Después de lo bien que lo pasé escribiendo Así persiste el océano, me quedaron ganas de volver a explorar el universo que había creado. Me pareció fascinante eso de despojar a las sirenas de su magia y misterio, de ser vistas como criaturas mitológicas y reducirlas a nada más que un animal, uno de los tantos que hay en el mar.

Las ideas principales surgieron mientras me duchaba. Trataba de buscar una nueva perspectiva para esta historia, algo distinto a lo explorado en Así persiste. ¿Para qué mas se puede usar una sirena además de alimento y placer? Pues entretenimiento.

Recordé los shows que se hacen en Seaworld con orcas. Por supuesto que en un universo donde existen sirenas debe de haber algo parecido, así que estuve los siguientes minutos creando al entrenador perfecto cuidando que el shampoo no me cayera en los ojos.

Los dos protagonistas debían ser diferentes, no una copia de Marina y Gus. Cuando terminé de ducharme, vestirme y comer algo me dispuse a ver videos de Seaworld e investigar sobre acuarios. Uno de los mejores se encuentra en Okinawa. Me pareció una buena locación para la historia, así que decidí poner mi acuario ficticio, Safaia (Zafiro en japonés), ahí.

El personaje de Dalia surgió en cuestión de minutos, como si mi mente ya lo tuviera guardado. Vi fotos de la hermosa modelo albina Nastya Zhidkova para inspirarme. Ya estaba lista para empezar la historia.

Todo lo que tenía planeado hasta el momento se lo hice saber a mi lectora y amiga Sel (ella es quien hace todas las ilustraciones de mis notas finales, ¿verdad que tiene mucho talento?) y quedó fascinada con el concepto, con volver a leer una novela sobre sirenas. Eso me dio luz verde. No había duda, esta novela debía escribirse.

La idea inicial para el primer capítulo era que una pareja de extranjeros caminara por el acuario mientras charlaban de la tan famosa sirena albina, emocionados por verla al final del recorrido, pero deseché eso una vez comencé a escribir. Era una buena introducción al personaje, pero esa pareja nunca volvería a aparecer, era mejor elegir otro que siguiera a lo largo de la historia. Entonces opté a Yukie guiando a un grupo de estudiantes, eso era menos forzado.

Los personajes secundarios que tenía planeados desde el principio fueron Yukie y Toru. Todos los demás: Kenso, Mai, Kaede, Jun, Reiko, Sanji, fueron apareciendo conforme escribía. Estaba muy entusiasmada, quería que esta novela estuviera al nivel de Así persiste.

Veo a La última Dalia como una versión mundana de La sirenita de Andersen: ambas no pueden hablar, ambas se enamoran de un humano y tienen un final trágico. Pero Dalia, tristemente, no tuvo una bruja del mal a la cual pedirle un par de piernas. No le quedaba de otra mas que soñar, anhelar.

Creo que de alguna forma quise plasmar ciertas cosas que viví respecto al amor no correspondido, lo imposible que puede llegar a ser. Digo, por algo Joshua Rosenblum se llama así. Solo unos pocos de ustedes me entenderán.

Algo que me gustó mucho de escribir La última Dalia fue que ya no me limitaba a una sola perspectiva, sino que contaba la historia a través de los ojos de muchos personajes. Mi plan al inicio era solo quedarme con la perspectiva de Dalia, pero a la mitad me percaté de que la historia no podía avanzar si no cambiaba a la perspectiva de Toru, de Mai o de Hanako.

La he pasado muy bien desarrollando una vez más una novela de fantasía. Me alegra que lo hayan pasado de la mejor siguiendo a Dalia y a su familia en esta historia. Gracias totales por su tiempo, espero verlos por ahí en alguna otra novela.

¡Hasta pronto!

Aria Veil