Prólogo

Menfis era un ser especial, un ser de luz, al cual le dieron de misión cuidar y velar por una de las estrellas del universo.

Él vio cuando la estrella era pacífica, donde los seres que la habitaban eran guiados por sus instintos, seres muy diferentes de él. Con una piel muy gruesa que los protegía de los climas cambiantes.

La vida era monótona. Sin ningún acontecimiento relevante. Así que Menfis termino aburriéndose de aquella vida y causó un accidente que acabó con esa era.

Observó a la estrella dormir, con su manto blanco cubriendo todo. Dando paso poco a poco a nueva vida. Dónde verde follaje comenzó a crecer.

Paso mucho tiempo viendo tranquilidad. De nuevo la estrella se cubrió con seres que se guiaban por su instinto. Viviendo con lo que la naturaleza les daba así que se sorprendió cuando los vio; algunos de estos seres comenzaron a ser curiosos.

Los vio crecer, descubrir los milagros de la vida. Los observó cometer errores y cuando estaban por fracasar en su crecimiento les dio luz.

Gracias a esa luz pudieron seguir su camino. Menfis estaba orgulloso de su estrella, así que la dejo por un tiempo sin supervisión.

Cuando regresó los vio más grandes, más desarrollados, pero en su orgullo no pudo detectar que también había ceguera y debilidad.

Presumió de lo que su estrella hacía, de todo lo que lograba, la tecnología que creaba, la facilidad con que los seres manejaban su vida.

Así que lo tomo desprevenido cuando las primeras disputas comenzaron. Trato de corregir sus errores y sorprendido se dio cuenta de que no podía interferir.

Ya no tenía el poder de modificar las cosas, asustado dejó que todo tomará su curso. La primera guerra llegó y Menfis lloró la pérdida de millones de seres. Aquellos preciados para él se habían matado a sí mismos.

No supo cómo pero antes de lo esperado hubo otra guerra, esta vez se perdieron más vidas, de nuevo Menfis lloró las muertes. Burenta un ser igual de especial pero siendo un ser de sombra se burló de Menfis al verlo en ese estado.

Se río de la debilidad de su estrella. Menfis no dijo nada, a él no le habían enseñado nada sobre las peleas, él era pacífico. Así que él solo bajo la cabeza y acepto la burla.

Burenta era un ser malicioso que llevó a su estrella al fracaso, tenía envidia de Menfis porque esté era uno de los pocos que más había durado con su estrella.

Menfis no sabía que Burenta y otros seres tanto de luz como de sombra habían perdido a sus estrellas eso solo se conocia cuando la estrella que se tenía moría.

Con paciencia Burenta espero hasta que la estrella de Menfis tuvo problemas, comenzó a burlarse y causar conflicto con los demás seres.

Pero de nada servía, Menfis vio con júbilo que su estrella se recuperaba. La humanidad mostraba mejoría, aprendiendo de sus errores para evitar volverlos a cometer.

Menfis le dijo a sus superiores lo que su estrella logró, recibió alabanzas y cumplidos. Menfis recibió un premio de parte de sus superiores, la esposa de Menfis tendría una hija. Así que como premio esta pequeña sería una de ellos, cuando fuera mayor sería un ser de luz, y después un ser superior.

Menfis alegre y orgulloso lo dijo a todos, pero cuando la noticia llegó a Burenta no lo felicito, sino que se llenó más de odio, para sorpresa de todos Burenta dejó el lugar donde habitaban y no lo volvieron a ver.

La vida en la estrella siguió su curso, Menfis veía cómo los seres que la conformaban crecían más y más. Mejoraron su tecnología, aumentaron sus riquezas, pero también destruían su mundo. Menfis vio esto y mandó mensajes, señales de advertencia pero la humanidad lo ignoro.

Llego el nacimiento de su hija y ese día no observó a su estrella, todos felices bendijeron a la niña, los seres superiores le dieron sus regalos, esa noche fue de diversión.

Al día siguiente Menfis quiso asegurarse que su estrella estaba bien. Revisó hasta el último rincón, nada parecía estar fuera de lo normal. Pasó el tiempo y comenzó a notarlo, enfermedades comenzaron a atacar a los humanos, nada parecía surtir efecto.

Con miedo Menfis fue con los superiores, esa noche todos deliberaron que podían hacer para ayudar. Pero también esa noche murió la esposa de Menfis. Alguien la había asesinado.

La primera persona que le vino a la mente fue Burenta, cuando buscaron más pruebas se dieron cuenta que no solo él se había ido, sino que todos los seres de sombra estaban desaparecidos, cualquiera pudo haber matado a la mujer.

Revisaron a la niña pero ella estaba bien, gracias al poder que los superiores le dieron no habían podido hacerle daño alguno. Las estrellas olvidadas que los seres de sombra cuidaban fueron dadas a los seres de luz y ellos velaron por la seguridad de las estrellas.

Poco tiempo después empezaron los ataques a las familias de los seres de luz, comenzó el adiestramiento en combate, Menfis estaba preocupado, tenía que ir a una guerra pero él quería estar con su hija y cuidar la estrella que tanto amaba.

Pero no acabó todo ahí, varios días después las estrellas comenzaron a perecer, cada día poco a poco las vidas que portaba cada estrella murieron y las estrellas se extinguieron.

Los superiores estaban preocupados, las estrellas morían más rápido de lo que tomaba que otra se formará, si eso seguía así no podrían mantener un equilibrio.

Menfis observó cómo su estrella caía. La avaricia de la humanidad, el odio entre ellos, la desconfianza hasta de la misma sombra incrementaban. Era una de las últimas estrellas con un poco de vida.

La guerra se había declarado pero Menfis no quería ir a pelear, los superiores lo supieron y le dieron a Menfis una opción. Su hija podría salvar las estrellas. Ellos esperarían y aguantarían la guerra mientras él y su niña iban a las estrellas para sanarlas.

Y así Menfis tomó las pocas pertenencias que su esposa le dejo, tomó a su pequeña niña y se fue directo a la estrella que tanto amaba. Rezando para poder convencerlos de desistir en las peleas y que acepten la cura de su planeta.

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