Capítulo 1: Goodbyes


Song: Shakira
Acróstico

Karel Rossemberg

A lo largo de mi vida me he enfrentado con diversas adversidades, peleas por el trono, guerras, traición, enfermedades, perdidas, decisiones, pero nada había sido tan difícil como despedirme de mi pequeña Lis.

Sus ojitos pequeños y redonditos de un color ámbar nos miraban amenazando con llorar mientras un ligero pucherito adornaba sus pequeños y rosados labios. La menor, en brazos de Mirla, se negaba a dejarnos ir a Lysandro y a mí.

Ambos compartimos miradas mientras sujetábamos nuestras manos entrelazándolas entre sí, para ambos era demasiado difícil pasar tiempo alejados de nuestra pequeña princesita.

—Volveremos pronto mi vida, lo prometemos —Lysandro acariciaba con ternura la mejilla de nuestra amada hija.

—Quelo u cueto —la ternura en su voz nos hizo a ambos replantearnos si era realmente necesario irnos.

—¡Hermanita yo te aré un cuento! —el pequeño Lys se veía feliz, pues amaba pasar tiempo con su pequeña hermanita.

Sin embargo la menor le miró con desagrado sabiendo que le haría el mismo cuento de siempre, "Como el príncipe salvó al soldado" y aunque las primeras 20 veces adoro el cuento, pasar dos años escuchando cada día lo mismo ya era aburrido.

—Se les hará tarde, si no se van ya, terminarán siendo convencidos por ella para quedarse —Mirla nos observaba sonriente y llena de ternura ante la imagen.

Ambos asentimos sonriendo, nos despedimos de los niños, de Mirla y de Nolan. Fuimos en busca de nuestros fieles compañeros, Nocturno y Luna.

Bajo el cálido sol de la mañana comenzamos a cabalgar hacia la ciudad, de vez en cuando dedicándonos miradas y sonrisas.

Una vela de Ormundú después

Habíamos recorrido cada pequeño local, comprando lo necesario y algunas cosas no tan necesarias que compre bajo la mirada juzgante de Lysandro. Tantos años y él aún no se acostumbra.

Lo vi observando unas sábanas de hermosa tela con una sonrisa. Lo abracé por detrás y besé su mejilla.

—¿Para nuestra pequeña hechicera? —susurré cerca de su oído. Él asintió sonriendo.

—Pensaba en ella, ya la extraño —fui consiente de cómo las personas nos miraban, habíamos aprendido a amarnos en nuestro pequeño mundo, pero estas personas seguían igual de homofóbicas que siempre.

Algunas cosas nunca cambian...

—Karel... —suspiré bajando mi mirada y me separé de él.

El resto del recorrido fue silencioso hasta que llegamos a la tienda que llevábamos buscando todo el día.

—Es él, ese es el señor de la otra vez —susurró Lysandro algo nervioso jugando con sus manos mirando al señor acomodando aquella tienda.

Sequé mis sudorosas manos en mis ropas, trague duro y caminé hasta el señor. Me miró sonriendo y me lancé a abrazarlo con fuerza mientras él soltaba pequeñas risas acariciando mi espalda, sentí las carcajadas de Lysandro viendo la escena y yo solo podía sollozar.

—Hijo ¿Ya me dirás quien eres? Y ¿Qué hice por ti? Debe haber sido muy bueno para que estés así

Asentí separándome y sequé mis lágrimas.

—Mi nombre es Karel Rossemberg y este es mi esposo Lysandro Thorlack —entrelacé nuestras manos, nervioso—.  Gracias a usted hoy tenemos una hermosa hija de 2 años, Kalis, es lo mejor de nuestras vidas, le debemos mucho

—O, ahora recuerdo a este muchacho, hace un tiempo te di aquella píldora —sonrió haciendo que las marcas de la vejez fueran más notorias en su rostro.

—Si, yo... perdón por no haber pagado, ni siquiera sabía que la llevaba, ni siquiera sabía que alguna vez amaría tanto sentir crecer una vida dentro de mí, fue una experiencia tan... hermosa.

—Me alegro, pero... ¿Karel Rossemberg? ¿No sos vos nuestro antiguo y bondadoso rey sorcere? Y... Lysandro Thorlack, el hijo de un admirable hombre, que igual se te acusó injustamente, como a vuestro padre

Ambos nos miramos aterrados, estos años habíamos tratado de que nadie descubriera nuestras identidades más allá del nombre, decir los apellidos fue un grave error del cual me arrepiento en demasía.

—Ya quiten esa cara de espanto, no los entregaré ni nada. Yo también sé lo que es amar y no ser comprendido por los demás

—Cariño se me ha perdido mi espada —un señor un poco mayor que él salió de dentro de la casa y le abrazó por detrás con una sonrisa.

—No se te ha perdido, es que nunca recuerdas donde la dejas —ambos rieron mirándose con amor

—Padre venga, dejemos que papá trabaje yo te ayudo a buscar tu espada-una chica joven y delgada, pero con buen cuerpo salió de la casa, su cabello castaño oscuro llegaba a su cintura y era ondeado por el viento, sus ojos oscuros brillaban y sus labios rosados dibujaban una hermosa sonrisa en su blanca piel.

Nunca había sentido atracción por una mujer, pero sí sabía reconocer la gran belleza de estas. Sin embargo, a mi lado un travieso chico miraba sin disimulo a aquella hermosa chica haciéndola sonrojar. Le empujé y le miré haciendo puchero y cruzando mis brazos mientras la chica se llevaba a su padre y el señor que vendía nos miraba divertido.

—A qué es hermosa, yo le di a luz y es lo mejor que me ha pasado, ella y mi otra pequeña hija.

Lysandro me miró un poco apenado mientras yo seguía con un puchero, ¡¿acaso esa chica era más guapa que yo?!

—Mm, perdón que pregunte, pero... ¿Usted conoció a mi padre?

—Así es —el señor sonrió y yo miré intrigado a Lysandro—. Él fue el único que siempre me apoyo respecto a mis gustos, estaría tan orgulloso del hombre que eres —tomó las manos de mi Lysandro y entonces fui consiente de lo que aquellas palabras significaron para él.

Lágrimas de felicidad cayeron por sus mejillas mientras sonreía.

—¿Les parece si les invito a cenar?

Lysandro me miró esperando mi respuesta, ilusionado, yo deseaba volver cuanto antes con mi pequeña Kalis, pero también quería hacer feliz a mi hermoso Lysandro.

Asentí y vi como sus ojitos brillaron de emoción. Tomó mi mano y seguimos al señor en dirección al interior de su casa.

Al entrar vimos al otro señor, al parecer ya había encontrado su espada, pues la estaba limpiando mientras la miraba con admiración.

—Antes éramos soldados, dábamos nuestras vidas por el reino, hasta que ese mismo reino nos quiso quitar la vida por nuestro amor

Mire al suelo, el mundo seguía siendo tan injusto, ¿Alguna vez esto cambiaría?

La chica de antes servía la mesa con una sonrisa resplandeciente en su rostro, levantó su mirada y miró a mi Lysandro con una sonrisita que no me gustó nada. Lo agarré de la cintura y planté un enorme beso en sus labios.

—Amado esposo, tus labios siempre saben tan bien —dije en voz alta para que la chica oyera

—Karel... estamos en una casa ajena —se alejó avergonzado y eso solo me enojó más.

Suspiré cruzándome de brazos cuando sentí algo chocar con mi pierna, mire hacia abajo topándome con unos ojitos grandes observarme curiosos, el color verde se mezclaba con el negro haciendo un contraste hermoso, sus cabellos eran de un rojo ardiente que cautivaba, sus labios gruesos, su piel blanca y mejillas rosaditas, si la otra chica era hermosa ¡está era una mini diosa!

Me agacho frente a ella y acaricie un mechón de cabello rojo que se escapaba del peinado adornado con flores que la hacía lucir como una princesa.

—¿Es de nacimiento? —la pequeña asintió

Nunca había visto a nadie con un cabello tan hermoso.

Lysandro no me mates.

—¡Tus ojitos son como los míos! —gritó emocionada mirando mis ojos. Asentí riendo por su ternura

—Pero los tuyos son más hermosos.

Al ver a la pequeña estirando sus bracitos la alcé sonriendo, ella jugaba con mis cabellos y yo no podía parar de sonreír. Me imaginaba si mi hermosa Kalis sería así de hermosa. Claro que sí, saldría como su papá Lysandro.

—Ahora soy yo el que está celoso —apareció a mi lado cruzado de brazos y yo reí

—¿Tú con la grande y yo con la chiquita?

—¿Acaso planean secuestrar a mis hijas? —todos estallamos en risas, esta era una familia muy hermosa.

Nos sentamos a la mesa y comíamos animados cuando sentí una mano subir por mi muslo

—Sabes que yo soy tuyo y tú eres mío —susurró en mi oído y rio travieso mientras yo mordía mi labio

—Pero no vinieron hasta acá solo para darme las gracias ¿No?

—En verdad no señor. Queríamos ver si podíamos comprar otra píldora de esas... —el señor asintió y se puso de pie. Momentos después volvió y nos entregó otras dos pastillas.

—Disfrútenlas

—Oh no, no, solo necesitamos una más.

—Llévenlas las dos, por si acaso. Son las últimas que me quedan —asentimos sonriendo y las guardamos

Luego de haber cenado muy felices con aquella familia hicimos cuentos y bebimos un poco de vino de uvas.

Nos despedimos con la promesa de volvernos a encontrar a nos pusimos en marcha de vuelta a casa.

Llegamos mientras el amanecer nos recibía, sonreímos felices, pero esa sonrisa se esfumó al llegar a casa y ver guardias armados.

Mirla sostenía a Kalis en sus brazos, asustada y tomaba la mano del pequeño Lys, mientras Nolan estaba frente a ellos con los brazos abiertos evitando que se les acercaran.

Nos bajamos de nuestros caballos y corrimos hacia ellos asustados

—¡¿Quién os envía?!

—Oh no príncipe Karel, no queremos hacerles daño, traemos un mensaje de vuestro hermano, el rey Arlan. Dice que es urgente.

Todos nos relajamos al escuchar que venían de parte de Arlan. Me pasaron una flor vesa, la puse en mi oído y recibí su mensaje

—Hermano, Vergstverg y todos los que estén fuera de Vergstverg están en peligro, esto es realmente grave, sabes que no te llamaría de no ser así. Te necesitamos Karel.

KJM_TAN 💜

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