21
—Gracias por ofrecerte a ayudarme—dijo Jun a Yukie mientras trenzaba el largo cabello de Dalia.
—No es nada—contestó Yukie, pintando de plateado las uñas de la sirena—. Es fin de semana y no tengo planes, así que me pareció buena idea venir aquí.
Jun la estudió con discreción, ese día se había puesto especialmente guapa. Yukie solía ser una chica sencilla y discreta, cuando llegaba a verla en el trabajo tenía el cabello recogido y su maquillaje era escaso. En ese momento portaba un vestido azul de algodón y sus labios eran quizá más rojos que la mirada de Dalia. Sin duda quería llamar la atención, y Jun sabía perfectamente de quien.
Ella solo ha venido a ayudarme, pensó, riendo para sus adentros. Esto definitivamente no es una excusa para ver a alguien.
—¿Has visto las noticias últimamente?—Jun tomó dos tiaras y las miró detenidamente—. Nuestra Dalia es toda una celebridad, aparece en todos lados. Toru me mostró el periódico ayer, estaba en la portada junto a Joshua.
La mencionada parecía no estar muy interesada en la conversación que tenían. Movía la aleta dentro del recipiente de acero y las miraba con aire aburrido cuando se acercaban a corregir un detalle en su maquillaje.
—Creo que hoy no quería venir al Sakurai—dijo Yukie.
—De seguro es mil veces mejor estar a solas en una casa con Joshua, ¿verdad?—Jun rió, poniéndole a la sirena una pequeña tiara roja—. Es que ya son sus últimos días ahí, desea aprovecharlos al máximo pero sus deberes aquí no la dejan.
Dalia asintió levemente.
—Tranquila, solo serán unas horas.
—Creí que solo sería un espectáculo al mes—dijo Yukie.
—No, va a estar dentro de las instalaciones del parque, cerca de la tienda de regalos. Por un módico precio podrás tomarte una foto con ella.
—¿Una instantánea?
—Así es. Buena idea, ¿no? Además así va a quedar claro de una vez por todas que no es peligrosa.
—Sí. Será como tenerla en exhibición, pero sin el tanque. Solo espero esto no sea muy seguido. La empresa ya se ha forrado de dinero con ella desde mucho antes de que Joshua apareciera, espero no empiecen a explotarla.
—Dudo que eso pase. Joshua la adora, no lo permitiría. Además lo que los directivos buscan, además de sacarle provecho con los shows, es que no entre en depresión y termine como la pobre de Lorelei.
—Cierto. No les convendría tener una sirena cansada y deprimida.
Yukie terminó las uñas y se quedó viendo las delicadas manos blancas por un rato.
—¿Te gusta cómo se ven, Dalia?—le preguntó. La criatura asintió.
Las dos mujeres siguieron trabajando en silencio. Jun le ponía accesorios y Yukie hurgaba en el armario buscando un pareo que combinara con su vistoso sostén de conchas.
—Oye, Jun—dijo Yukie—. Eh...hay algo que quisiera hablar contigo, es respecto a Joshua.
Jun sonrió levemente. Yukie le daba la espalda, de seguro le era más sencillo hablar sobre él así.
—¿Qué pasa con él?—contestó la estilista tomando el fijador de cabello para empezar a aplicarlo—¿Todo bien?
—Sí, todo está bien. Uhmm...es que...¿crees que yo le guste? Últimamente ha sido muy dulce conmigo, y hace poco me envió otra carta con Toru en donde me invita a cenar a su casa la semana que viene. Sigo sin creerlo.
Jun contuvo un suspiro. Yukie no tenía más de veintidós años, esto del amor aún era algo desconocido para ella.
—Los europeos suelen ser mucho más cariñosos que los hombres locales. Joshua es un caballero—dijo.
Dalia asintió varias veces.
—Tal vez estás malinterpretando su amabilidad—siguió Jun—. Puede que te haya invitado para que hablen de ese libro que le regalaste y nada más. Aunque...
Apretó los labios y reflexionó un poco.
—¿Aunque?—contestó Yukie, volteándola a ver.
—Puede que esté equivocada y sí esté interesado en ti de esa manera. Supongo que deberías preguntárselo directamente, no creo que se sorprenda.
—¿Y por qué no?
—Porque es obvio que te gusta. Toru lo sabe, Mai lo sabe, Hanako lo sabe, incluso Dalia. La forma en la que lo miras y como te comportas cuando él está cerca dice mucho.
Ahora fue Dalia quien le clavó su mirada, se veía un tanto molesta. De seguro sentía un apego muy fuerte por Joshua.
—¿Tú que opinas, Dalia?—le preguntó Jun, divertida.
Dalia emitió un leve gruñido. Jun rió.
—Tranquila, sabemos que a estas alturas él es como tu padre, eso no te lo quitará nadie. Pero te falta una madre, ¿no?
Yukie se ruborizó.
—¡Jun, por Dios!—exclamó.
—Pero ya en serio, solo díselo. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
Yukie regresó al tocador con un pareo de tul. Dio las gracias a Jun por escucharla y cambió de tema a la brevedad.
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