Capítulo 12: Me uno a la lucha

Song: Sia
Courage to change


{Sterling Ford}

El mundo ya no era el mismo, era más despiadado y más peligroso. Ya no estaba el silencio, todo el tiempo y a toda hora el sonido de los muertos llenaba nuestros oídos. El aire se sentía contaminado por el olor a muerte, carne en descomposición, cuerpos sin vida que siguen andando.

Árboles, nubes, niebla y muertos, era todo lo que podía ver. Cerré mis ojos soltando un largo y agotador suspiro. El ruido pareció hacerse más fuerte, más intenso, más cercano.

Caras conocidas habían sido llevadas a la muerte, ojos que no expresaban más que el hambre, sangre y muerte a donde sea que mire, destrucción y peligro en cada lugar.

Se sentía como si ya ni siquiera dormir fuera seguro. Les tenía miedo, nunca en mi vida había sentido tanto miedo. No quería morir y convertirme en uno de ellos. No podía, yo...

Una mano se posó en mi hombro trayéndome de vuelta de mis pensamientos. Abrí los ojos y vi al general Jensen mirando hacia los muertos, también lucía agotado.

—¿Crees que estarán bien? —me miró, supuse que se refería a Arlan, Karel y Lysandro que salieron del palacio la noche anterior.

—Deben estarlo, por el bien de todos. Son fuertes, si alguien puede hacerlo son ellos. Tengamos fé —él asintió y palmeó mi espalda indicándome con la cabeza que le siguiera.

Bajó de la Torre y comenzó a caminar así que yo le seguí en silencio.

—Algunos muertos se agruparon por donde se supone que ellos entren cuando vuelvan, quiero despejarlo para que llegado el momento puedan entrar sin problemas ¿Me ayudas? —asentí.

—Por supuesto. Pero ¿Por qué yo? ¿Jakob no sería mejor para eso? —él sonrió y me miró, era rara la forma en la que con solo mencionar ese nombre el general podía sonreír.

—Él me importa, le mentí diciendo que debía cuidar a los niños así estará ocupado todo el día. No quiero exponerlo, no puedo perderlo —sus ojos brillaban.

Su expresión se volvió dura al ver mi confusión ante lo que decía.

—Amigos, somos buenos amigos —gruñó con mal humor—. Nada más —comenzó a caminar rápido para alejarse de mí adentrándose en los túneles.

Yo reí y corrí detrás de él.

—¿Qué es tan divertido? —me miró con desagrado.

—La forma en la que aclaraste que eran amigos sin yo preguntar o suponer lo contrario —reí más al ver su cara enrojecer.

—Vuelves a hablar en lo que resta del día y te corto la lengua. Calladito te ves más bonito escudero Ford —amenazó y yo batí mis pestañas fingiendo ternura.

—Admitió qué soy bonito ¿A caso le intereso general Jensen?

—Mi corazón ya está ocupado.

—¿Es bonita la doncella?

—No dije que fuera una doncella.

—¿Es Jakob? —sugerí alzando mis cejas de forma divertida.

—No es él —gruñó.

—Menos mal. Jakob me gusta quiero pedirle una oportunidad de conquistar su corazón —me empujó contra la pared y puso su espada contra mi garganta.

—¡Mantente lejos de él! —levanté mis manos en son de paz y él me soltó.

—Te gusta y entiendo por qué no quieres admitirlo. Pero primero, no soy como los demás ignorantes y segundo ¡el mundo se fue a la mierda! Si yo tuviera un novio aprovecharía lo que me queda de vida a su lado sin miedo a lo que me haga la gente incompetente y mal agradecida de este reino —me alegró ver una sonrisa adornar su rostro de nuevo.

Me encogí de hombros y seguí avanzando por los túneles siendo seguido de cerca por el general Jensen.

Al seguir vimos como efectivamente muchos muertos se habían acumulado contra la puerta, el sonido era agotante y los golpes contra la puerta me causaban escalofríos.

—A la de tres abres la puerta dejas que uno entre y la vuelves a cerrar, yo me encargo de él y luego vuelves a abrir para que entre otro y así haremos hasta terminar con todos —explicó Jensen y yo asentí.

Me coloqué detrás de las puertas sosteniéndolas y relamí mis labios, sí que estaba nervioso. Los muertos dan miedo.

El general Jensen sostuvo su espada y se puso en posición y contamos juntos.

—Uno...

—Dos...

—Tres...

Abrí la puerta y el primer muerto entró arrastrando una pierna, al parecer la tenía rota, movió su cabeza de formas raras y elevó sus manos en dirección a Jensen mientras se acercaba a él haciendo esos sonidos repugnantes tratando de morderlo.

Jensen de un movimiento ágil cortó su cabeza y el muerto cayó al suelo desplomado.

Jensen asintió y volví a abrir la puerta, esta vez era mujer, su cabello todo despeinado y mugroso, sus ropas y rostro estaban llenos de sangre y los ojos sin vida.

Jensen cortó su cuerpo a la mitad y luego clavó su espada en la cabeza de la muerta que ya estaba sobre el suelo.

El tercer muerto tenía un hueco enorme en el pecho, se movía de forma rara, caminaba de lado a lado hasta que Jesen le atravesó la cabeza con su espada y lo hizo caer desplomado al suelo.

El próximo muerto entró, su pecho había sido abierto, las costillas se le salían, tenía las manos rotas, los huesos eran visibles de una forma escalofriante, Jensen le cortó la cabeza de un ágil movimiento y el cuerpo se desplomó.

Luego de un rato limpiamos nuestras espadas y salimos, estábamos agotados y llenos de sangre, ya que llegó el momento en que intercambiamos lugares y me tocó a mí matar a los muertos.

Luego tuvimos que sacar los 34 cuerpos y quemarlos en el bosque vigilando que el fuego no creciera y que no se acercaran más muertos.

Estando fuera el sol nos recibió con calidez, Jakob se acercó a nosotros y revisó preocupado a al general por la sangre que tenía encima, pero él le explicó que no era suya.

Sonreí al ver la forma tierna en que se miraban y trataban de disimular.

—Perdón que interrumpa... —los tres miramos extrañados a la chica frente a nosotros, tenía el cabello largo hasta su cintura de color negro al igual que sus ojos, sus labios eran gruesos y lucían frescos tal vez usaba algún bálsamo.

Me parecía conocida así que la miré atentamente hasta que algo hizo clic en mi mente.

—¿Eres la chica de anoche? La que estaba afuera del invernadero cuando se quemó —ella asintió sonriendo de forma tímida.

—Yo... he visto a los muertos y me he enfrentado a un par, sé que no soy tan buena como ustedes que son guerreros entrenados, pero yo... quiero ayudar, si es que eso sirve de algo —se encogió de hombros—. Como sea, me uno a la lucha.

—Pues entonces bienvenida...

—Somin —completó sonriendo.

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