Capítulo 23

El aire expulsado por mis pulmones parecía el humo de una locomotora debido al frío de la noche. Todo pasaba más rápido de lo que me gustaba, esa mañana accedí a apoyar a Geox en lo que él estimara que necesitaría, a la hora zanjamos los planes y esa misma noche los poníamos en práctica.

—Tú eres una parte muy importante —me dijo uno de los presentes—. De todos nosotros, eres la única que ha estado en un centro y ha salido consciente.

—Si pudieras compartir con nosotros cómo es el lugar y qué se hace ahí —continuó otro, causándome escalofríos. No era capaz de revivir esos recuerdos en mi mente, menos podría hacerlo si los expresaba con palabras. Me negué rotundamente a recordar, ganándome miradas descontentas por mi actitud, no ayudaba mucho si guardaba para mí esa información.

—¿Acaso no quieres ayudar?

—Claro que quiero, es solo que... —intenté excusarme sin éxito.

Dos sacudidas de mi hombro me sacaron de mis pensamientos, era un centauro que me pedía mayor concentración y una pequeña descripción del lugar en el que nos encontrábamos. Se trataba de la central que visité aquella vez para ver con mis propios ojos el radar del que Alain me había hablado. Aún recordaba cómo era, pese a que habían transcurrido meses desde aquella visita, pero lo más importante, todavía recordaba con detalle las celdas en las que nos mantenían.

El plan era que alguno de los magos, cuya especialidad sea el elemento aire se pueda colar en el interior. Sería percibido por los radares, pero se mantendría invisible a ellos. En el interior liberaríamos a la mayor cantidad de seres mágicos que pudiéramos y luego huiríamos, ya que a esas alturas no sería demasiado complicado lidiar con todos los guardias que salgan a defender su central. Y para tal cometido me necesitaban a mí, ya que solo se contaba con dos magos de tal especialidad, por lo que conmigo, que no tenía una y podía hacer magia de cualquier tipo, seríamos tres. Un equipo pequeño, aunque suficiente para nuestro objetivo. El resto del grupo consistente en otros diez seres mágicos se mantendría fuera y entrarían a ayudarnos en caso de que algo marchara mal.

Aun nerviosa y con mi cuerpo entero temblando me volví aire para ingresar al lugar junto a mis dos compañeros, entre los que se encontraba Geox. Nada había cambiado dentro, los pasillos seguían siendo tan fríos como aquella vez, aunque mi miedo era mayor al estar yo por completo ahí dentro nuevamente. Con agilidad y facilidad burlamos a los guardias de las celdas e iniciamos nuestro trabajo con ciertas dificultades. Cuando yo escapé las cerraduras de las rejas eran diferentes, ahora necesitaban aún más fuerza para ser destruidas.

—¿Qué pasa? —se escucharon susurros de los presos confundidos por la percepción de nuestra presencia y las pequeñas chispas que volaban de las cerraduras mientras nosotros intentábamos desarmarlas con magia.

Para cuando logré romper la primera chapa ya había dos guardias doblando por el pasillo para arreglar el asunto. Rápidamente evalué a los que había liberado recién, de los cinco solo dos estaban en condiciones de pelear. Ordené a uno romper otra reja y con el otro peleamos contra los guardias, teniendo yo la ventaja de ser invisible aun para ellos.

En los pocos años que alcancé a asistir a un colegio de magia no aprendí hechizos de guerra, pues aquellos estaban guardados para adolescentes y adultos. Los pocos que tenía en mente me los había enseñado Geox esa misma mañana en un curso exprés.

—Recuerda, siempre apunta hacia la cabeza y caerán inconscientes —recalcó durante la lección.

Con manos temblorosas apuntaba, fallando en varias ocasiones hasta que lograba acertar. Me volví a ver frente a esas armas que tanto miedo me habían causado, aquellas con las que me amenazaron para hacer lo que ellos pedían de mí, con las que mataron a mi familia biológica y asustaron a la adoptiva. Era demasiada la rabia que sentía como para reprimirla, por lo que a la menor oportunidad que aparecía las destruía.

—¡Ya hay que salir! —Gritó Geox por sobre todo el ruido de los gritos de niños asustados y heridos que en medio del dolor intentaban aportar en algo.

Antes de que pudiera darme cuenta ya todas las celdas estaban abiertas, solo faltaba escapar con todos para que la misión fuera un completo éxito. Desarmados los guardias y apretándose unos a otros en una esquina salimos sin que ellos nos molestaran, pero aún quedaba más por enfrentar. Todo pareció ser más fácil de lo que era, todavía faltaba la verdadera dificultad. Fuera nos esperaba un número mayor de guardias a quienes tuvimos que enfrentar, si nosotros ahora en total éramos unos cuarenta, ellos eran fácilmente cien.

Creí que aquel era nuestro fin y, en medio de una buena obra, habíamos fracasado y acabado con nuestras vidas. Demasiados gritos de dolor, muchos seres mágicos corrían lejos sin pensar en nadie más que en salvar el pellejo, mientras yo estaba de pie congelada por el miedo. Entre ellos estaba él, aquel ser despreciable que tanto daño me había hecho y que volvía casi todas las noches en mis pesadillas. Con su arma amenazaba a cuanto ser viviente se le acercara, sin importar si eran niños, adultos o ancianos y no pude controlar más mi rabia.

Lo siguiente pasó demasiado rápido como para rememorarlo en detalle. Un segundo estaba con los pies clavados al suelo y al siguiente veía cómo aquel hombre estaba a punto de dispararle a Dan, quien se había incluido en la misión. Le temía a aquel sujeto, pero más miedo me daba ver morir a mi amigo y quedarme sola en el mundo, sintiéndome impotente al no haber podido hacer nada al respecto para evitar su muerte. Me interpuse entre su arma y Dan y con un hechizo que creía olvidado nos protegí a ambos.

—¡Qué rayos! —exclamó atónito el guardia, mientras todo se tornaba silencioso.

Recuerdo que mi rabia era incontrolable, que todas mis frustraciones acumuladas me las saqué de encima esa noche desquitándome con la liga. Acabé con varios de ellos mientras el resto corría despavorido en busca de refugio, pero a él no lo dejé escapar. Lo seguí hasta el interior de la central, el acorralado ya no era yo, ya no era yo quien tenía miedo del otro y, pese a que su expresión de terror puro me dio cierta lástima, procuré no sentirla cuando acabé con su vida.

Esa noche recién empecé a pensar que tal vez yo sí podía ser la última hechicera.

***

Una extraña sensación de deja vu me invadió al despertar y verme acostada en mi habitación. ¿Había sido un sueño esa pelea? ¿Mis manos seguían limpias de la sangre humana? Las circunstancias eran extrañamente similares a la primera vez que abrí los ojos en la mansión, pero al revisar mis pies supe que todo había sido real, mis heridas ya estaban cerradas por completo y en el espejo mi reflejo mostraba a una joven de cabello multi color, típico de los niños que no sienten aún alguna afinidad por algún tipo de magia.

Escuché mis tripas sonar, reclamando que ingiriera algún alimento, por lo que salí de mi habitación y bajé al primer piso. Me encontré con un gran número de seres mágicos en la sala de estar, como si fuera una reunión improvisada. Un minotauro que controlaba la radio me mandó a callar en el momento que quise preguntar qué sucedía, por lo que obedecí. Distinguí entre ellos a la elfo con quien había compartido días atrás en mi recorrido por la casa y, al ser el único rostro conocido a simple vista, me aproximé a ella.

—¿Qué pasa?

—Los de la Liga están hablando.

—¿De qué?

—De lo que hiciste anoche. Nunca nos imaginábamos que fueras tan valiente, le tapaste la boca a todos los que decían que solo eres una niña.

Solo eso me bastó para asimilar mis recuerdos como verdaderos y no un mal sueño. Pensé que me sentiría mal por lo hecho, acabé con la vida de un hombre, sin embargo al recordar todas las cosas que me hizo, la forma en que me torturó no pude evitar decirme a mí misma "se lo merecía".

La voz de uno de los líderes de la Liga sonaba molesta y más amenazante que nunca con quienes estábamos involucrados, dando un catastro de los daños que había sufrido. La pérdida del hombre que maté, la liberación de casi treinta seres mágicos de toda clase, la destrucción de sus celdas, un radar y múltiples grietas en el edificio que ponían en duda si podría estar en pie un tiempo más. El comunicado finalizó con una advertencia a nosotros, pues aumentarían sus búsquedas, endurecerían sus castigos para evitar que este tipo de actos se repitiera en el futuro y una declaración de guerra.

—Acabaremos con ustedes tarde o temprano —anunció antes de despedirse.

El hambre se esfumó y fue reemplazado por la ansiedad al ver cómo todos se quedaban en silencio meditando las declaraciones. Estaba lista para dar mis disculpas por la guerra que había provocado cuando Geox convocó a una reunión de emergencia para planificar nuestro modo de ataque contra la guerra, recibiendo cientos de opiniones, excepto una que buscara un término pacífico a todo esto. Era mareante escuchar cómo algunos proponían métodos sádicos para utilizar contra los humanos, aplastarlos como insectos y apropiarnos de su mundo, haciéndoles a ellos lo mismo que nos hicieron a nosotros. ¿No se daban cuenta que es no nos convertía en mejores?

Al gritar "basta" todos, sin excepciones, me miraron con confusión. Solo entonces distinguí a Dan y Yami, quienes tuvieron la misma reacción.

—¿No se dan cuenta que nos estamos comportando como ellos? Tiene que haber otro modo, pero no devolverles con la misma moneda, es demasiado cruel lo que proponen.

—¿Y qué quieres tú? —Preguntó bruscamente un vampiro entre la multitud—. Ellos quieren guerra y nosotros no somos cobardes, creí que tú tampoco lo eras por lo que nos contaron.

—No podemos hacer lo mismo...

—¡¿Y qué quieres?!

—¿Quieres que nos convirtamos en los monstruos que ellos dicen que somos? Siempre defendí a mi raza diciendo que no éramos como ellos nos pintaban, que somos más pacíficos y tolerante que los humanos, pero resulta ahora que todos están de acuerdos en actuar como los mortales dicen que somos. Somos seres mágicos, no monstruos, se supone que vivíamos en paz en nuestro mundo, no invadiendo el de otros. ¿Acaso creen que haciéndoles lo mismo devolverán las vidas que han robado o reconstruirán nuestro mundo?

—¿Entonces que propones? —Preguntó Geox con paciencia, escuchándome atentamente, a diferencia del resto que estaba listo para protestar a mis sugerencias.

—No sé, si hubiésemos podido evitar esto desde el principio nos iríamos a nuestro mundo, declararíamos la paz y ya.

—Un viaje en el tiempo.

—Eso es imposible —se burló un hada.

—No tanto sin tenemos la ayuda de Alcanto.

—Sí, claro, vamos a hacer un viaje en el tiempo —continuó una mujer en tono sarcástico— ¿Sabes hace cuántos años que está prohibido? Además, solo los hechiceros podían viajar en el tiempo.

—Estamos en momentos críticos, creo que podemos permitirnos romper una regla como esa si de ello dependen nuestras vidas —argumenté— y nunca escuché hablar que los magos no pudieran...

—Un mago no tiene la magia suficiente para viajar —dijo Geox.

—¿Y si todos se unen para hacer viajar a una persona capaz de cambiar la historia?

Varios murmullos se levantaron, tanto a favor como en contra de la propuesta. Era riesgoso, podía fallar al igual que la guerra, cambiaría el destino y curso de las cosas y a eso la mayoría le temía. Geox tuvo que alzar la voz para hacerse escuchar y tener la atención de todos nuevamente.

—Es cierto que nunca hemos tratado algo así, pero si sacamos la cuenta, somos varios magos que podrían juntar sus fuerzas para hacer viajar a una persona.

—¿Y cómo vuelve después? —Contratacó una voz en medio de todos.

—Si la misión es un éxito no tendrá inconveniente en encontrar un hechicero o más que la ayuden a regresar a un presente en el que nada malo habrá ocurrido.

El grupo se volvió a desordenar, emitiendo un montón de opiniones con respecto al tema. No comprendía la mayoría, mi corazón parecía latir más fuerte que el de todos debido a la adrenalina de verme envuelta en una discusión de guerra. A mi lado, la elfo tomo mi mano en un gesto amistoso de apoyo. Desconocía su nombre, pero agradecía su comportamiento, pues en ese instante me hacía falta alguien en quien apoyarme.

Geox tuvo que volver a hacerse oír, dando su última propuesta con respecto al viaje en el tiempo. Todos los magos unirían su magia para hacerme viajar a mí al pasado, donde me reuniría con otros seres mágicos y acabaría con quienes empezaron todo esto, evitando las miles de muertes y destrucción de nuestro mundo. Decirlo sonaba más fácil que llevarlo a cabo y todos lo sabían, pues no faltaron loa comentarios en contra y a favor de la idea.

—Es una niña que no sabe de estas cosas.

—Ella ya hizo harto anoche, ¿cómo no va a poder con esto?

—El presente podría no ser como nosotros pensamos.

Dejé de escuchar concentrándome en mi misma. Ya había estado en una misión la noche anterior e hice cosas de las que antes no me creía capaz, aunque fueran producto de la rabia del momento. El viaje en tiempo, por más que tuviera similitudes con lo que ya había hecho, me daba miedo porque estaría sola. ¿Quién en el pasado creería que su vida está amenazada por los humanos, quienes siempre fueron vistos como seres inferiores a nosotros en cuanto a fuerza? Me arrepentí de haber guiado la discusión a una idea que claramente no era aceptada por completo, tuve que tragarme mis palabras cuando Geox propuso una votación entre todos para decidir los pasos a dar, compartiendo opiniones con seres mágicos del extranjero con quienes mantenía contacto.

—Probablemente mañana estará decidido, hasta ese momento no planearemos nada.

Y ese fue el final de la discusión.


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