Capítulo 13: Running


Song: Skillet
Not gonna die

{Ade Webster}

La noche había caído bañando en oscuridad todo el lugar, las casas y locales estaban llenas de muertos así que preferimos pasar la noche afuera, ya que por ahora no había ningún peligro.

Erin estaba dormida en los brazos de Karel mientras que el rey preparaba algo de comer en la fogata. Yo estaba sentada algo apartada de ellos, mirándolos sin expresión, me sentía agotada, triste, asustada. Todas las emociones me invadían a la par y me carcomían por dentro.

Suspiré a la misma vez que un leve temblor sacudía mi cuerpo. Lysandro se sentó a mi lado y colocó una manta sobre mis hombros.

-No esperé volver a encontrarlas en un mundo tan roto como este -sonreí ante sus palabras y me abracé a mi misma.

-Estoy agradecida de que nos hayamos encontrado de nuevo.

-Karel se ve muy contento con Erin.

-Y Erin con él -Lysandro pasó su brazo por encima de mis hombros abrazándome.

-Te ves muy cansada Ade, duerme un poco. Cuando la comida esté lista te despertaré.

-Pero hay que vigilar yo...

-Descansa, yo estaré pendiente -acarició mi espalda y no pude luchar contra mis parpados cansados.

Llevaba días sin poder dormir, pendiente a la seguridad de Erin y vigilando que ninguno de los muertos estuviera cerca.

Entonces todo se volvió oscuro por un momento hasta que la luz volvió a surgir, el frío de la noche desapareció y me abrazó un calor agradable. En una gran mesa mis padres comían alegres, al vernos nos llamaron haciendo gestos con sus manos, mire hacia abajo la hermosa sonrisa de mi pequeña hermanita y juntas nos sentamos al lado de nuestros padres siendo abrazadas por ellos.

-Ade despierta. Ey es hora de comer-abrí mis ojos viendo a Lysandro frente a mí, sonrió y me indicó que le siguiera.

Sequé las lágrimas que bañaban mis mejillas, aquel sueño en verdad era un recuerdo de la última vez que estuvimos juntos como familia así de felices.

Me puse de pie y seguí a Lysandro para sentarnos alrededor de la fogata, el rey nos dio nuestra comida, Erin en las piernas de Karel comía lo que este le daba embarrando un poco su carita.

Suspiré y comencé a comer en silencio.

-¿Qué hay de tus padres? -preguntó Karel.

-Se sacrificaron para que Erin y yo escapáramos.

-Lo siento... -asentí suspirando.

Dejé las vasijas en el suelo y al sentir el crujir de una rama me levanté rápidamente mirando hacia todas partes.

-Tranquila, pudo haber sido un animal o algo así -el rey trató de tranquilizarme, pero si algo había aprendido en cada segundo acá afuera era a desconfiar de todo y que no había casualidades.

Sentí otro sonido así que giré en círculos sobre mis pies mirando a todas partes.

El sonido volvió a escucharse más cerca esta vez.

Una vez podía no ser nada.

Dos veces podía ser una casualidad.

Tres veces eran

-¡Muertos! -gritó Erin señalando hacia los árboles de donde comenzaban a salir aquellos cuerpos andantes sin vida.

-¡Desaten los caballos! ¡Preparen la carreta ahora! -ordenó el rey mientras tomaba su espada para evitar que los muertos avanzaran mucho.

Saqué mi espada de la funda y corrí hacia él ayudándolo a defender.

-¡A la cabeza! ¡Si dañas su cerebro no se vuelven a levantar! -el rey asintió ante lo que dije y propició golpes directos a las cabezas de los muertos. La sangre manchaba nuestras ropas y nuestros rostros, pero no nos deteníamos.

-¡Está listo! -avisó Karel mientras subía a Erin a la carreta.

El rey y Lysandro se montaron en los caballos que llevaban la carreta mientras Karel y yo nos montamos en los otros dos y fuimos detrás protegiendo esta y matando a los muertos que estuvieran muy cerca.

Nos adentramos en el bosque pasando a toda velocidad entre los árboles, varias ramas nos golpearon en el trayecto, los caballos relincharon, varias ramas crujieron al ser rotas por los caballos, la carreta daba saltos en cada bache, algunas bolsas de comida cayeron al suelo, pero no podíamos detenernos, los muertos nos seguían.

Ver entre tanta oscuridad resultaba difícil, giramos varias veces sin saber a donde íbamos. Los caballos jadeaban sofocados y perdían fuerza. La carreta frenó en seco haciendo que nos detuviéramos también, no había más camino, solo un profundo hueco.

Los muertos nos alcanzarían muy pronto si no nos movíamos.

-¡Hay que seguir! -ordenó el rey poniendo en marcha de nuevo la carreta y yendo esta vez en otra dirección.

El contratiempo hizo que los muertos estuvieran más cerca de nosotros así que tuvimos que acelerar el paso para intentar perderlos.

La carreta frente a nosotros chocó contra un árbol y se volcó completa en el suelo haciendo gritar a los que iban en ella. Al parecer los caballos habían muerto de cansancio.

Nuestros caballos relincharon impulsándose en sus patas traseras haciendo que cayéramos al suelo y se fueron en un rápido galope.

-¿Estás bien? -traté de abrir mis ojos, pero todo era borroso, un incesante pitido me aturdía, mi espalda y cabeza dolían.

Jadee tratando de orientarme y me pareció ver a Karel mirándome.

-Venga te ayudo -tomó mis hombros y me ayudó a sentarme. Miré hacia atrás y vi la gran multitud de muertos que estaban a solo unos pasos de nosotros.

Mi cuerpo se invadió de miedo y miré desesperada hacia la carreta volcada.

-¡Erin! -me levanté ignorando el dolor en mi cuerpo y corrí hacia ellos.

Karel me ayudó a apartar la carreta y tomé el cuerpo de mi hermana entre mis brazos.

-¡No abre los ojos! No despierta ¿Qué pasa? ¡¿Qué pasa?! -grité desesperada mientras mis lágrimas empapaban mis mejillas.

-Solo está inconsciente, estará bien, pronto despertará -informó Lysandro mientras decapitaba a un muerto.

-Tenemos que irnos -avisó Karel ayudando a Lysandro a acabar con los muertos.

-¡No podemos irnos sin la comida! El reino la necesita.

-¡Arlan no hay tiempo! ¡Tenemos que irnos ya! -gritó Lysandro con el cabello suelto despeinado cayendo frente a sus ojos y el rostro manchado de sangre.

-¡No podemos volver con las manos vacías! ¡Ellos cuentan con nosotros!

-¡Coged lo que podáis y vámonos! -concluyó Karel y todos obedecimos, tomamos solo las bolsas que podíamos cargar y las ajustamos a nuestras espaldas u hombros.

-¡Vámonos ya! -Lysandro comenzó a correr en dirección opuesta a los muertos.

Corrimos sin parar entre el espeso bosque pasando entre árboles que parecían no acabarse, sin poder ver bien entre tanta oscuridad, siendo seguidos por una gran cantidad de muertos, el sonido que hacían causaba pánico porque lo podíamos entender como un claro:

"Estoy aquí, justo detrás de ti y voy a alcanzarte"

Algunos muertos aparecieron frente a nosotros por entre los árboles. Un muerto espantoso se tiró contra Lysandro, su piel estaba descompuesta y varios pedazos se habían desprendido, ya no tenía boca sino un enorme hueco y se podían ver dentro sus enormes dientes podridos, los ojos inyectados en sangre y casi no tenía cabello.

La espada de Lysandro cortó diagonalmente, la mitad de la cara del muerto cayó al suelo, su cerebro partido a la mitad, sus ojos separados. El cuerpo cayó al suelo y seguimos avanzando.

Mientras avanzábamos salió de entre unos árboles un muerto que parecía haberse convertido hace poco y vino contra mí, su piel no estaba aún tan descompuesta, en su cuello y pecho la piel estaba hecha pedazos al parecer mientras vivía los muertos lo habían devorado.

Clavé mi espada por su mentón traspasando su cerebro y la saqué dejando caer el cuerpo al suelo. El sudor bañaba mi cuerpo mientras seguía avanzando a paso apurado.

Otro muerto con toda la ropa rasgada, la piel mordida y las tripas afuera fue contra el rey, este con su espada decapitó al muerto y siguió avanzando.

-¿Ade?-el pequeño cuerpo de mi hermana se removió entre mis brazos y sus ojitos comenzaron a abrirse.

-Estoy aquí Erin. Descansa un poco -seguí avanzando agitada y adolorida.

Un muerto logró agarrar a Lysandro, sus ojos estaban completamente en blanco como si ni tuviera visión y estos chorreaban sangre, le faltaba una oreja y en una de sus mejillas había un hueco tan grande que se podía ver por allí su dentadura.

Karel agarró al muerto separándolo del cuerpo de su esposo y clavó su espada contra su cerebro.

Entonces seguimos corriendo, empapados en sudor, ignorando el cansancio y el dolor que sentíamos, matando a cada muerto que se atravesaba en el camino, cubriéndonos las espaldas y salvándonos unos a los otros.

El sol comenzaba a salir haciendo mucho más fácil el correr por el bosque. Mientras corría mi pie chocó contra una enorme raíz que sobresalía del suelo haciéndome caer, Erin en mis brazos se quejó y miró asustada como a nuestras espaldas los muertos se acercaban.

Karel y Lysandro me ayudaron a ponerme de pie y seguimos corriendo juntos hasta salir de entre los árboles y ver frente a nosotros los grandes muros del reino.

Erin desde mis brazos miraba todo fascinada con su boquita abierta, el rey apretó el agarre en su espada y miró hacia atrás.

-Vamos a casa.

Lysandro y Karel tomaron sus manos y todos asentimos yendo hacia los túneles por donde entraríamos al reino.

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