Capítulo 5 - De conductor a copiloto

Tania no fue a clases. Todos se preguntaron qué había pasado, dado que tenía el 100% de asistencia. Cuando mis compañeras se lo preguntaron a la directora, ella les dijo que se encontraba enferma. 

"¡Qué mala suerte!" Pensé. "Así no podré hablarle para saber lo que le pasa realmente"

"Puedes hablar con ella por Whatsapp" Me dijo mi Tulpa quien, por primera vez, me acompañaba al colegio. 

"Tienes razón" Le respondí, en mi mente. "Pero prefiero hablar con ella de frente"

"Entiendo. Ahora que lo dices, tu mundo se ve muy interesante. ¿Y dices que este ambiente te aburre?" 

"Sí, me aburre. Y ahora que no está Tania, tengo cero ganas de permanecer aquí por más tiempo. ¡Ojalá pudiera escapar!"

"¿Y si tomo tu lugar, de todas formas? Accediste a que te acompañara para hablar con Tania, pero también puedo lidiar con tus compañeros y con las clases por tí. Y a la salida, retornarás al control de tu cuerpo" 

"¡Vaya! ¡Realmente los Tulpas son muy útiles! Bueno, pero quiero estar pendiente de las lecciones, por lo que solo podrás compartir la mitad de mi mente. Todavía quiero permanecer conciente para realizar las tareas de clase. ¿Trato hecho?" 

"¡Trato hecho!"

Y así fue como mi Tulpa abarcó "la mitad de mi mente". Para explicarlo mejor, era como si un conductor estuviese conduciendo en una ruta muy larga. Debido al trayecto, se cansa y le pide al copiloto que continue con el viaje. En este caso, mi Tulpa sería ese "copiloto" que tomó el volante de mi cuerpo mientras yo, la antigua "conductora", opté por contemplar el paisaje. 

A la hora del recreo, las compañeras que habían invitado a Tania a la fiesta del día anterior, se acercaron a mí y me preguntaron si sabía lo que pasó con mi amiga. Abrí la boca para responderles, pero fue mi Tulpa quien habló por mí. ¡Realmente podía controlar mis propias palabras! 

- Lo último que supe de Tania fue que quería hablar con su papá anoche - les respondió Dina - Siendo sincera, puede que se haya quedado conversando hasta tarde y se quedó dormida. Lo de la enfermedad fue solo una excusa para que no la reprocharan por su ausencia. 

- Ah, menos mal - dijo una de las compañeras - La verdad, cuando ayer rechazó nuestra invitación por lo de su papá, pensamos que nos estaba mintiendo. Casi me sentí ofendida porque creí que nos tomaba por idiotas. 

- ¡Es cierto! - dijo otra compañera, hinchando sus mejillas de la indignación - Tania dice cosas tan increíbles que casi parecen sacadas de las películas. Solo la escuchamos porque nos causa gracia, pero ya nos estamos cansando de sus mentiras. 

Me sentí molesta por lo que decían de tania. ¿Y se habían llamar sus amigas? Es por esa clase de cosas que siempre evitaba relacionarme con mis compañeros: solo eran unas víboras que hablaban mal del otro a sus espaldas. 

Dina debió notar mi malestar, por lo que dijo lo siguiente: 

- Pienso que no debemos acusarla sin tener pruebas. ¿Y si le pedimos que nos muestre fotos de sus aventuras? Personas como ella suelen fotografiar cualquier sitio extraño como registro de sus aventuras. 

Mis compañeras se miraron entre sí. Enseguida noté que nunca se les había ocurrido pedirle a Tania que mostrara las fotos, solo gustaban de chismentar entre ellas y generar mala fama hacia su persona. Pero como Dina les hizo esa propuesta, no podían negarse y, además, eso les serviría para saber si realmente o no podrían seguir relacionándose con Tania. 

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