Corazón
Con gran personalidad conquista
A un hombre sin vista
Que pinta como un gran artista
Las obras más sadistas
—Eso es lo que dice el periódico Celine —Espivelery tomaba una taza de café en frente de la mujer de color
Una afroamericana que fue vendida como esclava sexual a los seis años, sin embargo, por su deformidad no fue muy bien pagada.
De hecho, ganaba tan poco que trabajaba de otra cosa para poder mantenerse.
—Eso es lo que logré escuchar, señor —sus dientes blancos pero separados se mostraron en una gran sonrisa
—¿Lograste pagar tu deuda con la señora DuPont? —la miro a los ojos dejando la bebida caliente
—Sí señor, gracias a su maravillosa ayuda logré pagar mi deuda. Usted es mi ángel de la guarda —contestó La mujer con alegría en su voz
Espivelery sonrió con gusto, el burdel en el que estaba era lo más bajo que podía existir, mandado por una mujer blanca que compraba esclavas negras por menos valor, multiplicando su precio al momento de venderlas a los hombres.
Nada había cambiado desde que la mujer implementó su negocio, ni siquiera cambió o remodeló el lugar.
Algo que para las clases privilegiadas como lo era Espivelery, ese burdel era para vagabundos o gente de menor clase.
En ocasiones, también llegaban esclavos que eran pagados por sus patrones con esclavas sexuales.
—Este lugar huele a inmundicia —comentó
—Es lo que nos pagan señor o les pagan a ellas —señaló a las mujeres de la planta baja que atendían a hombre de bajos recursos
—¿Siguen discriminando tus manos? —inquirió
—Más que eso señor, ¿le gustaría tener sexo con una mujer con deformidades, y ante todo negra?
Él rio en voz baja, bebió el último sorbo de café, dándole a la mujer doce monedas.
—Señor...
—Puedes recibir más sí así lo deseas, a cambio, quiero que limpies una cabaña, y te conviertas en mi sirvienta...
Celine se quedó callada, estupefacta por las palabras se levantó con brusquedad de la silla al ser una mujer acuerpada la mesa tembló, perdiendo su equilibrio.
El pocillo en un borde cayó sobre sus manos antes que la porcelana terminará hecha trizas.
—¿Usted me hará una mujer libre?
—No libre por completo, debes entenderme Celine, no cuentas con una pierna, apenas estás llevando bien tu prótesis, tienes deformidades como tú lo dijiste y eres negra —expresó señalando cada uno de sus defectos —serás una esclava con beneficios
Él se dio la vuelta caminando hacia la salida del burdel.
Celine detrás, empezó a perseguirlo.
—¿Cuáles son esos beneficios? —inquirió ella con interés tratando de seguirle el paso
—Sí deseas puedo enseñarte a dibujar, a ganar dinero y recibir algo más de lo que voy a pagarte —explicó
En su mano tenía un bastón de madera el cual utilizaba como método para sacar en cara su elegancia.
Al ver las dificultades de la mujer al caminar se lo entregó.
—Tómalo como un regalo, al fin y al cabo, yo tengo dos piernas y puedo caminar perfectamente, no como tú —siguió caminando esta vez al paso de Celine
—Sus comentarios son incluso mejores que los de la señorita DuPont —exclamó la negra
—Tienes un muy buen sentido del humor Celine, pero ¿aceptas trabajar conmigo? —preguntó abriendo una puerta de madera
se hizo a un lado, la luz frontal que iluminaba la calle entró en ese callejón oscuro, Celine salió, detrás de ella, Espivelery.
Le extendió el brazo, ella lo cruzo con el suyo, caminando juntos por la desolada calle parisina llena de ratas, charcos de agua y orina.
El lugar en el que vivía Celine, era horrible por donde se viera, lejos de ser un burdel de alta categoría.
Lejos de ser lo que sus usuarios deseaban.
El viento helado de París invadía su piel, ella lo ignoró; sin embargo, el pintor percibió lo qué su piel morena quería decir.
Se quitó el abrigo oscuro que tenía esa noche, dejándolo sobre sus hombros.
—No señor —dijo retirando el abrigo de su hombro
—Está haciendo frío Celine, mereces tener calor —subió la manga volviéndola a tomar del brazo
—Muchas gracias señor
Caminando coja con el bastón en la mano, y un hombre de buen porte a su lado, la silueta de ambos va desapareciendo a medida que caminan.
—Señor... ¿no siente vergüenza al salir con una ramera?
«Por supuesto que sí»
—Claro que no Celine, eres mi empleada doméstica y solo te estoy llevando al trabajo —contestó
Ella sonrió bajo
—Señor, ¿algún día me permitirá ver alguna de sus pinturas? —inquirió
—Voy a enseñarte a dibujar, por lo tanto, mi querida Celine debes ver una de mis pinturas para aprender técnicas esenciales —contestó
Al pasar por cada burdel, lograban escuchar a diferentes mujeres gimiendo, la silueta de las poses a las que estaban sometidas a pasar.
Un estruendo atrajo la atención de ambos, y en la ventana de uno de esos burdeles apareció una mujer la cual estaba siendo golpeada por su cliente.
Los gritos atrajeron a varios, y pronto los propietarios del lugar tomaron acción sobre este caso.
Muchos intervinieron en el acto.
Espivelery bajo la cabeza, tomó su sombrero ocultando como podía su rostro de este bochornoso evento.
—Celine, oculta tu rostro como puedas —sugirió
Ella asintió con la cabeza, luego fueron los golpes qué se quedaron atrás.
—Lamento que tenga presenciar eso —susurró Celine
—Es normal, ella no cumplió sus expectativas, lo merecía —el tono de voz que usó fue seco
—cuando trabajes en mi cabaña, no hagas escándalos, se discreta
—Sí señor
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Entre días de lluvia, sol, nieve, y demás, Celine fue la que más vivió, complaciendo el orden de limpieza qué su patrón le exigía.
Vivía mejor que en el burdel, logrando así lo que había estado esperando hace mucho tiempo, ser libre.
En ocasiones, solo cuando Espivelery se lo pedía cocinaba para él.
Como el cuento La Barbe Bleu (Barba Azul), ella tenía prohibido ir al sótano, aquel lugar que siempre permanecía cerrado.
Sin importar cuánto tiempo estuviera respirando en esa casa, un olor repugnante similar a la descomposición se asomaba por su nariz.
A veces más fuerte, otras más leves.
Siempre provenientes del mismo sitio, de la puerta prohibida.
una tarde mientras barría la cabaña, el olor a muerto se hizo más fuerte en su nariz se llevó la mano a sus fosas nasales ocultando en su cara el repudio qué sentía.
—Santo Dios —el palo de la escoba trato de levantarlo con su mano deforme —no aguanto más
Celine salió de la cabaña rodeándola, buscando a su alrededor indicio de ser un animal muerto con la intención de quitarlo, y alejar sus sospechas sobre Espivelery.
Algo en él no había sido normal en los últimos días, además de que el olor estaba penetrando la cabaña, no era algo de lo cual estaba acostumbrada.
No encontró rastro alguno, por lo que entró de nuevo a la cabaña y este olor penetró más fuerte en su nariz.
Sintió ligeras ganas de vomitar, con la intención de ignorarla como siempre lo hacía; sin embargo, esta vez no fue tan fuerte.
Sin poder detenerla salió de la cabaña vomitando en un arbusto.
—No puedo más —se limpió la boca observando la puerta de la cabaña, su interior oscuro la hizo dudar
Las ansias de saber que ocultaba esa puerta la consumían, caminó lento entrando a la cabaña, las nubes negras pronto se sentaron en el cielo con más fuerza.
Trajeron con ellas un fuerte viento.
Utilizando un gancho Celine abrió la puerta y el olor que salía por pequeños orificios se esparció por toda la cabaña.
Volvió a cubrir su nariz, de nuevo esas ganas de vomitar.
Bajo las escaleras con cuidado, sujetándose del barandal, el rechinar de las tablas la asustaban.
Pero lo que más atrajo su atención en ese momento era el estudio del artista, los lienzos, las pinturas, las herramientas, la sabana.
El olor que tanto buscaba, manaba de esa tela.
—Santo Dios...
No había necesidad de seguir allí para saber que era.
Asustada subió el primer escalón de la escalera cuando la puerta cerró.
El hombre que entró tenía en sus manos un Hacha y un Destripador de senos.
—De todas las mujeres que he asesinado, tú mi querida Celine, eres la que más ha vivido —bajo la escalera sin dejar de mover el Hacha
Celine retrocedió, con falta de aire por lo que veía, intentó buscar algo que la salvará de aquel terrible final.
Piso la tela que ocultaba su mayor obra empujando con fuerza la silla obligándola a retroceder.
La sabana que no estaba bien puesta, terminó cayendo mostrando la razón de la putrefacción, la cara de la mujer con ojos de botón agitó el aire de Celine, las piernas cuyas comisuras tenían sangre seca, y el torso el cual se estaba descomponiendo dieron respuesta a sus preguntas.
Trago en seco, antes de siquiera dar la vuelta, su cabeza fue golpeada con el Hacha.
Entró de manera horizontal en medio de su frente, Celine falleció rápidamente.
—No sabes cuánto te quiero, Celine.
Llevó su cuerpo a su mesa, la desnudo por completo, con el Destripador de senos corto con cuidado su personalidad.
Dejando ambos éxtasis en una bandeja de plata, le quitó el corazón a Celine dejándolo en el mismo cubo con el de Babie.
Luego cosió su pecho, cubrió su cuerpo con una sábana blanca envolviendo por completo.
—Celine, eres la única mujer a la que entierro decentemente —la cargó entre sus brazos, pasó por la sala de la cabaña
En un montón de hojas secas, cerca de su estudio arrojó el cuerpo de la esclava, con una pala empezó a tirar tierra sobre el cadáver hasta cubrir todo su cuerpo y rellenarlo.
Lo que hizo el artista por ella, fue por compasión.
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