Capítulo 26: Un día el mundo se detuvo
Song: Let's somebody go
Coldplay feat Selena Gomez
Karel se encontraba observando por la ventana, perdido entre tantos cuerpos muertos vagando alrededor. Su hermano, el rey Arlan, se acercó a él luego de notar su presencia y colocó su mano sobre el hombro de este.
—¿En qué pensáis tan detalladamente, hermano mío?
—En nada en específico... solo me pregunto si esto realmente tendrá un fin.
—Tiene qué, Karel.
—¿Vos realmente lo creéis?
—Por supuesto, si el rey pierde la fe... ¿Qué sentido tiene? —rio—. Aún percibo el savje dentro de vos Karel, débil, pero aún está, no podéis dejar de luchar.
Dio dos palmaditas en la espalda de su hermano y le sonrió para darle ánimos.
El pequeño Lys llegó corriendo, jadeando y calló de rodillas frente a ambos hombres.
—¡Fuego!
Karel y Arlan se miraron entre sí con expresiones de desconcierto.
—Alguien rompió la ventana del primer piso y prendió candela a las pajas almacenadas —explicó el niño entre jadeos— ¡El refugio se quema rey Arlan!
—Tenemos que avisar a todos —Karel cargó al niño y junto a su hermano comenzó a correr alertando a todos.
—¡El lugar se está quemando! No hay tiempo de explicaros, todos seguidme.
Corrían por los pasillos intentando alejarse del fuego.
—¿Qué sucedió? —Lysandro miró a su esposo en busca de respuestas, mientras sostenía a su pequeña sorcere.
—Debe ser obra de Axel, nos obliga a salir —resumió el rey.
—Tenemos que hacer algo, no podemos morir quemados aquí —la reina lucía desesperada, su cabello rubio permanecía despeinado y sus ojos rojos avisando el llanto.
—Deberíamos intentar acabar con esto de una vez por todas —Karel miró hacia la ventana con rabia acumulada.
—Si fuese tan fácil ya lo hubiéramos hecho —Ivar se cruzó de brazos.
—Tampoco es tan difícil —contradijo Jakob— Solo necesitamos un plan.
—¿Alguien tiene uno? —Lysandro observó a los presentes.
—Matarlos a todos tomaría mucho tiempo y tal vez mueran como mamá... —susurró el pequeño y luego ocultó su rostro en el cuello de Karel, el cual lo abrazó suspirando.
—Hay que acabar con Axel, arrancar el mal de raíz —Karel miró a su hermano, decidido.
—Con respecto a los muertos... el fuego los mata... aprendí un hechizo, podría intentar quemarlos a todos —propuso Jonella.
—¡Ni hablar! Solo intentarlo con dos muertos te dejó totalmente débil ¿No habéis pensado que intentarlo con todos ellos podría acabar con vos?
—No todos podremos sobrevivir... —susurró Lysandro
—Podemos perder a algunos en el intento... —coincidió Karel.
—Pero no podemos quemarlos dentro del reino... acabaríamos con todo e incluso podríamos morir todos —avisó Lysandro.
—Podemos reunirlos a los muertos y sacarlos del reino —propuso el príncipe.
—¿Cómo pensáis reunir a tantos muertos, príncipe Karel? —Jakob le miró como si estuviese diciendo una locura.
—¿Son atraídos por el ruido no? —todos miraron al rey— Haremos mucho ruido para atraerlos.
—Tendremos que dividirnos en dos... uno por cada lado —finalizó Karel con expresión preocupada— Nosotros dos deberíamos ayudar a Jonella con el hechizo, hermano, para que funcione todos debemos arriesgarnos.
Arlan asintió coincidiendo.
—Debes enseñárnoslo, Jonella —la chica asintió ante la orden del rey.
—Yo iré por el lado dos —Jakob alzó su mano, Ivar intento protestar, pero este negó— Y vos quedaros a cuidar de la reina y los niños. Escudero Ford, confío en vos para que lo ayudéis.
El rubio asintió con miedo en su corazón por lo que estaba por venir, no quería que le pasara nada a ninguno de los dos.
—Yo iré por el lado uno entonces —finalizó Lysandro.
—Lysandro...
—Tú arriesgarás tu vida, Karel, no me pidáis que no haga lo mismo.
—Chicos, debemos salir —recordó Arlan al ver el humo acercarse.
—Iré primero para despejar abajo —Ivar rompió la ventana con un jarrón y se tiró con facilidad al no ser mucha la altura— ¡Podéis bajar!
Todos comenzaron a bajar mientras Ivar mataba a los muertos que se acercaban.
—No perdamos el tiempo, cada uno a lo suyo —ordenó el príncipe.
Ivar, Sterling y Ade tomaron a los niños y a la reina para protegerlos mientras avanzaban hacia la entrada del reino, donde acabaría todo, o eso esperaban...
Jakob se fue decido hacia su lado, observó primero cuidadosamente la enorme horda, por suerte estaban bastante agrupados y no sería tan difícil, tomó una vieja cazuela y comenzó a golpearla con su espada.
—¡Ey podridos! ¡Venid a mí! ¡Dice mi futuro esposo que estoy riquísimo!
Ante todo el ruido los muertos comenzaron a ir hacia él desesperados, ansiosos por devorarlo.
El soldado apresuró el paso, sin dejar de hacer ruido.
—¡No sé qué más deciros hijos de puta! ¡Solo seguidme!
Gritaba con todas sus fuerzas, tuvo que comenzar a correr cuando casi lo alcanzan.
—Maldita mierda ¡Maldita sea todo! ¡Amo a Ivar hijos de puta! ¡Quiero que Ivar me lo haga cada día de esta loca vida y para ello debo acabar con vosotros!
Agitado los hizo girar en un callejón, no faltaba nada para llegar.
Golpeó con fuerza la cazuela para que ninguno se desviara y continuó con su tarea.
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Ivar miraba hacia arriba, en lo alto de las murallas del reino se encontraban los 3 sorceres preparándose para el momento.
—¿Lo lograrán?
—Espero de todo corazón que sí... —la reina le sonrió.
—¡Kalis!
Ante el grito de Ade giraron rápidamente en busca de la pequeña, unos 10 muertos se aproximaban a ella.
—¡¿De dónde salieron?! —Sterling desenfundó su espada y se acercó rápidamente a ella, el muerto cayó sobre el cuerpo de la niña haciendo jadear a Brianna.
Un rugido se escuchó y un enorme animal saltó llevándose consigo al muerto y despedazándolo.
—¡Gatito! —Kalis reía mientras Sterling corría a cargarla.
—¡Es Phuma! —gritó Lys con los ojitos brillosos— ¡Eso Phuma! ¡Vos podés!
El animal acabó con los muertos de forma rápida y así como vino se fue.
Los presentes seguían en shock mientras Sterling revisaba a la pequeña sorcere aterrado.
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Lysandro avanzaba hacia su lugar corriendo, al llegar a un callejón desolado se detuvo en seco, sentía algo raro.
Miró alrededor intentando descubrir de qué se trataba, de entre las sombras salió Axel sonriendo.
—No esperaba que fuerais vos... pensé que mi hermano vendría.
—Qué bien que no lo hizo él —Lysandro afianzó su agarre en su espada y se puso en posición de ataque.
—Venga, no os pongáis rabioso, cachorro.
—No me llaméis de ninguna maldita forma —gruñó.
—Dime algo ¿No os avergüenza haber arruinado la vida de Karel? Él haría una vida con Jonella, una mujer hermosa, gobernarían Vergstverg juntos, tuvieron un hijo que fue fruto de su amor, espera... ¿No habrás acabado con el pequeño tú mismo para quedaros a Karel para vos?
Lysandro se tiró contra él y le hizo un corte en una de sus piernas, Axel jadeó adolorido llevando sus manos a la pierna herida.
—Habláis tantas idioteces, que me provocas sacaros la lengua —gruñó.
—¿La realidad duele? —rio cojeando hacia atrás intentando alejarse de él.
—¿Esa es la realidad en vuestra retorcida mente? A vos sí que os duele que nadie sufriera vuestra ausencia, solo eras una marioneta del príncipe Vigor, no tenías valor por vos mismo, incluso ahora no vales más que uno de esos muertos, porque eso sos para todos, un muerto más, deberías permanecer entre los brazos de la muerte, tanto la adoras que incluso la hiciste caminar en el que alguna vez llamasteis hogar.
Lysandro hizo un corte en su otra pierna, lo agarró con brusquedad y lo arrastró consigo.
—¡Deteneros! ¿Olvidáis quien soy? Soy el príncipe de Vergstverg, no podéis dañarme.
—Vergstverg no tiene príncipes traidores ni cobardes —Lysandro lo miró con odio—. Vergstverg es un reino donde los soldados dan su vida sin dudarlo por proteger su reino, su gente, donde los príncipes son honrados, leales, sinceros, amables, como Karel, donde los niños crecerán felices y seguros, Vergstverg tiene un rey puro, valiente, apasionado, bondadoso. Vos no pertenecéis aquí, no llaméis hogar al reino que decidisteis destruir.
Sin más lo empujó al centro, el sonido de su cuerpo contra el suelo llamó la atención de los muertos que rápidamente comenzaron a ir hacia él.
—Al menos vuestra muerte servirá de algo.
Los muertos comenzaron a destrozar su cuerpo, abriendo su abdomen sacando sus órganos, el antiguo príncipe gritaba horrorizado al ser consciente de tan inmenso dolor como lo era ser devorado vivo.
—Ya sabéis lo que han sentido tantos por vuestra culpa... lo que Mirla sintió...
Lysandro aprovechó cuando los muertos dejaron el cuerpo para llamar su atención, golpeaba todo a su paso haciendo la mayor cantidad de ruido posible. La enorme horda hambrienta lo seguía.
Jakob y Lysandro llegaron corriendo hacia los demás.
—Ya está, llegarán en menos de nada... —Jakob miró a Ivar agitado mientras se tomaban las manos.
—Esperen... —Nolan llamó la atención de los presentes— ¿Cómo se supone que salgan del reino? La horda probablemente al vernos venga hacia nosotros en vez de salir...
—Un fallo en el plan... —Jakob sintió el terror invadirlo.
—Alguien debe sacarlos... —informó Nolan.
—Es un suicidio... quien salga no podrá entrar, el fuego... —Lysandro no pudo seguir hablando.
—¿Alguien debe morir de todos modos no? —Ade avanzo decidida hacia él—. Yo ya lo perdí todo... es mi oportunidad de irme haciendo algo bueno por todos, dejadme devolveros el favor
—No, ni hablar —Lysandro negó.
—¿Una vida por todo un reino? Dejadme salvar a alguien, ya que no pude salvar a mi hermanita... —la chica abrazó fuerte a Lysandro, este sintió su corazón doler.
¿Cuántos más debían morir?
La chica avanzó decidida y se detuvo en medio, frente a las grandes puertas del reino. Ambas hordas aparecieron a cada lado, ella sacó un cuchillo y corto su mano dejando caer su sangre llamando más la atención de los muertos.
—Venid a por mí...
Rápidamente se vio rodeada de muertos, ella corría intentando alejarse lo más posible del reino, entre aquellos muertos caminaba Axel, convertido en uno de ellos.
La primera mordida llegó a la chica haciéndola gritar, clavó el cuchillo en la cabeza del muerto y siguió avanzando, le quedaba poco, debía alejarse más.
Otra mordida llegó a ella, sintió sus piernas perder fuerza, aun así no quiso rendirse, intento continuar su camino, tropezó en el intento cayendo al suelo.
—No va a lograrlo —la reina cubrió su boca con sus manos.
¿A caso tanto sacrificio y esfuerzo sería en vano?
El escudero Ford abrazó con fuerza al general Ivar tomándolo por sorpresa.
—Os quiero... perdonadme —le miró con los ojos repletos de lágrimas, besó su mejilla, luego la de Jakob y susurró en el oído de este último—. Sostenlo... no lo dejéis seguirme.
Sin más el rubio comenzó a correr en dirección a la horda.
—¡Sterling!
Ivar intentó correr tras él, pero Jakob lo abrazó con fuerza evitándolo.
—¡Ford! ¡Escudero Ford! ¡Venid aquí maldita sea!
El general cayó al suelo entre gritos lastimeros, gritaba viendo como aquel rubio se perdía entre la horda de los muertos, Jakob sollozaba abrazando a su chico.
—No, no. No puede... no puede dejarme
Se soltó de Jakob y corrió hasta la torre de vigilancia subiendo a esta, Jakob lo siguió corriendo.
Por otro lado los tres sorceres se miraron entre sí y asintieron, se tomaron de las manos para comenzar su tarea.
—TuzetZazgati.
Entonaron los tres sorceres a la vez.
—TuzetZazgati, tuzetzagati, tuzetZazgati.
Los muertos comenzaron a prenderse en llamas.
Ivar veía entre la multitud a su escudero, este sonreía orgulloso por haber logrado sacar a la horda, estaba siendo devorado por los muertos y aun así les sonreía con la misma energía que siempre lo hizo.
Ivar lloraba desconsolado, pronto el fuego llegó hasta el cuerpo del rubio, todo se estaba incendiando, o casi...
—El fuego se detiene... —Jakob miró confundido a los sorceres a la distancia.
La nariz de Jonella sangraba, la chica casi cae, pero Arlan y Karel la sostuvieron.
—¡Nosotros podemos! —gritó Arlan— ¡No os detengáis!
Los tres siguieron entonando, con fuerza, sin importar el dolor de cabeza, la sangre que salía de su nariz y oídos, sus manos se agarraban con fuerza y el poder de los tres se conectaba en uno, poderoso.
Todo frente a ellos se prendió en llamas, ningún muerto podría sobrevivir allí, miraron el fuego durante los minutos que duró, con respiraciones agitadas y cuerpos temblorosos, con lágrimas, sudor y sangre.
Todos se reencontraron frente a las grandes puertas, con sentimientos complicados y sin saber que decir, Lysandro decidió romper el silencio.
—¿Lo logramos...?
—Así es... —Jonella asintió luego de un suspiro.
—¿Por qué no se siente como una victoria? —los presentes miraron al general al sentir su voz quebrada— ¿Por qué soy incapaz de sentir felicidad?
Sin más se alejó, pero a los pocos pasos cayó al suelo llorando, Jakob lo siguió y lo abrazó con fuerza.
Los demás miraron hacia adelante, el desastre de cuerpos quemados, de conocidos, familia, amigos, niños, ancianos, tantas muertes...
Definitivamente no podían disfrutar de la victoria...
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