Capitulo I - UN VIAJE DESTINADO.

Prólogo.

Izuku releía una y otra vez la carta que llego a él en un sobre sin remitente. Contenía un viejo papel amarillento y arrugado. No quedaba duda, cada palabra había sido elegida con cuidado, las pesadas manchas de tinta en algunos párrafos lo delataban, quien lo había escrito se había detenido a pensar en la siguiente palabra por mucho tiempo antes de seguir escribiendo.

Izuku quiso aplastar el papel, hacerlo bola y arrojarlo lejos, pero no se atrevió y solo negó con la cabeza, sosteniéndolo y releyendo una y otra vez, cada parte hacia latir su corazón con dolor. Izuku podía imaginarlo mientras escribía la carta, a él... Su Alfa, podía ver su sonrisa llena de una sofocante tranquilidad.

Tenía los ojos enrojecidos, sus labios se curvaron y comenzaron a temblar. Recordó los momentos junto a él, su primer y único amor. Las lágrimas de Izuku cayeron sobre el papel haciendo correrse la tinta en la última parte escrita con temblor.

"Por siempre tuyo, Katsuki Bakugo."

Capítulo 1

UN VIAJE DESTINADO.

Año 1910, Nueva Escocia, Canadá.

El frío invierno que estaba golpeando ese año dejaba consigo una extensa cobija que pintaba de blanco a todo el pueblo de Stella Hill, una comunidad agrícola, en su mayoría conformada por granjeros, tenía poco más de trecientos habitantes.

Las cosechas ya habían sido recogidas justo antes de que el invierno llegará, la mayoría de las familias estaban disfrutando de sus ganancias en el interior de sus hogares, con calidas fogatas hasta que la primavera llegará permitiéndoles sembrar una nueva cosecha.

Los Bakugo, eran la familia más acomodada de Stella Hill, sus integrantes eran sólo tres, Masaru Bakugo un Alfa bien parecido y amable quién era también el alcalde del pueblo, su esposa Mitsuki una hermosa omega con un carácter bastante fuerte y su único hijo de tan solo veinte años, Katsuki, el cual ya vivía de forma independiente en una de sus casas cerca del mar que rodeaba a Stella Hill.

Esa mañana Katsuki estaba de visita en casa de sus padres. Discutia con ellos como era costumbre, Katsuki y su madre no podían llevarse bien casi nunca.

—Es la mejor universidad de todo el país, deberías sentirte emocionado, muchos quisieran ir en tu lugar.

Mitzuki era firme, tenían poco más de un mes que habían advertido al iracundo joven sobre acudir a presentar el examen de ingreso a la universidad de derecho de Vancouver. Mismo que ellos le habían arreglado y pagado por su cuenta sin consultarle a él nada. Querían que se dedicará a la politica como su padre.

—¡Por milésima vez, No planeo ir a esa universidad!.

Gritaba Katsuki en medio de la sala. Su voz se podía ir incluso hasta afuera.

—Cuida tu lenguaje Katsuki. No educamos a un boca sucia. Además ya hemos pagado.

Recriminó su madre, sentada mientras tejía un bordado de flores en una servilleta de seda.

—Lamento que despilfarraran su dinero por que iré a Halifax a estudiar medicina.

Katsuki no cedería. Quería forjar su propio destino y no el que sus padres le exigían. Era su vida no la de ellos.

—Debes aprender una buena carrera y conseguir a una omega de una familia digna, tener varios cachorros y mantener nuestra reputación, no hay nada más importante que hacer.

Mitzuki fruncia más el ceño conforme oía las rabietas de su hijo.

—Hijo, no tienes opción, nosotros solo queremos lo mejor para ti, si nos desobedeces tendremos que quitarte la casa y recortar tu presupuesto.

Agregó Masaru mientras leía el periódico. Katsuki apretó los dientes mostrando sus colmillos, estaba furioso. ¿Pensaban que tenía cinco años?. Ya era un adulto, odiaba que sus padres ignoraran su punto de vista y decidieran su futuro por él.
Negó con la cabeza y se fue antes de decir algo de lo que seguramente se arrepentiria después.

—Están locos si creen que seguiré sus reglas de mierda.

Se quejó en voz alta, sus botas se hundían en la nieve haciéndola crujir, su bufanda naranja se arrastraba hasta tocar el suelo. Sentía el aire frío correr por sus pulmones exhalandolo en forma de humo por su boca y nariz. Corrió hasta que la casa quedó fuera de su vista y varios metros después se detuvo para recuperar aire, tenía varios días que le estaba comenzando a costar trabajo respirar cuando se agitaba.No le tomó importancia, asociandolo a que no había comido ni dormido bien.

De pronto un par de risas le llamaron la atención, se trataba de dos niños quienes jugaban a hacer muñecos de nieve. Katsuki sonrió levemente, deseaba volver a ser un niño de esa edad y no tener que preocuparse por nada más que divertirse.

El Alfa no tenía otra opción más que mudarse a Halifax y llevar a cabo sus estudios por cuenta propia, tenía ahorros guardados desde joven, los suficientes para vivir bien la mitad de su vida sin depender de la herencia de sus padres aunque claro que eso ellos no lo sabían.

Un Beta pelirrojo estaba de pie afuera de la casa de Katsuki, al ver que este iba llegando sonrió y le recibió con alegría.

—¿Qué haces aqui Kirishima? No estoy de humor para tus idioteces hoy.

Cuestionó Katsuki con un semblante cansado.

—Que cruel, solo he venido a traerte ésto, mi madre hizo demasiado y sobró mucho.

Le respondió el pelirrojo mientras entregaba una canasta con esponjosos panes dulces en su interior.

Katsuki resoplo y tomó la canasta entre sus manos. Kirishima pudo observar el pálido tono de piel de Katsuki, incluso las ligeras ojeras bajo sus ojos que no recordaba estuvieran ahí la última vez que lo vio.

—Oye ¿Te has sentido bien?.

Katsuki se giro para verle con una ceja en alto y se encogió de hombros.

—Últimamente se me dificulta respirar, debe ser el frío que cala en la garganta no es nada. Vas a pasar o que.

Kirishima hizo una mueca de preocupación. Una vez adentro Katsuki se dirigió a la cocina para poner el agua para el té, luego ambos tomaron asiento en la mesa del comedor, hubo un silencio incómodo hasta que Kirishima se aclaró la garganta llamando la atención de Katsuki quien leía el periódico que momentos antes había tomado del pórtico.

—¿Los exámenes serán pronto verdad?, ¿Has decidido a cuál universidad asistirás?.

Preguntó Kirishima. Katsuki desvío la mirada y asintió.

—Mis padres insisten en que acuda a Vancouver para estudiar política pero no seguiré la vida que quieren imponerme, me mudare a Halifax y estudiaré medicina por mi cuenta.

Respondió con calma dejando al beta un tanto ingenuo por su respuesta.

—Si que tienes agallas para retar asi a tus padres, me sorprende que no te quitaran la herencia por tu insolente actitud.

Bromeó Kirishima con una sonrisa, pero Katsuki en vez de reír, suspiró, su mente era muy diferente al sistema convencional de las familias del pueblo.

Él quería ser libre, era rebelde y no le importaba el status quo. Con ese pensamiento miró la mesa por unos segundos hasta que sintió como un fuerte mareo le atacó de golpe acompañado de un piquete agudo en su pecho, se aferró a la mesa comenzando a jadear.

—¡¿Qué te ocurre? Bakugo!.

Kirishima se acercó para revisarlo, justo en ese momento Katsuki se desvaneció siendo atrapado por Kirishima antes de caer al suelo.

—¡Maldición!.

Exclamó Kirishima mientras acomodaba de vuelta a Katsuki en el suelo tratando de hacerlo reaccionar lo que fue imposible, debía buscar ayuda. Corrió hacia el establo, subió a la única yegua que había y se puso en marcha.

El único médico que había en el pueblo estaba a varios minutos a caballo.

Una hora transcurrió hasta que Kirishima regresó junto con el médico quien luego de una exhaustiva revisión, pudo estabilizar a Katsuki y hacerlo reaccionar con las pocas herramientas que tenía consigo.
Tras un largo interrogatorio de diagnóstico, el médico le explicó que los síntomas eran correspondientes a una rara enfermedad que para su desgracia no existía cura todavía, tan sólo el 2% de la población del país la tenía. Sin embargo esa no era la peor parte.

—¿Un año?.

Murmuró Katsuki repitiendo lo último que el médico le dijo, con la mirada perdida en sus manos que habían comenzado a temblar y sudar un poco.

—Lo lamento, es el tiempo que los pacientes viven luego del primer síntoma. — Dijo el médico con pena — Quizá... deberias comentarlo con tu familia— Le dijo mientras guardaba sus instrumentos en su maletin y sacaba un par de frascos con píldoras.

—Toma, esto sólo ayudará a que los síntomas no sean muy fuertes, tal vez logres extender tu tiempo unos meses si lo tomas adecuadamente, una pildora cada tres días o dos cuando el dolor ya sea muy fuerte.

Le dijo el hombre con un rostro entristecido.

—¿Está seguro que no hay nada que se pueda hacer? ¿Eso es todo?.

Rogó Katsuki sintiendo que todo era solo una pesadilla. Se negaba a aceptar lo que ese hombre le había dicho.

—Lo siento Katsuki. Es todo lo que está en mis manos.

Katsuki negó con la cabeza y negó con frustración.
—No le diga a nadie que estoy enfermo, ni siquiera a mis padres oyó?.

El médico asintió para luego despedirse con una reverencia y pidió a Kirishima que le llevará de regresó.

—Vuelvo en un rato.

Dijo Kirishima con un nudo en la garganta. También estaba en shock por la gravedad de la noticia.

Una vez que Katsuki se quedó solo, sintió como su corazón latió con rapidez, el aire le comenzaba a faltar, estaba ansioso, en un momento estaba planeando su futuro y al siguiente le decían que iba a morir. Se negaba a aceptar algo como eso, tenía todo un futuro por delante no planeaba morir. No así, en tan poco tiempo.

Frunció el entrecejo y cerró los ojos llevandose las manos a su frente, se mordió el labio y arrojó al piso con enojo la manta que le cubría.

<<Eres patético Katsuki, ¿de verdad vas a llorar?. Levántate y piensa como aprovechar el tiempo que te queda.>>

Pensó riendo por lo bajo, tratando de darse ánimos así mismo y después de dar varías vueltas en su mente se levantó con lentitud y fue a su habitación, sacó su caja fuerte y tomó parte del dinero de sus ahorros. Ya había decidido que haría, la opción de mudarse y estudiar medicina ya estaba descartada, no tendría caso si sólo le quedaba un año de vida, tenía en mente otra cosa.
Viajar.

Iría a conocer varios lugares como siempre quiso desde pequeño, exploraria lo que pudiera del mundo antes de que se le acabará el tiempo y su primer parada sería la isla de Graent, había escuchado maravillas de ese lugar por ser una Isla portuaria con personas de diferentes partes del mundo.

Luego de un par de horas Kirishima regresó, cuándo escuchó el plan de Katsuki no hizo más que sonreir y propuso acompañarle al menos hasta su primer parada pues a diferencia del rubio, no tenía suficiente dinero para costearse varios viajes. Katsuki aceptó.

—¿Unas pequeñas vacaciones antes de entrar a la universidad?.

Mitzuki bebía una taza de té.

—Si, sólo será un par de días, luego asistiré a Vancouver como querían, tenían razón, sólo buscan lo mejor para mí, seré un buen político.

Katsuki se encontraba en casa de sus padres, no les diría sobre la enfermedad, mucho menos que se iba para viajar por el mundo y ya nunca volver. Le dolería pero era lo mejor. Sabía que si sus padres se enteraban sería un completo infierno para todos.

—De acuerdo. Pero asegúrate de volver a tiempo para el examen.

Dijo su padre, Katsuki asintió.

Ese día bebió una última taza de té en compañia de ellos, se había propuesto ser tranquilo ese día, quería ver a sus padres felices y recordarlos así. Al caer la puesta de sol se despidió y tras abrazar a su padre y besar la mejilla de su madre, partió sobre su caballo rumbo a Arlettetown. Allá abordaria un tren que lo llevaría al puerto donde zarparia el transatlantico a la isla Graent.

El trayecto hacia Arlettetown fue largo, para cuando llegó el anochecer había caído.
Bajó del caballo entregándolo a un hombre con el que ya había contactado antes, debía dejarlo con alguien que le diera un nuevo hogar. Tras acariciar el hocico del animal extendió la mano para recibir el par de monedas de plata que había pedido por el y se adentró en la estación del tren ahí ya le esperaba Kirishima sobre el anden, con su siempre amplia sonrisa.

—¡Hey Bakugo! Llegas tarde, el tren está por partir, date prisa.

Le dijo entusiasmado tomando una de sus maletas para ayudarle, Katsuki suspiró rodando los ojos y caminó detrás de él, al abordar el conductor pidió sus boletos y el Alfa se los entregó.

—Adelante, Pueden pasar bienvenidos.

Les dijo el hombre luego de haber hecho dos agujeros a los boletos. Kirishima silbo maravillado de la elegancia de los tapices rojos aterciopelados y los asientos forrados de tela, era la primera vez que el beta abordaba en primera clase.

—¡Increíble Bakugo, estos asientos son el cielo!—. Exclamó al sentarse. —Es como una nube.

Katsuki gruñó. Todos le veían con cierta curiosidad y hasta molestia.

—Si, si, ya siéntate y cállate.

Ordenó sintiendo un poco de vergüenza, se ocultó el rostro bajó la boina y se hundió en su asiento. Los modales y la cortesía lo eran todo para la clase alta y Kirishima claramente no encajaba.

—Por favor dile a tu sirviente que no sea tan escandaloso, es molesto para los demás.

Dijo una mujer que se encontraba sentada en el asiento delantero.

—Oiga yo no soy ningún sirv— El beta fue callado por la mano de Katsuki sobre su nuca.

—Lamento el inconveniente.

Dijo Katsuki con con una sonrisa fingida y volvió a recargarse sobre su asiento. Kirishima infló las mejillas haciendo un leve puchero pero entendió que por su apariencia era normal que pensarán que era un sirviente. Su ropa era vieja y desgastada a diferencia de Katsuki que llevaba un elegante gabardina oscura y debajo un fino traje.

Katsuki suspiró y recargo su barbilla sobre el dorso de su mano, miró a través de la ventana unos momentos antes de que algo le llamará su atención.

Un dulce aroma que le hizo herizar la piel. ¿Era el olor de un omega?.

Buscó con la mirada, nunca antes había olfateado un aroma tan exquisito, estaba seguro que dicho aroma pertenecería a alguien hermoso, quizá algún chico rico de alguna familia adinerada, su sorpresa fue mayúscula al notar que el aroma venía de un joven omega sirviente que era castigado en la parte trasera del vagón. Uno muy raro con cabellos del color de la yerba.

—¡Eres un bueno para nada!.

Gritaba un Alfa de edad madura mientras azotaba la espalda del omega con una vara de sedro, haciéndolo retorcerse con cada golpe.

—¡L-Lo siento! Por favor, Deténgase.

La voz rota del omega rogaba por misericordia. Kirishima se puso de pie al ver tal brutalidad y quiso dirigirse hacia allí pero fue detenido por Katsuki.

—No te metas Kirishima, no es nuestro asunto.

—¡Pero lo están lastimando mucho!.

—Dije que no es nuestro asunto—. Repitió —¿Quieres provocar mas problemas?.

Kirishima se mordió el labio.
Los quejidos del omega eran ignorados, nadie se preocupaba jamás en defender a un "sirviente" si no al contrario, se reían de su sufrimiento.

El hombre seguía azotandolo sin piedad alguna, formando una  sonrisa asquerosa hasta que un golpe conectó en la piel expuesta de una de las piernas del omega.

Una herida se abrió, comenzando a sangrar. Fue entonces que Kirishima apretó los dientes y encaró a Katsuki.

—Mierda Bakugo, ese idiota lo va a matar si continúa, si tú no haces nada lo haré yo y no me importará lo que digas.

Advirtió Kirishima. Katsuki suspiró, a veces su amigo era muy terco. El aroma del omega se hacía cada vez más fuerte, le picaba la nariz. Era extraño parecía que ningún otro alfa lo detectaba.

El omega temblaba cubriéndose la cabeza con los brazos para protegerse de los golpes, el ardor de la herida en su pierna era fuerte. Trataba de aguantar las ganas de llorar y gritar con cada golpe recibido pues sabía que si lo hacía tan sólo recibiría más. Se mordió los labios y apretó los ojos.

<<Por favor que ya se detenga, ya no lo soportó. ¡Que alguien me ayude!>>

Pensó el omega al borde del llanto.

Katsuki se giro para ver de nuevo la escena, Cuándo miró el rostro del omega, pudo notar el dolor que este sentía, sus ojos suplicantes se posaron en los suyos y entonces todo a su alrededor se detuvo.

Como si una conexión entre ambos se hubiese creado en el presiso instante en que sus miradas se encontraron, Katsuki sintió despertar un instinto que nunca había tenido antes. Proteger.

Se levantó y comenzó a acercarse hacia ellos rodeado de un aura pesada que hizo temblar a varios de los presentes. La tensión se casi se podía palpar.

Era un alfa puro reaccionando al llamado de auxilio de un omega en apuros.

—Hey, estas haciendo un escándalo. Es molesto para todos aquí. Así que deja de golpear a este omega por favor.

Dijo Katsuki deteniendo la vara con la mano antes de que esta conectará un último golpe sobre la ya lastimada espalda del omega. Aunque sus palabras habían sido amables su mirada era todo lo contrario, fría e imponente. El hombre trago saliva y por fin detuvo la golpiza.

—Disculpe usted caballero, esque este torpe olvido empacar mis bocadillos favoritos para el viaje, se lo repetí varias veces y aun así lo olvidó, así que lo estaba castigando. Es un completo inútil.

Katsuki alzó una ceja, ¿Todo ese alboroto era solo por unos estúpidos bocadillos?. ¿Ese chico merecía una tunda solo por eso?. Si que le daba asco la sociedad y sus ridículas jerarquías. Miró de reojo al chico que poco a poco dejó de cubrirse la cara, aún temblaba.

—¿Es tu sirviente?.

Preguntó Katsuki.

—Sí, es un inútil lo echaré a la calle. ¿Oíste bien idiota? —. Golpeó con la punta de la bota el tobillo del omega. —Ya no vivirás conmigo solo estorbas.

—Ya veo.

Dijo Katsuki mientras metía la mano al interior de su gabardina para sacar una chequera y una plumilla de tinta portátil, solo los más adinerados tenían una de esas.

—A partir de este momento él trabajará para mí. ¿Cuánto quiere por él?, ¿200 u 300 dólares?. Se los daré si eso quiere.

Hubo silencio. Katsuki sonreía esperando la respuesta del hombre para escribir en el cheque la cantidad que fuera.
El omega volteó despacio a ver a Katsuki ¿había oído bien?. Kirishima desde su lugar sonreía orgulloso.

—¿Como dijo?. Él no está a la venta, lo adopte en un orfanato soy su tutor legal.

Explicó el hombre y Katsuki chasqueo la lengua.

—Entonces ¿que tal 500?, ¿Esta de acuerdo?.

Todos en el vagón se sorprendieron. Kirishima borró la sonrisa y formó una mueca preocupada había olvidado lo impulsivo que a veces era su amigo. Se escucharon muchos murmullos entre las personas.
El omega quería negarse y pedirle a ese amable hombre que no se preocupará pero por otra parte deseaba ser libre de las garras del anciano que no hacia otra cosa más que humillarlo y herirlo.

Katsuki sonrió, sabía que ya tenía ganado ese juego. El dinero era algo que ya no le importaba. ¿Por que no usarlo para ayudar a alguien?. Arrancó el cheque y se lo ofreció al hombre quien lo miró completamente anonadado.

—Le estoy dando un cheque por 500 dólares por él, no creo que haya mejor oferta que esa, de lo contrario puede irse y echarlo a la calle sin beneficiarse de nada, así que tómelo o déjelo. Me hace perder mi tiempo.

Dijo Katsuki de forma fría. El hombre tomó el cheque y sonrió.

—Que sean 700 y es un trato.

Todos quedaron impactados, incluyendo al escuchar las desorbitantes cantidades de dinero que hablaban.

<<¿Por qué lo hace?, esta loco, es demasiado dinero. No lo haga>>

Pensó el omega negando con la cabeza.

—Hecho.

Afirmo Katsuki sonriendo altanero como si el haber aumentado 200 dólares más a su propuesta no fuera nada. El omega sintio un nuevo miedo.¿Ese hombre sería bueno con él? Había pagado demasiado dinero y eso tal vez significaria que habría mayores y peores problemas que los que ya sufría con el anciano. Esperaba que no. Si ese hombre lo trataba bien, seria como un sueño. Habría reído demasiada suerte. Mucha para ser real.

Katsuki Firmó el cheque y se lo entregó al hombre quien sacó una hoja de papel que llevaba en su maleta y se la entregó a Katsuki.

—Es su certificado de adopción, ahora es su problema.

Dijo el hombre y Katsuki lo tomó sin darle mucha importancia. Todo volvió a la calma de nuevo y los pasajeros dejaron de verlos, Katsuki se inclinó para extender la mano al omega, este le miró con sus grandes ojos de color verde. tenía unas cuantas pecas en cada mejilla dándole una apariencia suave.

—¿Puedes levantarte?.

Preguntó Katsuki, el omega asintió, aunque la pierna herida le dolía trató de fingir que no y tomó la mano del alfa para ayudarse a ponerse en pie, bajo la mirada sintiéndose muy cohibido, jamás había estado frente a un alfa de su talla, quería agradecerle más no sabía que decirle exactamente, abrió su boca pero no salieron palabras. Un simple "gracias" no era suficiente.

—Anda camina.

Ordenó Katsuki haciendo reaccionar al pecoso quien llevado por su instinto se aferró a la gabardina del Alfa para seguirlo. Kirishima se recorrío a la ventana para dárle su lugar al omega. Katsuki se sentó donde estaba antes, cruzó las piernas y los brazos y cerro los ojos con un semblante aún más irritado.

El omega bajo la mirada, con las manos hechas puños sobre sus rodillas no se atrevía a ver o decir algo por que simplemente no tenía idea que decir, su mente estaba aún procesando lo que acababa de pasar.

—¡Me llamó Kirishima Eijirou! Mucho gusto.

Habló el beta para romper la tensión, le dio la mano al omega quien le miró avergonzado y sonrio un poco tímido mostrando una bella sonrisa.

—Midoriya Izuku. El gusto es mío señor Kirishima.

El beta cárcajeo.

—¿Señor?. Venga solo dime Kirishima, no seas tan formal. Nosotros no vamos a lastimarte si nos tuteas.

Desestimó el beta luego señaló al rubio.

—Psst.. es Bakugo Katsuki, es algo malhumorado y gruñón pero es un buen tipo.

Susurro Kirishima en el oido de Izuku.

—Puedo oírte idiota, Cierra el pico.

Bramo el alfa torciendo la boca y dándole un golpe en la cabeza al pelirrojo quien solo hizo muecas para molestar aún más al rubio.

Izuku los miró en silencio,  sintiéndose un poco extraño, pero parecía que esos dos se llevaban bien y eran amables. El aura que ambos desprendían era muy diferente a todo lo que antes vivió. ¿Realmente no estaba soñando?.

Hubo un corto silencio de nuevo, Izuku comenzó a juguetear con sus dedos pensando en las palabras correctas para dirigirse al Alfa y tras meditarlo unos momentos finalmente se armo de valor.

—Disculpe señor Katsuki.

Llamó al malhumorado alfa quien abrió un ojo para verlo.

—¿Qué quieres?.

Cuestionó, Izuku párpadeo un par de veces y desvío la mirada, era difícil mantenersela, el color rojo vivo de estos le hacía sentir muy nervioso.

—Yo... —. tomó aire. —Solo quería darle las gracias por ayudarme, no tengo dinero con que pagarle pero... Puedo trabajar para usted.

Un leve sonrojo se hizo presente en las mejillas del omega adornando su estela de pecas y Katsuki gruñó, no contestó, siguió mirando por la ventana pensando en qué haría ahora con ese chico, había hecho quizá la mayor estupidez de su vida, había sido muy impulsivo pero las cosas ya estaban hechas.

Por otro lado Izuku sentía que está vez al fin podría tener un nuevo hogar, por algúna razón ese gruñón alfa de cabello rubio y su amigo no parecían ser malas personas.

ya estaba por cumplir los 17 años y hasta la fecha no había podido encontrar un hogar dónde le quisieran de verdad y no solo como un simple sirviente, esa era su mayor fantasía. Estaba tan feliz que incluso el dolor en su pierna pasó a segundo plano.

No quería hacerce ilusiones pero sus ojos no evitaron llenarse de un tenue brillo de esperanza.

Continuará.
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