella luego de devolver el gesto a los desconocidos.
—¿Sabes que estás hermosísima esta noche?
—No me cambies el tema.
—Estamos hablando de lo apuestos que estamos, ¿o no?
Ella respiró hondo apretando los labios.
—Eres... eres imposible.
—¡Aquí están! —La voz de Seiyi los hizo voltear. Este contrajo el ceño cuando le vio la mirada de furia y los cachetes sonrojados, estaba enojada—. ¿Que le hiciste Hatake?
—¿Yo?
—¿Qué me hizo preguntas? Sei, ¡está imposible esta noche! Acaba de correr al señor Kaneko —bufó— ¡Y de robarme la copa de vino!
—¿Eso hiciste? —Una sonrisa se estiró en los labios del Hyuga mirando al peliplata ahora. Este encogía un hombro—. Entonces hiciste bien.
—¡Sei! ¡¿Tú también?! —Los hombres carcajearon—. ¡¿Que les pasa?! Es un socio comercial de la aldea, vamos a encarar un proyecto juntos y-
—Es que estas muy hermosa esta noche —le interrumpió Seiyi, Kakashi asintió depositando la copa de vino vacía en la bandeja del mozo que se acercó a servirlos.
—¡¿Y eso qué tiene que ver?!
—Kaneko es hombre —.Aportó el peliplata.
—¡Ay, ya! Y eso significa que va a intentar algo más conmigo que no sea trabajar juntos, ¿no?
—Yo lo intentaría —dijo Seiyi, Kakashi asintió acompañándolo en pensamiento.
—¿Y que si lo intenta? Saben que voy a responderle.
—Es mejor que ni lo piense —.Dijo Kakashi, Seiyi asintió ahora en apoyo.
Sakura respiró hondo rodando los ojos ahora, antes de girar su rostro para observar el jardín y darles la espalda. La había hecho enojar.
Los hombres comenzaron a hablar entre ellos sobre un asunto de fronteras, seguramente algo relacionado con lo que la tetona les planteara. No dejaban de trabajar ni un minuto, y era que ella estuvo haciendo lo mismo instante atrás, fortaleciendo lazos que le permitirían trabajar mejor con su futuro socio. Era nueva en esto, necesitaba comenzar con una amistad comercial que fuera lo más natural posible hasta aprender las reglas, y esos retrógradas machistas no hacían más que marcarla, les faltaba orinarla para que oliera a ellos.
—Sakura —oyó a Seiyi—, vamos adentro.
—Vayan ustedes, yo me quedaré unos instantes más aquí.
—¿Sola? —Dijo Kakashi—. Ni modo.
—Tengo dos Anbus custodiándome, pueden ir tranquilos —.Los hombres la miraron—. ¿Qué? ¿Creyeron que no iba a darme cuenta?
—Vienes igual —dijo Seiyi tomándole la mano para envolver su brazo en jarra.
—¡Sei!
Ahora Kakashi se situaba al otro lado apoyándole disimuladamente la mano en la espalada brindándole un suave empujón para obligarla a caminar.
—¿Kakashi?
Ninguno la miró, sólo comenzaron a caminar, ella en el medio. Uno la jalaba, el otro la empujaba, sonriendo y saludando a la gente que se les cruzaba. No le quedó otra que obedecer, aunque en ese instante la actitud de los varones le molestara, más allá de entender que sólo la cuidaban. Estaban exagerando.
—No les entiendo hoy —protestó.
—Sonríe, Sakura —le susurró Kakashi.
—No te quejes, preciosa. Arrugarás tu rostro —aportó Seiyi, manteniendo la mirada en alto mientras ensanchaba su sonrisa al encontrarse con un nuevo conocido.
—¡Keiichi, amigo! —Soltó a Sakura en ese instante para extenderle la mano en saludo. El apretón fue efusivo, se notaba la mutua estima que se tenían.
—¡Tanto tiempo hombre! Si no fuera por Madelyne no sabría nada de ti —.Se inclinó apenas para observar a la pelirrosa que sonreía atrás—. ¿Esta señorita es la belleza que te atrapó?
Seiyi carcajeó volteando a verla—. Sí, ella es la doctora Sakura Haruno.
El hombre tomó la mano de la chica llevándosela a los labios, costumbres del país de su esposa.
—Un gusto, señorita.
—El gusto es mío, señor...
—Akiyama. Es el marido de madame Bollieu —aportó Seiyi.
—¡Oh! Disculpe mi ignorancia.
—No se preocupe —.Le respondió y ahora tomaba la mano de Kakashi en saludo—. Hokage, es un honor poder saludarle a usted también. Es un hombre muy ocupado.
—Muchas gracias, lo mismo digo.
—Madelyne está con las modelos en...
—No te preocupes, Seiyi. Ya hablé con ella. Ahora estábamos con Adrien —giró buscando al mencionado, saludaba a una mujer, una reconocida científica del sector farmacéutico— ¡Hijo! —le hizo señas cuando este alzó la mirada hacia el llamado.
El varón asintió disculpándose de la mujer y fue a su encuentro.
—Buenas noches —dijo al llegar inclinándose frente a su hokage—. Hokage sama, es un honor. Sakura, buenas noches.
Kakashi asintió devolviendo el saludo. Lo mismo hizo ella, sonriendo ampliamente. Era agradable encontrar al fin una cara conocida.
—¡Adrien, que bueno verte aquí! —Dijo Seiyi tomándole la mano— ¿Y Leon?
—No pudo venir.
—¿Siena tampoco? —Preguntó Sakura—. Hablamos esta semana y me dijo que tenía muchas ganas de asistir.
—Sí, pero desde ayer que no se siente bien. Así que resolvimos que descansara, Leon se quedó a cuidarla. Y yo vine en lugar de los dos.
—Que resolviste, seguro —aportó Sakura.
—Me conoces.
—¿Y? ¿Pudieron aprovechar para hacer algún negocio? —Era Seiyi quien ahora aportaba.
—La verdad, estoy muy interesado en el proyecto que el señor Kaneko tiene con la doctora Haruno —dijo Adrien, mirando a su padre. Este asintió—. Nos gustaría conversar para ver en qué punto podríamos participar, como inversores fundamentalmente, pero si es necesario de alguna otra forma. Queremos se parte.
—Estaríamos muy contentos de sumarlos a la empresa —.Ahora era Kakashi quien hablaba — ¿No es así Sakura?
Esta sonreía.
—¡Por supuesto! Aun no comenzamos a diagramar el plan de ejecución, así que estamos a tiempo de reunirnos y conversar tus inquietudes —reaccionó Sakura.
Tanto Seiyi como Kakashi la observaron con una gratificación en la mirada y esa suave sonrisa de orgullo. Ambos cerca, ambos tocándola de alguna forma. Adrien no fue ajeno a dicha reacción.
—Mejor no lo hubiera dicho —dijo al fin Kakashi.
—Me alegro muchísimo. ¿Crees que la próxima semana podremos reunirnos?
—Sí, estimo que sí. Kiyoshi se quedara un par de semanas más-
—¿Kiyoshi? —interrumpió Seiyi.
—Bueno, el señor Kaneko hijo —le reprendió con la mirada— ...Así que, Adrien, dame unos días para hablarlo con él y arreglamos una reunión.
—Excelente —respondió Adrien.
En ese momento Shikamaru apareció llamando la atención del hokage. Saludó a los presentes con un gesto formal y luego le habló a su superior al oído. El semblante de Kakashi se volvió serio cuando le respondió.
—Caballeros, señorita —dijo—. Me van a tener que disculpar —y ahora miraba a Seiyi, este asentía—. Tengo unos asuntos que atender.
—Está usted disculpado, hokage sama —el mayor le despidió inclinándose en respeto. Lo mismo hizo Adrien.
—Bueno, mi amigo —era Keiichi ahora quien tomaba por el hombro al Hyuga—, déjame felicitarte. Es realmente una mujer sorprendente esta señorita.
Sakura se sonrojó, Seiyi carcajeaba.
—Así es —le tomaba la mano a la joven para besársela después—. Lo mejor que me pasó en la vida.
—Ya lo dije, estás atrapado —carcajeó Adrien—. ¡Atrapado y domado!
Todos los hombres rieron.
—Exageras —le susurró Sakura, mirando a su hombre a los ojos. En ese instante las ganas de besarlo superaban a su enojo.
—Jamás contigo —la sonrisa que le devolvió fue preciosa.
—Le voy a pedir a Madeleyne que organice una cena, cuando todo esto termine. Quiero conocerla mejor, señorita Haruno.
—Yo encantada.
—Y ahora si me disculpa, me gustaría robarle a su novio por unos minutos.
—No es problema.
—Me tomas desprevenido, Keiichi. ¿De qué tema...?
—¿Recuerdas la inversión energética?
Seiyi asintió— Las centrales.
—Sé que no es tu fuerte, pero sí conoces de tierras y acabo de encontrarme con el señor Mitsui y su esposa. Este evento es clave para los contactos.
Seiyi entrecerró el ceño e iba a negarse cuando reparó en que Sakura conversaba ahora con Adrien. No se quedaría sola. Aunque no le tranquilizara del todo la compañía, era de confianza. Asistió, no le gustaba aquello más con Kakashi ocupado, y no entendía porque demonios estaba tan sensible respecto a ella esa noche.
—Preciosa —le llamó la atención
—¿Mh?
—Voy a ver unos negocios con Keiichi. Vuelvo en unos minutos. Espérame aquí con Adrien.
—Ve tranquilo —y le sonrió.
Sakura le depositó un beso en la mejilla para tranquilizarlo, y salió con el mayor, perdiéndose entre la muchedumbre segundos después.
—Está algo posesivo hoy, ¿no? —dijo Adrien ni bien se alejaron.
—¡Uf, ni que lo digas! —y ahora perdía su atención en la bandeja que una de las mozas ponía a su disposición.
—El rosado está fantástico —le sugirió Adrien observando también la bandeja—. Claro, si Seiyi te deja.
Sakura carcajeó tomando la copa señalada, el varón hizo lo mismo.
—No voy a hacerle caso en todo, ¿no?
—Te estás juntando mucho con Siena.
Ella volvió a reír, luego bebió un sorbo.
—Cuéntame. Esta semana fue de locos y sinceramente, no pude ver los últimos resultados de los controles Siena. Los primeros estaban bien. ¿Que...?
—Sí —respiró hondo y luego sonrió, había algo de preocupación en el gesto y otro tanto de alegría—...bueno, tú habías encargado otros más específicos.
La chica asintió— Sí, que raro que fueron tan lentos...
—No, no lo fueron.
—Bueno, pero salieron bien, ¿no? ¡Cuéntame, no me tengas así en suspenso!
Adrien sonrió y luego la miró.
—Dio positivo.
—Sí, pero cual —se tapó la boca en ese momento cayendo en la cuenta de a lo que se refería el varón— ...¡no te lo puedo creer! —Él asentía con una dulce sonrisa en los labios— ¡Esa era la energía que sentía! ¡Dios! ¿En serio?
—Sí, Sakura. De verdad.
La chica soltó un chillido y luego dio un saltito abriendo el brazo libre para que este se agachara y poder abrazarlo.
—¡Felicitaciones!
—Gracias.
Le soltó luego, acariciándole el brazo.
—¿Leon sabe? ¿Y Siena como lo tomó? ¿Cómo lo tomaron todos? —y ahora volvía a taparse la boca— ¡Ay! ¡Me imagino Madeleyne!
Adrien carcajeaba. La alegría de la pelirrosa casi que si le abrumaba.
—Estamos los tres felices. Pero preocupados.
—Ah, mantienen el secreto por ahora.
—Más bien prudencia.
—Entiendo. ¿Y? ¿Ella cómo está?
—Muchísimas nauseas. Y no me gusta el hecho de que el período le marcó dos veces.
—Bueno, suele suceder. No es de alarmarse sino es mucha cantidad. Sabes de esto.
—Sí, pero —suspiró— ... me vuelve loco cuando la veo mal.
Sakura carcajeó.
—Tranquilo. Es una mujer fuerte. El lunes voy a visitarla. ¿Ya la vio un obstetra?
—Sí, sí. Ni bien nos enteramos.
—¿Y? ¿Qué les dijo?
—Que está todo bien. Ahora estamos esperando los resultados de unos análisis, la vio bajo en peso.
—¿Le hizo ecografías?
—Sí. Estaba todo bien.
—¡Entonces tranquilízate hombre! —carcajeó, ver a un hombre tan frío con esa mirada de cachorro asustado por convertirse en padre, era adorable— ¿Que dice Leon?
—No la deja ni ir al baño sola —Sakura estalló en carcajadas.
—Siena debe estar encantada con toda la atención extra.
—Mmm... Más o menos —.Ahora el hombre reía, haberlo compartido con la pelirrosa le aliviaba algo.
—Cuando Seiyi se entere... vas a decirle, ¿no?
—Sí, cuando lo tenga unos minutos a solas.
—¡Va a enloquecer!
—Va a ser tío —no pudo evitar reír al ver la expresión de la joven ante el título que le otorgó a su novio.
—¡Sakura! —Entre medio de la gente alguien la llamó—. Sakura, al fin te encuentro —.Era Kiyoshi el que se acercaba, a fuerza de permisos y disculpas.
—¡Ey! No te das una idea de lo oportuno que eres —.Adrien estiraba la mano ahora para saludar al recién llegado—. Él es Adrien Akiyama, de las empresas del grupo-
—¡Por supuesto que conozco al señor Akiyama! —Interrumpió apretando la mano que se le ofrecía, al mejor estilo occidental— Hemos compartido jornadas.
—Y competencias —.Carcajearon—. Es un gusto verte nuevamente.
—Bueno, si ya se conocían, me hacen más fácil todo —dijo Sakura.
Adrien asintió Kiyoshi la miró con un interrogante.
—Adrien tiene intenciones de participar en el proyecto educativo. Acaba de manifestármelo.
—¿De verdad? —Ahora le miraba con alegría—. ¡Mientras más manos mejor!
—Iba a decirte durante esta semana, pero ya que estamos...
—Me parece genial, sí, sí. Este hombre tiene buenas ideas, Sakura —.Ella asentía, mucho no lo conocía, pero lo poco compartido le daban una idea para saber que aquella afirmación no era una exageración—. Tenemos unos días intensos, pero si dejas que me organice —levantó la cabeza entre la gente buscando a alguien que pareció encontrar de inmediato, le llamó con la mano — ... ahí vamos a ver... ¡Taiki! ¡Aquí!
—¡Dígame señor! Buenas noches —saludó el joven recién llegado, lucía acalorado.
—Reserva un día de la semana que viene y organiza un almuerzo con el señor Akiyama, aquí presente, la señorita Haruno y el hokage.
El chico buscó por la agenda— Está todo completo, señor, podemos-
—Pospón algo, esto es más importante.
El joven asintió—. Si me permite, mañana organizo y paso fecha. ¿Puede ser señor?
—Si los aquí presentes están de acuerdo —todos asintieron, no iban a estresar aún más al pobre muchacho— ...Bien, encárgate de ello —.Sonrió frotándose las manos energéticamente ahora — De lo otro... ¿está todo listo?
—¡Sí, señor! Listo y comenzando.
Kiyoshi volteó con una enorme sonrisa en los labios mirando a Sakura con entusiasmo en ese instante. Esta comenzó a carcajear, de seguro se le había ocurrido algo, era un joven inquieto. Demasiado. Llegaba a superar a Naruto.
—¿Y ahora que te traes?
—Una... ¡fiesta!
Ella volvía a reír, Adrien hacía lo mismo pero por puro contagio.
—¡Estamos en una, Kiyoshi!
—¿Esto, fiesta? —Rodó los ojos—. Mujer, no sabes divertirte. Estos son negocios, es societé. La verdadera fiesta es la que acabo de organizar —.Y movió las cejas sugerentemente.
—¡Oh, sí! ¡Este tipo sí que sabe organizar fiestas! —aportó Adrien.
—El hombre me conoce —y carcajearon—. Señorita, está usted formalmente invitada —le extendió la mano—. Y con acceso VIP.
Sakura carcajeó— ¿De verdad?
—Para mí futura socia, lo mejor es poco. ¿Aceptas?
Sakura miró a Adrien, este asintió.
—Mmm... no sé Adrien.
—Ve ,diviértete, de verdad son muy buenas las fiestas de Kiyoshi. Yo le explico a Seiyi, tranquila.
La pelirrosa dudó, tanto el Hyuga como Kakashi habían estado por demás protectores esa noche, esto le traería problemas más viniendo de Kiyoshi la invitación, pero... ¡qué más daba! Si estaban celosos, que se acomodaran. De verdad que le tentaba aquella supuesta fiesta dentro de la fiesta. No se consideró a sí misma una persona divertida en su juventud, siempre concentrada en sus estudios y en superarse, nunca se distrajo, y ahora sentía que tenía la oportunidad. Estaban en un buen lugar, con mucha seguridad, todo arreglado. Mejor imposible.
—¿Dónde es? —preguntó.
—En la otra ala del hotel, no nos moveremos de aquí, así que tranquila, tus perros guardianes no se alborotarán tanto.
Ella carcajeó.
—¿Perros guardianes? —preguntó Adrien creyendo conocer la respuesta.
—Cosas de este señor —dijo Sakura—... así le llama a Seiyi y a Kakashi —le susurró luego, por si había oídos indiscretos.
Adrien rio ahora, entendiendo todo. Sí, era una buena definición para esos dos. De Seiyi lo esperaba, pero desde el Hokage... ahí habí algo, pero no lo averiguaría esa noche.
—Y tus Anbus te van a encontrar rápido —acotó Kiyoshi.
—¿Qué? ¿Lo sabías?
—Tengo media docena asignada a mí. Tres tienes tú.
—¿Tres? —Ella había contado sólo a dos.
—Sí, tu novio te tiene bien custodiada —carcajeó—. No lo juzgo, yo haría lo mismo.
Ella le torció la boca, Adrien volvía a asentir.
—Ve tranquila. Si estuviera Siena aquí, ya estarías bailando.
Sakura sonrió entregándole la copa que bebía a Adrien para dejarse arrastrar por Kiyoshi cuando le tomara la mano.
—Te va a gustar, créeme —Sakura asentía caminando lo más rápido que podía con sus tacones, el joven no lo soltaba—. Todos los sub treinta de esta reunión estaremos allí —y carcajearon pasando entre la gente hasta llegar al enclave de pasillos, tomando el tercero.
Estaba menos concurrido, lo que no significaba que fueran pocos, y era cierto cuando hablaba de sub treinta, eran todos jóvenes. Algunas promesas, nuevos empresarios y los hijos e hijas de los mayores. Todos saludaban a Kiyoshi cuando lo veían, la mayoría lo reconocía, y ahora conocían a Sakura. Ella no sabía bien donde se metía, hasta que la música comenzara a sentirse con los graves golpeando. La luz descendió y ahora atravesaban un túnel formado por arcos luminosos al salir del edificio. Más allá, en otro de los jardines, se habría una carpa en la cual se daba la fiesta, las luces lo evidenciaban y la música estridente también.
—¿Tú hiciste esto?
—Así es —le sonrió—. ¿Te gusta Miss Monique?
—¿Quién? — preguntó Sakura, el volumen de la música ya impedía oír bien.
—¡La dj Miss Monique! ¡Una promesa!
—No la conozco.
—¡Bueno, esta noche lo harás! —Y le sonrió aflojándose la corbata. La mirada de loco divertido que le echó le hizo carcajear, soltándola cuando un grupo de jóvenes, chicas y chicos, vinieran a recibirlos.
Kiyoshi los presentó rápidamente y entraron todos juntos, pasando por la seguridad hacia el sector reservado para ellos. Si se podía ser VIP en una fiesta exclusiva, eso era aquello.
Todos comenzaron a bailar ni bien se ubicaron. Algunas chicas se quitaron los tacones. Los varones hicieron lo mismo con los sacos, quienes los vestían.
Sakura simplemente comenzó a bailar, algo tímida al principio, dirigiendo un toque de chacra hacia sus plantas, aquello le dejaría los pies adoloridos. Pronto el ánimo festivo de las demás jóvenes la contagiaron, un par eran muy simpáticas, otras no tanto, sobre todo la morocha alta que se notaba estaba detrás de Kiyoshi. Cundo los vio llegar sostenidos de la mano, se dio cuenta que se había ganado una enemiga de forma gratuita. Ya se le pasaría cuando averiguara como eran las cosas.
Un par de copas y la alegría de todos terminaron de contagiarla, más cuando notara a dos de los tres Anbus cerca. Saber que ya habían dado con ella, más luego de que Kiyoshi la sacara tan de repente del ala principal de la fiesta, le tranquilizaba. Habría una reprimenda, sino lo esperaba lo presentía, pero de verdad aquello estaba divertido. Hubiera sido genial que Naruto, Ino, hasta Siena, hubieran estado allí. Se lo pasarían a lo grande. Pero ahora ellos eran padres recientes, aquello estaría vedado por un tiempo. Bueno, Siena por un poco más, ella recién iniciaba ese viaje.
—¿Te gusta, Sakura?—el grito de Kiyoshi cuando se apareció de repente abrazado a un enorme rubio, que parecía ser uno de sus amigos, la sorprendió.
—¡Sí! ¡Me encanta!
—Adrien no mentía, ¿viste? —Ella carcajeó asintiendo repetidas veces—. Te presento a Liam. Liam, la preciosura rosa es la doctora Haruno.
Sakura carcajeó—. Hola Liam —y le estiró la mano— ,un gusto... ¡ahhhh! —gritó cuando Kiyoshi la tomó del brazo y la arrastró junto a ellos a bailar.
Pronto la música cambió a una más energética, los saltos se hicieron presentes y ella, abrazada por los hombros a su nuevo socio y a una de las chicas no fue la excepción. Otras manos ahora la tomaban de la cintura.
—¡Súbete! —le dijo Kiyoshi, Liam estaba en el suelo agachado, mostrando su espalda, pronto ella se encaramó sobre los hombros del rubio gritando cuando este se puso de pie. Era muy alto, y fuerte. Quedaba por sobre toda la gente ahora, la Dj era más que visible desde su lugar, logrando que la saludara cuando ella agitó las manos.
Aquello era alocado, y divertido. Una locura que le robó la noción del tiempo en medio de gritos, risas, y cantos. Si había una conversación, era más que escueta, imposible mantener una charla en ese ambiente, menos con las bebidas que no dejaban de circular. Aquel serio joven, implacable e inteligente, sí que sabía divertirse, y ahora se besaba con la morocha que lo había buscado toda la noche, evidentemente la atracción no era unilateral.
—¡Señorita Haruno!—escuchó de repente, no le prestó demasiada atención hasta que sintiera el apretón sobre los tobillos que Liam le brindaba. Miró hacia abajo, el chico la esperaba, la cabeza rubia ente sus piernas, las mejillas encendidas por el calor; aquello la sonrojó por completo.
—Te buscan Sakura —le dijo a los gritos.
—O-ok... bájame por favor.
El chico se agachó y ella pronto estaba en el suelo, las piernas se le aflojaron por un momento, pero rápido recobró la estabilidad.
—¿Estas bien? —le dijo Liam, ella asintió y ahora miraba al sujeto que se encontraba a la derecha del rubio—. Él te busca.
—Gracias —le respondió, era uno de seguridad—. ¿Qué sucede?
—Venga conmigo —le respondió.
—¿Cómo dijo?
—¡Que venga conmigo! —respondió a gritos.
—¿Porque debería? No le conozco.
—¡El hokage la busca!
—¿El hokage? ¿Aquí? Como sé que es cierto.
El sujeto se corrió señalándole hacia la entrada. Un Kakashi con el ceño contraído y los brazos cruzados sobre el pecho, lucía imponente al lado de los dos enormes hombres que custodiaban el ingreso al VIP.
Sakura tragó duro. Aquella postura era de furia, el peliplata estaba realmente enojado.
Respiró hondo primero, luego acomodó su semblante con una sonrisa casual. No se dejaría amedrentar tan fácilmente. Estaba toda traspirada, y se acomodó algunos cabellos mientras caminaba al encuentro.
Kakashi la esperaba observándola avanzar, se quitaba el saco ahora cuando pudo percatarse del estado de la chica. Afuera llovía y la temperatura estaba varios grados debajo de lo que era en esa carpa.
—Ponte esto —le dijo ni bien la tuvo al alcance, tapándole los hombros.
—¿Que sucede Kakashi?
—Y lo preguntas... vamos.
—¡Espera! ¿Pasó algo? Dime algo al menos —un par de Anbus pasaron a su lado al trote, rumbo a la carpa en ese instante—. ¿Esos no son...?
—Camina —le dijo tomándola del codo, mientras le hacía señas a tres ninjas más allá que comenzaron a escoltarlos.
—¡Kakashi! —este no le respondió—. ¿Qué pasa? ¿Porque me tratas así?
—Llegamos y te explicamos.
—¿Quiénes? ¿Tú y Seiyi?
Este la miró por unos segundos. La mirada dura, fría. Sí, estaba enojado. Decidió callar colaborando al caminar más rápido, sobre todo al constatar un movimiento particular sobre las fuerzas de seguridad desplegadas en el hotel. Nadie que no tuviera el conocimiento de ellos notaría aquellos cambios, pero ella era ninja, sabía que eso significaba que habían recibido alguna advertencia, o amenaza en el peor de los casos.
—¿Hubo amenazas de seguridad?
—Sí —.Fue todo lo que respondió. Dos ninjas de traje abrieron las puertas para ingresar al hotel, avanzando luego por un pasillo lateral, lleno de personal de seguridad y soldados de distintas divisiones que se organizaban.
—Por aquí —el tono ya era más suave, evidentemente estaba más tranquilo, pero aun así el agarre sobre su brazo no aflojaba—. Entra —.Le dijo ni bien el ninja que custodiaba la puerta hacia el escritorio en el que habían estado al iniciar la noche, les abriera saludando a su superior con el debido respeto.
Dentro, Seiyi hablaba con el hombre albino que había visto, y un soldado Anbu, aparentemente de un rango alto, aunque ella no lo conocía. Volteó al oírlos llegar, el semblante era tan duro como el de Kakashi, aunque un tono más estresado. La observó de pies a cabeza, fríamente, los brazos le reaccionaron abrazándose a sí misma, tomando la tela del abrigo de su ex sensei para cubrirse más.
—Todo en orden —dijo Kakashi, tan serio como el otro.
Seiyi asintió y volvió a los sujetos con los que hablaba. Controlaban el tono, no lograba entender demasiado cual era el tema, sólo que era algo grave.
En ese instante entró el Nara.
—Kakashi —miró a Sakura, esta lucía pequeña—. Que bueno que te encontraron, Sakura —.Le dijo y luego volvió a su jefe—. Ya extrajeron a los demás. Están en habitaciones, con su seguridad.
—Perfecto. ¿Y la fiesta?
—Sigue. Nadie notó nada, la extracción fue limpia.
—Perfecto.
—En el salón ya fueron avisados los agentes implicados, redoblaron la supervisión.
—Extráiganlos igual.
—Hecho.
—Que vuelvan en vehículos por separado. El señor Hyuga previó tours especiales para disimular estas situaciones, actívenlos —.El Nara asintió—. Que el resto se desarrolle con normalidad. Discreción.
—Listo, hokage.
Dicho aquello se retiró.
Sakura, en ese instante, cayó en la cuenta de que sucedía algo grave. Sólo que no llegaba a dimensionar cuánto.
—Perfecto, caballeros. Procedan —.Fue lo que se oyó claro de parte del Hyuga.
Se saludaron, los hombres luego hicieron lo mismo con Kakashi sin reparar en Sakura, y salieron. Sólo un ninja quedó custodiando la puerta.
—Tú también, vete —le dijo Seiyi—. Dile lo mismo a la custodia de afuera. Quiero privacidad.
El hombre miró a su hokage, aquello contradecía órdenes oficiales.
—Haz lo que dijo.
Asintió y se retiró.
Los hombres quedaron en silencio en ese instante. Seiyi bebía un trago de wiski alcanzándole la copa a su amigo luego. Este hizo lo mismo, respirando hondo luego de tragar, los ojos sobre ella ya suavizaban el enojo, mas no le daba un final. Seiyi hacía lo mismo, aunque había más reprimenda en el gesto. Ella se sentía cada vez más pequeña.
—Donde estabas —habló el Hyuga al final.
Sakura le miró.
—En la fiesta.
—No estabas en la fiesta.
—En la... la otra fiesta.
—Te dejé con Adrien —alzó apenas la voz—. Te dije que no te movieras del salón y te fuiste igual.
Sakura respiraba más rápido ahora, fija en esos iris, aunque la voluntad le temblaba. Seiyi enojado la intimidaba, aunque nunca le hubiera hecho daño alguno, que Kakashi no la defendiera, estaba comenzando a preocuparle.
—Estábamos rodeados de Anbus, no había-
—Con quien estabas.
—Éramos un grupo grande, había varios... chicas también y-
—¡Con quien estabas tú! —la interrumpió.
—Kiyoshi y-
—¡Mierda! —un puño chocó el escritorio liberando aquella frustración, la chica respingó.
—Seiyi —intervino Kakashi, ahora la mirada dura caía sobre su amigo. Este se detuvo con la advertencia, volteando para beber un nuevo sorbo de wiski—. Mírame, Sakura —le dijo.
La chica giró su rostro, había lágrimas en los ojos, pero no de pena.
—Entiendes que desapareciste por más de una hora.
—¿Que desaparecí? Pero..
—No dábamos con ustedes —interrumpió con voz pausada Kakashi.
—Pero... teníamos más de seis Anbus custodiándonos, eso...
—Había una amenaza, Sakura. Acaba de llegar otra —dijo Seiyi de espalda a ellos.
Ella abrió inmensos los ojos.
—¿Contra quién?
—Kiyoshi —respondió Kakashi.
Los miró, primero a uno luego al otro.
—¿Y no pensaban decirme?
—No era necesario.
—¿¡Como que no Kakashi!? Si lo sabía podía hacer algo que-
—¡No podías ni debías hacer nada! —le interrumpió Seiyi— ¡No estás aquí como ninja, ya no eres un soldado! ¡Eres una doctora!
—¡Nunca voy a dejar de ser una ninja! —Le devolvió—. Vas a tener que acost-
—¡A nada, Sakura! ¡Tenías que quedarte en el salón! ¡Te lo dije varias veces, quedarte en medio de la gente, donde estaba la mayoría! —Sakura ahora miraba a Kakashi más lagrimas le nublaban los ojos, este no hacía nada, el ceño contraído sobre ella, señal de que estaba de acuerdo con su amigo—. ¿Y que haces? ¿¡Que mierda haces!? ¡Te vas con Kiyoshi a una fiesta en medio de la nada! ¡Justamente con Kiyoshi!
—Estaba cerca...
—Tardamos una hora en encontrarte. ¡Una hora, Sakura!
—Pero estaba todo bajo control...
—Por un momento, no —fue Kakashi quien habló, en un tono calmo.
—No tienes idea de toda la gente que Kakashi y yo movimos para encontrarte. No te das una puta idea —.Volvía a arremeter Seiyi.
Sakura esnifó apretando los dientes.
—Seiyi, ya es suficiente —fue la advertencia que le dio Kakashi al ver el estado de la chica, luego miró a Sakura—. Cuando te decimos algo, no es en vano.
Ella respiró hondo, conteniendo las lágrimas.
—Deberían haberme informado —Seiyi volteó—. No importa si soy o no soy ninja, deberían haberme dicho. ¿Desde cuanto hace que está la amenaza?
Seiyi no habló poniendo aún más nerviosa a Sakura. El cambio de peso de pierna pretendió apurarlo, más este miro a Kakashi, quien se removió en su lugar metiendo las manos en los bolsillos.
—Tres semanas —dijo al fin el peliplata, respirando hondo luego.
Ahora Sakura volvía su atención a Seiyi con un reclamo en los ojos. Este se comía con la mirada a Kakashi, aquello le jugaría en contra.
—¿Por eso mi chófer era un Anbu? —este no le respondió—. ¿Me pusiste custodia y no me dijiste? ¡Seiyi!
—No era necesario que lo supieras —interrumpió Kakashi.
—¡No te metas! —Este se detuvo— Seiyi, respóndeme.
El aludido respiró hondo. Ni la miró al hablar.
—Ya te lo dijo el hokage.
—¡Quiero que me lo digas tú!
Y ahora sí la miraba, el ceño contraído.
—No era necesario, no harías la diferencia. Debías concentrarte en tu trabajo, en tu proyecto.
—¿Kiyoshi sabía?
—Sí.
Ahora era ella quien respiraba hondo intentado calmarse. Esa confirmación acababa de cabrearla. Esos dos hacían lo que querían y pretendían que ella los obedeciera sin más, sin explicaciones, no querían que fuera un soldado pero la trataban como a uno, y de más bajo rango.
—Y yo no. Y me trataron como a una niñita estúpida e inconsciente arrastrándome por el jardín debajo de la lluvia —.Miró duramente a Kakashi ni se inmutó—. Y luego tú me gritas así, como si yo no entendiera nada, como si fuera una estúpida. ¿Y cómo voy a entender si no me cuentas? No, esto... esto... no merecía esto Seiyi.
Este sonrió con sorna.
—No te lo merecías...pero te comportas como una pendeja irresponsable e insolente.
—¿Qué dices?
Kakashi miró hacia otro lado cuando Sakura se le paró en frente a Seiyi. Lucía pequeña ante el tamaño de ese hombre, pero su determinación la hacían ver más imponente.
—No hace falta que te explique lo que sabes —el Hyuga la miraba desde arriba.
—Me insultaste.
—No, definí el porqué del trato que te dimos.
—Ah... los dos —miró a Kakashi. Este huyó de aquel reclamo— Ahora le llevas la parte en esto, ¿no? ¿Opinas igual?
—No lo metas en esto.
—Tú cállate. Kakashi, responde.
—Mejor se calman y-
—Él te pidió lo mismo, como tu hokage y le desobedeciste —interrumpió Seiyi, ignorando al peliplata —Entiendes la gravedad de eso.
—No me lo pidió como mi superior. Y como tal, no puede meterse en mi vida privada.
—Pero yo sí. ¡Y me desobedeciste! ¡A mí!
—¿¡Qué!? ¿¡Ahora no puedo hacer nada sin consultarte!? ¿Si hago algo que no autorizas me convierto en una pendeja, según tú?
—No me refiero a eso, y lo sabes.
—¿Ah no? ¿Y a que te refieres?
Aquello ya dejaba de ser un reclamo por la desesperación de un momento tenso, aquello comenzaba a ser una pelea de pareja.
—¿No vas a responderme?
—Gracias por encontrarla y tráerla, Kakashi —la voz de Seiyi se impuso—. Esto ahora es entre mi mujer y yo.
Aquella definición no le gustó, ni un poco. Le miró duramente, este hacía lo mismo esperando a que se fuera. Y era cierto al fin y al cabo, aquello era entre Sakura y su pareja ,y él no lo era. Y si bien estaba de acuerdo en la reprimenda que Seiyi le estaba dando, no le gustaba que le gritaran de esa forma.
—¿Qué esperas? —apuró el Hyuga.
—No te pases —le respondió como simple advertencia, y se retiró de la habitación, aunque no cerrara la puerta del todo al salir hacia el pasillo, quería oírlos, no era noble de su parte hacer aquello, pero no se iría tranquilo sabiendo que ella podría sufrir.
En su lugar, apoyó las espaldas en la pared al lado de la puerta afuera, las manos en los bolsillos y los ojos cerrados. Mierda, la había pasado mal mientras la buscaba, hubo un instante en que desesperó, y sabía que no fue el único. El sólo hecho de que a ella la custodiaran Anbus le brindó la escasa tranquilidad que necesitó para pensar claramente, pero sólo eso. El corazón le volvió al cuerpo cuando sintió su energía en aquella carpa. Ahora, con ella dentro de esa habitación aunque discutiendo con Seiyi, al fin podía decir que podía respirar.
—¿Que me decías Sakura?
—Estuviste idiota toda la noche.
—¿Yo, idiota? —Carcajeó— ¡Escúchate!
—Sí, me escucho y claramente ¿Qué te pasa con Kiyoshi?
—A mí, nada. Qué te pasa a ti.
—No entiendo a qué te refieres...
—¿No entiendes o no quieres admitirlo?
Sakura entrecerró el ceño en ese instante.
—Estás... ¿estás celoso? —no le respondió— ¡Seiyi! No te lo creo, te juro que no te lo creo...
—No conoces a Kiyoshi.
—¿Y que si no lo conozco? ¿¡Qué te pasa!? ¿Crees que por que él se insinúe o diga algo yo simplemente voy a...? No, en serio, no te lo puede creer.
—Esto no tiene que ver con eso. ¡Estuviste en peligro, carajo!
—¡Dios! ¡¿Que parte no entiendes de que soy tan letal como tú y Kakashi?! ¡¿ Eh?! ¿Porque subestimas mi capacidad como ninja? —El hombre no respondía, apretando la mandíbula mientras la miraba a los ojos— ¿Porque mierda no crees en mí?!
—Creo en ti.
—¡Pero dudas! ¡Dudas de mí como mujer, dudas como ninja! ¡¿Qué te pasa?!
Seiyi respiró hondo. Sí, era consciente de que había pasado los límites con ella. Esa mezcla de temor con impotencia y celos había sido un cóctel difícil de manejar, sumado a la presión de todo ese evento. Y verlo a Kakashi tan desesperado como él, no ayudó en absoluto a soportarlo, a no estallar como lo hizo.
Y ahora la tenía de pie frente a él, sana y salva, furiosa, decepcionada. Pero entera, hermosa y con esa mirada jade tan encendida y vivaz, que del sólo considerar en no volver a verla, el alma se le quebraba en miles de pedazos. Ella era su mujer, sí, la mujer que amaba, pero era más que eso, era quizás su tesoro, parte de su alma ahora.
Respiró hondo en ese instante. Una mano subió para acaríciala, ella no lo dejó. Estaba enojada, y aun así era preciosa.
—Casi te pierdo una vez...
—¿Q-que?
—Por tu terquedad, casi te pierdo una vez, Sakura —ahora la mirada ya no era dura, seguía el ceño contraído, pero ahora sus facciones se relajaban dando paso a otra emoción. Miedo, dolor, angustia—. No iba a permitirlo nuevamente.
—Sei... ¿lo dices por aquella vez? —Él asintió y ahora ella aflojaba todo su semblante comprendiendo esa exagerada reacción.
—No me lo hiciste fácil hoy —le acarició una mejilla, ella le dejó hacer, cerrando los ojos por unos instantes ante el contacto, lo necesitaba— ... Preciosa, no te das una idea de lo que nos hiciste pasar.
Ella asintió acercándose más, posando ahora las manos en su pecho.
—Hoy no fue lo mismo —.Él negó—. Deberías haberme advertido...
—No quería que te preocuparas.
—No funciona así.
—Sí para mí —la otra mano le acunaba la cabeza.
—Sei, no quiero ser una carga para ti.
Él ahora le acariciaba los labios, no se lo impedía. Ella lo observaba, estaba apuesto, así enojado, así dolido, lucía tan apuesto.
—No lo eres. Nunca lo fuiste ni lo serás —se acercó más—. Eres mi mujer —la caricia se intensificó, ella le miraba la boca—. Preciosa, estás tan hermosa, me volviste loco toda la noche...
—Y yo te deseé todo, todo el tiempo —Seiyi sonrió— Así todo celosón y pesado —asentía— ...te deseaba igual, y te ibas a cada rato.
—Estaba haciendo negocios.
—Yo también.
«Touché».
Hubo una sonrisa de lado, la mano que bajó a su cintura ahora la apretaba contra él. El perfume en el saco de Kakashi ahora era evidente, tensándole los celos, olía a otro hombre.
—No me des vueltas las cosas, Sakura
Ella jadeó cuando la otra mano se cerraba levemente en sus cabellos.
—No lo hago, sólo quiero que no te preocupes-
—¿Que no me preocupe? —Le interrumpió—. Entonces no vuelvas a irte así.
—Pero no me fui.
Ese perfume ya era insoportable.
—Deja que te cuide —y jaló de aquel saco arrojándolo al suelo. El movimiento deslizó también uno de los breteles cuando ella respingó por el arrebato.
—Entonces habla más conmigo.
—¿Me das órdenes ahora? —jalaba de sus cabellos para exponerle el cuello, estirándola levemente hacia atrás.
Sakura jadeó, aquello era el inicio, lo sabía. La posesividad de ese hombre estuvo a flor de piel toda la bendita noche y lo conocía, lo conocía demasiado como para saber que ella así, deseable, sin marcas, era sólo aliciente para esa locura caliente que desataba sobre su cuerpo.
Quizás no estaba bien eso, provocarlo de esa forma, pero fue sentir su cercanía, su agarre, esa dureza comenzando a golpear su vientre, para desearlo.
—Sei —su nombre escapó cuando le recorrió la piel oliéndola, fue el jalón más contundente en el cabello el que la ubicó— ...mi...mi señor.
—Que bien hueles —ella se mordió los labios cuando un primer beso fue depositado sobre su cuello, cerrándose las manos en las solapas de las finas ropas del varón—. Eres tan hermosa —y ahora la mano en la cintura encontraba la raja del vestido para colarse debajo.
Hubo un gritillo cuando sus yemas se deslizaron, la mirada era intensa sobre ella al abrir los ojos, intensa y caliente, y esos masculinos labios le llevaron a humedecerse los propios cuando el deseo se hizo insoportable.
—Promete que no vas a volver a irte así...
No estaba bien eso, pero por dios que bien que la tocaba.
—Lo ... lo prometo.
La besó en ese instante.
Ella gimió encerrada en aquellos labios, las piernas se le separaron sólo un poco cuando un dedo entró en ella, estaba lista, tan lista embriagada por ese toque, esa voz. El perfume intenso de Seiyi, tan varonil, ahora la envolvía. Y aquellas ganas insatisfechas por tantos días, ahora hacían mella.
—Sei... mmm... por favor...
Definitivamente no estaba bien aquello, la reconciliación con el sexo no siempre salía bien, eran mejores las palabras, pero en ese momento no quería hablar, solo quería sentirlo. La posesividad de ese hombre no entendería de otro lenguaje, y ella quería darle lo que él ansiaba, cuando sus bocas se encontraron realmente las palabras sobraron. Sus cuerpos se entendían mejor, por lo menos esa noche.
Las manos se aferraron a las solapas de la camisa, jalándolo contra ella, él apretaba su cabello fijándola a la violencia de sus besos, mientras los dedos la estimulaban. Pronto las bragas caían al suelo y la tenía con el cuerpo aprisionado entre el varón y el borde del escritorio. Las respiraciones se mezclaban y ahora era el vestido que se deslizaba desde sus hombros, libres los senos para el deleite del Hyuga cuando los lamió descaradamente.
El tintineo del cinto marcó la diferencia del momento, se estaba liberando, y luego le alzaba una pierna al sentarla sobre el mueble. Sin permisos ni anuncios la penetró de una estocada, el gemido que se perdió en su boca salió desvergonzado, ajeno a testigos. Y ahora la cadencia de embistes la tenían con los labios abiertos buscando por aire mientras se sostenía de su cuello.
—Ábrete más —le ordenó cuando la acomodó más arriba, una pierna enganchada al codo, la otra buscaba apoyo sobre la mesa.
El vestido seguía allí a duras penas, aunque luciera desnuda desde ese ángulo. Poco importaba.
Hubo un nuevo gemido que desvergonzado escapó ante la dura estocada que golpeó algo dentro, él se clavaba no solo en su vientre, los dientes le tomaban el cuello.
Fue quizás aquel sonido, o tal vez fue escucharla decir el nombre de su amigo en medio de jadeos, o que ya no discutían. No supo bien que fue lo que lo movió, y aunque algo le decía que no debía estar allí, igual Kakashi entró a esa habitación ni bien oyera la última queja.
No esperaba encontrar nada en específico, solo quería saberla bien, ni siquiera le sorprendió lo que vio al entrar silenciosamente. El escritorio daba de lleno a la puerta, por un segundo sus piernas se inmovilizaron ante la escena. Luego la reacción lo llevó a cerrar la puerta tras de sí, nadie más que él o Seiyi debían verla de esa forma.
No era correcta su presencia en aquella habitación, Seiyi la follaba, duras estocadas, él no hubiera sido más suave, no después de soportar su sensualidad exacerbada por aquel atuendo toda la noche. Entendía a su amigo, a esa necesidad de marcarla, de morderla, de llenarla con su aroma. Él intentó lo mismo con más sutileza al cubrirla con su abrigo. Así de viscerales eran, así de animales.
Y ahora la respiración se le aceleraba al observarla jadear por las embestidas de otro, al observarla gozar con los ojos cerrados, las piernas abiertas dándole facilidad a la constante intromisión. No podía decir que aquello no le excitaba, que aquello no le incentivaba y no solo las ganas. Los puños se cerraron dentro de sus bolsillos, los dedos picaban, la boca se le secaba y ahora su entrepierna molestaba contra el pantalón.
Frente a él, ellos en aquel escritorio, en medio del camino su saco en el suelo. No entendió bien que lo llevó a acercarse solo lo suficiente para recogerlo. Quizás fue el descuido o la cercanía, Seiyi ahora lo advertía, girando apenas el rostro para hacer contacto visual de reojo. Nunca se detuvo, nunca dejó de penetrarla, solo aquella media sonrisa de triunfo o de goce, no le entendió el gesto. El ceño contraído, sí, su amigo sentía lo mismo que él, ese deseo oscuro mezclado con los celos que lejos de enfriar algo, más lo avivaban.
—Abre los ojos, preciosa —escuchó que le susurraba.
Ella obedeció segundos después, siendo él, a escasos dos metros de distancia, la primer imagen que se le formara, tal vez distorsionada por el placer que le nublaba la vista y las pujas, una más dura que la anterior.
Esperaba que se sorprendiera, o se apenara. En su lugar la chica gimió.
—Sen...sensei —susurró, y quizás esa fuera la mejor palabra que podía haber oído en su vida. Un jadeo se escapó de esa boquita cuando la mano que salió desde su bolsillo apretó la dura erección que empujaba contra la tela.
—Es... es...
—Es real, Sakura —fue lo siguiente que oyó.
Y ahora ella contraía el ceño sin despegarle la mirada de encima. Kakashi respiraba pesado, estaba tan excitado como la pareja, y tuvo que apretar más su erección cuando el prematuro orgasmo golpeara violento a la pelirrosa. Le estremeció el cuerpo, los temblores le cerraron los dedos sobre la camisa de quien la follaba, y que ahora le tomaba el cuello bajando la boca a uno de sus pechos para alargarle el goce. Ella gemía, era desvergonzada, y no dejaba de verle, no sacaba los ojos de él. Y él no dejaba de desearla, apretando su falo, el ceño se contraía por cada espasmo en la chica y fue oír el gruñido de la liberación de su amigo en aquella última y profunda embestida, para necesitar salir de allí.
Volteó caminando rápidamente. Buscó torpemente abrir la puerta y salió cerrando con cuidado tras de sí. No quería llamar la atención.
El saco colgaba ahora de un brazo al frente, debía ocultar la evidencia de su descaro, el sonrojo en el rostro y las gotas que perlaban su frente eran más fáciles de disimular. Un par de ninjas se acercaron, les miró con furia.
—No quiero a nadie en esta ala, ¿entendido?
Los hombres asintieron y salieron de allí cuanto antes advirtiendo lo mismo a otros que venían.
Kakashi los observó, luego tomó el camino contrario. No supo bien a donde iba, sólo supo que entraba a un baño encerrándose en uno de los cubículos. Necesitaba liberarse. Colgó el saco en un gancho, desprendiendo el pantalón bruscamente luego. Una mano apoyada en la pared, el inodoro quedaba debajo, con la otra se jalaba con violencia. Los ojos cerrados lo transportaban a esa otra habitación en donde ella gemía, follada, gozando, mirándolo. Fue oír en su recuerdo ese "sensei" tan libidinosamente articulado, esos jades afiebrados movidos en el vaivén de otro, para que su final lo golpeara con fuerza segundos después. Ni un puberto terminaría tan rápido, era que las ganas de ella ya rayaban lo insoportable, verla así fue casi enfermizo.
Los bombeos lo vaciaron abajo, ni si quiera le importó en donde habían caído los restos de su orgasmo, sólo se quedó así unos instantes más hasta que la respiración se le calmara. Tragó con dificultad al final, la garganta se le había secado, y ahora con un trozo de papel higiénico limpiaba el semen que quedó sobre sus manos.
Se acomodó y salió. No había nadie más en el lugar. El espejo le devolvió una imagen compleja, y era que ahora estaba peor que antes, apenas si alivió algo en su cuerpo.
Se colocó el saco, ya no hacía falta disimular nada, y salió de allí a buscar... no sabía que, solo la necesitaba a ella, y era lo que no podía. Avanzó sin rumbo por los pasillos, cualquiera que lo encontrara asumiría que el hokage iba a una reunión de último momento, él solo avanzaba.
Fue fortuito cruzar a Seiyi segundos después. Este hablaba con otro sujeto, impoluto, como si nada hubiera sucedida instantes antes. No se percató de él, y lo agradeció, porque ahora sabía que Sakura estaba sola.
Todo su cuerpo se puso en acción, pronto supo dónde estaba, no se encontraba lejos de allí, sólo a unos metros detrás de la habitación en la que la había visto por última vez.
Entró y no había nadie. Había otra puerta, una trasera en el otro extremo. Y por allí fue, su aroma se perdía en el pasillo que daba más allá. Tras varios pasos dio con la salida, un estacionamiento abierto pero privado. Allí estaba ella, parada en el borde la acera, esperando, cubierta por el enorme piloto de su amigo.
Llovía, una fina llovizna que enfriaba el ambiente embelleciéndolo en partes iguales. Sabía que ella adoraba la lluvia, que estaba perdida contemplando el paisaje.
Se acercó lentamente, no quería asustarla, pero no necesitó de anuncios, ella lo notó rápidamente volteando a su encuentro.
Lucía cansada, aun el sonrojo le cubría las mejillas, los cabellos estaban levemente desordenados, el maquillaje era perfecto en aquella casi penumbra.
Le sonrió. Él hizo lo mismo, acercándose.
Se detuvo a centímetros de ella. No pudo evitar acariciarle la mejilla cuando esos jades sobre sus ojos se hicieron insoportables. Ella lo dejó hacer, sonriendo quizás complacida por aquel toque.
—Te quedaste —le dijo al fin, la voz gruesa, aún estaba excitada.
—Sí.
Hubo un silencio, uno en el que sólo se contemplaban.
—Porqué... ¿por qué te quedaste?
—Quería verte.
Ella respiró hondo en ese instante, su cuerpo jaló por acercarse un paso más perdiendo la mirada en la mano que intentó acomodar la solapa de su saco.
—Verme —un nuevo suspiro lo llevó a alzar la vista— ...estaba con él.
—Estabas hermosa.
Hubo un frunce en el ceño. No podía adivinar que estaba pensando esa preciosa cabecita, sólo entendía esos delicados dedos que ahora subieron acariciándole la máscara.
—¿Puedo...? —él asintió, y ahora era su ceño el que se contraía cuando esos mismos dedos la bajaron dejando su rostro al descubierto. Aquello le ponía nervioso, quitaba la única barrera que aún le quedaba si quería contener algo.
—Deseaba tus labios —le dijo en un susurro, pasando sus yemas por el borde— ...deseaba tanto tus labios en ese momento...
Kakashi no dijo nada, fijo en ella intentaba mantener todo como estaba. El corazón le iba como loco y la piel jalaba por contacto, pero era ella la que marcaba el ritmo.
Le miró a los ojos en ese instante, él simplemente la esperaba.
—Estoy... estoy lista ahora.
No podía haberle dicho eso. Y él no podía no entenderlo.
Fueron sus manos las que obraron a tiempo, el ceño contraído, su mirada oscura. Los dedos se hundieron lentamente en sus rosados cabellos, ambas manos, no dejaría que escapara del beso que le tomó esa dulce boquita después. No fue violento pero no tuvo compasión. Tomó todo de ella, ella lo esperaba, no quería menos que aquello. Fue lento, pero imparable, le recorrió la boca como si su vida dependiera de esa simple caricia.
Ella gimió, los ojos cerrados, ahora una de sus manos se apoyaba en ese fuerte pecho para sostenerse, aunque no lo necesitara, sólo quería tocarlo. Él seguía besándola, era grandiosa la sensación, era grandioso el sabor.
Por sus piernas escurría el semen de Seiyi, él no había dejado que se limpiara al terminar, sabía que estaba marcándola. Su boca se inundaba ahora con la saliva de Kakashi, y aquello no podía sentirse mejor. Si las culpas quisieron definirla, no pudieron, porque no lo sentía incorrecto, sólo necesario, era egoísta pero quería eso. Lo deseaba, deseaba a ese hombre, nunca había dejado de desearlo.
Kakashi apoyó la frente sobre la de la chica separándose cuando necesitó aire. Lentamente la soltó, ella no quería, pero había oído un vehículo acercándose y no quería complicarla.
Hizo un paso atrás, ella lo miraba seria.
—Vienen a buscarte —le dijo él.
Volteó hacia el camino, luces a lo lejos anunciaban el vehículo que se acercaba.
—¿Te vas ahora? —le preguntó. Sabía que esa no era la verdadera pregunta.
Él asintió cubriéndose el rostro con la máscara. No eran necesario detalles.
—Me... me gustó que te quedaras.
Necesitó respirar hondo ante eso.
Luego le sonrió.
El auto ahora frenaba al lado de la acerca. La puerta trasera se abría, Seiyi salía de ella.
—Te buscan, Sakura —ella se quedó inmóvil, él volvía a sonreírle—. Ve con él esta noche.
Y volteó yéndose del lugar sin esperar a nada. No quería verla entrar a ese auto. No podía. No lo soportaba.
Los labios le picaban ahora y hubo un escalofrío que le recorrió el cuerpo al recordar el terror que lo había invadido cuando Seiyi le dijo que no la encontraba. Besarla fue la tortura que le faltaba para confirmar que la amaba más que nunca, que vivir sin ella no era ya una opción, y con ella, junto a ella... sería insoportable perderla una vez más.
Las rodillas se aflojaron, se apoyó en la pared para deslizarse al suelo. Agradecía que la zona fuera privada, no quería a nadie asistiéndolo. No quería a nadie que viera lo quebrado que estaba, el lío por dentro que era. El terrible hombre en el que se acababa de convertir.
Exactamente 30 días después, sale este capítulo.
Los hice esperar, sí, pero vine con todo porque tienen un capítulo bieeeeeen largo, bien estilo vacaciones invernales jajajajajaja
Bueno, que decir, pasa de todo y pasa algo que hace muchísimo tiempo que tenía ganas de escribirlo. A todo este capítulo tenía muchas ganas de escribirlo, de verdad. Todo lo que pasa lo disfruté muchíiiiiiisimo... espero que ustedes también.
Ahora, los leo.
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