26
Dalia tenía las manos, el cuello y los labios manchados de sangre. Sus garras negras estaban expuestas, con ellas arrancaba los dentros de un salmón para luego devorarlos como si fueran malvaviscos.
—Te ves aterradora—le dijo Toru con una sonrisa, dándole otro salmón. Ella lo tomó, le arrancó la cabeza y se la dio a Macchiato, el león Marino. Este último sería el protagonista del siguiente espectáculo, él y Dalia estuvieron en el mismo tanque la última semana, y ya eran muy buenos amigos.
—¿Desde dónde trajeron a Macchiato?—preguntó Kenso, uno de los buzos, mientras se quitaba su equipo con ayuda de un compañero.
—Desde Osaka Aquarium, no tan lejos—respondió Toru—. Ahora este es su nuevo hogar, creo que lo adquirieron.
—El CEO no escatima en gastos—sonrió Hanako—. Ahora más que nunca Dalia es una mina de oro. Todas las mejoras y actualizaciones aquí en lo que va del año han sido por ella—le acarició la cabeza—. Eres la reina del Safaia, niña.
Dalia sonrió y se lamió la sangre de los labios. Macchiato seguía masticando cabezas de pescado.
—Es viernes, yo digo que salgamos a divertirnos—dijo Kenso—. ¿O tienen algo más que hacer?
—No, yo me apunto—dijo Toru.
—Y yo—dijo Hanako. Dalia intensificó su sonrisa y aplaudió varias veces.
—Hay que llevala también—bromeó Toru.
—Tiene cinco años, eso es como quince en humano—contestó Kenso—. Es menor de edad, así que nada de sake para nuestra querida Dalia.
La mencionada le sacó la lengua e hizo una sonora trompetilla.
Toru, Hanako, Kenso y otro tres miembros del staff dejaron el acuario media hora después y tomaron un taxi rumbo a plaza Sumire, donde había un jazz bar que les gustaba mucho. Al llegar se sentaron en la barra, pidieron sus bebidas y se dispusieron a charlar tranquilamente. En ese lugar no solía haber mucha gente a esa hora, por eso a Toru le gustaba tanto. Miró alrededor, relajado, y abrió los ojos a toda su expresión al ver que, en una esquina, Joshua ocupaba una mesa. Estaba solo, hojeando una revista y bebiendo algo que parecía ser zumo de tomate. Se le veía muy serio y concentrado. Casi toda las mujeres ahí presentes le dirigían miradas discretas.
¿Eso era lo que hacía en su tiempo libre? Toru creyó que, al ser tan sociable, tenía muchos amigos y salía a divertirse con ellos, o al menos con colegas. También pensaba que era un seductor y utilizaba su atractivo físico para rodearse de mujeres en lugares como ese. Pero no, nada de eso.
—Watanabe, mira—susurró Toru—. Ahí está Joshua.
Se arrepintió al instante. Hanako no era una chica discreta.
—¡Joshua!—exclamó, saludándolo con la mano. El mencionado se estremeció y volteó a verla forzando una sonrisa. Ella se dirigió a su mesa y se sentó frente a él.
—Ah, es el hombre pez—dijo Kenso con su martini en la mano.
—El novio de Dalia—dijo una de sus compañeras—. Se veía menos triste en los shows y en la revista. Quizá hoy tuvo un mal día.
—Ve y alégrarlo.
—¿Bromeas? Me pondría muy nerviosa.
Hanako le pidió con un gesto a Toru que se acercara. El aceptó de mala gana, tomó asiento en la mesa y saludó a Joshua, quien mágicamente habia recuperado su semblante habitual.
—Hace una semana que llegó Macchiato y todos lo amamos, es adorable—dijo Hanako.
—Tuve el gusto de trabajar con él hace tiempo, cuando era más joven. De hecho yo le puse su nombre.
—Sí, lo supuse. Has trabajado varias veces en Japon, ¿verdad?
—Así es. Aquí he tenido los trabajos más emocionantes—bebió un poco del zumo—. ¿Y cómo ha estado Dalia? ¿Le va bien de vuelta en el acuario?
—Antes nadie le tocaba un pelo y ahora nos la pasamos acariciandola. Está muy feliz, pero creo que te extraña.
—Yo también la extraño.
Hanako siguió hablando sin parar hasta que una de sus compañeras la llamó y regresó a la barra.
—No creí que gustaras de la soledad en un lugar como este—dijo Toru.
Joshua sonrió.
—Soy introvertido, aunque no lo parezca. ¿Cómo te ha ido?
—No me quejo. El trabajo no varía mucho pero ahora que no tengo que sedar a Dalia es mucho más divertido.
Se dispuso a narrarle lo bien lo que lo han pasado juntos nadando en el tanque o cuando la tomaba en brazos para llevarla a con Mai o Jun.
—La salvaste del aislamiento. Ella estaba muy mal antes de que llegaras—dijo Toru—. Yo, bueno, últimamente he pensado en hacer lo mismo que tú. Amo trabajar con animales marinos, este sería un nuevo nivel.
—¿Quieres dirigir los shows de Sakurai con Dalia, verdad?
—Sí. Bueno, no todos, uno que otro. Yo seguiría con mi trabajo de buzo.
Joshua se veía entusiasmado con lo que oía.
—No sería muy difícil que aprendieras—dijo—. Tienes lo esencial: sabes nadar y has tratado con Dalia y otros animales. Solo tendríamos que pulir esto ultimo y ya está. Es buena idea, si hay más entrenadores entonces los shows serán más dinámicos. Ten por seguro que llamare a los directivos y les diré esto.
—¿De verdad?
—¡Claro! Además creo que a Dalia le encantará esto.
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