Capítulo 14
— ¡Kakashi! — le gritó desde arriba de la escalera, apenas asomando el rostro para que él no notara su desnudez.
— ¿Mmm?
— ¡Kakashi! ¡Asómate carajo!
— ¿Qué pasa? — respondió desde abajo apenas elevando la voz, sin dejar de atender la sartén en la que revolvía los huevos a la crema.
Sonrió. Ya sabía de donde venía esa molestia.
— ¡No encuentro mi ropa! ¡Eso pasa!
—Y ese es un problema ¿por...?
Sakura dejó escapar un grito de frustración y él no pudo evitar reír.
— ¡Y te ríes! ¿En serio?
—Sí, enserio.
—Estoy desnuda Kakashi... ¿cómo quieres que baje a desayunar?
— ¿Yo? ... Pues, desnuda.
Y se asomó luego de quitar la sartén de la estufa. Pero ella ya había desaparecido cerrando la puerta tras de sí con un golpe.
Se mordió el labio inferior riendo. Sabía que iba a reaccionar así desde el momento en que tomó todas las prendas de la joven y las metió en la lavadora con la única intención de que a ella no le quedara más remedio que vestir alguna ropa de él, la que no encontraría ya que así se había asegurado.
—¡Sakura, ya baja de una vez! — le llamó provocándola — El desayuno está listo.
Esperó unos segundos sin recibir respuesta y se sonrió divertido antes de arremeter una vez más.
— ¿No era que estabas hambrienta?
La puerta de su dormitorio se abrió de repente dejando pasar a una furia rosa envuelta en la bata de baño de Kakashi, que le quedaba inmensa por donde se la viera.
—¡Mira si serás desordenado! Ni un calzón tienes a mano y... ¿¡esto!? — le señaló hacia la prenda que mal vestía mientras apretaba nuevamente el cordel alrededor de su cintura para evitar que se abriera — En serio, ¿dónde está mi ropa?
— En la lavadora.
—¿¡Qué!? Pero... ¿qué? ¡¿Con este tiempo me las lavas?! No se va a sacar pronto y...y...
—¿Y?
Ella apretó los dientes con una mueca entre disgusto y preocupación.
—¿Que voy a vestir? ¿Acaso lo pensaste?
—Claro.
—Bueno... ¿y?
—Nada.
—¡Kakashi! ¿¡Cómo que nada!?
—¿No dijiste que querías ser mi sumisa?
Quedó muda de repente. Su entrecejo se contrajo en duda.
—Sí...pero... No entiendo que... ¿eso que tiene que ver con esto? — y señaló la bata sosteniéndola de repente al sentir que se le deslizaba por el hombro una vez más.
Kakashi sonrió y la miró por unos segundos antes de volcar el contenido de la sartén en un plato hondo y acercarse al desayunador apoyándose en los codos para quedar a su altura.
— Ahora eres mi sumisa. — Fijó sus ojos en los de ella hablándole lentamente —Y yo soy tu amo. ¿Sabes lo que eso significa?
Había una sonrisa peligrosa en esos labios que tanto le provocaban y no pudo evitar bajar por unos segundos su mirada a ellos. Pero no fue esa sonrisa la que le estremeció. El tono de voz con el que le habló y esa mirada tan pesada, despertaron algo en ella que anidó como calor en su centro. Con tan poco y ¿ya la estaba excitando?
«¿Qué demonios...?»
Sakura aferró la bata en su pecho con una mano, en un reflejo de pena que le llevaba a contener su desnudez bajo esa gruesa prenda.
—¿Sakura?
Se enderezó de repente volviendo su jade mirada a la de él.
—Sí... c-creo que sí.
—¿Lo crees o lo sabes?
Ella respiró hondo intentando compensar el sofoco de su respiración que ahora comenzaba a acelerarse. No entendía por qué, pero el aura que lo rodeaba en ese momento le enloquecía terriblemente.
Y él lo noto.
—Debes obedecerme. Entiendes eso ¿o no?
Ella asintió repetidas veces, ya sin poder ocultar el agite en su respiración.
—Con palabras, Sakura.
—S-sí.
La sonrisa que tornaba esos labios en pecaminosos desapareció en ese momento, dejando paso a un rostro tan duro que le estremeció.
Kakashi se enderezó del desayunador rodeándolo lentamente para posicionarse frente a ella, y le recorrió el cuerpo completo con una mirada pesada. La diferencia de alturas le conferían un aura de superioridad que la tenía temblando aunque pudiera disimularlo bastante bien. O eso creía ella.
—Debes obedecerme en todo.
Sakura abrió grandes los ojos al oírlo huyendo de esa mirada que parecía devorarla cuando sintió sus mejillas arder. Apretó el agarre en las solapas, necesitando protegerse de algo que no entendía por completo pero que le fascinaba.
Kakashi dio un paso más cerca y la vio temblar. Le encantaba como reaccionaba a sus movimientos, y aun sabiendo que esa no era la mejor forma de iniciarla, le encantaba jugar con ella para provocar esa timidez extrema la cual desaparecería ni bien la encendiera. Adoraba la dualidad de su niña rosa. Y explorar sus límites, lo llevaba a un disfrute que jamás creyó que iba a experimentar.
Le acarició la mejilla empujando ese delicado rostro hacia arriba.
—Y te quiero desnuda.
Esa mano que delineaba el rostro, lentamente se deslizó hacia los temblorosos dedos que se cerraban sobre la solapa.
— Y ahora.
Ella suspiró y su respiración se entrecortó cuando él le tomó la mano y se la quitó depositándola suavemente al costado de su cuerpo. Las solapas se abrieron cediendo al peso de la tela, para dejar expuesto el valle de sus senos ante la mirada atenta del mayor, la cual volvió a esos enormes y hermosos ojos jades en el momento en que tomaba el apretado nudo que le envolvía la cintura. Lo desató lentamente sin soltar su mirada en ella obligándola a sobre esforzarse para no bajar la propia.
Le sonrió cuando separó el cinturón y la bata se abrió definitivamente.
Ella bajó la mirada en ese instante, completamente sonrojada. Con pena. Tanto habían hecho ya y aún se avergonzaba por su desnudez. A Kakashi simplemente le fascinaba esa reacción.
Las grandes manos del peliplata se perdieron entre las telas, acariciando la piel del abdomen en el pesado recorrido hacia los hombros, mientras agachaba su rostro acercándose al oído de su niña rosa.
—Eres hermosa. Muy hermosa. — Le susurró con voz grave — Tu piel tan suave. Tus formas perfectas. Quiero observarte, ahora. Y todo el tiempo.
Sakura gimió.
Él le deposito un casto beso en la mejilla al empujar la bata fuera de esos pequeños hombros.
La miró cuando sintió la tela golpear el suelo y se alejó unos pasos para apreciarla por completo, detallándola de arriba a abajo.
—Ka...kashi. — su voz salía en un hilo, temblorosa, apenada.
— ¿Sientes vergüenza de que te mire?
Ella asintió sin verlo a los ojos.
—No tienes de que. No la sientas conmigo.
Le tomó la mano y la llevó con él detrás del desayunador. Acercó una de las banquetas altas frente a él y la hizo subir sentándola.
Cuando ella acomodó el trasero, Kakashi le tomó de las rodillas y lentamente se las abrió sin perder detalle de como su centro quedaba expuesto a él.
No la tocó. Solo la miró. Ella respiraba pesado con sus mejillas encendidas y el rostro gacho.
—Hermosa. — ella gimió.
Y comenzó a deslizar los dedos que subieron apretados por la piel de los muslos mientras se acercaba lentamente a la menor, acomodándose entre esas torneadas piernas, abriéndolas más y más al avanzar, ganando lugar para evitar que ella pudiera cerrarlas.
Y cuando esas grandes manos llegaron a la línea de la cadera, se detuvieron.
Sakura respiraba pesado y ya sentía sobre la piel del rostro el aliento caliente de su ex sensei. Se mantenía quieta, callada, con la mirada baja, esperando el próximo movimiento el cual ya tenía su centro palpitando, mojándose en anticipación de una forma que no creía que fuera posible.
Se mordió el labio inferior ni bien sintió el calor de los dedos rozarle el abdomen deteniéndose justo sobre la línea de su pubis. Deseaba tanto que la tocara...
Kakashi sonrió sin que lo viera. La quería así, en ese estado, entregada, excitada, con su resistencia anulada. Le fascinaba la sensibilidad que manifestaba su niña rosa. Era perfecta.
Y subió las apuestas sabiendo que la descolocaría al, sin previo aviso, alejar su rostro de ella y quitar las manos de ese delicado cuerpo, sin retirarse de esa provocadora posición entre los muslos de la joven.
—Sakura, ¿tienes hambre?
La pregunta la desconcertó. ¿Qué estaba pasando? Abrió los ojos de repente y su respiración se agitó aún más.
—Sakura, te hice una pregunta.
Ella asintió. —Sí.
—Sí, ¿qué?
—Sí...— un suspiro tembloroso se escapó de entre sus labios — Sen...sensei.
Kakashi gruñó. Le encantaba cuando le respondía con ese título.
Le acarició los labios y luego tomó un pequeño trozo de manzana uniéndolo a una mitad de nuez, alcanzándoselos hasta la boca de la joven.
Ella quedó inmóvil contemplando el alimento, dudando de que hacer.
—Come.
Lo miró, antes de acercarse y envolverle los dedos con los labios quitándole el dulce en un pequeño mordisco que rozó la piel de su ex sensei.
—Eso es hermosa. ¿Te gusta?
Ella asintió masticando, mirándolo a los ojos desde abajo.
Nunca algo tan banal y cotidiano la había excitado tanto. Lo que Kakashi estaba haciendo no lo había leído en ningún libro y no lo entendía demasiado, pero le encantaba. Le calentaba en un extremo que no podía explicarlo. Si ya sentía la humedad resbalando fuera de su vagina, y él ni siguiera había llegado a rozarle esa zona.
Kakashi deslizó un nuevo dulce entre los labios de su niña rosa y cuando ella quiso tomar por sí misma un trozo de naranja del plato de al lado, le sujetó la mano por la muñeca alejándosela.
—No pequeña. Yo te alimento.
Tragó duro mirándolo con sus ojos jades bien abiertos.
— ¿Quieres de esto? — señaló el plato con la fruta elegida.
Ella asintió y él tomó uno de los cubitos. Sakura abrió levemente la boca para recibir esa jugosa pieza, pero grande fue su sorpresa cuando él lo colocó entre sus propios dientes y se lo ofreció inclinándose a la altura de su rostro.
Dudosa Sakura apenas aproximó sus labios al alimento y lentamente lo rodeó con los dientes, teniendo que contener un jadeo cuando él cerró sorpresivamente su boca sobre ellos robándole un corto pero inesperado beso.
La observó masticando, con las mejillas rosadas y la respiración agitada. Le fascinaba las reacciones tan geniudas de ella ante esas nuevas experiencias. Y cuando terminó de tragar el dulce bocado, él llevó nuevamente otro trozo de fruta a sus labios obligándola a repetir el proceso.
Ella sonrió tímidamente antes de acercarse, comprendiendo el juego al fin, y cuando tomó apenas con los dientes el nuevo alimento, él le aferró la nuca evitando que se escapara, devorándole los labios en un lento beso que terminó por quitarle el preciado botín. Ella gruñó pero no pudo resistirse a esa demanda, y simplemente abrió más la boca para que él hiciera lo que quisiera con ella al acariciarla con su lengua.
Y el beso era todo lo que él quería. Sentir su sabor, su calor. Invadirse de esa delicada saliva, porque nadie nunca supo cómo ella. Era imposible ya tenerla cerca sin querer probarla de esa forma. Sabía que estaba perdido al romper su más preciada regla, pero ya era tarde para retractarse y le fascinaba lo que estaba haciendo.
—Sabes dulce. — le susurró separándose apenas.
Le acarició la mejilla antes de soltarla y darle de comer un trozo de naranja, recompensándola por su reciente travesura.
Ella lo miraba desde abajo, respirando pesado mientras masticaba y no pudo contener el jadeo que se le escapó cuando la gran mano que descansaba en su cadera, se movió hacia su centro delineándole lentamente la raja hasta la entrada.
— Y estás tan, tan mojada...
Quedó inmóvil en el asiento, aferrándose de los bordes, mordiéndose los labios presa del placer mientras una pesada gota de jugo se le deslizaba por la comisura ensuciándole el rostro, una gota que pronto terminaría su recorrido en la lengua del peliplata.
—Sensei...
Él gruñó al hundirse en el cuello, embriagándose del exquisito aroma de su niña rosa mientras iniciaba con una lenta y tortuosa masturbación.
— Hueles bien.— se separó unos centímetros sólo para observarla con las mejillas encendidas y los ojos cerrados, entregada por completo a él — Hermosa...
Y con la mano libre descendió hasta la rodilla tomándola por la cara interna, para abrirla aún más y dejarla expuesta.
Ella dio un respingo cuando lo advirtió observándola ahí abajo, y a su humedad y a los movimientos que ya descarados torturaban su clítoris penetrándola y frotándola en movimientos alternados.
—Q-que ha-haces...
—Te disfruto. — le respondió sin separar sus ojos de ese pequeño sexo que recibía con gusto sus dedos.
Y en un movimiento que ella no se esperó, se agachó entre sus muslos succionándole todos sus jugos al pasar la lengua por toda su raja, quitando la mano de la ecuación.
—¡Kakashi!— gritó intentando cerrar sus piernas, pero la fuerza del agarre de su ex sensei no se lo permitió.
Lo miró y no pudo más que enrojecer ante la obscena imagen de su ex sensei excitado, penetrándola con la lengua. Pero fue más intensa la pena que el placer que él brindaba, y reaccionó intentando tomarlo por los cabellos para frenarlo.
Él gruñó deteniendo lo que hacía.
— Sakura, eso no se hace. — le reprendió antes de tomar el lazo de su bata para envolverle las muñecas y atarlas por encima de la cabeza, al soporte del desayunador contra el que descansaban las espaldas de la pelirosa.
Y con la misma agilidad pero sin contemplaciones, le tomó ambas rodillas y las abrió en un ángulo imposible para alguien que no tuviera el entrenamiento de la ninja.
Y la miró. Primero a los ojos. Luego a esos temblorosos senos que se agitaban tras la irregular respiración. Centrando su atención en ese brilloso sexo que ahora se ofrecía sin reparos abierto por la pose en la que la tenía.
—Eres deliciosa. — se relamió los labios aún untados de los jugos de la pelirosa y ella no pudo más que tragar duro desviando la mirada hacia otro sector.
—Mírame Sakura. — Ella obedeció lentamente — Quiero que me veas todo el tiempo que te esté lamiendo. Quiero que me veas comerte y saborearte. Y quiero que veas como te corres en mi boca.
Gimió en protesta. Su decoro estaba loco gritándole que todo lo que ese hombre le decía era pecaminoso, inmoralmente sucio. Y aun así, no podía sentirse más correcto.
—No cierres los ojos. ¿Entendido?
Esperó a que asintiera, antes de agacharse nuevamente entre sus piernas, dedicándole una mirada perversa mientras aspiraba el aroma de ese pequeño sexo que latía a centímetros de sus labios. Ella se estremeció ampliando el sonrojo hasta el cuello.
Y sin esperar más, con los dedos le abrió los pliegues para dejar aún más expuesto el sensible e hinchado clítoris y lo lamió lenta y pesadamente.
Ella gimió amenazando con cerrar los ojos derrotada ante el placer arrollador que le estaba brindando, mas la advertencia en esa oscura mirada le obligó a mantenerse atenta a los lascivos movimientos de su ex sensei.
Una nueva lamida y ahora se apoderaba de todo ese pequeño e hinchado sexo tomándolo con la boca abierta, castigando la dulce y sensible carne con lengüetazos impasibles y focalizados en enloquecerla.
Ella gimió, gritó, se retorció. Su entrecejo se contrajo en sufrimiento, clamando clemencia pero nunca cerró los ojos. Siempre su jade mirada se mantuvo en esa boca que la devoraba, porque esa era la imagen. La devoraba con hambre, con locura.
El placer era tortuoso, era fuerte, era fuego que le retorcía las entrañas y la enloquecía tensándole todos los músculos en un final que estaba a segundos de explotarle en la cara a su ex sensei. La imagen de ese hombre caliente hundido entre sus piernas, era morbo puro que encendía cada célula de su cuerpo. Y los sonidos que provocaba con su lengua, con esa despiadada succión, le quitaban el resto del decoro. De la pena que minutos atrás la cohibía ya no quedaba ni un atisbo. Ahora sólo había una necesidad en ella y era correrse.
Y no se hizo esperar. El orgasmo estalló en su cuerpo haciéndole soltar con descaro sus jugos, contrayendo cada fibra en temblores que parecían no querer detenerse.
—¡Por dios sensei! — y no pudo mantener los ojos abiertos por mucho más.
No la castigaría por ello, lo había hecho bien por ser algo tan libidinoso para esa trémula inocencia, sobre todo siendo su primera vez siguiendo órdenes sexuales tan precisas. Lo que sí no podría dejar pasar, fue la súplica que se coló entre medio de los jadeos y espasmos, de un éxtasis insoportablemente prolongado a fuerza de impasibles lengüetazos.
—Se...sensei... fóllame... p-por... favor... fóllame.
Quería ser llenada. Y por él.
Kakashi gruñó, y salió de ella sin limpiarse el rostro, subiendo y tomándole la boca en un profundo beso que la llenó de su propio sabor, mientras luchaba con premura para bajar la pretina del ligero pantalón de la piyamas que vestía y liberar su dolorosa erección.
Y tomándola desde la base la alineó a la húmeda entrada de su niña rosa, cayendo en la cuenta de que no llevaba protección al sentir la humedad acariciarle el glande.
— ¡Mierda! — maldijo sobre los labios de la pelirosa.
—No ...no te...detengas... no-
—Sakura, no— dudó pero no continuó, y la frustración por tener que separarse de ella hizo mella en su semblante — Tengo que-
—Hazlo... confía en m-mi...
La miró unos segundos, dudando si creerle pero fue más fuerte ese ruego y esa mirada vidriosa con la que le suplicaba, que la llenó por completo en un único movimiento haciéndola gritar de placer.
No esperó a que sus cuerpos se acostumbraran. No había tiempo. Él no lo tenía. Y se maldecía por ceder tan fácilmente a un acto que negara sin pena alguna a tantas sumisas durante su vida, pero que en tan corto tiempo se había convertido en una adicción inconcebible de obviar con ella.
Sakura gritaba tras sus feroces embestidas, cerrando los puños, apretando los dientes, manteniendo las piernas en la posición que le exigiera su ex sensei, mientras soportaba las duras estocadas que castigaban su sexo en celo.
Y firme a la orden que le diera, no dejó de mirarlo ni un segundo aunque él no fuera consciente de eso.
Le fascinaba el rostro de Kakashi cuando la penetraba. Como esos labios se hinchaban en placer y sus facciones se endurecían bajo una belleza infernal. Le encantaba la fuerza con que hundía los dedos que sostenían la carne de sus caderas, evitando que escapara del destino placentero que le arrojaba olas de calor en cada estocada. Pero lo que más le enloquecía, era ser testigo de cómo ese ancho pene profanaba sus pliegues al hundirse en ella sin respiro.
Le gustaba ese hombre. Le enloquecía todo de él.
—Perdóname — él susurró antes de hundirse hasta el fondo en ella en una dura estocada, vaciándose en su interior tras un profundo gruñido.
Y ella no pudo más que gemir al sentir los espasmos del final del varón, porque fue tan condenadamente excitante la forma en que ese orgasmo arrolló las facciones del peliplata, que no dudaría en obedecerle otra vez cuando le demandara que lo mirara mientras la follaba, daba igual si era con la boca, los dedos o su polla.
Kakashi apoyó su frente en la de ella cuando pudo al fin calmar los temblores de su propio éxtasis, y le acarició el rostro al abrir los ojos y encontrarse con esa vidriosa mirada jade delineando lo que podía de él en esa posición.
—Hermosa... ¿Qué me hiciste hacer? —le susurró con preocupación en esa voz ronca.
—Que me follaras... eso hice...
—Lo sé, lo sé.
—Kakashi, te necesitaba dentro.
La besó ahogando un gruñido.
Y luego le soltó el amarre de las manos. Y en ese instante Sakura lo rodeó con los brazos y con las piernas, evitando que él saliera de ella o tan sólo se alejara, ignorando que esas no eran las intenciones del peliplata. Y lo besó, lento, profundo, descarado, gimiendo cada vez que sus lenguas se encontraban y sus sabores se mezclaban.
—Hermosa... hermosa... — juntó sus frentes tomándole el rostro con ambas manos, cuando se soltaron por aire — Perdón... Pero no pude resistirme... yo...
— ¿Qué?
—Que acabo de terminar dentro tuyo, Sakura.
Ella le sonrió hundiendo sus dedos en la alborotada cabellera de su sexi ex sensei. Contrario a lo que todo el mundo pensaba, su cabello era muy suave.
—Sí... y me encantó — un sonrojo adornó esa mirada jade que ahora chispeaba — No me preguntes porque... nunca antes lo había deseado así y-
—Sakura...
—No hay riesgos Kakashi... Si a eso temes...estás limpio, estoy limpia, y nunca dejé los anticonceptivos.
La besó, un corto beso al que le siguió otro y otro más, hasta que sus lenguas y ganas los enredaran una vez más en un beso tranquilo pero profundo que prometía más de lo que sus agotados y hambrientos cuerpos necesitaban en ese momento.
El estómago de Sakura gruñó y Kakashi no pudo más que reír entre esos labios que lo seguían demandando.
—¿Tienes hambre?
—Mucho, pero...— lo besó nuevamente — No dejes de ... besarme... ahora...
Él sonrió y no se negaría. Nunca creyó que besarla le fascinaría tanto.
La mezcla de sus jugos comenzó a escurrir entre medio de ambos ensuciándole el pantalón a Kakashi, y poco les importó. El desayuno se enfriaría, y el café no sabría igual recalentado. Pero daba igual.
Pronto estarían haciéndose el amor una vez más, demasiado vainilla para el gusto de Kakashi, pero apenas si lo notaría. Salvando sus primeras veces, a lo lejos en el tiempo, nunca en su vida el sexo había sido tan natural. Y se sentía excelente, adictivo. Que más daba, ella rodeándolo, él entre sus piernas, entre sus brazos, el calor que lo aferraba dentro, todo era correcto. Tan suyo.
Ella era suya. Ya no podría ser de nadie más.
¡Hoooolaaaaa! Ya ni lo digo. Ya ni aclaro. Definitivamente, el miércoles va a ser el nuevo día fijado para actualizar este fic. Sí, ¿para que resistirse? jajajajaja
Volvimos a estar algo melosos, ¿no?
Sé que prometí BDSM y creanme que lo van a tener, pero... recuerden que Sakura se está iniciando. No lo apuremos... tanto jjajajajajaja
Bueno, espero que les haya gustado, aunque me quedara más corto que los anteriores. De todas formas, espero que les gustara. Un beso grandote, grandote.
Nos leemos!
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