Capítulo III ✦
—¿Enserio estamos bien? Ya pasaron 3 horas que entramos.— Dijo el pobre cerdito temblando de miedo, ¿Quién no?, este bosque espanta a cualquiera y más con esta espesa niebla.- No he visto ni una persona o animal.
—Es cierto. Meliodas-sama, ¿de verdad se encuentran los ocho pecados capitales aquí?— se volteó a mirarlo.
—Puede ser.— Respondió este como si nada.
—¡Entonces te has metido en este bosque sin ninguna seguridad!— Gritó furioso Hawk.— Existen rumores que en este bosque aparecen bestias salvajes.
— Hawk nosotros te podemos proteger.
—Algo está tocando mi trasero.— Tartamudeo Elizabeth aterrada.
—Corrijo yo te voy a defender.
—No te preocupes.
— Vaya, que bueno.— Se despreocupa Elizabeth.
— Princesa, no se deje tocar por ese pervertido.
—Bueno, dejando eso a un lado.— Dijo Meliodas caminando al frente.— Como verás, en este camino es difícil pasar con caballos y fácil de perderse, un cazador o un viajero podrían perderse.
— Es verdad. Es un buen lugar para esconderse.— se paró de puntillas mientras proclamaba feliz y de pronto se llevó las manos al trasero.
—¿Qué pasa?
—No es nada.
—Vamos no estén parados ahí y apúrense.— Gritó Hawk.
—No te desesperes.— Le Dijo Meliodas.— Un cerdo nervioso no es bien visto.
—¿Ah? ¿Dices que soy un cerdo nervioso?— Gritaron varios ¿Hawks? — Hay... Varios yo. ¡Hay muchos yo!
Gritaban y gritaban que el era el original y el otro también era el original, Meliodas se hartó y les dio a todos un golpe.
— Des-despiadado. ¡Elizabeth-chan! Ni siquiera mi madre me había pegado.
—¿Hawk-chan? ¿Que sucede?— Dijo Elizabeth.
Al notar todos esos cerdos se convirtieron en la princesa, haciéndose imposible hallar la verdadera.
—Sabes cuál soy, ¿Verdad?
— No, la verdadera soy yo
—Oh, hay bastantes pechos.— Declaró Meliodas emocionado.
—¡No es momento para decir eso!
—Vete del bosque... — Susurro un desconocido con voz tenebrosa.
—Meliodas-sama
—Meliodas-sama.
—Meliodas-sama.
—Meliodas-sama.
—Meliodas-sama
—Meliodas-sama.— Imite riendo.— Vamos no te pongas así.—Le dije a Meliodas por la cara que colocó.
Saltó en dirección a una roca alejándose.
—Bueno, bueno, bueno... Bien, entonces todos deben hacer lo que les diga.— Aclaró Meliodas mientras se sentaba en una roca.— Levanten la mano derecha y la mano izquierda en la mejilla.
Ellas hicieron lo pedido.
— Digan mi nombre con cara avergonzada.
Lo realizaron, ¿enserio esto era necesario?
—Tomen sus pechos.— Lo volvieron a hacer.— Que bien. Por último salten bien alto.— La mayoría saltó a diferencia de una que se quedó en el suelo pidiendo disculpa y Meliodas atacó.
-—Son los pequeños demonios traviesos!— Gritó Hawk.
— Te devuelvo esto.— Dijo Meliodas mientras le entregaba la Braga a Elizabeth.
(......)
— ¿Caballero Sagrado?— Se levantó la gigante amenazándonos. ¡Diane!
— No, no somos Caballeros Sagrados.— Justo terminó de hablar Elizabeth y Diane agarró rápidamente al capitán.
—¿Meliodas-sama?—Lo comenzaron a buscar.
—¡Ahí está!— Gritó Hawk.— ¡Se lo va a comer!— Se alteró.
—¡Sueltalo!— Gritó Elizabeth.
—¿Meliodas?— Se cuestionó Diane
—Hola Diane, han pasado 10 años.— Saludó Meliodas
—¡Capitán!— Gritó una y otra vez mientras lo acariciaba con un dedo.— ¡Te extrañé capitán!
—¿Capitán?— Preguntó Hawk
—Diane... No me digas que esta gigante es una de los Ocho Pecados Capitales.—Dijo Elizabeth.
—Esa misma es, Confirme. Pecado de la envidia, la serpiente Diane
—Oh, capitán, te acordaste que me encanta la carne de cerdo.— Gritó Diane.
—¡Hey! ¡Diane estoy aquí!— Me habían ignorado todo este tiempo.
—Ohhh ______, también viniste con el capitán, que alegría que también estés aquí.— Me sonrió
-¡igual me alegró!- Colocó su dedo enfrente de mi y lo estreche como saludó.- ¡Saludame bien, vamos, que yo sepa somos amigas!
-Esta bien.- Levantó su dedo rápidamente, pero yo aún seguía agarrada a este y salí volando.
-¡Dentro de un rato nos vemos! ¡Ya regreso! ¡Me alegró verte Diane! ¡Hay que hacer una charla como antes y....!- Grité lo más fuerte mientras caí lejos del lugar.
(.......)
Mientras camina en dirección de los demas, el cielo se nueblo y calló un rayo me imagino que cerca de los demás, que bueno eso me ayudó a saber mejor la dirección.
(.......)
-¡Diane pasó algo malo!- Dije corriendo hacía su dirección.- oh miren que tenemos aquí al pequeño Gil, ya no eres tan pequeño como antes.- Dije mientras ponía una mano en mi cintura.- Estás muy guapo pequeño Gil.
- Si, pero no quiere que ayudemos,- me dijo Diane.-¡como siempre!- se quejó.
-Gracias pequeño Gil.- Se levantó Meliodas mientras hablaba.- La prisión Baste y la Capital de los muertos, voy a visitarlos.
-Ya entiendo, sufriste mi ataque para preguntar dónde dónde están tus amigos.
-Vamos a continuar después, ¿cierto?- Habló Meliodas mientras posaba una sonrisa en su rostro.
-No digas tonterías.-Gil trató de atacar a él capitán pero este los evitaba.- Adiós.
-Aún no.-Comento Meliodas.
- El líder a dicho hasta Después.- Diane lo agarró.- Hombres que buscan pelea no dan buena impresión a las chicas.- Y lo lanzó lejos, lo mandó a volar.-¡Me enseñaron eso hace mucho tiempo!
-Eso fue increíble.- Hablé.- Pero ¿Qué pasó aquí? ¿Que hacía el pequeño Gil aquí? ¿Y cómo se les ocurren frases tan geniales? Es que las practican antes ¿Verdad? Es que me impresionan parecen los putos amos y a mi nada.-Posé mi mano en mi barbilla pensando.
(......)
-¿Meliodas-sama estás herido?- preguntó Elizabeth, mientras Diane ponía mala cara.
-¡No molestes al líder!- Gritó Diane más que enojada, yo diría que celosa.- ¡Estar al lado de él es mi deber! ¡Yo me ocupare de el!
(......)
-El pecado de la codicia, Ban fue encarcelado.- Me explicaba Meliodas.- Y el pecado de la pereza, King, ha muerto y está enterrado.-Me sorprendí.- Y que piensas.
-Lo que sea.- Dijo Diane.- No tengo interés en ningún hombre, sólo en ti.
-Yo no creo lo de King.-Comenté sería. Y me baje de su hombro
- Primero vamos a la prisión Baste para rescatar a Ban.- Habló Meliodas.
-¡Sí!- Gritamos Diane y yo al unísono
-Estoy en contra.- Gritó Elizabeth.- ¡Nuestra prioridad ahora debe ser cuidar de tus heridas! ¡Si luchas contra otros caballeros sagrados en estas condiciones!.
-Debería ponerme bien si hago esto.- Se me acerquo Meliodas agachado y con una sonrisa pícara, me aleje y se metió debajo de la falda de Elizabeth.
-No te preocupes. Esto no es nada. Solo tengo que dormir un poco para mejorar.- Dijo mientras entraba al bar.- Nos vemos.
-Te sigo, tengo que hablar algo contigo.- Dije mientras caminaba después de el.
-Capitán, seguro que está bien a dado muchos tumbos caminando a la habitación.
- Es que estoy emocionado por saber que es lo que quieres hacer en la habitación.- Me golpeó la frente en vista del comentario de Meliodas.
- Tú no cambia verdad.- Me reía en voz baja, mientras entraba a la habitación
-yo también tengo algo que decirte _______.- se volteó a verme seriamente.
Al verlo así, lo imite y cambie mi semblante, el no es una persona que hable enserio muchas veces.
- Es algo muy importante para mi,- suspiro.- yo...-Al decir esa simple palabra se desmayó, lo logre agarrar y posarlo encima de mis piernas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top