30
Hanako estaba muy concentrada en el dibujo que hacía. Yukie, sentada a su lado, la veía en acción mientras bebía su malteada de fresa. El café en el que estaban era el favorito de ambas, solían ir ahí desde que estaban en preparatoria. Tanto el lugar como Hanako habían cambiado muy poco desde entonces, eso ponía contenta a Yukie.
—¿Cómo te fue hoy en el Sakurai?—preguntó Yukie—¿Toru se puso muy nervioso con las cámaras?
—Nos fue muy bien—contestó Hanako sin apartar sus ojos de la libreta—. Asami es una profesional, hizo que Toru se sintiera cómodo muy rápido. Nos grabaron entrenando junto a Dalia y los delfines, también nos entrevistaron a los dos juntos. Hablamos de Joshua, de cómo nos instruyó y que al principio yo no quería formar parte pero Toru me convenció. La pasamos bien, hubo muchas risas. Cuando Asami escuchó a Dalia cantar casi se cae de su silla.
Terminó el dibujo, era una enorme flor cuyo centro era un rostro humano muy realista. A Yukie le pareció un tanto perturbador.
—¿Y tú qué tal? ¿Cómo va esa vida de casada?—preguntó Hanako.
—¡No estoy casada!
—Pero llevas como cuatro meses en la casa Rosenblum., eso es como estar casada. Nunca creí que él te pediría que fueras a vivir con él, ¡y menos que tú aceptaras! Eres tan reservada...—suspiró—. Pero estás tan enamorada.
Yukie sonrió, pues era cierto. Los últimos dos años habían sido los mejores, Joshua era un sueño de hombre. En estos momentos él debía seguir en casa, viendo la televisión o nadando.
—Debo admitir que el apartamento se sigue sintiendo vacío sin ti—dijo Hanako—. Ahora solo me queda esperar a que Toru por fin entienda que soy la mujer de su vida y me lleve a vivir a su casa.
Una hora después el par de amigas se despidió y cada una tomó su camino. La casa Rosenblum quedaba un tanto lejos del café, Yukie tomó un bus y el viaje duró unos veinte minutos. En el camino se dispuso a hojear una revista en la que él aparecía junto a Dalia. Eran los reyes de todas las revistas de vida salvaje y curiosidades.
Al llegar encontró a su novio en la piscina, este salió y la abrazó sin importarle que se mojara. Tenía el pelo pegado a la cara, Yukie despejó un lado para besar su mejilla.
—¿Qué tal te fue?—preguntó él.
—Bien. Me hacía falta relajarme después de calificar tantos exámenes. De hecho aún me quedan como treinta más.
—Podría ayudarte.
—Me parece muy bien.
Joshua entró a la casa para secarse y cambiarse de ropa. Yukie subió a la habitación de ambos y fue por los exámenes.
El hombre, ya seco, se dirigió a la cocina y preparó café. Sirvió dos tazas, él y Yukie se sentaron en la mesa y se dispusieron a revisar en silencio. Yukie miró a su amado de soslayo, estaba muy serio. Hacía tiempo que no le veía esa expresión, la última vez fue cuando él, sin derramar una sola lágrima, le habló sobre Sadie y Michelle, las mujeres de su vida. Era de tarde, el día anterior él y Yukie hicieron el amor por primera vez. Ella lo escuchó desnuda, incrédula. Nunca creyó que un hombre tan risueño como él tuviera un pasado tan trágico, y lo admiró aún más por su fortaleza.
Tímidamente y sin abandonar su tarea, Yukie extendió su brazo izquierdo para acariciar el de Joshua con apenas la punta de los dedos.
—Yukie—dijo él—. ¿Recuerdas cuando nos intercambiábamos cartas por medio de Toru?
—Sí, era genial. Escribíamos en inglés algunos párrafos por si él llegaba a abrirlas. Aunque dudo que alguna vez lo haya hecho.
—Estuve releyéndolas mientras tú pasabas tiempo con Hanako. Mis favoritas son en las que hablamos sobre nuestros sueños. ¿Te acuerdas cual era el mío?
—Claro. Seguir trabajando con animales marinos y vivir en una casa asilada en una isla. Yo te respondí que ya no era más un sueño.
—Sí. Me encanta Okinawa: el clima, su gente, el idioma. Además aquí es donde te conocí, no creí que me enamoraría de nuevo, pero pasó. Ahora que vives aquí siento que mi realidad es aún mejor que el sueño.
Yukie apiló los exámenes que ya estaban calificados.
—Eres muy dulce, Josh. Estos dos años han sido los mejores.
Joshua volteó a verla.
—Los mejores para mí, pero no para ti. Tal vez los veas como años buenos, pero no los mejores.
Yukie le tomó la mano.
—¿De qué hablas?
—De esto—Joshua señaló los exámenes—. Tú no deseas esto. Tu sueño es irte a Inglaterra y traducir libros, aventurarte, dejar esta vida buena pero anodina. Y siento que yo te he atado aquí.
Yukie sonrió. Este hombre era demasiado bueno para ser verdad.
Se puso de pie y lo abrazó. Joshua tenía el oído contra su pecho, podía escuchar sus latidos.
—Tú eres mil veces más importante que eso—dijo ella—. De hecho hasta lo había olvidado. No te sientas mal.
Se separaron lentamente. Joshua volvió a sonreír.
—Sé lo duro que sería para ti volver a Inglaterra—dijo Yukie—. Fuera egoísta de mi parte irme allá contigo sabiendo cómo te sientes.
—Sí, es horrible, pero creo que ya es el momento. He pasado muchos años trabajando alrededor del mundo evitando mi lugar de origen. Tengo que volver tarde o temprano y quiero que sea contigo. Además, creo que nada me haría más feliz que verte realizada.
Yukie sintió las mejillas cálidas por las lágrimas. Su sonrisa se intensificó.
—¿En serio?
—Totalmente. Creo que deberíamos irnos el siguiente mes.
—Pero...¿ya pensaste en tu trabajo? Tú adoras el Safaia, el Sakurai, a Dalia...
—No te preocupes por eso, con los contactos que tengo puedo conseguir trabajo en donde sea. Respecto a los shows y Dalia: tú has visto muchas veces a Toru y Hanako en acción, tienen mucho talento y disciplina. Creo que dejaría a mi pequeña Dalia en muy buenas manos.
Esta vez él tomó la mano de Yukie.
—Te va a encantar Londres—aseguró—. Tiene una especie de belleza melancólica.
Igual que la tuya, pensó ella.
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