24
Yukie despertó por el sonido de la lluvia. Volvió a cerrar los ojos y se hizo ovillo en la cama, había tenido un sueño muy hermoso y quería regresar a él. Fue muy real. En el sueño Joshua preparó café después de cenar mientras charlaban de cosas sin importancia. Yukie le hizo preguntas sobre su país, y él respondió que era un lugar frio y gris que no extrañaba mucho.
Bebieron en silencio, Joshua la veía con más intensidad que de costumbre. Yukie se preguntó qué estaría pensando en ese momento, si acaso había notado el esmero que puso a su ropa y maquillaje. La velada terminó y Yukie le dio las gracias y le pidió permiso para usar su teléfono, pues llamaría a Hanako para que la recogiera. él no dijo nada, solo se acercó a ella y la tomó del rostro, estremeciéndola. La joven, contra la mesa, contempló los ojos castaños a la luz de las velas, sentía que se derretía tal y como ellas. El aún tenía un leve olor a cloro mezclado con su aroma natural, su aroma a hombre.
Yukie permitió el beso sin cerrar los ojos. Joshua era muy alto, tuvo que inclinarse. La joven temblaba, no podía creerlo. ¿En qué momento volvió a casa, se acostó y empezó a soñar?
Joshua la atrajo a su cuerpo e intensificó el beso, robándole la respiración. Cuando se separaron, Yukie lo miró con una leve sonrisa, como en trance. Dejó que el hombre la tomara de la mano y la guiara a su habitación. Ya ahí, se dejó poseer gustosa, con la naturalidad de quienes se han hecho el amor miles de veces.
Fue demasiado hermoso, pero era momento de volver.
Yukie se levantó de la cama y contuvo un grito al ver que seguía en la habitación de Joshua. alzó la sábana y admiró su frágil desnudez por unos segundos, despues se puso de pie y así, sin vestir, se dirigió a la cocina. Ahí estaba él, sentado en la mesa, leyendo. Había prescindido de la luz eléctrica una vez más y las velas daban reflejos pelirrojos a su cabello.
—Joshua...—musitó la chica, sin atreverse a acercarse más.
él apartó la vista del libro y la clavó en ella, avergonzado.
—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que yo...bueno...—sonrió como un niño—. Creo que llegamos un poco lejos, Yukie.
Ella negó con la cabeza y caminó hacia él. Se sentó a su lado, tomó su mano y entrelazó sus dedos con los suyos.
—Joshua, estoy enamorada de ti—dijo.
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